Grieta 315 edición 002

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Grieta 002

A単o I

junio 2015


CRÉDITOS

TEXTOS: Alejandro Quiñónez Ángela López Byron Montenegro Fredy Pérez Isabel Rodas Jaime Chicas Mauricio Chaulón Alfonso Juárez

FOTOGRAFÍA: Gerardo Lemus DISEÑO: Byron Montenegro

GRIETA 315

publicación del

Año I / Edición 002 / junio 2015

SEMINARIO PERMANENTE DE DISCUSIÓN METODOLÓGICA Y TEORÍA CRÍTICA espacio conformado por estudiantes, profesores e investigadores de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

DIRECCIÓN Y CONSEJO EDITORIAL Todos los miembros del Seminario Permanente de Discusión Metodológica y Teoría Crítica

Queda permitida la difusión y reproducción total o parcial por cualquier medio o procedimiento siempre y cuando se cite la fuente.

CONTENIDO Editorial 03 Del campo y la ciudad - Jaime Chicas

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Converger - Mauricio Chaulón

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En el umbral del neoliberalismo - Fredy Pérez

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¿Se podrían quitar? - Alejandro Quinónez

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Manifiesto CJN - Isabel Rodas

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Sin unidad - Alfonso Juárez

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Guatemala con ojo atento - Ángela López

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Uso de masas... - Byron Montenegro

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seminariopermenteusac@gmail.com Fanpage Facebook: Seminario Permanente de Teoría Crítica


[[ EDITORIAL Sin duda, la coyuntura del país ha marcado las pautas de la opinión pública, y nuestro medio no puede ser ajeno a dicha realidad. Desde nuestro análisis, basado en la teoría crítica, y las posturas individuales de cada uno de los miembros del Seminario Permanente de Discusión Metodológica y Teoría Crítica, hacemos aportes al debate, y exponemos una visión con posturas similares algunas, y antagónicas otras, pero todas desde ese análisis teórico. Sabemos que la situación actual no es producto de la casualidad, sino de una historia marcada por la exclusión social y política de poblaciones que buscan su reivindicación. Y se tienen posturas en defensa de la democracia como sistema, pero una democracia real, participativa, de tal cuenta que algunos autores de los artículos contenidos en esta Segunda Edición de Grieta 315, plantean la necesidad de posponer las elecciones electorales hasta que se hagan cambios a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, que permitan, aunque no cambios estructurales, sí la vía que permita que se siga hacia esa ruta, y que por lo menos garantice una participación en el evento electoral, de sectores marginados sistemáticamente. Aprovechamos para hacer un agradecimiento público a todas las personas que han colaborado de forma desinteresada, y con la única visión de una mejor academia, las distintas actividades que se han realizado desde el Seminario. Asimismo, invitamos a las personas que sin conocer el trabajo que realizamos hacen todo lo posi-

ble por impedirlo, para que se acerquen y participen dentro de estos espacios, tan necesarios para el debate de ideas, y posterior propuesta de iniciativas que procuren nuevos conocimientos y acciones políticas. Mientras tanto, seguiremos con nuestro trabajo, porque tenemos un compromiso ético con el pueblo guatemalteco, que nos da la oportunidad, como estudiantes, de tener acceso a la educación superior, y que, como profesionales investigadores y catedráticos, nos paga el sueldo por llevar al debate público y a las aulas universitarias argumentos y propuestas de calidad. Hacemos una invitación a quienes deseen conocer el trabajo nacional en materia antropológica, a que participen en las actividades de la Cátedra Joaquín Noval, un espacio de discusión académica, que por medio de lecturas y discusiones busca la presentación de ponencias académicas relacionadas a autores guatemaltecos. La Cátedra de este 2015 es dedicada a la obra de Aura Marina Arriola, y de la cual Isabel Rodas nos comparte en esta edición, su manifiesto. Finalmente, compartimos la alegría de varios compañeros, que este semestre lograron cerrar los cursos de sus respectivas carreras en la Escuela de Historia, y dentro de los cuales se encuentran varios fundadores de estas iniciativas que continuarán incrementándose con el fin de promover y lograr cambios sustantivos y estructurales que mejoren el nivel académico de nuestra Escuela y de nuestra Universidad de San Carlos.

Texto conjunto de los integrantes del Seminario Permanente de Discusión Metodológica y Teoría Crítica.

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Por: JAIME CHICAS

Del campo y la ciudad o ¿el momento de la deconstrucción? La división de Guatemala como país durante los últimos 60 años se ha dado a partir de procesos militares, económicos, políticos y socioculturales que han generado una sociedad no solo dividida sino divisora. Sociedad misma que ha polarizado la forma de entender el mundo desde perspectivas ideológicas antagónicas en donde la ciudad capital, en específico, ha generado las condiciones para reproducirse desde planteamientos de una derecha conservadora, obsoleta y fuertemente racista y excluyente no sólo con los grupos históricamente racializados sino con cualquier intento de construcción y desarrollo de otras formas de pensamiento fuera de las líneas duras de las políticas neoliberales y muy sui generis de las elites dominantes. Por su parte el interior de la Republica, el denominado “campo”, sobre todo las áreas rurales más golpeadas por la ausencia de políticas integrales o presencia de políticas de saqueo y explotación de los recursos y de los habitantes de las áreas, no pertenecen estrictamente a posturas antagónicas de Izquierda, más bien pertenecen a una diversidad de planteamientos, con mucha riqueza cultural y de relacionamiento social que caracterizaría más como posturas “anticapitalistas”. Es decir, la división no solamente es segregadora en sentido estricto de la palabra y de la política, la división también hace referencia más allá

