El problema de ser un sueño Bernal Rodríguez Ramírez
NARRATIVA
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Darid lo descubrió muy tarde, la
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tristeza del evento y la noche caían haciendo contraste a su impactado corazón. “¿Así que no existo?” se preguntó Darid a un lado del gran árbol de fuego de agua. Caminó alrededor de unas cuantas horas, vagando en el infinito mundo, el sonido de los pasos se perdió en la sombra oscura del día. Y por la noche un sol más se prendió. Darid se levantó del lecho mortuorio y como si se dirigiese al otro lado del mundo, recorrió un segundo lleno de milenios. Al final del camino, en la iglesia de la nieve; se puso a llorar y sus lágrimas se convirtieron en animales, fríos y bellos que orquestaban la más sutil música del mundo. Y se levantaron, aplaudieron, rieron los demonios del alma… Darid estaba triste. Mary tardó cuatro siglos en presentarse, cantando una canción de muertos y traiciones sobre miles de calaveras en el desierto de los vivos. Darid se encontró, tiempo después, con su señora en lo más profundo del cenit espiroidal del mar de hierba. Darid y Mary se miraron y con el gesto más sutil saludaron a los muertos y se rieron de los vivos. A Darid le impresionó su compañera la primera vez que la vio. Era una
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niña nada más, un ser tan insignificante, una pequeñez en los planos de la existencia y el destino. Pero aquella pequeñez le habría revelado que en realidad estaban muertos. Para Darid eso sólo significó algo más. Algo más de furia, algo más de tristeza y desolación. Después de todo, él sabía que estaba muerto desde que despertó a un lado del mar de la esperanza carmesí. “Que peculiar ser eres” Afirmó una vez Darid a Mary. “Tú estás muerto y eres parte de mí” respondió la chiquilla y se abalanzó sobre las frutas del árbol de las ramas doradas. Nuevamente, en lo más profundo del cenit espiroidal del mar de hierba, Darid preguntó con los ojos abiertos a la existencia: “¿Qué es un sueño, Mary?”. Y Mary respondió: “Un sueño eres tú”. A Darid le complacía la presencia de Mary en ese mundo que lo había visto nacer. Sus respuestas más sabias que las de un erudito y su apariencia más inocente que la de un pequeño animal, esa pequeña vida le hacía ponerse a pensar hasta en lo más innecesario. ¿Puede un sueño significar algo en la existencia de una niña? ¿Qué es un sueño? Las verdaderas ilusiones, los rupestres sentimientos, los secretos más puros… un sueño
El problema de ser un sueño - Bernal R. R.
puede ser muchas cosas. “¿Cómo se siente vivir?” le preguntó Darid a Mary mientras caminaban entre las hojas del árbol del aliento de vidrio. “¿Vivir?”, repercutió Mary. “No sé lo que es vivir”, y hubo otro silencio que duró muchos siglos. Darid quiso dirigirse entonces al cementerio del sentimiento, Mary lo siguió de lejos. Hay mucha tristeza en el corazón de los ignorantes y poca felicidad en el futuro de los sabios. Y para ellos, Darid y Mary, que se creían así “normales”. Para ellos sólo hay existencia. Al llegar al cementerio ambos cantaron canciones de ternura y destrucción. Caminaron junto a las tumbas de almas que ni existieron, y Darid se sentó a sollozar por sus similares. En la catedral de los céfiros jugaron a vivir, pero se aburrieron pronto. Darid con melancolía en las palabras argumentó: “¿El problema de ser un sueño, Mary? ¿Me lo podrías decir?” Pero Mary calló como acostumbraba, y puso al silencio a gritar blasfemias en su lugar. Así que a Darid se le ocurrió jugar a las escondidas para ignorar al grosero mutismo. Mary aceptó en armonía y se fue a esconder. Darid contó durante mucho, hasta que llegó al número más grande y
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No pudo contar más viéndose dieteNido por la incapacidad matemática. Luego salió a buscar a Mary. Caminó en los senderos de las rocas espinadas de odio, atravesó los agujeros negros del infinito abrasador, nadó en los ríos del verde cielo, caminó en las aguas de los árboles más grandes, buscó en los animales más pequeños y revisó al todo más grande. Y no la encontró. Incesantes monólogos fueron gritados al aire, una plática sorda fue del agua, un mensaje sin palabras para la tierra y un escrito de miles de palabras al fuego. Pero ninguno contestó, no pueden hablar, no pueden escribir. Muchos siglos más pasaron y Darid olvidó quien era, entró en conflicto con el mundo, lloró por su amnesia y poco a poco perdió la capacidad de hablar. Un día se quedó mudo. Darid no podía llorar más y resignado decidió vagar. Vagó a través de las pinceladas de atardecer, traspasó los corazones de la vida, conoció la podrida puerta de la existencia y entró a ella. Y regresó al punto de origen y final, el cementerio del sentimiento. Con sus adornos de arena, con sus retoques de alma, con esculturas de mentiras y monumentos de orgullo. Y entre todas las fosas de los desconocidos había una tumba
más, que en rústico epitafio decía: Mary Darid no recordaba nada, no sabía quién era en realidad; pero por alguna razón una lágrima de vida se derramó de sus ojos y con amor cayó en una de las muchas flores de espejos que el cementerio hacía crecer. Flores tan bellas como la muerte y tan sagradas como un ángel. Flores que tenían el poder de reflejar en ellas la verdad y la mentira, y con exactitud retrataban el estado del alma y la realidad del corazón. Darid se vio reflejado en ellas y no comprendió lo que vio. En lo más profundo del reflejo había un reflejo que alguna vez reflejó la existencia de una inexistencia llamada Mary. Pero era sólo una niña nada más, un ser tan insignificante, una pequeñez en los planos de la existencia y el destino, así que Darid huyó una vez más. El tiempo aprendió algo de aquel segundo de duración eterna y perdurable… aprendió el problema de ser un sueño.
Acuarela - Mauro Osorio
“Nuevamente, en lo más profundo del cenit espiroidal del mar de hierba, Darid preguntó con los ojos abiertos a la existencia: “¿Qué es un sueño, Mary?”. Y Mary respondió: “Un sueño eres tú”.
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