Filbert, el diablillo bueno

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Oram a Liao Filbert, el diablillo bueno

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barbara fiore editora

Había una vez un papá diablo que era feroz y malvado. Había también una mamá diablo que era fiera y malvada. Y luego estaba Filbert, su pequeño diablillo, que no es que fuera bueno, era RE-QUE-TE-BUENO.

Filbert

el diablillo bueno


Para los pequeños diablillos y angelitos del mundo H. O. © 2013 barbara Fiore editora • Depósito legal: gr 955-2013 • isbn: 978-84-15208-40-2 Texto © 2013 Hiawyn Oram • Ilustraciones © 2013 Jimmy Liao • Traducción: Carles Andreu y Albert Vitó barbara fiore editora s.l. • Paseo del fuego 7, 18220 Albolote, España • impreso en china Todos los derechos reservados. Queda prohibida cualquier forma de reproducción publicación de esta obra, ya sea impresión, fotocopia, microfilm o cualquier otro procedimiento, sin la autorización previa por escrito del editor. w w w . b a r b a r a - f i o r e . ES Text © 2013 Hiawyn Oram • Illustrations © 2013 Jimmy Liao Published by arrangement with Walker Books Limited, London SE11 5HJ All rights reserved. No part of this book may be reproduced, transmitted, broadcast or stored in an information retrieval system in any form or by any means, graphic, electronic or mechanical, including photocopying, taping and recording, without prior written permission from the publisher. PRINT IN CHINA


Filbert el diablillo bueno


Había una vez un papá diablo que era feroz y malvado. Había también una mamá diablo que era fiera y malvada. Y luego estaba Filbert, su pequeño diablillo, que no es que fuera bueno, era RE-QUE-TE-BUENO.



«¿Pero qué demonios le pasa?», dijo papá diablo ferozmente. «No es capaz de gritarle ¡BU! a un búfalo, ¡UH! a una búho, ni ¡MU! a una musaraña. ¡Este diablillo no parece hijo mío!».


«Tienes razón», se lamentó mamá diablo, mientras ayudaba a Filbert a ponerse el abrigo rabiosamente rojo, los cuernos monstruosos y los horripilantes guantes. «Ahora», dijo mamá diablo, «saldremos a ser espantosos y abominables los tres: tú, papá y yo».


Y as铆 fue como Filbert se puso el abrigo, los cuernos y los guantes y sali贸 corriendo de clase. Fuera, se dedic贸 a contemplar las nubes y las flores, que se mec铆an con la brisa.



Después de eso, los ángeles de la escuela de ángeles suspiraron y aceptaron que entre ellos nada era perfecto. La señorita Aliento-Esperpento dejó de hacer aspavientos cuando Filbert se portaba bien. «¡Al menos no es un ángel!», murmuraba. Y los padres de Filbert lo dejaron ser bueno sin rechistar. (Aunque poco después tuvieron otro bebé diablillo con la esperanza de que les saliera horripilante y espantoso... y hay que decir que no quedaron decepcionados).




Y respecto a Filbert y Florinda... bueno, ya podéis imaginar cómo terminaron. Se hicieron amigos, muy amigos. ¿Por qué? Muy fácil. Porque eran TAL PARA CUAL.


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