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de las posturas geográficas a las distancias ideológicas, epistémicas y políticas, las cuales no se reducen a una simple dicotomía izquierda-derecha, va más allá y se complejiza profundamente en el sentido que si bien las ciudades principales, y la capital sobretodo, continúa reproduciendo, como se mencionó anteriormente, una postura rancia y literalmente descontextualizada, las poblaciones de los sujetos históricamente racializados han iniciado ya desde algunas décadas (sin que la academia lo notase o le interesase) un proceso de descolonización general que les ha permitido abrazar otras fórmulas de organización sociocultural y política que basadas tanto en la construcción de una experiencia ancestral así como del intercambio de otras formas históricas de lucha, resistencia, organización, diversidad de miradas contra hegemónicas, y por lo tanto, diversificado las estrategias y formas de lucha. Pero a pesar del punto de apertura a la diversidad se han construido paralelamente procesos que permiten convocar puntos en común que se han convertido en los objetivos concretos de las luchas campesinas, indígenas, de juventudes y de mujeres que tienen muy claro lo que se quiere romper y lo que se quiere reivindicar. La emergente crisis de Estado, aunque aún incipiente promete o por lo menos deja ver posi-


bles cambios estructurales no sólo en cuanto a carácter institucional en general, sino cambios en las estructuras socioculturales que han generado esa división histórica, y cada vez el encuentro en la acción política permite transformar las miradas diversas y multidireccionales sobre estos sujetos históricamente diseccionados. Por un lado la proclama: “despertó el pueblo”, se reduce claramente a la población de las clases medias del país (siendo esto no un detalle de mínimo sino de alta importancia) pues los sujetos en descolonización del “campo” han estado despiertos siempre solamente que con procesos diferenciados en el tiempo y el espacio dependiendo de los cambios y transformaciones internas características de su postura como sujetos racializados. Sin embargo, este acercamiento y comprensión de la lucha y la acción política del sujeto de clase media y el sujeto en proceso de descolonización del “campo” dejan ver entre líneas la comprensión de las luchas del otro y la reivindicación de sus derechos legítimos de protesta, movilización y acción; por supuesto, no quiero ser romántico y pretender que el cambio es inmediato y total, por el contrario, la marcha en que se suman el 21 de mayo campesinos y pueblos indígenas a las demandas por la renuncia de altos funcionarios en el país, dejó ver a través de medios de comunicación y de muchas opiniones en redes sociales de personalidades aún racistas y discriminadoras, una de las grandes problemáticas para la integración sociopolítica y cultural en el país. No obstante, siendo conscientes de los cambios podemos ver que otra gran cantidad de sujetos urbanos actualmente organizados y movilizados están construyendo una nueva forma de observar, comprender y compartir el mundo en el que se desenvuelven, específicamente comprendiendo desde otras ópticas las demandas de pueblos que históricamente han sido descalificados, poniendo en el tablero de lo político en Guatemala la posibilidad de construir nuevas formas de organización territorial, cultural, so-

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cial y política, o lo que es lo mismo, otras formas y posibilidades de organización sociopolítica y así generar una nueva forma estatal que, por qué no, tenga las posibilidades de responder a la diversidad nacional en todo nivel y perspectiva. Y aunque este breve articulo más que análisis pretende ser un asomo a la realidad actual, tiene como objetivo aclarar que aunque estas últimas palabras pueden partir de un romántico punto de vista, es recomendable que los pensadores del país centren la mirada no sólo en el proceso coyuntural, sino en la posibilidad de construir metodologías concretas que recojan, pongan en discusión y construyan a partir del diálogo intercultural y político círculos de debate y generación de reflexión descolonizadora y formativa que potencialicen el desencanto por el sistema y debiliten las posturas divisionistas y excluyentes. Este es un momento histórico que dependiendo de las capacidades con que podamos leerlo, apropiarlo y transformarlo así podremos revolucionar una forma estatal “democrática” occidental que no responde a nuestras necesidades diversas y que no ofrece más, no da para más; y reemplazarla por una forma estatal basada en el encuentro como punto articulador para construir posibilidades reales y viables desde la diferencia y la divergencia que es lo que enriquece y suma, borrando de una vez por todas el cielo homogeneizador bajo el que hemos sido sometidos y convivido durante toda nuestra historia. El paso de la coyuntura a las prácticas transformadoras requiere de ejercicios colectivos que vayan amarrados a la realidad y no permitir que la realidad nos rebase, requiere de conocer, valorar y sumarnos a otras formas de organización ancestral ya existentes, y vincularnos desde otras en proceso de construcción y deconstrucción; pero requiere claramente de compromiso y de una lucha ardua por no permitir que la cotidianidad nos devuelva a nuestros lugares de siempre, de la comodidad, del desencuentro, de la falta de solidaridad, del desinterés. ¡Mantengamos la lucha!

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Por: MAURICIO CHAULÓN

Converger La historia política de Guatemala ha roto el tejido social y, por ende, el político. La multidimensionalidad del poder dispersó las posibilidades de articulación, utilizando medidas represivas directas, cerrando espacios a través del marco jurídico legal y construyendo representaciones sobre sujetos políticos que ocupan los espacios de la política en los imaginarios y en la realidad, criminalizando e invisibilizando a otras y otros, es decir a aquellas y aquellos que ponen en peligro el statu quo. Y todo ello desde el mantenimiento del establishment del sistema capitalista. Sin embargo, la dialéctica de la historia lleva a momentos de crisis, los cuales, en casos como el de Guatemala en este momento, se potencializan por una coyuntura que a su vez se encuentra articulada a las relaciones estructurales. En las crisis, las capacidades de las y los individuos para demandar desde pequeños cambios hasta transformaciones profundas se activan para volverse visibles. Se pasa de la molestia e indignación individual, a la indignación colectiva. Y en lenguaje de Zemelman, lo molecular em-

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pieza a converger. Las personas deciden salir a la calle y convergen, movidas por la indignación, el hartazgo, el enojo ciudadano, y demandan cambios inmediatos y urgentes, y muchas y muchos van profundizando hasta llegar a exigir transformaciones profundas. La primera transformación es subjetiva: de actor y actora se pasa a sujeto y sujeta social, en construcción de ser sujeta y sujeto político. Sin embargo, la realidad se complejiza en varios elementos: ¿Cómo no perder las convergencias en el peligro del cansancio, la dispersión, los intereses particulares, los protagonismos, las verticalidades y las ambiciones políticas? ¿Cómo se fortalece el tránsito de la indignación cotidiana a la acción política estructural? ¿Se empieza a caer poco a poco el caudillismo y los liderazgos elitistas, o continúan siendo un peligro para la construcción paulatina del sujeto político?


participa - escrĂ­benos

DE HIS A L

ES C U

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seminariopermanenteusac@gmail.com

USAC

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Por: FREDY PÉREZ

¿El Estado de Guatemala en el umbral del neoliberalismo? Supongamos que nos hemos derrumbado, que nuestro país, como el cuerpo de un solo hombre, se hubiese derrumbado ya. Pese a todo nos quedaría esperar la resurrección de una nueva sociedad. No es esta la situación a la que hoy nos enfrentamos- el observador zagas estará de acuerdo conmigo. Estamos muy lejos de que nuestras instituciones sean un cuerpo moribundo. Por el contrario, siguen en marcha, por lo menos, según los objetivos de la burocracia política. Nuestra llamada crisis política institucional es el reflejo de los intereses económicos de los grupos dominantes que ahora encuentran en el Estado corrupto un obstáculo para sus aspiraciones de clase. Nuestras políticas económicas son neoliberales, no así el carácter de nuestras instituciones. Permítasenos también ser pesimistas, para no desbalancear los ánimos. Todo indica que estamos ante un simple movimiento de reacomodo del Estado y de la clase política que lo hace funcionar. Aunque las consecuencias de esto no vayan a ser igualmente simples. Pensemos ahora que este movimiento desde arriba busca, como efectivamente parece ser, mediante “reformas de ley” y sólo mediante la ley, excluyendo a la población, reforzar un sistema político administrativo roído por el crimen, la avaricia y la injusticia. Democracia es el sistema del que hablamos. Democracia representativa.

