Isla Flotante. Número 03

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Isla Flotante Otoño 2011 Año III, N° 3


Isla Flotante Otoño 2011 Año III, N° 3 Isla Flotante, con ISSN 0718-6835, es una revista de periodicidad anual, con formato 15x25, que publica estudios especializados en temas de comunicación y literatura. La revista está dirigida y coordinada por la Escuela de Periodismo de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, ubicada en calle Condell 343, Providencia, Santiago de Chile. Tlfs. (+562) 7878250/033. Fax (+562) 7878000. DIRECTORA Juanita Rojas Cisternas jrojas@academia.cl EDITORA Patricia Poblete Alday ppoblete@academia.cl Francisco Vergara Héctor Vera Eduardo Santa Cruz Carlos Ossandón Teresita Mauro Fernando Moreno José Miguel Varas

COMITÉ EDITORIAL Universidad Academia de Humanismo Cristiano Universidad de Santiago de Chile Universidad de Chile Universidad de Chile Universidad Complutense de Madrid Universidad de Poitiers Escritor ISSN: 0718-6835 Impresión Gráfica Lom Diseño de cubierta Jorge Leiva Valor del ejemplar $3000 Venta y suscripción Departamento de Comunicaciones UAHC Av. Condell 506 Providencia – Santiago Tlf. (+562) 7878148 jbiguera@academia.cl Servicio de canje Biblioteca UAHC Av. Condell 343, Providencia – Santiago Tlf. (+562) 7878051 jheredia@academia.cl


ÍNDICE La representación del dolor en Estrella distante, de Roberto Bolaño EUN-KYUNG CHOI

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Narrativa de la memoria. Notas a La escuelita de Alicia Partnoy y La casa de los conejos de Laura Alcoba ISABEL ARÁOZ

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La respuesta emocional como consecuencia del impacto narrativo de los mundos ficcionales. La consolidación de la paradoja ficcional STEVEN BERMÚDEZ

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El Quijote y la sociedad española del XVII: la lúcida mirada de un loco

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MIGUEL SOLER GALLO El sujeto en el cruce: ideología e identidad narrativa SILVIA HERNÁNDEZ

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Días de Radio CARLOS TROMBEN

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Radios comunitarias y reconstrucción RAÚL RODRÍGUEZ ORTIZ Del análisis ideológico a la crítica de la ideología: propuesta para una metodología de análisis de la televisión JUAN STARICCO ‘¿Ves?’ Sobre las modalidades narrativas de los programas periodísticos de investigación televisivos CAROLINA JUSTO VON LURZER Crisis económica (2008–2009): Estrategias discursivas en dos periódicos chilenos VANIA VARETTO

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SUMMARY The representation of pain in Estrella distante, by Roberto Bolaño EUN-KYUNG CHOI

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The Narrative of memory. Notes about Alicia Partnoy’s La escuelita and Laura Alcoba’s La casa de los conejos ISABEL ARÁOZ

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The emotional response due to the impact narrative of fictional worlds. The consolidation of fictional paradox STEVEN BERMÚDEZ

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Don Quixote and the Spanish society of XVII: the lucid look of a madman MIGUEL SOLER GALLO

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The subject at the crossroads: ideology and narrative identity SILVIA HERNÁNDEZ

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Radio days CARLOS TROMBEN

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Community radios and reconstruction RAÚL RODRÍGUEZ ORTIZ From the ideological analysis to the critic of ideology: proposal for a methodology of television analysis JUAN STARICCO

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‘Can you see?’ On narrative modalities in TV research journalism CAROLINA JUSTO VON LURZER

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Economic crisis (2008-2009): Discourse strategies in two Chilean newspapers VANIA VARETTO

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La representación del dolor en Estrella distante, de Roberto Bolaño Eun-kyung CHOI Hobart and William Smith Colleges, USA

RESUMEN: En el marco de la cultura post-dictatorial, signada por la impunidad y la amnesia histórica, el presente trabajo analiza Estrella distante (1996) del escritor chileno Roberto Bolaño. Este trabajo especialmente focaliza la manera en la que este autor se hace cargo del dolor del Otro en su literatura. La adopción del punto de vista de la víctima sirve aquí para despertar consciencia de los efectos depredadores de los consensos políticos mal comprendidos; a la vez que genera empatía en los lectores, con la consecuente solidaridad social. Para ello, contrastaré primero las formas de representación de la violencia que realizan tanto Bolaño, como su personaje Carlos Wieder; con miras a demostrar que la forma particular que adopta esa representación (esto es, su estructura), influye en la construcción de una red de solidaridad social y cultural. PALABRAS CLAVE: Estrella distante – Roberto Bolaño – Dolor – Representación de la violencia - Otredad SUMMARY: In the frameworks of post dictatorial culture, characterized by the impunity and historical amnesia, this present work analizes Chilean writer Roberto Bolaño’s Estrella distante (1996). This work focuses on the ways in which this author takes responsibility of the pain of the other in his literature. Adopting the victims’ point of view serves here to awake the conscience of the depressant effects of the badly understood political consensus; at the same time it generates empathy in the readers with the consequent social solidarity. For this, this work contrasts first the forms of the representation of the violence that Bolaño as well as his character Carlos Wieder create; with the purpose of demonstrating that the particular form that adopts this representation (which is the representation of violence by Bolaño), influences in the construction of network for social and cultural solidarity. KEY WORDS: Estrella distante – Roberto Bolaño – Pain – Representation of Violence – Otherness.

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La representación del dolor en Estrella distante, de Roberto Bolaño

La muerte de Augusto Pinochet, acaecida el 10 de diciembre de 2006, acabó de abrir la incerteza respecto al futuro de las causas por las víctimas de la tortura y la represión durante su dictadura (1973-1989). Los presidentes civiles que le sucedieron —demócratas-cristianos Patricio Aylwin, Eduardo Frei y el socialista Ricardo Lagos— dieron indicios apenas tibios de que, finalmente, se haría justicia. La implementación de la democracia en Chile fue un proceso gradual y, sobre todo, tutelado. Esto, que en el discurso significaba que el nuevo sistema necesitaba asentarse sobre acuerdos políticos, alianzas estratégicas y consensos no siempre auspiciosos, implicó en la práctica una “institucionalización de la impunidad”, la que viene obstaculizando de forma más o menos permanente los reclamos legales contra la violación de los derechos humanos. En el marco de esta cultura post-dictatorial, signada por la impunidad y la amnesia histórica, quisiera analizar Estrella distante (1996) del escritor chileno Roberto Bolaño.1 Me interesa en especial focalizar la manera en la que este autor se hace cargo del dolor del Otro en su literatura. La adopción del punto de vista de la víctima sirve aquí para despertar consciencia de los efectos depredadores de los consensos políticos mal comprendidos; a la vez que genera empatía en los lectores, con la consecuente solidaridad social. Para ello, contrastaré primero las formas de representación de la violencia que realizan tanto Bolaño, como su personaje Carlos Wieder; con miras a demostrar que la forma particular que adopta esa representación (esto es, su estructura), influye en la construcción de una red de solidaridad social y cultural.

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En Estrella distante, Nocturno de Chile y La literatura nazi en América, Roberto Bolaño cuestiona el rol de la literatura en la época políticamente turbulenta de América Latina, a través del tema de la muerte, las biografías de asesinos y autores nazis, el desarrollo de la pornografía, etc.

