4 El perseguidor
Domingo, 23 de noviembre de 2014
MARTÍN CHIRINO / CREADOR PLÁSTICO Es Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1925) un creador universal que funde sus raíces en Canarias. “Mi espiral ha dado la vuelta al mundo”, enunció en la rueda de prensa de presentación de su última retrospectiva un Chirino casi nonagenario pertrechado de su bastón. Es la mácula del tiempo y de una vida intensa. Para evitar la vorágine mediática preferimos mantener un encuentro un par de días después, un encuentro en el que tuve la sensación de estar hablando con una parte importante de la historia del arte del siglo XX. Su participación en el grupo El Paso (1957-1960), adalid del arte de vanguardia en España, tras Dau al Set (1948-1953); sus numerosas exposiciones en Nueva York desde la década de los 60 o que su obra se exhiba en el MOMA o en el Guggenheim neoyorquino lo corroboran. Martín Chirino. Crónica del viento recorre su dilatada trayectoria, desde su infancia, época en la que se forja su imaginario personal, a través de 52 esculturas y 19 obras en papel, que se podrán contemplar hasta el 31 de enero de 2015 en la Fundación CajaCanarias. BENJAMÍN REYES -¿Qué diferencia esta antológica de otras retrospectivas de Chirino? “El arte es presencia y nunca ausencia. Entre una exposición y otra, ha transcurrido un tiempo y el cauce va creciendo. La importancia de ser de allá hasta aquí ha crecido. El hombre que expuso hace equis años no es el mismo que expone ahora. Esa es parte de la diferencia. ¿Cuál es mi nueva perspectiva del mundo? Ahora estoy en mi finibusterre. Y desando, y deshablo y desentiendo para volver a entender”. -¿Por qué homenajea a Julio González y El Lissitzky? “Para mí Julio González es el principio de la escultura en hierro. Es un escultor que me impactó de una manera solemne en 1942 en su primera exposición en París. Insoslayable es la palabra que mejor lo define. El Lissitzky es el orden. He procurado que mis emociones estén siempre a flor de piel, pero no soy amante de histrionismos. Me gusta el orden. El Lissitzky es un artista fundamental dentro del constructivismo y cuando tengo problemas recurro a él para confrontarme y entenderme. Asimismo, también aprecio mucho a Piet Mondrian y me apasiona Malévich”. -¿Para qué sirve el arte? “Si tienes una pasión y el arte te la alimenta tienes mucha suerte. La cultura es imprescindible y la más alta dignidad de la cultura son las bellas artes”. -A usted se le considera el escultor del hierro, pero ¿qué lugar ocupa en su trayectoria su obra en papel? “Son obras que denomino carné de trabajo porque son mi campo de batalla donde busco las soluciones a los problemas que se me plantean. Hay un momento cuando el hierro está en la fragua que me dice: No me toques. El papel te permite hacer una y mil veces el mismo gesto hasta que siento que uno de ellos es el adecuado. Entonces voy al hierro y lo hago”. -Transcurrido el tiempo, ¿qué importancia le concede al grupo El Paso? “Históricamente fue muy importante. No voy a hacer un juicio crítico, pero, actualmente se ha convertido en leyenda porque los niños de la guerra que habíamos tenido tantas precariedades cuando llegamos a la edad adulta tuvimos que plantearnos ser o no ser. ¿Cómo lo hicimos? Mirando a la tradición. A partir de Goya empezamos a trabajar y el grupo se convirtió en un mito porque todos estábamos en una coyuntura especial”. -Llegó a exponer en una ocasión con el grupo Nuestro Arte (1963-1969). ¿Qué valor le concede a este grupo de vanguardia que surgió en Tenerife en 1963, al socaire de LADAC (1950-1955) y Espacio (1961-1963)? -La referencia de Nuestro Arte la tengo a través de Eduardo Westerdahl, que creyó
que fue muy importante. Por aquel entonces vivía lejos de Canarias y tuve un conocimiento a posteriori. Fue capaz de redibujar el espacio para las artes en Tenerife. Decidió apostar fuerte por un nuevo lenguaje”. -¿Qué opinión le merece el documental Martín Chirino. El escultor del hierro, que dirigió Alejandro Togores en 2012 sobre su figura? “Me gustó mucho. Él entiende quién soy y mi sensibilidad. Somos buenos amigos. Tenemos muchas similitudes, pero también diferencias. Él tiene una parte mística muy acentuada, que yo no tengo. Siempre llevo el escudo conmigo”. -¿Cómo recuerda la experiencia de su paso por la dirección del CAAM (1991-2003)? “Fue un gran esfuerzo. Para mí significó renunciar a mi trabajo como escultor. Cuando dejé el CAAM me sentí liberado porque te imponía una dinámica imparable. No sé cuántas veces di la vuelta al mundo. Fue una experiencia contradicto-
cia el sentido de la obra. Jean Baudrillard hablaba de la banalización del arte en el que la excelencia estaba siendo invadida por un cierto desconocimiento. En ocasiones acceden al poder personas que no tienen conciencia real de lo que están haciendo”. -Recientemente ha ingresado como académico de honor en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. ¿Piensa que es el broche de oro a su dilatada trayectoria? “Es un jalón más. La sociedad me ha ido otorgando una serie de compensaciones y todas te valen para sentir que eres un referente. Las valoro como un estímulo porque te reconfortan y te hacen creer que el camino escogido ha sido acertado porque la duda es sistemática. No soy académico de número sino que he sido elegido por académicos que me aprecian”. - ¿El 9 impresiona?
“ME GUSTA VIVIR, QUIERO LLEGAR A LOS 100 AÑOS PARA VER LO QUE VA A SUCEDER” ria. Fue una experiencia buena en algunos aspectos y controvertida en otros. El CAAM se convirtió en una gran pasión. Canarias se convirtió en un referente internacional, colaboramos con el museo Reina Sofía o con el IVAM. Tuvo conexiones con museos de Italia, Dinamarca… Al final todo eso desapareció”. -¿Después del contencioso con el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife por El sueño de los continentes sigue pensando que el arte debe de estar en la calle? “Sí, pero no como si fuera un mueble molesto. El arte tiene un lugar previsto, que es, en cierta medida, el de la sacralización. Las esculturas monumentales deben de estar en la calle en espacios apropiados, no en medio del paso de una avenida, porque de lo contrario no se apre-
Diario de Avisos (Santa Cruz de Tenerife) 23/11/2014. Página 52
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“No me impresiona cumplir 90 años. Me gusta vivir, quiero llegar a los 100 años para ver lo que va a suceder. Mantengo la curiosidad y la preocupación por todo lo que me rodea. Vivir es apasionante”.
El arte tiene un lugar previsto, que es, en cierta medida, el de la sacralización. Las esculturas monumentales deben de estar en la calle en espacios apropiados, no en medio del paso de una avenida, porque de lo contrario no se aprecia el sentido de la obra. Jean Baudrillard hablaba de la banalización del arte en el que la excelencia estaba siendo invadida por un cierto desconocimiento. En ocasiones acceden al poder personas que no tienen conciencia real de lo que están haciendo
La Fundación de CajaCanarias expone hasta el 31 de enero de 2015 Martín Chirino. Crónica del viento.
Biblioteca de la Universidad de La Laguna.