M¡éinilB5.18
8
"cS^Cultural
de Canarias
junio 2008
Cine Película de culto
CEDIDA
99
"Holocausto caníbal Ruggero Deodato, 1980 ^ B . R. "Holocausto caníbal" resulta ser un epatante falso documental que linda con las "snuff movies", provocando repulsión por la truculencia y crudeza de sus imágenes. Filme de culto más por su contenido que por su calidad. El valor de la película de Ruggero Deodato, realizador especializado en cintas de serie Z, reside en su verismo: todo el mundo en 1980 creyó que la historia de los cuatro periodistas que se adentran en los confines de la selva amazónica para investigar los usos y costumbres de tribus salvajes y caníbales, y terminan en los estómagos de éstos, era cierta. Incluso la revista Interviú la dio por veridica. De tal manera que un juez retiró la película y acusó a su director de haber asesinado a cuatro actores -que habían firmado un contrato por el que se comprometían a desaparecer de la vida pública durante im año-. El embolado se resolvió cuando el realizador italiano sacó del "ostracismo" a los actores y los presentó en el tribimal como "prueba" de que seguían vivitos y coleando. El largometraje está repleto de escenas que propician que al espectador se le revuelvan las tripas, como el descuartizamiento de una tortuga -escena real-, la ceremonia macabra de la adúltera, el rebanamiento de la sesera de im mono -real como la vida misma-, la práctica de im aborto rudimentario, el cercenamiento del pene de uno de los infortunados periodistas, y, sobre todo, la escena de una mujer empalada, que dio la vuelta al mimdo (la actriz se sentaba sobre un sillín de bicicleta sujetando un palo con la boca). La película repele y atrae a partes iguales, ya que el ser himiano tiene un componente morboso. El aire improvisado que caracteriza la película proviene de la ausencia de "storyboards" y diálogos, y del rodaje alternativo en 16 mm. y 35 mm. En "Holocausto caníbal" se dan la mano los dos tabúes por antonomasia: el sexo y la muerte, sazonados con la antropofagia. La música de Riz Urtolami pone el contrapunto a la violencia de las escenas. Una partitura serena y relajante. Lo que Deodato realmente queria plasmar era la confi-ontación entre la civilización primitiva y la civilización moderna. El personaje protagonista, rodeado de los rascacielos de Nueva York, espeta al final de la película: "¿Quiénes son los verdaderos caníbales?". Dando a entender que los salvajes no se encuentran en la selva sino en las grandes urbes. La violencia del filme no es otra cosa que el reflejo de la violencia que los medios de comunicación ofi'ecen cada día -^lo en balde se intercalan fotogramas de ejecuciones reales en Vietaam y Nigeria-. Entre las múltiples curiosidades que jalonan la película cabe reseñar el cameo de Deodato a los seis minutos, sentado en im campus imiversitario; que el piloto que transportó en im hidroavión a los actores a Leticia pueblo del Amazonas donde se rodó la cinta) murió dos años después en \m accidente aéreo; que al principio se detecta un error de bulto: en la misma escena aparece un actor, primero muerto y luego vivo; que en las escenas en las que parecen comer visceras, realmente comen carne de ternera y cerdo; que el actor colombiano que llora lo hace porque su padre (traficante de diamantes) murió durante el rodaje; o que uno de los actores protagonistas (al que cauterizan la pierna) estuvo cuatro meses en prisión por ir de safari con turistas a matar indígenas. A raíz de "Holocausto caníbal" se prohibió que se torturaran o mataran animales en la filmación de ima película. Desde entonces im rótulo en los títulos de créditos fmales recuerda los derechos de los animales. Durante muchos años la película fue prohibida en España, Francia, Italia, Inglaterra, Alemania, Corea del Sur, Holanda, Japón, Estados Unidos (hasta 1985 fiíe clasificada X) y Noruega. Sigue prohibida en Austraüa y Finlandia. Serán mojigatos. El Día (Santa Cruz de Tenerife) 18/06/2008. Página 96
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F o t o g r a m a de "Funny Games", remake de Michael Haneke de su propia película de 1997./CEDIDA
