El cumpleaños de Nora

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El cumpleaĂąos de

Nora MÂŞ Victoria Becerra Castro Teresa Romo Castro


Ocho Suricatos © del texto: María Victoria Becerra Castro © de la ilustraciones: Teresa Romo Castro © corrección del texto y diseño de la cubierta: BABIDI-BÚ libros S.L © de esta edición: BABIDI-BÚ libros S.L, 2019 Fernández de Ribera 32, 2ºD 41005 - Sevilla Tlfn: 912.665.684 info@babidibulibros.com www.babidibulibros.com Impreso en España Primera edición: Septiembre, 2019 ISBN: 978-84-17679-10-1 Depósito Legal: SE 1236-2019 «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra»


El cumpleaĂąos de

Nora

MarĂ­a Victoria Becerra Castro Ilustraciones de Teresa Romo Castro



Nora se había levantado muy temprano, antes incluso que Manolete, el gallo del corral, que daba los buenos días con su característico «ki-ki-ri-kiii», a las siete de la mañana. Se tomó su desayuno, recogió la habitación y se dispuso a hacer una lista con todas las tareas que tenía que realizar, pues eran muchas. Con la primera de ellas tuvo un contratiempo. —¡Mamá, mamá, mamá! —Nora estaba intranquila y no paraba de ir de un lado para otro por la casa. —Nora, hija, me vas a borrar el nombre. ¿Qué te pasa? Habla más bajo que vas a 5


despertar a tus hermanos —le riñó Cuqui, porque Nora estaba muy escandalosa y no paraba de hacer ruido. —Pues que no encuentro los huevos para «la carrera de huevos»… —le respondió compungida Nora, mordiéndose el labio inferior. Ese día iban a celebrar un gran evento. Era el cumpleaños de Nora y lo iba a festejar por todo lo alto. Había invitado a sus amigos de clase para celebrarlo. Además, también habían convidado a los animales de la granja. Llegarían sobre las cinco y media. De hecho, había repartido entre los invitados a su fiesta de cumpleaños, unas invitaciones muy bonitas con dibujitos de globos, piñatas y tartas. Al abrir la invitación ponía el nombre de la cumpleañera, el sitio de celebración y la hora a la que empezaba el cumple. 6


Cuqui, que también se había levantado temprano para cocinar, estaba sumamente atareada, ya que tenía que preparar una tarta de chocolate y galletas, un bizcocho, las granizadas de limón y de fresa, un par de empanadas y tortillas, las croquetas de jamón y de atún, y los bocadillos. —Nora, los gasté para el bizcocho —le explicó Cuqui, tranquilizándola—. Ahora, cuando se levanten tus hermanos, vais al supermercado y compráis una docena y media de huevos. —¡Ah! Vale, mami, no lo sabía. Yo creo que se levantaran ya —decía a la vez que miraba impaciente el reloj. Vaya dos lirones de hermanos que tenía. —Además, también tendréis que traer el pan para hacer los bocadillos, las chucherías, las bolsas de gusanitos y las patatas fritas —continuó diciéndole Cuqui, mientras 7


apuntaba todas las cosas en una lista para que no se le olvidara nada—. ¡Ah, me faltan los globos y las cenefas de decoración! Nora se puso a ayudar a su madre envolviendo las croquetas, era una tarea fácil y entretenida. Hizo croquetas con forma de corazón, de estrella, de luna y con algunas formas geométricas, como un círculo, un triángulo y un cuadrado. «Las bautizaré como las croqueformas», pensó Nora, divertida por la ocurrencia. —Se me olvidaba una cosa importante, Nora —le dijo Cuqui mientras montaba la tarta de chocolate—. Tendréis que ir a por la piñata. —¡Es verdad! —respondió Nora. Ahora sí que iba a ir a levantar a sus hermanos, porque si no, no les iba a dar tiempo. De repente, se escucharon unos pasos y un golpetazo. Nora y Cuqui fueron rápi8


das a ver qué había pasado. ¡Vaya estruendo! En mitad del pasillo, tirado en el suelo boca arriba, se encontraba el pobre Beton. Se había resbalado con una de las dos alfombras del pasillo. Además, se había golpeado en la pata con el baúl que estaba en uno de los lados, pegado a la pared. Los tres hermanos detestaban esas alfombras largas con cenefas, ya que si no tenías cuidado cuando las pisabas, ¡zas!, te resbalabas y te caías de bruces al suelo. —Jope… ¡Qué poco me gusta esta alfombra! —se lamentaba mientras se frotaba la pata. Le iba a salir un buen cardenal, menos mal, que era un perrito fuerte. Lolo apareció a los pocos segundos del estruendo. Todavía con los ojos entrecerrados y legañosos, ayudó a su hermano a levantarse. Nora repasó con sus hermanos todas las tareas que debían realizar y les pidió, siempre 9


