BALร N EN PROFUNDIDAD
Nยบ05 NOVIEMBRE _revista digital
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NUESTRO 11
BALÓN EN PROFUNDIDAD I NÚMERO 3
DIRECCIÓN Y COORDINACIÓN Daniel Souto
edición Daniel Souto
redactores Albert Blaya Alberto Graña Christian Sánchez Andrés Sánchez Jordi Cardero Pau de Castro Unai Valverde
diseño Iván De Sales. www.ivandesales.com
Proyecto web
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UN CLUB PRESENTANDO LA LUCHA
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MORAL E INDENTIDAD
12 LA PENÚLTIMA UEFA
DEL CALCIO
16 UNA ISLA DE VIDA EN
EL CAMINO A LA ESPERANZA
22 ENTREVISTA
A AXEL TORRES
28 LA PEOR
CARA DEL FÚTBOL
30 EL PESO DE
SER EL PRIMERO
34 CUMPLIENDO UN
SUEÑO EN TIERRAS INGLESAS
38 PEOR QUE
MIL DERROTAS
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DA L K U R D
UN CLUB REPRESENTANDO LA LUCHA. El fútbol sirve muchas veces como un escaparate perfecto para historias con menos luz en el foco mediático. A través de grandes hazañas, como que un club azerí llegue a la Champions y compita ante los grandes equipos del continente, permitiendo que a partir de sus duelos ante Chelsea, Roma o Atlético de Madrid se conozca su historia y la de su oprimida región en el habitante medio de países occidentales como Inglaterra, Italia o España. Sin embargo, y siempre con el balompié como nexo, en ocasiones toca excavar un poco más para dar con historias igual de ocultas, pero que suponen el día a día para muchos afectados en sus regiones.
TEXTO DANI SOUTO TWITTER @DANIISOUTO
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Nos trasladamos a Suecia, uno de los países con mejor calidad de vida del planeta, para destacar la gran aventura del Dalkurd. A priori, para cualquier aficionado medio, ese club es posible que no le suene de nada, o que apenas sigua el fútbol sueco, pero al igual que el poco conocido Östersunds nos hizo vibrar en su enfrentamiento con el Athletic Club en la Europa League, su historia merece ser contada. El Dalkurd es un pequeño club de la ciudad de Borlänge, en la extensa región de Dalarna –la tercera más grande del país-, en el centro de Suecia y a unos 215 kilómetros de Estocolmo, la capital. En esta pequeña localidad de unos 40.000 habitantes, el fútbol lo dominaba hasta hace unos pocos años el IK Brage -equipo que recibe el nombre del dios noruego de la poesía-, pero el ascenso meteórico del Dalkurd lo ha dejado eclipsado. En el país escandinavo se lleva realizando una política de aperturismo muy significativa desde hace varias décadas. Siempre se ha mostrado como un país receptor de refugiados que huyen de guerras en sus países en busca de un futuro digno. Es el caso, por ejemplo, del pueblo kurdo. Los kurdos representan a la población más extensa de Oriente Próximo sin un estado propio. Tras la disolución del Imperio Otomano en noviembre de 1922 y tras décadas y siglos de luchas en su territorio entre otomanos y persas, los kurdos, que siempre compartieron una identidad, religión -mayoritariamente musulmana-, cultura y lenguas propias, nunca tuvieron un Se estima que la cantidad de kurdos repartiestado de facto que los representara. dos en un espacio geográfico que hoy en día ocupan Turquía, Irak, Irán y Siria suman en En 1920, tras la Primera Guerra torno a unos 40-45 millones de personas Mundial, el pueblo del Kurdistán estuvo muy cerca de poder tener una nación que los representara, pues así lo redactaron las principales potencias vencedoras en el Tratado de Sèvres, que estableció las fronteras de un Kurdistán que, si bien recortaba en buena medida su tamaño, cosa que a la que muchos nacionalistas se opusieron, al no ratificarse nunca dicho acuerdo, finalmente, tras la Guerra de Independencia turca y las presiones de los nacionalistas turcos, se daría lugar al Tratado de Lausana, que cimentó la paz en tierras turcas y delimitó las actuales fronteras de Turquía, dejando al pueblo kurdo en sin un territorio sobre el que asentarse tras el reparto de los Aliados vencedores en la Gran Guerra de las zonas próximas a Turquía y que dieron forma a lo que hoy es Siria, Irak o Irán entre otros países. Desde entonces han sido muchos los intentos y movimientos que promueven la creación del Kurdistán en todos estos territorios, aunque sin éxito más allá de la República de Mahabad, que fue un pequeño Estado kurdo independiente en la zona de influencia kurda iraní, aunque tan solo duró un año en 1946. Más recientemente, en el contexto previo a la Guerra del Golfo, el pueblo kurdo sufrió ataques con bombas químicas por parte del régimen de Sadam Husein en Irak, así como la lucha activa ante los ataques del autodenominado Estado Islámico. Hechos que provocaron tanto en los 80-90 como en el presente, movimientos migratorios importantes en esta zona de Oriente Próximo.
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Fue este éxodo masivo de kurdos en Siria, Turquía, Irán e Irak principalmente hacia tierras suecas lo que pone la semilla de este pequeño club. Uno de estos refugiados kurdos iraquíes, Ramazan Kizil, llegó a Suecia en noviembre de 1989 escapando del régimen de Sadam Husein, y 15 años después, fruto de su afición principal que era el fútbol, decidió fundar el Dalkurd, que toma su nombre de la unión Dal-, en referencia a la tierra donde se estableció el club, Dalarna, y -kurd en clara alusión a su origen kurdo. Kizil siempre fue aficionado a practicar fútbol con amigos y compañeros que compartían sus orígenes, y fruto de esta pasión, tras tener conocimiento de una decisión del IK Brage de expulsar de su fútbol base a un grupo de jóvenes de origen kurdo por mal comportamiento, Kizil se decidió a crear ese club de fútbol, junto a sus compañeros, para dar una oportunidad a ese grupo de chicos. Con la única esperanza de ser un apoyo para todos aquellos exiliados, principalmente kurdos pero sin dejar a un lado a refugiados de cualquier otro origen, fue creciendo un club que hoy en día alcanza sus cotas más altas: la Allsvenskan sueca, su primera división. Tras una serie de ascensos consecutivos, para muchos futbolistas de origen kurdo supone una gran motivación el poder vestir la camiseta del Dalkurd. El escudo del equipo, que aúna los co-
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lores de la bandera del Kirguistán, es el mayor motivo de orgullo para un pueblo que no tiene representación alguna en el fútbol más allá de este club sueco. Para muchos aficionados kurdos, el Dalkurd es como su selección, por ello, tras su importante seguimiento en zonas de influencia kurdas y por kurdos de todo el mundo, llegando a alcanzar el millón de seguidores en Facebook, dos empresarios del mundo de las telecomunicaciones de origen kurdo y multimillonarios decidieron invertir en el club sueco, facilitando su expansión y fugaz crecimiento. Aunque hay que recordar que en Suecia impera la norma del ‘50+1’, por lo que ningún accionista puede hacerse con el control total con el 50% o más de las participaciones de un equipo, al contrario de lo que sucede en el fútbol inglés o español. El club cuenta en la actualidad con una plantilla de lo más variada, con jugadores de origen tan dispar como los propios kurdos o un par de estadounidenses entre otros. Sin embargo, aunque la filosofía del club no sea estrictamente jugar con chicos de origen kurdo, sí quieren que su capitán lo represente la figura de alguien kurda o hijo de kurdos. Es el caso de su actual capitán Peshraw Azizi, un defensa central de 30 años nacido en Sulaymaniyah, al noroeste
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de Irak, que llegó a tierras suecas con apenas 12. Hijo de un peshmerga –combatiente armado kurdo que en la actualidad hace frente al ISISllegó a Estocolmo escapando de las bombas y las luchas armadas en Irak con el resto de su familia. La oportunidad de jugar en el Dalkurd le llegó en 2011, con 23 años, tras haberse formado en el fútbol sueco, concretamente en el Syrianska. La llamada fue irrechazable para él, que lo entendió como una oportunidad perfecta para representar a todos los kurdos del mundo. Muy significativo fue para Azizi la vuelta a Irak en 2017, en una visita en la que constató el apoyo al Dalkurd, donde propios peshmergas seguían por internet al club sueco entre las constantes batallas. Un motivo más de orgullo de un club que representa una lucha, una idea de un país, el Kurdistán, que represente a todo un pueblo oprimido a lo largo de la historia. Una lucha que el club acompaña cada fin de semana en su estadio a miles de kilómetros, y que en su primera temporada en la élite del fútbol sueco no ha podido evitar un descenso tras una intensa batalla por la permanencia, aunque no tan intensa e importante como la que los kurdos realizan en Oriente Próximo ante uno de los mayores peligros del momento presente; el terrorismo islámico.
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MORAL E IDENTIDAD TEXTO JORDI CARDERO TWITTER @JORDICARDERO
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Vivimos encadenados a la esperanza. Nos planteamos unas metas, unos objetivos que cumplir. A veces, nos aferramos a nuestro equipo de fútbol para soñar y no nos ponemos límites. Cualquier club opta a lo máximo, aunque los más grandes quieran crear una oligarquía futbolística para construir muros en lugar de derribarlos. “Yo los vi jugando en Primera División”, recuerda José Luis Navarro.