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¿Qué papel han jugado entonces las marchas, los plantones y todas las demás manifestaciones sociales que se han sucedido estas últimas semanas? ¿Qué hemos logrado y que podremos ganar como sociedad con todo esto? Y más aún ¿Es este mismo modelo de democracia, incluso ya depurada de la corrupción, el más adecuado para solucionar nuestros propios problemas? Si nos referimos a los actos del Estado en términos morales es porque, es a personas individuales, y no a extrañas abstracciones, a quienes debemos juzgar y condenar. La renuncia a los cargos públicospor parte de los políticos corruptos, que hemos visto suceder uno tras otro, y la lucha contra la corrupción en general, son condiciones necesarias para el desarrollo de cualquier administración del poder, las instituciones de este tipo jamás pueden estar exentas de estos vicios. Así, volvemos a la cuestión de si son las personas, o es el sistema el que está mal. En el primer caso, se trata de un asunto de ética, de cualidades personales, y hasta de sabiduría; asunto imposible de precisar y de prever para el gobierno de cualquier nación. En el segundo caso, se espera que el juego de reglas correctas impida, en gran medida, todo tipo de abusos que la humana naturaleza es proclive a cometer. Ambas consideraciones carecen de sentido si no se com-


prende al Estado en el entramado de poderes reales en el que está inmerso dentro de la sociedad. El Estado como necesidad (la de defender a los de debajo de los abusos de los de arriba) constituye, en todo caso, una molestia, o una excusa como diría Thoreau, que ha venido a sí misma faltando el respeto: “Permítasele a cada individuo dar a conocer la clase de gobierno que lo impulsaría a respetarlo y eso ya sería un paso ganado para conseguir ese respeto”. ¿A quién sirve mejor este modelo de Estado que nos gobierna? Hoy podemos responder que a nadie. La heterogeneidad de los sectores que han participado en las distintas protestas sociales lo demuestra. Al hacer lectura de todas aquellas consignas que hemos visto en tales actividades uno se convence de este hecho.Todo el espectro de opciones políticas se ha hecho presente. El asunto es que, esta heterogeneidad de intereses expresan en realidad la existencia de grupos no sólo económicamente diferenciados sino que, y esto es lo más importante, grupos de inmenso poder frente a grupos de desposeídos “hay pagadores de impuestos que no están representados”. Es decir, que no todos los ciudadanos se relacionan de la misma manera y en el mismo sentido con la maquinaria de Estado ni todos tienen, a través suyo, la capacidad de injerencia y poder sobre los asuntos públicos. La sociedad civil es la máscara tras la cual unos pocos individuos, tan poderosos como cualquier Estado, se ocultan junto con los más pobres y excluidos. La ciudadanía es una categoría que se adquiere según sea la cantidad de propiedad privada o de riqueza que se tenga. De ahí que el empresariado y las clases medias, e incluso las bajas urbanas, sean los que tienen hoy el mayor protagonismo -según los medios de comunicación- debido a que la corrupción hiere sus intereses como pa-

gadores de impuestos.

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Seguir pensando que fuimos los ciudadanos de a pie quienes provocamos la renuncia de la vicepresidenta provoca más daños que beneficios al movimiento social. No se crea, sin embargo, que somos meros espectadores. Esta misma heterogeneidad dentro del movimiento es la que ha comenzado a volverse peligrosa. De ahí los intentos para cooptar su espontaneidad. Lejos de ello, basta con un sólo día de involucramiento masivo y decidido de todos los campesinos y trabajadores para frenar a la maquina y obligar al Estado y a los empresarios a negociar frente al pueblo. Como sociedad las últimas semanas hemos venido ganando experiencia de protesta y de rebeldía, de organización y de diálogo crítico. Hemos ganado también mayor interés ciudadano por la vigilancia de los funcionarios de Estado. El modelo de democracia representativa, que es el que hoy opera en Guatemala, no cumplirá mejor sus funciones a pesar de las reformas, debido a que es el mismo modelo el que limita la solución a nuestros problemas. Hay que ser creativos. Necesitamos un nuevo sistema de instituciones de gobierno, de carácter directo, más cercanas a la población, que respondan de manera efectiva a las necesidades más apremiantes, que democratice la economía y que limite tanto el poder de los funcionarios como al grupo de los ciudadanos dominantes. Sin embargo, en este preciso momento, una asamblea constituyente resultaría muy peligrosa, para lograr cambios profundos. El juego de fuerzas es incierto. Esta crisis, que comienza a vislumbrarse como la reforma de un Estado más acorde al neoliberalismo, también permite espacios para nuevas formas de luchas y de movilizaciones sociales.

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Por: ALEJANDRO QUIÑÓNEZ

“Se podrían quitar de enfrente, es que tapan nuestra manta y no se mira”

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Palabras pronunciadas con violencia por estudiante en contra de nuestro colectivo durante la marcha universitaria el 25 de abril, al caminar frente a su manta de 3x3 metros. Hace unos meses nunca me hubiera imaginado estar viviendo un momento tan importante y trascendental como el que está ocurriendo en Guatemala. Y es que hasta hace unos meses la clase política de este país se paseaba con impunidad como lo ha hecho desde hace ya varias décadas.

es necesario, pero identificar los rostros de esos grupos de poder también lo es; sin embargo, no podemos dejar por un lado el análisis crítico acerca de las posibilidades que tenemos como sociedad para hacer frente a las arremetidas que, seguramente, dará el sistema político actual.

Sin embargo, luego del desmantelamiento de redes de corrupción y de robos millonarios al Estado, la conciencia parece haber empezado a despertar. La corrupción ha sido la chispa que ha despertado en la sociedad la indignación y la necesidad de movilización para demandar justicia social.

