Rosa S Niembro
Ilustrado por Carmen Álvarez
Enuna casita en un prado muy soleado vivía Nico, un ratoncito que adoraba leer.
Aunque a Nico le encantaba explorar mundos mágicos, nadie comprendía su amor por los libros. Pensaban que era un ratón un poco raro porque, aparte de leer, no destacaba en nada en el colegio, era un poco torpe y no tenía muchos amigos porque decían que era aburrido y raro.
Si Nico iba a un cumpleaños, siempre se quedaba solo en un rincón apartado mientras los demás jugaban. Si proponían un juego o actividad en el colegio, se escondía entre los demás para no tener que participar. Pensaba que no era como los demás y se esforzaba para serlo cada día, y así no decepcionar a su familia.
Sus padres siempre se preocupaban por lo diferente que era de los demás y porque no sobresalía en nada de lo que hacía. No era como los demás ratoncitos. Siempre estaba solo y leyendo... Se esforzaban en apuntarlo a todas las actividades del colegio para que fuera como los demás (fútbol, teatro, música...), pero a Nico ni le gustaba ni se le daba bien nada de eso. Todo el día estaba deseando llegar a casa para poder sentarse a leer en su rincón especial donde no tenía que esforzarse en ser alguien diferente.
—Nico, deja ya de leer, que hoy tienes partido de fútbol. Yo siempre ganaba todos los partidos a tu edad. Siempre estás leyendo y debes entrenar más para jugar mejor —dijo su padre.
—¿Otra vez has suspendido matemáticas? Yo siempre sacaba muy buenas notas.
¿Qué vas a hacer con tu vida si no estudias bien, Nico? ¡Solo te gusta leer y eso se va a acabar! —exclamó su madre.
—Hoy es el cumpleaños de Pau y no te ha invitado. Nico, ¿por qué no tienes amigos? Yo tenía muchos a tu edad. Como siempre te arrinconas a leer, nunca haces amigos —añadió su madre.
—Si siempre estás en casa leyendo, ¿cómo destacarás en la vida? Yo no paraba de hacer cosas a tu edad —dijo su padre.
—Nico, es imposible que no haya nada que se te dé bien —comentó su madre.
«Ojalá fuese como los demás...», pensaba siempre Nico, aunque en el fondo él no deseaba ser así. Pero como no quería decepcionar a su familia, se esforzaba en encajar en el colegio, intentando hacer todo lo que hacían sus compañeros.
Una tarde, Nico estaba llorando en un rincón de su casa pensando que al día siguiente tenía un partido de fútbol y no quería ir porque, como siempre, haría el ridículo y volvería a decepcionar a su padre. En ese momento, se acercó su abuelo. Lo abrazó preguntándole qué le hacía llorar de esa manera y, cuando Nico le explicó por qué lloraba, su abuelo le contó una historia sobre un lugar en una montaña mágica, donde los niños hacían lo que les gustaba sin necesidad de gustar a los demás.
El abuelo le dio un libro mágico que lo guiaría a ese lugar especial y le dijo que solo los ratoncitos especiales como él podían interpretarlo.
Nico, un ratoncito amante de los libros, descubre un lugar donde todos pueden ser ellos mismos. Una historia sobre la autenticidad y la amistad.
