Película de culto: Camino a la perdición y crítica de Burn After Reading

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Miéfcoles. 15 oclubie2008

de Canarias

Tenerife Capital

Cine Película de culto

CEDIDA

Camino a la perdición" Sam Mendes, 2002 ^B.R.

F o t o g r a m a d e "Burn After R e a d i n g " , dirigida por Ethan y Joei coen ,/CEDIDA

Hace seis años, "Camino a la perdición" brilló con luz propia en el marchitofirmamentohoUywoodiense. Tras sorprender gratamente con la vitriólica "American Beauty" (1999), el dramaturgo británico Sam Mendes volvió a dar en la diana con su segunda película, basada en un cómic escrito en 1998 por Max Alian Collins y dibujado por Richard Piers Rayner, y que pasó inadvertido por el mundo de las viñetas y los bocadillos. Mendes se apoya en una minuciosa planificación basada en espléndidos encuadres y en elementos repletos de sutilezas que enriquecen las escenas como reflejos en espejos o miradas a través de rendijas, que dan como resultado una estética embriagadora. "Camirio a la perdición" por encima de ima película sobre gángsters es ima encrucijada de historias patemofiliales. Por un lado, un padre mañoso y su hijo de 12 años se conocen en la huida hacia delante que emprenden jimtos. Por otro, ese mismo progenitor debe matar a su padre adoptivo para salvar a su vastago. Por último, aquel debe elegir entre matar a su verdadero descendiente o el adoptivo. El filme dirigido por Sam Mendes no tiene nada que ver con títulos clásicos del género como "Los violentos años 20" (1939) o "Scarface" (1932). Mendes elimina todos los tópicos del cine de gángsters y los presenta como hombres de negocios. Durante los primeros veinticinco minutos vemos a Michael Sullivan (Tom Hanks) a través de los ojos de su hijo y a distancia. Después del asesinato en el almacén, su hijo entra en su mundo y con él los espectadores. De hecho, todos los personajes con los que el niño tienen una relación mueren. Casi todas esas muertes están precedidas por la presencia del agua, que representa algo incontrolable. "Camino a la perdición", título que alude por un lado al lugar donde buscan refugio padre e hijo, y por otro, supone una metáfora del destino trágico que les aguarda (aparte de recordar a una de las películas clásicas del cine negro: "Perdición", 1944, de Billy Wilder), es cine en estado puro. Tom Hanks y Paul Newman (en el que sería su último papel en el cine con 77 años, y que como el Cid Campeador sigue ganando batallas después de muerto) protagonizan un duelo interpretativo en la cxmíbre, interpretando sus primeros papeles de "malos" en sus respectivas carreras/aunque en el fondo alberguen buenos sentimientos, poniendo de relieve la ambigüedad moral inherente al serhumano. Les acompañan unos secimdarios de lujo. Un espléndido Jude Law, desmejorado a propósito, que a la par que "dispara" a los cadáveres con su cámara fotográfica, asesina por encargo. Una desconocida Jennifer Jason Leigh, antaño reina del cine de terror, y ahora metida a servicial ama de casa. Y un canalla Daniel Craig antes de meterse en la piel de 007. A los que se le suma la correcta aportación del debutante Tyler Hoechlin (14 años), escogido entre más de tres mil niños. Aparte de las logradas caracterizaciones y actuaciones, el filme de Mendes posee una serie de escenas memorables, de esas que se graban a fuego en la retina: Michael Sullivan acribillando al clan de mafiosos irlandeses bajo una diáfana lluvia, en la que en vez de los tiros s& escucha la música de la pieza que tocan juntos al piano progenitor e hijo adoptivo en el fimeral del principio del filme; el asesinato en la bañera de Coñnor Rooney (Daniel Craig), cuya disposición del cadáver imita a la pintura de David, "El asesinato de Marat"; o la sublime escena final, en la que Sullivan evita que su vastago siga su senda. Si a todo esto se añade la excelente fotografía del veterano Conrad L. Hall (ganador de dos Osear por "Dos hombres y un destino" y "American Beauty"), im Wlvanado guión, obra de David Self ("Trece días"), y la precisa banda sonora de Thomas Newman (de tono elegiaco), el resultado es ima película de gran calidad que merece ser revisada. El Día (Santa Cruz de Tenerife) 15/10/2008. Página 96