El Club Deportivo Alcoyano nació y creció en las categorías regionales de la Comunidad Valenciana, pero llegó a disputar cuatro temporadas en la máxima competición nacional. Aunque los recuerdos se disipen en el blanco y negro, este hito es una base a partir de la cual fomentar un sueño. Decía El Arquitecto de Matriz que “la esperanza es la quinta esencia del engaño humano, que es al tiempo la fuente de mayor poder y mayor debilidad”. Pero si no soñamos con nuestro equipo, ¿con qué lo vamos a hacer?
posición, por delante del Real Madrid. Además, fueron pioneros en tener un autobús propio. Algunas décadas después, las élites blancas -junto a otros clubes- se plantean la creación de una Superliga cerrada, donde los participantes se eligen a dedo y el descenso no sea un problema para la subsistencia de sus argumentos económicos. Mientras tanto, los de Alcoi sobreviven, con una relativa comodidad, en 2ªB. Sin embargo, en 2011 regalaron un inesperado ascenso a la ciudad, consiguiendo llegar a la Segunda División superando en la primera ronda, curiosamente, al Real Madrid Castilla en el Santiago Bernabéu, además de Eibar y CD Lugo. A causa del ascenso, el Alcoyano cambió el césped del Collao por primera vez.
Otros tiempos, otro fútbol. “Siempre jugaban los domingos a las tres -explica José Luisíbamos al campo a pie, porque en el autobús no había sitio”. En dirección al Collao, las masas se aglutinaban en un estadio que apenas tenía gradas. Sin embargo, algunas veces José Luis y sus amigos viajaban en la baca del autobús. “Un bocata y al campo”, concluye. Al Deportivo siempre se le ha asociado con la frase “más moral que el Alcoyano”. Algunos la ligan a un partido concreto, pero la realidad es que representa los valores históricos del club. El equipo se forjó un carácter y una personalidad jugando ante los clubes más potentes del país. De ahí, el no rendirse, el luchar hasta el final. En aquellos tiempos, ‘luchar’ o ‘jugar con dos cojones’ se ceñía a la realidad. En campos de césped embarrados, con camisetas con cuello y cordones y zapatillas uniformes.
Como no puede ser de otra forma, El Collao es el complemento perfecto al aura del Deportivo. La casa de los alcoyanos es un estadio especial. Alcoi, anclado entre valles y montañas y conectado por puentes, permite observar el estadio desde una pequeña cima. La mejora del estadio ha sido progresiva. Al principio, solo una de las gradas tenía asientos, mientras que el resto de los espectadores veía los partidos de pie. Aun así, lo más especial son las columnas de la tribuna. No es ni Craven Cottage ni Griffin Park, es El Collao. La 2ªB no es la competición más estética en cuanto a estilo de juego; balones que viajan por el cielo, duelos al borde del precipicio entre centrales y delanteros.. Aficionados futbolistas, no futbolistas aficionados. Ni en El Collao, ni en la Nova Creu Alta ni tampoco en El Plantío se ven las fintas de Leo Messi, los pases de Toni Kroos o los
Tras la Guerra Civil española, el Alcoyano se mantuvo en Primera División durante dos temporadas consecutivas. En la campaña 1947/48, el Deportivo alcanzó la décima
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goles de Antoine Griezmann, pero rebosan los jugadores mileuristas y orgullosos de sentirse lo que son, futbolistas. Personas que, en algunas ocasiones, se sientan con los que están al otro lado al término de los 90 minutos, mientras se sufre más que disfruta. Cuando Football Leaks desveló que jugadores del PSG cobran varios cientos de miles de euros por mostrarse simpáticos de cara a la afición. El fútbol de plástico.
Pocos recuerdan al Deportivo jugando en Primera División, pero desde entonces, la mítica moral ha tenido un legado superior a cualquier éxito deportivo. Nos alejamos paulatinamente de los domingos al fútbol, con los amigos, con la familia, porque tampoco está al alcance de todos poder ir a ver a tu equipo. Aunque sí habrá un fútbol que se resista al cambio de esencia. El de la moral e identidad, porque la victoria, a veces, no es lo más importante.
Sobre la mesa de las élites está la propuesta de la creación de la Superliga. Si hay algo que hace especial a la Champions League son las eliminatorias, las finales agonizantes o las sorpresas. Se llega por méritos propios, aunque los condicionantes económicos agudizan, cada vez más, la diferencia entre grandes y humildes. ¿A quién no le gustaría ver cada fin de semana un Milan-Liverpool, Chelsea-Real Madrid o PSG-Barcelona? Pero nunca contaría con lo que hace especial a la Copa de Europa: el cuándo y el cómo. Decía Svetlana Aleksiévich que “nuestra memoria está lejos de ser un instrumento ideal. No es solamente arbitraria y caprichosa, sino que, además, está encadenada al tiempo”.
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LA PENÚLTIMA UEFA DEL CALCIO.
TEXTO CHRISTIAN SÁNCHEZ TWITTER @DELABLANCA10
La conjunción ‘y’ que liga los términos ultras y fútbol cada vez tiene menos cabida en la sociedad actual. Sin embargo, hubo un tiempo donde el fútbol no se podía entender sin ese grupo de personas que salvaguardaban una moral y actos de innumerables índoles bajo el apoyo a un equipo.
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os ‘Irriducibili’ han sido y son los fanáticos seguidores del Lazio que tantas veces han salido en portadas de periódico y cabeceras de informativos. Las presiones en el conjunto azulado de Roma siempre han existido desde el grupo ultra hacia el conjunto, tanto que hasta se han llegado a detener encuentros por dichos motivos. La penúltima final de Copa de la UEFA con presencia italiana enfrentó a dos equipos del país transalpino, siendo uno de ellos la Lazio. Hasta el Parque de los Príncipes se trasladaron un gran número de aficionados y fanáticos ultra del conjunto capitalino, como también un grupo bastante amplio de interistas. Sin embargo, la mirada de las instituciones políticas italianas hacia todos los actos xenófobos, racistas y de todo tipo protagonizado por este grupo ultra siempre han sido tratados con cierta condescendencia. Los ‘Irriducibili’ reciben una herencia fascista que se fraguó en 1929, cuando El Duce se hizo socio del club. Por distintos factores, aún no han podido ser reducidos, siendo uno de los principales grupos ultra del viejo continente. Sin embargo, en aquella final, los deseos de ver al equipo de las águilas levantando el entorchado europeo se redujeron a cenizas. La final de la Copa de la UEFA 1997/1998 fue una de las grandes fiestas para el Calcio italiano a nivel internacional, ya que enfrentó en la final a Lazio e Inter de Milán. Como ya sucediera con Juventus y Fiorentina en la 89/90, con Inter de Milán y AS Roma en la 90/91 o con Parma y Juventus en la 94/95; la final de la Copa de la UEFA 97/98 reunía a dos equipos italianos en una final de la UEFA, pero con una diferencia fundamental: esta final fue la primera de la competición que fue a partido único.
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El Calcio italiano comenzó a destacar en esta competición a finales de los años 80, cuando el Napoli consiguió llegar a la primera final de la UEFA para un equipo italiano. Desde la temporada 88/89 hasta la 95/96, todas las finales de Copa de la UEFA disputadas tuvieron en sus enfrentamientos algún equipo del Calcio, incluso algunas veces los dos finalistas fueron italianos. Tras la final de 1996 entre el Bayern de Múnich y el Girondins Burdeaux, en las tres siguientes finales volvieron a aparecer equipos de la Serie A.
Parma y Olympique de Marsella se enfrentaron en la final de la UEFA del año 1999. Tras aquel encuentro, en el que el equipo italiano se proclamó campeón con un abultado 3-0 en el marcador. Ningún equipo transalpino ha logrado acceder a otra final de la UEFA o, mejor dicho, de la ahora Europa League. El Estadio Olímpico de Luzhniki, acogedor de esa final de 1999, fue el último estadio que pisaron los equipos italianos en una final de la UEFA.
El Inter arrasó en la 97/98 La final de la temporada 97/98 significó una nueva machada del Inter en Europa. Tras una Serie A en la que acabaría segundo por detrás de la Juventus, el conjunto de Luigi Simoni dio un recital al contragolpe en la final de la de la Copa de la UEFA ante la Lazio de Sven Goran Eriksson. Los capitalinos tan solo pudieron optar a clasificarse en 7º lugar, logrando plaza para la Copa Intertoto esa temporada en la Serie A. Además, los laziales también perdieron la final de la Copa de Italia ante el Milan, por lo que ganar la UEFA se convertía en la única posibilidad de título para ambos conjuntos finalistas.
Zanetti fue un verdadero pulmón para el Inter como carrilero izquierdo. Dio salida a una gran cantidad de balones por la izquierda, forzó numerosas faltas y recuperó muchos balones en trabajo defensivo, pero la actuación del jugador argentino no se quedó ahí. Ya avanzado el segundo tiempo del encuentro Ronaldo lanzó una falta lejana al centro del área de Marchegiani. Zamorano cazó el cuero en el segundo palo y lo cabeceó hacia la frontal del área desde donde Zanetti conectó con un fortísimo disparo que se coló por la escuadra izquierda de la portería tras golpear ligeramente el larguero.
Desde el primer momento se pudo observar cómo los dos hombres más adelantados del Inter, Zamorano y Ronaldo, poseían claras facilidades para realizar desmarques entre los centrales laziales Negro y un jovencísimo Nesta. Así llegó el primer gol del partido. Zamorano realizó un buen desmarque a la espalda y entre los centrales para aprovechar un balón largo desde campo propio y definir con gran frialdad ante el meta de la Lazio.
