Diccionario del franquismo

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DICCIONARIO DEL FRANQUISMO

DICCIONARIO DEL

FRANQUISMO Manuel Vázquez Montalbán Ilustrado por Miguel Brieva | Prólogo de Josep Ramoneda

Manuel Vázquez Montalbán

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En 1977, Manuel Vázquez Montalbán escribió este conciso y perspicaz diccionario, en el que abordaba el franquismo como realidad histórica, política, sociológica y hasta estética: ahora lo recuperamos con unas mordaces ilustraciones de Miguel Brieva que subrayan la inquietante persistencia del sustrato franquista en la actualidad. Un repaso imprescindible que nos lleva del ideario del Movimiento a las personalidades más destacadas del Régimen, del Valle de los Caídos al yate Azor, de la Falange al Opus Dei...

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Manuel Vázquez Montalbán

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FRANQUISMO Ilustrado por Miguel Brieva Prólogo de Josep Ramoneda Edición al cuidado de Alejandro García Schnetzer

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Coedición de Anagrama y el Ayuntamiento de Barcelona Consejo de Ediciones y Publicaciones del Ayuntamiento de Barcelona: Gerardo Pisarello Prados, Josep M. Montaner Martorell, Laura Pérez Castaño, Joan Subirats Humet, Marc Andreu Acebal, Águeda Bañón Pérez, Jordi Campillo Gámez, Bertran Cazorla Rodríguez, Núria Costa Galobart, Pilar Roca Viola, Maria Truñó i Salvadó, Anna Giralt Brunet Directora de Comunicación: Águeda Bañón Directora de Servicios Editoriales: Núria Costa Galobart Direcció de Serveis Editorials Passeig de la Zona Franca, 66 08038 Barcelona tel. 93 402 31 31 barcelona.cat/barcelonallibres Los editores agradecen a José Pérez Freijo su ayuda en la reedición de la obra

Ilustración: © Miguel Brieva

Primera edición: mayo 2019 (publicado originalmente en marzo de 1977)

Diseño: Eva Barreras (Diane Parr Studio) Proyecto editorial: Alejandro García Schnetzer © Del prólogo, Josep Ramoneda, 2019 © De las ilustraciones, Miguel Brieva, 2019 © Manuel Vázquez Montalbán, 1977, y Herederos de Manuel Vázquez Montalbán © EDITORIAL ANAGRAMA, S. A., 2019 Pedró de la Creu, 58 08034 Barcelona ISBN: 978-84-339-0150-7 ISBN Ayuntamiento: 978-84-9156-227-6 Depósito Legal: B. 9896-2019 Printed in Spain Unigraf, S. L., av. Cámara de la Industria, 38 - Polígono Industrial Arroyomolinos 28938 Móstoles

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Prólogo

EL LENGUAJE DE LA DICTADURA Josep Ramoneda

Caudillo de España por la gracia de Dios, Generalísimo de los Ejércitos, Centinela de Occidente, Soldado Invicto, la Espada más limpia de Occidente, Francisco Franco («Franco, Franco, Franco», en la plaza de Oriente, escenario genuino de los ac­ tos de «adhesión inquebrantable») lideró la Cruzada contra los rojos y los separatistas en nombre de la fe en la nación y en el catolicismo, contra los demonios familiares de España, mientras Dios le dio vida, e, inasequible al desaliento hasta el fin de sus días, lo dejó todo «atado y bien atado», después de una batalla incesante contra la conspiración liberal, judeo­ masónica y comunista. Y murió bajo el amparo del brazo in­ corrupto de Santa Teresa. Este párrafo está construido con entradas del Diccionario del franquismo que, a modo de recuerdo para olvidadizos, nos dejó Manuel Vázquez Montalbán. Eran los materiales con los que se elaboraban los partes de Radio Nacional (única voz informativa autorizada en las ondas) o los editoriales de los periódicos en las fechas señaladas y en los momentos críticos de los cuarenta años de dictadura. Servían igual para hablar de la inauguración de una fábrica, de la fiesta nacio­ nal llamada de la raza, en un régimen de nostalgia imperial y utopía totalitaria, del discurso de fin de año, de la última 5