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Liminalidad e impunidad: la política cultural que induce el olvido sobre el dolor en Chile En vez de crear leyes concretas que aseguraran la impunidad a los ex–militares, como en el caso argentino,2 el régimen chileno de Pinochet utilizó dos estrategias que se asentaron en el campo de la cultura. La primera fue crear una retórica que insistía en la inexorabilidad de su violencia contra los izquierdistas; violencia que habría sido necesaria para salvaguardar la Nación del comunismo. La segunda fue la gestación de una fuerte cultura del consumo, enmarcada en el neoliberalismo, que permitiera adormecer la conciencia de su población sobre el dolor del pasado. Con ello, los torturadores adquirían una condición inasible, casi fantasmagórica, como una etapa previa a su futura desaparición de la Historia nacional. Situada en ese contexto, Estrella distante se desarrolla sobre un doble tiempo diegético, característico de las novelas detectivescas, y que toma dos direcciones. Primero, con un tiempo retrospectivo, se alude al proceso de conspiración de los golpistas que se gestaba agazapadamente antes de septiembre de 1973. El segundo tiempo diegético se traslada al presente, al de la re-democratización chilena, donde el movimiento del narrador se orienta hacia la búsqueda del rostro del victimario. Bolaño, profundizando en la historia del Carlos Ramírez Hoffman de La literatura nazi en América (1996), yuxtapone estos dos tiempos dentro de la ficción detectivesca para hacer que los lectores reconozcan la peligrosa liminalidad y la carencia de fronteras entre el pasado sangriento/depredador y el presente impune/olvidadizo. Este reconocimiento ayudará a prevenir que los represores salgan impunes, caminen libremente en las calles del concordato cultural del neoliberalismo, y convivan lado a lado con sus víctimas. Exterminando a los que tienen conciencia; a los que, por lo tanto, no podían adormecerse, el terrorismo de Estado vigila y domina por completo los cuerpos biológicos de su población. Ello extiende el espacio del campo de exterminio

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Las crueldades que cometieron los gobiernos militares desde 1976 hasta 1983, fueron legal y sistemáticamente encubiertas por las leyes del olvido: Ley de Punto Final y Ley de Obediencia Debida. Como explica Fernando Reati en Memoria colectiva y política del olvido, el Congreso argentino durante los gobiernos democráticos de Alfonsín, Menem y De la Rúa, primero emitió “el 23 de diciembre de 1986 la llamada Ley de Punto Final [Ley 23.492], que impuso un plazo máximo [de sesenta días calendario] para la presentación de pruebas y para la iniciación de nuevos juicios. […] Luego se sancionó sorpresivamente la llamada “Ley de Obediencia Debida” [Ley 23.521, el 4 de junio de 1987] con la que […] se extendió la inimputabilidad jurídica a todos aquellos represores que hubieran actuado en virtud de la obediencia debida a sus jefes y superiores” (Reati 1997: 14-15). Es decir, gobiernos democráticos dieron indulto y libertad a los viejos perpetradores de la represión, y a las propias instituciones represivas, y desde los ’90 hasta el presente los militares confesaron haber usado sistemáticamente la tortura con los detenidos políticos. No obstante, esta pretensión de “ ‘cerrar’ el pasado ahora que estaba ‘todo dicho’ distendió tensiones de modo que la situación de inimputabilidad jurídica de los responsables” (Reati 1997: 14-16) permaneció intocada en las cúpulas, y la punidad no tocaba a los perpetradores principales ni a los cuadros medios del genocidio.


La representación del dolor en Estrella distante, de Roberto Bolaño

más allá de los alambrados, y convierte al país entero en un inmenso y siniestro campo de concentración al aire libre. Carlos Wieder —personaje inspirado en el agente secreto argentino, Miguel Ángel Cavallo3— es poeta y miembro de la Fuerza Aérea Chilena; asesino de izquierdistas y fotógrafo. Al igual que Cavallo, Wieder tiene dos nombres y dos personalidades. Elegante “alto, delgado, pero fuerte y de facciones hermosas” (15), Wieder se infiltra en el taller literario de la Universidad de Concepción bajo el nombre de Alberto Ruiz-Tagle; mientras los estudiantes hablan de las revoluciones políticas y de “la lucha armada que [les] iba a traer una nueva vida y una nueva época” (13), el infiltrado escucha sus conversaciones y se hace amigo de ellos a la vez que planea eliminarlos más tarde. Es lo que hace, precisamente, con las hermanas Garmendia y con su tía, en cuya casa se refugian luego del golpe militar. Luego se dedica a borrar las huellas de su crimen. Sin embargo, años más tarde se descubre “un cadáver, un solo cadáver que aparecerá años después en una fosa común, el de Angélica Garmendia” (32, itálica de Bolaño). Otra estrategia fundamental para la pacificación social y la inducción del olvido luego del golpe, fue la implementación del neoliberalismo. El proceso fue encabezado por un grupo de economistas chilenos graduados de la Universidad de Chicago, educados por Milton Friedman, y conocidos popularmente como los “Chicago Boys”.4 De esta manera, la cultura neoliberal induce un fuerte control interpretativo, eliminando los espacios de resistencia y saturando el imaginario citadino con objetos de consumo banales. Si bien es cierto que el Estado redemocratizado archivó las nóminas de detenidos desaparecidos, así como los testimonios de sus familias, en el informe emitido por la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (1991, más co-

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El torturador Miguel Ángel Cavallo o Ricardo Miguel Cavallo tenía cara de ángel con gesto aniñado. Con dos nombres diferentes con un apellido, Cavallo tiene dos caras diferentes. Ricardo Miguel en realidad es un hombre educado y respetuoso, y Miguel Ángel en el campo de concentración como torturador, es un despiadado. Inició la tarea de exterminio en 1976 en la Escuela Mecánica de la Armada, ESMA, por donde pasaron aproximadamente cinco mil personas, la gran mayoría hoy desaparecidas. Después de la re-democratización, así como muchos militares, Cavallo, comienza a participar en distintos negocios, se enriquece y se convierte en empresario privado y vive impune en el extranjero (“RzCartelera abril” 2006:1). Sin embargo, “[e]n el año 2000 el Gobierno de la Ciudad de México recibió información sobre la verdadera identidad del empresario argentino que había ganado la solicitación del Registro Nacional de Vehículos, RENAVE, Ricardo Miguel Cavallo […] Cavallo, este marino torturador y cómplice de la dictadura argentina […] fue detenido en México y extraditado a España” (“Proyectan el documental: Cavallo entre rejas” 2006: 1), para que fuera por fin juzgado por los crímenes cometidos, “[a]cusado de 227 desapariciones forzosas y 110 secuestros durante el último régimen militar argentino” (Risi 2006:1).

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La represión política facilitó la implementación de este modelo, a la vez que abortó cualquier tentativa de generar alternativas a él. Como resultado, la ciudad de Santiago remontó la década de los 80 convertida en una urbe consumista, frenética, sumida en la lógica del aparentar y del querer-ser, esto es, lo que los chilenos llaman arribismo. El panorama es culturalmente desolador: best-sellers en las librerías, tiendas de ropa por doquier, restaurantes de moda, escaparates rebosantes de nuevas tecnologías, tal como se indica en Estrella distante (52).

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nocido como Informe Rettig, debido al apellido del presidente de la misma, el jurista Raúl Rettig), ello no aseguró la cicatrización de las viejas heridas. Muy por el contrario: “[o]blivion was all the more facilitated once those atrocities were piled up in a language that very rarely asked questions about its own status and therefore contributed for a neutralization of its effect” (Avelar, 1996:107). Reflejando esta realidad, en Estrella distante la figura del torturador, símbolo de los innumerables amparados por el régimen de Pinochet, también desaparece de la memoria de la gente. Por esta razón, Bolaño caracteriza a Wieder como una figura misteriosa,5 fantasmagórica, como “la figura cada vez más borrosa de un asesino múltiple desaparecido hace mucho tiempo” (120), y también como una figura atroz que siembra dolor por donde quiera que vaya, y que sin embargo siempre logra zafarse y desaparecer. También reflejando los acontecimientos vigentes de la historia chilena de los 90, Estrella distante describe que “ninguno de los juicios prospera” (120), porque en esos juicios el Estado es el criminal: los jueces son cómplices porque evitan estos procesos por su seguridad personal.6 En la historia chilena contemporánea, aun después de su re-democratización, la Corte Judicial solo quitó la inmunidad a Pinochet —en tanto Senador Vitalicio designado, en su calidad de ex jefe de Estado— en cuatro oportunidades, referidas al enriquecimiento ilegal a través de cuentas bancarias secretas en el extranjero bajo diferentes nombres, y valiéndose de la falsificación de documentos. A pesar de los incontables crímenes cometidos por Pinochet, el único juicio que enfrentaría sería el imputado por las torturas, secuestro y asesinato de tres oponentes izquierdistas. El Chile real, así como el Chile de Estrella distante, olvida con facilidad: por ello es que, al menos a nivel simbólico, el desarrollo de este país se estanca, aunque sus cifras económicas brillen al lado de las de sus vecinos.7 No obstante, aunque la impunidad está todavía vigente en Chile, Estrella distante asume el compromiso de hacer circular el recuerdo inconveniente. Se

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Como insiste Elaine Scarry, es difícil imaginar a “other persons in their full weight and solidity” (1999:277) aun cuando estas personas sean amigos/as o conocidos/as; por ello, imaginar a una persona que ha desaparecido hace mucho tiempo es tanto más difícil. A ello se le suma el hecho de que la muerte de Pinochet imposibilita que se le juzgue por los crímenes que cometió. Al desaparecer la figura del culpable (Pinochet, Wieder), Chile enfrenta la eterna carga social de la “imposibilidad” de la justicia.