El segundo gol fue un auténtico palo para los de Sven Goran Eriksson, que no cejaron en su empeño de atacar e intentar recortar distancias en el marcador. El técnico sueco realizó algunas sustituciones con la intención de anotar el primer gol y meter el miedo en el cuerpo a los de Luigi Simoni. Aquella decisión fue como lanzar una moneda a cara o cruz: podría salir cara y recortar distancias en el marcador o podría salir cruz y que el Inter volviera a cazarles a la contra. La moneda cayó del lado interista.
La final comenzó y los de Luigi Simoni ejecutaron su plan de contragolpe. Con un claro sistema 5-2-1-2, el Inter se replegó atrás para cazar a la Lazio en rápidas acciones a la contra.
Los de Sven Goran Eriksson se repusieron bien tras el gol de Iván Zamorano. Dominaron el partido, la posesión; más por desprecio del balón por parte interista que por trabajo de presión de los laziales. Sacaban el balón jugado, con la variante de mandar balones largos para que los pudiera aguantar Casiraghi y que Mancini pudiera inventar algo. Grandoni y Favalli fueron más carrileros que laterales al uso tras el gol interista. No se complicaban ante la presión del Inter y en defensa adoptaron un 4-4-2. Así con todo, Pagliuca trabajó poco o nada durante la primera mitad del partido, en la cual un joven Nedved brilló por su ausencia en la Lazio.
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Una pérdida de la Lazio en banda izquierda, con el equipo muy adelantado en posición atacante, desembocó en una nueva contra del Inter, que resolvió Ronaldo tras driblar perfectamente al portero. Hay que decir que el pase que habilita a Ronaldo para anotar el gol se realiza con el brasileño en posición de fuera de juego, pero ese detalle no obvia para nada el recital al contragolpe del Inter de Milán en aquella final. Aquel título salvó una temporada que parecía en blanco para los de Luigi Simoni y les coronó con su tercera Copa de la UEFA.
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F. C . L A M P E D U S A S T. PA U L I
UNA ISLA DE VIDA EN EL CAMINO A LA ESPERANZA
La importancia del fútbol va mucho más allá de ser una actividad física. Cada fin de semana, este deporte conocido en muchos lugares del mundo como “el deporte rey”, paraliza las calles. Su importancia social es notable y por eso puede (y debe) ser ejemplo de una buena sociedad. Por desgracia, muchas veces estamos muy lejos de lo uno y de lo otro, pero por suerte, aún quedan síntomas de una posible mejoría, y uno de estos elementos de ansiada esperanza se llama F.C Lampedusa St. Pauli.
TEXTO ALBERTO GRAÑA TWITTER @BERTOGRANHA
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en sí mismo un medio de comunicación. Cada gesto, cada insulto o cada incitación al odio está siendo visto por millones de personas, desde las más grandes a las más pequeñas, siendo un motor en la educación de un sector grande de la sociedad. Y como buen motor, no hay ningún elemento mejor que pueda servir para arrancar las reivindicaciones de una sociedad que luche porque todas seamos iguales, todas tengamos los mismos derechos y todas vivamos con las mismas libertades.
Algunas y algunos dicen que el fútbol son 22 personas detrás de un balón. Otras y otros arriesgan por apostar que el fútbol es el opio del pueblo y que su importancia es mucho mayor de la que debería en la sociedad. Que los futbolistas ganan cantidades de dinero tremendamente excesivas si lo relacionamos cualquier trabajador. Y a ninguna ni a ninguno le falta razón. Sin embargo, hay un componente común entre los devotos del balompié y los que lo condenan: mientras lo veneran o critican, están hablando de él. Su popularidad a nivel mundial es indudable y en cada esquina del planeta habrá una aficionada o aficionado al deporte que algunos consideran rey.
En este contexto, siempre complicado puesto que es más fácil hablar que actuar, la esperanza no está perdida. Muchos dicen que es lo último que se pierde, y es totalmente cierto. Si decimos que en el año 2018 la sociedad de clases todavía sigue impuesta no estamos mintiendo a nadie. No todo el mundo tiene derecho a un trabajo ni a una vivienda digna y muchas personas, teniendo una vida en su lugar de nacimiento, deben huir en busca de la vida, ni más ni menos. La vida. “Que se vaya para su país” o “vienen a quitarnos el trabajo” son quizás dos de las expresiones más repetidas e injustas en esta sociedad. Raza, cultura, color, religión, orientación… ¿tan complicado de entender es que somos personas?. Como decíamos antes, por suerte todavía hay pequeñas señales de esperanza en el mundo en general y en el fútbol en particular.
Las injusticias que se suceden día a día en el terreno social son deprimentes a ojos de los derechos humanos. Si el “avance” hacia una sociedad mejor se está produciendo… ¿Cómo es que todavía se rechaza a una persona por su raza? ¿Por qué hay personas que siguen sin respetar las orientaciones sexuales de cada individuo? ¿Qué es lo que pasa cuando la violencia verbal o física intenta detener las libertades de los seres humanos? Estas son algunas de las preguntas que cada una deberíamos hacernos en un ejercicio de tolerancia y respeto. Y seamos sinceras, todavía nos queda un camino infinito por mejorar. La ventaja del fútbol es que está en boca de casi todas y esto otorga una gran exposición de cara a la opinión pública. Un deporte debe otorgar a la gente valores como el compañerismo o la empatía, siendo este segundo uno de los valores más importantes para formar esa nueva sociedad igualitaria de la que tanto nos vanagloriamos y que tan poco demostramos.
En la burbuja económica que vive hoy en día el fútbol, lleno de contratos con cifras prohibitivas, su marca como elemento propagandístico no debería pasar desapercibida. Si hacemos un viaje por el continente europeo y nos trasladamos en concreto al sur de Italia, podremos encontrar un lugar de mucha importancia. Un punto de referencia social en el que muchas se sienten libres aunque sea por unos instantes. Lampedusa, una pequeña isla perteneciente
El fútbol es mucho más que un deporte y lo es por un componente que debería ser clave: es
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taciones en honor a la libertad y los derechos de la gente siguen siendo muy comunes. De hecho, el marrón de su equipación no tiene un significado cualquiera. En los años de su fundación, los diferentes trabajadores que iban a disfrutar de su deporte favorito, lo practicaban muchas veces sin poder cambiarse la ropa tras el trabajo, ropa que tenía como tono principal el marrón.
al Mar Mediterráneo, es el punto en el que muchos refugiados se apoyan, sobre todo pertenecientes al continente africano por su gran cercanía. Gente a la que se les ha arrebatado de alguna forma su libertad, privándoles de su familia, hogar y amigos, y que no tienen otra opción que marcharse de su propia casa para sobrevivir. En esta ruta que realizan, siempre dolorosa y llena de miedos, los trayectos son muy diferentes y el destino también. Pero hay un viaje muy común desde esta isla italiana, que tiene como punto de referencia Alemania y si somos más exactos Hamburgo.
Un barrio, en definitiva, en el que las diferentes culturas se mezclan para enriquecerse. Pero este contexto futbolístico, reivindicativo y social no ha sucedido por casualidad. El barrio de St. Pauli es un lugar que apuesta por la integración social y en donde los colectivos oprimidos por los valores todavía imperantes en la sociedad, se pueden sentir con apoyo. De este modo, son muchos los refugiados que llegan a Hamburgo conocedores de esa apertura de brazos del barrio de St. Pauli, en el que los valores de lucha igualitaria se transmiten mucho más allá del césped. Son valores que sus aficionados prolongan en el tiempo, en busca de una sociedad diferente. Por eso, y ante la complicada situación de esas personas que luchan por encontrar una nueva vida digna, la empatía se apoderó una vez más del barrio alemán. Alrededor del año 2013 nació el ilusionante proyecto F.C. Lampedusa Hamburgo, con el fin de ayudar a muchas de esas personas que emigraron de su tierra, apostando por un futuro ciego y esperanzador.
La persona muy aficionada al fútbol, si va hilando la historia ya puede ver por dónde van los tiros, sin embargo es una historia tan bonita que no puede ser olvidada jamás. Todo este texto hasta el momento ha sido una especie de reivindicación de la libertad que debería haber en una sociedad “perfecta” en la que nadie sufriera rechazo. El cóctel protagonizado por la lucha y el fútbol tiene como resultado un barrio y un equipo: el F.C. St. Pauli. El conjunto de la ciudad portuaria de Hamburgo es un club con un alto grado de activismo social y político siendo casi impensable en el fútbol actual. Se identifican como un equipo de izquierdas que está en contra de cualquier movimiento fascista, xenófobo, racista, homófobo o sexista. A favor de que la libertad se pasee cada día por el Millerntor-Stadion o por cada una de las esquinas de las calles de este barrio de Hamburgo.
Algunas mujeres de este barrio alemán decidieron intentar poner solución a las injusticias que sufrían muchos jóvenes con los que se cruzaban cada día, iniciando este proyecto ilusionante para ellos y grandioso para la humanidad, en un gesto de gratificante generosidad. Estas mujeres, entrenadoras de diferentes secciones del F.C. St. Pauli, ayudaron a los
El barrio de St. Pauli siempre tuvo una gran mezcla cultural, lo que originó su rápida apertura de mente. Frente a un mundo todavía muy cerrado, los “Piratas del Elba” imponen una filosofía que está a favor de las personas y de la justicia social. Los cánticos de su afición no se quedan solo en el verde y las manifes-
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un deporte en el que 22 personas corren detrás de un balón. El fútbol es a día de hoy un canal comunicativo para enseñarle al mundo los valores de la sociedad y ejemplos como este reconfortan. La empatía en el mundo no está generalmente muy repartida, pero en Hamburgo se concentra en masa.
migrantes que llegaron desde el sur de Italia. El barrio y el club se movilizaron con diferentes iniciativas para hacer eco de su situación y para prestarles toda la ayuda posible a los más de 300 migrantes procedentes en su mayoría del continente africano. Finalmente, en el año 2016 y en el partido amistoso que enfrentaba al F.C. St. Pauli frente al Sevilla F.C., el conjunto alemán aprovechó la ocasión para oficializar que el F.C. Lampedusa Hamburgo pasaba a formar parte de las secciones oficiales del equipo, originándose el F.C. Lampedusa St. Pauli, en una bella fusión, muestra de lucha contra las injusticias sociales.
