arner Juan Espiau ieGMuar ia Kaeck
Ilustrado por Stefan
Había una vez un bosque muy muy lejano, en el que vivía una bruja llamada Luk. Era la menor de tres hermanas, pero vivía sola en su castillo desde los quince años. En general era una bruja divertida y simpática, pero cuando se aburría se dedicaba a fastidiar al resto de los habitantes del bosque. En una ocasión cambió todos los árboles de sitio; en otra, convirtió el agua de los ríos en pegamento transparente; otro día pintó el cielo de verde; otro, utilizó a una serpiente para tender su ropa; otro, hizo una manzana gigante y la tiró colina abajo; y así tantas otras cosas que nunca acabaríamos de explicarlas todas.
La bruja Luk era feliz, pero los animales del bosque empezaban a estar cansados de sus gamberradas, y convocaron una reunión urgente para tomar medidas. —Esto no puede seguir así —dijo el búho—. Ayer me encontré las zapatillas en el congelador, y hoy mis alas tenían agujeros. —Sí, es cierto. Mis hijos no quieren ir al cole porque temen que Luk les ponga una trampa por el camino —replicó la marmota. —¡Últimamente se está pasando ya demasiado! —dijo el zorro. —Y yo… —Y a mí… Todos empezaron a hablar a la vez.
—¡Silencio! —dijo la marmota—. Está claro que hay que hacer algo con ella, pero la pregunta es: ¿qué podemos hacer?... El zorro, que siempre tenía muchas y buenas ideas, tomó la palabra: —Propongo tenderle una trampa a Luk, así se dará cuenta de lo que fastidian las bromas y dejará de hacérnoslas. Podríamos cavar un agujero delante de su castillo, llenarlo de agua mugrienta y taparlo con hojas. Cuando la bruja pase por encima, caerá en el agua y se pringará entera. —¡Sí! ¡Gran idea! —gritaron todos. ¡Eres un genio! — De acuerdo, zorro —dijo el ciervo—. ¿Y a quién necesitarás para llevar a cabo el plan? —le preguntó. Para cavar necesitaré a los topos. Luego necesito a algún pájaro que me traiga las hojas más grandes de los árboles.
Y el agua mugrienta habría que cogerla del pantano… Pero ¿quién podría transportarla? Se miraron unos a otros. Nadie parecía capaz de trasladar tanta agua desde el pantano hasta el hoyo. —¿Por qué no tendremos elefantes en el bosque? —preguntó irritada la ardilla, que siempre estaba nerviosa. —Está claro que tenemos un problema —dijo el búho—. Pero no pasa nada, solo necesitamos una solución. —Ejem ejem… —dijo el zorro—: No tenemos un problema; tenemos un Gran Problema. —Bueno, entonces necesitaremos una Gran Solución —sentenció el búho. —¡Ya está! Chilló la marmota. Está claro que ninguno de nosotros es suficientemente grande como para trasladar el agua que necesita el hoyo, pero si lo hacemos entre todos, si cada uno de nosotros se llena la boca de agua y la vierte en el hoyo, seguro que conseguimos llenarlo. Hubo un gran revuelo entre los animales. —¿Se ha vuelto loca? —¿Podremos respirar solo por la nariz? ¿Y si ese día tengo mocos?
—¡Animales del Bosque! —siguió hablando la marmota—. Somos muchos. ¡Y muchas pequeñas cantidades de agua equivalen a una gran cantidad! —¡Es verdad! ¡Bien! ¡Tiene razón! De repente todos los animales estaban eufóricos, y decidieron que al día siguiente llevarían a cabo su plan.
ISBN 978-84-16777-77-8
El equilibro de Morfeo i
9 788416 777778