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Como Idelver Avelar explica, “[t]he military government cannot be said ever to have lost its hegemony over the so-called democratic transition. Rather, it constantly repositioned itself within the balance of forces, measured its room for maneuver and ultimately managed to impose a highly paced and restrained return to democracy” (1996:55).

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Superando los obstáculos legales, Argentina ya había procesado a varios ex-militares en abril de 1985, cuando “comenzó el juicio a los integrantes de las tres Juntas militares gobernantes entre 1976 y 1983, que culminó en diciembre con la condena a prisión perpetua de varios altos oficiales” (Reati 2006: 16), mientras que Uruguay cerró cultural y legalmente todas las posibilidades de procesarlos con la Ley de Caducidad (1986), y en 1989, con el posterior referéndum popular, la “mayoría de los votantes la aprobó, cerrándose así toda posibilidad de revisión jurídica del pasado y declarándose de hecho la impunidad como norma establecida” (Reati, 2006:16-17).

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trata de un recuerdo de secuestros, torturas y asesinatos, cometidos antes y después del 11 de septiembre de 1973, e incrustado en la rebosante cultura consumista de ese país. Un país en el que todavía la mitad de la población recuerda a Pinochet como un gran héroe; como el salvador que los libró del “cáncer marxista”. En este sentido, resultan elocuentes las declaraciones del ahora ex Embajador de Chile en Argentina, Miguel Otero, quien comentó en una entrevista con el diario El Clarín, publicada el 6 de junio de 2010, que “[l]a mayor parte de Chile no sintió la dictadura de Pinochet”.

Literatura pro-pinochetista: La retórica de la inexorabilidad de la violencia En Estrella distante, la poesía y la fotografía de Wieder subrayan la legitimidad de la violencia del Estado. Wieder se desenvuelve en dos ámbitos del poder estatal fascista: como artista pro-pinochista, actúa en el campo cultural, diseminando la lógica del régimen dictatorial; y, como agente secreto, ayuda a exterminar a los no-deseados. Elaine Scarry, en “The Difficulty of Imagining Other Person”, sindica la literatura como un poderoso instrumento cultural que permite imaginar el dolor de otras personas. Dice: “[b]ecause literary artists are dedicated to the labor of imagining others, they are appropriately called on when the need to imagine others grows urgent” (286). No obstante, en este trabajo problematizaré el argumento de Scarry a través de la literatura de Wieder comprendida como una representación del dolor del otro, pero desde el punto de vista del poder soberano. Esto es, donde se representa el cuerpo torturado como un organismo rebelde que debe ser domesticado, o cuyo dolor constituye un espectáculo que se disfruta, y cuya muerte, en fin, se objetiva como una cosa. La propaganda violentista comienza con Wieder escribiendo textos del Génesis con una avioneta en el cielo, en “letras perfectamente dibujadas de humo gris negro” (35). Allí plasma aforismos “del principio del mundo, de la voluntad, de la luz, y de las tinieblas” (40), y luego subraya: “APRENDAN” (40). Los cuatro versos que escribe marcarían el “Renacer Chileno” (41), lo que se relaciona claramente con la llegada del régimen de Pinochet. Sobre todo, con la última palabra, “APRENDAN”, la autoproclamada “nueva poesía chilena” se alía con la agenda política del Estado fascista para dominar la conciencia de su población desde arriba, a la manera de un Dios. Como indica Hernán Vidal, en Fascismo y experiencia literaria, para pacificar la sociedad después del golpe, el Estado monopoliza los canales de expresión (16); así, la escritura aérea de Wieder se impone como la única literatura posible, suprimiendo las demás escrituras disidentes.

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En otro poema aéreo, Wieder resemantiza la muerte como parte necesaria e inevitable de la limpieza nacional: La muerte es amistad. […] La muerte es Chile. […] La muerte es responsabilidad. […] La muerte es amor y La muerte es crecimiento. […] La muerte es comunión. […] La muerte es limpieza. […] La muerte es mi corazón. […] Toma mi corazón. Y después su nombre: Carlos Wieder […] y después ya no tenía humo para escribir […] pero [salió de nuevo y] escribió: La muerte es resurrección. (91, itálicas de Bolaño)

Wieder embellece la muerte, quitándole —por medio de la poesía— la connotación brutal y despiadada que aquélla adquiere bajo el régimen militar. Así comprendida, los “subversivos” asesinados no son sino el justo sacrificio que ha de ofrecerse en pos del renacer de todo un país. Aquí, la narrativa pro-golpista trae a la esfera política el concepto biológico de “contagio”, y en este sentido el asesinato no sería sino una operación quirúrgica, siempre beneficiosa. Por ello las hermanas Garmendia son muertas, aunque “sólo eran estudiantes y su vínculo con los entonces llamados ‘extremistas’ se reducía a la amistad personal con algunos militantes, sobre todo de la Facultad de Sociología” (27). Pese a no ser militantes de ningún partido político, su mera cercanía con los elementos subversivos —“contagiados”— se hace índice de su peligrosidad. Al utilizar la retórica del contagio, el régimen militar chileno homologa el discurso político con el de la biología, adscribiéndose con ello a la lógica de la biopolítica.8 Expandiendo la idea de “contagio” al concepto de “purificación”, la lógica biopolítica del poder soberano naturaliza sus asesinatos para el bien de la nación. Vemos cómo ello se escenifica en los alegatos en defensa de Wieder a cargo de tres antiguos compañeros de armas. Un oficial afirma que el teniente: sólo hizo lo que todos los chilenos tuvieron que hacer, debieron hacer o quisieron y no pudieron hacer. En las guerras internas los prisioneros son un estorbo. [… ] Carlitos Wieder veía el mundo como desde un volcán, […] disculpe la franqueza, le parecíamos unos bichos miserables; […] en su libro de historia la Naturaleza no tenía una postura pasiva, más bien al contrario, se movía y nos huasqueaba, aunque esos golpes nosotros, pobres ignorantes, solemos achacárselos a la mala suerte o al destino… (118-119, itálicas de Bolaño)

En la mentalidad de los oficiales del Estado chileno, eliminar a los “bichos miserables”9 o los estorbos, es un trabajo no solo necesario, sino incluso deseable, aunque difícil de cumplir. De aquí que en la jerga militar, como en el

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Giorgio Agamben cita a Michel Foucault para explicar la biopolítica. Según este último, “the modern State, starting in the seventeenth century, began to include the care of the population’s life as one of its essential tasks, thus transform[ed] politics into biopolitics” (Agamben. The Open, 2004: 15).

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En términos de Giorgio Agamben, son los zoē, los seres naturales, o vidas desnudas.

