Cuadernillo clasismo Como definiciòn de lucha desde una perspectiva libertaria

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El Clasismo como definición de lucha desde una perspectiva libertaria

Índice Prólogo: Buscando el eslabón perdido...........................................................3 Por qué asumir el clasismo............................................................................5 Condición necesaria pero no suficiente .......................................................8 Cómo se traduce el clasismo en nuestra militancia estudiantil.......................................................................11

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Buscando el eslabón perdido

La centralidad de las luchas que encabezan los trabajadores dentro del capitalismo es una cuestión que en general se da por sentado desde distintas vertientes del pensamiento de izquierda y la práctica militante. Sin embargo esa “centralidad” o importancia distintiva, no es algo que se de de igual modo desde los distintos ángulos que pueda retomársela. Así es que pretendemos desarrollar (al mismo tiempo que forjamos con nuestra práctica militante) un clasismo desde una óptica libertaria. Desde ya que no creemos que esto sea una necesidad formal o simplemente desarrollar esta visión por el simple hecho de que ocupe un lugar dentro de las reflexiones anticapitalistas. Entendemos así que una visión clasista y libertaria es profundamente necesaria para entender la complejidad con la que se sustenta no sólo la columna vertebral de la dominación capitalista (la dominación de clase), sino también el resto de las dominaciones que el capitalismo sostiene. Comenzaremos de este modo, tratando de rastrear esa especie de eslabón perdido que queda en la relación entre las luchas de la clase trabajadora y el resto de los sujetos sociales oprimidos. La falta de entendimiento en esta relación, puede forzarnos a caer en dos derivaciones problemáticas. La primera es la de caer en un “clasismo simple” tal y como lo toman algunas versiones del marxismo dejando de lado al resto de las luchas existentes, y llegando a considerar incluso que el resto de las luchas son puro reformismo. Otra concepción que va en la misma sintonía, es la de considerar al resto de las luchas que no incluyen directamente a la clase trabajadora como una especie de “sub-luchas” o simples derivados de la “lucha principal”. Por otra parte, la segunda concepción problemática en la que puede derivar el hecho de no tener claro ese agujero negro que no se ve en la relación entre los distintos sujetos sociales oprimidos (lo que incluye a la clase trabajadora), es caer en un pluralismo o exaltación de la multiplicidad de luchas como hecho en sí mismo, sin considerar cuál es la que potencialmente puede afectar más al sistema de dominación que nos oprime día a día (ni más ni menos el capitalismo, por si no queda claro). Incluso esta postura llega a denostar la importancia de las luchas de la clase trabajadora apoyándose en la crítica que desde un lado libertario se le puede hacer al “clasismo simple” que mencionamos antes. Esto es algo que se puede ver en amplio espectro político que hay en la actualidad, encargado de actualizar el reformismo con banderas multicolor. Cabe la crítica así también al autonomismo, que si bien

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no adscribe directamente a todos los postulados de esta actualización del reformismo, le es funcional en tanto y en cuanto le pesa en sus decisiones estratégicas el “anti-clasismo”, dado que ven en el clasismo todos los males del marxismo (incluso las expresiones autoritarias del mismo). No será objeto de las siguientes líneas el enfocarnos en los problemas que ocasiona las actuales versiones más o menos postmodernas del reformismo. En cambio, nos concentraremos en la reflexión desde una visión libertaria de qué lugar ocupan en el capitalismo las luchas de clase y su relación con otros tipos de lucha en contra de otros tipos de dominación.

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Por qué asumir el clasismo

Una de las cuestiones en la que las concepciones libertarias (y aquí se pueden incluir anarquistas y autonomistas) dan in giro interesante respecto del marxismo mas ortodoxo o economicista, es en entender que el capitalismo es un modo histórico de dominación, y que anteriormente han sido otros los modos de dominación que pesaron sobre “el pueblo”, sólo por llamar de algún modo al conjunto de los oprimidos. Por esta misma razón es que los libertarios entendemos que incluso dentro del capitalismo, la dominación económica es una entre tantas otras. Así es que en el capitalismo se conjugan múltiples dominaciones, como lo son las de género (en relación a la dominación patriarcal), las de producción simbólica (en cuanto a las religiones), las de producción de conocimiento (en cuanto a las instituciones educativas), las dominaciones de raza (en cuanto a la segmentación de la población). Es más, poniéndonos más finos y caminando por el peligroso borde del reformismo, también podemos entender que hay otros tipos de “dominación” incluso al interior de la burguesía, como lo es la dominación desde la burguesía industrial para con la agraria (algo que aplica sobretodo a los países del capitalismo más desarrollado), y la dominación de las burguesías de ciertas zonas geográficas sobre otras (como la relación norte/sur, u occidente/oriente). Desde una perspectiva antiautoritaria, bien se podría tener una perspectiva crítica para cualquiera de los tipos de dominación mencionados al principio del párrafo, sin entrar en contradicción con ninguno nuestros principios básicos. Sin embargo, el capitalismo es un modo de dominación histórico, lo cual quiere decir que en un determinado momento de la historia, una conjugación particular de todas esas dominaciones, se entrelazaron de un modo propio que dio como fruto a las sociedades de clases en las cuales la dominación económica es que la que rige su devenir. Es decir que a partir de la transformación cultural y económica que se produce entre el renacimiento y la primera revolución industrial, la burguesía se erigió como clase dominante frente a otros sujetos sociales que tenían pretensiones dominantes (como el clero y la nobleza). La construcción de la subjetividad liberal se forjó así al calor de interpelar a todos los grupos sociales desposeídos de los medios de producción como “poseedores”, de al menos de un factor productivo, que es

