Alan Ventura y el misterio de la pirámide

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Jó Rivadulla Al igual que Alan, me gustan las computadoras, los videojuegos y los viajes. También me interesan las artes marciales, pero no pude encontrar un antiguo maestro ninja que me entrenara, así que aprendí taekwondo. Otra cosa que me gusta son las historias de aventuras. De ambos tipos: las que se leen y las que se escriben.

Alan Ventura y el misterio de la pirámide

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Alan comenzó el día de su cumpleaños triste y solitario, pero la noche le trajo una sorpresa: un viaje al Caribe mexicano para disfrutar de unas vacaciones improvisadas. O eso pensaba, ya que pronto se vería envuelto en una peligrosa carrera contrarreloj para resolver la desaparición de un grupo de personas. Monstruos mitológicos, antiguas profecías y enemigos poderosos son algunos de los desafíos que enfrentará para tratar de develar el misterio que se esconde en una oscura pirámide maya, antes de que sea demasiado tarde para todos.

Iván Zigarán En algún momento, cuando era chico, descubrí que el dibujo me permitía inventar mis propios personajes e historias, como aquellas que tanto disfrutaba leer. Desde entonces, nunca dejé de dibujar y crear. También me gusta mucho viajar, conocer personas y lugares, y siempre aprender cosas nuevas.

Jó Rivadulla

Iván Zigarán

Alan Ventura ¡Hola! Me llamo Alan y me gustan las computadoras. No quiero sonar agrandado, pero hay quien dice que soy el mejor informático del Universo. Aunque mamá a veces exagera. Trabajaba en una compañía de videojuegos, pero las cosas se han salido de control. Ahora viajo por el mundo, generalmente porque alguien me persigue, y me veo envuelto en peligrosas aventuras.

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¡Ah! Tengo una cuenta en Instagram, donde subo fotos e historias de mis andanzas. ¡Síganme en @AlanVenturaOK!

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Jaguar

El jaguar se relamía anticipando su almuerzo. Saltó del árbol con una agilidad sorprendente y observó a sus presas con atención. Francisco se apresuró a interponer su cuerpo voluminoso entre Laura y el animal. Desenfundó el revólver y le quitó el seguro. —¡Ni se le ocurra!—gritó Laura, adelantándose y arrebatándole el arma con un rápido movimiento. El jaguar dio un paso adelante. —¿Qué hace, señorita? —susurró un pálido Francisco. —No voy a permitir que asesine a un animal indefenso. ¿Está loco? —¿Indefenso? ¡Nos va a matar!


Francisco echó a correr y Laura pudo ver los músculos del jaguar tensándose bajo el pelaje anaranjado. Antes de que pudiera saltar, ella se le arrojó encima. Desconcertado, el felino se retorcía tratando de quitarse del lomo a la irrespetuosa presa. —¡Está loca! —gritó Francisco, demasiado asombrado como para seguir huyendo—. ¡Ay, Diosito, esta mujer está loca!


—Estoy bien, señor, no se preocupe por mí. ¿La niña está herida? —¡Yo estoy bien! —dijo Zazi. Afuera sonó una ráfaga de disparos y algunos rebotaron en el chasis de la 4x4. Alguien volvió a gritar el nombre de Alan. —Parece que lo buscan a usted, señor, ¿los conoce? —¡No! —Mire, estamos a pasos de la selva, usted y la niña pueden refugiarse ahí. —¿Y qué hay de vos? Una bala impactó en el suelo junto a la camioneta. —¡Están interesados en usted, señor! Tengo las piernas atrapadas, además creo que voy a estar más seguro aquí. Puede llamar para pedir ayuda cuando tenga la oportunidad. —¿Seguro que vas a estar bien? —¡Vayan antes de que sea demasiado tarde! Alan asomó la cabeza por una ventana lateral y alcanzó a ver una barrera de neumáticos encendidos y vehículos negros. Detrás de la barricada se agolpaba un pequeño ejército de hombres sin identificación y con la cara cubierta. Todos estaban armados. Pepe se estiró para alcanzar el extintor reglamentario que llevaba debajo del asiento. Quitó el seguro y apuntó la boca de la manguera hacia afuera de la camioneta. Sonó otra ráfaga de disparos. 58


—Voy a crear una humareda para cubrir el escape. ¡Estén preparados para correr cuando dé la señal! Pepe accionó la palanca y una nube de polvo químico envolvió al vehículo. —¡Ahora! Alan tomó a Zazi de la mano y la guio a través del humo, hacia los árboles que bordeaban la ruta. El plan dio resultado. El humo impidió que los atacantes los vieran salir, y lograron refugiarse en la jungla. Pero no había tiempo que perder, en cualquier momento descubrirían la artimaña y se lanzarían a buscarlos.



—¡No hay tiempo! —dijo Laura—. El jefe de Mako llegará en cualquier momento para supervisar la última carga y luego van a cerrar la operación. Eso solo puede significar que van a deshacerse de toda la evidencia. —Y matar a los testigos —dijo Kusam. —Eso me temo —dijo Laura. —Tengo una idea. Laura, ¿todavía tenés la cámara de fotos? —Sí, recuperé la mochila cuando escapamos de la celda. Alan arrojó la cámara contra el suelo, haciéndola estallar en mil pedazos. —¿¿Qué hacés?? ¡Ese aparato me costó un sueldo! —Perdón —dijo él—. Pero necesito el capacitor del flash. ¿Tenés el cable del cargador? —Laura se lo alcanzó, con expresión escéptica—. Denme unos minutos… Alan usó el cuchillo para quitar la cobertura de goma del cable. Extrajo los alambres de cobre y comenzó a enrollarlos. —¿Qué hacés, Alan? —Un minuto más… ya casi termino. —Pero ¿qué estás…? —¡Listo! —dijo Alan, exhibiendo un extraño objeto. —¿Qué es eso? ¿El control remoto del doctor Frankenstein? —dijo Laura. 137




Jó Rivadulla Al igual que Alan, me gustan las computadoras, los videojuegos y los viajes. También me interesan las artes marciales, pero no pude encontrar un antiguo maestro ninja que me entrenara, así que aprendí taekwondo. Otra cosa que me gusta son las historias de aventuras. De ambos tipos: las que se leen y las que se escriben.

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Alan comenzó el día de su cumpleaños triste y solitario, pero la noche le trajo una sorpresa: un viaje al Caribe mexicano para disfrutar de unas vacaciones improvisadas. O eso pensaba, ya que pronto se vería envuelto en una peligrosa carrera contrarreloj para resolver la desaparición de un grupo de personas. Monstruos mitológicos, antiguas profecías y enemigos poderosos son algunos de los desafíos que enfrentará para tratar de develar el misterio que se esconde en una oscura pirámide maya, antes de que sea demasiado tarde para todos.

Iván Zigarán En algún momento, cuando era chico, descubrí que el dibujo me permitía inventar mis propios personajes e historias, como aquellas que tanto disfrutaba leer. Desde entonces, nunca dejé de dibujar y crear. También me gusta mucho viajar, conocer personas y lugares, y siempre aprender cosas nuevas.

Jó Rivadulla

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Alan Ventura ¡Hola! Me llamo Alan y me gustan las computadoras. No quiero sonar agrandado, pero hay quien dice que soy el mejor informático del Universo. Aunque mamá a veces exagera. Trabajaba en una compañía de videojuegos, pero las cosas se han salido de control. Ahora viajo por el mundo, generalmente porque alguien me persigue, y me veo envuelto en peligrosas aventuras.

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