Un cuento para otoño

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Un cuento para

otoño Nuria Arnesto López Ilustrado por Karla Díaz



Un cuento para otoño

Cati era una castaña que vivía en el piso más alto de un castaño grande y hermoso, situado en un claro del bosque. Pero no vivía sola, sino que compartía con sus dos hermanas mayores el erizo, es decir, la bolsita llena de pinchos en las que están metidas todas las castañas, y por eso se le llama así. Ellas eran grandes y redondas, sin embargo, Cati era mucho más pequeña y flaquita, por lo que siempre se metían con ella: «Cuando llegue el otoño, nadie te va a querer recoger. Iremos todas al magosto del 3


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cole, pero tú te quedarás aquí sola», decía Hermana 1; «¡Cómo la van a recoger con lo delgadita y feúcha que es!», exclamaba Hermana 2. Pero a pesar de todo, Cati no era el único objeto de burla de las dos castañas mayores. Mucho más abajo, al pie del castaño, vivía de alquiler Verdoso.

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Verdoso era un gusano de color verde chillón que quería ser cantante. Se estaba preparando para ir al casting de un concurso de talentos, y todas las mañanas se levantaba muy temprano para ensayar. Bueno, la verdad es que Verdoso tenía a las castañas del castaño muy enfadadas, y entre todas tenían planeado hacer una junta de vecinos para decirle que o se callaba, o tendría que irse a vivir otro sitio.

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Un día de otoño, muy temprano, tan temprano que aún no había cantado el gallo ni sonado la alarma del móvil, Cati se despertó con el ruido estridente de los ensayos de verdoso: «Lalalalala», empezó a oírse, «LA-LA-LA-LA-LA», cada vez más y más fuerte, hasta que Hermana 1 y Hermana 2 se despertaron enfurecidas: —¡Ya está este gusano cantando de mañana temprano! —exclamó Hermana1 muy enfadada—. Por su culpa me he despertado en la mitad del sueño… Y estaba soñando con un actor tan apuesto… —¡Esto no se puede consentir! —afirmó Hermana 2—. ¡Bajaré al último piso a hablar con la presidenta de la comunidad, y si ella no hace nada, echaré a Verdoso yo misma! —¡No, no lo hagas! —suplicó Cati, intentando agarrar del brazo a su hermana—. ¡A mí me gusta mucho cómo canta! 6


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Sin embargo, Hermana 2 no atendía a razones, y muy enfadada comenzó a moverse de forma tan brusca que el erizo empezó a balancearse. Cada vez se movía con más y más intensidad, hasta que de pronto… ¡¡¡PUM, PUM, CAPATUM!!! El erizo se soltó del árbol, y Cati y sus hermanas se cayeron al suelo. —¡Qué dolor! —se quejaron las castañas—. ¡Se nos va a poner el culo todo morado! Cati miró a su alrededor, nunca había bajado del castaño y todo era nuevo para ella. Ensimismada, comenzó a observar el cielo azul, la hierba verde, las flores… Estaba muy feliz de poder formar parte de todo eso. Y también pudo ver que en el suelo había muchas más castañas que, como a ella y a sus hermanas, se les había caído el erizo con la llegada del otoño. 7


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Las castañas todavía no se habían recuperado del golpe cuando, de repente, las tapó la sombra de una mano: —Mira, mamá, aquí hay otras dos muy grandes y gordas —dijo una voz infantil. Y acto seguido, agarró a Hermana 1 y a Hermana 2, metiéndolas en una cesta con más compañeras.

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—También hay una más pequeñita —dijo la misma voz dirigiéndose a Cati. —No, esa no la recojas —contestó la mamá—. Es muy pequeña y flacucha, así que no sirve para el magosto. —¿Magostoooo? ¿Y eso qué es, mami? —preguntó el pequeño.

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—El magosto es una fiesta que se celebra en muchos pueblos cuando llega el otoño. Es costumbre que los niños recojan tooodas las castañas que puedan y que las lleven al cole. Allí las echan en cucuruchos que ellos mismos decoran con cartulinas de colores. —Adiós, Cati, ¡nos vamos al magosto del cole! —se despidieron sus hermanas desde la cesta. Y el niño y su mamá se marcharon camino del pueblo. Cati se quedó sola al pie del árbol, tal y como sus hermanas habían predicho, y se puso tan triste que empezó a llorar muy fuerte. «¡Buah, buah!», berreaba la castaña cuando escuchó una vocecita que le resultaba familiar: —¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras? —Levantó la vista y vio a un gusanito de color verde chillón que llevaba puesto un gorro de lana y una camiseta de David Bisbal. —Me llamo Verdoso y 10


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Siete Suricatos

Cati es una castaña que vive en un erizo con sus dos hermanas mayores. Pero, a diferencia de estas, no es grande y redonda, sino tan pequeñita y esmirriada que no sirve para ir al magosto. Con la llegada del otoño, se cae del erizo y se ve en la obligación de buscar su lugar en la vida. Pero para ello no estará sola, sino que contará con la ayuda de diversos personajes como el gusano Verdoso, Señorita Cigüeña, el renacuajo Pipo o Abuelita Seta. ¿Lo conseguirá? VALORES IMPLÍCITOS: Es un cuento que habla de la perseverancia, del esfuerzo que a veces requiere sentirse a gusto con uno mismo, y de lo importantes que son la amistad y la ayuda de los demás en este proceso. A través de sus personajes, podemos ver encarnados valores como la solidaridad, la inocencia, el valor de los sueños y la superación.

ISBN 978-84-17448-13-4

A partir de 7 años 9 788417 448134

www.babidibulibros.com


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