ERNESTO BAZAN / México
Trilogía cubana Ernesto Bazan / México
En el otoño de 1992 hice mi primer viaje a Cuba, con un paquete turístico económico comprado en Mérida, México. Por muchos años había deseado a Cuba como se desea a una mujer, que una vez que la encuentras ya no te la quitas más de la cabeza. Estoy casi seguro de haber vivido ahí en otra vida. Tiene que haber sido así o como dice Borges de su querida Buenos Aires: “Tengo la impresión de que mi nacimiento es algo posterior a mi residencia aquí. Residía aquí y después nací”. Nunca hubiera imaginado que en Cuba encontraría mi destino, que ahí estaba ya trazada una parte importante de mi existencia como fotógrafo y como hombre. Caminando sin tregua por las calles de la Habana, en búsqueda de instantes de vida cotidiana, siento haber encontrado mi feliz niñez. Al comienzo, sentía solamente un vago flujo de felicidad. Mi mente no lograba ir más allá. Amaba estar en La Habana, un fuerte sentido de pertenencia me envolvía, como si siempre hubiera vivido allí. Cada vez que me iba, la única cosa cierta era que quería regresar. Ayer, caminando por el malecón, respirando la brisa marina, me di cuenta que aquí había reencontrado mis raíces inconscientemente buscadas por tanto tiempo. Aquí tomé conciencia de lo que había motivado mi impulso de vagabundear, mi obstinación por fotografiar culturas lejanas en el intento de capturar sentimientos e instantes que sentía cercanos a mis orígenes. A través de la fotografía quería regresar a los años felices de mi infancia, recorriendo las calles del viejo Palermo, tomado de la mano de mi abuela Ida mientras íbamos de compras a los mercados al aire libre. Quería revivir aquellos inolvidables momentos en el campo, ayudando a los campesinos en sus tareas cotidianas, o bien, compartiendo su comida.
Después de tantos años de andanzas, siento que la búsqueda se acabó. Sicilia y Cuba parecen coincidir como dos piezas de un rompecabezas. Durante mis caminatas cotidianas por las calles de esta isla mi alma encuentra finalmente paz. Ahora sé también el porqué. Lo que no sabía era que con el pasar de los años, especialmente los últimos cinco de mi vida en Cuba, estaba desarrollando distintos proyectos fotográficos que poco a poco se irían convirtiendo en lo que ahora parece ser mi trilogía Cubana. Cuando salimos de Cuba en el 2006, la única cosa clara para mi era que se había cerrado un capitulo importante de mi vida y que quizá había llegado finalmente el momento de hacer un libro en blanco y negro sobre 14 años de mi vida deambulando por la isla. Dos años después, en el 2008, gracias al generoso apoyo creativo y económico de mis estudiantes y amigos, Bazan Cuba vio finalmente la luz. Andando contra corriente logramos editar de manera totalmente independiente este primer libro con mis fotografías de 35mm en blanco y negro. Tres años mas tarde, siempre con muchos de mis estudiantes a mi lado, logramos editar mi segundo libro cubano Al Campo. Con las 88 fotografías en color he tratado de expresar las inolvidables experiencias compartidas con mis amigos campesinos, mis únicos verdaderos amigos de aquellos años. Había empezado a fotografiar en color inicialmente por el desafío de una curadora que estaba preparando un libro sobre Cuba donde iban a estar presente fotógrafos cubanos y extranjeros. Recuerdo que me dijo: “Amo tus fotografías en blanco y negro pero me gustaría para este proyecto que trabajaras en color.” Empecé así a andar con dos cámaras fotográficas colgadas en mis hombros,
Trilogía cubana
en una tenia un carrete de blanco y negro y en otra un carrete de color. Poco a poco me fui dando cuenta que sabiendo que en una cámara tenía esta posibilidad de poder disparar en color, veía la realidad de manera distinta. Empecé a ver los lindos colores que tenia la isla y en particular modo su campo, con sus extraordinarios matices verdes, amarillos, rojos y azules. Pero no eran solamente los colores los que me llamaban la atención; me di cuenta que cuando sacaba fotografías en color le prestaba mayor atención a simples naturalezas muertas que jamás hubiera “visto” en blanco y negro, a los detalles del rostro de una persona, a los paisajes. Si a todo esto se agrega, que al mismo tiempo empecé a fotografiar también con una cámara panorámica llegamos al epílogo de esta historia. Como un niño con un nuevo juguete me quedé fascinado con esta nueva cámara que me brindaba una nueva manera de ver y encuadrar la vida. Añadí esta tercera cámara que coloqué alrededor de mi cuello. Durante los últimos cinco años, nunca me separé de ellas.
