La ciudad de Trolberg
¡Ahí arriba!
¡Huy!
Trols...
Tranquilo, Brizna. Son de piedra. Ahora no pueden hacer nada…
Ni siquiera saben que estamos aquí.
No lo entiendo...
¿Eh?
¡Ajá!
Te pillé.
Me quedo esto.
No. Pero he visto uno. Varios. En los árboles de ahí.
No eres un trol.
No lo entiendo. ¿Por qué están los trols en este lado del muro?
¿En qué lado del muro crees que estás, niña?
Huy. Seguramente hemos seguido las vías de tren hasta el final al perseguir a esa cosa... Si se enterase, mamá me mataría.
Usted... sabe que los trols se convierten en piedra durante el día, ¿verdad?
Siento haberme alterado, anoche arrasaron mi prado.
Normalmente no se acercan tanto al muro, pero, últimamente, están en todas partes.
Mira, se han llevado mi cabra...
¡Huy!
Tengo que volver a casa para la comida del domingo.
Qué faena. Sí.
Lo siento, chicos, os tendré que llevar a vuestro pueblo después.
Bueno... Me voy a comer. Bueno, ¿y cómo estáis ahí dentro?
Estamos bien...
Vamos, Brizna. A casa.
¡Tú no!
Ejem.