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por favor, que se apremiaran en prepararse. Beton y Lolo hicieron caso a su hermana, desayunaron rapidito, ordenaron la habitación y se cambiaron para ir a comprar las cosas que faltaban para el cumple. El tiempo que tardaron Beton y Lolo en arreglarse, Nora lo invirtió en continuar ayudando a su madre en la cocina. Después de hacer unas croquetas con formas variadas, se dispuso a hacer zumo de limón para preparar el sorbete. La granja de don Miguelito se encontraba cerca de un pequeño pueblo llamado Emérita Augusta. Muchas veces iban andando, pues se tardaba poco tiempo. Más o menos unos veinte minutos caminando y sin ir a paso muy ligero. Sin embargo, ese día, como iban apurados de tiempo y cargarían con bastantes bolsas, decidieron ir en bici. Las bicicletas las guardaban en una nave, donde don Miguelito aparcaba el tractor, el 11


cortacésped y almacenaba la leña. La nave se encontraba por detrás del gallinero y era bastante amplia. En el lateral se encontraba el leñero y, justo al lado, las bicicletas aparcadas. La bici de Beton era de color rojo; la de Lolo, azul, y la de Nora era rosita. Los tres hermanos revisaron que las ruedas estuvieran bien infladas, que el timbre funcionase y que las cestas que llevaban en la parte delantera de la bici estuvieran bien sujetas. Luego se colocaron el casco y las rodilleras, y sin más preámbulos, se pusieron en marcha. El camino hasta el pueblo era corto, aunque tenían que tener cuidado con los tractores y los vehículos que lo transitaban. Generalmente, los conductores iban despacio, pero había que ser prudente para evitar un accidente. En el supermercado compraron todas las cosas que le había encargado su madre. 12


De vuelta a casa, con las cestas completamente cargadas, Nora iba canturreando canciones marchosas. Estaba muy emocionada a la par que nerviosa. ¡Apenas quedaban unas horas para que empezara su fiesta de cumpleaños! Cuando abrieron la puerta de casa, un exquisito aroma a tortilla y empanada les recibió, se les hacía la boca agua. ¡Estaban deseando probar los ricos manjares que había hecho Cuqui! Sin perder el tiempo, ayudaron a su madre a recoger la compra y a hacer los bocadillos. —Mamá, ya que hemos terminado los bocadillos, deberíamos ir a limpiar la mesa del cenador, decorarlo con globos y colgar la piñata —le dijo Lolo a Cuqui. —Muy bien hijos, a mí ya me queda poco, solo hacer el sorbete de fresa —le respondió Cuqui. 13


Nora abrió la nevera para colocar los huevos y vio la tarta de chocolate. No veía el momento de hincarle el diente, ya que era su tarta preferida. Su madre la hacía de galletas, ponía una capa de galleta que previamente mojaba en leche, y después la untaba con chocolate. Repetía esa misma operación hasta hacer cinco capas de galleta y chocolate. La última capa la decoraba con confites y lacasitos de colorines. A Nora le gustaba tanto la tarta que en alguna otra ocasión le había pedido que la hiciera, aunque no fuera su cumpleaños. Nora reconocía que era bastante golosa, aunque no por eso se atiborraba de chucherías. Por tomar de vez en cuando alguna golosina, no pasaba nada, pero convertirlo en una rutina sí que podía resultar malo para la salud, sobre todo porque se picaban los dientes. 14


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Ocho Suricatos

Nora celebra sus cumpleaños con una super fiesta en la granja. Sin embargo, los preparativos que ha de realizar son muchos, y algunos resultan bastante laboriosos. Pero Nora no está sola, y para que su cumple sea un éxito, contará con la ayuda de su madre Cuqui, sus hermanos, Beton y Lolo, y con el granjero don Miguelito. Además, Nora tendrá una grata sorpresa en la que tú también te puedes sentir protagonista. ¿Te animas a descubrirla? Quizás, hasta te sirvan para tu próxima fiesta de cumpleaños… VALORES IMPLÍCITOS A través de este relato se intenta transmitir al lector que si uno es organizado, tiene buena predisposición y sabe trabajar en equipo, podrá planear una fiesta de cumpleaños inolvidable, pues con un poco de imaginación y herramientas sencillas, se pueden preparar juegos muy divertidos e inolvidables para el disfrute de toda la familia y amigos.

ISBN 978-84-17679-10-1

A partir de 8 años www.babidibulibros.com 9

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