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DiariodeAvisos Domingo, 3 de mayo de 2015
PERSEGUIDOR
Luis Alberto Hernández (Hermigua, 1947) es un creador plástico genuino. Durante más de cuatro décadas de creación artística se ha hecho valedor de un estilo propio que ha traído por la calle de la amargura a críticos de arte que han intentado definir su obra como romanticismo barroco, neosurrealismo o realismo fantástico.Adentrarse en la obra del pintor es sentir repulsión y fascinación, ya que se contempla sus desgarradoras criaturas, muchas de las cuales han perdido morfología humana. Su arte, que ha transitado por senderos marginales, es siempre un descubrimiento. Recrea fascinantes universos de estética feísta. Por eso, su obra, que aglutina lo local y lo universal, provoca desconcierto y no deja indiferente a nadie. Su última exposición, Por el cauce de la vida, se exhibe en La Casa de Piedra, en Garachico, hasta el domingo 10 de mayo uál es el leit motiv de Por el cauce de la vida? La muestra, que está integrada por más de sesenta dibujos y seis esculturas, refleja una etapa artística en la que salgo al exterior. Muchos de los dibujos surgen del agua, que representa el fluir de la vida. El mar y el horizonte están muy presentes en mi obra, ya que definen el hecho de que soy isleño. ¿Qué importancia tiene el dibujo en la obra de un artista? El dibujo es fundamental. Un creador plástico que no sepa dibujar está perdido. -¿Su incursión en el mundo del arte produjo un conflicto familiar? “Mi incursión en el arte fue fortuita.Aunque nadie de mi familia se ha dedicado al arte, desde pequeño tuve inquietudes creativas.Venir, con 14 años, de La Gomera a Tenerife fue descubrir un mundo nuevo.Vengo de una familia numerosa. Soy el décimo de once hermanos. Mi padre prefería que fuera carpintero.Yo era la oveja negra, ya que mi familia no entendía que pintara porque consideraban que no era trabajar.Todavía, hoy, hay gente que piensa que dedicarse al arte no es un trabajo. El artista es siempre sospechoso, al considerarse que su trabajo es inútil”. -¿Por qué decidió emigrar de las islas? “Para buscar la libertad. Para buscar nuevos horizontes. No me fui a Madrid a hacer la corte sino a vivir. Llegué en 1975, un buen momento, ya que Franco había desaparecido. Era una ciudad repleta de vida y de inquietudes. Era una ciudad que reivindicaba el cambio. Lamentablemente, esto en 2015 ha cambiado. Si sale elegida Esperanza Aguirre, me voy de Madrid”. -Luego vino el reconocimiento internacional. “En 1986 recibí el premio Montecarlo con la pieza Le forçat. En total concurrían una treintena de países. Fui recibido por el príncipe Rainiero. Unos años antes había expuesto en las salas grandes del museo de Toulon.Allí me dije a mí mismo: ‘Ya eres un profesional”. -¿Su estilo es indefinible? “El crítico de arte Salvador Lombardo ha aglutinado a una serie de pintores dentro del romanticismo barroco, en el que me ha incluido. No creo que pertenezca a ningún movimiento, cada creador plasma su forma de ver la vida y existe una coherencia entre unos y otros. Otros hablan de feísmo. Es muy difícil que el autor se autodefina. Siempre me han gustado los creadores viscerales. Últimamente he dado un giro en mi vida privada -se ha divorciado- y en mi
“EL ARTISTA ES SIEMPRE SOSPECHOSO, AL CONSIDERARSE QUE SU TRABAJO ES INÚTIL”
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Luis Alberto Hernández.
