7 minute read
Antecedentes
ANTECEDENTES
El origen del pueblo Colla en Atacama proviene del alcance que la actividad propia de este pueblo ancestral, la Trashumancia, tuvo en su desplazamiento altiplánico y pre-cordillerano desde las zonas de Perú, Bolivia y el norte de Argentina.
Advertisement
Cruzan desde Argentina a la región de Atacama desde mediados hasta fines del siglo XIX, “El territorio está conformado por numerosas quebradas, en el que se encuentran vegas y bofedales, estos espacios constituyeron el lugar de habitación de los collas, en los que desarrollaron diversas estrategias económicas y productivas a fin de aprovechar los recursos disponibles, tales como el pastoreo de animales, pirquinería y recolección forestal, actividades complementarias que se caracterizan por su desarrollo estacional. Estas estrategias productivas determinaron que la ocupación del territorio fuera a través de grandes espacios cordilleranos y precordilleranos: la presencia de rutas de largo alcance por cerros y quebradas en búsqueda de puntos de agua o sectores de pastoreo para los animales y rutas de acceso a campamentos mineros y ciudades para la venta de leña e intercambio de otros bienes”.
(Estudio histórico etnocartográfico de la quebrada de San Andrés y sus alrededores, AMEC International Ingeniería y Construcción Limitada, 2015)
Inicialmente, su actividad se vio marcada por el oficio del pastoreo, del cual obtuvieron los medios para su subsistencia. Posteriormente establecieron relaciones con la actividad minera que se desarrolla en el área desde los años 1830- 1920 con un primer desarrollo tecnológico, y desde entonces a la fecha con el despliegue que surge desde el abastecimiento eléctrico y la construcción del ferrocarril.
La zona y la comunidad indígena a la cual este Plan comprende, vio su historia fuertemente vinculada al trayecto ferroviario establecido entre Copiapó y Potrerillos, pasando por Puquios y Paipote.
El vínculo que se estableció con la minería se expresó de diversas maneras; muchos aprendieron el oficio y participaron esporádicamente de la actividad minera, otros brindaron servicios de guía y transporte en exploraciones y venta de diversos productos.
De aquí surgieron una de las primeras estructuras formales de este pueblo cuando se constituyen como Sindicato de Leñadores en el año 1955 y posteriormente el Sindicato de Crianceros de la Quebrada de Paipote en el año 1994. Este último obtuvo la entrega, por parte de Bienes Nacionales, de 119 hectáreas de tierra para desarrollar proyectos de potreros, lechería y artesanía. Comuneros expresan que estas tierras no tienen agua, por ende no han podido ser debidamente desarrolladas acorde al proyecto original.
(Información obtenida de conversaciones con dirigentes de las comunidades).
En el año 1993 se publica la Ley Nº 19.253 sobre Protección, Fomento y Desarrollo Indígena donde “El Estado reconoce que los indígenas de Chile son descendientes de las agrupaciones humanas que existen en el territorio nacional desde tiempos precolombinos, que conservan manifestaciones étnicas y culturales propias siendo para ellos la tierra el fundamento principal de su existencia y cultura”. Seguidamente la Ley señala que el Estado reconoce como principales etnias de Chile a la Mapuche, Aymara, Rapa Nui, las comunidades Atacameñas, Quechuas y Collas del norte, las comunidades Kawashkar o Alacalufe y Yámana o Yagán de los canales australes. “El estado valora su existencia por ser parte esencial de las raíces de la Nación Chilena, así como su integridad y desarrollo, de acuerdo a sus costumbres y valores”.
Esto incentiva el proceso de formalización ya existente en el territorio nacional y en la región Atacama. En el año 1.995 se constituye, como primera en la comuna La Comunidad Indígena Colla Comuna de Copiapó dirigida por la matriarca Jesús Cardozo Villanueva, primera presidenta y Yatiri (guía espiritual).
Esta comunidad consiste en un núcleo familiar ampliado que comprende los troncos de Los Bordones, Los Quiroga y Los Cardozo. Ellos subsistían principalmente de la ganadería desplazándose entre las quebradas de Paipote y San Andrés con diferentes sectores de asentamiento temporal. Con el tiempo -aprox. 50 años atrás- los mayores, o los “antiguos”, de esta Comunidad, se asientan en el Sector del Bolo. Desde entonces, la identidad e historia de esta comunidad está fuertemente vinculada a este paisaje.