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ejecución de un opositor del Régimen o de las agresiones de los promotores de la leyenda negra y los enemigos de la patria. Era el lenguaje del franquismo, que armaba la llamada «demo­ cracia orgánica» sobre la tríada familia, municipio, sindicato (todos deudores de la gracia de Franco) y sobre la autoridad inquebrantable del Caudillo, por la gracia de Dios. Siempre con la Iglesia católica como aparato ideológico encargado de encuadrar a las masas en la servidumbre del Régimen. Una hegemonía política, social e ideológica es un lenguaje. Este diccionario nos recuerda el lenguaje con el que reinó Franco, con el desarrollismo como mito económico y la pug­ na creciente entre la Falange y los tecnócratas del Opus Dei por el control del poder a partir de finales de los cincuenta, cuando España entró definitivamente en las redes del capi­ talismo internacional. Sin este repertorio de palabras, conver­ tidas muchas de ellas en gritos de ritual, que acompañaron al franquismo hasta su agonía es difícil entender lo que era la dictadura. A medida que el tiempo pasaba la distancia entre las palabras y las cosas se iba haciendo grande y el régimen se alejaba, la superestructura se iba alejando de diversos secto­ res de una sociedad en cambio. Por eso cuando Franco murió el tránsito fue rápido. Y aunque la huella de un franquismo que murió de muerte natural, no por ruptura forzada, ha se­ guido y sigue en parte presente en la sociedad, la ciudadanía se fue acomodando rápidamente a los nuevos tiempos. Y así, en un visto y no visto, la católica España se convertía en uno de los países más descreídos de Occidente, y la derecha y la Iglesia católica empezaron a perder todas las batallas contra la liberación de las costumbres que han dado y que siguen dando. Pero no por ello podemos olvidar de dónde venimos. Y el diccionario de Manolo Vázquez nos lo recuerda recuperan­ do unas entradas que hoy pueden parecer una broma. No lo eran, estaban cargadas de sangre y odio. Manolo, que nació el año en que acabó la guerra civil en un barrio de perdedores –el Raval de Barcelona–, en una fami­lia obrera castigada por el Régimen, con su padre en la cárcel, vivió ya desde los años universitarios la militancia política, que le llevó a prisión por cantar «Asturias, patria querida», como a él le gustaba decir, y sufrió como periodista y escritor las 6

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dificultades de escribir en tiempos sin libertad de expresión y­­ con censura. Tiempos que a medida que los años pasa­­­ban se iban haciendo optimistas porque la expectativa del cambio se iba concretando, y que condujeron a aquellos singulares años de la Transición en que lo antiguo iba perdiendo legiti­ midad mientras lo nuevo iba tomando cuerpo. Tiempos en que la ilusión se combinaba con la arbitrariedad, hasta que se impuso la dura normalidad y vino el desencanto. Con su diccionario, Manolo desmiente cualquier melancolía. Contra Franco no vivíamos mejor. El lenguaje del Régimen da testi­ monio de su indigencia cultural, su mentalidad totalitaria y su asfixiante tutela sobre la sociedad. Josep Ramoneda

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Este es un breve, aproximativo, Diccionario del franquismo. Ni está en él todo el franquismo, ni en él aparece el antifranquismo. Se aplica, pues, solo al espacio político escogido por el fran­ quismo, contemplado por un hombre que nació en 1939 en un barrio de supervivientes ubicado en una ciudad vencida, capital de un país ocupado.