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ejemplo recién citado, se refleje la lógica darwiniana: la ley del más fuerte en la que la naturaleza elimina pasivamente a los más débiles. Sin embargo, Wieder le da una mano a la naturaleza y toma un rol activo en la tarea; para él, el golpe militar y el régimen ulterior son una oportunidad de purificar a la población, para adaptar a Chile a una nueva y brillante era neoliberal. Esto semeja mucho a la lógica del exterminio perpetrado por los nazis que sacrificaban a los judíos, homosexuales, gitanos y disidentes políticos, justificando su acción al amparo de las palabras de Hitler, “Right is what is good for German people” (Arendt, 1985:299). Es decir, para el bien de la mayoría, cualquier atrocidad está justificada. La contumacia de esta consigna se repite en Wieder, de allí que la elección de su nombre no sea casual: como han hecho notar muchos críticos, significa “otra vez” en alemán. La importancia de la repetición aquí se recalca a través del personaje del loco Norberto quien, al ver la primera exhibición aérea de Wieder, dice: “la Segunda Guerra Mundial había vuelto a la Tierra, […] es la Segunda que regresa, regresa, regresa” (37). Con ello, además, se establece la continuidad del legado de los nazis en las dictaduras militares del Cono Sur. A lo largo de los ciclos de la historia chilena, los seres políticamente indeseables, aquellos que deben ser purificados, han sido no solo los izquierdistas, sino también los pueblos originarios. En esta novela, el paralelo se establece por medio del personaje de Amalia Maluenda, la empleada mapuche de la tía de las Garmendia, quien se presenta como testigo sorpresa en el juicio contra Wieder. Con su declaración, Amalia Maluenda muestra la historia reciente de Chile como una repetición de “homicidios e injusticias” de los bios, desde la llegada de los españoles al continente. Una vez más, con los asesinatos de los izquierdistas, el Estado chileno repite otro ciclo de sus sueños eugenésicos; ciclos que desde los comienzos de la modernidad perpetraron los genocidios de la población descartable en nombre de la defensa y la preservación del nacionalismo. La historia se repite: guerras contra grupos de su población “no adaptables” en nombre del “progreso” del país; “soluciones finales” como el caso de la “pacificación”10 de los mapuches en el siglo XIX. El caso de esta población ejecutable, Maluenda —aún durante la re-democratización, y por ende bajo una supuesta re-ciudadanización con derechos civiles— está excluida de la Nación imaginaria, y al mismo tiempo, paradójicamente, incluida en ella, como sujeto elector y ser político. Así, entes como ella viven en una doble indefinición entre la exclusión y la inclusión bajo las leyes de excepción.

10 El antropólogo José Bengoa señala el periodo que va entre los años 1881 y 1883 como la

segunda “colonización” de los mapuches. Esta colonización, mal llamada “pacificación”, no fue sino la continuación de un proceso que oficialmente había empezado en 1860, cuando Cornelio Saavedra —jefe del Ejército de Operaciones, Intendente de Arauco y Comandante General de Armas— empezó a ocupar sus territorios. Cuando el Estado dividió los territorios mapuches, en 1883, se dio por finalizada la “pacificación” (2000:285).

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Podríamos decir que el Estado chileno es capaz de ejercer su poder soberano sobre las vidas desnudas de derechos, sean mapuches o izquierdistas que viven en el estado de excepción permanente. Me gustaría notar que Maluenda es capaz de advertir qué hay detrás de la camaleónica fachada fascista de Wieder, y que es precisamente su lectura de lo que el oficial oculta, lo que permite a la empleada indígena escapar a tiempo, gracias a la experiencia históricacognitiva de sus antepasados mapuches. Otro poema de Wieder que justifica el uso de la violencia represiva, se articula sobre la estrategia de sexualizar el rol del Estado y de su población. Al torturador masculino le corresponde el papel de padre dignificado, por lo que debe corregir los desvíos de la adolescente femenina; ergo, el Estado puede y debe llamar al orden a su población. Por ejemplo, en otra escritura aérea, titulada “Aprendices del fuego” (43), Wieder escribe los nombres de las mujeres asesinadas, aunque algunos generales asumen que él está escribiendo los nombres de “sus novias, sus amigas o tal vez el alias de algunas putas de Talcahuano” (43), es decir, las mujeres cuyos malos comportamientos Wieder debía disciplinar y corregir.11 La poesía de Wieder enfatiza la superioridad del poder para restablecer el orden social12 y disciplinar a la población, mientras justifica el exterminio de los disidentes. Especialmente, esta política sexual del régimen fascista justifica su violencia con el fin de garantizar el futuro de la nación, y naturaliza el castigo a las mujeres de izquierda, como las Garmendia, por sus dobles desvíos; primero por tener ideas disidentes; segundo, por ser mujeres fuera de la casa. Victoria de Grazia señala que bajo la excusa de asegurar la continuidad de la nación, el régimen fascista de Mussolini, se encargó de “restoring patriarcal authority, and confirming female destiny to bearing babies” (1). Como parte de esta restauración del orden, la política cultural del régimen fascista, así como la poesía de Wieder, justifican el ejercicio de su poder sobre los cuerpos femeninos con el fin de devolverlos al hogar.

11 Francine Masiello, en Art of Transition, afirma que en la literatura dictatorial, la relación del

poder se polariza y las víctimas de la tortura se manifiestan como un “outsider… a figure who has become feminized in relation to the eye of the partriarchal state” (2001: 4). 12 Igualmente, según Vidal, el Estado golpista interpreta las alteraciones de la rutina cotidiana

como “causadas por el alto grado de movilización y confrontación masiva anterior al triunfo fascista” (1985:16) y promete que “la inestabilidad de lo cotidiano será superada solo en el momento de restablecerse la paz fascista” (1985:16).

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Wieder, agente cultural del fascismo en la era posdictatorial Aun cuando la dictadura cae y se instala la “democracia”, el Estado chileno continúa utilizando la retórica que anula el dolor del otro, que adormece la conciencia política y que justifica el uso de la violencia del Estado. En Estrella distante, esto se alegoriza a través de la trayectoria del mismo Wieder, quien de agente militar del fascismo pasa a ser agente cultural durante la redemocratización. Con su participación en la industria del entretenimiento (wargames, películas pornográficas y piezas teatrales), y a través de estos discursos culturales, Wieder se perfila como un sádico, ultra-nacionalista y sadomasoquista, y continúa desdramatizando el dolor del otro. Si antes lo hizo cometiendo homicidios al alero de la razón de Estado, luego lo hace arropado en la impunidad y la amnesia colectivas que le aseguran el mercado de la economía neoliberal. A continuación examinaré brevemente cada uno de estos nuevos roles que Wieder desempeña en el nuevo campo cultural que abre la democracia. Un pornógrafo. Como pornógrafo, Wieder sigue representado el dolor del otro y lucrando con ello. Su oficio aquí es entrenar a los espectadores, quienes a fuerza de exponerse a los mismos estímulos dejan de establecer relaciones emocionales desde ellos. En este caso, el cuerpo-débil violentado es el de las mujeres.13 Ya sin el respaldo del aparato militar, en Italia Wieder viene a ser un hard-core criminal, que pertenece a: un grupo que hacía cine porno en una villa del Golfo de Tarento. Una mañana, […], aparecieron todos muertos. En total, seis personas, tres actrices, dos actores y el cámara. Se sospechó del director y productor y se le detuvo. También detuvieron al dueño de la villa, un abogado de Corigliano relacionado con el hard-core criminal, es decir con las películas porno con crímenes no simulados. Todos tenían coartada y se les dejó en libertad. […] Había otro cámara. Un tal R. P. English. Y a éste la policía italiana no lo pudo localizar nunca. (134)

13 La diferencia es sutil entre la narrativa que trata solo las experiencias de las torturas, y aque-

lla otra que las sexualiza. Jean Franco, en The Decline and Fall of the Lettered City, ejemplifica algunas de estas últimas, como Imagining Argentina, de Lawrence Thornton, y Requiem for a Woman’s Soul de Omar Ribadella. 1) “When live wires were applied to his testicles, he felt as if a hot vise had been clamped to the tenderest part of his body” (2002:244), o “she felt hands on her breasts which reached inside her brassiere, and then there was intense pain as her nipples were crushed” (2002:244); 2). “The first guard to enter my cell during what I believe to be the night hours was the pervert who, after the usual fondling and obscenities, ejaculated again all over my breasts” (2002:244). Así, indica Franco, este tipo de narrativa se hace problemática, porque “the descriptions of torture are suspiciously close to the prose style of soft porn” (2002:244).

