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De opinión
Balcei 201 mayo 2022
#alcorisasaleunida de opinión El Estado necesario
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Facha
El historiador Tony Judt señalaba como una de las características del pasado siglo XX “el auge y posterior caída del Estado”, bien fuera ésta en su versión del Estado de Bienestar o bien en los otrora fuertes estados de signo totalitario, tanto en su versión fascista como estalinista. Y es cierto, puesto que, en la actualidad, como afirmaba Judt, “el discurso público estándar”, pretende reducir drásticamente el papel del Estado, presentándolo como “fuente de ineficacia económica e intromisión social que convenía excluir de los asuntos de los ciudadanos siempre que fuera posible”.
A esta situación se ha llegado como consecuencia de la irrupción imparable de los supuestos dogmas neoliberales, los mismos que propagan el mantra perverso de que hay que reducir los impuestos progresivos convirtiéndolos en impuestos indirectos y regresivos, aquellos que gravan más las compras que la riqueza, lo cual ha reducido proporcionalmente la capacidad económica de los Estados limitando así su necesaria función de impulsar políticas de justicia redistributiva. De igual modo, en estas fechas se ha puesto en cuestión la labor de los Estados en una materia tan sensible como es la salud pública por parte de delirantes actitudes negacionistas ante la pandemia del covid-19 y las campañas de vacunación de la ciudadanía, alegando una “intromisión” estatal en las libertades individuales, una actitud ésta tan reaccionaria como inaceptable.
Lejos queda aquella imagen del Estado como “un organismo poderoso, con una variedad de recursos a su disposición y con autonomía suficiente para conseguir nuevos recursos en caso de necesidad”. Pero, como señalaba Jesús Rodríguez Barrio, después de varias décadas de políticas neoliberales, con sus sucesivas rebajas de impuestos, con la liquidación de buena parte de la propiedad pública y la externalización de los servicios públicos, se ha colocado al Estado en una situación cada vez más marginal dentro de la actividad económica en nuestro mundo globalizado. Así quedó patente tras el estallido de la crisis financiera de 2008 en la que se evidenció que, para hacerle frente, los Estados carecían de empresas públicas potentes y de que sus ingresos fiscales eran insuficientes para acometer programas de inversión ambiciosos. Y, así las cosas, unos Estados reducidos por las políticas neoliberales a la “impotencia fiscal”, tuvieron que hacer frente a los efectos de la crisis más profunda desde la Segunda Guerra Mundial y, en algunos casos, debieron de hacerlo privados de buena parte de sus instrumentos de política económica. Y, sin embargo, en estas circunstancias, se llegó a la hipocresía de que, como recordaba Jesús Rodríguez Barrio, “hasta los neoliberales más extremos exigieron la intervención de los bancos centrales y los gobiernos para salvar el sistema financiero mundial”.
Contra estas actitudes, resulta necesario reivindicar la labor del Estado, entendiendo por tal el Estado de bienestar de signo socialdemócrata. Así, según Nicholas Barr, el Estado “es un dispositivo de eficiencia contra los fallos del mercado”, a lo que Judt añade, además que éste es “una forma prudente de atajar los riesgos sociales y políticos que entraña una desigualdad [social] excesiva”. De hecho, observando las consecuencias de la revolución neoliberal aplicada por Margaret Thatcher en Gran Bretaña, Tony Judt se reafirmaba en la idea de que “sólo un Estado es capaz de proporcionar los servicios y condiciones a través de las cuales sus ciudadanos pueden aspirar a una vida buena y plena”, algo que el mercado, y menos el mercado global, nunca sería capaz de lograr.
Por todo ello, resulta necesario reivindicar el papel y la vigencia del Estado como “institución intermedia” pues, dado que las fuerzas económicas son internacionales, la única institución que puede interponerse eficazmente entre estas fuerzas y los ciudadanos, es el Estado nacional. Y más aún, dado que “el libre flujo de capital amenaza la autoridad soberana de los estados democráticos, resulta necesario reforzarlos para, en opinión de Judt, “no rendirnos al canto de sirena de los mercados internacionales, la sociedad global o las comunidades trasnacionales”. Es por ello que tenía razón cuando Cicerón decía que “el buen ciudadano es aquel que no puede tolerar en su patria un poder que pretenda hacerse superior a las leyes”.
