EL APARTE CAMPERO PABLO GODOY
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El Aparte Campero Es una competencia tradicional en Argentina. En la región patagónica Austral se realiza desde 2013, principalmente con la participación de un grupo de familias rurales. Desde que se realiza en la región, su crecimiento ha sido acelerado. El evento transcurre a lo largo de tres días, se realiza mayoritariamente en establecimientos ganaderos y participan más de treinta familias, para lo cual deben acampar y coordinar las tareas cotidianas. Todo es posible gracias a una fuerte adhesión que despliega un abanico de elementos identitarios para el sector, y (re)construye la memoria colectiva. Toda fotografía tiene su origen en el deseo de un individuo que se vio motivado a congelar en imagen un aspecto de lo real, un lugar y una época determinada. La imagen real retenida por la fotografía, no sólo provee el testimonio visual y material de los hechos a los espectadores ausentes de la escena, sino que a su vez acompaña la construcción de la memoria de quienes participan al integrar la imagen con lo vivido, con lo sentido. La mirada se activa y se transforma en acción que acompaña la conformación de la identidad y el relato constitutivo de la memoria.
Historia de Encuentros
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a mañana ya despuntó y parece que el día va acompañar. El viento patagónico no se hace presente y la gente lo agradece. Comienza la actividad, hay hombres, mujeres, adolescentes y locos bajitos por todos lados. Más de un centenar de personas se reunieron para disfrutar del evento. Un grupo de jinetes comparte los últimos mates, otro salió a buscar los caballos silbando bajito. Habrá que ensillar, acomodar a los caballos y los aperos e ir preparándose para empezar la actividad. Algunos acomodan los corrales portátiles y los banners de los sponsors, otros chequean el sonido, todos están ocupados realizando alguna tarea. Se ven boinas por doquier, la gente anda con bombachas de gaucho y botas. Se escuchan perros y a lo lejos, vacas. Pueden verse muchas camionetas y se aprecia que la movida es importante. Circulan las sonrisas, los mates y el ambiente de camaradería. Se ve a la gente compartiendo y se percibe que el ambiente es familiar. Muchos de los participantes recorren junto a los suyos cientos de kilómetros con sus caballos en carros o remolques para ser de la partida, y se encuentran con el resto del grupo sólo en estos eventos que se realizan 5 veces al año. Intercambian anécdotas, algún que otro percance con los carros o los caballos y todo aquello que sume para ponerse al día. Llega un jeep y se baja, cámara en mano, un personaje diferente. Ritmo tranquilo, campera cortaviento roja, pantalón de montaña. Empieza a disparar buscando comprender lo que estaba ocurriendo y de qué manera registrarlo. El Aparte Campero y Pablo se encuentran. … El Aparte Campero es una prueba que brinda un espacio para que familias ganaderas de la provincia de Santa Cruz compartan una pasión que los une, el amor por el campo y los caballos. Participo
en este evento casi desde sus inicios. Fui testigo de su crecimiento, de la manera en que se fue sumando gente y caballada, y cómo fue mejorando exponencialmente su organización. En el año 2017 vi fotografías de una actividad barrial que habían sido tomadas por Pablo y sentí que su mirada aportaba algo diferente. A partir de ese momento intenté que él y su cámara estuvieran presentes en uno de los Apartes, y aunque se mostró interesado desde el primer momento, sus múltiples compromisos hacían que no fuera tan simple concretarlo. Finalmente mi insistencia rindió sus frutos en marzo del 2019. Las piezas se acomodaron y pudo sumarse al Aparte Campero que se realiza en la Estancia Kalken Aike, situada a 120 km de la ciudad Rio Gallegos. Cuando terminó el evento, Pablo se acercó fascinado con lo que había vivido y me dijo que había una historia que contar y que quería registrar la temporada. El viento corría a favor, porque casualmente éste aparte era el primer encuentro del 2019. Así empieza esta historia de la que el portador de este libro es testigo visual. El Aparte Campero es un evento de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos (ACCC) que intenta recrear uno de los trabajos habituales en las explotaciones ganaderas, cuando se debe apartar una tropa de vacas del rodeo. Cada equipo de tres jinetes trabaja dentro de un corral con vacas, debiendo pasar de un corral a otro tres vacunos que tienen marcado el mismo número en el menor tiempo posible. Para ello debe seguir unas reglas que estipulan la manera en que se debe trabajar, y aquello que debe ser sancionado, poniendo especial énfasis en el cuidado y respeto por los equinos y los vacunos. Si bien esta competencia se creó hace 19 años en el marco de la ACCC en nuestro país, en Santa Cruz comienza a realizarse en marzo de 2013, año a partir del cual la actividad fue sumando adeptos y construyendo un espacio de encuentro en el mundo rural. Este primer evento marcó las características que se sostendrían a
