Ratones colorados
Susana Roldán
¡Hola! Mi nombre es Carolina, aunque todos me llaman Carol, excepto mi hermano Iri, que me llama «Nana».
Mis papás siempre me han dicho que soy muy risueña y soñadora, aunque también un poco revoltosa. Tengo ocho años y voy al colegio que está al lado de mi casa.
Nerea es mi profesora. Siempre está contenta (su mote es «Cuquili», como el mío, «Nana», y siempre nos dice que se lo puso alguien muy especial).
Nos da muchos abrazos y besos, además de hacernos juegos y actividades muy divertidas.
También nos dice que «no callamos ni debajo del agua» o que «somos más listos que los ratones colorados» (estas cosas también nos las dice el abuelo Antonio cuando vamos a merendar a su casa con Iri, así que yo creo que el abuelo Antonio y la profe Nerea son amigos, pero no me lo quieren decir…).
Cuando Nerea nos dice estas expresiones, siempre le preguntamos:
—¿Profe, los ratones colorados existen? Nosotros solo hemos visto de color gris.
Ella siempre responde que, aunque no hayamos visto ningún ratón colorado, no significa que no existan y que son iguales a los demás ratones: les gusta estar con su familia, pasear por la calle, comer muchos tipos de queso, jugar con sus amigos y amigas, hacer excursiones, visitar lugares, ir al colegio de ratones…...
Carolina, una niña risueña de ocho años, nos presenta a su familia con cariño, especialmente a su hermano Iri, quien asiste a un colegio muy especial. Iri es el más veloz de su clase y tiene un don muy particular: hablar con la mirada. Junto a él, Carol descubre un mundo donde las diferencias no son barreras, sino motivos para celebrar la diversidad. A través de historias llenas de humor y aventuras, Carol nos invita a conocer a los compañeros de Iri y su increíble colegio, donde todos aprenden de formas únicas y creativas.