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R. P. English sería Wieder, como todo el mundo puede deducir. Bajo ese alias, Wieder trabaja como segunda cámara en la filmación de películas pornográficas donde se recrean crímenes reales. Se trata de un camarógrafo muy peculiar, pues no solo filma el acto del crimen en vivo, sino que también mata —según lo que el texto deja deducir— a los seis actores. En lo sucesivo, me remitiré a las teorías expuestas por Andrea Dworkin para analizar la particular mentalidad de Wieder, así como su participación en filmes de esta naturaleza y, más aún, la continuidad de su labor homicida. La función política de la pornografía para Wieder es exhibir la ideología sádica del dominador fascista. Para él, la violencia es el sinónimo del sexo y el placer, como lo fue para el Marqués de Sade (1740-1814), cuya vida “and writing were of a piece, a whole cloth soaked in the blood of women imagined and real” (Dworkin 1989:70). En otras palabras, para el sádico el placer proviene de “the absolute right of men to rape and brutalize any ‘object of desire’ at will” (Dworkin 1989:71). También, la pornografía “widens the market for the visual consumption of women being brutalized and living it” (1989:202). En estas películas, un grupo de mujeres torturadas “scream […] a real or pretended pain to delight the sadist, pretend […] to enjoy what we don’t enjoy” (Dworkin 1989:199). El resultado es que el espectador de estas imágenes se acostumbra a ver la tortura, y deja de concebirla como una anormalidad. Así también opera el fascismo: a fuerza de costumbre, haciéndonos creer que no hay nada monstruoso en él. La pornografía, el fascismo y el sadismo son tres términos que parecen pertenecer a diferentes dominios; sin embargo, tienen algo muy en común. Pese a pertenecer a esferas distintas, el fascismo y la pornografía se unen a través del sadismo, en la manifestación del poder a través de la dominación del más débil y la destrucción sistemática del cuerpo. Un creador de juegos de estrategia. Como creador de wargames, Wieder intenta configurar constantemente nuevos campos de batalla, donde el “otro” es siempre un enemigo para destruir. En este contexto, se comprende la imposibilidad de formular redes sociales solidarias. Así, perpetúa la ideología fascista y manifiesta su poder destructivo a través de las historias del “wargame” (108). El juego de guerra que supuestamente ha diseñado, y cuyo contexto histórico está dado por la Guerra del Pacífico: cubre en turnos quincenales la totalidad de la guerra que desde 1879 enfrentó a Chile con la Alianza Peruano-Boliviana […y] es presentado como un juego más divertido que el monopoly, aunque los jugadores no tardan en comprender que se hallan ante un juego de doble o de triple lectura. La primera, […] es la de un clásico wargame. La segunda, […se pregunta] si Arturo Prat podría encarnar a Jesucristo […]. La tercera gira en torno a la gente corriente que engrosó el victorioso ejército de Chile que llegaría invicto hasta Lima y a la fundación, en Lima, en una reunión secreta […] con un mismo sentido ridículo, la Raza Chilena. (109, itálicas de Bolaño)

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Allí, Wieder equipara a uno de los próceres chilenos con Jesucristo, y se aventura a invocar a la Raza Chilena para asociar el victorioso ejército de Chile que llegaría invicto hasta Lima, todo en nombre del progreso. Esta invocación de la Raza Chilena recuerda el énfasis de los nazis en la Raza Aria y en el afán eugenésico que le subyacía. Incitando con su wargame un nacionalismo fanático y un racismo recalcitrante, Wieder declara que quien no pertenece a la victoriosa Raza Chilena debe ser purificado, tal como lo fueron los mapuches y luego los izquierdistas. Con ello, Wieder va formulando la retórica para otro ciclo de nacionalismo fascista, en este caso dentro del neoliberalismo. El Wieder que escribía en el cielo “LA ANTÁRTIDA ES CHILE” (55) —aludiendo a la soberanía sobre los recursos naturales de esta región por razones económicas—, con este juego intenta justificar el ejercicio del poder militar del Estado para invadir a sus vecinos. Como un agente cultural del fascismo durante la re-democratización, Wieder reivindica el poder purgativo de la guerra, y lo hace a través de su juego de estrategia. El afán por generar situaciones bélicas se comprende en cuanto el cuerpo del enemigo es el único lugar en el que Wieder —y tras él, el Estado— pueden ejercer su poder con justificación y dar razón de su existencia y su soberanía. Por eso el wargame actualiza la ideología del ultraindividualismo, del éxito personal, del exitismo y del progreso nacional. A través de la constante reinvención del enemigo (de cualquier enemigo), este tipo de juegos generan un modelo del mundo confrontacional, donde no se puede discutir el dolor del otro, porque el otro debe ser aniquilado en tanto enemigo. No importa en qué se base la confrontación (nacionalismo, racismo, creencias religiosas, etc.); la compulsión del juego descarta cualquier tipo de modelo de solidaridad social, enfatizando en cambio modelos defensivos-ofensivos para salvaguardar la Nación y el propio Yo. Un dramaturgo del sadomasoquismo. Como dramaturgo, Wieder continúa desdramatizando el dolor del otro, por medio de la reinvención constante de los cuerpos biológicos de los enemigos. Durante la re-democratización, Wieder participa “en empresas artísticas […cambiando] de nombre” (103), y con el pseudónimo de Octavio Pacheco, escribe una oscura pieza teatral; La pieza transcurre en un mundo de hermanos siameses en donde el sadismo y el masoquismo son juegos de niños. Solo la muerte está penalizada en este mundo y sobre ella -sobre el no-ser, sobre la nada, sobre la vida después de la vida- discurren los hermanos a lo largo de la obra. Cada uno se dedica a martirizar a su siamés durante un tiempo (o un ciclo, […]), pasado el cual el martirizado se convierte en martirizador y viceversa. […] Su acción transcurre en la casa de los siameses y en el aparcamiento de un supermercado en donde se cruzan con otros siameses que exhiben una gama variopinta de cicatrices y costurones. La pieza no termina, como era de esperar, con la muerte de uno de los siameses sino con un nuevo ciclo de dolor. Su tesis acaso peque de simple: solo el dolor ata a la vida, solo el dolor es capaz de revelarla. (103-104, itálica de Bolaño)

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Esta pieza representa el dolor como algo positivo, como la fuerza motriz que echa a andar el ciclo de la vida. En esta casa/Nación ninguno de los siameses puede escapar del círculo del dolor, y por eso este espacio se transfigura en un lugar apocalíptico: allí el dolor no tiene fin; continúa perpetuamente. La pieza teatral de Wieder acaso sugiere que el sadismo de la dictadura es sustituido por el sadomasoquismo en el marco de la cultura posdictatorial. Con la complacencia de las partes involucradas, el sadomasoquismo promueve el dolor y no hace distinción entre el torturador y la víctima, el martirizado y el martirizador, el que está dentro o fuera de los límites de la protección de las leyes. Por eso, la pieza teatral de Wieder demuestra el control continuo del Estado sobre los cuerpos sociales; control que se desplaza de la eliminación de los cuerpos no-deseados de la dictadura, a la administración de ellos en la posdictadura neoliberal.14 Con su dramaturgia, Wieder contribuye a la generación del modelo del mundo que re-inventa ad infinitum los cuerpos biológicos de los enemigos. La alternancia entre las figuras de la víctima y del victimario, así como la naturaleza darwiniana de los atroces juegos de los siameses, otorgan al enfrentamiento del enemigo una connotación compulsiva y depredadora. Esto cancela cualquier solidaridad emocional, y afianza la cultura del dolor y del miedo. En Empire, Michael Hardt y Antonio Negri sugieren que en la sociedad de control posmoderna, el Estado ejerce su poder, controlando directamente el cuerpo de los sujetos y creando máquinas-sujetos, dispositifs, que interiorizan discursos normativos y se vigilan mutuamente para disciplinarse uno al otro, tal como los aludidos hermanos siameses. En Estrella distante podemos encontrar otra buena escenificación de ello en el episodio en que los tres jóvenes neonazis patean a una mujer desamparada. Aquí se observa una suerte de continuación o alianza entre el totalitarismo y la democracia: pese a ser tan distintos en el discurso, ambos eliminan (o permiten la eliminación) de aquellos seres que no les son funcionales. Ambos regímenes asumen la decisión sobre la vida desnuda en “supreme political principle […and in this way the fascism] remain[s] stubbornly with us” (Agamben, 1998:10). En la obra de Bolaño se hacen particularmente relevantes las maneras en las que se representa el dolor del otro, ya que algunas de ellas, como la por-

14 A través de la obra de Wieder, Bolaño pronostica que la sexualidad/corporalidad de los sujetos va a ser un campo de batalla político donde el Estado neoliberal administrará sutilmente las vidas. Ya que, como Agamben indica, el Estado (pos)moderno todavía basa su soberanía en los votos de los ciudadanos, los cuerpos de éstos continúan siendo los únicos depositarios del poder soberano. Sin embargo, aunque los ciudadanos otorguen poder al Estado, sus cuerpos son paradójicamente el único lugar donde el Estado ejerce su poder. Por eso, la vida biológica en sí, en la sociedad neoliberal, gana más importancia política. Aunque cualquier Estado (pos)moderno necesite constantemente producir enemigos, es difícil encontrar una manera fácil de reinventar la figura del enemigo, comparado con la época de la dictadura, cuando era fácil hacerlo con las guerras externas entre las naciones, o las guerras internas contra la disidencia izquierdista. Por eso, aduciría Agamben, el Estado neoliberal “move[s] inside every human life and every citizen” (Homo Sacer 1998: 139) para encontrar estas vidas despojadas de valor.

