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'íziS^Cultural
1Í
de Canarias
junio 2008
Cine Película de culto
CEDIDA
"HaUoween" John Carpenter, 1978 '^S^Benjamín Reyes Película seminal del cine de terror moderno que luego fue imitada hasta la saciedad. "HaUoween" inauguró una nueva época en las "horror movies", convirtiéndose en precursora del filón del cine de terror "teenager" que vendría después con títulos como "Viernes 13" (1980), "Pesadilla en Elm Street" (1985) o "Scream" (1995). Dirigida por John Carpenter, hace treinta años, la película puso de moda la noche de HaUoween en Espafia antes que "E.T' (1982), convirtiendo la calabaza en un icono del cine ét terror, y siqniso el bautizo cinematográfico de Jamie Lee Curtís, que se convirtió, a partir de entonces, en la reina del grito: "El tren del terror" (1980), "La niebla" (1980) -no hay que olvidar que la madre de Curtís era Janet Leigh, protagonista femenina de "Psicosis", 1960-. Filme extraño donde el ritmo cinematográfico está sincopado y se pervierte la iconografía clásica del género, ya que cuando parece que va a pasar algo luego no sucede nada. Carpenter emplea la iKKhe de forma atipica: no hay niebla ni aulUdos ni luna MCDA, sólo hay un tipo que merodea. Además, salvo la escena inicial, no se introduce el elemento nocturno, hasta pasada la media hora de metraje. "Halloween" comienza con un plano subjetivo al igual que el de "Dr. Jekyll y Mr. Hyde" (1931), una presencia amenazadora (que no vemos) se cierne sobre una casa. Poco después, se ve plano subjetivo de una mano infantil que coge un cuchillo, al igual que en "Metrópolis" (1927), una forma excepcional de introducir un elemento inquietante. A renglón seguido, en un plano compuesto a través de una máscara y que recuerda al acuchillamiento de "Psicosis", el hermano pequeño "penetra" a su hermana adolescente, en un at^ue de celos, que anteriormente ha sido penetrada por su novio. En la siguiente esc«ia, vemos al matarife de seis años vestido de arlequín con un cuchillo manchado de sangre mientras la cámara se aleja en un plano grúa. Prólogo magistral. Carpenter establece un análisis visual del espacio y hace un ejemplar uso del ritmo. Sin embargo, el cine de terror ulterior sólo se queda con adolescentes imberbes con ganas de echar un polvo, rodeados del asesino de tumo. Por el contrario, en "Halloween" hay un empleo de la profundidad de campo para trasmitir inquietud, hay "travellings" con valor narrativo, y una música pimzante con un tema monolítico que va cambiando en fíinción de la intensidad de la escena. Incluso en los planos diurnos se trasmite desazón ya que el cineasta estadounidense retrata espacios muertos: hojas caídas, sin gente, coches aparcados, calles con aspecto mortecino que producen ima sensación de abandono. El largometraje da miedo porque amenaza nuestra cotidianidad, nuestra seguridad. El asesino está entre nosotros. El tema de la casa encantada aparece desde el punto de vista suburbano, no hace falta irse al campo, a la América proñinda de "The Haunting" (1963) o "La matanza dejexas" (1974), para que haya psicópatas, sino que puede suceder en una zona residencial burguesa como en "Poltctgeist" (1982). Terror cercano que la hace verosímil. Rebasado el meridiano de la cinta ccmúenza el "body count", aunque la película no es gore como "Pesadilla en Ehn Street". Los asesinatos están precedidos de un ritual (puertas que se abren, falsas pistas...) conforme al estilo visual y conceptual de su autor, donde inqwrta más el preludio, la atmósfera que nxka a la muerte, que la muerte en sí. Donde la planificación visual está elabcnada al más mínimo detalle. Por ejemplo, en el cuarto asesinato (en el interior de un coche) la escena se ve a través de la voitana, creando una distorsión visual tenx>rifica, que convierte al espectwlor en "voyeur". El asesino en serie de'HaUowem" no reqxxxk a la lógica de im ser humano. Y es que Michael Myers es la rejHTsentación última del mal. La saga cuenta con siete sectKlas, todas olvidables.
