Lobos contra Asura

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contra Asura Lob s Naiara Velasco Medina Pequeña escritora 11 años

Había una vez, un pueblo pequeño donde todos se conocían. Se llamaba Estebián. Aparentemente era un lugar muy tranquilo, pero en realidad en ese pueblo había mu chas historias que desvelar y que vivir, pero no vamos a empezar por eso.

Allí, hace tan solo unos meses, se ha mu dado desde la ciudad, buscando la tranqui lidad, una familia que tenía una niña, ella era solitaria y enigmática. No tenía ningún amigo, le gustaba estar sola y no relacio narse con nadie. Pasaba su tiempo al aire

libre, paseando, leyendo… Pero lo que más le divertía era salir al campo a buscar cosas poco comunes, sobre todo piedras y minerales, que para ella eran verdaderos tesoros y le encantaba coleccionarlas. Su nombre es Martina, tiene diez años, y además de ser la «rarita», como pensaban todos en su nuevo colegio, lo cierto es que era tierna, lista, leal, ocurrente, sensible, amable, va liente... Pero por alguna razón no se dejaba conocer, el problema es que ella no estaba dispuesta a que nadie los descubriera, vivía feliz así, en su mundo. Era una chica alta y delgada, con el pelo castaño, lleno de rizos que le llegaban hasta la cintura y unos ojos grandes casi negros. Bastante guapa, aun que sus inseguridades no lo dejaban verlo. Una mañana de sábado se levantó muy temprano, quería aprovechar muy bien el tiempo e ir más lejos en su caminata diaria, más de lo normal, a ver si en lo más leja no del bosque, encontraba allí alguna de sus preciadas antigüedades. Estaba tan concentrada en su afición que cuando se dio cuen ta estaba demasiado lejos, había perdido la

• NOMBRE: Martina • EDAD: 10 años • HOBBIES: Coleccionar minerales • CUALIDADES POSITIVAS: Leal, valiente, lista... • CUALIDADES NEGATIVAS: Solitaria

noción del tiempo y ya era hora de volver, se paró unos segundos a mirar a su alrede dor para admirar la belleza del lugar, no se escuchaba ningún ruido de la ciudad, ni de coches. Solo el sonido de la corriente del río, pájaros cantando… Todo era paz, el olor a flores y plantas aromáticas del bosque impregnaban todo el ambiente. Una pequeña brisa acompañada por los rayos de sol que entraban entre los altos árboles, hacía de ese paisaje un lugar de ensueño…

«¿Por qué no podría yo vivir aquí?, sería tan feliz» pensó Martina.

Pero de pronto algo rompió sus pensa mientos, empezó a oír risas y voces lejanas; desilusionada al darse cuenta de que había gente, y más aún cuando reconoció a quién pertenecían las risas que estaba escuchan do cada vez más cerca. Decidió darse prisa e irse en dirección contraria, pero para entonces fue demasiado tarde, un grupo de niños entró en la misma pradera verde que se encontraba ella, estaban a tan solo unos metros de ella, y ya podía escuchar sus murmullos:

• NOMBRE: Noa • EDAD: 10 años • HOBBIES: Ir de compras • CUALIDADES POSITIVAS: Sociable, simpática, sensible... • CUALIDADES NEGATIVAS: Algo pesimista

—Mirad, esa es la niña solitaria del cole, ¿qué hará aquí?, qué miedo da.

—Sí, chicos, es la niña rara.

—Parad, por favor, os va a escuchar —dijo otro.

«¡¡Oh, no!!», pensó Martina.

Eran Leo, Noa y Hugo, sus compañeros de clase, aunque nunca cruzaban ni pala bra, sí que los había observado en muchas ocasiones.

Noa era una chica muy sociable, siempre rodeada de gente, se la veía muy risueña y bastante simpática, aunque nunca habían hablado. Tenía el pelo por los hombros, liso y color chocolate, los ojos marrones, delgada, más bien bajita y muy guapa.

Leo era un chico del que decían que era algo superficial, siempre preocupado de su físico y de gustar a las chicas, demasiado «chulito» para su gusto, era el graciosillo de la clase. Era un chico alto, de pelo castaño y con los ojos color miel.

Y Hugo, un chico muy deportista y bastante simpático, agradable, tenía el pelo rubio y los ojos azules, y para el gusto de

• NOMBRE: Leo • EDAD: 10 años • HOBBIES: Le encantan los coches • CUALIDADES POSITIVAS: Gracioso, charlatán... • CUALIDADES NEGATIVAS: Desconfiado

Martina, el más guapo de la clase. Aunque tampoco habían hablado nunca, sí que al guna vez cruzaron alguna mirada que le hizo sentir una complicidad que antes no había tenido.

«¿Qué harán estos tres aquí?», se pregun tó. Para ella, esa casualidad era tan desafortunada como para ellos, mientras caminaba para irse intentando pasar desapercibida y rezando para no ser vista, escuchó:

—Hola, Martina, soy Hugo, tu compañero de clase, ¿qué haces aquí tan sola?, te has alejado bastante de tu casa, ¿eh?