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nografía y el sadomasoquismo, al consumirse en el placer que emana de la contemplación de la tortura, cancelan la recuperación de la solidaridad social. Sin embargo, el espectador consciente sin duda que encontrará el valor de denuncia que posee el uso deliberado de esta estrategia de representación.

Espectadores conscientes Durante la dictadura militar, Wieder organiza una exposición fotográfica privada, donde todas las imágenes giran en torno al tema de las mujeres torturadas. El propósito de Wieder es demostrar su poder absoluto a través de un “arte sublime”, capaz de atemorizar y arrobar a sus espectadores, tal como si se tratara de una obra divina. Según el personaje de Muñoz Cano, periodista y asistente a la exhibición fotográfica: en algunas de las fotos reconoció a las hermanas Garmendia y a otros desaparecidos. La mayoría eran mujeres […]. Las mujeres parecen maniquíes, maniquíes desmembrados, destrozados, aunque Muñoz Cano no descarta que en un treinta por ciento de los casos estuvieran vivas en el momento de hacerles la instantánea. […] El orden en que están expuestas no es casual: siguen una línea, una argumentación, una historia (cronológica, espiritual…) un plan. Las que están pegadas en el cielorraso son semejantes (según Muñoz Cano) al infierno, pero un infierno vacío. Las que están pegadas (con chinchetas) en las cuatro esquinas semejan una epifanía. Una epifanía de la locura. (97, itálicas mías)

Wieder, al invertir el cielo en el infierno, convierte el lugar donde los espectadores están de pie en un cielo, en la posición de Dios, el cielo de los espectadores que permite ver toda esta epifanía desde arriba.15 Pero ello también los convierte en cómplices de Wieder, ya que la posición de este último también es la de Dios. Sin embargo, la exhibición termina develando que esta epifanía es una epifanía de la locura de su narrativa. Exhibiendo los cuerpos de las torturadas y mutiladas como objetos de arte en su representación de la violencia, Wieder desdramatiza abiertamente el dolor del otro. Contraria a la dirección que toma Scarry en su análisis, considero que en este caso lo que intenta hacer Wieder es convertir al espectador en un cómplice pasivo, localizándolo más allá de la cámara del torturador y recreando para él, el momento previo y actual de los asesinatos. De esta manera, Wieder inserta a la audiencia dentro del circuito de ejecución de la víctima. Sin embargo, la intención del autor es malinterpretada y lo que su obra provoca es repulsión. La única mujer asistente “vomitó en el pasillo” (95); un cadete militar “se puso a llorar y a maldecir y lo tuvieron que sacar a ra-

15 Esta exhibición revela que los asesinatos de Wieder son verdaderos actos poéticos, ya que sus asesinatos son materia para la temática de su arte.

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stras” (97).16 Lo que Wieder no anticipa, es que para algunos la escalofriante descripción de los cuerpos mutilados —del estilo de “[l]a foto de un dedo cortado, tirado en el suelo gris” (98)— hace de esta crueldad, tanto como del dolor de la víctima, algo imaginable. Por esto es que algunos espectadores se involucran de forma emocional y hasta física. Patricia Vieira, en “Torture and the Sublime”, dice que la contemplación de la tortura se inscribe dentro de la estética de lo sublime y del terror, no solo a un nivel intelectual, sino también e incluso a un nivel físico. Citando a Edmund Burke, insiste en que “pain and fear -the idea of pain- affect the body, [producing the feeling of the sublime]. Both the sensation and the emotion lead to a contraction of the muscles and cause tension in the nerves” (2006:10). Por la misma razón, quien rechaza exponerse a este tipo de imágenes lo hace a sabiendas que éstas le harán imaginar “that suffering in their own bodies” (2006:11). El cuerpo de los espectadores responde a la escena de la representación de la violencia, y esto despierta, según Vieira, una respuesta ética. Imaginar el dolor del otro es siempre difícil, aun si ese “otro” es alguien que conocemos. Scarry alega que la acción de lesionar ocurre precisamente porque tenemos dificultad para empatizar con los otros; más aún: para algunos, la violencia de esta depredación puede ser ignorada porque permanece inimaginable. Conscientes de ello, los nazis aislaron los campos de concentración, para sacar de circulación la verdad a través del enclaustramiento. A través del acto de revelar, literalmente, el dolor del Otro, la exhibición fotográfica cumple la misma función que el arte neo-vanguardista chileno. Por ejemplo, una obra de Eugenio Dittborn reúne “amassed a countless number of anonymous, and therefore doubly deindividualized, photographs under the

16 Antes del amanecer, llegarán tres hombres que se identifican como agentes militares de Inteligencia, como si fueran “empleados que llegaban… a hacer la limpieza […] se marcharon…, con tres cajas… cargadas con las fotos de la exposición” (100). El Estado militar, consciente del residuo de humanitarismo de la audiencia, manda a borrar el crimen, creando el simulacro de justicia. El citado Muñoz Cano dice que “en [aquel] momento tuvo la sensación de que estaban, bajo la noche oscura y a pleno campo, al menos las voces sonaban así” (96, itálicas mías). Estar a la intemperie sería la manera más adecuada de contemplar la nueva era del “Renacer chileno” en la dictadura, donde el rol de la nación protectora de su población empieza a desaparecer. De allí en adelante, al Estado solo le interesará amparar los intereses de la economía del libre mercado, aunque eso implique proteger a asesinos como Wieder bajo los dispositivos legales del Estado fascista. Es decir, solo algunos quedan dentro del guardián del Estado, mientras la mayoría de su población queda fuera del límite de su protección: a la intemperie. Volviendo a la exhibición fotográfica: aunque la verdad del crimen parezca desaparecer junto con las evidencias, aquella queda inscrita en la epistemología de los invitados en la exhibición. Como Klause Scherpe escribe en “Dramatización y des-dramatización de ‘el Fin’”, en la sociedad posmoderna “[the] massacre happens and it only lasts for the public to see until the officers make it suddenly disappear as if nothing happened” (1998:358). Sin embargo, este acto de poder ver, como en la exhibición fotográfica de Wieder, altera la conciencia de los espectadores que tienen pensamiento crítico ya que, como dice Scherpe, “whenever this truth revealing moment happens, it calls the aesthetic sensibility to the viewer […] like the unmasking the devil” (1998: 358). Esta experiencia hace vacilar el control interpretativo del régimen totalitario, ejecutado a través de la acción policial y de la fuerte cultura fascista.

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title of ‘Fosa Común [Common Grave]’ in a 1977” (Richard, 2004:9). La exhibición de Wieder funciona, paradójicamente, también como una marcha en la que “the family members of the detained-disappeared in Chile took to the streets exhibiting photographic portraits of those absent” (Richard, 2004:9). Estas dos obras, Fosa Común y La marcha de los deudos, son dramatizaciones de la memoria a través de performances que exhiben significantes (las fotos de los desaparecidos) sin significados (los cuerpos de los desaparecidos). Estas obras exhiben signos sin referentes; en palabras de Nelly Richard, se constituyen sobre la idea de cuerpos residuales, que reclaman visualmente y en silencio el derecho de las víctimas. Sin embargo, junto a aquella forma depredadora y perversa de representar el dolor del Otro, coexisten otras estrategias que posibilitan la recuperación de lo afectivo, de lo social y lo político, y que examinaré en la siguiente sección.