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ACNP

Siglas de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, fundada en 1909 por el padre Ayala y consolidada por Ángel Herrera Oria en los años veinte. Esta asociación fue la plata­ forma de lanzamiento de los católicos a la vida política espa­ ñola, en un esfuerzo equivalente al emprendido por Dom Sturzo en Italia, que dio origen a la Democracia Cristiana, o por Romano Guardini en Alemania. El primer gran resultado político de la ACNP fue la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), el más poderoso partido de la derecha española durante la Segunda República, encabezado por José M.ª Gil-Robles. Durante el llamado «bienio negro» (1934-1935) la CEDA ocupó el poder aliada con los radicales de Lerroux y sofocó las intentonas revolucionarias de Asturias y Cataluña en 1934. Cuando estalló el Alzamiento la mayor parte de efec­ tivos humanos y económicos de la CEDA se pusieron al lado del bando nacional. Al acabar la guerra, la ACNP dio por se­ pultada no solo a la CEDA sino incluso a sus líderes, «quema­ dos» por su relativo papel republicano. Las jóvenes criaturas del futuro cardenal Herrera Oria se aprestaron a colaborar con el franquismo, escindiendo a la potencial democracia cristiana española en «colaboracionista» (Martín-Artajo, Castiella, Silva Muñoz, el primer Ruiz-Giménez) y «oposicionista» (García Fernández o Gil-Robles, autoexiliado en Lisboa). De hecho la ACNP ha sido una fuerza política defensiva del Régimen du­ rante todo el franquismo. Incluso para apuntalar la frágil refor­ ma iniciada por el primer gobierno del rey Juan Carlos hubo que recurrir a jóvenes dirigentes de la ACNP como Marcelino Oreja, Reguera Guajardo, Landelino Lavilla y Alfonso Osorio.

ADHESIÓN (inquebrantable)

Fórmula expresiva empleada a partir de 1939 por cualquier es­ pañol con jerarquía cuando tenía que expresar en público su fidelidad al Caudillo. En general la adhesión inquebran­table se enviaba o se elevaba (según los casos) «aprovechando la oca­ sión». Es decir, la fórmula completa era: «Aprovecho la ocasión para elevar mi adhesión inquebrantable, etc.»

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ALONSO VEGA (Camilo) (1889-1971)

Amigo personal de Franco, militar «africanista» como él, des­ tacó su participación en los frentes de Navarra durante la gue­ rra civil. La actuación de la tropa bajo su mando fue decisiva en la batalla de Brunete y al acabar la guerra fue nombrado conse­ jero nacional de FET y de las JONS dentro del grupo de veinte militares que Franco designó para contrarrestar el peso de los falangistas «puros». Hasta su nombramiento como ministro de la Gobernación en 1957 hizo su carrera dentro de la Guardia Civil, institución que convirtió en una importante maquinaria represiva en los tiempos en que renacía lenta­mente la resis­ tencia antifranquista en todo el Estado español. En 1957, sus­ tituyó a Blas Pérez en el Ministerio de la Gobernación, aunque se quedó con los principales colaboradores del anterior: Arias Navarro, Antonio Carro, García Hernández. Si a Blas Pérez le distinguió tan implacable eficacia represiva como habilidad política, en el caso de Camilo Alonso Vega la habilidad política no acompañó a su indudable eficacia represiva. Hombre tem­ peramental y muy a la vieja usanza, creyó canalizar al país por las vías de la obediencia «solo con una mirada», como hacían los padres de antes de la guerra del Transvaal. Bajo su ejecutoria, la extrema dureza represiva no impidió un conti­ nuado in crescendo resistencial en general y de organizaciones democráticas clandestinas en concreto: movimiento estudian­ til, obrero (aparición de Comisiones Obreras), movimientos na­ cionalistas del País Vasco (ETA) y Cataluña (proceso de Jordi Pu­ jol). Antes de cesar como ministro y morir como hombre, tuvo que ver cómo el deterioro del sistema llegó al seno mismo de las instituciones políticas franquistas (procuradores en Cortes contestatarios) y de la Iglesia (enfrentamiento con monseñor Cirarda por la cuestión vasca). Su honesta e ingenua tozudez le valieron algunos apodos derivados fácilmente de su nombre de pila y que no vienen a cuento. Fue uno de los habituales de la Corte de El Pardo, donde su esposa, doña Ramona, lucía en el ramillete de damas habitualmente acompañantes de doña Carmen Polo de Franco.

AMNISTÍA

La que se concedió a sí mismo el bando triunfador en la gue­ rra civil para todos aquellos delitos cometidos desde la pro­ 12

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clamación de la República siempre que apuntaran al objetivo final de derribarla y contribuir al éxito del Movimiento Nacio­ nal. Quedaban así redimidos para siempre desde el «pistole­ rismo blanco» hasta los «paseos de incontrolados», abundan­ tes en los territorios progresivamente ocupados por el bando nacional.