Lampedusa es una isla generadora de esperanza para muchos, con billete directo hacia Alemania. La esperanza es lo último que se pierde, y ejemplos como este multiplican las opciones de seguir creyendo en la buena voluntad. ¿Cómo te sentirías si tienes que abandonar tu vida dentro de 10 minutos? Imagínate que de un instante a otro tu forma de vida pega un giro completo.
Por desgracia, la políticas migratorias en Alemania son muy estrictas y algunos sufren presiones para ser deportados. Pero lo que es innegable es que la ilusión y el trabajo por la igualdad de estas iniciativas en el deporte se plantean como fundamentales a la hora de encontrar esa sociedad idílica. Debemos entender, como así lo hizo Nelson Mandela, que “privar a las personas de sus derechos humanos es poner en tela de juicio su propia humanidad”. Corrigiendo la forma de entender el mundo seremos capaces de lograr un cambio.
Si queremos hablar de una sociedad justa, debemos entender que la libertad de expresión, la no violencia y la empatía tienen que jugar un papel fundamental. Las personas más pequeñas deben entender el fútbol como un deporte lleno de valores positivos y muy lejos de movimientos en los que violencia tenga cabida. Los ejemplos están ahí y el F.C. Lampedusa St. Pauli es uno de ellos. En un ejercicio individual piensa: ¿la vida de un ser humano vale más que la de otro? Entender el mundo como concepto global en el que exista realmente la libertad es posible. Depende de muchos factores y quizás el más importante sea el político, pero el esfuerzo no puede quedar en palabras. La sonrisa de las personas no debe negociarse, y por este equipo no será. Su lema lo deja claro: “Estamos aquí para jugar, estamos aquí para quedarnos”.
En Alemania no solo hay un equipo de fútbol que disputa competiciones locales sino que hay un barrio que lucha y vive por sus habitantes. Un barrio que está unido a la lucha contra los movimientos opresores y que encuentra en el fútbol un movimiento social y reivindicativo. De ahí que el fútbol no solo sea
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“El fútbol no nació ni para ser una industria ni para ser un espectáculo”
TEXTO JORDI CARDERO TWITTER @JORDICARDERO
Llueve en Gràcia en una mañana ya lejana al calor del verano. Nos reunimos con Axel Torres en el barrio que vio nacer al Club Esportiu Europa, uno de los fundadores de la liga española que hoy disputa sus partidos en Tercera División. Axel nos recuerda que el fútbol no solo son cámaras, focos y miles de aficionados. Reflexiona sobre el camino que está tomando el fútbol, el Periodismo y los debates infinitos sin aparente solución.
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¿Qué haría Axel Torres con los filiales españoles? Una cosa es lo que yo haría o el que me gustaría y otra cosa es con lo que me encontraría si estuviese en mis manos. Cuando presides una federación tienes que mirar por equilibrar los intereses de todos. No puedes ir a degüello contra los equipos grandes porque no durarías en el cargo. Tienes que intentar mantenerte en el cargo para que la reforma que quieras hacer sea duradera. ¿Qué crees que sería mejor para la mayoría? Mi ideal es que los equipos dependientes no compitan contra ningún primer equipo. Mucha gente sale con el argumento de que los jugadores jóvenes tienen que competir contra gente mayor y que si le sacas esto se resentiría el nivel del fútbol formativo, o a nivel de selección nacional. España tuvo mucho éxito y es el país donde los filiales llegan a un mayor nivel. Portugal lo ha copiado y algunas ligas quieren hacerlo. Para la formación de los jugadores es lo mejor, pero para la salud de la cultura futbolística del país, no. O lo equilibras o te decantas. ¿Qué priorizarías? Lo segundo. Para mí el fútbol es una cuestión cultural, de identificación.
Terminaríamos viendo una Segunda llena de filiales. Estar en el fútbol profesional es un salvavidas. Si no lo estás, tienes muchas dificultades para subsistir. Muchos clubes se encontrarían en esta situación. Habría fútbol profesional únicamente en veinte o treinta ciudades españolas. En las otras, la gente aún se haría menos de ese equipo, los equipos tendrían menos recursos para formación, instalaciones… Es fundamental que haya equipos importantes repartidos por el territorio, que toda la gente pueda tener equipo que juegue competiciones atractivas. Si no es así, el fútbol corre el riesgo de convertirse en un espectáculo que tenga poco a ver con su idea fundacional: que la gente juegue en una comunidad, con amigos, vecinos que se juntan y su alrededor los vaya a ver jugar. Que los que juegan y los que los van a ver tengan una conexión. Eso tampoco lo veríamos en una hipotética ‘Superliga Europea’. Exactamente. Lo que no puede ser es que un equipo de fútbol llegue un momento en el que no tenga posibilidad de jugar la Champions League. Todos aspiramos al máximo, incluso los que somos aficionados de equipos pequeños: ascender, hacer buenos fichajes, quedar entre
“Para mí el fútbol es una cuestión cultural, de identificación.”
Pep Guardiola siempre ha defendido que los jóvenes tienen que curtirse ante jugadores experimentados. Si lo cedes al Sabadell o el Cornellà se encontrarán en la misma situación. Su ecosistema también les obligará a dar un paso adelante, los compañeros serán veteranos. Son situaciones que se encontrarán cuando suban a un primer equipo. La política de cesiones puede suplir este asunto. Pero hemos visto infinitas cesiones en el fútbol inglés, como en el caso del Chelsea. Aunque últimamente las categorías inferiores inglesas han disputado buenos torneos. Lo ideal no es hacer desaparecer los filiales, sino crear una competición que podría ser muy atractiva. Y cuando se considere que los jugadores ya han superado ese eslabón, pero que no están preparados para el primer equipo, cederlos. Sería la mejor solución. En categorías como 2ªB, algunos equipos puedan hacer fichajes de cinco millones de euros cuando nadie paga traspasos, los jugadores llegan libres. La desigualdad también existe en primera, sí, pero es entre recursos generados por el propio equipo. Si el fútbol sigue la dinámica actual, más ingresos televisivos y menos público en 2ªB, lo normal es que cualquier equipo de 2ªB destinando parte de su presupuesto puede ascender a su filial a Segunda División. Tendría una ventaja competitiva enorme.
los cuatro primeros y jugar un día la Champions. Hay ejemplos de equipos que no parecía que podían hacerlo y lo consiguieron. Si tú les arrebatas este sueño, ¿para qué iremos al campo? A mí me parecería terrible, sería el fin del fútbol tal y como lo conocemos. Un cambio que sí se ha producido es el del VAR, ¿cómo lo valoras? No es perfecto. El Mundial le hizo un gran favor. La campaña para convencer de la introducción fue muy buena hasta la final, que le hizo mucho daño. El partido más importante de los últimos cuatro años, que lo ve todo el mundo, se produzca una decisión de VAR que, en teoría, va en contra de la esencia del VAR. Solo puede intervenir en jugadas claras. Hay jugadas interpretativas, como el penalti del 2-1 de Francia a Argentina. Si hay debate, el VAR no puede entrar. Es tan evidente que no es clara, como que el árbitro está dos minutos para decidirse. Mejorará la justicia en el fútbol, pero aún hay gente que no sabe cuándo interviene. Y esa es una de las razones por las que el VAR no se aplica, por ejemplo, en la Premier League. La cultura inglesa es la más tradicionalista. Creo que a
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nadie le sorprende que delante de una novedad mundial, Inglaterra sea conservadora. Es algo culturalmente intrínseco. Inglaterra es un sitio donde cuidan mucho los detalles. Y se ve reflejado en la disponibilidad de tener las mismas cámaras en Old Trafford y en Burnley, por ejemplo. Tienen que existir unas condiciones excelentes. La aplicación en España es buena, pero en la práctica la gente tiene que entenderlo. ¿El periodismo es un oficio? Comienza siendo una vocación. Sientes la necesidad de comunicar, pero hay varias fases. El primero es desearlo, soñarlo. Hay una segunda fase en la que llegas y das los primeros pasos, de extrema ilusión, de querer mantenerte y seguir creciendo. Y una tercera fase en la que ya estás consolidado, donde no puedes mantener la voracidad inicial, hay cosas que ya no son iguales. ¿Qué cambia en la tercera fase? El reto es cuando se convierte en un trabajo. Quizás ahí no irías a comentar ‘x’ partido en lugar de ir a hacer otra cosa, como ver al Sabadell, por ejemplo. Por eso es un trabajo, te pagan por hacerlo. El reto es mantener la pasión, que no se convierta en monótono. Y los mejores son esos, los que mantienen la pasión. ¿Qué destacarías de ese grupo de periodistas? Por ejemplo, de Maldini yo destacaría mantener la pasión. Yo llevo 18 años y es imposible tener el mismo grado de ilusión que cuando empiezas. Al principio, lo ves muy lejos, no se te puede acabar la pasión. Pero es el reto principal de una carrera larga. Puedes dar por sentado algunas cosas: que seguirás allí, que has hecho lo posible para llegar y quedarte, tomártelo con más calma… La dificultad es esa. ¿El viaje a Islandia fue un punto de inflexión? El libro explica unas sensaciones que no son realmente
nuevas. Islandia me da la oportunidad de explicarlas. No me doy cuenta de que la pasión por la profesión se está alejando, porque nos vamos a cosas tan grandes… La reflexión es muy profunda, sobre todo en el capítulo en el que tengo una discusión con Víctor. Sobre cómo nos condiciona la audiencia, cómo se percibe el producto y cómo nos alejamos de él. La contaminación del foco. Fue un viaje muy inspirador, una pausa para ordenar ideas. ¿Cómo se tienen que adaptar los medios de comunicación a la sociedad? Es un buen debate, un debate eterno. El periodismo puede dar a la gente lo que quiere o trabajar para modificar la cultura, los gustos, los intereses… Educar, en cierto modo. Soy más de esta segunda opción, pero ¿quién es el periodista para educar? El periodismo tiene que esforzarse para ofrecer productos que culturicen, aumenten la inquietud de la gente, aumenten su conocimiento… Y luego está el entretenimiento. Periodismo y entretenimiento se puede alternar. Y el entretenimiento no tiene porqué generar ruido o malos entendimientos. Al fin y al cabo, es una cuestión económica de las empresas comunicativas. Lo más fácil es dar a la gente lo que quiere. Las televisiones públicas deberían tener un objetivo divulgativo evidente, su fin no debería ser la obtención de beneficios. ¿Han aumentado los fanatismos o es lo que nos hace pensar el auge de las redes sociales? La gente era fanática antes de que existiesen las redes sociales, lo que han provocado es una retroalimentación. Si alguien es mucho de un equipo, pero no es un paranoico que piensa que todo el mundo va contra él y sigue varias cuentas de Twitter, algunos que sí son fanáticos empiezan a sacar frases de alguien en concreto que pueden dar la sensación de que algún periodista va en contra de un equipo.