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su fuerza de trabajo(1). Incluso, al no poder encontrar la suficiente cantidad de grupos sociales desposeídos de medios de producción para subir la tasa de explotación de acuerdo a sus intereses, la burguesía se encargó de tener acciones estratégicas tendientes a desposeer a cualquier reminiscencia feudal. El más claro ejemplo de esto es la parcelización de campos en Inglaterra a principios del siglo XVIII, como parte de la reforma agraria previa a la revolución industrial. Ese proceso histórico tuvo la función de expulsar masivamente la población rural del campo a las ciudades en busca de alguna forma de sobrevivir. En otras palabras, los desposeyeron de sus pequeñas propiedades campesinas otorgadas por los mismos señores feudales que se las estaban quitando(2). Así se da nacimiento a la clase trabajadora: interpelando a toda la población que no fuera propietaria de los medios de producción como trabajadores, como una clase cuyo único medio de subsistencia es emplear sus manos a cambio un salario consumible en el mercado, siendo dominados así a través del desposeimiento de los medios de producción que sufren. Su constitución en “clase” también se desprende de que generacionalmente, los trabajadores no pueden escapar a esta relación, en tanto el empobrecimiento de una generación de trabajadores se traslada a las siguientes generaciones, dando continuidad al lugar que ocupan como oprimidos; así como también la burguesía se constituye en clase a partir de que la acumulación económica que logre se traslada generacionalmente para mantenerse como dominantes (cuestión que Marx explica muy bien en la llamada “La acumulación originaria”). La explicación que da el liberalismo al respecto, queda subsumida en la transacción mercantil de la fuerza de trabajo, y por ende trata a los trabajadores como “vendedores” de al menos un factor productivo, que es la fuerza de trabajo. Así es que no ve a los trabajadores atrapados en una relación de dominación respecto de la burguesía, sino como un “libre” vendedor más del factor productivo que “posee”. Por eso es que la interpretación liberal busca eximir a al capitalismo de entenderse como un sistema de dominación, en tanto pone en pie de igualdad a todas las clases sociales, tratándolos a todos como burguesías, como propietarios de algo que intercambian libremente en el mercado(3). Es más, como método liberador, lo que ofrece la explicación liberal, es ser mejor burgués que los demás, compitiendo en el mercado, obviando que inevitablemente, para mejorar económicamente peleando en esa arena, es necesario dejar de ser 1 Nótese que los liberales llevan su liberalismo al extremo de individualizar su interpretación del mundo, tratando de poner a todos en el pie de igualdad abstracto y sostener que los trabajadores tienen al menos una “posesión” que es su fuerza de trabajo. 2 Tal es así, que en Inglaterra el proceso de asenso de la burguesía se dio de un modo poco traumático al interior de los grupos dominantes, en tanto una parte importante de la nobleza se venía transformando en burguesía desde hacía por lo menos dos o tres siglos, con lo cual al momento de la revolución industrial del mediados del siglo XVIII, la parte más burguesa de la nobleza estaba inserta en las estructuras de dominación que necesitaba para transformar

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trabajador, es decir, acumular a través de la explotación de otros trabajadores, convirtiéndose de este modo en burgués. De este modo es que el sujeto social dominado “clase trabajadora”, es estructuralmente necesario para que el capitalismo se sostenga como modo de dominación. Y porque de ese sujeto social extrae la plusvalía, es por lo que necesita que toda la población que no sea burguesa, sea un sujeto pausible de ser explotado, esto es, sea trabajador(4). Además de los trabajadores, el capitalismo podrá sostener y generar otras dominaciones, a fin de perfeccionar la que le es constitutiva. Así es que tanto el feudalismo, como el capitalismo han sostenido el sistema de dominación patriarcal desde los tiempos de la antigüedad (en el capitalismo, a fin de que las mujeres sean el soporte de la explotación de los hombres –explotándolas indirectamente a ellas también, “como amas de casa”-, o bien vendiéndolas como objetos transables en la producción simbólica); o bien cómo la iglesia (y en Argentina, la religión católica en general) sigue siendo una institución de importancia en la producción cultural, aún pasando a estar bajo el paraguas hegemónico de los medios de comunicación masivos en manos de la burguesía. Incluso la burguesía ha sabido funcionalizar para sí muchas de las luchas que no tocan estrictamente a la relación de dominación de clase. Un caso muy claro de esto, es ver cómo en los 60s y 70s las luchas de liberación feministas tuvieron (entre otros efectos), la consecuencia de insertar a las mujeres como parte de la población de trabajadores prestos a entrar al mercado de trabajo, lo cual acrecentaba el ejército de reserva, y terminó siendo utilizado esto por parte de la burguesía para aumentar el grado de explotación. Los casos en los que han pasado cosas similares, son numerosos, y bien podría hacerse un análisis detallado de todos ellos. Sin embargo no creemos que sea el espacio que deba hacerse de este humilde escrito. Lo importante es tratar de ver el proceso mediante el cual la dominación de clase es constitutiva del sistema de dominación que nos toca vivir (antes que darla como “la más importante” por sí misma), es entender el lugar de preponderancia que ocupa este tipo de dominación respecto de los otros que conjuga el capitalismo. Hay múltiples dominaciones en nuestra época y como anarquistas es perfectamente coherente que luchemos contra todas. Sin embargo la dominación de clase nos interpela a todos más la estructura económica y contaba con el consenso político necesario para ello. El contraste con Francia es notable, en tanto la burguesía necesitó de una revolución (1789) para poder ascender a las estructuras de dominación, y tuvo que hacerlo contra el clero y contra la nobleza. 3 El actual régimen de “pequeños contribuyentes”, más comúnmente llamados “monotribustistas”, es uno de los sistemas de recaudación fiscal más acabados de esta premisa ideológica. 4 En este punto también es interesante ver como ciertas capas de la burguesía tratan (en la

