San Sebastián. La perla del Atlántico

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Viernes, 11 febrero2005

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Benjamín Reyes SICdeTenerife Sebastián an hace honor al tópico de marco incomparable. La estampa de La Concha, a la que secundan la playa de Ondarreta y la de Zurriola, es la imagen por antonomasia de esta pequeña —tieneuna extensión de 1.977 kiló metros cuadrados—, peropreciosa,ciudad del País Vasco. Entre los bañistas de La Con cha se cuentan personajes históricos como Catalina de Erauso, la monja alférez que combatió disfrazadade hombre en América; el caudillo FranciscoFranco, que solía vera near en la ciudad donostiarra; Otto von Bis marck o la reina Isabel II. San Sebastián toma su nombre de un le gionario romano que murió por culpa de una flecha cuando sus compañeros descubrieron que era cristiano. Aunque sus 180.000 ha bitantes prefieren denominarla Donostia y, más concretamente,Donosti. Topónimoque procede de la expresiónlatina Dominus Bas tinus. Desde el paseo de La Concha se vislum bra en la lontananza la isla de Santa Clara, que en realidades un rompeolas que resguar da la bahía de La Concha. Se puede acce der a ella en embarcaciones o, si se prefiere, nadando. En ella sólo se encuentra la torre del alfarero. Páseando por La Cóncha nos encontramos con la fachada del Hotel Lon dres (Belle Epoque, cuatro estrellas), donde una noche cuesta entre 166 y 194 euros en habitación individual y entre 213 y 242 en habitación doble; también nos encontrare mos con el Eguzki (antigua caseta real de baños y actual sede de una sociedad depor tiva); con una esculturade EduardoChillida; con elPalacio de Miramar, de estilo cotagge inglés, cuya puerta de hierro forjado fue de rribada por los republicanosel día que se pro clamó en España la República (14 de abril de 1931); o con el Peine del Viento, obra también de Chillida, conjunto de estructu ras de hierro macizo, engarzadas en las ro cas, que son azotadas por las olas. Ciudad versallesca, provista de ornamen tadas farolas,bellosjardines, fuentesneoclá sicas, castillosy zonasresidenciales.No obs tante, la verdadera esencia de la ciudad do nostiarra radica en la Parte Vieja, donde el viandante puede pasear por sus angostas ca lles y descubrir las iglesias de San Vicente (edificio más antiguo de la ciudad, de la pri mera mitad del siglo XVI), el museo de San Telmo (sigloXVI), que alberga la espada que Boabdil blandía en Granada en el siglo XV, así como pinturas de Sorolla, Rubens, Ri bera o Alonso Cano; la plaza de la Consti tución; el mercado de la Bretxa; y, sobre to do, la basílica de Santa María del Coro (de estilo barroco, data dé 1764),que alberga la imagen del patrón:de la ciudad que repro duce el Esclavo moribundo, de Miguel Angel. El recorrido por la calle Mayor, la calle Narrica o la calle San Jerónimo no estaría completo sin la ruta del pintxo, perfecta para ir en cualquier compañía, y la del poteo, de gustando un txacoli,un deliciosobrebaje que se cultiva en las colinas que circundan las villas de Guedariay Zarauz.Las arteriasprin cipales donostiarrasson la alameda del Bou levard y la avenida de la Libertad. La ala meda del Boulevard es un auténtico vivero de gente. A cualquier hora del día nos topa remos con transeúntes, y en fin de semana con espectáculos callejeros variopintos (desde aizkolaris/leñadores a malabaristas —incluidoalgunomanco—), transmitiendoque es una ciudad viva. Una de las estampas más caracteristicas de la Bella Easo (como también de le deno mina en ocasiones) es la de los pescadores El Día (Santa Cruz de Tenerife) 11/02/2005. Página 111

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La perladel Cantábrico

en el puente Zurriolaque atraviesael rio Uru mea. También hay quien lo intenta en los puentes de María Cristina y Santa Catalina. Todos decorados con mayestáticas farolas. No conviene olvidar la Catedral del Buen Pastor (1897), de estilo neogótico. Aunque su interior no albergue nada de interés, su fachada justifica su visita. Tresmontes iden tifican a la ciudad donostiarra. El monte Igueldo (famoso por su vetusto funicular), el monte Urgull (presidido por el Sagrado Corazón y donde se ubica el cementerio de los ingleses) y el monte Ulía. San Sebastián es conocida, sobre todo, por el festival de cine que se celebra desde hace 52 años. Cada año, la tercera semanade sep tiembre, Donosti se convierte en una ciudad en la que se respira cine por todos sus poros. Durante diez días la ciudad sólo vive por y para el cine, como lo demuestran las colas kilométricas de los esforzadoscinéfilos ante las puertas del Kursaal (fastuoso paralele pípedo construido por Rafael Moneo en 1999), en los cines Príncipe,en el teatroPrin cipal, en los cines Astoria, en los cines War ner o en el velódromo de Anoeta para ver las últimas produccionescinematográficasde los más prestigiosos cineastas. Woody Allen, Francis Ford Coppola, Ste ven Spielberg,Luis Buñuel,FedericoFellini, Alfred Hitchcock,entre otros,visitaronla ciu dad durante el Zinemaldi (como se le conoce populannente). Audrey Hepbum, Elizabeth Taylor, Robert de Niro, Al Pacino, Catherine Deneuve, Marcelo Mastroiani o Sofia Loren han sido algunas de las deslumbrantesestre llas que han pasado por la alfombra roja. La mejor manera de conocer Donosti es caminando. El hecho de que sea una ciudad pequeña (se tarda una hora en ir de un ex tremo a otro) favorece esta circunstancia. A diez kilómetros de la ciudad, en el munici pio de Hernani, se encuentra el museo Chi llida-Leku. Este relato de viaje no estaría completo si omitiésemos los aspectos nega tivos que toda ciudad posee y que siempre se intentan ocultar. Donosti no es ajena a la kaleborroka (violencia callejera). Tampoco resulta raro ver banderasy camisas que recla man la reagrupación de los presos etarras. Son un borrón que no empaña la imagen de pueblo vasco, que en su mayoría, sólo quie ren vivir en paz.

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Biblioteca de la Universidad de La Laguna.


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