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CAPÍTULO 1
CULTURA, CULTURA POLÍTICA, FORMACIÓN POLITICA Y MOVIMIENTO SOCIAL. CONCEPTOS
Hace años no solía utilizarse la palabra cultura en el sentido sociohistórico de la palabra ya que su significado estaba inmerso en una connotación intelectual y estética que designaba erudición, refinamiento de espíritu así como progreso artístico y literario. Decíamos que fulanita o menganito tenían una amplia cultura para referirnos a la extensión de sus saberes. Hoy en día, a pesar de que este significado clásico o humanista sigue existiendo, con la palabra cultura expresamos un sentido más sociológico o sociohistórico.
Se trata de un término ampliamente estudiado 1 con más de
1Kluckhohn y Kroeber, habían analizado más de doscientas definiciones de
doscientas acepciones y definiciones propuestas, sin embargo, vamos a ceñirnos a un par de ellas que recogen los rasgos más característicos.
La cultura se define realizando la sumatoria total de rasgos de conducta que se manifiestan y son compartidos por los miembros de una sociedad. Así Jacqueline Peschard afirma2:
La cultura es el conjunto de símbolos, normas, creencias, ideales, costumbres, mitos y rituales que se transmite de generación en generación, otorgando identidad a los miembros de una comunidad y que orienta, guía y da significado a sus distintos quehaceres sociales. La cultura da consistencia a una sociedad en la medida en que en ella se hallan condensadas herencias, imágenes compartidas y experiencias colectivas que dan a la población su sentido de permanencia, pues es a través de ella que se reconoce a sí misma en lo que es propio.
La cultura pone a nuestra disposición los rasgos característicos de una colectividad tales como su estilo de vida —costumbres y tradiciones—, su mentalidad, la forma propia de humanizar su ambiente y de relacionarse con otros grupos. La cultura no s ólo implica lo visible de un grupo social, sino que va más allá; contempla también los aspectos subjetivos de la comunidad o grupo, los cuales influyen en su comportamiento y sobre todo en las posibles directrices que pueda seguir en su evolución y transformación en base a estímulos o exigencias del desarrollo de la vida moderna. Sin embargo, a efectos de nuestro trabajo, la definición
la cultura propuestas por los antropólogos, sociólogos, psicólogos y otros especialistas de las ciencias humanas, que fueron clasificadas en 7 categorías: descriptivas, históricas, normativas, psicológicas, estructurales, genéticas, parciales o incompletas. Este tipo de investigación favoreció la comprensión de los aspectos complejos y complementarios de la cultura.
2Peschard Jacqueline (1997) La cultura política democrática IFE, México, D.F. Pág. 9.
Música para la rebeldía de cultura que más nos gusta es la de Immanuel Wallerstein porque nos presenta una cultura envolvente, que rodea al hombre más allá del propio individuo, se trata de una cultura que encierra en ella misma recompensas para el individuo que cumple y se identifica como parte de su propia sociedad.
Es el conjunto de reglas y valores básicos que tanto consciente como subconscientemente gobiernan las recompensas dentro del sistema y crean un conjunto de ilusiones tendientes a persuadir a los miembros de que acepten la legitimidad del sistema3 .
Cuando hablamos de reglas conscientes o inconscientes estamos aludiendo a un fenómeno de psicología colectiva, es decir, en cuanto realidad psicosocial la cultura es un atributo tanto de la persona como del grupo debido a la interacción constante entre las conciencias individuales y la colectiva. Dentro de la cultura de cada pueblo y en cada momento de la historia, la música está presente como forma de expresión identitaria y como factor que construye identidades.
Así, la cultura como elemento permanente pero en continua evolución en toda manifestación artística de la sociedad, alcanza la consideración de piedra angular de la construcción del concepto de estado nación siendo la música la expresión que más se presta a hibridaciones, pero a la vez, la que más permite construir escenarios de identificación, bien sean estos religiosos, nacionales o étnicos.
Si al margen del concepto epistemológico que nos remite a un extenso grupo de disciplinas —filosofía, sociología, antropología, arqueología, historia, geografía, psicología, educación y ciencia política— las ciencias humanas estudian la relación del ser humano como ente social y su comportamiento en él, no hay duda que la noción de cultura es central en las ciencias humanas. Se trata de un concepto
3Wallerstein Immanuel Después del Liberalismo. Editorial Siglo XXI Editores, México, DF. Pág. 148 y 149.
que sirve para el análisis y comprensión de las realidades sociales, y condiciona la forma de actuar sobre la propia sociedad. Se percibe la cultura como el dinamismo fundamental que condiciona todas las formas de vida social, económica, política, internacional. En otras palabras podemos decir que la cultura es una categoría que guía el estudio y que orienta la acción y esto es así fundamentalmente porque como ya sabemos y Renée de la Torre nos recuerda4, el discurso no se da en el vacío: está históricamente situado en un campo de poder en el que los distintos actores sociales luchan por legitimar sus definiciones como universalmente válidas.