Fotografía por Mauricio Lorca Año 2000
El sector de “El Bolo” es el sector de asentamiento de la comunidad Comuna de Copiapó y se localiza aprox. a 100 km de la Ciudad de Copiapó subiendo por la ruta CH-31 entrando por la Hacienda “La Puerta” a través de la ruta C-601.
Son tres las generaciones que ya han habitado este sector, con formas, tradiciones, saberes, conocimientos y tecnologías que pasaron de generación en generación para subsistir en estos extremos territorios pre-andinos.
Producto de esta vinculación entre la comunidad y El Bolo, lugar físico que contiene gran parte de su memoria e identidad, es que desde hace 20 años hasta la fecha, la comunidad realiza el trámite en la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) solicitando la titularidad de dichas tierras a nombre de la comunidad.
Fotografía por Mauricio Lorca Año 2000
PROCESO DE DESVINCULACIÓN TERRITORIAL
Desde un análisis macro de la situación cultural y patrimonial del pueblo colla, se pueden observar distintos procesos socio-ambientales que han impactado directa o indirectamente y que han influido negativamente en la preservación de sus prácticas y expresiones culturales ancestrales. El principal factor de ello ha sido el paulatino proceso de desvinculación territorial que, por diferentes motivos, ha sufrido este pueblo.
Posterior al cierre de Potrerillos y otras faenas mineras, a quienes se les prestaban diferentes servicios y se les vendían bienes como carne y leña, muchos collas perdieron sus medios de subsistencia. Este hecho se acompaña con períodos de sequía intensa en donde no podían mantener sus ganados. Desde la obligatoriedad de la educación (aproximadamente en la década 70) para todos los niños y niñas en edad escolar (a partir de los 6 años) muchas familias collas se vieron forzadas a desvincular a sus hijos e hijas de su hábitat ancestral. “Muchos niños y niñas “bajaron” a vivir con parientes, y en otros casos fueron acompañados por sus madres, quedando en muchos casos principalmente la figura masculina habitando la cordillera”1 .
Es por ello que durante la década de los 70 se identifica un giro en la localización de este grupo humano, instalándose de forma más permanente en la zona periférica de la ciudad de Copiapó – Estación Paipote.
Si bien la esencia de este pueblo indígena ha sido nómada -a través de la práctica de la Trashumancia- y ello explica el continuo movimiento que como grupo humano los caracteriza, dentro del cual la bajada a las zonas urbanas no formaría en sí mismo un hecho fuera de lo común, es cierto que la desvinculación del territorio pre-cordillerano ha tenido un impacto consistente en sus formas de vida ancestral.
Sus formas de vida en la zona Urbana se vieron fuertemente golpeadas por la discriminación social hacia sus rasgos indígenas -lengua, formas de vida, vestimentas, cosmovisión, etc- y fue así como la pérdida de algunas de sus costumbres ancestrales se intensificó dado el proceso de asimilación cultural forzada a la cual se han visto sometidos durante decádas.
Con el cambio de milenio, el proceso de la globalización se instala sin límites territoriales gracias a las nuevas tecnologías, lo cual representa un desafío interno a las comunidades frente a la preservación de la diversidad.
1Información obtenida de conversaciones con dirigentes de las comunidades
CATÁSTROFES NATURALES
Dentro del análisis del proceso de desvinculación territorial de las comunidades indígena colla, es importante considerar la geografía del sector. Este presenta un desnivel pronunciado desde los portezuelos de 3.000-4.000 mts de altura bajando precipitadamente por quebradas hacia las zonas bajas de la depresión intermedia.
Históricamente han “bajado las quebradas”, fenómeno que cuenta con registros desde 1655 y que consiste en fuertes precipitaciones, temporales, inundaciones y aluviones, probablemente conectados con el fenómeno climático “El Niño”, alternados con períodos de intensa sequía. Actualmente se conjuga sobre esta teoría, una intensificación del fenómeno producto del cambio climático.
El daño que estos eventos climatológicos dejan en los territorios de la quebrada de San Andrés, La Puerta y sus alrededores es considerable y a efectos de estos pequeños asentamientos humanos, el impacto puede ser fatal. Los últimos acontecimientos, en marzo de 2015 y Enero 2017, modificaron profundamente el sector del Bolo, desplazando viviendas, sitios arqueológicos y un sin número de bienes culturales. Actualmente la comunidad aún se encuentra en proceso de reconstrucción de sus viviendas.
Es a todos los factores previamente mencionados a los que el siguiente Plan considera e incorpora en su estrategia.