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dTRULENQUE
Sábado, 16 de diciembre de 2017
JAIME AZPILICUETA J DIRECTOR DEL MUSICAL ‘SUNSET BOULEVARD’ BENJAMÍN REYES
Jaime Azpilicueta (San Sebastián, 1941) acumula a sus espaldas más de 130 montajes escénicos. Ahora ha aceptado el reto de dirigir la primera versión en castellano de Sunset Boulevard, el clásico del cine de los años 50 que dirigió Billy Wilder y que fue llevado al teatro por Andrew Lloyd Webber. La incombustible Paloma San Basilio se mete en la piel de Norma Desmond, la estrella del cine mudo que se resiste a aceptar que su momento ya pasó. El musical Sunset Boulevard se representará en el Auditorio de Tenerife en ocho funciones entre el día 27 de este mes y el 4 de enero. -¿De dónde surge la idea de trasladar al español Sunset Boulevard? “Soy un gran fan de Andrew Lloyd Webber. Es el nuevo Puccini y Sunset Boulevard es uno de sus grandes títulos. Esta es una producción muy complicada y no se había traducido todavía a ningún idioma diferente al inglés. Somos los primeros en aceptar este reto y ellos están muy excitados”. -El próximo día 27 será el estreno internacional de esta versión española. ¿Tenerife puede competir con Madrid o Barcelona? “Indiscutiblemente. Hace dos años estrenamos la nueva versión de Evita en Tenerife y, en seguida, nos seleccionaron para inaugurar temporada en Álcala Palace, el teatro más grande de Madrid. No tenemos nada que envidiar. Actores que intervinieron en Jesucristo Superstar y Evita, producidas por el Cabildo de Tenerife, ya están trabajando en la capital. Es un gran orgullo que se descubra el talento que existe en las Islas”. -Su relación con Paloma San Basilio viene de lejos. ¿Por qué ha sido la protagonista de varios de sus musicales? “Paloma San Basilio es la mejor. Aunque no me gusta la frase, es la gran dama del musical en España. Paloma no es solo la cantante, es, sobre todo, la amiga. Hemos
(c) Del documento, los autores. Digitalización realizada por la ULPGC. Biblioteca Universitaria.
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“La estrella nunca muere” estado juntos en muchos proyectos en casi 40 años. Una amistad prolongada es difícil entre seres humanos, pero en el mundo del teatro mucho más, por las tensiones y envidias que se generan. Paloma nunca se ha creído el lugar que ocupa”. -En este musical hay 13 bailarines tinerfeños. ¿Cómo fue el proceso de selección? “Hubo una selección muy rigurosa. Cada musical tiene una escala de valores. En unos la prioridad es el canto, en otros es el baile y en otros es la actuación. En Sunset Boulevard hay que cantar mucho más que bailar y mucho más que actuar. A pesar de su exigencia, había más gente válida que la necesitábamos. Es el talento escondido que existe en Tenerife”. -La actriz Inma Mira, el escenógrafo Ricardo Sánchez Cuerda, Leo Martínez, respon-
sable de vestuario. ¿Le gusta rodearse del mismo equipo creativo? “Sí. En especial de Julio Awad, el director musical, que es mi mano derecha. Llevamos cinco musicales juntos y siempre estamos completamente de acuerdo. No soy nada sin él. Recientemente, en la representación de Chicago en Barcelona, Julio no pudo estar presente y sentí que me faltaba, precisamente, la mano derecha”. -¿La comparación con la película es odiosa? “No en este caso. Esto nace del guion de Billy Wilder en los 50 y él supervisó el montaje de Webber, que le dio carta blanca para que modificara lo que quisiese. El amante de la película se encontrará con algo mucho más tierno”. -¿Qué tienen los musicales que atraen al gran público?
