El espíritu navideño en los hogares modestos siempre se vivió con un nivel de pureza similar al de su pobreza. Por lo general se festejaba el nacimiento del Mesías con mucho respeto y afabilidad. Ese día parecía borrarse de las almas todo resquicio de rencor. El vecindario se saludaba y compartía sus sencillas viandas para que todos pudiesen participar de la mesa del Señor. Era costumbre tomar caldo de gallina, conejo en salmorejo con almendras y, en algunos casos se preparaba una suculenta bola de carne mechada con huevos pasados y almendras. Este bolón se tenía a fuego lento un día entero remojándola con su propia salsa a intervalos cortos de tiempo.
La cena se acompañaba con rosquetes, bizcochos, algún licor si era posible y muy poco más. Siempre se procuraba que para la cena estuviese presente toda la familia.