APODOS Y SOBRENOMBRES

Franco fue llamado por sus exégetas: «Soldado Invicto», «Cen­ tinela de Occidente», «la Espada más Limpia de Occidente», «Caudillo», «Generalísimo», etc.

ARIAS NAVARRO (Carlos) (nacido en 1908)

Tercer jefe de gobierno del franquismo. Comenzó a desta­ car como fiscal muy activo en la represión antirrepublicana practicada en Málaga tras la ocupación franquista. Continuó destacando como gobernador civil de León en la época de la represión del maquis. Alcanzó eterna nombradía como direc­ tor general de Seguridad en el tránsito de los años cincuen­ ta a los sesenta, época de especial dureza policial a pesar de que habían transcurrido veinte años de paz. Posteriormente cambió de imagen cuando fue nombrado alcalde de Madrid, adoptando un talante liberal y publicitario. La fatalidad le lle­vaba a puestos represivos y fue nombrado ministro de la Gobernación en el gabinete presidido por Carrero Blanco. A pesar de que no supo o pudo vigilar lo suficiente como para impedir la voladura del almirante Carrero, Arias Navarro fue promocionado al puesto de jefe de Gobierno y constituyó un gobierno «aperturista» movido por el espíritu del 12 de febre­ ro, fecha en que Arias Navarro pronunció en las Cortes un programático discurso liberal, dentro de lo que cabía. Fluctuó entre el futuro y el pasado, acosado por una parte por el bún­ ker y el círculo de los íntimos de El Pardo y por la otra por el creciente clima de audacia política de la oposición. A la muerte de Franco, Juan Carlos le conservó como jefe de Gobierno, pero cesó en el cargo cuando manifestó su impotencia para canali­ zar la reforma política preconizada por el monarca y el Depar­ tamento de Estado. 13

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ARIAS-SALGADO (Gabriel) (1904-1962)

Funcionario público que desempeñó distintos cargos de res­ ponsabilidad a partir de 1939, pero ninguno como el que ocupó a partir del 19 de julio de 1951 cuando fue nombrado titular del Ministerio de Información y Turismo. El lema «Con Salgado, todo tapado» se convirtió en una verdad como un templo, como aquellos templos en que Arias-Salgado un día sí y otro no consagraba todo lo consagrable al apóstol Santiago. Decía que sus discursos eran una «teología de la información» y que, gracias a su vigilancia de cuanto se publicaba o exhibía en España, se salvaban muchas almas. Por eso se le conocía también como «el arcángel San Gabriel». Se ha escrito que su actuación co­mo ministro fue un sistema complementario de censura previa y de consignas. En su afán de taparlo todo topó hasta con la Iglesia a través de una famosa polémica entre el mismísimo señor ministro y el director de Ecclesia. Tan conven­ cido estaba de la providencialidad de su obra de salvación que no pudo resistir la orden de cese y murió pocos días después, cuando salía de su domicilio para enfrentarse, un día más, a la cruda realidad de una España que había escapado a su protec­ ción arcangélica.

ARRESE (José Luis) (nacido en 1905)

Secretario General del Movimiento y ministro de la Vivienda. Su detención por «hedillismo» durante la guerra civil le granjeó crédito como «falangista puro y de izquierdas». Franco instru­ mentalizó el crédito de Arrese cuando necesitó tranquilizar los ánimos de los falangistas irritados con el conservadurismo del Régimen. Así, en 1941 lo nombró Secretario General del Movimiento en el contexto de un gabinete «azul» en el que también figuraban Girón de Velasco y Miguel Primo de Rivera. Arrese fue el organizador de la burocracia falangista, auténtico pilar fundamental de la supervivencia del sistema fran­quista. En 1945 fue cesado en la operación de limpieza de fachada falangista que Franco necesitaba para congratularse con los aliados. Nuevamente se necesitó a Arrese en 1956, tras la crisis de concepciones que había enfrentado a Fernández-Cuesta y Ruiz-Giménez en el seno del Gobierno y a falangistas y demócra­ tas en el movimiento estudiantil. La instrumentalización de 14

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Arrese fue en esta segunda ocasión aún más evidente. Trató de ponerle un precio político pero fue desbordado por el asalto de los tecnócratas al poder en la reforma gubernamental de 1957. Arrese sobrevivió como ministro de la Vivienda hasta 1960. Desde entonces solo ha aparecido en política como somnolien­ to miembro del Consejo Nacional y como supuesto autor de un opúsculo muy crítico que circuló clandestinamente en 1960.