Violencia cotidiana '^Benjamín Reyes Porfeltade ideas o por perfeccionismo, directores como Alfred Hitchcock, Frank Capra o Takashi Shimizu rodaron en sus carreras dos películas sobre un mismo argumento, corriente de la que el austriaco Michael Haneke es el último ejemplo con su versión estadounidense de "Fimny Games" (rodada originariamente en 1997). Es habitual que Hollywood fagocite clásicos del cine europeo para adaptarlos a su implacable maquinaria, hacerles un "lifting" y presentarlos a grandes audiencias, protagonizados por actores insertados en el "starsystem" como es el caso de "Vanilla Sky" (infumable remake de la española "Abre los ojos", 1997). Lo que no es tan habitual es que los encargados de manipular las obras ya creadas sean sus artífices originales, algo que en el caso de Haneke, que estrena el 4 de julio en España, la revisión de su radical película "Funny Games", se justifica según sus palabras como ima segunda oportunidad para el largometraje: "Quiero llegar a más publico", confiesa. Debido a un reparto germanoparlante (que incluía a Ulrich Mühe), la cinta sólo fiíe vista por un público minoritario. Así, no le ha importado a Haneke contar con estrellas de relimibrón como Naomi Wats, Tim Roth y Michael Pitt para reiterarse en ima obra que irrumpe abruptamente
03 El cineasta austriaco Michael Haneke, al igual que hizo Hitchcock con "El hombre que sabía demasiado ", ha rodado una segunda versión de "Funny Games ", que se estrena en las salas comerciales españolas el próximo 4 de julio.
C^
Biblioteca de la Universidad de La Laguna.
en la comodidad burguesa para dinamitarla a través de dos sádicos que torturan (sicológica y fisicamente) a una familia como si de un juego se tratara. La actual versión, que se proyectó por primera vez a escala mundial en el último Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, es igual, plano a plano, que la original. Los diálogos son calcados. Es la misma película con diferentes actores. Desde los iniciales títulos de crédito, se sumerge al espectador en un juego de violencia sicológica: un plano cenital de un "jeep" se va cerrando mientras suena música clásica que, de súbito, se toma en "trash metal" (en im claro preludio de la tragedia). Una familia de clase alta es amenazada por dos jóvenes ociosos sin escrúpulos. Estos émulos de Alex de Largue (protagonista de "La naranja mecánica", 1971) visten también de blanco impoluto y emplean, iguahnente, zalamerías cortesanas. Primero matan al perro de la familia con un palo de golf (en "off"). Y luego, "juegan" a torturar a los tres miembros de la desafortunada famiüa hasta que el que lleva la voz cantante se prepara im sandwich mientras su compañero de correrías dispara al niño, y la sangre de éste se esparce sobre la pantalla de la televisión. BríUante forma de plasmar la cotidianidad de la violencia. Heredera directa de "Saló y los 120 días de Sodoma" (1975), de Pasolini, no sólo por su vocación de desagradar sino por el uso del plano persistente, que prolonga las secuencias cumbres hasta límites exasperantes. "Fiinny Games" hace constantes interpelaciones al espectador. El mefistotéüco protagonista nos hace copartícipes de la violencia que refleja la pantalla. No somos testigos impasibles sino cómplices. Si la prímigenia es una película de culto, este ejercicio de reescritura cinematográfica no aporta nada nuevo. Haneke es uno de los poetas del desasosiego cinematográfico. Lo que le interesa es obhgar a espectador a sufrir junto a los personajes de sus películas y urgirles a hacerse preguntas incómodas. Haneke busca incomodar al público. Y vaya que lo consigue. Si no que se lo pregunten a los espectadores que abandonan la sala durante la proyección de algimas de sus cintas. Lo paradójico es que esos mismos espectadores ven complacientemente todo tipo de imágenes truculentas en cualquier filme de acción de Hollywood, cualquier programa de televisión que recopila escenas de accidentes o el sitio "web" "youtube" en el que se cuelgan vídeos de peleas o linchamientos. Es la violencia convertida en consumo. Toda la filmografia de Haneke es un viaje a través de los desafectos hiunanos. Desde su ópera prima, "The Sevent Continent" (1989), donde presentaba a una familia que perpetraba un suicidio colectivo, hasta la turbadora sexualidad pun^ zante de "La pianista" (2001) o el incómodo voyeur de "Caché" (2006, mejor director en Cannes) los filmes del director austriaco no dejan indiferente a nadie.