Memoria colectiva y afectiva: la reconstrucción del pasado La labor de Wieder, quien desdramatiza la violencia para convertirla en parte de la cotidianidad, se opone al afán narrativo del mismo Bolaño, quien en esta novela enfoca la represión desde un prisma afectivo. Lo que para el primero no son sino maniquíes, para nuestro autor se distinguen como cuerpos humanos desmembrados. Pero, ¿con qué estrategias el narrador se distancia de Wieder? La primera estrategia es personificar al otro, a la vez que se establecen vínculos con él/ella. Así, desde la empatía, es como el narrador distingue a las hermanas Garmendia: como las amigas de su juventud (98); así mismo es como Bibiano O’Ryan reconoce a “Patricia Méndez, de diecisiete años, perteneciente a un taller de literatura gestionado por la Juventudes Comunistas y desaparecida” (42).17 Dominick LaCapra, en Writing History, Writing Trauma, enfatiza la importancia de la empatía en la reconstrucción de la historia, la cual es diferente a “patronizing ‘sympathy’” (2001: 38).18 De un modo similar,

17 Estos ejercicios de reconocimiento trasforman a algunos lectores, como Bibiano, aunque sea de forma indirecta. Es la misma operación que está en la base de informes como el citado Rettig; su lectura es inquietante porque nos transforma en agentes sociales capaces de activar y darles sentido a “múltiples indicios y diligencias que alientan futuras localizaciones” (299). A pesar de la censura y la manipulación mediática, algunos individuos son capaces de descifrar las señales y reconocer a los desaparecidos, y esta recuperación de lo cognitivo les hará seguir los pasos de Wieder como posible asesino de los desaparecidos. La poesía de Wieder, creada como una herramienta política para reafirmar la cultura nacional/oficial de la pacificación estatal, termina revelando sus propios crímenes y generando por ello un efecto opuesto al inicialmente buscado. 18 Es porque él considera que el escribir la historia no sólo es una re-construcción objetiva del pasado, sino también un “dialogic exchange with it and other inquirers into it wherein knowledge involves not only the processing of information but also affect, empathy and questions of value” (2001:35).

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Bolaño apuesta con su narrativa a la recuperación de lo cognitivo como vía para experimentar la cercanía del relato de la víctima. Pienso, además, que por medio de la activación de la memoria, Bolaño crea un modelo de sujeto político fuerte. Un ejemplo de ello es el mismo Bibiano O’Ryan, quien representa el dolor-memoria de sus amigas desaparecidas, las hermanas Garmendia. O’Ryan, nos dice el narrador, “no olvidaba a Carlos Wieder y juntaba todo lo que aparecía sobre él o sobre su obra con la pasión y la dedicación de un filatelista” (53), busca a su familia, y escribe novelas sobre este oscuro personaje. En una de sus obras, La literatura nazi americana —cuyo título claramente espejea la novela de Bolaño, La literatura nazi en América— Bibiano realiza un catálogo de los autores que promueven la ideología nazi en América,19 problematizando con ello todas las representaciones desdramatizadoras del dolor del otro. Bibiano, sea consciente de ello o no, cumple un rol de vigilancia socio-política, y por ello ayuda a rearticular la memoria histórico-afectiva. Aunque ni Bibiano ni Bolaño lo hayan experimentado en carne propia, ambos se hacen cargo de una especie de memoria vicaria:20 su recuerdo de las Garmendia será, en una escala más amplia, la añoranza por todos los desaparecidos bajo dictadura. Bibiano reúne en su evocación lo racional y lo emocional: dado el contexto, le resulta fácil intuir cuál ha sido el destino de sus amigas, aunque ello no impide que se le quiebre la voz y se eche “a llorar desconsoladamente” (47) al saberlo. Esta conjunción de lo racional y lo emocional, según Walter Mignolo, equivale a “corazonar”, y se encuentra en la base de toda acción social colectiva. Idelber Avelar, a su vez, aclara que “[a]ffect” is etymologically related to the Latin Facere (to do). Affectus, the preterite form of afficere (to influence, to attack) stems from the composite form ad (to, toward) + facere. Affectare, in Latin, has not only the sense of “to have an effect upon” but also “to strive after.” Hence the key role played by the Spinozan theory of affect in an immanentist notion of desire. (1996: 3)

Es decir, el afecto encarna en sí el activismo del deseo voluntario de influenciar y hacer algo por alguien. Así, la memoria afectiva encarna no solo la parte emotiva, sino también la parte activa que induce al activismo social.

19 Bibiano deseaba “escribir un libro, una antología de la literatura nazi americana. Un libro magno, […] que cubriría todas las manifestaciones de la literatura nazi en nuestro continente, desde Canadá (en donde los quebequeses podían dar mucho juego) hasta Chile, donde seguramente iba a encontrar tendencias para todos los gustos” (52-53). 20 Una memoria vicaria pero activada por el afecto sería, en palabras de Beatriz Sarlo (2005), posmemoria. Ésta es diferente a la memoria pública, ya que subraya su dimensión moral y afectiva.

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Con ello, en Estrella distante, Bolaño contrasta las dos diferentes maneras de representar el dolor de otro. Al representar la violencia de la tortura, ambas despiertan la ética del recuerdo, delegando los reclamos de las víctimas en los lectores. Bolaño dramatiza el dolor del otro y representa el sufrimiento de las víctimas desde el punto de vista de estas últimas; mientras que Wieder manipula a los espectadores, demostrando, a través de la pornografía y la obra sadomasoquista, que el dolor, en realidad, causa placer. Así, Wieder lo que hace es desdramatizar el dolor del otro, por lo que sus obras representan el sufrimiento de las víctimas desde el punto de vista del victimario. Esto prueba que la estrategia que se utiliza para representar la violencia de la tortura, es un elemento crucial para establecer —o no— la solidaridad entre espectadores y víctimas, ya que la violencia en sí no tiene cargo político. Asimismo, la contextualización (sociohistórica, política, económica) de esa violencia permite que su representación adquiera un valor contestatario o complaciente, respecto del régimen en el cual se enmarca. El campo cultural no es un campo inocente ni neutral, sino un campo de batalla donde, por un lado, el Estado fascista (del cual las obras de Wieder son sinécdoque y apología) quiere manipular la conciencia de su población y, por el otro, autores como Bolaño intentan inducir una cultura de resistencia contra esta política estatal.

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Narrativa de la memoria. Notas a La escuelita, de Alicia Partnoy y La casa de los conejos, de Laura Alcoba Isabel ARÁOZ Universidad de Tucumán

RESUMEN: Sobre el planteamiento de Michael Pollak (1989) respecto del “encuadramiento de la memoria”, el presente artículo expone y analiza una serie de escenas lúdicas que atraviesan nuestro corpus testimonial (La escuelita y La casa de los conejos). Este archivo de juegos es un muestrario de sus múltiples figuraciones para articular estéticamente la experiencia del horror, a fin de salvarla del olvido a través de estas narrativas de la memoria. PALABRAS CLAVE: Memoria – Juego – Violencia. ABSTRACT: Based on Michael Pollak (1989) theories around the “framing of memory”, this article exposes and analyzes a serie of recreational scenes ,which go through our testimonial corpus (The Little school and The Rabbit House). This archive of games is a sample board of their numerous figurations that are articulated in an aesthetic way with the experience of horror, and it has the purpose of saving them from oblivion through these narratives of memory. KEY WORDS: Memory – Games – Violence.

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Narrativa de la memoria. Notas a La escuelita de Alicia Partnoy y La casa de los conejos de Laura Alcoba

Un relato de la Mansión Seré señala que la patota secuestró a una maestra muy joven por haber escrito en el pizarrón de su clase “Las Montoneras recorren el país”, como frase de ejercitación gramatical y en obvia referencia a las Montoneras del siglo pasado. Después de haber sido torturada “preventivamente”, fue presionada con insistencia por uno de los torturadores a jugar a las cartas con él. La muchacha, que primero se negó, al cabo de un rato jugaba al chin chon con un hombre un poco mayor que ella y que la había sometido a tormento minutos antes. (Calveiro 2004:72)

Este testimonio, recogido en Poder y desaparición (2004) de Pilar Calveiro (que supone otros tantos idénticos), narra y reproduce las condiciones reales de la experiencia en los campos clandestinos de detención de la última dictadura argentina. Esta especie de recuadro siniestro nos permitirá “encuadrar” dos relatos testimoniales, La escuelita (2006) de Alicia Partnoy y La casa de los conejos (2008) de Laura Alcoba, que repiten este gesto narrativo de lo lúdico para dar cuenta de la violencia y del horror. Hemos pensado detenidamente el problema que plantea Michael Pollak (1989) respecto al “encuadramiento de la memoria”. Si el trabajo de la memoria sobre el pasado debe proporcionar o sostenerse en un marco de referencias (“memoria encuadrada”) y debe encontrar su justificación, pensamos que es posible entender a este “recuadro narrativo” como un trabajo de encuadre, puesto que vehiculiza la experiencia concentracionaria en un relato. Si bien, sabemos que The Little school de Alicia Partnoy fue publicado con ocho años de anterioridad, en 1986, su original en inglés impidió una circulación más amplia dentro del país, cuya versión en español fue editada veinte años después (2006). No pretendemos prescindir de la propia “historia” de los textos, pero esto nos lleva a pensar que la narración de Partnoy pudo haber quedado confinada al silencio, en el encierro de una lengua extranjera desde la que se precipitaba a narrar la experiencia del campo de concentración en la Argentina de la última dictadura. Posiblemente, la memoria que edifica este relato testimonial estuvo oculta, y manifiesta además la imposibilidad de una pronta escucha. Una memoria subterránea que (re)emerge dos décadas más tarde. Por ello, pensamos que el libro de Calveiro podría funcionar como un texto que posibilita un marco de interpretación inaugural para el campo testimonial, donde se insertan los demás relatos aquí referidos.