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allá de los otros tipos de dominación que suframos. Así es que todos podemos sufrir dominaciones de género, pero además sufrimos la dominación de clase en tanto trabajadores. La dominación en la producción cultural también habrá grupos que la sufran más que otros, pero además de ello son dominados por la burguesía en tanto trabajadores. Las relaciones dominantes de raza, también pueden ser más sufridas por la población negra, indígena, e inmigrantes en general, pero además todos ellos tendrán que verse forzados a emplear sus manos a cambio de salario. En otras palabras, más allá de que haya múltiples dominaciones, en el capitalismo las relaciones de dominación de clase atraviesan todos los sujetos sociales sujetados a algún tipo de dominación. Por esto es que potencialmente(5), la clase trabajadora es el sujeto social necesario en la lucha contra capitalismo, porque la burguesía necesita seguir teniendo trabajadores a los cuales extraerles plusvalía para seguir siendo burguesía y para seguir siendo dominante. Sin la clase trabajadora en su contra, la burguesía podrá dar una vuelta más, o una vuelta menos, pero no dejará de ser dominante. A lo sumo cambiará su modo de desarrollo (como hipotetiza Manuel Castells que pasó en los países del capitalismo más desarrollado a partir de los años 70s), pero no dejará de ser la clase dominante y seguirá sosteniéndose el capitalismo.

Condición necesaria pero no suficiente Aún así, lo argumentado hasta el momento puede no diferir en mucho de lo que un marxista más o menos honesto tenga para plantear. Sin embargo, aún considerando la relación como hasta el momento la expresamos, el marxismo tomado desde una perspectiva simple y mecanisista considera que de la resolución favorable de lucha contra la relación de dominación de la clase trabajadora por parte de la burguesía, se resolverán el resto de las dominaciones existentes. Tal es así que para muchos marxistas la lucha de género, es la lucha de mujeres trabajadoras por lograr mejores condiciones salariales. Es decir que consideran que en la dominación de clase se encierran todas las demás dominaciones, y por ende no hace falta más que tener un programa únicamente orientado a la lucha de los trabajadores. Se reduce de este modo el hecho de que el levantamiento de los trabajadores contra la burguesía sea la condición necesaria para destruir el capitalismo, a lucha por apropiarse de mayores porciones de plusvalía) de desposeer a otras capas de las burguesías más pequeñas, expulsandolos hacia la clase trabajadora. El proceso económico donde más puede verse esto es en los momentos de recesión cuando las llamadas “clases medias” más maltrechas que otras, se ven forzadas a proletarizarse, tal y como pasó en los años aledaños al 2001. 5 “Potencialmente” porque por sí misma, por ocupar cierto lugar en la estructura económica,

