La enfermedad

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LA ENFERMEDAD

Samuel Parada Juncal



I Un día triste de marzo las nubes se volvieron locas; un día triste de marzo sonaron a muerte las caracolas. Un día triste de marzo las rocas cerraron sus bocas; un día triste de marzo las lúbricas olas danzaron solas. Un día triste de marzo: ni hoy ni mañana ni ayer; un día triste de marzo, cuando mi patria era la niñez.

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II La baraja corta el tiempo por la mitad, pero corta mucho más el día que no termina, que no termina… La desesperación, las noticias, ¡las noticias!, y la desesperación ante un futuro incierto que no termina, que no termina… ¡Oh, no! Incertidumbre que no termina, mientras el temor crece con sus plantas silvestres regadas por la soledad de los días, ¡días que no terminan!

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III ¿La incertidumbre del final del camino qué nombre tiene? La curva enferma de la luna insomne llega a su fin: ¿qué será después de los meses muertos? ¡Qué eterno caminar sobre un sendero donde han crecido zarzas y abrojos que se enmarañan como un genoma! La sangre de mis pies mana libre y siembra el suelo de coronas, pero la incertidumbre del final del camino no se llama libertad.

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IV La luz de las calles es la luz del hogar, porque el sol se ha dormido y tardará en despertar. La luz del hogar cuando la calle está muerta, la luz del hogar en estos tiempos de ausencia. La luz del hogar, la luz del hogar, ahora todo son luces entre tanta oscuridad.

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V ¿Dónde está la calle? ¿Dónde está la emoción? Entre la bandera del oscuro asfalto bordé las acechanzas de la sinrazón. Ya no hay Dios, ya no hay calle, he perdido mi nación; han mudado los acordes en la risa del acordeón. Ya no hay Dios, ya no hay calle, ya no hay calle, solo traición; y encerrado entre los recuerdos devano los telares de mi corazón.

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VI Las sirenas cantan en un ensueño órfico las melodías de la libertad encerradas en una ambulancia. ¡No hay salida, no hay salida, todo es igual que ayer! Puedo ver el bosque afable, pero no puedo volver. Puedo ver el aire libre, puedo ver la luz de sol, puedo ver la lluvia enjuta calando en mi corazón. Pero, sobre todo, puedo oír las melodías de la libertad encerradas en una ambulancia.

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VII Algo que celebrar, algo que celebrar… Necesito una ilusión, un estímulo, una ficción. Algo que celebrar, algo que celebrar… Un brindis porque sí, de muerte, de coñac, para paliar los efectos de tamaña enfermedad. Algo que celebrar, algo que celebrar entre tanta niebla, entre tanta lluvia, entre tanto pesar. ¡Algo que celebrar para así olvidar!


VIII Ya cae el sol otro día más, ya cae el sol… Ya cae el sol y baila la misma luna, encerrada entre las estrellas, desnuda, ya cae el sol… Ya cae el sol con su atavío de luces mientras las cigarras cantan en los tejados, mientras los niños no pueden salir a los patios, mientras con la realidad me doy de bruces; siempre cae el sol… Ya cae el sol junto a mi Babilonia, ya cae el sol junto a Grecia, ya cae el sol junto a Roma, ya cae el sol todo el día, pero nunca termina esta historia.


IX Mañana no es mañana, es hoy; y hoy será igual que mañana porque el hoy es el mañana del ayer. Mañana, mañana, mañana, ¡ojalá mañana no fuese mañana! Mañana, mañana, mañana, mañana de un ayer que se fue. ¡Por fin es mañana mañana! ¡Jamás volverá a ser ayer! Mañana las puertas se cierran, mañana, una y otra vez.

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X La noche se viste de luto; mañana a las dos son las tres, mañana, como si al viento le importase el cambio de hora. Amanece y mañana es hoy, pero una hora más tarde que ayer; hoy el día es igual que ayer, y al viento sigue sin importarle el cambio de hora.

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XI El hombre del tiempo dice que mañana brilla el sol, que mañana brilla el sol… El hombre del tiempo dice que mañana lloverá, que mañana lloverá… El hombre del tiempo dice que mañana estará nublado, que mañana estará nublado… ¿Pero a quién le importa el tiempo exterior e ingobernable si seguimos presionados por las barras isobáricas de la libertad ausente durante un eterno presente?

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XII Hoy está huyendo hacia el pasado, mañana, a esta hora, será ayer; pero la vieja cerradura no se abre con las llaves que guardan el amanecer. La playa muere entre bastidores y las olas baten solas sin cesar, borrando mis huellas, que sueñan en pasado, en pasado por las pisadas de ayer. Así de duro es este invierno eterno, así de frío es este mármol cruel; mientras pregunto por la luz de mi verano el ayer me responde entre ceniza y hiel.

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XIII ¿Cómo domino los días? ¿Cómo gobierno las horas? Las riendas tiran del carro, pero mis manos van solas. Entre tanto humo y esparto, solo consigo ver sombras, pero al final del camino la desolación asoma. No he dominado los días ni he gobernado las horas; más que hombre he sido arado, arado que siembra derrotas.

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XIV Sobre el balcón Dios se burla de nosotros, pero hoy tampoco podemos tocarlo. ¿Por qué nos ha abandonado? Él nos cuidaba, pero el contagio de su fe ha llegado demasiado lejos. Si Dios es amor, nosotros no somos libres.

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XV El balcón siempre fue una solución para escapar de estos días daltónicos, de estos días grises. Desde el balcón soy rey; desde el balcón orquesto cómo se mueven las marionetas por una tierra que se abre en arenas movedizas, en movedizas arenas… Desde el balcón soy rey, pero los reyes también padecen la enfermedad de las auroras.

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La enfermedad es una obra cuya génesis sería imposible concebir en otras circunstancias vitales; sin embargo, reconocer que este libro es un mero poemario surgido al amparo de una pandemia mundial El mar está allí fuera, significaría no haber entendido absolutafuera… mente nada de él. La enfermedad bucea por las turbulentas aguas ser humano donde la arena se del besa del siglo XXI, que habita entre las infinitas con las olas de labios salados, dudas e incertidumbres de la realidad imarropados un manto coral. perante. El futuropor es una incógnitade cuyo conocimiento no siempre nos está reservado, mientras el tiempo espera pacienEl mar está allí lejos, te el devenir de los acontecimientos. La lejos… la verdadera enfermedad, enfermedad, es la que de ser cadamar!, uno de ¡yo lohabita veo ydentro quiero nosotros, con la que nos enfrentamos día y luchar por salir de esta cárcel tras día en una batalla desigual, sabienconallas ondas mi libertad. do que, final, nuncade saldremos indemnes de esta lucha encarnizada.

789472 788418 9

ISBN 978-84-18789-47-2

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