En este momento la organización social es importante y desde mi perspectiva debe ser totalmente distinta. ¿A qué me refiero cuando hablo de distinta? Ya que pareciera que en la palabra distinta cabe cualquier posibilidad y cualquier forma de organización, sin embargo, no podemos perder de vista las condiciones en las cuales surge esta movilización. Se debe partir de lo que se está pidiendo en las calles, no de lo que las organizaciones creen que es “lo mejor” para el país.

En este sentido tenemos que las manifestaciones masivas se han convertido en el acto más digno para una sociedad que le han callado por muchos años, en donde los grupos de poder se han preocupado por reprimir y recordar que con balas y sangre se puede mantener controlado a un país entero. Ahora bien, mucho se habla y se analiza sobre la condiciones históricas que llevaron a un Estado a conformarse de tal manera que pareciera por momentos ser una fortaleza imbatible, y eso

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Desde mi experiencia personal estoy cansado de escuchar a personas que creen tener la solución o ser la voz de mando de un movimiento que está cansado de discursos vacíos y de personas carentes de praxis social. Y aquí quisiera apuntar a que de manera crítica se reflexione a lo interno de muchas agrupacio-


nes o movimientos que creen que por tener un papel histórico en el movimiento social tienen ya la credibilidad y la confianza de las personas. Y es que en este momento no se puede caer en los viejos errores que llevaron a muchos movimientos a su ruina. Con esto me refiero que no se puede caer en el juego del protagonismo, ya que ese es el terreno que mejor conocen los políticos tradicionales a los cuales se supone estamos criticando y tras los que se está mostrando repudio. En los últimos días se han estado organizando diversos sectores los cuales están llevando agendas distintas, pensado en salir con un plan estratégico el cual permita “guiar” a esta “masa” que ha acaparado las calles, pero la verdad es que el comandantismo no nos va a llevar a nada diferente que los resultados que ya conocemos. Y es que en muchos espacios que me han tocado estar, pareciera que todos sueñan con ser el

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próximo “Ché”, Oliverio, Lenin y se convierte en un sueño húmedo para ellos el verse movilizando miles de personas a lo largo de las calles y tomando el poder y convertirse en los salvadores del pueblo al mejor estilo de “sólo el pueblo salva al pueblo” porque “le toca”. Sin embargo, las mismas personas que tienen estos delirios de grandeza son quienes se convierten en reproductores perversos de las mismas estrategias usadas por los grupos más conservadores y retrógrados de este país. No podemos caer en la trampa de creernos que somos la vanguardia de este movimiento, porque no necesitamos líderes, lo que necesitamos es organización horizontal en donde cada quien cumpla con la parte que le corresponde y no pensar en acaparar la atención, o en un arrebato de megalomanía creernos los líderes supremos. Las pautas van a ser marcadas por las protestas de la calle, no por personajes que se autodenominan líderes.

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Por: ISABEL RODAS

Manifiesto sobre la Cátedra Joaquín Noval Luego de contabilizar las pérdidas que la guerra de tres décadas provocó a la sociedad guatemalteca, en términos de muertes y desparecidos, las consecuencias que estas dinámicas de terror y aniquilamiento tuvieron sobre el deterioro de las instituciones, comienzan a mostrarse en sus términos más alarmantes. Esa crisis, que desde los años setenta golpeó a la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC) - y a las instituciones de Estado en general, entre ellas toda la institucionalidad que trabajó alrededor de los temas de integración indígena y rural (en los años sesenta y setenta) y desarrollo social (de la década de los ochenta hasta la actualidad)-, la hizo una de sus principales víctimas. En esa época, cuando el escenario político e ideológico se radicalizó, llevó a los estudiantes y a los profesores universitarios a pasar de la simpatía a la participación orgánica en las guerrillas. Suficiente para extremar la represión, que dejó el vacío en las aulas por el asesinato, la desaparición y el exilio de sus mejores intelectuales y a lo que pudo haber sido una comunidad académica que debatía ideas para orientar el curso de la formación de sus profesionales y de los contenidos de las políticas públicas. Esa violencia produjo la ruptura en la transmisión de conocimientos y de experiencias. La eliminación de los formadores

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de profesionales y de ciudadanos abrió las puertas a nuevos grupos, preparados en la inestabilidad de la agresión de la época, y que luego, en el post-conflicto, hicieron de la academia un espacio de acomodamiento burocrático movido por un discurso populista, con prácticas caudillistas y clientelares dispuestas a la negociación con los poderes que actualmente se reparten los recursos del Estado, dentro de ellos las escasas oportunidades de empleo para ejercerse como profesores e investigadores de la realidad social guatemalteca. Baste ver las estrategias que juegan los representantes de la universidad pública y universidades privadas, en las comisiones de selección de Magistrados a la Corte Suprema de Justicia1. Pero además de esas representaciones, la USAC posee representaciones en otras instancias institucionales cuyo ejercicio es totalmente desconocido y que también inciden en la capacidad del gobierno del Estado y en el manejo de sus recursos. Tan reservadas son que, recientemente, la Dirección General de Investigación (DIGI-USAC) publicó la investigación sobre el mapa del poder en las 75 representaciones ante cuerpos colegiados que posee la USAC dentro del Estado2. La distribución de estas representaciones3 denota

1 Ver los artículos de Rodrigo Véliz en Nómada http://nomada.gt/contratados-como-jueces-y-como-maestros-aunque-algunos-den-clases/#comments, http://nomada. gt/las-claves-para-entender-la-disputa-por-la-justicia-2/, http://nomada.gt/que-hicieron-los-profesores-de-derecho-para-que-la-usac-perdiera-prestigio/ 2 Ponce, Rodrigo (Coordinador) (2014), DIGI-USAC, Guatemala 3 Así, por citar algunas de esas 75 representaciones universitarias, en donde las Ciencias Sociales tendrían que aportar, los autores de la investigación las clasifican en cuatro áreas: 1.) la de salud y tecnología (IGSS –Instituto Guatemalteco de Seguridad Social-, CONACYT –Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología-, FODONOC –Fideicomiso de CONACYT- y el Tribunal del Deporte Federado, etc.); 2.) económicas-jurídicas y de infraestructura (Delegaciones en los Consejos de Desarrollo, en el Consejo de Protección de la Antigua Guatemala, en el Registro de Información Catastral, en la Directiva del TRANSMETRO, en la Junta Monetaria, en el directorio de la SAT –Superintendencia de Administración Tributaria- o el INE – Instituto Nacional de Estadística-, etc.); 3.) La ecológica y educativa superior (INAB – Instituto Nacional de Bosques-, Enlace con el Sistema de Estudios de Posgrado, Sector Eléctrico, etc.) y 4.) área jurídica (delegados ante Corte de Constitucionalidad, delegados ante comisiones de postulación de la Corte Suprema de Justicia, de Apelaciones, del Tribunal Supremo Electoral, del Ministerio Público, Salas de Apelaciones, etc.).