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que pase a ser la condición suficiente(6). Hay otros marxistas que considerarán que la lucha de clases es la lucha “mas importante” dado que los trabajadores son la mayoría de los dominados y por ello desdeñan a todas las demás luchas. Incluso llegan a interpretar que la agitación de otras luchas (como las de género, culturales, raza, etc) son funcionales al reformismo, o que el participar de cualquier tipo de luchas que no sean las de la clase trabajadora está contrapuesto con la lucha de clases. En esta perspectiva el argumento se centra en la cuantía que alcanza la clase trabajadora antes que en el análisis político y social. Es decir que al no considerar la forma en la que se pueden articular las distintas dominaciones existentes en el capitalismo (porque se considera a la dominación económica como la única determinación, a pesar de que intelectualmente se sostenga que es la última y no la única), pasan entender que si no se lucha como trabajador, se está luchando como no-trabajador, y por ende restándole poder cuantitativo a la lucha de los trabajadores. No se ve la posibilidad de luchar como trabajador y como mujer, por ejemplo. El problema político se reduce así a un rejunte cuantitativo. Descartadas estas perspectivas entrelazadas del marxismo y sumando los argumentos libertarios anteriores, se puede ver que si bien la lucha de clases es una condición necesaria para poder destruir al capitalismo, no es la condición suficiente. Es interesante ver que los argumentos al respecto sean proveídos por intelectuales marxistas. En principio, el mismo Engels se encarga de desmentir (antes de llegar al S. XX, o sea sin el marxismo desarrollado y alejado de Marx que algunas versiones muestran hoy en día) que la dominación económica sea la única cuestión por la que haya que luchar, y menos aún que se encuentre contrapuesta a otras luchas. En una carta a José Bloch, dice: “Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda. La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta --las formas políticas de la lucha de clases y sus resultados, las constituciones que, después de ganada una batalla, redacta la clase triunfante, etc., las formas jurídicas, e incluso los reflejos de todas estas luchas reales en el cerebro de los la clase trabajadora no está en lucha directa contra la burguesía, sino que ese antagonismo tiene que ser generado por la lucha de clases, por la transformación cultural que los trabajadores se den en el entendimiento de sí mismos. Es decir en que se constituyan en clase “para sí”, hablando en términos marxistas. 6 Incluso, la expresión más acabada de esto es la concepción leninista de “dictadura del proletariado”, en donde se reduce la cuestión a que si los trabajadores pasan a ser clase dominante, es la condición suficiente para la construcción del socialismo.

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participantes, las teorías políticas, jurídicas, filosóficas, las ideas religiosas y el desarrollo ulterior de éstas hasta convertirlas en un sistema de dogmas-- ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma. Es un juego mutuo de acciones y reacciones entre todos estos factores, en el que, a través de toda la muchedumbre infinita de casualidades (es decir, de cosas y acaecimientos, cuya trabazón interna es tan remota o tan difícil de probar, que podemos considerarla como inexistente, no hacer caso de ella), acaba siempre imponiéndose como necesidad el movimiento económico. De otro modo, aplicar la teoría a una época histórica cualquiera sería más fácil que resolver una simple ecuación de primer grado” (Engels, 1974b, 514).

Así se ve por lo menos que la lucha contra un sistema de dominación general como es el capitalismo, no puede ser reducida a la lucha de clases únicamente, aunque la forma de dominación de clase sea el corazón del sistema. Por otra parte Louis Althusser, en su texto “Contradicción y Sobredeterminación” aporta otro punto interesante que rebasa la mera condición de necesariedad de la clase obrera. Básicamente el interés de Althusser en ese texto es demostrar que el concepto de contradicción en Marx es mucho más complejo que la simple “bajada a tierra” sobre la idea de contradicción que tenía Hegel. Según Althusser, para Hegel, en una relación dialéctica la contradicción se reduce a la idea de “verdad de..” versus “verdad de…”, mientras que en Marx la contradicción se da no solamente a partir de las “verdades” que cada parte tenga para oponer entre sí, sino que además se “sobredeterminan” esas “verdades” con otras que no lo son tanto (en el sentido de que no son directamente lo que cada parte tiene para oponer pero les contribuye), y es en ese juego de sobre-determinaciones es donde la balanza termina inclinándose para un lado o para el otro. Bajado a tierra, Althusser utiliza este análisis para discutir a la izquierda marxista de aquellos años la idea de plantear un programa de “clase contra clase”, es decir, como si las clases sociales fueran perfectamente autoconscientes de sí y lucharan en pos de ello (lo cual sigue llevando a numerosos problemas a la izquierda como interpelar a los trabajadores como sujetos revolucionarios constituidos a priori). Así es que a partir de esta crítica, Althusser intenta explicar cómo en las numerosas revueltas e incluso en la Revolución Francesa y la Rusa, los procesos de lucha además de tener en la mayoría de los casos una fuerte impronta reivindicativa/económica, contenían rechazos culturales tales como los reclamos por acceso a educación, laicos/liberales, rechazo a la figura del Zar, anticlericalismo, etc. De hecho llega a decir que muchos de esos conflictos, la desigualdad económica era un pesar latente en la población, pero las revueltas no terminaron por estallar por ese lado, sino por el lado del rechazo a estas otras problemáticas de largo aliento en tradiciones, instituciones, y formaciones culturales, y luego terminaron transformándose (en el capitalismo) en las revueltas que hicieron historia por tocar las bases del sistema de dominación (la base económica de dominación de clase). El punto de interés en todo esto para una perspectiva libertaria, es el tema de ver la consideración central que el autor hace de que las luchas no pueden

