Aventuras en Navidad

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La Navidad es una de las épocas más esperadas por los pequeñines del hogar, son aquellos días dónde se iluminan no solo las luces de un árbol navideño, sino que algo mucho más importante; sus sonrisas. Es el momento perfecto para disfrutar y compartir en familia, incluyendo los valores que trae consigo esta festividad. Hoy queremos brindarles a los mas traviesos tres cuentos que harán goce de una fecha tan especial con el propósito de alegrarles el corazón e iluminar ese gran espíritu navideño ¡Jo jo jo!



Contenido Página Cuentos Navideños El Ángel de Navidad............................................09 Un Muñeco de nieves en apuro..........................14 Descubriendo la Navidad....................................19 Créditos................................................................23





El Ángel de Navidad Tanto insistió que al final su madre le dijo:

Érase una vez un angelito muy pequeñito, el angelito más pequeño que se puedan imaginar. Todos en el cielo le llamaban “chiquitín” aunque en realidad se llamaba Benjamín.

- Está bien te dejaré bajar a la Tierra a ver cómo celebran los niños la Navidad con la condición de que vuelvas rápidamente en cuanto pase el día 25 de diciembre.

Benjamín siempre estaba preguntándole a su mamá:

- De acuerdo, te lo prometo, dijo Benjamín y se dispuso a hacer todos los preparativos para el viaje.

- Oye mamá, ¿Cómo celebran los niños la Navidad en la Tierra?

Al llegar la Nochebuena, el día 24 de diciembre, se despidió de todos y se dispuso a bajar del Cielo. Fue volando entre las nubes moviendo sus alitas muy deprisa pues hacía un frío y es que estaba empezando a nevar.

- Por favor mami, déjame bajar a la Tierra para verlo. Y su madre le decía: No Benjamín, eres aún demasiado pequeño para ir tú sólo a la Tierra. - Oh por favor, por favor mamá, te prometo que no haré nada malo y que volveré enseguida.

Se cruzó con los renos de Papá Noel que iban corriendo a toda velocidad surcando 9


que sólo tenía tres años recién cumplidos. Pero al angelito Benjamín, cuando los vio tan dormiditos en su cuarto, le parecieron unos niños adorables y decidió quedarse en esa casa.

el cielo tirando del trineo y oyó a Papá Noel que desde lejos le saludaba: - ¡Jo j ojo! hasta luego chiquitín, voy corriendo, no me puedo parar pues aún me quedan muchos niños a los que dejar su regalo.

Buscó un hueco de la ventana que estaba abierto y por allí se metió, fue volando, volando por el pasillo hasta que llegó a la puerta del salón de la casa, allí se paró y cuando empujó la puerta para entrar, se quedó sin palabras: ¡Allí había el árbol de navidad más bonito que había visto en su vida! Era tan grande que casi llegaba al techo, estaba lleno de bolas que brillaban y de luces de colores y abajo del todo estaba lleno de los regalos que había dejado Papá Noel esa noche.

- No te preocupes Papá Noel voy a casa de unos niños, así que ya te veré luego, dijo Benjamín. Y siguió bajando y bajando y, según se acercaba a las casas empezó a volar más despacito para ver en qué casa se iba a meter. Fue volando mirando por las ventanas y por fin se decidió por una casa en la que vivían dos niños. El mayor se llamaba Felipe y tenía cinco años y ya era muy bueno y responsable y el pequeño, se llamaba Adrián, pero en casa todos le llamaban “piquirriqui”. Era muy rico, pero un poco llorón y caprichoso. Claro, es

De pronto, Benjamín oyó unos pasos que se acercaban corriendo al salón y las risas de los niños que venían cantando: 25 de diciembre fun fun fun. 25 ¡Ya es Navidad! 10


El angelito buscaba desesperado dónde esconderse para que no le vieran y no se le ocurrió nada mejor que quedarse muy quieto con las alas extendidas en lo alto del árbol de navidad como si fuera una figurita más.

les, que no pudo evitar soltar unas risitas de felicidad. Entonces, Adrián, el niño más pequeño, le vió y empezó a gritar: - Mamá, mamá ¿ese angelito es de verdad? le he visto reírse.

Los niños entraron corriendo al salón, seguidos de sus papás y gritaron:

- Pero que cosas tienes, piquirriqui, es un angelito de cerámica, ¿cómo se va a reír? Ve y sigue jugando con tus juguetes nuevos.