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el monopolio de este ejercicio profesional en las Facultades de Derecho, Medicina, Agronomía y Arquitectura, excluyendo a las Escuelas de Ciencias Sociales. Además, en esas representaciones, ni siquiera se considera la participación de los profesionales de las universidades privadas, espacio que ya fue requerido en las comisiones para postulación de las Cortes. En aquel ambiente universitario de finales de la década de los 80, con la desaparición y la inhibición de los docentes y de los líderes estudiantiles, su saber hacer y su producción científica -que produjo posiciones en los ámbitos de la política pública- también quedó en el olvido. Incluso el recorrido por la biblioteca central y de las facultativas de la universidad nacional dan cuenta de la pérdida de las colecciones de revistas publicadas en esa época. En ellas se recogía la producción de las generaciones de profesionales de los años sesenta y setenta, con algún fundamento teórico y observaciones que produjeron reflexiones sobre las desigualdades de la sociedad guatemalteca. Y por si esto fuera poco, en el ambiente contemporáneo, cualquier intento por generar espacios de discusión se ridiculizan asociándolos al “blabla-bla”, expresión que dice de la deformación del sentido común sobre la necesidad del desarrollo intelectual como un arma imprescindible para salir del estado de miseria, no solo económica, sino de pensamiento que tiene postrada a nuestra sociedad. Las técnicas favorecidas y premiadas en este ambiente de descalificación siguen siendo los manejos a través de paros y tomas por la fuerza de espacios que se cierran con la negociación de privilegios de sus protagonistas sin que con ello cambien las políticas de educación universitaria que nos han sumergido en menos que la mediocridad. Ante esa exclusión y tácticas de fragmentación de la comunidad académica, y desde el punto de vista de la recuperación del conocimiento acumulado, la iniciativa emprendida desde la Cáte-

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dra Joaquín Noval, es en primer lugar, un trabajo de construcción de memoria de comunidades académicas diezmadas. Una memoria que debe considerar no sólo las posiciones de la izquierda revolucionaria sino también el de una izquierda de clase media que fue servidora del Estado desarrollista – confinada a actuar bajo el espectro de los gobiernos militares- que también ocupaba en aquella época la discusión intelectual universitaria.

Aquella heterogeneidad de posiciones se dicotomizó, fundando el deterioro de los espacios académicos bajo la tónica de la intolerancia y de la violencia. Estas se prolongan a través de la descalificación y la desestabilización para el control de los espacios laborales y la cooptación de los movimientos estudiantiles como caudal político y de votos dentro de las aulas y en los centros de investigación. Aquello ya lo testimoniaba Joaquín Noval en sus últimos escritos de la década de los setenta. En efecto, la consolidación de esta disminución de la práctica científica en las ciencias sociales tiene que ver con la organización del trabajo a través de la docencia desvinculada con la investigación bajo la modalidad de una contratación horaria e interina que ha encastrado a los académicos, precariamente formados, en aquel ambiente de violencia y de discurso radicalizado que actualmente ya no se juega por el posicionamiento ideológico sino por adversidades entre personas y grupos de interés por el control de los micro-espacios. Bajo ese ambiente, las generaciones subsiguientes carecemos de las referencias de esa producción, de su perspectiva teórica y metodológica así como una comprensión de la diversidad de lo que fueran sus propuestas y alternativas en la práctica política. De allí que la postura crítica se asocie más a actitudes de beligerancia y militancia confrontativa y no a las capacidades comprensivas y al rigor en la producción e interpretación de observaciones sobre la realidad social. Una de las grandes pérdidas provocadas por la violencia y de la lucha ideológica es la pérdida

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del valor de la producción académica. Como consecuencia, y desde la perspectiva del ejercicio del profesor-investigador, la producción de trabajo etnográfico y los estados de arte de la producción sobre el país son escasos4, poco conocidos y poco empleados en la bibliografía de los cursos universitarios, lo que no permite pensar en alguna tradición antropológica como línea de adscripción que pueda ser recuperada por las propuestas de las tesis de los estudiantes. Si preocuparnos por la memoria de la comunidad académica es uno de los intereses, la Cátedra de Antropología de Guatemala surge, en segundo lugar, como una reacción ante el vacío y la dificultad por construir comunidades con una identidad profesional cuya base problemática se encuentra ante la inaccesibilidad a esa producción y la dificultad de pensarse a sí misma, a partir de sus aportes al conocimiento de las sociedades, en su vínculo con el desarrollo de las ideas a nivel mundial. Por esta razón, una parte importante del trabajo de la Cátedra Joaquín Noval se sitúa en facilitar el acceso libre a los textos a través de una biblioteca virtual. El objetivo es dotarnos no únicamente de los materiales para construir la reflexión disciplinaria a través de la lectura y la discusión como elementos fundamentales del pensamiento crítico, sino estimular los espacios para su socialización, interiorización y análisis de la sociedad. Consideramos que es la mejor vía para reformular las contribuciones disciplinarias para la implementación de prácticas individuales que potencialicen la acción colectiva y de políticas públicas incluyentes en el marco de los movimientos sociales y de las instituciones de Estado. Queremos contribuir a repensar el rol de los profesionales con capacidades críticas para el contexto político contemporáneo, a los acercamientos que nos agrupen para retomar los es-

pacios institucionales y organizativos donde le corresponde ejercerse al intelectual como servidor de la sociedad a la que pertenece.