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encararse como si se redujera la cuestión de la dominación a ver quién pesa más por la fuerza, si la burguesía o los trabajadores, lo cual plantea un marco de análisis de la dominación que excede el mero economicismo. Aún así muchos escucharán o leerán que Althusser no era precisamente el más libertario de los marxistas, y buena parte de su producción teórica estuvo enfocada al análisis de la reproducción de las estructuras económicas como aquellas determinaciones en última instancia del sistema de dominación general del capitalismo. Por ende formula que el resto de las luchas mantienen una relación de “autonomía relativa” respecto de las que son las propias de la clase obrera. El aporte más acabado del marxismo en cuanto a la relación existente entre los trabajadores como sujeto social dominado y el resto de las dominaciones existentes en el capitalismo, es el de Gramsci cuando formula el concepto de “nuevo bloque histórico”. En resumidas cuentas, lo que plantea Gramsci es que para generar una situación que ponga en jaque a la burguesía (cosa que puede darse durante lo que llama una “crisis orgánica”), es necesario que se constituya una coalición de los distintos grupos y subgrupos de dominados, que además de que necesariamente contenga a la clase trabajadora, tendrá que integrar a otras “clases subalternas” (como él llama a otros sujetos sociales dominados). Ahora bien la relación al interior de ese nuevo bloque histórico, la relación de la clase trabajadora respecto de otras clases subalternas será hegemónica, puesto que si no es así, no se apuntará al corazón del sistema. Por si alguien se le olvida, y mas allá de que rescatemos muchos de sus aportes teórico-políticos, Gramci no dejaba de ser leninista. Así es que al mismo tiempo formula que al interior del “nuevo” bloque histórico tiene que haber una dirigencia: una serie de intelectuales orgánicos a ese bloque que sean quienes le den a la coalición de clases contra la burguesía una concepción del mundo. Desde un lado libertario podríamos encontrar numerosas críticas para hacerle a esta concepción del “nuevo bloque histórico”. Sobre la dirigencia, bien podemos ahorrarnos palabras con sólo decir que Gramsci se para sobre la desigualdad existente en el capitalismo para sostener una relación verticalista, y hace de esa dominación una virtud. Por otra parte es problemático el planteo de que la clase trabajadora tendría un rol hegemónico respecto de otros sujetos sociales dominados, dado que la relación hegemónica (tal y como él mismo la formula), es un tipo de dominación no basada en la fuerza, sino en disposiciones ideológicas/culturales. Hasta el momento no podemos afirmar si lo mejor desde un lado libertario es plantear que este es el tipo de relación que la clase trabajadora debe tener respecto del resto de los dominados. Sin embargo, el debate acerca de la concepción gramsciana es rico porque son pocos los aportes teóricos van de lleno a este espinoso tema. Como anarquistas, podemos tomar parte del planteo, y afirmar que en tanto la clase trabajadora tiene un peso estructural en la

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relación de dominación del capitalismo, las luchas que le son propias tendrían un rol articulador de las demás. No para subsumir el resto de las luchas a la cuestión económica, sino más bien para entender la base de dominación económica que tiene cualquier lucha por liberarse de cualquier opresión dentro del sistema capitalista. Y para entender al mismo tiempo que es esa dominación económica lo que constituye a todos los demás grupos como clase trabajadora, además de que sobre sí mismos pesen otras dominaciones. Al menos hasta el momento, esta es la profundidad que con toda seguridad es posible alcanzar desde una perspectiva libertaria acerca de este problema. En todo caso entendamos que al día de hoy ni la clase trabajadora ni el resto de los grupos de oprimidos del mundo están en un estadio de desarrollo tal que se pueda pensar una relación real sin hacer futurismo o manejarse en una planificación muy poco acabada del devenir histórico. Quizás en otras épocas (como en los 70s) la clase trabajadora y las luchas territoriales y estudiantiles estaban a la altura de pensar la articulación que podría haber entre ellas, y por eso mismo se tenía la sensación (acertada o no) de que el mundo estaba a punto de estallar. Hoy estamos un poco más lejos de eso, y todavía no hemos sacado los aprendizajes suficientes sobre el fracaso de aquellos años.

Cómo se traduce el clasismo en nuestra militancia estudiantil La mayoría de los grupos marxistas que hay en el ámbito estudiantil caracterizan (sobretodo en las universidades) que, dado que el sujeto revolucionario son los trabajadores casi con exclusividad (en mayor o menos medida según los marxistas de los que se trate), en el ámbito educativo se milita como estudiantes con dos perspectivas acotadas a esta concepción. La primera, para llevar número de gente (cuerpos, sin más) a las luchas sindicales, a los fines de apoyo, o en la peores versiones, de escudo como primera línea de trinchera frente a las fuerzas represivas. La segunda perspectiva con la cual el marxismo milita a nivel estudiantil universitario, es que bajo la consideración de que las instituciones educativas están ubicadas en la superestructura del sistema social (o sea, ideológico, no económico/material), de las universidades se pueden sacar cuadros dirigentes, con cual, la militancia en las facultades apenas se reduciría a una semillero de buenos oradores que puedan llevar la línea del partido a las bases obreras. Si bien la frialdad de estas dos explicaciones puede parecer muy taxativa y se puede matizar según los compañeros marxistas con los que hablemos, a lo largo de la relación de años con el marxismo en las facultades, la cantidad de líneas de intervención que son regladas bajo estas dos