El Día (Santa Cruz de Tenerife) 11/06/2008. Página 96
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F o t o g r a m a de "Ella es el partido", dirigida por George Clooney./CEDIDA
La comedia de Clooney "S^Marga Marrero Lo mejor, la ambientación de la América de los años 20. Lo peor, el punto muerto narrativo que alcanza la película en la mitad del metraje. "Ella es el partido", "Leatherheads" en su título original, es el tercer largometraje dirigido por George Clooney que es a partes iguales una comedia romántica y un relato deportivo sobre el fútbol americano a principios de siglo. Si bien ninguna de las dos facetas de la cinta llega a calar en el público completamente, el resultado final es un filme que deja satisfecho al espectador gracias, sobre todo, a los recursos narrativos del actor-director norteamericano. Ver "Ella es el partido" es, en muchos momentos del metraje, un regreso a diversos filmes de los que Clooney ha "bebido" para ofrecer el resultado final. Así, en ocasiones el espectador rememora algunos momentos de los duelos dialécticos entre Spencer Tracy y Katharine Hepbum con las escenas entre Clooney y Zellweger. En esta misma línea, entra también la lucha de sexos con tintes de "Suave como visón" e, incluso, a "Luna nueva" cuando Zellweger, que es una intrépida periodista, se ve en la tesitura de elegir entre su vida personal y profesional. La película transcurre en 1925, año en que la liga
03 La tercera película dirigida por George Clooney, "Ella es el partido ", transporta al espectador hasta la época de la ley seca con una historia de amor y deporte que recuerda a las comedias de la década de los años cuarenta.
es
Biblioteca de la Universidad de La Laguna.
profesional de fútbol americano daba sus primeros pasos. George Clooney interpreta a Dodge Connolly, un futbolista con labia y encanto que quiere subir de categoría el fútbol profesional para ganar más dinero y elevar su calidad de vida. Cuando su equipo pierde al patrocinador y la misma liga está a punto de sucumbir, Dodge agudiza el ingenio y convence a una estrella del fútbol universitario para que se una a su equipo, con la esperanza de que esto ayude a que la gente se fije en el deporte. El equipo recibe con los brazos abiertos a Cárter Rutherford, interpretado por John Krasinski, que es el hijo predilecto de la nación por sus dotes deportivas y sus hazañas en la primera Guerra Mundial. Sin embargo, y en este punto es donde entran el enredo y los engaños, la periodista Lexie Littleton, interpretada por Zellweger, pretende desenmascarar la verdad de la historia del jugador a cambio de un ascenso en su periódico. Pese a que el guión, escrito por George Clooney, Duncan Brantley y Rick Reilly es en general ágil y dinámico, en ocasiones resulta algo chirriante, ya que los diálogos entre ambos protagonistas pretenden ser tan agudos que quedan en simples chistes fáciles. No obstante, la fortaleza del filme radica en lo visual: la recreación del mundillo del fútbol americano en los años 20, con sus rudimentarios uniformes y sus campos llenos de barro. El retrato de la sociedad de la época, en la que los jugadores profesionales eran prácticamente el último escalafón de la sociedad y en el que una mujer periodista era algo más bien extraño. Además se muestran, en plena ley seca, los bares clandestinos cuyas tapaderas son lugares tan inverosímiles como un balneario. La banda sonora de Randy Newman constituye también un gran acierto en el filme, que ayuda a reconstruir el ambiente de charlestón, así como el vestuario de Zellweger. El ritmo narrativo que sigue Clooney presenta más bien imos parámetros clásicos, entre los que destacan dos o tres momentos. El primero, al principio del filme, en el que un rápido chiste visual resimie en poco más de irnos segundos la diferencia del mundo del fútbol universitario, lleno de éxitos, y el profesional, sin apenas público y casi en ruinas. Otro de los mejores momentos llega con la mejor escena romántica a través de las siluetas en sombra de Zellweger y Clooney en un fondo amarillo en la que el romance alcanza su máxima cota. Con todos los ingredientes que tiene la cinta, la presencia del propio Clooney es su principal baza. El actor que comenzó su camino hacia la fama como el doctor Ross ya ha conseguido lo que sólo irnos pocos han sido capaces de hacer. No importa el papel que tenga, ni el g^ero de la película: mantiene unos gestos y tics que delatan su personalidad y que impregnan cualquier secuencia, incluidos los anuncios publicitarios de café.