El Estado necesario debe hacer una defensa cerrada de las políticas sociales para legitimarse en este incierto siglo XXI. De hecho, el Estado de bienestar impulsó las reformas sociales de la posguerra en Europa en buena medida como barrera para impedir el descontento social alentado en los años de entreguerras por los partidos totalitarios de uno u otro signo. Y, por ello, a modo de advertencia hay que recordar que el actual desmantelamiento parcial del Estado de bienestar y de las reformas y avances a él inherentes, no está exento de riesgos y uno de ellos es el aumento de las desigualdades sociales y el deterioro de las condiciones de vida de los sectores y colectivos más vulnerables pues, como muy bien sabían los reformadores sociales del s. XIX, si la “cuestión social” no se aborda, no por ello desaparece, sino que ésta busca respuestas más radicales y desestabilizadoras.
A modo de conclusión, y aun siendo conscientes de que, ante las actuales crisis globales, bien sean estas económicas, financieras, humanitarias o sanitarias, no valen soluciones exclusivamente nacionales, no por ello el papel del Estado deja de ser necesario, pero siempre y cuando sea capaz de aportar a sus ciudadanos unas condiciones de vida razonables que ofrezcan un futuro de bienestar (servicios públicos amplios, fiscalidad progresiva, pensiones dignas) que lo legitimen, pues ciertamente, en nuestro mundo globalizado, un Estado defensor de políticas sociales y de la justicia redistributiva, resulta más necesario que nunca.
josé Ramón villanueva herrero
El desconocimiento del medio rural por los partidos que se dicen progresistas es tal que abandonan espacios sociales, culturales y económicos que otros cubren. En lugar de autocrítica te acabarán llamando facha asesino o cuñado (un respeto a los cuñaos) y así ya lo tienen arreglado. Para qué pensar en el porqué del alejamiento de algunos por sentirse heridos en lo político si puedo dedicar mi precioso tiempo a añadir alguna letra a la sarta de letras de la diversidad. Qué pereza da la globalimbecilización.
Tengo una amiga que tiene mucho tiempo. Los amigos que tienen mucho tiempo son los más peligrosos. Mi amiga lleva dándome la tabarra hasta la extenuación porque está empeñada en convencerme de que no lea a alguno de mis escritores favoritos. De que no oiga a alguno de mis artistas preferidos. Es muy cansina. Cree que pienso al cien por cien lo que piensan mis escritores y artistas de cabecera. Es más, es capaz de intentar convencer a todo el mundo que dichos escritores y artistas no deberían de formar parte de los currículos escolares, que fíjese usted, que lo oyen y escuchan los niños. Cancelación, lo llaman los modernos.
Caza; facha. Pueblerino; facha. Taurino; facha.
Otras amistades están muy contentas de vivir en la ciudad. Ya no tienen que aguantar a nadie que no piense como ellos. Se reúnen y deciden. Asambleas y pancartas. Todos iguales. Cortadicos por el mismo patrón. Es una felicidad. Eso sí, si se van del tiesto; fachas.
Y así con todo. Y así sigue la vida. Más pereza.
Y la derecha oportunista ve ahí un caladero. Caladero que dejan los demás por inanición. Por lo que ellos imponen como correcto, porque hoy priman legiones de ofendidos. Porque se piensa y gestiona mejor con grupos de colegas con los que difícilmente discutirás.
Me bebo un carajillo de Terry; facha. Doy una colleja a mi hijo; facha. Me voy con un amigo de toda la vida que no piensa como yo; facha. Veganos y comehierbas, uníos contra mí. Soy un facha peligroso.