ATADO Y BIEN ATADO

Con la Ley Orgánica del Estado, Franco declaró haber de­jado «ata­­­­­ do y bien atado» el futuro del Régimen después de su muerte. El lema «atado y bien atado» se enfrentaba a la pregunta plan­teada por Santiago Carrillo, secretario general del PCE: «Después de Franco, ¿qué?» Al heredar el poder un rey que había jurado los Principios Fundamentales del Movimiento y que quedaba fis­ calizado por todo el aparato institucio­nal franquista (Cortes, Consejo Nacional, Consejo del Reino), Fr­anco suponía que su heredero quedaba igualmente «atado y bien atado» porque era heredero no de la monarquía histórica, sino de la nacida el 18 de julio y ratificada por la Ley de Sucesión de 1947.

AUSENTE (El)

Nombre dado a José Antonio Primo de Rivera en la zona fran­ quista mientras se concibieron esperanzas de que aún siguiera con vida en la cárcel de Alicante.

AUTARQUÍA

Haro Tecglen (Diccionario político) la define así: «Fantasía estre­ chamente ligada con el nacionalismo y con el totalitarismo, por la cual se imagina que un país puede bastarse a sí mismo y producir todos los elementos necesarios a la vida de sus ciu­ dadanos sin realizar intercambios con los demás.» Esta creen­ cia era compartida por los principales jerarcas del Régimen al acabar la guerra civil e incluso divulgada por el propio Fran­ co. Ramón Tamames (Estructura económica de España) delimita una etapa autárquica de la economía española que se prolon­ ga de hecho entre 1939 y 1957. Durante todo el mandato de Franco sobrevivió, en cambio, la autarquía política, es decir, la 15

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imposición de un modelo político peculiar, que nada debiera a los modelos democráticos del capitalismo o del socialismo.

AYETE (Los cuarenta de)

En 1940 y en el Palacio de Ayete de San Sebastián, Franco dio una lista de «cuarenta miembros vitalicios» del Consejo Nacio­ nal, renovables a medida que perdieran la vida. Tradicional­ mente se ha considerado que esos cuarenta eran los hombres políticos en quienes más confiaba Franco.

AZOR

Yate construido para que Franco dispusiera de una embar­ cación a la vez personal y oficial, según la costumbre ya ejer­ cida anteriormente por los reyes de España. El Azor fue bende­ cido por el capellán privado de Franco, P. Bulart, en presencia del propio Franco, de su esposa y de su cuñado Felipe Polo y se convirtió en una auténtica «corte navegante» a la que solo tuvieron acceso los íntimos más íntimos de Franco.

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BANDERA (Diario de una)

Compendio de artículos y glosas escritos por Franco durante su campaña africana de los años veinte. La primera edición, de 1922, contiene observaciones duras, casi brutales, sobre el comportamiento bélico. Posteriores ediciones oficiales han li­ mado o cortado los textos. Por ejemplo, el que alude a la oreja de un moro regalada como trofeo al soldado español que le mató.

BEIGBEDER (Juan Luis) (1888-1957)

Militar y político español. Ministro de Asuntos Exteriores entre el 9 de agosto de 1939 y el 16 de octubre de 1940. Sus simpatías por los aliados aconsejaron su cese en el momento en que las tropas alemanas eran las dueñas de Europa. Hasta hace pocos años se supuso que Beigbeder optó por un largo silencio político hasta su muerte en 1957, pero la publicación en 1970 de documentos del Departamento de Estado USA so­ bre la política norteamericana con respecto a España en los años cuarenta descubrió a un Beigbeder inédito, que trabajaba políticamente para negociar con los Estados Unidos y fuerzas políticas democráticas del interior y del exterior un retorno de España a la democracia liberal.