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Finalmente, tras de la organización de la Cátedra subyace una práctica colectiva: la obra que hemos recuperado y editado de Joaquín Noval ha sido el fruto de un trabajo de un grupo de personas. La Cátedra Joaquín Noval, más que un acto institucional, fue creada bajo un acto voluntario individual de los fundadores, sintetiza Roberto Melville (CIESAS-DF). Reúne a estudiantes vinculados al Seminario de Teoría Crítica e investigadores del IIHAA de la Escuela de Historia, del Instituto de Estudios Interétnicos y la Dirección General de Investigación de la Universidad de San Carlos de Guatemala, a docentes y a estudiantes de la Universidad del Valle de Guatemala y colegas investigadores de CIESAS. La finalidad de la Cátedra no es de lucro o protagonismo, sino educativa. Busca promover y desarrollar el interés por la historia del pensamiento antropológico en Guatemala y sus vínculos con el mundo de las ideas y de las prácticas políticas a nivel nacional, regional y mundial. En ese sentido, bajo la idea de red, va tras la promoción de las relaciones que permitan construir una comunidad de saber, que produzca conocimientos nuevos, producto del intercambio de ideas y de la interacción personal entre profesores y estudiantes, de distintas generaciones y entidades de educación superior, interesados en la producción de conocimiento sobre las sociedades mesoamericanas. Esperemos mantener animados a los participantes en la Cátedra Joaquín Noval para movilizar no sólo estas ideas producto de la historia del campo de las ciencias sociales en Guatemala sino que sirvan de fundamentos para producir el conocimiento necesario que nos permita construir otros términos de relación en estas sociedades que no logran administrar la complejidad de sus conflictos.

4 Al respecto, los trabajos de Edgar Gutiérrez Mendoza, Ricardo Sáenz y Gabriela Escobar son pioneros. A ellos se han ido agregando esfuerzos por comprender los aportes de las ciencias sociales en las discusiones sobre aspectos sociales en las prácticas políticas de la sociedad guatemalteca.

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Por: ALFONSO JUÁREZ

Sin unidad para convertir los sueños en leyes Que un hombre sea diferente a los demás, por el conocimiento de sí mismo, porque en su unidad es diferente al contenido del otro, en cierta manera, unidad para sí mismo, pero incompleto a la realidad social con la que interactúa; el papel social, es una forma de conceptualizar cómo se realizan diferentes contratos, con los otros que realizan muchos diferentes papeles sociales. Con la realización de cada contrato, se relaciona su posición de conocimiento individual y los diferentes conocimientos propios, obteniendo en este proceso, la unidad de diferencias, dentro de uno mismo, producto que tiene como consecuencia que las personas relacionadas sean sociedades. Dentro de las sociedades quedan los límites de todo conocimiento, dentro de las relaciones están los límites de las capacidades individuales, dentro de cada uno quedan las posibilidades de limitación más profundas para relacionar y realizar conocimientos. El conocimiento se encuentra en las relaciones, en diferentes niveles y en diferentes grupos sociales, que construyen, por relaciones sociales, toda semejanza común que determina a un grupo social. Una crisis de sociabilidad consistiría en la no relación de estos grupos sociales, los cuales son de un mismo contexto social e histórico, lo que hace que existan antagonismos, por lo que no se realizan muchas de todas las relaciones sociales por las cuales una sociedad aumenta su conocimiento mutuo; al no darse todas las relaciones, y existir una inequidad y diferencias sociales y económicas demasiado marcadas, se establece una convivencia bajo tensión, que no logra la cohesión en una sociedad, en el sentido de su funcionamiento social óptimo, donde existan antagonismos dialécticos tolerables, donde las diferencias no sean de luchar bajo condiciones infrahumanas de hambre y exclusión, contra actos de corrupción ridícula en la que una organización como la Línea se reparte en un día Q558 mil, el salario mínimo equivalente a 18 años de trabajo de una persona, y con prestaciones; por-

que en este país, el salario mínimo es el máximo que se paga, en el mejor de los casos. La indignación es generalizada, y aunque parezca que el pacto social une la lucha, no es así, aunque es una buena oportunidad para plantear cambios profundos, que puedan brindar las bases para lograr un verdadero pacto social, una sociedad con más equidad social y económica. Existen cuestiones preocupantes como el hecho de que las manifestaciones sigan con los mismos participantes y no sobrepase el número más grande al cual ha convocado, y que exista un cambio estructural en esas condiciones de unidad social. Un cambio no servirá de nada y podrá ser peor, sin la participación responsable y ciudadana de los de abajo, sector que debería de cambiar. Es un engaño creer que las cuestiones más importantes son el centro del poder y no la forma en cómo se realizar el poder desde ese centro, acorde a la forma histórica en cómo se maneja los diferentes aspectos de la vida en el país, entonces las clases altas, las cuales puede tener la posibilidad de obtener un lugar en ese centro del poder no son importantes para lograr los fines que persiguen las manifestaciones, sólo la revolución hecha por las clases bajas en su plena representación podrán cambiar el país para mejorar. Sin la aprobación de leyes para potencializar los beneficios a los intereses, de las clases bajas, como requisito primordial anterior para aprobar cambios a las leyes del centro del poder, como la ley de partidos políticos, entonces realmente los hechos no servirán de mucho. Si esa voz que insiste en el cambio de su situación, no queda como una ley, entonces todas las acciones servirán sólo para que el centro de poder siga sin tener ningún valor para los habitantes del país sean quienes sean las personas que ocupen ese lugar.

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Por: ÁNGELA LÓPEZ

Guatemala, con el ojo atento ¿Guatemala está viviendo una época de crisis profunda o solamente es algo pasajero? Este artículo trata sobre la coyuntura que vive el país, enfatizando en lo que son las manifestaciones y las denuncias realizadas por la ciudadanía. Se analizará el contexto en que nos encontramos, la postura de la ciudadanía y se tratará de determinar si se está dando una contra-democracia o no, y por último hacia dónde se encaminan las manifestaciones. Todo esto comenzó en el mes de abril de este año en donde la CICIG junto con el Ministerio Público identificó a los participantes que actuaban en la “La Línea” que es una red criminalística de defraudación aduanera, entre ellos se encuentra Juan Carlos Monzón Rojas, ex secretario de la vicepresidencia, los superintendentes de administración tributaria, Carlos Muñoz y Omar Franco, entre otros detenidos. Agravante, a las redes de corrupción del Estado, también se detectó una red de malversación en el IGSS, que causó la muerte de pacientes de diálisis, lo cual suma más de 15 detenidos pertenecientes a la Junta Directiva del Seguro Social, y de los participantes en Junta de Licitación que otorgó el contrato a la empresa PISA. Todo esto provocó que se terminara de destapar una realidad de corrupción e impunidad de en el Estado, desde el sector gobierno, pero que involucra al sector privado; por lo que se está viviendo una crisis politica y un momento histórico en el país. Todos estos puestos de funcionarios, son estratégicos