¡Miren! Ha venido papá Noel. Mamá, papá ¿podemos abrir ya los regalos? Sí claro, dijeron sus papás, mira en este paquete pone tu nombre y en este otro está el nombre de tu hermano. Los niños abrieron todos los regalos, Papá Noel les había traído lo que habían pedido y estaban muy contentos

Sin embargo, los niños al ratito de estar jugando empezaron a discutir: - Préstame el tren. - No, es mío. - ¡Eh! no tomes mi patinete, Papá Noel me lo ha traído a mí. - Mentira, es mío. - ¡No toques mis fichas que me las vas a romper!.

Benjamín los miraba desde lo alto del árbol sin mover ni un pelo para no ser descubierto pero, estaba tan feliz viéndo11



El hermano mayor, que era muy bueno y responsable, le dio un súper-mega abracito y le dijo. Jugaremos los dos con todo por turnos, primero tú y luego me toca a mí, ¿está bien?

-- Pues si no me lo dejas, me enfado y ya no juego contigo. Y acabaron los dos enfadados, cada uno en un extremo del salón. - ¡Se acabó! Dijeron mamá y papá enfadados.

- Muy bien, hijos ¡así se hace! dijeron los papás muy contentos, y ahora ¿qué les parece si en esta bolsa metemos los juguetes que quieran y nos vamos a regalárselos a los niños que no han tenido tanta suerte esta Navidad?

- Ahora mismo vamos a meter todos los juguetes en una bolsa y vamos a regalárselos a los niños que no tienen casa y Papá Noel no ha podido dejarles nada.

El niño pequeño miró de reojo al angelito y vió que le sonreía y que le guiñaba un ojo. Y cuando al día siguiente todos andaban como locos buscando al angelito del árbol que había desaparecido, su mamá le preguntó: piquirriqui ¿Has cogido tú el angelito que había en el árbol?. Él dijo muy convencido: No, se fue muy contento volando, volando, hasta el cielo.

Felipe y Adrián se pusieron a llorar, sus padres les reñían enfadados, y de pronto, Adrián se dio cuenta de que le había caído una gotita de agua en la mano, miró hacia arriba y vio que eran las lágrimas de Benjamín. Se calló de inmediato y acercándose a su hermano le dio un besito y le dijo: ¡Perdón! A la vez que le dejaba su patinete nuevo. 13


Un Muñeco de Nieves en apuro cosa que un muñeco de nieve con vida y en apuros. El muñeco no quería salir de su escondrijo para no sentirse mal, ya que estaba en mitad del prado y no había ningún niño jugando con él. Rigoberto con una actitud bondadosa y comprensiva intentó trasladar la montaña de nieve hacia un lugar donde estuviese más a la vista de los niños, y no molestara en mitad de ningún camino. Y así lo hizo, poquito a poco, el muñeco de nieve fue relajándose y permitía que Rigoberto le trasladase a un lugar más seguro y atrayente. Cuando terminó de moverlo, se acercó a él y le dijo:

Cuando Rigoberto se cruzó con aquella montaña de nieve en mitad del prado, no sabía cómo reaccionar. A primera vista parecía que una pequeña avalancha había ocasionado el derrumbe de la nieve hasta formar una blanca montaña, pero Rigoberto sospechaba por la naturaleza de la montaña, que alguien se encontraba debajo de aquel desastre, y él quería ayudarle. Empezó a quitar nieve de encima de la montaña, y a pesar de que se estaba dando prisa para que quien estuviera debajo se sintiese libre, no había manera de conseguirlo. Por mucha nieve que se quitase, siempre había la misma simulando la forma de una montaña.

– “Muñeco de nieve, ya puedes salir de tu montaña, estás en un lugar privilegiado para que muchos niños te vean y jueguen contigo y además te he traído una bufanda

Fue entonces cuando Rigoberto cayó en la cuenta de lo que estaba ocurriendo. y por La famosa montaña de nieve no era otra 14




de colorines, un peine para tu boca, dos botones para tus ojos y una zanahoria de nariz, y además, ¿cómo quieres que te llame?”. El muñeco algo tímido empezó a asomar su cabeza por la parte superior de la montaña, Rigoberto pudo comprobar que tenía ojos, así que los botones no le harían falta. Enseguida el muñeco se desprendió de toda la nieve que había hecho de montaña sobre él durante tanto tiempo, y miró fijamente a Rigoberto mientras le decía: – “¡Qué bueno eres niño! Llevo aquí encerrado mucho tiempo, tanto que he olvidado mi nombre, ¿quieres ponerme tú uno, por favor?”.