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premisas puede llegar a sorprender. De este modo, para el marxismo mecanicista la universidad se constituye como un espacio subordinado políticamente, en el sentido de que la disputa pasa por torcer a sectores de la clase media al sendero revolucionario, sin considerar las disputas de clase en torno al lugar educativo. Para contraponer y notar la diferencia abismal que hay entre una perspectiva libertaria y la que tiene el marxismo mecanicista (no así con otras perspectivas del marxismo), basta con considerar que los estudiantes son un sujeto social policlasista(7), que entre ellos hay tanto burgueses, como pequeños burgueses, como clase media muy venida a menos, y otros tantos que son trabajadores y estudiantes al mismo tiempo. Entenderemos así que hay una porción muy importante del estudiantado al que interpelar con reivindicaciones clasistas. Más aún, si pasamos a considerar la perspectiva de clase de las distintas porciones de estudiantes, veremos que se podrán acercar a más compañeros a las luchas de clase, dependiendo del perfil de cada carrera, de la situación social de las distintas facultades, o, incluso, de casos más o menos particulares (pero no por eso menos numerosos) de varios compañeros. Partiendo de esta caracterización podremos ver que las distintas formas en las que se puede articular la lucha estudiantil con las luchas de clase. En principio, es en nuestras líneas reivindicativas estudiantiles donde más se podrá ver el carácter de clase nuestra perspectiva de militancia. Para dar ejemplos podemos comenzar con la defensa de la educación pública como un derecho que los trabajadores de muchas generaciones lograron arrancarle a la burguesía como parte de un acceso a competencias culturales más ilustrativas que las que deja las tareas mecanizadoras de la explotación industrial. Gracias a que existe la educación financiada por el Estado es que muchos trabajadores y demás clases populares pueden acceder a una perspectiva de desarrollo social que no podrían tener en caso de tener que tuviera que buscar formarse esas mismas competencias culturales por su cuenta (cuestión que se da de hecho con los sectores mas excluidas del sistema). De hecho, muchos de nosotros hoy no estaríamos tratando de darnos la libertad de pensar en el mundo que nos gustaría vivir, de no haber pasado por el sistema educativo público/estatal que hay en

7 Con “perspectiva de clase” me refiero al interés que guíe a un estudiante para su devenir futuro con las competencias adquiridas durante su período de estudio, ya sea para insertarse en el mercado de trabajo, para ser un profesional independiente, para ser una académico, o, en el peor de los casos un cuadro medio de la burguesía inserto como gerente en una gran empresa. En definitiva me refiero al grado de identificación con la clase trabajadora que puede llegar a tener.

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Argentina. Sin embargo, también hay que entender que los programas de estudio y las orientaciones de financiamiento que el Estado tiene para las instituciones educativas siguen estando bajo el control de las clases dominantes (burguesía, burocracias académicas, el clero, etc). Es decir, el Estado financia la educación, pero las clases populares de diversa índole no han logrado el control del conocimiento que allí se produce. Con lo cual caeríamos en un error si dijéramos que se le ha “arrancado” la educación a las clases dominantes, sin ver las importantes luchas que restan dar. De este modo es que los planes de estudio (en general) se orientan al incremento de la productividad industrial, a la funcionalización ideológica, o incluso a generar una preparación subjetiva para el futuro ingreso al mercado de trabajo como trabajadores más dóciles. Esto es algo que le cabe no sólo a las casas de estudio mas emparentadas con el empresariado como ingeniería, agronomía o exactas, sino que también en cada una de las facultades de humanísticas podemos encontrar un modo de construir conocimiento que sea funcional a los intereses de la burguesía en distintas áreas. Así es que en cuanto a la cuestión de los planes de estudio se abre una perspectiva de lucha importante que debemos dar doblemente como libertarios y como clasistas: primero, como libertarios debemos oponernos a toda construcción de conocimiento en forma autoritaria tal y como se hace en las academias y escuelas donde los planes de estudio están formulados por una casta de profesores/gerentes mancomunados con las burocracias de turno; al mismo tiempo, esa lucha por formular planes de estudio propios tienen que tender a orientarse positivamente a la construcción de conocimientos que nos den competencias que le sirvan a la clase trabajadora (incluyéndonos a nosotros estudiantes en tanto trabajadores), para liberarse del sistema de dominación que pesa sobre ella (nosotros, en realidad). Otra línea de intervención clasista en tanto estudiantes, va de la mano con la del acceso a la educación estatal, tratando que en cada paso que se avance sea algo más parecido a lo que en un sentido libertario podemos entender como pública. Se trata de luchar por destruir las barreras segmentan a los grupos sociales dominados en distintos grados de restricciones a la educación. Para hablar en concreto se trata en principio del acceso a los materiales de estudio (como por ejemplo se da en las carreras de diseño, donde no las puede cursar cualquiera dado que los materiales son caros, o bien bibliotecas y apuntes en otras carretas, etc.), lo cual implica no solo los apuntes, sino también el ámbito donde desarrollar prácticas (como laboratorios, estudios grabación, centros de ensayo, etc.) o el acceso a becas que ayuden financieramente a cada estudiante. También se trata de lograr el acceso a los insumos necesarios para estudiar, como por ejemplo el transporte, los comedores estudiantiles, o las guarderías para que los compañeros que tienen hijos puedan concurrir a la cursada. Yendo a un plano