EL FARO DE DALATANGI Una pregunta, el anhelo de huir y la admiración casi obsesiva por lo desconocido llevaron a Axel Torres a dejarse convencer por un joven periodista, Víctor Cervantes, para emprender una aventura por tierras islandesas. En la isla, entre paisajes glaciares y remotos estadios de fútbol, ambos buscarán reconciliarse con sus vidas. Un dentista que meses después guiaría a esta pequeña nación con más ovejas que habitantes a una inolvidable gesta futbolística les ayudará en su cometido. comprar
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Un efecto dominó. Si eso lo promueven varias cuentas y llega a más gente, aunque esta no sea una fanática, se puede instalar la idea, incluso entre este público, de que el periodista va contra un equipo. Y se convierte en una verdad casi absoluta dentro del ecosistema de ese equipo. Antes de las redes sociales, no se propiciaba tanto. Las redes aumentan el fanatismo, pero también en la política, en todo. ¿Se crean realidades paralelas? Sí. Mucha gente está absolutamente convencida de que soy del Barça. Otra que soy del Madrid. Ambos están convencidos de cosas totalmente contradictorias. ¿Cómo se vive personalmente? A mí me afecta más que a una persona con un carácter más fuerte. Falta la verdad, que es algo absolutamente decisivo, el primer mandamiento. Yo no sé mentir. Tengo un compromiso ético con la verdad, no solo en los medios. Me pregunto a veces cómo he sido capaz de transmitir mi opinión o de qué equipo soy. He sido muy transparente. Como comunicador te frustra, porque el objetivo es que el mensaje veraz sea asumido por el receptor sin que dude del mismo. ¿Te condiciona en el producto que ofreces? Si a ti te llega que en las redes se ha montado un tinglado porque has dicho algo y todo el mundo piensa que eres de algún equipo, como te hace tanta rabia que algo que no es verdad se haya instaurado como algo que sí que lo es, puede que en el próximo partido que narres de ese equipo estés condicionado indirectamente para equilibrarlo en jugadas dudosas. ¿Inconscientemente? Enfatizas un mensaje más de lo que harías si no te hubiese llegado para que quede claro, porque quieres justificar que tú no eres anti nada. Y después te pasa también al revés. Lo mejor es prescindir. Tengo restringido Twitter en el móvil para no poder entrar. Solo puedo entrar desde el ordenador del trabajo. Y aun haciendo este esfuerzo, te acaba llegando.
Mucha gente está absolutamente convencida de que soy del Barça. Otra que soy del Madrid. Ambos están convencidos de cosas totalmente contradictorias.
Nietzsche una vez dijo que Dios había muerto, ¿crees que el fútbol también ha muerto o simplemente evoluciona? No esperaba que me hablases de Nietzsche [Ríe]. El fútbol no ha muerto, se sigue jugando. Pero corremos el riesgo de que el fútbol esté más cerca de su esencia fundacional en partidos que ven muy poca gente que en los que ve mucha gente. Y es un problema, porque puede instalar la idea de que el fútbol es aquello que ve más gente. El fútbol como tal seguirá existiendo mientras se juegue. En cualquier lugar. Pero como fenómeno cultural o sociológico corre el riesgo de ser mal percibido. ¿El fútbol es cultura o nos ayuda a conocer culturas? Ambas cosas. A partir de seguir el fútbol te interesas por equipos, por sus aficionados. Por sí mismo es cultura. Los juegos grecorromanos o las competiciones de caballos de Siena que se hacen desde la época medieval son cultura. Es un fenómeno cultural, pero también te ayuda a conocer culturas. ¿El fútbol es de la gente? Absolutamente. ¿De quién sino? Es ir con tu padre o con tus amigos el domingo a ver a tu equipo de tu barrio o de tu ciudad. Que después de la escuela te lleven a entrenar porque es el equipo que vas a ver los fines de semana. Es hacer una pachanga durante las vacaciones. Indiscutiblemente que el fútbol es de la gente. Llevar el fútbol a los Estados Unidos es alejarlo de los aficionados. Estamos en un momento en el que se ha confundido qué es el fútbol. Si el fútbol es la industria del espectáculo, llevarlo fuera es una magnífica idea. Conseguir el máximo beneficio posible para los clubes profesionales, tener más ingresos. Incluso podría ser una magnífica idea hacer esto en solo un partido si realmente todo el dinero se destinase a que el fútbol en toda su globalidad mejorase en el territorio español. En que la 2ªB no fuese semiprofesional, que nadie tuviese problemas para cobrar, que las instalaciones fuesen buenas, que creciese el fútbol femenino… Si el dinero es solo para la industria, es una muy mala idea. Al fin y al cabo, el dinero termina siendo importante. Si se televisara toda la 2ªB y Tercera, que vale dinero, serviría para que la gente siguiese a sus equipos. La gente se hace de los equipos grandes porque cuando su equipo juega fuera de casa, no puede verlo. Si parte importante de este dinero estaría destinado así, yo estaría dispuesto a hacer concesiones. Para conseguir un objetivo, tienes que jugar tus cartas. Es como en la política ¿la revolución se hace rompiéndolo todo o reformando el sistema desde dentro? Es el debate de toda la vida de la izquierda. Es que el fútbol no es únicamente la élite. El fútbol no nació ni para ser una industria ni para ser un espectáculo. Nació para jugarse. Más tarde surge el público espectador. Y en última instancia la industria se da cuenta que puede hacer negocio, pero esa no era la idea inicial.
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M A M A D O U
S E Y D I
LA PEOR CARA DEL FÚTBOL Un insulto decantó la balanza. Con la cabeza gacha y el ánimo enfurecido, Mamadou Seydi abandonó el terreno de juego antes de que finalizara el partido entre el Terrassa FC y el Moià, equipo al que pertenece.
TEXTO ALBERT BLAYA TWITTER @BLAYASENSAT
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“NO SE QUEDA EN EL CAMPO, NUNCA. QUE PUEDAS NO LLEVÁRTELO A CASA DEPENDE DE LA FORTALEZA PERSONAL, ES ALGO QUE ACABAS NORMALIZANDO Y DESARROLLAS TUS PROPIAS HERRAMIENTAS DE DEFENSA” ELÁ EYENE No se considera una persona violenta, fue por eso que tras oír como un impresentable le gritaba “Cola Cao” en referencia a su color de piel, decidió abandonar su fiel amiga y compañera, la portería, para que quien custodiase los tres palos no fuera otro que el amargo silencio. El partido se suspendió porque Mamadou se plantó, no porque hubiese quien le insultaba impunemente desde la grada. Los 21 jugadores restantes acudieron, cabizbajos, a apoyarle, pero el fútbol seguirá su curso, el racismo también.
lema es terriblemente cierto. El fútbol es el reflejo de una sociedad que normaliza el racismo, la homofobia y el machismo. “En el fútbol hay el mismo grado de racismo que en el instituto o en el día a día, es un reflejo de la sociedad”. Como una esponja que lo absorbe, el deporte rey se alimenta de absolutamente todo. No hay filtros. El pasado curso el colombiano Jefferson Lerma denunció tras el partido insultos racistas por parte de Iago Aspas. El de Moaña se excusó con una norma no escrita que impera en el fútbol desde sus inicios: “lo que pasa en el campo, se queda en el campo”. Como si el rectángulo de juego fuera una zona de culto a todo aquello que el mismo fútbol lucha para erradicar. Un sinsentido típico de este deporte. Mamadou Seidy confirma ese absurdo mantra futbolístico. “Sí, en el campo hay muchos insultos racistas, pero no le doy mucha importancia, las revoluciones son muy altas y es comprensible”. Hasta aquí llega la aceptación de lo inaudito. Una situación que parece girar en bucle y a la que no parece haber solución. “No se educa a los padres, van al fútbol sin pensar en sus hijos”, explica Mamadou. Falta pedagogía en el fútbol, educar, no solo a los niños, sino transmitir esos valores a los padres que acuden a los campos.