No hay ninguna isla desierta sin plásticos. Pero eso es el menor de los problemas del mundo. No hay ninguna isla desierta sin gilipollas.
Y aquí me quedo. Meteorito, ¡Sálvanos!
víctor guíu
Balcei 201 mayo 2022
#alcorisasaleunida
hABLEMOS DE CIENCIA y TECNOLOgíA (xCIx) Otros viajes científicos
Tras las entregas de la aventura científica de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, estaba a punto de tratar otros temas para esta sección de Ciencia y Tecnología, cuando vinieron a mi memoria otros grandes viajes científicos desarrollados en el siglo XVIII, concebidos y llevados a cabo bajo esa ansia de conocimiento y saber que conocemos como la época de la Ilustración. El lector que haya seguido las andanzas de nuestros dos ilustres marinos habrá notado el interés de esa época por averiguar todo sobre lo que nos rodea, por todo aquello que existe en el mundo que pisamos. Ese es el espíritu que transpira la expedición de la medida del grado terrestre, necesaria para conocer la forma de la Tierra que, aunque apoyados en la teoría de la Física desarrollada por Isaac Newton de que era achatada, era absolutamente necesario verificar con mediciones tal como exige el método científico.
Quien esto escribe, con una cierta audacia que me perdonará el lector por salirme del campo de la física-matemática, no puede dejar de lado otras expediciones científicas españolas que se desarrollaron en el siglo XIX, bajo el auspicio de la Corona. Hablaremos de dos: la botánica llevada a cabo por josé Celestino Mutis en la entonces América española, sobre todo Colombia, y la conocida como expedición Malaspina, protagonizada, también en este caso, por dos inquietos marinos llamados Alejandro Malaspina y josé de Bustamante que completaron lo que se ha dado en llamar “Viaje Científico y Político Alrededor del Mundo” realizado en los años 17891791, donde exploraron ambas costas de América, buscaron por Alaska el mítico Paso del noroeste, llegaron hasta la China y viajaron por diversos puntos del Pacífico, entonces un océano del que la monarquía española pretendía su casi propiedad.
Perh Löfling (1729-1756).
Antes de adentrarnos en las aventuras científicas, es bueno describir someramente el contexto político y científico que posibilitó, que sobre todo durante el siglo XVIII, hubiera una serie de expediciones científicas para explorar los lugares más remotos de la Tierra.
En primer lugar, la Ilustración había asentado la época de la razón. Se ansiaba conocer, basándose en métodos científicos rigurosos, un mundo del que todavía se sabía poco, pero que se creía se podía dominar y transformar gracias a los avances científicos apoyados en la razón, la observación y la experimentación. En todos los países europeos surgían instituciones que trataban a acopiar conocimientos y expandir el saber. Las entonces monarquías dominantes (Francia, Reino Unido, España y una emergente Rusia) veían en estos viajes un tema de prestigio (y, léase entre líneas, de propaganda política) además de que una mejor información sobre los distintos lugares del mundo que dominaban o querían dominar. Porque una información cabal de los lugares les iba a permitir una mejor explotación de sus recursos o, en todo caso, darles unas ciertas ventajas geoestratégicas.
Salvando las distancias, la carrera espacial también tuvo en sus adentros motivaciones no tan diferentes a la que impulsaron los grandes viajes del s. XVIII (y lo que siguieron en el s. XIX), que fueron motivados por una serie de factores políticos como la delimitación de fronteras, el control de la expansión de otras potencias imperiales; o económicos, como el aumento del comercio, la contención del contrabando y la explotación de nuevos recursos naturales; y también demográficos y cartográficos. Es decir, tuvieron su porcentaje de orgullo nacionalista y de propaganda política y la posibilidad de conseguir una superior explotación económica de lo que se iba a conocer mejor, asentando mejor el dominio de la nación exploradora sobre lo explorado frente a otras potencias adversarias. Todo ello posible por el espíritu que movía a los hombres de la Ilustración en saber más.
