2 minute read

PENSADURÍASMÍAS

Como los señores de LA BARRA llevaban casi dos meses carameleándome con los resultados de los premios LA BARRA 2007, pero sin soltar un solo dato, y ya sin posibilidad de contener la curiosidad, me pasé por sus oficinas la semana pasada para echarle una mirada temprana a la lista de galardonados.

A medida que pasaba de una categoría a otra mi emoción crecía, no sólo porque encontraba a muchos viejos conocidos y merecedores de tales reconocimientos, sino porque a demás fueron destacados unos establecimientos nuevos que con seguridad probaré la próxima vez que esté de viaje. Fue muy grato ver mencionados lugares como Socorro o La cocina de Carmela en Cartagena, Mezzeler y Herbario en Medellín, Platillos y Carambolo en Cali, que aunque no alcanzaron galardones, evidentemente se han quedado en la mente y el estómago de sus comensales.

Me alegró mucho ver que los grandes ganadores de la edición pasada de los premios hayan conservado su preponderancia en la movida gastronómica, porque eso demuestra que están naciendo restaurantes con el nivel y la categoría de clásicos. Restaurantes que llegaron para quedarse.

Sin embargo, quedé intrigado porque desde hace más de dos años no se ha abierto un establecimiento que desbanque a estos titanes. Es cierto, son los mejores, y también es verdad que para los nuevos había una dura competencia. Pero ¿por qué diablos no están llenos de nombres nuevos los formularios?

Otras tres cosas me llamaron la atención de los resultados. Lo primero es que me pareció curioso encontrar a Leo Katz como ganador del reconocimiento al empresario más destacado, cuando solo uno de sus “Hijos”, Club Colombia, recibió galardones en esta entrega y los otros brillaron por su ausencia. Será que no es tan valioso el trabajo de los dueños de El Corral, o Frisby que también son verdaderos empresario y que están creando industria gastronómica.

Lo segundo es que nuestra querida Leonor es más un cocinero revelador que revelación. Aunque es cierto que con cada renovación de su carta nos derrumba los límites de las delicias de la comida costeña, ella fue revelación hace unos 4 años cuando trabajaba en Matiz. Entonces me pregunto: ¿Faltan cocineros nuevos de buen nivel? ¿Falta hacer de estos cocineros personajes más públicos? ¿Falta que la nueva generación de cocineros profesionales madure y tome su lugar en la escena gastronómica?

Lo tercero es que no sé cómo considerarían los jurados la categoría de restaurantes de comida casual, pues entiendo perfectamente que hayan mencionado a quienes mencionaron. Pero, dónde dejamos a establecimientos como La Bifería, Osaki, La Taquería, etc… o ¿es que ellos consideraron que estos son restaurantes a manteles? Me parecería injusto poner a competir un H. Sasson, que pienso que está fuera de concurso, con un “Lina`s”. No porque este último carezca de nivel, sino porque es de comida casual y no tiene por que competir por ningún lado con el restaurante del señor Sasson.

Al ver nuevamente los resultados de los premios y releer esta columna antes de mandarla a impresión me siento tanto ganador como perdedor. Ganador porque celebro con mis amigos el reconocimiento a un excelente trabajo. Perdedor porque es evidente que no han entrado al mercado, por más grandes que sean las inversiones, establecimientos nuevos que le hagan competencia frontal a estos titanes. Me deprime que la oferta para nosotros, ya sea glotones, sibaritas o gastrónomos siga siendo tan reducida, cuando yo lo que quiero, cada vez que estoy organizando planes para salir a comer, es que se me haga un nudo en la cabeza por el sartal de diferentes opciones para escoger.

La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la posición editorial de la revista LA BARRA

This article is from: