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dTRULENQUE
Sábado, 14 de abril de 2018
BENJAMÍN REYES
El 18º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria toca a su fin tras proyectar 136 películas desde el día 6 de abril (concluye mañana) en los multicines Monopol y en el Teatro Pérez Galdós. El certamen se inauguró con El pintor de calaveras, que se adentra en la simpar figura del creador plástico Pepe Dámaso. En la película, producida por Andrés Santana y dirigida por Sigfrid Monleón, se dan la mano la persona y el personaje. Santana y Monleón saben encauzar a Dámaso, un personaje que es pura exuberancia, para ofrecer una visión más emocional que racional, con lo cual llegará a un público más amplio que el que suele frecuentar las galerías de arte y los museos. El festival grancanario reivindicó el cine más arriesgado y en esa categoría se cuentan un puñado de filmes distribuidos en las diversas secciones del certamen: Revolución 68, ciclo Radu Jude (director rumano), Canarias Cinema o La noche más freak.
Río de imágenes El Festival de Las Palmas reivindica el cine más rupturista
SECCIÓN OFICIAL De la Sección Oficial de largometrajes destacaron varios títulos. Dos de ellos procedían de la Berlinale: The Green Fog, de Guy Maddin, y Transit, de Christian Petzold. El primero es una revisitación del clásico de Hitchcock Vértigo, que atrapa o repele según el espectador que la vea. El segundo es un sólido drama ambientado en la II Guerra Mundial. Por su parte, Insectos, del veterano checo Jan Svankmajer, uno de los cineastas de animación más originales del panorama europeo, aúna imagen real y de animación en una especie de making off. Fotos: Quique Curbelo
MONOPOL MUSIC FESTIVAL El Monopol Music Festival volvió a desarrollarse paralelamente, ofreciendo 20 documentales musicales, entre los que destacó Chasing Trane, de John Scheinfeld, una documentada y dinámica película sobre la figura de John Coltrane, que cimenta la leyenda de uno de los saxofonistas más virtuosos de la historia del jazz. Recoge sus luces y sus sombras. Tanto su éxito con los
elepés Kind of Blue, Giant Steps o A Love Supreme como su devastadora adicción a la heroína. También despuntó Camarón: Origen, leyenda y revolución, de José Escudier, un largometraje de tres horas que sintetiza una serie que se creó con motivo del 25 aniversario del dios gitano. Sin restarle mérito a la ardua labor de ordenar la ingente cantidad de imágenes y vídeos que existen sobre el cantaor que revolucionó
el flamenco, termina siendo una hagiografía en la que se ofrece una versión descafeinada de su figura (su adicción a las drogas ni se menciona). El documental que más público congregó fue Eric Clapton: Life in 12 Bars, un filme que muestra al Clapton más confesional que revela datos biográficos poco conocidos. En el capítulo de conciertos cabe reseñar el único en España del cantante y guitarrista de
(c) Del documento, los autores. Digitalización realizada por la ULPGC. Biblioteca Universitaria.
country-rock Andrew Combs. Propuestas dispares supusieron las actuaciones de Guadalupe Plata y su rock caracterizado por la cavernosa voz de su cantante, Rufus T. Firefly y su eclecticismo de psicodelia, pasajes progresivos y pop o la simpar Vinila von Bismark. LA NOCHE MÁS FREAK Una de las secciones más lúdicas del festival es cada año
La noche más freak, coordinada por el crítico de cine Jesús Palacios. En esta edición se exhibió la cinta surcoreana The Uncle, cuyo impacto recordó al que provocó otro filme coreano hace unos años en el festival: Old Boy. Otros dos largometrajes hicieron las delicias de los que disfrutan del cine más irreverente. La comedia española Matar a Dios, que ganó el premio del público en Sitges, hizo reír al público asistente. Por su parte, los amantes de la hemoglobina tuvieron una buena dosis con la canadiense Game of Death. REVOLUCIÓN 68 Desde la inauguración, el festival estuvo imbuido por el espíritu contestatario del Mayo del 68. El ciclo comprendió 16 títulos de cineastas imprescindibles como Jean-Luc Godard, Pier Paolo Pasolini o Agnès Varda, cuya obra, además de recoger el pulso de un periodo convulso política, social y culturalmente, manifiesta claramente una ruptura formal con el cine realizado hasta la fecha. Una mirada al pasado más necesaria que nunca en una sociedad que se caracteriza por su celeridad, por ser una sociedad líquida, que genera diariamente millones de imágenes vacuas que son instantáneamente olvidables. Sin embargo, un filme como Todo va bien, rodada hace 50 años, por Godard, está más vigente ahora que hace cinco décadas. La escena de una gran superficie en la que todos los usuarios compran compulsivamente es un espejo de nuestra propia realidad. O la escena del miembro viril erecto sostenido por la mano de una mujer deja en pañales la subversión de El club de la lucha. En el mismo territorio juega Porcile, de Pasolini (19221975),una metáfora poética sobre someterse o morir al yugo de los poderosos. Pasolini no es solo un cineasta, es un artista, un agitador político. Los referentes son los referentes. Igual que Aristóteles sigue vigente en la filosofía, Shakespeare en la literatura o Picasso en la pintura, los cineastas mencionados perdurarán en el río de imágenes del siglo XXI.