Jugando al fútbol desde los 7 años el racismo siempre ha formado parte de su fútbol. Mientras los más altos estamentos del fútbol pregonan con el “Say no to racism” los más pequeños, aquellos que practican el fútbol más genuino, se ven indefensos ante la verborrea del público y de los jugadores. “Faltan mecanismos de control, más mano dura. En muchas ocasiones el árbitro no señala en el acta lo ocurrido y si lo hace nunca tiene consecuencias importantes”. La normalización del racismo, la aceptación de que es algo inherente al fútbol, como un mal menor, algo incontrolable que siempre depende de “unos cuantos” y no de todos. Su paso por las categorías inferiores del Sagrada Família, Nàstic de Manresa, Navarcles o Moià, entre otros, corrobora este cáncer que se ha convertido, poco a poco, en la misma cara de la moneda.
“No se queda en el campo, nunca. Que puedas no llevártelo a casa depende de la fortaleza personal, es algo que acabas normalizando y desarrollas tus propias herramientas de defensa”, así se expresa Elá Eyene, exfutbolista ecuatoguineano nombrado mejor jugador del mundo Infantil en la Nike Premier Cup de 1996 cuando tenía 14 años. Para los que lo sufren, como Mamadou, nunca queda en el campo. Su historia, como la de muchísimos otros, es la de un relato de silencio, de resignación y de una lucha que debería ser algo más que mero simbolismo. El racismo se combate desde la acción, cortándolo de raíz. “Ser racista es ser un ignorante”, concluye. Cuánta razón tiene.
Dani Alves optó por retratar con humor a los que le lanzaron un plátano en El Madrigal (2014) cuando jugaba en el FC Barcelona. Antes de servir un córner, agarró la fruta y se la comió como si nada. El brasileño siempre ha sido de crear imágenes para el recuerdo con naturalidad, forma parte de su idiosincrasia. “Siempre respondo con humor, con ironía, es la mejor forma de contestar la ignorancia”. Aunque aquel día en Terrassa no fue así. Los insultos, reiterados, llegaron a ponerle en una encrucijada. “Sabía que si no iba a acabar mal, llegué a mi límite”. Lo sucedido, lejos de servir de precedente, quedó en una anécdota. No hubo sanción. El fútbol es el deporte “de todos”, desgraciadamente este 29 8
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EL PESO DE SER EL PRIMERO TEXTO PAU DE CASTRO TWITTER @DECASTROJEP
Hay muchas maneras de ser el primero en algo sin que esto signifique alguna cosa positiva. Y en esta dualidad no hay mejor ejemplo que el colegio. Quién no disputó mil batallas durante su niñez para ser el primero de la fila para después sacar tu lado más observador ante la escena familiar de un pájaro con sus descendientes cuando tocaba ser el primero en exponer un trabajo. Ser el primero puede suponer una serie de cosas buenas pero también un conjunto de cosas malas que, más allá de unas y otras, comparten un denominador común: la exigencia. Ser el primero te exige y mucho. Si eres el primer clasificado vas a tener que luchar por mantener tu reputación y si eres el primero de la lista, en cualquier cosa que te hagan hacer, vas a tener que sobrevivir en la negrura de la incertidumbre, de tener que ser el conejillo de indias. Esto, llevado a un contexto de discriminación social, y por tanto, a un escenario desconocido por inédito, se redimensiona. Aunque en la última convocatoria de Gareth Southgate, seleccionador de Inglaterra, doce de los veintiocho llamados fueran descendientes de africanos, los inicios de Vivian Alexander Anderson, más conocido como ‘Viv’ Anderson, en los three lions no fueron nada fáciles. Aquel 29 de noviembre de 1978 fue una jornada inolvidable. Viv Anderson poniéndose cuidadosamente las medias, ajustándose el pantalón corto, mirando la camiseta antes de acomodársela y atándose las botas instantes previos a un momento que era superior a él: el peso histórico de todos aquellos jugadores que habían tenido que sufrir el acoso racial. Todo comenzó con Arthur Warthon, un guardameta de una familia rica ghanesa que desde 1885 hasta 1902 defendió los tres palos con gran habilidad. Warthon fue el
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principal de los pocos ejemplos antes de finales de los sesenta, cuando la intermitencia se convirtió en tendencia. Stan Horne, John Charles, Mike Trevilcok, Brendon Batson, Laurie Cunnigham, Cyrille Regis, Luther Blisset, Howard Gayle o el mismo Viv Anderson fueron los principales nombres de la lista de jugadores con raíces africanas que participaron en el fútbol inglés entre finales de los sesenta y principios de los setenta. Por aquel entonces los jugadores de piel negra eran repudiados por su afición: les gritaban cuando tenían el balón, les tiraban todo tipo de frutas, sobre todo plátanos, y hasta alguno de ellos, como Cyrille Regis, llegó a encontrarse un sobre con balas en su buzón de correo. Para ellos, solo servían para el sector ofensivo, donde el fútbol era más caótico e individual, para aprovechar sus cualidades físicas portentosas. El mismo desprecio transmitían tanto la prensa como la mayoría de entrenadores; pero no todos. La historia de Viv Anderson se explica desde su capacidad de superación pero también desde la personalidad de los entrenadores que tuvo. Dave Mackay, Brian Clough y Roy Greenwood. El primero, el que le hizo debutar, fue el más especial. Era una tarde, seguramente fría, en Newcastle, cuando el plantel del Notthingham Forest salió a calentarse. Nada más pisar el césped, los gritos asquerosos de los aficionados locales empezaron a bombardear la cabeza de un joven Anderson de 18 años. “Entrenador, prefiero no jugar el encuentro” sugirió el juvenil a lo que Mackay respondió: “me da igual lo que diga la gente, te obligo a que te vistas de corto”. Las palabras de Mackay serían la primera piedra de un carácter que se iría forjando a través de este tipo de tropiezos, siendo este el primero de muchos. La irregularidad de
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Mackay desembocaría en la llegada de Brian Clough, que llevó al Forest del pozo de la segunda división a ser uno de los conjuntos más reconocidos del continente. Para Anderson, Clough fue el más mítico. Por la trayectoria exitosa que compartieron juntos y por la suma de lecciones sociales sintetizadas en la frase “pues mueve el trasero y tráeme dos plátanos y una pera” en el campo del Carlisle, utilizada como respuesta al lanzamiento de todo tipo de frutas de los aficionados locales mientras Anderson calentaba en la banda. Finalmente, Roy Greenwood fue el histórico. El primero que fue capaz de barrer el muro de la nacionalidad en los jugadores de raíces africanas. “Sea amarillo, morado o negro, si vale para la selección, lo escojo” sentenció Greenwood en la previa del debut de Anderson. En Wembley, y frente Checoslovaquia, el inglés de padres jamaicanos cumplía el sueño de representar a los three lions en la absoluta después que Benjamin Odeje lo hiciera el 1971 en la School (sub15) y Laurie Cunnigham lo consiguiera en 1974 en la sub21 o en 1993 cuando Paul Ince sería el primer capitán de la selección con piel negra. Después de su gran debut, en el que originó la jugada del único gol, Anderson fue objeto de felicitaciones de toda clase de personalidades como Elton John o la mismísima Reina, que lo condecoró en 1999 con la Orden del Imperio Británico. En estos instantes posteriores al encuentro, Bob Latchford, jugador del Everton, vaticinó que este partido marcaría el resto de su vida. Sumó treinta internacionalidades y fue convocado en dos Mundiales (España 82’ y Italia 90’) y dos Eurocopas (Francia 84’ y Alemania 88’) aunque solo disputara esta última. En su trayectoria de clubes, la “araña”, el
apodo por el que se le conocía a raíz de su envergadura y facilidad para el tacklin, triunfó sobre todo en su Nottingham natal. Allí formó parte del primer equipo durante diez años, disputando 328 partidos y siendo catalogado el mejor lateral derecho de la historia del club el 1997 con un 96% de los votos. En 1984 pasaría a recalar en las filas del Arsenal, donde en 1987 ganaría una Copa de la Liga que acabaría siendo el único título de su palmarés. Ese mismo año cambió Highbury por Old Trafford para hacer realidad su sueño infantil, que se le había escapado dieciséis años antes, siendo el primer fichaje de la era Alex Ferguson. A la edad de quince rechazó una oferta de los diablos rojos, su equipo preferido, para acabar los estudios. Después del Manchester vendrían Sheffield Wednesday, el Barnsley y finalmente el Middlesbrough, donde en 1995 concluiría su recorrido futbolístico. Actualmente preside la compañía Playon Pro, fundada por él mismo y que asesora a los jugadores en su segunda vida después del retiro. Aún relacionado con el esférico, seguro que recuerda su éxito por los campos más históricos del fútbol inglés y no olvida, felizmente, que fue capaz de ser el primer jugador de piel negra, frente a un contexto social discriminatorio, en debutar con los three lions.
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CUMPLIENDO UN SUEÑO EN TIERRAS INGLESAS. TEXTO UNAI VALVERDE TWITTER @UNAIIVALVERDE
Los españoles siguen teniendo tirón por todo el mundo, y uno de los países cumbre del fútbol como Inglaterra es meta para muchos futbolistas, y cada vez más, para jugadores de las categorías modestas españolas gracias a clubes como el Heybridge Swifts Football Club, del condado de Essex.
