Viaje al paraíso

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VIAJE PARAÍSO

Valeria J.G.

El mundo es taaan aburrido…

¡Cómo me gustaría crear mi propio mundo! Lleno de animales, amor y alegría.

¡Sería el paraíso!

Pero todo esto no es posible. El mundo que tenemos no se puede cambiar, es decir, ¡este mundo es precioso! Pero nosotros lo convertimos en algo aburrido...

Yo amo los bosques, las plantas y, ¡sobre todo, amo las aventuras! ¿Te gustaría unirte a esta nueva aventura?

¡Mi nombre es Blai! Y mi sueño es poder crear mi propio mundo y disfrutar cada momento ahí.

¿Tú no has pensado alguna vez en estar en el paraíso? ¿En el lugar perfecto? Pues yo estoy dispuesto a hacer mi sueño realidad.

Gracias a que estamos de vacaciones, tengo mucho más tiempo para descubrir ese mundo, en algún lugar. Quizás sería el paraíso escondido entre las nubes o en el océano… ¡Sería precioso, allí donde esté!

Mi madre me estaba llamando; decía que se iba a comprar y que cuidara de mi hermano pequeño…

¡Jo! ¡Mi padre no podía cuidarlo porque estaba trabajando y me había tocado a mí cuidar a ese niño tan pesado! Yo quiero un montón a mi hermanito, pero me rompe todos mis juguetes.

¡Ese niño mata todo lo que ve!

—¡Adiós, Blai, cuida bien de tu hermano! —dijo mi madre, cerrando la puerta.

Mi hermano pequeño, que, por cierto, no he dicho cómo se llama, me estaba tirando de la camiseta. Yo le cogí en brazos y le pregunté qué quería.

Antes de nada, presento a mi familia. Mi hermanito es Kai, es muy travieso y ya pronto cumplirá cinco añitos. Mi padre se llama Elliot y es muy trabajador. Y mi madre es Itzel; le gusta hacer deporte, pero también descansar.

Y bueno, lo que quería Kai era su peluche de pantera; según él, su pantera se llama Luni.

¡Aunque al día siguiente le cambia el nombre!

—¿Por qué estás siempre tan distraído en tu habitación mirando el techo? —dijo mi

hermano pequeño. ¿Qué le digo? ¿Cómo le explico a un crío qué es un paraíso?

—Estoy distraído mirando el techo porque estoy pensando en el paraíso —dije, sentando a mi hermano en el sofá. Antes de que pudiera preguntarme qué significa «paraíso», le expliqué—: Un paraíso es un lugar en el que todo está bien. Es como un mundo perfecto, según creo yo.

Me senté a su lado y recé para que lo entendiese a la primera y no preguntara nada. Le dije que, si le apetecía hacer algo, me lo

dijera, porque yo me iba a mi habitación. Kai, de inmediato, me dijo:

—¡Me apetece ir al paraíso! —dijo tirando su peluche al aire.

¡Ay! Yo no sé ni dónde está el paraíso ni si realmente existe; lo único que sé es que yo también quiero ir.

—Kai, te llevaría, pero no sé dónde está —le dije, para que no se preocupase demasiado.

Mi hermanito arrugó la cara; los ojos se le pusieron rojos, como si estuviera a punto de llorar. Se escuchó un «¡buaaa, buaaa!» y yo, intentando calmarlo, le prometí que encontraría el paraíso y que lo llevaría a él conmigo.

—Tranquilo, te prometo que encontraré el paraíso e iremos los dos a ese mundo perfecto —le abracé y le di su muñeco Luni, que había tirado al suelo.

Mi hermano dejó de llorar y me señaló el mando de la televisión; supongo que querría ver la tele. Yo cogí el mando y encendí la tele; ahora sí me fui a mi cuarto y dejé la puerta abierta para vigilar que no pasara nada, y por si me pedía algo.

Me senté en mi escritorio y me puse a pensar en lo que había dicho… ¡¿Cómo le podía haber dicho a mi hermano que lo encontraría?! ¡Necesito mucho tiempo y la verdad es que él es muy impaciente!