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más general, en el sistema universitario no todas las provincias cuentan con un sistema de sedes extendido tal que sus respectivas poblaciones puedan acceder a la universidad pública, sin que los padres de los estudiantes tengan que financiar el viaje y estadía de sus hijos (de modo tal que sólo las clases más acomodadas de las distintas provincias pueden enviar a sus hijos a la universidad). Hoy en día toda esta serie de cuestiones se pagan con el sudor de la frente de cada trabajador y desde ya que el que no tiene los recursos suficientes (o si tiene que dedicarlos a la subsistencia de familia por ejemplo) se verá más o menos impedido de acceder a la educación. También es fundamental que como libertarios aportemos a la organización asamblearia de nuestros organismos gremiales. Todas las líneas de intervención mencionadas (y todas las que podamos pensar como clasistas y como libertarios), entrarán en contradicción y se verán imposibilitadas de desarrollarse plenamente en un centro de estudiantes verticalista que haga caso omiso a las voluntades de lucha que mas de una vez no se desoyen en distintos procesos asamblearios. De modo tal que la línea de intervención en cuanto a la organización de nuestro gremio es una de las cuestiones estructurales en cuanto a las que debemos intervenir como libertarios (frente a al autoritarismo de la burocracia) y como clasistas (para que las líneas de intervención orientadas a la clase trabajadora se realicen en un sentido práctico y en una real articulación con las luchas). Desde ya que son muchas más las que se pueden pensar y depende de la realidad de cada institución educativa y sólo esperamos que estas líneas sean un aporte para desemarañar madejas en las que muchas veces nos vemos enredados, y muchas otras, no tratamos de salir.

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BANDERA NEGRA es el fruto de un camino de construcción colectivo. Hemos pasado, en distintos momentos, por muchos niveles de militancia: independientes de base, agrupaciones de colegio, de carrera, de facultad, e incluso experiencias más amplias como frentes o federaciones. Pero hoy, finalmente, podemos decir que estamos donde queremos estar, en la construcción de un espacio militante libertario de grandes perspectivas y posibilidades, que sea capaz de darle al movimiento estudiantil (secundario, terciario y universitario) las herramientas necesarias para luchar por la educación pública y avanzar junto a la clase obrera y el pueblo en el camino de su liberación.Es por eso que al momento de formar BANDERA NEGRA, uno de los desafíos principales que atravesamos fue evaluar, discutir y finalmente acordar qué tipo de organización debíamos impulsar para avanzar en los objetivos propuestos. Así es que hoy somos una TENDENCIA ESTUDIANTIL LIBERTARIA, una definición que no es simplemente una elección de palabras, sino una opción de construcción determinada en el movimiento estudiantil. TENDENCIA: Al elegir ser una tendencia, nos afirmamos en varios sentidos. Las bases teóricas para nuestra definición como Tendencia se encuentran en los escritos (y fundamentalmente la práctica) que impulsó en los 60 y 70 la Federación Anarquista Uruguaya. Esta fue la experiencia libertaria que mayor grado de desarrollo alcanzó en aquellas décadas revolucionarias y que sienta un precedente importantísimo para todxs lxs compañerxs que, desde esta parte del continente, buscamos avanzar en la lucha por el Socialismo y la Libertad. Una Tendencia es un espacio de organización inserto en un movimiento de masas (en nuestro caso, el estudiantil, pero aplicable también al barrial, obrero, cultural, etc) que adopta una serie de definiciones que la diferencian del movimiento en general, pero que a la vez son lo bastante amplios como para permitir que compañerxs de diversas experiencias e incluso ideologías puedan trabajar de conjunto. Buscamos crecer construyendo en todos los niveles, pero no como un fin en sí mismo, sino como un medio, para que la propuesta libertaria se expanda a todos los rincones de Argentina donde la lucha por la educación del pueblo esté