E
l fútbol inglés tiene algo que engancha, eso está claro. Son los creadores del deporte y los que más han respetado su esencia y el trato con aficionados en toda la historia. Y precisamente historias son lo que guardan en muchísimos casos. El famoso Boxing Day, la todopoderosa Premier League, la FA Cup como competición de fútbol más antigua del planeta, el ambiente de los estadios British, el impacto que tiene en la sociedad inglesa el fútbol de todas las categorías y el respeto que se tiene por el fútbol modesto son solo algunas de las cosas llamativas que tiene el deporte rey en el país de los Beatles. Recuperando ese último ejemplo de atractivos del fútbol inglés, el del respeto por el fútbol modesto, hay que decir que es digno de elogio el trato que recibe ese tipo de fútbol que está alejado de los focos y la élite, y es que todo el sistema relacionado con el fútbol ayuda a eso. Desde la manera de organizar la cobertura futbolística hasta las ayudas a los clubes más humildes, sin olvidar la pasión por el fútbol local de los habitantes ingleses. Esa tradición por apoyar al equipo de tu barrio, de tu pueblo, de tu ciudad, de tu condado, ayuda para que el fútbol modesto inglés sea de los mejores del planeta. Y es que por increíble que parezca, la diferencia entre un equipo de Tercera como el Deusto vizcaíno, y un equipo de Isthmian South League (octavo escalafón de la pirámide futbolística inglesa que debe su nombre al patrocinador de la liga) es enorme, y no precisamente en favor de los equipos de Tercera. Pese a que en España para tener asegurado cobrar debes estar en Segunda B, en Inglaterra puedes ganarte la vida como futbolista desde bastante más abajo, por ejemplo, en esa misma Isthmian South League. Y ese es uno de los principales atractivos para futbolistas no profesionales en España, el poder ganarte la vida jugando a fútbol sin necesidad de ser una superestrella. Y de ahí nace el gran atractivo de uno de los clubes modestos ingleses con más españoles en sus filas: el Heybridge Swifts Football Club de la Isthmian Northern League, del octavo escalafón.
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Un club acogedor perfecto para iniciar tu aventura
Con sede en el coqueto estadio de Caspen Waite Arena, en Heybridge, Essex, el Heybridge Swifts FC es un modesto, pero moderno club del sureste de Inglaterra (al noreste de Londres) que milita actualmente en la Isthmian Northern League, que podría catalogarse como la octava división de Inglaterra. Fue fundado en 1880, por lo que tiene ya casi 140 años de historia, y son apodados como “The Swifts”. Dentro de su palmarés cabe mencionar que llegaron a la primera ronda de FA Cup en varias ocasiones, incluida la temporada pasada. También ganaron la Isthmian North League en la 89-90, y la copa de la liga de su categoría en la 81-82 y en la 2000-2001. El resto son títulos de copas y ligas regionales o locales, títulos muy modestos, lejos de los focos. Su toque especial es, sin embargo, su trato con futbolistas extranjeros, ahora principalmente españoles. El equipo del condado de Essex es un conjunto competitivo que representa a su pueblo y que tiene que tirar de talonario (contextualizando que está en octava división) para formar equipo, como la mayoría de su categoría, debido a que los futbolistas cobran por jugar y la mayoría viven de ello. Es por ello que beneficiarse de la llegada de jugadores extranjeros que no cobran por el sistema que existe en su país para confeccionar un equipo de garantías, a la par que beneficiar al propio futbolista que puede vivir de jugar a fútbol, convierte al Heybridge en equipo importante de su zona. Y esto ha terminado por conquistar a Odei Martin. En palabras del protagonista de esta historia, “es un club muy cercano y familiar que te ayuda mucho a la hora de llegar, incluso si quieres coger un segundo trabajo para vivir bien”.
Una travesía ilusionante no exenta de problemas
Odei Martin Sorondo, hondarribiarra afincado en Irún, es un medio centro de 21 años y que siempre ha destacado por su visión de juego y calidad técnica. Ha pasado por Real Unión e Indartsu en categorías inferiores, y jugó en División de Honor Guipuzcoana con el Hondarribia FT. Además, estudiaba y vivía en Bilbao. Se alojaba en la residencia Blas de Otero de Bilbao mientras cursaba el grado de Ciencias Políticas en la UPV. Sin embargo, y pese a estar contento estudiando, su sueño siempre fue dedicarse al fútbol y jugar en el país creador del mismo, Inglaterra. Pero siempre le ataban cosas: los estudios, la familia, los amigos... pero, como suele ocurrir en casos así, una profunda y emotiva charla, en este caso con uno de sus amigos que padece cáncer, le hizo romper sus ataduras y buscar cumplir su sueño. “Me di cuenta que hay que luchar por tus sueños, sino con 70 años te arrepentirás de no haberlo hecho” decía Odei animándome a cumplir los míos. Y, sin pensárselo demasiado, se puso manos a la obra a buscar opciones de recalar en algún club inglés. Encontró una plataforma llamada England The Chance, que dirigía un futbolista español, Guillem Carreño, que ayudaba a jugadores españoles a buscar el sueño de fichar por clubes ingleses. Y sin miedo alguno, Odei se embarcó en la aventura el pasado 6 de julio solo con un billete de ida, dos días antes de la fecha marcada por la plataforma. Odei quería hacer algo de turismo por Londres antes de empezar la semana de entrenamientos con el resto de compañeros, sin embargo, el joven hondarribiarra vivió un infierno en el aeropuerto de la capital inglesa. El exceso de confianza con un viajero español terminó por costarle todos los ahorros que llevaba en metálico. Se vio sin dinero y sin alojamiento y, sin querer preocupar a su familia, decidió pasar esos dos días en el aeropuerto, durmiendo en los servicios de minusválidos y pasando el tiempo con películas y series en el móvil, hasta que llegase el día que empezaba el campus de fútbol. Dicho campus cambió por completo su ánimo. Más aún, cuando, tras el partidillo final del último día, se le acercó el entrenador del Heybridge Swifts, Jody Brown, con la intención de que hiciese la pretemporada con el equipo. Su sueño se estaba haciendo realidad. Llegaba a un club acogedor, que se encargó de los gastos de alojamiento de los primeros tres meses y de buscarle un trabajo en un restaurante para complementar su estancia y vivir tranquilo.
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El club firmó a la leyenda del West Ham, entre otros, Julian Dicks, originario de Heybridge, que se disponía a resurgir al club de su pueblo. Y Odei se convirtió en pieza fundamental desde el primer instante.
Una leyenda de la Premier les está dirigiendo al éxito, con Odei como estandarte
Todo iba a la perfección, siendo importante y jugando, pero llegó el momento fatídico la semana anterior a comenzar la liga: la lesión. Un maldito esguince de tobillo le dejó fuera del equipo algo más de un mes, perdiendo el sitio. La lacra de las lesiones volvía a afectar a Odei, ya que una rotura de rodilla en el Hondarribia en mayo de 2017 también le apeó mucho tiempo de los terrenos de juego, al igual que la luxación de hombro que tuvo nada más recuperarse de esa lesión. Odei logró recuperarse y ponerse a tono para competir por el puesto, pero la situación había cambiado mucho. Jody Brown no encontraba la fórmula y el equipo iba muy mal. Entonces, el técnico más importante de la historia del club se refugió en los jugadores más veteranos, dejando a Odei con 0 minutos. El equipo se acercó al descenso y el técnico terminó cesado. Y ahí se le abrió el cielo al de Hondarribia. El club firmó a la leyenda del West Ham, entre otros, Julian Dicks, originario de Heybridge, que se disponía a resurgir al club de su pueblo. Y Odei se convirtió en pieza fundamental desde el primer instante. Desde la llegada del nuevo técnico ha disputado todos los minutos en partidos de liga, ganando todos los encuentros excepto uno que empataron, siendo nombrado Man Of The Match en uno de ellos y siendo importante también desde el banquillo en el pase de ronda en la Essex Senior Cup ante un conjunto profesional de Vanarama National League como el Dag & Red, marcando en la tanda de penaltis. Odei está contento en Heybridge, aunque vive a unos kilómetros en Chelmsford. Sigue peleando al máximo por seguir siendo importante, se está empapando de la cultura futbolística británica y está deseando firmar un nuevo contrato para la siguiente temporada, a poder ser en Isthmian Premier League, ya que el Heybridge ocupa actualmente posiciones de playoff de ascenso. Una historia enrevesada que apunta a tener un final feliz para un joven futbolista hondarribiarra en las facciones más modestas del fútbol inglés.
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PSICOLOGÍA DE UNA LESIÓN
peor que mil derrotas. TEXTO ANDRÉS SÁNCHEZ TWITTER @ANDRES_QBF
La peor pesadilla para cualquier futbolista, pudiendo extender el pensamiento a todo deportista, no es, ni mucho menos, perder un partido. Aunque sea una final. Incluso si supone la pérdida de categoría o la eliminación de la competición más soñada. En definitiva, lo que ha llevado al futbolista a pelear por su trabajo es, sencillamente, jugar. Competir. Desde el jugador amateur hasta la más experimentada estrella mundial, todos se han lesionado alguna vez, han sentido el dolor del desgarro físico primero y, después, otra molestia aún mayor: la conciencia de que eso les llevará a estar una temporada fuera del terreno de juego. En materia de lesiones deportivas hay muchas aristas que participan en el resultado final: la preparación física, la simple genética, el control mental, la atención sanitaria especializada, el apoyo de compañeros y familiares. La confianza. Unos jugadores son más capaces de evitarlas y de resolverlas que otros, pero todos, sin excepción, temen ese fatídico momento. Durante este texto vamos a repasar, con protagonistas reconocidos, diferentes contextos y situaciones a las que se han ido enfrentando nuestros ídolos y que en mayor medida han marcado sus carreras. Y solo por el hecho de haberse enfrentado a sus lesiones con valentía, sacrificio y responsabilidad, se merecen la mayor de nuestra admiración.