¡Esto es lo que sé sobre el paraíso, quizás algo me podría ayudar a encontrarlo!:

★ El paraíso solo puede ser descubierto por personas que realmente lo merezcan.

★ El paraíso no se ve; no puedes encontrar un paraíso en medio de la ciudad.

★ Cada mundo perfecto (paraíso) se acomoda a la persona elegida, es decir, es tu mundo, no el de los demás; entonces, se acomoda a ti.

★ Relacionado con el dato anterior, en todo el mundo solo hay un paraíso; es muy difícil ser el elegido.

Todo lo que sé es eso. Aunque todavía me falta entender algunas cosas de lo que acabo de explicar. Porque, si tú tienes que buscar el paraíso, ¿por qué dicen que

el paraíso se acomoda a ti, si tú buscas el paraíso?

Mi hermanito interrumpió mis pensamientos; me estaba llamando, seguramente querría comer algo, ya que casi era la hora de merendar. ¡Yo también tengo hambre!

Me fui a ver a Kai, a ver si realmente me estaba pidiendo algo de comer.

—¿Podemos ir a merendar al paraíso?

—dijo Kai, poniendo ojitos.

¡Ya no sabía qué decir! ¿Ahora qué hago?

—Sí, cuando acabe de averiguar una cosita… —dije medio temblando. Me fui corriendo a mi habitación, aunque tardé bastante en encontrar esta información, pero ahí estaba: el paraíso no se busca; el paraíso viene a ti. ¡Alucina pepinillos! ¡Es flipante! Y entonces… ¡¿Ahora cómo llevo a mi hermano?!

Vale, me he metido en un lío. ¿Qué se supone que voy a hacer?

Me fui con mi hermano pequeño y le pregunté qué quería para merendar; así le iba preparando la merienda, porque ¡creo tener una idea bastante buena!

Le puse lo que me dijo, un bocadillo de queso (espero que mi madre vea bien que le prepare eso…). Yo, para ser justos, me puse lo mismo. Preparé una mochilita con dos botellas de agua, las meriendas, su peluche, chaquetas y todo eso. Dejé que mi hermano viese la tele unos minutos más y ya salimos. Ahora sí, ¡este era mi plan!:

★ Salir a la calle y buscar un lugar seguro para merendar; si somos ¡¡¡MUY!!! afortunados, nos encontraremos con el paraíso.

★ {opción B} si no somos los elegidos, le haré un regalo a Kai del paraíso. Construiré algún lugar donde pueda jugar.

♪ Si es que llegamos al paraíso, no contaremos nada a nadie (porque si viene más gente, podría quedar destrozado).

—Vale, ya lo tengo. Ahora, espero que mi madre no me regañe por salir un ratito. Me fui al comedor:

—¡Nos vamos! —le dije a mi hermano, cogiéndole la mano. Apagué la tele y en-

tonces Kai abrazó su peluche, que había cogido de la mochila, y gritó: —¡Qué ganas!

Yo no sabía dónde íbamos a ir exactamente, pero bueno, ya veríamos un sitio guay.

Al salir de casa, con mi hermano de la mano, pasamos por el Camino de las Perlas, seguimos por la Fuente de los Ángeles y llegamos a un parque precioso: el Parque de la Magia. Nos sentamos en la hierba del parque y empezamos a comer, con la esperanza de que el paraíso apareciera ante nosotros.

Blai y Kai son dos hermanos que sentían que vivían en un mundo bastante aburrido... hasta que un día surgió una idea: «¿Por qué no buscar el verdadero paraíso, ese con que todo el mundo sueña e imagina?». Nadie más se había atrevido a hacer que esa idea fuera más que un simple sueño. Era el momento de que alguien diera el primer paso y se lanzara a descubrir un mundo ideal que los alejara de la monotonía. Sin embargo, ese paraíso tan deseado escondía muchos secretos, y los hermanos se enfrentarán a la misión de desentrañarlos y restaurar el equilibrio perdido.

VALORES IMPLÍCITOS

Este cuento nos enseña que debemos ser valientes y luchar por nuestros sueños, esforzándonos para convertirlos en realidad, y no dejarlos como simples fantasías. También fomenta la importancia de cuidar y respetar la naturaleza, así como a todo lo que nos rodea.

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