una caja de fotografías. No sabía exactamente que tenía dentro. A la vista de la primera foto toda mi memoria regresó y empecé a mirarlas. Después de haber visto las primeras veinte, tuve esta sensación clara que a pesar de haberlas sacado en Cuba y en blanco y negro, este grupo de fotos contaban con otra percepción, con otra sensibilidad, con otro ojo diría. Las sentía mas tiernas, más abarcadoras, más intimas. Comido por la dudas que probablemente me sentía así porque eran mis fotografías, decidí compartirlas con mi amigo Juan en Veracruz. Lo invité a cenar y al final de la comida le puse esta caja negra delante de él en la mesa y le dije: “dime que opina de estas fotografías”, tratando de mantener un tono de voz que fuese lo más neutral posible. Después de haber ojeado una veintena de imágenes, Juan tuvo una reacción parecida a la mía; me dijo: “Ernesto son muy lindas y a la vez muy distintas a las otras.” En este último año he empezado otra vez el largo proceso de edición junto con mis estudiantes. Con el favor de Dios, en el 2014 Isla, este tercero y ultimo capitulo sobre mi vida cubana, se hizo realidad. EB
Intercambiaba las tres con una naturalidad y una frescura que nunca más he podido alcanzar desde aquel entonces. No pensaba en crear proyectos, en hacer libros, simplemente disfrutaba de mi vida cubana, mi familia, mis amigos campesinos. El simple deleite de ver poesía en todo lo que me rodeaba me hacia feliz. Intentaba, según la situación, atrapar un momento fotográfico, al menos con una de las tres cámaras. Aquellos años cubanos fueron memorables y extraordinarios en su sencillez diaria. Confieso que con el pasar del tiempo fuera de Cuba casi había olvidado estas fotografías panorámicas en blanco y negro. Hace un año, casi por casualidad, abrí Ernesto Bazan / México
TrilogĂa cubana
Ernesto Bazan nació en Palermo en 1959. Recibió su primera cámara cuando tenía 14 años y comenzó a fotografiar la vida cotidiana en su ciudad natal y en las áreas rurales de Sicilia. La fotografía ha sido más que una profesión: una verdadera pasión, una misión en su vida. Bazan ha publicado varios libros: El Pasado Perpetuo, de paso, los primeros veinte años , Isla, Molo Nord. Ha realizado exposiciones en Europa, América Latina y Estados Unidos. Sus fotografías han sido recogidas por los coleccionistas y museos entre los que MOMA e ICP de Nueva York, SFMOMA en San Francisco, el Museo de Bellas Artes de Houston , el Centro de Estudios Documentales en la Universidad de Duke Durham, el Museo del Sudeste de Fotografía en Daytona, la Fundación Italiana della Fotografia en Turín, el Biblioteque Nacional de París y el Museo Rattau en Arles. Dede 2002 Ernesto dicta sus propios talleres fotográficos. La enseñanza se ha convertido en su pasión dominante. Vive con su esposa Sissy , sus gemelos Pietro y Stefano y sus dos perros de la diva y Ono en Veracruz, México .
Ernesto Bazan / México
TrilogĂa cubana
Ernesto Bazan / MĂŠxico
TrilogĂa cubana
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Ernesto Bazan / MĂŠxico
De pesca
Ernesto Bazan / MĂŠxico
De pesca
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TrilogĂa cubana
Ernesto Bazan / MĂŠxico
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De pesca
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Ernesto Bazan / MĂŠxico
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TrilogĂa cubana
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Consulta y envíos de trabajos: bexbariloche@gmail.com - http://www.bexmagazine.com BARILOCHE / PATAGONIA / ARGENTINA Abriendo espacios a la fotografía latinoamericana