Los Pibitos al rescate

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María Cestafe Torrecilla

Los Pibitos al rescate

Ilustrado por Kastrandart



Capítulo 1 Toca presentarme

«¿Qué pasó? ¿Qué vida?», como diría mi amiga Da-

niela.

Antes de empezar, tengo una reflexión que haceros. No sé si a vosotros os ha pasado lo mismo, pero yo he oído mucho la frase: «Por tu nombre te conocerán». Por eso, he decidido que me parece la forma perfecta de presentarme. Quiero que lo primero que sepáis de mí, sea mi nombre. Estoy convencida de que podréis sacar varias cosas sobre mi persona, ya veréis. 3


Me llamo Yaiza. ¿A que tenía razón? Ya con esto, podéis adivinar, inferir, con casi el noventa y nueve por cierto de seguridad, que soy canaria, y más concretamente de Lanzarote. Podría provenir del precioso pueblo del que llevo el nombre y que tantas veces he visitado, pero no. Soy de Tahiche, conocido por albergar la Fundación del gran César Manrique. Vivo cerca de Arrecife, la capital, y de Costa Teguise, donde paso mucho tiempo. Si conocéis un poco de etimología, de origen, de nombres canarios, como le pasa a mi amigo Santiago, seguro que sabéis, y si no, os lo digo yo, que mi nombre significa «princesa guanche que vino del arco iris». ¿Yo soy una princesa? Según a quien le preguntéis. Os aseguro que, para mis padres, mis abuelos y mis tíos, lo soy. Si la pregunta se la hacéis a mi hermano os dirá que no. Pero él tampoco se queda atrás con su nombre. Solo os diré que se llama Nauzet, o lo que es lo mismo, según la etimología canaria: «guerrero en todas las batallas». Mis padres no podían haberle puesto mejor nombre. ¡Fuerte chiquillo! Me remonta la cabeza con solo abrir la boca. Es muy pesado. Pero bueno, volvamos a mí. Mis padres se llaman Domingo y Catalina. Son geniales. Aunque, como todos, tie4


nen sus momentos. Ya me entendéis. Cuando se ponen pesados, diciéndome a cada rato lo que tengo que hacer, no es que me caigan especialmente bien. Como os he dicho, soy y vivo en Tahiche, que es un pueblo de Lanzarote. Estudio el último curso en el Colegio Público de César Manrique. El año que viene, me tocará coger la guagua, el autobús como dice mi amiga Daniela, e ir al instituto de la Villa de Teguise, muy conocido, entre muchas cosas, por el increíble mercadillo que ponen todos los domingos. ¡Chiquita fila de coches y guaguas se montan esos días! Todos quieren ir allí, lo cual no me extraña porque es espectacular. Tenéis que ir. Una de las cosas que llevo peor es eso de madrugar. Afortunadamente, este año aún puedo levantarme a una hora, más o menos normal: a las ocho menos cuarto. El año que viene será otra cuestión. Pero de eso ya me ocuparé en su momento. Si empiezo a agobiarme ahora, no vivo y tendría remontada la cabeza todo el día. Por las mañanas, tengo mi rutina ya establecida: desayuno, me arreglo, y a las ocho y veinte estoy saliendo de casa. Las clases empiezan a las ocho y media. En diez minutos caminando estoy en el colegio. No tengo que cruzar ninguna carretera. Mi prima, que ya está en el instituto, 5


sí tenía que hacerlo porque vive en una parte de Tahiche que se llama el Volcán. Luego os hablaré de esa zona porque allí tiene la casa uno de mis mejores amigos. Yo vivo cerca de la Ermita de Tahiche, muy cerca del centro. ¿Podría llegar en cinco minutos al colegio estando tan cerca? Sí. ¿Por qué no lo hago? Por la cuesta que tengo que subir llevando una tonelada de peso a mi espalda. «¡Chiquita mochila! ¿Qué llevas dentro, Yaiza?», dice mi padre siempre que me acompaña al colegio y se apiada de mí llevándome él la mochila. ¿Qué se creen? ¿Que yo me quejo por gusto? ¿Que no tengo otra cosa que hacer que levantarme por la mañana y ponerme criticona? No, no. Yo no soy de exagerar ni un fisco, de verdad. Ya lo veréis. En cambio, si hablamos de mis amigos, sobre todo de Giovanni, eso es otro tema. Ese sí que es criticón. A cada paso que da, ve algo que no le gusta. Aprovechando que he nombrado a Giovanni, quiero dejar de hablar de mí y nombrar a tres personas que son básicas en esta historia. Si no fuera por ellos, lo que os voy a relatar no tendría ningún sentido, ya veréis. Mis mejores colegas, los mejores pibes del mundo son Giovanni, al que ya os he nombrado, Santiago y mi mejor amiga, Daniela. 6


Un momento. Estoy pensando que antes de presentároslos, es importante que os explique algo sobre Tahiche, donde vivimos los cuatro amigos, bueno, y más de tres mil ochocientas sesenta personas. Aquí tenemos dos carreteras principales: una la que lleva, o sube de la capital, que como os he dicho es Arrecife; y otra que lleva al norte de la isla, dirección a Órzola. Pues bien, esas dos carreteras dividen a Tahiche en dos partes. Al otro lado de la carretera que va a Arrecife, está la zona del Volcán, donde viven Santiago y mi prima. Y luego tenemos la zona que está al otro lado de la carretera que lleva al norte, que es la Gavia, donde vive Giovanni. A veces por el nombre de la zona, la gente no la reconoce, pero si le dices que está en frente de una pastelería y panadería enorme, cerca de la carretera, no hay ninguna duda. Los fines de semana siempre compramos el pan ahí, bueno, y algún que otro pastelito. Es una zona de parada de muchos coches, al tener un parquin tan amplio y unos dulces que quitan el sentido. Como os venía diciendo, antes de que se me fuera el baifo, esa zona recibe el nombre de Gavia porque hace referencia a un sistema de cultivo, y como allí se concentran ese tipo, pues blanco y en botella. 7


Las dos carreteras forman una intersección, se juntan en una rotonda, al norte de Tahiche. Lo que queda dentro de esa unión es donde vivimos Daniela y yo. Como si gran parte de Tahiche estuviera metido dentro de un ángulo, casi recto. Cuando estudié en el colegio lo de los ángulos, mi padre me lo explicó así con un plano y lo entendí a la primera.

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A Yaiza se le encomienda una misión muy especial: cuidar la Biosfera de Lanzarote con la ayuda de unos amuletos y de sus tres mejores amigos: Daniela, Giovanni y Santiago. La única condición es que tiene que mantenerlo en secreto para el resto de la gente, incluidos sus padres y su hermano. Felices por esta gran oportunidad, los cuatro amigos forman el grupo «Los Pibitos al rescate», y empiezan sus aventuras, comenzando a proteger su isla. Todo va sobre ruedas, se sienten fuertes y más unidos que nunca. Sin embargo, algo falla y empiezan las mentiras, la desconfianza, lo que trae consecuencias que no gustan a nadie. Yaiza descubrirá otro secreto que lo cambiará todo. ¿Qué pasará con Los Pibitos? ¿Podrán cumplir con su misión? Solo hay una forma de averiguarlo, empezando a leer…

ISBN 978-84-19228-10-9

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