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LA LEYENDA DIFÍCIL DE FRENAR: RONALDO NAZARIO La aparición de O Fenomeno en los años noventa en la liga y selección brasileña y posteriormente en el PSV Eindhoven nos hacía pensar en un jugador que marcaría una época. Su potencia y excelsa finura para definir marcaban la diferencia con una frecuencia e incluso facilidad inusitada, y todo hacía indicar que sería uno de los nueves más importantes de la historia. Consiguió corroborar su nivel en el FC Barcelona y se alzó con el Balón de Oro. Su extraordinario talento ofensivo no se vio truncado por dos gravísimas lesiones en su rodilla derecha, con rotura del tendón rotuliano, que le hicieron pasar por el quirófano y lo apartaron de los terrenos de juego por casi dos años. Cuando parecía que la historia nos había jugado una mala pasada retirándonos a Ronaldo del mapa, el crack reapareció con muchísima fuerza ya en el Mundial de Corea y Japón del 2002 que ganó con su país y después con su retorno a la élite a nivel de clubes en el Real Madrid. Sin duda, un ejemplo de que, contra leyendas tan absolutas, ni la lesión más terrible puede ser definitiva.
TALENTO DE CRISTAL: ARJEN ROBBEN Probablemente no haya habido en esta última década un talento tan limitado por las lesiones como Arjen Robben. Limitado en cuando a continuidad, pues sí que ha conseguido alcanzar niveles de plenitud y competitividad altísimos, quizá solo superados por los reyes absolutos Lionel Messi en Barcelona y Cristiano Ronaldo en Madrid. Para constar en el panorama internacional eligió Múnich, donde hoy día sigue siendo fundamental en la fase ofensiva bávara. Un factor intrínseco que condiciona una especial fragilidad muscular y un juego basado en la aceleración y la velocidad le han hecho tener que parar en muchas ocasiones, y queda pendiente de resolver si, en ausencia de su crónico hándicap, podría haber llegado a ser algo más. Mentalmente muy fuerte, sus lesiones no le han impedido realizar una y otra vez su slalom desde el carril derecho para, con su zurda, colocar el balón en la escuadra contraria lejos del alcance del portero rival.
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EL INSTANTE QUE ARRUINA LA FIESTA: VÍCTOR VALDÉS El portero catalán participó en, quizá, el mejor Barça de la historia, y uno de los mejores equipos de siempre. Con una base muy consistente y unos conceptos clarísimos sobre cómo ejecutar el juego de posición, los de Pep Guardiola marcaron una era y su legado todavía se aprecia en el fútbol contemporáneo. El excelente olfato para marcar el ritmo justo de Alves, Xavi o Iniesta a través del talento posicional y del pase no escapaba del hacer de Valdés. El portero participaba activamente en la gestación de las jugadas, siendo conexión frecuente con todas las líneas de su equipo. A nivel nacional y mundial tuvo el obstáculo de coincidir con una leyenda, Iker Casillas, que copaba el reconocimiento internacional que alcanzó su techo con la consecución del Mundial de Sudáfrica 2010 con el madridista como capitán. Sin embargo, el nivel de Víctor siguió creciendo y, allá por 2014, cuando parecía que podía tumbar esa puerta, llegó el portazo. Valdés sufrió una rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha en un partido de Liga contra el Celta de Vigo. Él solo. Tras aquel crujido terminó todo, y nunca más pudimos ver a un portero que se construyó a sí mismo, defendiendo la portería de su Barça mientras se aislaba del exterior, y que consiguió un hueco muy importante en la memoria del público del Camp Nou… y de toda España.
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LA BATALLA QUE SOLO PUEDE TENER UN FINAL: SANTI CAZORLA el reconocimiento internacional que alcanzó su techo con la consecución del Mundial de Sudáfrica 2010 con el madridista como capitán. Sin embargo, el nivel de Víctor siguió creciendo y, allá por 2014, cuando parecía que podía tumbar esa puerta, llegó el portazo. Valdés sufrió una rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha en un partido de Liga contra el Celta de Vigo. Él solo. Tras aquel crujido terminó todo, y nunca más pudimos ver a un portero que se construyó a sí mismo, defendiendo la portería de su Barça mientras se aislaba del exterior, y que consiguió un hueco muy importante en la memoria del público del Camp Nou… y de toda España.
El portero catalán participó en, quizá, el mejor Barça de la historia, y uno de los mejores equipos de siempre. Con una base muy consistente y unos conceptos clarísimos sobre cómo ejecutar el juego de posición, los de Pep Guardiola marcaron una era y su legado todavía se aprecia en el fútbol contemporáneo. El excelente olfato para marcar el ritmo justo de Alves, Xavi o Iniesta a través del talento posicional y del pase no escapaba del hacer de Valdés. El portero participaba activamente en la gestación de las jugadas, siendo conexión frecuente con todas las líneas de su equipo. A nivel nacional y mundial tuvo el obstáculo de coincidir con una leyenda, Iker Casillas, que copaba
KRIPTONITA DE UN PROYECTO BRUTAL: JESÉ RODRÍGUEZ Mientras el exuberante Cristiano Ronaldo mostraba su abrumador dominio de todo concepto ofensivo a partir de un físico portentoso y un profundo conocimiento de cualquier movimiento que acercara a su equipo y a él a el gol, un chaval de la cantera comenzaba a marcar pequeñas diferencias a partir de un juego en cierta medida similar en la forma. Jesé Rodríguez irrumpió en el proyecto del Real Madrid como un atacante de un futuro ilusionante pero ya con un presente que permitía a su equipo encomendarle labores atacantes que difícilmente otra pieza propia o ajena podría realizarle. Potencia en carrera, acierto en el remate y agresividad en el
gesto que ya mostraban signos de una determinación superior. La evolución solo podía ser dominante si esa cabeza no entraba en desequilibrio. Sin embargo, olvidábamos un factor que nadie piensa porque todos temen a la hora de dar recorrido a la carrera de un jugador. La entrada de Kolasinac en los octavos de final de la Champions League 2013-2014 hizo claudicar la rodilla derecha del canario y el ligamento cruzado anterior saltó por los aires junto al futuro de la joya de la cantera blanca. Se operó para reconstruir su rodilla, se reintervino para tratar una infección articular, y todo se fue enredando a nivel profesional y personal hasta terminar por
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LA NEGACIÓN DE ABANDERAR EL OBJETIVO: DIEGO COSTA Y CRISTIANO RONALDO Una lesión, por solo llegar, rompe los esquemas y mina la moral. Pero esta sensación de impotencia y rabia puede ser aún mayor si en ese momento tú sientes que no te toca. Que, especialmente, no es el momento. Que tienes una misión improrrogable que cumplir y unos fieles compañeros a los que no puedes dejar solos. Porque eres un líder, porque necesitan tus virtudes y porque te sientes cerca de ser el que clave la bandera. Diego Costa podía llevar al Atlético de Madrid a su primera Liga de Campeones en mayo de 2014, y contra el eterno rival. Era su año, el partido podría ponérsele de cara, y sus compañeros sabían cómo habilitarlo. Pero el bíceps femoral de su muslo derecho no aguantó ni 10 minutos y tuvo que abandonar el campo. Algo similar ocurrió con Cristiano
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Ronaldo en la final de la Eurocopa de Francia 2016. Tras haber reconquistado el mundo a partir de Copas de Europa y Balones de Oro, cuando había logrado comprender el juego a un nivel difícilmente alcanzable para el ciudadano medio y cuando se veía por fin llevando a su país a lograr un ansiado título, se encontró con Dimitri Payet. La entrada del francés durante los primeros trances del partido desgarró el ligamento lateral interno de su rodilla izquierda. El portugués intentó continuar, negó hasta donde pudo el dolor. Pero tuvo que salir. Al contrario que Costa, Ronaldo sí fue bendecido por sus compañeros, que le entregaron la copa como capitán. Una copa que sirvió como analgésico pero que seguro no fue suficiente para saciar la desmedida ambición del fenómeno luso.
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EL INEVITABLE SENDERO DEL MIEDO: ANDRÉS INIESTA En muchos foros de medicina deportiva, experimentados futbolistas y aficionados medios se asocian las lesiones musculares a un circuito neuronal por el cual se facilita la recaída si el control mental no es adecuado. Si, en definitiva, el terror a una nueva rotura condiciona toda la preparación y readaptación de tal forma que la lesión llega sin remedio alguno. Esto le puede ocurrir hasta al más grande, como pudimos observar en la temporada 2009-2010 de Andrés Iniesta. El manchego, protagonista armonioso de un equipazo sin parangón, no llegó nunca a quitarse la tirita. Encadenó lesiones musculares con una facilidad cada vez más temible y esto, que es lo peor de todo, estuvo cerca de dejarle sin el Mundial del 2010. Un campeón como Iniesta no podía sino sobreponerse a tal desgraciado plan, y venció. Su repertorio técnico en Sudáfrica es conocido, pero poco se habla del despliegue físico que realizó para constar en todas las partes del campo y además ser decisivo en todas ellas. Su tren inferior aguantó cada partido y cada esfuerzo, hasta aquel último latigazo ante Maarten Stekelenburg que dio el campeonato a su país y a él un hueco entre los héroes deportivos de toda la historia.
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