Lila y Lulo. Aventuras submarinas

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Esther Tizón Nogueras

Ilustrado por Mita Pola

—¡Lila! ¡Lila! —gritaba corriendo hacia ella.

—¿Qué pasa, Lulo? ¿Ya has podido arreglar nuestro barco de vela? —preguntó con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Sí! —exclamó Lulo con los ojos llenos de ilusión.

Y así, los dos juntos prepararon una pequeña bolsa con sus gafas de buceo, las aletas, agua y un poco de fruta por si tenían hambre.

Caminaron hacia la playa y allí estaba el pequeño barco esperándoles, con la vela de color rosa y el parche de estrellas cosido por Lulo.

—Venga, Lulo, sube tú primero que yo empujo —le indicó Lila.

—¡Corre, corre! ¡Viene una ola! —se reía Lulo.

Entre risas, Lila empujó el barco, dio un salto para subir y se sentó delante de su hermano pequeño, quien, controlando el timón y con ayuda del viento, se dirigió hacia su apreciado arrecife de coral.

De repente, los dos, al mismo tiempo, señalaron algo que flotaba en el mar.

—¿Qué es eso? —preguntó Lila.

—No lo sé, voy a acercarme un poco y lo cogemos —le contestó.

Lila alargó el brazo hacia el agua y cogió el trozo de madera; mientras le daba la vuelta, poco a poco, en su cara se formaba una expresión de sorpresa e incertidumbre al mismo tiempo.

—¿Qué pasa, Lila? —preguntó su hermano.

—Mira —dijo mientras le enseñaba lo que había en el trozo de madera.

—¡Es un mapa del tesoro! —gritaba Lulo poniéndose de pie.

—Espera un momento, fíjate, parece nuestro arrecife —señalaba Lila.

—¡Es verdad! ¡Venga, Lila, vamos a buscarlo, por favor! —decía Lulo mirando a su hermana.

—Bueno, podemos ver a dónde nos lleva... Mira, aquí dice que hay que empezar donde las corrientes marinas, después cruzar el gran bosque de algas hasta llegar al arrecife —añadía ella.

—¡Y mira! Hay un dibujo de una ostra gigante, quizá allí está el tesoro —dijo él, mientras Lila asentía con la cabeza, sonriendo.

Lila y Lulo giraron la vela del barco y el viento los llevó hacia donde empezaban las corrientes. Cuando llegaron, echaron el ancla al mar, se pusieron sus gafas de buceo, las aletas y... ¡Chap!, se lanzaron los dos al agua.

—Recuerda que las corrientes son peligrosas, Lulo, debemos encontrar a las tortugas y ellas nos guiarán —advertía ella.

Pero Lulo ya no la escuchaba, estaba tan emocionado con encontrar el tesoro que fue directo a las corrientes. Cuando se dio cuenta, era arrastrado hacia el fondo y no podía volver donde a donde estaba su hermana.

—¡Lila! ¡Lila! ¡No puedo nadar! —gritaba asustado.

Ella intentaba alcanzarlo y darle la mano, pero la fuerza del agua era tan grande que, cada vez que estaba un poco cerca, la corriente les separaba de nuevo.

«Tengo que buscar ayuda, yo sola no voy a poder rescatarlo», pensó Lila.

Sumérgete con Lila y Lulo en una odisea submarina llena de maravillas, donde descubren juntos los vibrantes secretos y la inigualable belleza del corazón del océano, revelando los detalles más curiosos de algunos de sus habitantes.

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