“Máscara tradicional”
Esta celebración, que hunde sus raíces más allá de la memoria de los tiempos, nace para conmemorar los placeres mundanos, aquellos de los que tanto alardeaban sus propios dioses, así también como motivo necesario y eficaz para combatir la rutina del duro y constante quehacer, acción para lograr a través de ellos, la necesaria evasión de la realidad cotidiana, monótona y rampante. El pueblo precisaba de un acicate para poder modificar su conducta y desperezarse de todas sus cargas emocionales de una manera que fuese aceptada socialmente, sin cortapisa alguna más allá de pudor y la decencia pública. La religiones modernas, me refiero a las que nacieron hace ahora unos dos mil años, la persiguieron sin piedad, creando para ello, entre otros, la idea del pecado, y en su consecuencia la flagelación eterna. Pero, a pesar de todos los pesares que le sobrevinieran, siempre se trató de un tiempo de transigencia. En el pueblo canario, introducido por los colonos, siempre