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presente. A su vez, en ese camino nos vamos encontrando con muchxs compañerxs, colectivos, agrupaciones y organizaciones que buscan avanzar en nuestro mismo sentido, el de construir un cambio revolucionario y libertario para nuestra sociedad. Como Tendencia Estudiantil es que podemos contribuir con nuestras particularidades y experiencias a un proyecto de conjunto que está resurgiendo, desde la base misma de un pueblo que se subleva y busca un cambio de raíz. Por eso mismo, llamamos a todxs lxs estudiantes que sientan esta necesidad y se vean interpelados por nuestros acuerdos y accionar cotidiano, a que se sumen a construir. Todos los esfuerzos son necesarios, y para todxs hay un puesto en la lucha. ESTUDIANTIL: Esta definición que podría parecer obvia (ya que somos estudiantes) es también una elección. Entendemos que el alcance que la educación pública ha logrado en nuestro país, constituye al movimiento estudiantil en un espacio atravesado por distintas clases sociales. A diferencia de otros países, donde existen mayores restricciones, el ingreso al colegio, el instituto o la universidad sin necesidad de arancel crea un sistema educativo donde asisten grandes franjas de sectores populares, dentro de los que nos reconocemos a nosotrxs mismxs, por lo que es un ambiente propicio para interpelar al resto de nuestra clase. A su vez, si bien hay también (sobre todo en los niveles superiores) estudiantes provenientes de la burguesía o la pequeña burguesía profesional, buscamos que estxs compañerxs se identifiquen con los reclamos, necesidades y proyectos de la clase obrera y el pueblo en su conjunto. En los momentos de cambios revolucionarios, el movimiento estudiantil fue un aliado indispensable de la clase obrera, como ocurrió en Cuba, o en nuestro Cordobazo. E incluso tiene la capacidad degenerar reclamos propios que cuestionen el fondo de la dominación capitalista, como sucede actualmente en Chile. Existe una contradicción insalvable entre el capitalismo como modo de producción y dominación, y el acceso a una educación pública, gratuita y de calidad para todxs. Para superarla, se hace necesario un cambio radical, y en esa batalla es que cumple un rol primordial el conocimiento que como estudiantes generamos cotidianamente. Este puede servir para que el capital se reproduzca, o puede servir para que el pueblo se emancipe. De nosotrxs, lxs estudiantes, depende. LIBERTARIA: creemos que nuestra mejor definición ideológica es la que proviene de nuestros acuerdos: Anticapitalismo, Antiestatismo, Clasismo, Antiautoritarismo, Anarcofeminismo, Acción Directa, Democracia Directa y Federalismo. Si bien estas provienen de la experiencia histórica y las realizaciones positivas del anarquismo, como así también el origen de nuestro desarrollo militante, consideramos que los hechos valen más que las palabras. No es lo importante denominarse anarquistas, sino actuar de acuerdo a los principios libertarios, impulsarlos en nuestros espacios de militancia y que sean aceptados por el conjunto del movimiento estudiantil.

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Tras la Rebelión de 2001, por ejemplo, grandes sectores del pueblo impulsaron espontáneamente reclamos y modos de organización de marcado perfil libertario, aún sin tomar definiciones ni banderas. Es algo que está presente en la memoria de los pueblos desde que tomaron conciencia de sí mismos y comenzaron a rebelarse. Se trata, para nosotrxs, de hacer crecer eso que subyace, un mundo nuevo para todxs. Por eso mismo, como ya dijimos, llamamos a todxs a luchar por el Socialismo y la Libertad. La experiencia del tiempo de militancia como BANDERA NEGRA, que es el fruto de años anteriores y nuevas trayectorias que se suman a nuestro proyecto, es altamente satisfactoria. Hemos logrado avanzar como nunca antes pudimos hacerlo, creando genuinos espacios de militancia en todos los niveles, que pueden verse en nuestras luchas de todos los días. Aumentamos nuestra presencia en colegios secundarios de la Ciudad y hemos avanzado en una deuda pendiente, que es expandir la construcción hacia el Conurbano bonaerense. Así es como hoy estamos en el Oeste y en el Sur, luchando a diario donde el neoliberalismo ha dejado su huella más profunda. Logramos asentar nuestra presencia también en el nivel terciario, enfocados en aquellas instituciones que son directamente formadoras de trabajadores docentes, como los Normales y los Profesorados. Y en el nivel universitario hemos crecido no solo dentro de la UBA (hacia facultades donde anteriormente no existía militancia libertaria agrupada, como Ciencias Médicas o Psicología, lo que nos da presencia en 6 de las 13 facultades de la Universidad), sino también en el IUNA. Al igual que en Secundarios, avanzamos hacia el Sur del Conurbano y comenzamos a construir en la Universidad Nacional de Quilmes. Esto hemos logrado en estos meses de trabajo constante, decidido y real, lo que confirma que nuestras discusiones iniciales llegaron a buen puerto. Por lo tanto, solo nos queda seguir avanzando, seguir construyendo, en el camino de la lucha por la educación pública y con el objetivo siempre presente, de la Revolución Social. Web: bandera-negra.org Mail: bandera.negra.estudiantil@gmail.com Facebook: Bandera Negra Estudiantil

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Buscando el eslabón perdido La centralidad de las luchas que encabezan los trabajadores dentro del capitalismo es una cuestión que en general se da por sentado desde distintas vertientes del pensamiento de izquierda y la práctica militante. Sin embargo esa “centralidad” o importancia distintiva, no es algo que se de de igual modo desde los distintos ángulos que pueda retomársela. Así es que pretendemos desarrollar (al mismo tiempo que forjamos con nuestra práctica militante) un clasismo desde una óptica libertaria. Desde ya que no creemos que esto sea una necesidad formal o simplemente desarrollar esta visión por el simple hecho de que ocupe un lugar dentro de las reflexiones anticapitalistas. Entendemos así que una visión clasista y libertaria es profundamente necesaria para entender la complejidad con la que se sustenta no sólo la columna vertebral de la dominación capitalista (la dominación de clase), sino también el resto de las dominaciones que el capitalismo sostiene.

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