Por otra parte, cuando se habla de grupos sociales o comunidades organizadas en cierto territorio hacemos alusión tanto a la identidad grupal definida del grupo como a las pautas de comportamiento del mismo. En lo que se refiere a la identidad, esta viene definida por la imagen que el grupo tiene de sí mismo, construyéndose en la tensión dentro-fuera, en las relaciones intragrupo y en las relaciones intergrupales5; es decir, implica hablar también de ciertas actitudes, aspectos y comportamientos, que involucran a los individuos en una relación, no ya entre particulares, sino entre un grupo de individuos en relación con un ente complejo de carácter superior llamado gobierno. Así, ambos componentes interactúan en base a políticas, cuya meta final trata de conseguir un cierto bienestar social colectivo.
De aquí pasamos directamente a la acción política. Según Andrade no hay duda de que hablar de política implica una forma
4Renée de la Torre (1995) Los hijos de la luz. Discurso, identidad y poder en La Luz del Mundo. Edit. ITESO, Guadalajara, pág. 30.
5«Los movimientos sociales, notas para una discusión». Revista Renglones. Guadalajara, ITESO. Diciembre 1992-Marzo 1993; recogido en pág. 31 de Los Hijos de la Luz.
Música para la rebeldía específica de comportamiento humano que se relaciona con el gobierno, con la dirección de una colectividad y con ciertas pautas para la acción de un grupo6.
Hirsch-Weber plantea la esencia de la actividad política como un conflicto de intereses de diversos grupos sociales7; y para Deutsch, en cambio, la política está referida a la toma de decisiones por medios públicos8.
Pero es Julien Freund9 quien aporta una definición más completa y nos presenta la política como la actividad social que se propone asegurar por la fuerza, generalmente fundada en un derecho, la seguridad exterior y la concordia interior de una unidad política particular, garantizando el orden en medio de las luchas que nacen de la diversidad y de la divergencia de opiniones y de intereses10 .
Con esta afirmación, queda claro que quien diga que la política tiene mucho de arte, astucia, prudencia o manejo de los asuntos públicos, cualquiera de los términos elegido, sin duda tiene razón; al igual que quien diga que es una ciencia que trata de los asuntos públicos o el manejo de dichos negocios. La política como quehacer se nos presenta como una actividad humana, social, creadora,
6Andrade Sánchez Eduardo (1990) Introducción a la Ciencia Política. DF. Editorial Harla México, pág. 5.
7Hirsch-Weber Wolfgang (1972) La Política como Conflicto de Intereses. Madrid. Editorial Tecnos. Colección de Ciencias Políticas.
8Deutsch Kart (1976) Política y Gobierno DF. México, Fondo de Cultura Económica, pág. 15.
9José Romero Serrano dice de él que «Freund es filósofo de formación y sociólogo de oficio, aunque abunda en una amplia gama de disciplinas» en Julien Freund. La paz como medio de la política, file:///C:/Users/flory/Downloads/Dialnet-JulienFreund-610080.pdf
10Freund Julien (1978), L’ essence du politique. París. Ediciones Sirey, pág. 751.
libre, es decir, no está sujeta a normas predeterminadas.
Esos actos creadores de la acción política están íntimamente relacionados con la construcción, desarrollo, modificación o destrucción de un orden jurídico que ya no satisface la demanda social y debe ser sustituido por otro; en definitiva, el fin de la actividad política se caracteriza por la búsqueda del bien común, o público, de una sociedad organizada en estado. Atendiendo a la existencia de innumerables actos creadores de política podemos decir que nos vamos a encontrar con distintas culturas políticas derivadas sin duda de los distintos valores. Así, como vemos, se entiende la cultura política como una red de significaciones socialmente construidas en torno a la política. Son los valores, creencias, concepciones y representaciones sociales que la ciudadanía de una sociedad utiliza como recursos para decidir sus acciones vinculadas al ejercicio del poder en el espacio público.
Por otra parte, la cultura política de un individuo se construye atendiendo a su biografía en relación con los grupos sociales en los que se ha desenvuelto, es decir, atendiendo a la formación política que haya adquirido a lo largo de su vida. Un individuo requiere apropiarse de la cultura del mundo social, grande o pequeño, en el que se encuentra, pero su formación sucede únicamente mediante una actitud reflexiva. Sólo la reflexión le llevará a una transformación de lo existente y a una resignificación de los valores de su entorno. Es decir, sólo cuando hay reflexión se está en disposición de transformar el mundo que nos rodea.
Vamos a dar un paso más reflexionando y enlazando algunos conceptos para llegar a la relación entre la música y la política.
Almond y Powell relacionaron cultura política y sistema político entendiendo que existe un patrón de orientaciones culturales que se van a transformar en actitudes individuales hacia el sistema
político requerido11. Estas orientaciones de los individuos pertenecientes a una comunidad política pueden descomponerse en tres tipos diferentes de orientaciones: las cognoscitivas, constituidas por los conocimientos que tienen los propios individuos acerca de las cuestiones políticas; las afectivas, que son sus sentimientos, sus sensaciones de vinculación o de rechazo con relación a las cuestiones políticas; y las evaluativas, representadas por sus opiniones y juicios, elaborados a partir de ciertos criterios valorativos con respecto a los acontecimientos políticos.