partir de ese momento: dos días de competencia y un gran campamento que cuenta con la colaboración de todos los concurrentes. Todo enmarcado en un clima de solidaridad en el que se integran un promedio de 200 personas y 25 equipos participantes por evento. Quizás su éxito reside en que el Aparte Campero promueve la integración en torno a la actividad rural: se motivó a las nuevas generaciones a sumarse junto sus mayores. Participan familias, amigos y gente que trabaja en el campo. Todos aquellos que participan enfatizan la importancia que tuvo como instancia social. Los caballos motivaron el encuentro, que se sostiene de manera periódica sobreviviendo a los avatares del tiempo. ¿Cómo no convocar?. Andar a caballo históricamente fue considerado una cuestión de necesidad en el sector ganadero. La única manera de trabajar el ganado y tenerlo controlado era a través de este noble animal. Las grandes distancias así lo requerían. Para poder trabajar en el campo, es decir para ser considerada una persona de campo, era necesario saber andar a caballo y poseer un ¨recado¨ (manera en la que se denomina la montura). Si bien con el tiempo se fueron incorporando otras tecnologías (la carreta fue reemplazada por la camioneta, el caballo fue reemplazado en parte por la moto, y hasta están quienes “recorren” campos pequeños con un dron), el vínculo con el caballo y todo lo relacionado es atesorado por la gente de campo como un bien preciado. Cómo trabajar los animales en el corral, cómo amansar el caballo para que despliegue su mayor potencial y construya un vínculo con el jinete, cómo cuidar y armar los aperos, son saberes recuperados que circulan en el evento. Es que en el evento el acto supremo de pertenencia, se ejerce sobre una montura. Lo que se pone en juego es más que una simple competencia. Se encontró un espacio en el que se constituyó un lenguaje común, una suerte de comunidad alrededor del mundo equino. Este libro cuenta una historia (visual): la historia de un sector productivo. La historia de un grupo de familias. La historia de un grupo
de personas. La historia de un animal en la región. La historia de encuentros, asados, carpas, fogones y guitarras. La historia de horas en el corral festejando los logros del otro. La historia de una transmisión generacional. Estas fotos en color del Aparte Campero, tienen aires de aquellas fotos en blanco y negro de las primeras familias que vinieron a iniciar la actividad ganadera en la provincia. Fotos constitutivas de la identidad evocada al hablar de los orígenes de este grupo. Son otras las caras en color que se van constituyendo en esta nueva identidad grupal, que van construyendo una nueva historia. En muchos casos son hijos, nietos y bisnietos de aquellos que en su momento se adentraron en un futuro incierto. Todo enmarcado en la llanura patagónica, sus amarillos, el coirón inclinado por el viento, la mata negra, el casco de una estancia a lo lejos. Finalmente, entiendo que dar cuenta de la manera en que fue evolucionando la organización y localización del evento excede el objetivo de estas palabras y aburriría al lector, pero considero necesario mencionar aquellos lugares que fueron sede del evento y lo hicieron posible: Ea. El Relincho, familia Tejedor Ea. Coy Aike, familia Britos Ea. Kalken Aike, familia Watson Ea. Moy Aike Chico, familia Jamieson Ea. Ketenk Aike, familia Ajís Ea. Palique, familia Tejedor Sociedad Rural Lago Argentino Sociedad Rural Río Gallegos Resta mencionar a dos familias que acompañaron desde la gestión de la ACCC sucesivamente: familia Halliday y familia Milicevic. Gracias a todos. Gracias a los caballos que monté dentro del corral y me brindaron momentos de felicidad. Gracias Pablo, por estas imágenes maravillosas.
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