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y cercanos al presidente Otto Peréz Molina y exvicepresidenta Roxana Baldetti, lo cual también los vincula como sospechosos de participar directamente en estos casos. Esto provocó la indignación colectiva, y que se desatara una serie de manifestaciones contra las autoridades de turno que revelaron una decepción ante esta situación sistemática, que genera también desconfianza, enojo, tensión y cansancio en la población. Se demuestra que las personas no son ingenuas, y que existe cierta reflexión, ya que personas que nunca habían salido a las calles salieron a protestar, entre estos están integrados estudiantes tanto de universidades privadas como la USAC, familias completas y grupos organizados. Por lo cual, se está dando una movilidad social importante, en donde se está luchando por un cambio social en beneficio de todos. Estas manifestaciones se realizan los días sabados desde el 25 de abril hasta la actualidad en donde cada día se han sumado diversas personas, por lo cual se esta formando una marcha masiva. Desde la teoría se puede decir que se esta viviendo una contra-democracia generando una total desconfianza entre la sociedad guatemalteca, fundamentandome lo que plantea el historiador y filósofo Pierre Rosanvallon 1) los poderes de control, 2) las formas de obstrucción y 3) la puesta a prueba a través de un juicio. La contra-


democracia no es algo antagónico a la democracia, sino que es un sistema que se antepone a la otra y por eso está conformada por poderes indirectos diseminados en la sociedad, se puede decir que la amplitud de estos poderes puede generar una verdadera forma política, con empoderamiento, y enfrentar con la desconfianza la legitimidad necesaria. Repasando un poco lo que dice cada modalidad, la primera es la democracia de control y el autor se refiere como control a “mantener una mirada permanente sobre los gobernantes, un estado de alerta que permita la vigilancia sistemática de sus actuaciones”, Juan Zuluaga (2008 pág. 778). En el caso de Guatemala se mantiene esa denuncia por medio de la CICIG y la auditoría social, y las manifestaciones ciudadanas siguen paso a paso un proceso de cambio, no sólo del actual gobierno, sino a futuro con la propuesta de cambios en la ley, ante la cercanía de las elecciones; según la teoría de Pierre Rosanvallon se está creando un ciudadano-vigilante. La denuncia es otra modalidad de control en donde el ciudadano se manifiesta y expresa su inconformidad ante lo que esta sucediendo y propone cambios importantes ante el sistema, dentro de ellas, reformas la Ley electoral y de partidos políticos, en materia de elecciones prioritariamente. Según Juan Zuluaga que escribió un artículo sobre Pierre, dice que en el mundo contemporáneo tienen importancia estos acontecimientos, ya que cada vez en el mundo político se exige más transparencia, y la denuncia, por medio de la auditoría social, afecta directamente al capital simbólico y la reputación de los involucrados, tal como se observa en el caso de Guatemala. La segunda etapa es poder impedir las acciones del gobernante y lograr la resistencia civil hacia las argucias en las que los poderosos recurrentemente utilizan el sistema corrupto. Pierre plantea una cuestión interesante en el mundo contemporáneo que es la politica negativa “consiste en una entrada de sanción de la democracia, donde las elecciones son más un juicio del pasado, que una oportunidad de optar por diversas orientaciones”, Zuluaga (2008; pág. 780).

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Desde mi punto de vista las elecciones que se realizarán este año deberían encaminarse hacia esto, no sólo a pensar nuestro voto, porque no se trata de seleccionar entre lo que se nos presenta, sino que expresar nuestra incorformidad en no votar y proponer esas reformas por parte de la sociedad civil, con el fin de tener una participación real, y elegir entre propuestas representativas. Y la tercera etapa de manifestación es el pueblo, como juez, que va relacionado lo anteriormente dicho por Juan Zulaga: “juzgar es examinar una conducta o una acción, prolongada al ejercicio de una sospecha y haciendo necesario que se llegue una conclusión definitiva”, Zulaga; (2008, pág. 781). En el caso de Guatemala se está realizando juicio con los culpables de los casos para llegar a la verdad en lo que Rosanvallon llama “gobierno de los jueces”, pero falta participación de la sociedad civil así como la expulsión e injerencia de los Estado Unidos sobre el país. Y no sólo se trata de juzgar, sino que de crear normas para que estos actos no se repitan. Este cambio donde la ciudadanía juzga podría ser un cambio importante para el país en lo que es la estructura judicial y es algo desde mi punto de vista se debería realizar, al auditar el actuar de los jueces que se prestan a la corrupción, tal como se le comprobó a la jueza Sierra de Stalling.

En conclusión, lo que está sucediendo en Guatemala es una época de transición en donde los ciudadanos están mostrando su descontento y su total desconfianza al sistema y están con el ojo atento. La constancia que se está viendo en las manifestaciones donde se unen diferentes grupos de ciudadanos, muestran su organización e intereses comunes, un buen comienzo que no hay que mantener permanente, las cuestiones por responder son: ¿Se respetarán las propuestas de cambios estructurales a la ley? ¿Jugará la Universidad de San Carlos de Guatemala, su papel histórico al plantear una reforma de fondo, o solamente jugará un papel discursivo en el statu quo? y ¿Cuáles serán las medidas a futuro para construir una contra-democracia?

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Por: BYRON MONTENEGRO

El uso de las masas, legitimidad y poder Existe una nueva forma de legitimización del poder y de los cambios políticos, por medio del esquema social y utilización de las masas. Esa es una teoría de corredores, dicen algunas lenguas, ni buenas ni malas, que se trata de un nuevo experimento estadounidense en la región latinoamericana. Utilizar las masas para legitimar cambios en los Estados “soberanos”. Marx menciona la conciencia de clase, como esa etapa de comprensión, del rol de pieza que se tiene en el modo de producción, y de la necesidad de cambiar esa realidad, incluye todo un esquema de carga histórica de la colectividad en contrahegemonía y muchos aspectos filosóficos de reivindicación individual y colectiva que pueden profundizarse en autores como Heidegger en su daisen auténtico o en la nada del ser de Sartre. La idea es que existe un punto, una condición humana, en la cual se tiene consciencia del ser, del estar vivo y de saberse sujeto de cambio, de comprender realidades sin estar sujetado. Bourdieu lo enfoca desde la perspectiva social, de la capitalización de otros simbolismos, no solamente el aspecto económico, y la acción del individuo desde su habitus; todos convergen en que existe ese punto, la conciencia de saberse, de entenderse en un esquema, en la estructura social. Esa condición, hace que el individuo actúe, y al ser un discurso generalizado, y sobretodo, de fácil asimilación por las condicionantes coyunturales, se vuelve un efecto masivo, incluso en el peor de los casos: moda. En el mejor de los casos, el movimiento de masas tiene una dirección, como dijera Gramsci, una vanguardia, que centraliza los objetivos comunes. Pero en el caso de la protesta guatemalteca, la indignación, a pesar de ser generalizada, tiene distintos mati-