obra, en el sentido conceptual”. -¿Por qué es fácil rastrear la influencia religiosa en su obra? “Soy animista, pero no creyente. Procedo de una isla mágica, donde se formulaban conjuros y había brujería. La Gomera fue feudal hasta la década de los 70. Mi obra Conjuro de Chipude (1992/1995) habla de un cruce de culturas entre Occidente y África. Lo que intento es desnudarme y no ponerme cortapisas”. -¿Cómo le ha influido el concepto de isla a la hora de crear? “El concepto de isla lo llevamos dentro todos los canarios. Llevo viviendo en Madrid cuatro décadas y cada día que me levanto y miro por la ventana veo el horizonte y el mar detrás. La isla te aísla y te acerca. Es una manera de concebir el espacio”. -¿Ha perdido sus raíces canarias? “Mi relación con Canarias siempre ha sido de ida y vuelta. No he perdido mis raíces canarias, aunque haya perdido algo el acento canario. Siempre he vuelto a exponer y a encontrarme con familiares y amigos. Intento inculcárselo a mis hijos. Sigo pronunciando giros y palabras gomeras como fatarse -meterse la camisa dentro del pantalón- que no quiero perder”. -Como creador ha pasado por diferentes etapas. “La tela rasgada es un escenario impactante que empleé, sobre todo,
Diario de Avisos (Santa Cruz de Tenerife) 03/05/2015. Página 80
en mi primera etapa, que fue un período de angustia, dolor y grito. Seguía la huella de Manolo Millares. Luego cambié a una época de soledad. La soledad es un estado que no solo se vive de mayor. Son rachas que vienen y van. En el período de Las Meninas, aparte del homenaje a Velázquez, también quería jugar con el disfraz del tiempo. En cuadros como La señora duquesa posando (1980/1983) o Aquí estamos (1986), en el que se pueden ver a viejas con los pechos caídos, quería reflejar el mundo decadente de la ostentosidad”. -Otro de sus grandes temas ha sido la inmigración. “La inmigración forma parte de mi vida. Soy inmigrante de por vida. La década de los 60 en España fue una época de inmigración masiva. De una isla a la otra. De Andalucía a Alemania. Fue un trasvase tremendo. La gente se va de su tierra por necesidad de mejorar su nivel de vida. Me influyó mucho que mi pueblo gomero se vaciara”. -También ha pintado un sinfín de naturalezas muertas. “Pinto lo que me gusta. Por eso he pintado muchos panes o higos de leche, me encanta su estética. En mis naturalezas muertas me gusta dejar espacios muy tenues.También he explorado el tema de las señoras-botellas, en el que juego con el tema de las gorditas. Me gusta la ambigüedad y los camuflajes. Siempre me ha fascinado la variedad de la flora canaria. Los paisajes de cactus o malpaíses presentan gran cantidad de posibilidades plásticas y tienen un trasfondo erótico”. -¿Por qué no le gusta exponerse al público? “Me gusta crear islas especiales en las que poder refugiarme porque para mí es muy duro exponerme al público. Siempre quiero estar detrás. Me satisface que a la gente le interese mi obra, pero no quiero estar ahí porque no es agradable”. -¿Cuál es el sentido de la belleza? “El sentido de la belleza es muy particular. Uno de mis temas recurrentes es la gordura de la mujer y por eso dicen que me parezco a Botero. No tengo por qué mirar a Botero, mi madre era una señora que pesaba más de cien kilos y los llevaba con alegría. La veía hermosa.A veces, hay desproporciones que le dan un encanto especial a una persona. La belleza es muy subjetiva”. -La muerte es una constante en sus creaciones. “La mayoría de la gente que vivía en Hermigua era anciana. Por eso tengo presente la decrepitud de los años. La muerte me inquieta. He perdido a muchos seres queridos. Mi hermano mayor me llevaba 22 años.Tenemos que aprender a convivir con ella porque forma parte de la vida. Más que miedo por mí, tengo pavor porque les suceda algo a mis cuatro hijos. Soy muy protector. Cuando un padre es demasiado protector, un hijo debe decir: ‘Déjame vivir”.
“El sentido de la belleza es muy particular. Uno de mis temas recurrentes es la gordura de la mujer y por eso dicen que me parezco a Botero. No tengo por qué mirar a Botero, mi madre era una señora que pesaba más de cien kilos y los llevaba con alegría. La veía hermosa. A veces, hay desproporciones que le dan un encanto especial a una persona. La belleza es muy subjetiva”
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Biblioteca de la Universidad de La Laguna.
BENJAMÍN REYES