Como nos referiremos con más detalles a los viajes españoles citados, apuntemos que hubo otros más de menor entidad y ambición, pero para que el lector pueda hacerse una idea del trajín viajero del siglo hablaremos sucintamente de los más famosos realizados por España.
Recordemos que el siglo de la Luces o de la Ilustración se da bajo el reinado de la dinastía borbónica en España que empieza con el reinado de Felipe V en 1700, bajo cuyo mandato se enviaron a Jorge Juan y Antonio de Ulloa a participar en la medida del grado de meridiano terrestre. Su sucesor Fernando VI (Nota: en aras del rigor histórico el primer sucesor de Felipe V fue su hijo Luis I que sólo reinó unos meses, a su muerte subió su hermano Fernando VI). Bajo este rey se realizaron distintas expediciones de tipo geográfico-militar para delimitar las fronteras americanas entre España y Portugal, después de la firma en 1750 del Tratado de Madrid con Portugal. Sólo mencionaremos, por el interés de antecedente de la expedición de José Celestino Mutis, “Expedición de Límites del Orinoco”, bajo amparo español, al Orinoco de un grupo de botánicos y naturalistas dirigidos por un todavía joven Perh Löfling (1729-1756), botánico sueco discípulo de Carlos Linneo, invitado a España por Fernando VI, comenzó recogiendo una gran colección de plantas en los alrededores de Madrid (Flora matritensis). Y participó activamente en la expedición que salió de Cádiz en 1754 hacia Venezuela acompañado además de militares, de cartógrafos, cirujanos, etc., se unieron a Löfling una serie de expertos españoles como los botánicos Benito Paltor y Antonio Condal y los dibujantes Bruno Salvador Carmona y Juan de
Félix de Azara (1742-1821) pintado por Goya.
Balcei 201 mayo 2022
#alcorisasaleunida
Ruta del primer viaje (1768-71) de James Cook.
James Cook (1728-1779).
Dios Castel. Con el material recogido en Cumaná (Venezuela) Löfling redacta dos manuscritos que se guardan en el Jardín Botánico de Madrid: «Primer Borrador de la Flora Cumanensis» y «Flora Cumanensis», los cuales son la base de su «Iter hispanicum» al que Linneo dio el título de «Plantae Americanae». Desgraciadamente, Löfling moriría a los 27 años, dos después de su llegada a América, con la deserción de su equipo y la no conclusión de sus trabajos.
Llegamos al reinado (1759-1788) de Carlos III, gran impulsor y monarca clave en la Ilustración española. El asunto de los límites fronterizos con Portugal no estaba cerrado del todo y se siguieron enviado expediciones cartográficas, pero además mientras esperaba a los portugueses —que nunca llegaron— en Asunción (Paraguay) el aragonés Félix de Azara (1742-1821) realizó uno de los trabajos más interesantes de historia natural española. Digamos que Azara, al que el inmortal Goya pintó con sus galones de Brigadier (equivalente hoy a Contralmirante), no tenía formación de naturalista, era un militar intelectualmente inquieto, al que sus dotes de observación le permiten el estudio de los mamíferos y las aves que encuentra en la zona del Paraguay y del río de la Plata. Sus manuscritos serían publicados a principios del s. XIX. Recordémoslos: “Apuntamientos sobre la historia natural de los quadrúpedos del Paraguay y Río de la Plata”, (Madrid, 1802), “Apuntamientos para la historia natural de las Paxaros del Paraguay y Río de la Plata” (tres volúmenes, Madrid, 1802-1805).
Sigamos brevemente con las expediciones para el conocimiento de la flora y la fauna americana que fueron impulsadas bajo Carlos III y organizadas por instituciones ya existentes como el Real Gabinete de Historia Natural y el Real Jardín Botánico de Madrid, cuyo director Casimiro gómez Ortega (1741-1818) organizó y dirigió las expediciones científicas de los botánicos y farmacéuticos Hipólito Ruiz y José Pavón a Perú y Chile conocida como “Expedición Botánica al Virreinato del Perú” (1777-1788), la de Juan Cuéllar a Filipinas (17861801) y la de Martín de Sessé y Vicente Cervantes a Nueva España (“Real Expedición Botánica a Nueva España”, 1787-1803). Este era el caldo de cultivo en el que se desarrolló bajo la autoridad científica de José Celestino Mutis: La Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, que se inició en 1783 bajo su dirección y se prolongó durante unos 30 años.