“El secreto del musical es que añade cosas al teatro convencional. Añade baile, música en directo... Nunca he hecho playback porque es un fraude. Sin embargo, lo importante de un musical no es la música, es la historia. Y si la historia es buena, el musical será bueno”. -Suele decir que solo quiere entretener. Sin embargo, Sunset Boulevard tiene un trasfondo sobre el crepúsculo de la fama. ¿En esta obra también quiere hacer pensar? “El primer mandamiento de la ley del teatro es entretener. La obra debe de llevar al espectador a otro nivel de su vida cotidiana. Después de entretener, si hay algo de lo que cuentas que interesa al espectador, bienvenido sea. En Sunset Boulevard vemos la crueldad del cine. Este oficio nuestro es muy cruel. El adve-
nimiento del sonoro hunde a grandes estrellas del mudo, como Gloria Swanson. El personaje de Norma Desmond refleja que todos olvidaron su pasado, pero ella no lo admite. Conocí a Gloria Swanson personalmente, tenía una gran personalidad y se refugió en el teatro”. -En Off-Broadway se estrenan piezas bizarras, como El vengador tóxico, y en Broadway, obras de superhéroes, como Spiderman. ¿Por qué cree que no llegan a España? “Si una obra es muy americana o muy inglesa, el productor tiene mucho miedo a exportarla a otras culturas. Ellos tampoco hacen musicales de flamenco. Las historias deben ser universales. Sunset Boulevard es una historia tan humana que puedes entender a cada personaje”. -¿Cómo vivió su experiencia en Broadway con Celia?
EL REVENTÓN
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esulta poco creíble que, entre los vecinos de nuestros abuelos, se encontrara un espía, un antiguo criminal o un héroe. Aún más complicado es pensar que el carácter español permita guardar historias y personalidades en silencio durante décadas. Pero la verdad es que están ahí fuera, acumulando polvo, aunque cada vez más investigadores, familiares, víctimas y descendientes se deciden a desvelar nuevos capítulos y protagonistas de la Guerra Civil Española y la dictadura posterior. La escritora Almudena Grandes lleva siete años contando historias que durante décadas se enterraron. Aunque cambie nombres, localizaciones o el inicio, desarrollo y final de algunas vidas. Son ellas, decenas de narraciones que los abuelos nunca contaron a
Lo inverosímil de la verdad los nietos, que los padres ocultaron a sus hijos para protegerlos. Son los que ha llamado “episodios de una guerra interminable”. En Inés y la alegría (2010), quizás el más emocionante en cuanto a que fue el primero que nos contaba cómo fue nuestro pasado a una generación que ya había nacido en democracia, nos escribe sobre la resistencia y el exilio y sobre un ejército de hombres dispuestos a invadir España. En El lector de Julio Verne (2012) tomaron el relevo del protagonismo aquellos que huyeron al monte para defender su vida cuando su bando per-
(c) Del documento, los autores. Digitalización realizada por la ULPGC. Biblioteca Universitaria.
“No fue grato humanamente, fue grato profesionalmente. Celia era un espectáculo para tres meses y estuvimos en cartel siete u ocho meses. No me gustó el sistema tan rígido dominado por los sindicatos. Para cambiar una palabra se debe de pasar por varios departamentos y al final transcurren cuatro días. No volvería”. -Gracias a su trabajo en el Festival de San Sebastián fue el último en dirigir a Bette Davis en una gala. ¿Qué recuerdos alberga de ella? “Trabajar con Bette Davis es tal vez el mayor regalo que me ha otorgado esta profesión. La admiraba desde crío. Vivir con ella sus últimos días fue impagable. Hablar con ella, e incluso, discutir con ella. Tener el honor y la tristeza de que la enterraran con un traje que yo elegí. Ella, que tenía 81 años y tenía cáncer, viajó de Los Ángeles a Nueva York y luego a París, Biarritz y San Sebastián. Le preguntaron por qué había hecho un viaje tan largo. Respondió: para que el mundo sepa que estoy viva. La estrella nunca muere”. -Nombrado este año Hijo Adoptivo de Tenerife. ¿Qué valor le otorga? “Es uno de los recuerdos más grandes de mi vida. Ya me sentía de aquí. Ahora, además lo soy”.
POR
EVA CASTILLO
dió, mientras que Las tres bodas de Manolita (2014) recuerda a los presos, a la terrible represión franquista en la que los hijos pagaban por los supuestos pecados de los padres. Ahora, en la última entrega, titulada Los pacientes del doctor García, sale a la luz otro de los episodios que deben avergonzarnos, el apoyo a los nazis que huyeron, tras el fin de la II Guerra Mundial, del merecido juicio internacional. Es quizás la novela menos emocional, y puede que sea esta la causa de una mayor dificultad para sentir empatía por los personajes, perdido el lector en datos, hechos históricos y países distintos. Es curioso cómo este cuarto episodio demuestra lo acertado de esa frase clásica que asegura que la realidad siempre supera la ficción. Los pacientes del doctor García parece una historia inverosímil porque, me temo, posee muchísima verdad.