La magia de un pueblo

Tamara Santiago

Ilustrado por:

Marjoris Pirela

¡Por fin han llegado las vacaciones de verano!

Nacho y Lucila viven en una gran ciudad donde se lo pasan en grande con sus amigos, pero estas vacaciones no podrán disfrutar de ellos.

Lucila está emocionada haciendo su maleta para pasar todo el verano en el pueblo con sus abuelos.

Sin embargo, Nacho, su hermanito pequeño no está tan contento. A él le encanta estar con los abuelos, pero es la primera vez que pasará tanto tiempo sin papá y mamá.

Mamá intenta animar a Nacho haciéndole cosquillas y le deja llevar todos los juguetes que quiera, aunque nada sirve para animar al pequeño.

Lucila, toda una experta en pasar los veranos en el pueblo, sabe que Nacho está a punto de vivir el verano más alucinante de su vida.

Ya en el coche, comienzan a caer un montón de lágrimas descontroladas por las mejillas de Nacho, mientras piensa en el verano que le espera. Se acuerda de sus amigos, sus videojuegos, las tardes en el parque… y cree que en el pueblo no habrá tanta diversión.

Llegando al pueblo se ve un enorme prado lleno de ovejas.

—Lucila, ¿qué hace ese señor? —pregunta Nacho.

—Es el pastor, está pastando para que las ovejas coman. Su perro se encarga de que no se pierdan.

Nada más entrar en el pueblo reconocen la primera casa, con sus robustos barrotes y sus elegantes dragones de hierro protegiéndola.

—Cuenta la leyenda que por la noche, mientras todos duermen, los dragones cobran vida para custodiar el castillo —le cuenta Lucila.

Al llegar al cruce mamá toca el claxon, de repente aparecen un montón de niños y niñas en bici que persiguen al coche.

Cuando Lucila apenas había bajado del coche, ya la estaban esperando todos con los brazos abiertos.

Nacho alucina al ver a tantos niños y el recibimiento que le han dado a su hermana.

Aunque ahora se siente un poco triste, él también quiere que lo reciban así.

En ese momento se abre la puerta de la casa de los abuelos y aparecen todos sus primos impacientes por verlos. Nacho baja del coche y todos corren para abrazarle.

Ha llegado la hora de comer y… ¡Ups! Hay puré, y a Nacho y a Lucila no les gusta demasiado.

—¡Mmm! ¡Puré, qué rico abuela! —dice Lucila relamiéndose.

—¡Puag! Pero, Lucila, ¡si el puré no nos gusta! —le recuerda Nacho.

—El de la abuela sí, tú aún no lo sabes, pero aquí en el pueblo todo sabe y huele diferente.

Con la tripa llena, entran ganas de dormir la siesta, pero como han venido los primos, no hay sitio para todos.

—Tres, dos, uno… ¡A correr! —grita una de sus primas mientras salen todos corriendo hacia la misma habitación.

—¡Aquí la siesta se duerme todos juntos! ¡Ja, ja, ja, ja! —dice otro primo entre risas.

El equilibro de Morfeo i

Los pueblos son lugares mágicos donde todo sabe, huele, se ve y se siente de forma diferente.

ISBN 978-84-19228-55-0

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