La otra gran área de expediciones y de exploraciones la constituía el océano Pacífico. Mar en el que España y Portugal estaban presentes desde que Vasco de Gama llegara a Calicut en 1498 yendo hacia el oriente y Magallanes por el occidente, cruzara en 1520 el estrecho que lleva su nombre.
La corona española absorbida por la inmensidad de la conquista americana, nunca dedicó grandes esfuerzos a explorar de forma exhaustiva. Se avistaron las costas del continente antártico. Así la Armada Española sostiene que el primer avistamiento de tierras australes (Islas Shetland del Sur) fue debido al Almirante español Gabriel de Castilla (1603) a bordo de los buques “Buena Nueva” y “Ciervo Volante” por lo que el Almirante Gabriel de Castilla y su piloto Hernando León se convertían así en los descubridores de las tierras antárticas. Hace poco, Winston Cowie, un historiador neozelandés que en su libro “Nueva Zelanda, un puzzle histórico: Tras la pista de los conquistadores españoles” sostiene la hipótesis de que quizás los primeros en llegar fueron marinos españoles o portugueses. En todo caso la gloria historiográfica del descubrimiento de las tierras de los mares australes ha sido otorgado al inglés james Cook (1728-1779), oficial de la marina británica que realizó tres viajes al Océano Pacífico, durante los cuales estableció el primer contacto registrado de los europeos con la costa oriental de Australia y las islas Hawái, así como la primera circunnavegación de Nueva Zelanda.
Jean François Galaup conde de La Pérouse 1741-1788.
Así estaban las cosas, la corona británica en ascenso, incordiando en América (recuérdese que Jorge Juan y Antonio de Ulloa fueron movilizados para utilizar sus conocimientos militares por los ataques ingleses ingleses) y llegaban noticias —nunca se pueden— de exploraciones de tierras que se suponían desconocidas en el Pacífico sur. Los franceses también inquietos quisieron completar los descubrimientos de James Cook, y otros viajes previos que habían realizado (la circunnavegación terrestre de Louis Antoine de Bougainville, seguido por los viajes de Surville, Marion du Fresne y Kerguelen) enviando a otro ilustre marino jean François galaup, conde de La Pérouse (1741- ¿1788?) a que diera la vuelta al mundo con gran ambición exploratoria. La Pérousse recorrió las costas occidentales de América del Norte hasta Alaska, las costas norte de China y Japón, pero también explorando puntos de Nueva Zelanda y Australia. Aunque en la bahía de Sidney (Port Jackson) pudo entregar sus cartas y sus notas a los ingleses que las enviaron a Francia, siguió rumbo y su expedición se perdió en 1788, donde a partir de ese momento nada más se supo de él.
Estas expediciones de otras potencias europeas sin duda hicieron que España se moviera y el 30 de junio 1789 parten de Cádiz las corbetas Descubierta y Atrevida al mando de Alejandro Malaspina y josé Bustamante que circunvalarían el globo, regresando a Cádiz el 21 de septiembre de 1794. Fue la última expedición autorizada por Carlos III, dos meses antes de su muerte.
De estas grandes hazañas científicas, y también políticas, tratarán las siguientes entregas de Hablemos de Ciencia y Tecnología.
Santiago Berenguer 22 de febrero de 2022
Balcei 201 mayo 2022
#alcorisasaleunida
El velo me tapa el pelo, no el cerebro
Con motivo del 8 de marzo, quiero recordar en estas páginas a las mujeres migrantes.
Nos hemos volcado —y está muy bien— para apoyar a las migrantes ucranianas.