BIS (Brigada de Investigación Social)

Cuerpo especial de policía que se convirtió en la auténtica guardia pretoriana del franquismo. Desarrolló su libre acti­vidad hasta 1959, cuando se empezó a aplicar el requisito de la de­ tención preventiva de setenta y dos horas. No obstante, siempre le que­daba el recurso de recobrar al detenido político encarcela­ do re­clamándole para diligencias judiciales. La BIS se constituyó a partir de una Ley reguladora de 8 de marzo de 1941. Como todas las leyes promulgadas en este período, la de constitu­ ción de la BIS tiene un ilustrativo preámbulo ideológico en el que se rechaza la idea de policía apolítica vigente durante la II República y se propugna una nueva policía a salvo de «los errores y defectos de la vieja organización li­beral democráti­ ca». Esta ley, firmada por Franco, añade que para imbuir a la nueva policía del «espíritu político que anima a la Revolución Nacional-Sindicalista» es necesario dar entrada en el cuerpo 21

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a los elementos que aportan «el entusiasmo de las gloriosas victorias ganadas y a los que, por sus servicios eminentes en los tiempos precursores y durante la guerra civil, probaron su inquebrantable adhesión». En otro párrafo se exalta el papel que debía cumplir este tipo de policía en los países totalita­ rios (modelo italiano y alemán), donde consigue «una acertada combinación de técnica perfecta y de lealtad».

BLOQUEO

La resolución de las Naciones Unidas de 1946 declaraba un blo­ queo internacional al Régimen español por su alianza explícita (División Azul) e implícita con las potencias del Eje. El fran­ quismo instrumentalizó este bloqueo como si fuera dirigido contra España como totalidad y no contra un régimen políti­ co específico. El bloqueo trajo como consecuencia la retirada de embajadores de Madrid y una cierta cuarentena comercial, frecuentemente rota por procedimientos indirectos. Lo cierto es que se convirtió en una de las principales coartadas para justificar el retraso económico. Todavía, a los veinte años de finalizada la guerra civil, Franco en sus discursos aludía a los efectos nocivos del «bloqueo internacional» y de la «pertinaz sequía». Con el ingreso de España en la ONU en 1954 terminó el bloqueo y solo permanecieron rotos fundamentales lazos diplomáticos con Israel, los países comunistas y México.

BOOR (Jakim)

Seudónimo utilizado por Franco para firmar sus artículos con­ tra la masonería recopilados en el libro titulado Masonería. En su afán de crear la ficción de la existencia real de Jakim Boor, Franco ordenó que se inscribiera su nombre en una audiencia civil del Palacio de El Pardo en la que figura Jakim Boor, según demuestra la fotocopia reproducida en el libro de Rogelio Baon La cara humana de un Caudillo.

BÚNKER

Construcción fortificada en la que Adolf Hitler vivió sus últi­ mos meses como jefe supremo de Alemania, resistiendo allí hasta la consumación de la derrota y el suicidio. El término se incorporó a la vida política española en 1971 a partir de 22

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unas palabras pronunciadas por Fanjul en una cena política, que aludían a los que querían morir en los «sótanos de la can­ cillería», es decir, los que querían continuar en el inmovilis­ mo franquista hasta el fin. La palabra «búnker» aplicada al franquismo empezó a ser utilizada en el prólogo de Horizonte español 1972 de Ediciones del Ruedo Ibérico, firmado por Luis Ramírez, firma habitual de esa editorial que sirvió para camu­ flar a distintos intelectuales españoles. Casi paralelamente a la redacción de ese prólogo, la palabra «búnker» fue empleada en «La Capilla Sixtina», sección habitual de la revista Triunfo firmada por Sixto Cámara, seudónimo de Manuel Vázquez Montalbán. No obstante, quien mayor empleo político dio al término fue Santiago Carrillo, en su sistemática denuncia del inmo­vilismo franquista. Personajes por antonomasia del bún­ ker son Girón de Velasco, Blas Piñar, Fernández-Cuesta, Pilar Primo de Rivera, Iniesta Cano, Pérez-Viñeta, etc. Ese es el bún­ ker que se ve. El que no se ve está constituido por las fuerzas sociales más inmovilistas del Régimen, básicamente funciona­ rios de la buro­cracia franquista, idealistas bunkerianos de con­ vicción integrista y aprovechados que temen cualquier solu­ ción democrática como el principio del fin de sus prebendas.

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