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La crisis de los 40 '^Benjamín Reyes Los hermanos Coen inauguraron la última Mostra de Venecia con "Bimi After Reading" (Quemar después de leer), una supuesta parodia del cine de espionaje con la que firman una película extraña, protagonizada por una serie de personajes mastuerzos. Según ellos querian reflejar "una visión particular de las películas de Jason Boume", pero en realidad su decimotercera cinta es más ima parodia sobre la estulticia imperante en la sociedad actual. Los Coen se mofan de la estupidez de la programación de la televisión con presentadores zalameros y repelentes, ponen en la picota la supuesta inteligencia de la CÍA, reflejan la farsa de muchos matrimonios, hacen un escarnio de la importancia que se concede al culto al cuerpo y a la apariencia ("el mío no es uno de esos cuerpos que se ven en Hollywood", dice un personaje en un momento dado del filme), y, por último, se ríen de las citas a través de internet, en donde la mayoría de la gente lo único que quiere es echar un polvo. Para la ocasión han contado con un reparto de lujo, que incluye a John Malkovich, Brad Pitt (quienes trabajan por prímera vez bajo sus órdenes), George Clooney. Francés McDormand (esposa de Joel Coen) y Túáa. Swinton. Todos los personajes del fihne son profundamente estúpidos, por no decir, que son decididamente gilipoUas, lo que acarrea que las reglas del género del cine de espías se vean adulteradas. Todos

o^ Los hermanos Coen inauguraron la última Mostra de Venecia con "Burn After Reading", una supuesta parodia del cine de espionaje con la que firman una película extraña protagonizada por una serie de personajes mastuerzos. ( ^

Biblioteca de la Universidad de La Laguna.

ellos sufren la temida crisis de los 40. Todos están pasando por una crisis personal, tanto en el ámbito profesional como sexual. Todos son perdedores, parodias del "american way of life". Clooney, en su tercera participación en un largometraje de los Coen, es el que sale mejor parado, en un rol que parodia su fama de devorador de mujeres, acostándose con todo lo que lleve falda. En el lado opuesto, se encuentra Brad Pitt, en su papel de capullo deportista, que bebe Gatorade, escucha continuamente su "ipod" y mastica chicle sin cesar. Chirriante. John Malkovich se mete en la piel de un perdedor histriónico. Tilda Swinton interpreta a una pérfida adúltera que no tiene nada que envidiar a Cruela DeVille. Por su parte. Francés McDormand recrea a una mujer "normal" que detesta su aspecto. "Burn After Reading" tiene como detonante la imaginación de personas de clase media-alta aburridas con sus vidas y cuyas paranoias les embarcan en una trama imbricada que, en su absurdo, se cobrará alguna víctima.

Mero divertimento Los Coen retoman con soma la vieja rivalidad entre Estados Unidos y. Rusia y ponen a jugar en la misma partida a dos mundos tan opuestos como la CÍA y un gimnasio de Washington (Hard Bodies). En esta peculiar visión del cine de espías, sin explosiones ni percusiones trepidantes, no podía faltar el Capitolio, el Lincoln Center, la bandera "yankee" y un tipo que hace "footing". A diferencia de "Teléfono rojo ¿Volamos hacia Moscú?" (1963, Stanley Kubrick), la película de Ethan y Joel no tiene ninguna lectura política, es sólo un mero divertimento, que no termina de enganchar. A diferencia de la destemillante "Arizona Baby" (1987), la divertida "¡Oh Brother!" (2000), y el aceptable remake de "The Lady Killers" (2004), el último largometraje de los Coen se sitúa en la órbita de la mediocre "Crueldad intolerable" (2003), en la que sólo promueven la risa determinadas escenas. "Bum After Reading" fue, no en vano, escrita por los hermanos Coen durante el rodaje de "No Country for Oíd Men" (2007) y, en todo momento, planea sobre ella el concepto de contrapunto al ambiente opresivo que les proporcionó el triuirfo en los Osear (mejor director, mejor película, mejor actor secundario para Bardem y mejor guión adaptado). Sin embargo, su anterior trabajo es una gran película, mientras que ésta se queda en un mero divertimento que deja en el espectador un pozo de perplejidad y extrañeza. "Bum After Reading" apuesta por la intrascendencia. 'T)espués de todo, ¿qué hemos aprendido?", se pregunta un personaje en la absurda escena final dé la película.


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