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ces, distintos objetivos de fondo, aunque de forma tenga el interés común de encontrar un culpable, o varios, y hacerlos renunciar. Pero esa no es la solución. Como pensaba Arendt, no es una justificación a los corruptos, en este caso, tratar de entender no es defender, porque ojalá y atrapasen a todos los funcionarios y empleados públicos mafiosos que viven del sistema público y que encima se dedican a hacer negocio la cosa pública. Hannah Arendt consideraba la banalidad del mal como esa condición robotizante del sistema, en el que la persona deja de pensar y actúa solamente ejerciendo su función, porque “le toca” hacer lo que hace, y así, es capaz de cometer crímenes o vejámenes sin sentir culpa, porque solamente es parte de un sistema, y si le toca en un sistema corrupto, se adapta. Claro, los culpables deben ser castigados, no se espera menos, y su condena debe responder al grado de sus atrocidades. Si a alguien lo sentenciaron a dos años de cárcel por robarse una gallina, habría que ver cuántas gallinas equivalen al monto de lo robado; y porque sé que habrá un legalista que indique que el delito es el que se castiga, esto es solamente una sátira, pero el sistema debería de funcionar así, equitativo. “Si nos organizamos renuncia Otto, si nos organizamos renuncian todos…” dice una tonada de la protesta con la música de un anuncio de pizza. ¿Pero luego de la renuncia qué pasa, quién toma el poder? ¿Más operadores políticos como el caso de Alejandro Maldonado Aguirre? La reconfiguración del poder no le compete a las masas, aunque estas sí logran legitimar los cambios, y de allí su utilización. ¿Eso deslegitima


la protesta como tal? Por supuesto que no, porque es un espacio de expresión, no solamente necesario, sino urgente. Pero que no debe caer en el discurso, que debe ser necesariamente contrahegemónico para no legitimar cambios de maquillaje legal. Los cambios, si se dan, deben ser estructurales. Y es algo que los grupos del bloque de poder no permitirán, por más que aparezcan al lado de las masas protestando también, porque alteraría su statu quo, el que han mantenido por siglos. Decía un joven en la radio que ya no hay que ver de dónde venimos, sino hacia dónde vamos; una original idea religiosa, porque venimos del pecado y lo que hay que salvar es el alma, el futuro, y no en esta vida, sino en la otra. Una de las tantas formas en las que los imperativos institucionalizados que menciona Parsosns, nos conduce epistemológicamente hacia acciones enajenadas. La iglesia, los medios de comunicación, la misma familia, están dentro de un esquema que responde a un discurso que por siglos, por generaciones, nos enajena, La socialización de estos imperativos institucionalizados, marca esas ideas concebidas por el discurso dominante, una nación, un bloque, la unidad que nos lleve a la redención. No es tan simple. Se debe entender en primer lugar que Guatemala no es una nación, son muchas contenidas en una, y partiendo de ese principio las reformas legales deben generarse desde esa perspectiva. La protesta urbana, “ordenada y decente” no es mejor que la protesta rural, “violenta y bochinchera”, según los clichés que se le han colocado; la indignación es la misma, la historia es distinta para cada una de las realidades. Existe un divorcio, entre el área rural y el área urbana, si se pretende entender la protesta rural, se debe conocer la condición de vida de la mayoría de población, que no vive en condiciones paupérrimas e inhumanas, sobrevive en ellas. No se trata de defender una democracia inexistente, si se debe reformar el Estado completo, hay que hacerlo, hay que proponer cambios reales, no defender un sistema que no nos representa, pero que nos ha absorbido, que repro-

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ducimos sin pensar, que sabemos que está mal, pero que nos acoplamos a él. Y allí cabe la pregunta de si en realidad los movimientos de masa son conscientes, o solamente reproductores del mismo esquema. Claro que hay que participar, pero hay que saber qué hay atrás, cuáles son los fondos. Incluso los intereses de “famosos” dirigentes con discurso “combativo”, que luego decepcionan, y ejemplos sobran. No hay que tener miedo a pensar, a ir más allá, a plantear sistemas novedosos. Si se cree que la democracia es el mejor sistema, pues hay que defenderlo, pero una democracia real, no un sistema denominado democrático que resulta ser solamente una dictadura rotativa de los grupos en el poder, del bloque permanente en el poder. Pero y si la democracia no es el mejor sistema para nuestros pueblos, entonces hay que cambiarla. ¿Acaso ya se ha dicho todo en materia política y en sistemas políticos? No, se pueden crear nuevas teorías, nuevos procesos. Hay que empoderarse de la protesta, y no ser solamente un reproductor de discursos, que quizás obedecen al mismo esquema que se critica; hay que participar, pero no solamente como un manifestante más, sino como un sujeto consciente de su realidad y de su capacidad para cambiarla, en beneficio de las mayorías marginadas, ya basta de tanto desfalco a nuestra tierra, a nuestros recursos, a nuestros capitales; se debe luchar por la libertad, por romper esas cadenas que nos atan, desde las epistémicas hasta las socioeconómicas, sólo así se podrá encontrar el sistema que responda a las necesidades concretas de nuestra multidiversidad, aunque suene pleonástico y trillado. Hay que encontrar, y saber qué es eso que nos mueve, y enfocarlo hacia la integración, para que la masa sea crítica, y tenga objetivos comunes. Si en realidad se quiere un cambio que los grupos que forman parte de estos movimientos, y que pertenecen al bloque de poder lo demuestren, y abran los espacios, políticos y legales, y que todo esto no sea meramente discursivo y un maquillaje de esa sospecha de experimento.

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Antropología de Guatemala Cátedra Joaquín Noval

2015 - 2016 dedicada al trabajo de

AURA MARINA ARRIOLA ANTROPÓLOGA GUATEMALTECA

VIDA - OBRA - LUCHA FORMA TU BIBLIOTECA VIRTUAL http://antropologiadeguatemala.tumblr.com/autores ¡Lee, discute, reflexiona y participa!


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