Las termas. En España construyeron muchas termas o baños públicos, fueron lugares de encuentro para los ciudadanos de la antigua Roma. Por eso los grandes gobernadores se esforzaron en ofrecer al pueblo grandes edificios, como el emperador Caracalla, que disponían de grandes salas de baño, gimnasios y tiendas. Sus ruinas, aunque hayan perdido la riqueza de los mármoles, aún conservan la monumentalidad de los espacios, que podían acoger hasta 1.600 bañistas.