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Ilustrado por María Soledad Ruiz
Sara se acababa de despertar. Ese día estaba muy contenta porque se iba con el colegio de excursión al Bosque Encantado para estudiar la fauna y la vegetación de su entorno.
En el autobús, la profesora les estuvo explicando que, aunque era pleno marzo, otros años estaría lloviendo y no habrían podido ir. Pero este año, debido al cambio climático, algo que Sara no entendía mucho, esta vez no llovía y podrían pasear por el bosque tranquilamente.
Cuando por fin llegaron al lugar, Sara se dio cuenta de que le encantaba toda la vegetación. No paraba de fijarse en las distintas tonalidades de verde que había a su alrededor, y quería saber más acerca de todas las plantas que descubría por el camino.
Mientras recorría el bosque, Sara iba dibujando en su cuaderno de campo la vegetación que se encontraba, y anotando al mismo tiempo los nombres que su profesora les iba indicando: «laurisilva», «brezos», «sauces», «helechos píjaras», «violeta de Anaga»… Todos tenían nombres rarísimos.
También se cruzaron con muchos animales: «babosa de boina enana», «milpiés de Anaga», «perenquén», «lagarto tizón», e incluso vieron una «paloma turqué». Estuvieron toda la mañana paseando, pintando y llenando de información su cuaderno de campo. Y conforme el día avanzaba, todo le encantaba más y más. Pero mientras seguían caminando por el bosque, Sara vio a lo lejos algo que le sorprendió y decidió acercarse para observarlo mejor.
Tras una excursi ó n escolar, Sara descubre el á rbol de los deseos y se dedicar á a protegerlo, hasta que un incendio arrasa el bosque.
¿ Se lograr á salvar la magia que hay en é l y asegurar as í su legado?