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En la vieja ciudad donde vive Karl hay una alta torre con una forma muy extravagante que tiene una campana dorada en lo más alto. La campana suena tres veces al día, siempre a las mismas horas. Así los habitantes de la ciudad saben cuándo es la hora de comer.
Pero Karl estaba distraído pensando en otras cosas y no les respondió. ―¿Adónde irán esas nubes? ―se preguntaba, ignorando los elogios de sus amigos. Además, había otra cosa que le preocupaba. ―Qué raro. La campana de la torre no ha sonado.
―¡Yo lo haré! Decidido a recuperar el sombrero del viejo Tokimori, Karl salió al exterior. Al pie de la torre, Panetto y Roromo seguían sus movimientos con cara de preocupación.
El viejo Tokimori no tenía nada que ver con la espantosa criatura que los habitantes de la ciudad creían que era. Le estuvo enseñando a Karl todos los extraños artilugios que guardaba en su habitación, como un enorme reloj de arena o unos prismáticos. Karl se quedó admirado ante aquel sinfín de misteriosos objetos.