La forma en que estas orientaciones producen una conducta específica frente al sistema político nacional, darán lugar a tres clases de cultura política señaladas ya por Almond y Verba quienes, preocupados por el desarrollo del fascismo y del comunismo tras la Primera Guerra Mundial y por los estallidos nacionales en Asia y África tras la Segunda Guerra Mundial, se preguntan por el futuro de la democracia en el mundo y realizan un análisis que no va a centrarse en las estructuras e instituciones del estado, sino en el comportamiento de los ciudadanos en relación con la política:
1) Cultura Política Localista o parroquial: Aquella en la que los individuos tienen poca o ninguna conciencia del sistema político nacional, no lo conocen, no se consideran afectados por él, no demandan nada y tampoco esperan ninguna respuesta del sistema a sus necesidades; 2) Cultura Política del Súbdito, es aquella en que el ciudadano tiene conocimientos acerca del sistema político, pero lo ve como un todo del que, fundamentalmente, recibe ayuda para atender a sus necesidades. Las relaciones con el sistema son pasivas, pendientes sobre todo de sus decisiones (seguro de desempleo, pensión de jubilación...) y la ciudadanía es obediente con la ley y la
11Almond, Powell (1966). Comparative Polities: a developmental approach, Boston Little, Brown and Company, pág. 50.
autoridad, pero con muy poca o ninguna disposición a participar. Es decir, esta cultura caracteriza a una ciudadanía que se sabe integrante de un conjunto político nacional, acata sus normas y acepta los beneficios generales que les proporcionan, pero se muestra poco interesada en asumir una posición activa para influir en el sistema; y 3) Cultura Política de participación, donde la ciudadanía conoce el sistema político y sus diferentes elementos, y está pendiente no sólo de las decisiones del sistema que puedan mejorar sus condiciones de vida, sino también de una participación activa en el mismo (en elecciones, partidos, grupos de presión, etc.). Esta cultura se presenta en los individuos que muestran una orientación dirigida hacia la integración de los procesos políticos, conocen el sistema y su funcionamiento, y se interesan en la participación para tratar de intervenir en los procesos de toma de decisiones. Pero Almond y Verba a esa tipología ya acuñada añaden un cuarto tipo de cultura política, la «cultura cívica», que es mezcla de los tipos ideales anteriores. La «cultura cívica» es una cultura política mixta. En primer lugar, es una cultura política de participación. Pero, además, los individuos que participan en el proceso político no abandonan sus orientaciones de súbdito y parroquiales, aunque las hacen congruentes con las de participación. En cierto sentido es una combinación de tradición y modernización.
A partir de los años setenta y en el contexto de las transiciones a la democracia en el sur de Europa, América Latina y Europa del Este, se observaron procesos de cambio acelerado que modificaron las culturas políticas de esas sociedades y cuestionaron su carácter estable y durable. Para Joan Botella Corral las culturas políticas son más modificables de lo que se creía y sus posibles agentes modificadores son los cambios económicos y sociales acelerados, el recambio generacional e incluso, la mera existencia y funcionamiento del sistema político democrático; agentes que por otra parte como
Música para la rebeldía vemos, no son necesariamente incompatibles entre sí.
La interiorización de los valores y las normas tiene como fin la adaptación al contexto social y a una mejor socialización. Los procesos de socialización determinan la forma de actuar de los individuos quienes reflejan estos actos en diferentes manifestaciones culturales. Andrade entiende por socialización el proceso de aprendizaje social, esto es, la adopción de pautas de comportamiento aprendido que nos permiten incorporarnos a las diversas actividades en la sociedad12.
Así, su nivel de socialización estará determinado por la medida en que los individuos participen activamente en su entorno social; dicho de otro modo, en tanto que el individuo se interese por los aspectos políticos y participe en los procesos de toma de decisiones, su nivel de socialización será cada vez mayor.
Esa participación en la toma de decisiones no tiene que ser obligatoriamente sustentando el poder, también puede ser influyendo en la toma de decisiones a través de grupos de presión, asociaciones, organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales en definitiva, y esta estará envuelta en una ideología que dibujará la representación del poder que se quiere tener o derribar.
Movimientos Sociales y participación
A través de la historia de la humanidad, encontramos que el afán de los individuos por cambiar su entorno y su forma de vida los obliga a reunirse en grupos con un fin común, en los cuales comparten ideales, sueños, luchas, situaciones, que de alguna forma hacen que estos grupos se fortifiquen y se orienten a lograr sus objetivos.
En cada país, revolución, lucha, ya sea armada o ideológica, siempre existen movimientos sociales que operan activamente para
12Andrade Ob. Cit. Pág. 79.
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