La verdad es que, aunque a Martina no le gustaban las personas, tenía que reconocer que Hugo siempre le había parecido un chico simpático y agradable, no lo veía como a los demás.

—Me gusta estar en el bosque —contestó tímidamente.

—Vente con nosotros y volvemos jun tos, seguro que incluso puedes ayudarnos, ya que nosotros nos hemos alejado demasiado también y estábamos discutiendo cuál camino coger de vuelta. —dijo Hugo.

• NOMBRE: Hugo • EDAD: 10 años • HOBBIES: Jugar al fútbol • CUALIDADES POSITIVAS: Ágil, inteligente, noble... • CUALIDADES NEGATIVAS: Un poco cabezota

—Vamos, hombre, ¿cómo se te ocurre invitarla?, ¿¿estás loco??

«Es una rarita» volvió a escuchar Martina por lo bajini.

De repente sonó un ruido extraño, y em pezó a oscurecerse todo; en tan solo unos segundos comenzó a diluviar y se inició una gran tormenta, un fuerte viento, rayos y truenos ensordecedores…

—Chicos, aquí no hay un solo lugar don de refugiarse —dijo Martina con timidez.

—Yo no pienso ir con ella —murmuró Leo.

—Corred, vamos por allí, no perdáis tiempo, esto es peligroso y debemos permanecer unidos —comentó Hugo, hacien do caso omiso a lo que dijo su amigo Leo.

Todos corrieron en la misma dirección sin saber ni dónde iban ni qué buscaban, entre otras cosas, porque estaba todo tan oscuro que era difícil ver algo.

Y en todo este jaleo y oscuridad, cuan do llevaban unos minutos corriendo sin sentido, se abrió un claro de luz, pudien do ver los chicos un camino a lo lejos, y

sin perder tiempo fueron hacia él. Era la tormenta más extraña que habían visto en su vida, llevaban bastante corriendo y se encontraban completamente empapados y casi sin aliento. Noa iba la primera y todos la seguían, aunque ninguno sabía dónde se dirigían y de pronto dijo:

—Chicos, allí al fondo de esa montaña hay algo, creo que es una casa, lo mejor será que vayamos a ver si con suerte podemos refugiarnos hasta que pare la tormenta.

Todos asintieron casi sin fuerzas, estaba más o menos a un kilómetro de distancia y conforme más se acercaban, más repelús daba. El bosque se iba haciendo cada vez más denso, el camino más pequeño hasta casi desaparecer, los últimos metros les costó mucho, no podían dar casi ni un paso, había que ir apartando arbustos y plantas más altas que ellos. De pronto, Noa se que dó quieta y con la boca abierta, al verla así, todos se acercaron rápidamente. Ella se apartó un poco para que todos pudieran ver que estaban parados frente a una gran reja de color negro, que rodeaba un inmen

so jardín completamente abandonado y lleno de maleza. En el centro se apreciaba un camino que se dirigía a un enorme y terrorífico castillo, daba la sensación de que estaba abandonado.

Todos estaban inmóviles y no podían ni pestañear.

—Chicos, s é que estáis alucinando, da un poco de repelús y de miedo, pero es nuestra única opción. Estamos em papados, muy cansados y la tormenta no para —dijo Hugo.

—Yo no pienso entrar ahí ni loco, es la casa más terrorífica que he visto en mi vida —contestó Leo.

Noa seguía con la boca abierta y solo pudo decir:

—Tengo la piel de gallina y no es de frío.

—Martina, ¿qué piensas tú? —pregun tó Hugo.

—Esto... pues… —comenzó a tartamu dear—. Creo que tienes razón, es nuestra única opción, y aunque no me hace ningu na gracia entrar ahí, deberíamos secarnos

un poco y refugiarnos al menos hasta que termine esta tormenta, o creo que al final todos acabaremos enfermos.

—Es lo mejor que podemos hacer, va mos a seguir la valla a ver si encontramos la puerta, seguidme —dijo Hugo.

Él se dispuso a seguir la valla y Martina se puso en segundo lugar, Leo y Noa permanecían quietos y con la boca retor cida, pero finalmente quedarse ahí parecía igual de malo, así que fueron detrás de sus amigos. Tras unos minutos caminando lle garon a la puerta principal de la reja. Era una puerta enorme, podía medir unos tres metros de alta, era de hierro y la pintura muy desgastada y terminaba en unos pin chos puntiagudos. En la parte central de la puerta tenía unas figuras muy raras, pare cían una especie de monstruos extraños.

—Muy bien, Hugo, ya estamos aquí y ahora, ¿qué brillante idea se te ocurre?, por que pasar esta puerta me parece práctica mente imposible —dijo irónicamente Leo.

Mientras Hugo se tocaba el pelo, sin parar de dar vueltas de un lado a otro en

Nuestros chanquetes, esos locos bajitos, vienen pisando fuerte...

Esta delicada colección está compuesta por “pequeñas obras maestras” escritas por niños que tienen la ilusión de convertirse, algún día, en «grandes escritores», pues realmente son «talentos prometedores». Muchos de ellos, si no desisten en el intento, lo conseguirán.

ISBN 978-84-19454-34-8 9 788419 454348 N

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