Yo quiero recordar a las muchas y diversas mujeres que caminan nuestra frontera sur y que la nutren con todo aquello que aportan. Todas ellas atesoran fuerza, ilusiones y propuestas de construcción del mundo, tenerlas en cuenta es crear un espacio para compartir otros modelos de sociedad y formas de relacionarnos y convivir. La Frontera Sur es una oportunidad para generar espacios reales de acogida y cuidado de la vida, frente a la actual condición territorial de escenario de daños, violación de derechos, desapariciones, explotación y muerte.
Las mujeres tienen sus propios proyectos migratorios, sus propias realidades, que van más allá de la tradicional imagen migratoria en la que “la posición de la mujer se condiciona permanentemente al rol de hija-esposa-madre-víctima, en contra del análisis heroico o del espíritu aventurero con el que se analiza la migración masculina”. La migración para muchas jóvenes y mujeres es una opción estratégica para sobrevivir y huir de los contextos de agresión física, psicológica, sexual o estructural que experimentan ellas, sus familias y sus comunidades.
Las mujeres que llegan a nuestras orillas portan la urgencia de un cambio estructural que asegure la no-exclusión y que resuelva generar propuestas sociales que garanticen una vida digna de toda persona, de toda mujer, de toda “caminadora de territorios”, eliminando las violencias sexistas, los malos tratos, el acoso laboral y las prácticas discriminatorias hacia las mujeres migrantes.
Las expulsiones, las devoluciones, las deportaciones, los encierros, bloquean un derecho universal como es el de la libre movilidad. En un sistema universal que legitima el racismo, el clasismo, el colonialismo, el capacitismo y otras formas de discriminación u opresión, los estados tienden a construir la otredad que llega a sus fronteras desde la diferencia, el peligro o la amenaza. Se fomenta y reproduce, de esta forma, la desigualdad que antepone la condición de persona extranjera susceptible de sospecha a la de persona que ejerce el derecho a la libre circulación y que puede encontrarse en situaciones diversas de vulnerabilidad y/o necesitadas de protección internacional, social y/o jurídica.
En todo este entramado, el género aparece claramente invisibilizado. Sin embargo, la protección de la vida de mujeres que son perseguidas por sus ideales políticos, su identidad-orientación sexual o por haber sufrido distintas formas de violencia de género se reconoce en el contexto internacional y se recoge en convenios, convenciones, conferencias mundiales y leyes. Es impensable, por ello, que los distintos estados que conforman el itinerario de la ruta y el destino no sean garantes de sus derechos fundamentales y que no asuman la responsabilidad de salvaguarda de la población que se encuentra en sus territorios, incluyendo a aquella que está en tránsito.
El Estado español y la Unión Europea han insistido en difundir y reproducir algunas de las violencias que se producen en los países de origen, mientras invisibilizan sistemáticamente aquellas otras desarrolladas durante el trayecto y en destino, y de las que tenemos una responsabilidad directa. Hablamos de violencias que se agudizan ante un perfil determinado de mujer racializada y en una situación socioeconómica desfavorable o de empobrecimiento. Así, la condición de discriminación múltiple, irregularización y no-acceso a pleno derecho con la que recibimos a las viajeras es un punto clave de partida para seguir perpetuando y legitimando otras violencias.
El informe de APDH traza un recorrido por las experiencias de algunas de estas mujeres: Mujeres subsaharianas que esperan en Marruecos para completar su viaje hasta Europa y que sufren detenciones arbitrarias y desplazamientos forzados hacia el sur; mujeres en los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE); trabajadoras agrícolas temporeras, así como las de las porteadoras en Melilla o las de las trabajadoras transfronterizas que siguen sufriendo una situación terriblemente inestable, vinculada a la pandemia y al cierre de fronteras.
(Datos tomados del informe de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía correspondientes a 2021, presentado el día 7 de marzo de 2022. La foto que se acompaña corresponde a la portada del informe, que puede consultarse y descargarse en su web).
Pilar Sarto
Acción Solidaria Aragonesa