El muñeco asintió con una sonrisa en los ojos, y enseguida Rigoberto le puso el peine en la boca para que también pudiera utilizarla para sonreír. Le puso la bufanda y la nariz, y Botoncito se convirtió en el muñeco de nieve más feliz de la historia.

Rigoberto muy emocionado empezó a pensar en un bonito nombre para el muñeco, y le dijo: – “Te llamaré Botoncito, porque lo único que conservas son tus ojos de botón, ¿te gusta?”.

Botoncito aprendió a vivir feliz por existir ser tan importante para todos los niños del mundo, era un muñeco de nieve humilde y solidario, cuyo principal afán en su vida era hacer reír a los niños, y a los adultos que le miraban nostálgicamente.

Empezó a vivir en el lugar donde Rigoberto le había situado, y donde muchos niños le visitaban y le conseguían complementos para su cuerpo redondo. Como hacía tanto frío durante todo el año en aquella zona, apenas se derretía cuando llegaba el verano, y las visitas de niños sonrientes y felices, sobretodo en la época de Navidad, era constante.

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Descubriendo la Navidad Mientras se dirigían allí oían ruidos: parecían voces de personas y risas, pero no pudieron ver a nadie alrededor.

Había una vez un lugar llamado Villa Mágica. Allí vivían toda clase de criaturas maravillosas, entre ellos un pequeño pueblo de elfos en donde no había llegado nunca la Navidad. Todos estaban muy tristes hasta que un día algo extraordinario ocurrió.

Turlond, Tarmiso y Termino empezaron a sentirse contentos y alegres de manera inexplicable. El miedo les abandonaba poco a poco según iban avanzando por el bosque.

Un frío día de invierno, tres elfos, Turlond, Tarmiso y Termino, se dirigieron a un viejo bosque donde nadie se atrevía a entrar desde hace muchos años. Había una leyenda muy antigua que decía: “El que logre pasar el bosque, encontrará una cosa muy valiosa.”

Según iban caminando se quedaban más impresionados: los árboles les saludaban, las ardillas les seguían, los ciervos les acariciaban. ¡Los animales hablaban! Llegaron a un sitio donde había muchos regalos, todo era ilusión y felicidad. Un pequeño hombre con barba blanca estaba ahí, vestido con un atuendo rojo y un gran gorro en su cabeza.

Ellos iban con miedo, inseguros, nadie había entrado nunca en aquel lugar. Sólo sabían que había algo, pero no sabían si era bueno o malo. 18




todo quedó nevado. Al tocar la segunda las calles se inundaron de felicidad y alegría, y finalmente, al tocar la tercera, en cada casa del pueblo aparecieron una gran multitud de regalos.

Tarmiso, el elfo más joven, dijo: -Hola, somos los elfos que se adentraron en el bosque para encontrar el tesoro que hay al final del camino, ¿quién eres? -Soy Papá Noel, les llevo esperando mucho tiempo, y ahora que por fin han llegado hasta aquí les daré algo muy especial. En ese momento, Papá Noel les entregó el regalo más valioso que tenía, tres pequeñas campanillas mágicas. -Ya pueden volver a su pueblo, en cuanto estén ahí toquen cada uno de ustedes la campanilla que les he regalado.

Nuestros queridos amigos no se lo pudieron creer, fue el inicio de la Navidad en Villa Mágica. Todos recibieron la felicidad y la magia que siempre estuvieron esperando, y al alzar su mirada al cielo pudieron ver un pequeño trineo volador que dejaba una preciosa estela dorada en el firmamento.

Los elfos agradecieron el regalo de Papá Noel, aunque no llegaron a entender muy bien para qué servían las campanillas. Al volver al pueblo no se pudieron ni imaginar lo que iba a suceder. Al tocar la primera campanilla, los árboles se encendieron con unas hermosas luces y 21



Créditos Cuentos “El Ángel de Navidad” Autora: Inma Holguín es.hellokids.com “Un Muñeco de Nieves en apuro” Autor: www.cuentosinfantilescortos.net “Descubriendo la Navidad” Autora: Leticia Castillo www.bosquedefantasias.com Diseño Editorial e Ilustración por Bárbara Cortés Bravo e Inger Yáñez Wilson Iquique, Diciembre de 2015

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