Crítica de J. Edgard

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viernes 10/2/2012

IMAGINARIO Máquina de Guerra

de cómics

Hiperbreves S.A.

Versión blanco y negro la empresa y la destrucción, por parte de Rhodes, de todos los trajes de Iron Man, menos uno claro. Esto trajo su despido y junto al científico Morley, quien también había abandonado la nave, crean una nueva empresa para poder costear el mantenimiento del traje. Tony Stark, una vez recuperado, se une al grupo a pesar de la reticencia de Rhodes. El gusto por el poder tiene estas cosas. Y aquí es cuando nace Máquina de Guerra. Un prototipo de traje de combate para el ejército que ambos diseñaron y que motivó la ruptura de su amistad. Tony Stark una vez visto la capacidad de destrucción del mismo, optó por aparcar el proyecto, lo que enfureció a Rhodes quien veía en este traje una herramienta verdaderamente útil. ¿El resultado final? James Rhodes abandona Industrias Stark y termina por unirse a Nick Furia y su S.H.I.E.L.D. comenzando su carrera de superhéroe.

Justiciero

James Rhodes. Ésa es la identidad del hombre que se encuentra detrás de Máquina de Guerra. Un personaje que viene a ser algo así como un Iron Man, pero en versión “light”. Rhodes fue creado por la dupla David Michelinie y Bob Layton (Iron Man, Nº 118, 1979), cuya intención inicial era crearle al desdichado de Tony Stara un íntimo amigo sobre el que poder apoyarse en los momentos más delicados. Cosa que lograrían, pero no por mucho tiempo. La historia de Rhodes comienza en Vietnam, donde era piloto de helicóptero. En una misión fue derribado y por esas cosas de la vida va a dar con el bueno de Tony Stark, quien se encontraba probando su traje, no con mucho éxito por cierto. Entre los dos lograrían escapar de los “charlies”, comenzando una amistad que seguiría tras regresar a los Estados Unidos. Stark le ofrece a Rhodes trabajar como piloto de prueba para Industrias Stark, llegando, pasito a pasito, a enfundarse el traje de Iron Man una vez que Tony reconoce sus problemas con el alcohol y decide retirarse por un tiempo. Después vendría el golpe de estado de Stane para hacerse con

Jarra inhopet@yahoo.es

Condeno la impunidad y la defiendo. Condeno la mentira y la defiendo. Condeno con la ley en la mano y la venda en los ojos. Condeno por estética, poética y política. Condeno su moral con mi moral. Condeno y encadeno condenas y condenados. Condeno condenados y defiendo incondenables. Condeno, acuso y abuso. Condeno legal e impunemente. Reparto a partes desiguales el peso de la Ley. Yo condeno y tú, condenado, encadenas condenas. RSQ hiperbreve.blogspot.com

Noticias del séptimo arte

Harrison Ford El veterano actor nacido en Chicago (1942) no estará en la nueva versión de “Blade Runner”. Ridley Scott ha decidido no entregarle el papel del cazador de replicantes Rick Deckard.

Emma Watson

Russell Crowe

El director inglés ha decidido contar con ella para protagonizar el filme “Your Voice in My Head”, un proyecto que está inspirado en las memorias de la periodista británica Emma Forrest.

El cineasta neoyorquino Darren Aronofsky –autor de la película “El cisne negro”– quiere contar con él para protagonizar un guión que girará en torno al personaje biblico de Noé.

“J. Edgard”

Poder absoluto La trigésimo segunda película de Clint Eastwood traza un meticuloso retrato de J. Edgard Hoover, quien estuvo 48 años al frente del FBI (Federal Boreau International). Sus archivos personales incluían datos comprometedores de todos los políticos relevantes de Estados Unidos entre 1924 y 1972, incluyendo a Roosevelt, Truman, Eisenhower, Kennedy o Nixon. Truman llegó a decir: “No queremos que el FBI se convierta en una especie de Gestapo”. El hilo narrativo del filme son las propias memorias de J. Edgard, que distorsionan la realidad a su propia conveniencia, plasmando que fue un verdadero azote de los “comunistas” y mafiosos; pero no hay que olvidar que también persiguió a pacifistas, líderes estudiantiles o activistas de los derechos civiles como Martin Luther King. Aunque, en un principio lo parezca, “J. Edgard” no es una película patriótica ni mitificadora sino un largometraje que refleja la imagen de un patriota enfervorecido, con sus luces y sus sombras. Tampoco es un “biopic” al uso, sino una historia sobre las relaciones personales con su entorno más cercano, haciendo hincapié en los lazos que mantuvo con su fiel secretaria Gandy (guardiana de sus secretos), la relación homoerótica con su lugarteniente Clyde Tolson y la unión, en clave “Psicosis”, con su castrante madre, que desemboca en una sorprendente escena de travestismo edí-

El Día (Santa Cruz de Tenerife) 10/02/2012. Página 64

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Biblioteca de la Universidad de La Laguna.

pico. En última instancia, la cinta se pregunta: ¿En manos de quienes está la seguridad de los Estados Unidos?, y ¿quién nos gobierna realmente? Su sobria puesta en escena, su solidez narrativa (obra del guionista Dustin Lance Black), su espléndido trabajo de maquillaje, su música sutil (compuesta por el propio Eastwood) y unas logradas interpretaciones (con Leonardo DiCaprio a la cabeza) propician que “J. Edgard” desprenda el aroma inconfundible de una película con denominación de origen, pero que esta vez no “fermenta” en un reserva o un gran reserva como esos clásicos contemporáneos como son “Sin perdón” (1992), “Los puentes de Madison” (1994), “Mystic River” (2003), “Million Dollar Baby” (2004) o “Gran Torino” (2009), que forman parte, por derecho propio, de la historia del cine. Benjamín Reyes


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