-¿Y a mí? ¿Me van a dar una almohada cuando me muera? -Sí, cuando te mueras te tocará una almohada – dijo Ester. -¿Y mi cobijita? -Sí, también tú cobija favorita. -¿Y mi conejo? -Pobre conejo, mejor llevate al osito. -¿Y comida para mí? -Puedes llevarte galletas y pan dulce, y jugo, si quieres. -Bueno, está bien… -dijo Pepe y dejó de llorar. Ester le limpió la nariz. Descansa en paz. Descansa unos momentos, que nos veremos pronto un día, todos contentos. Vi que a Ester se le salían las lágrimas. –Léelo otra vez –dijo quedito-. .
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