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Si la experiencia del campo de concentración está sujeta a la maquinaria siniestra de la arbitrariedad, la tortura y la muerte, el juego entendido como un relato incrustado, podrá desplegarse como el espacio de posibilidad para narrar el carácter atroz de aquélla y la condición de la clandestinidad en el segundo. Nuestra exposición se organizará a partir de un inventario de las diferentes escenas lúdicas que atraviesan el corpus testimonial de este trabajo. Este archivo de juegos es un muestrario de sus múltiples figuraciones para articular estéticamente la experiencia del horror; para salvarla del olvido a través de estas narrativas de la memoria. Para Walter Benjamin, la noción de “colección” está asociada al trabajo de rescate del olvido de objetos y reliquias perdidas. Una serie de textos da cuenta de esta experiencia coleccionista de juguetes y de libros infantiles. El juego es asediado dispersamente en estos fragmentos por el filósofo berlinés. Tomaremos algunas ideas generales que pueden resultarnos sumamente sugerentes para pensar y organizar nuestro corpus de análisis: primero, el juego entendido como el microcosmos del juguete supone la articulación de un espacio soberano alrededor de ese objeto lúdico. Por otro lado, los juguetes presentan como característica fundamental un “tamaño liliputiense” (Benjamin, 1989:86); esto nos permitirá pensar estos testimonios literarios como narrativas estéticamente entramadas desde una escala de lo minúsculo, de lo pequeño, del detalle. En última instancia, la imitación es propia del juego pero, sobre todo, es la gran ley que rige su mundo: la “Ley de la repetición” (el otra vez) como el retorno constante (Benjamin, 1989: 93). La experiencia en los campos de concentración ha supuesto la pérdida de la libertad y la reclusión involuntaria dentro de los muros. El recuerdo del mundo exterior persiste aun cuando el dispositivo disciplinario de los campos clandestinos provoca una ruptura abrupta y casi total con el mundo circundante (una “muerte social”, primero, y la muerte o desaparición físicas después), sometiendo a los prisioneros a un aislamiento enloquecedor. Sin embargo, y a pesar de esta pretensión desmesurada, no todos los sujetos sometidos a la ley concentracionaria fueron arrasados por ella. Hubo pequeñas fisuras que fueron verdaderas válvulas de escape del horror. Por ello, la memoria del preso debe contrarrestar la fuerza del olvido que se impone sobre su propia subjetividad, su condición humana, su entorno familiar, su militancia, etc. para no ser devastado (Calveiro, 2004:107). En La escuelita este trabajo de memoria es arduo y dificultoso, porque el preso está siempre al límite de la locura o la claudicación. La resistencia es frágil: Hace rato que estoy tratando de recordar cómo es la cara de Ruth. Me acuerdo de sus ojos grandotes, de su naricita casi inexistente, de la forma exacta de su boca y la temperatura de su piel. Cuando trato de poner todo eso junto, algo falla. No me puedo acordar del rostro de mi hija. Hace dos meses que no la veo (…) Creo que hoy es el

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Narrativa de la memoria. Notas a La escuelita de Alicia Partnoy y La casa de los conejos de Laura Alcoba

primer día que trato de reconstruir su rostro y ya me empiezo a desesperar (Partnoy, 2006: 65).

Este puzzle traza las dificultades de una memoria para reconstruir su pasado más inmediato, algo falla porque la memoria —como advierte Aristóteles — es un ente del tiempo, del cual el olvido es el gran destructor. Se intenta recordar algo que se ha perdido, que no se encuentra presente. La recuperación de esta ausencia está siempre mediada por la distancia temporal (Ricoeur, 1999:13). El corte abrupto con la vida anterior (cívica, privada, familiar, laboral, etc.) repercute en la subjetividad del individuo que ha sido sesgado del cuerpo social, de manera involuntaria y violenta: “En las Escuelitas están los desaparecidos, a quienes se secuestra de la vida” (Partnoy, 2006:19). Podemos recordar aquí los múltiples testimonios sobre los secuestros clandestinos, hombres encapuchados que irrumpían en las casas, ocultos en la oscuridad y encubiertos por la noche. Pero además, este fragmento (como el libro entero) busca restablecer el lazo filial extraviado, mediante la imagen y el recuerdo. Búsqueda que se repite con las Madres, Abuelas e Hijos que alzan en sus manos aquellas viejas fotos. La vida de los presos queda detenida en un doble sentido: la vida cívica y política queda inmovilizada por medio del encierro forzoso, pero además su vida entera quedará interrumpida. Solo algunos podrán volver. En La casa de los conejos, por otro lado, el juego refiere a la clandestinidad (y no el campo de concentración clandestino) y se convierte en el espacio plausible del decir aquello que está prohibido. Aquí, el crucigrama en manos de la niña es un intento discursivo para lo no-dicho. El juego establece otras reglas y subvierte la clausura de la expresión, que está vigente fuera de esta zona lúdica. Yo quería también darle una sorpresa imaginando palabras que, al entrecruzarse, hablaran un poco de lo que nos sucedía. HORIZONTALES Del verbo “ir” Imitadora fracasada y odiada Del verbo “dar” Patria o… VA I SABEL DAR MUERTE L E A VERTICALES Asesino Casualidad Literatura, Música. (Alcoba 2008: 115)

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Estas palabras cruzadas constituyen un espacio liberado para la niña. La comunicación encuentra sus estrategias (porque el juego también las supone) en esta intersección de palabras que develan un claro referente para sus interlocutores. Diferente al caso de la palabra embute que abre el relato, cuyo referente se ha diluido en la memoria y cuyo rastro se ha perdido: “…esa palabra [fue] el primer intento sobre el que me sentí obligada a investigar. Ese término tantas veces dicho y escuchado, tan indisolublemente ligado a esos fragmentos de infancia argentina” (Alcoba, 2008:47). El relato se tensa entre dos extremos, la prohibición de decir y aquello que encuentra la forma para ser dicho. Podemos leer algunos ejemplos: “Mi padre y mi madre esconden ahí arriba periódicos y armas, pero yo no debo decir nada” (Alcoba, 2008:17); “Entre nosotros, jamás hablamos de lo que está pasando, ni de la clandestinidad (…) No hablamos del miedo tampoco” (Alcoba, 2008:42), entre otros. El juego supone la instauración de nuevas reglas a las que se someten los participantes. En La escuelita, el juego de las miguitas de pan se transforma en un medio de comunicabilidad entre los presos sometidos al silencio absoluto. No olvidemos que, en el texto que nos ocupa, el juego está atravesado por profundas relaciones de poder de unos sujetos sobre otros, que ocupan lugares asimétricamente asignados. En la versión del cuento infantil de los hermanos Grimm, Hansel y Gretel abandonados en el bosque, intentan regresar al hogar una y otra vez. Pero los indicios de sus migas de pan desaparecen en el último intento, y los niños quedan en total desamparo. Luego, al encontrar una casa de panes o dulces, los niños son apresados por una malvada bruja que pretende comérselos. La conversión del cuento infantil puede ser evidente en lo que refiere al modo de comunicación de los reclusos. Da cuenta de que la experiencia del aislamiento radical y violento no cubre todas las partículas del espacio total. En esos resquicios, la construcción de una sociabilidad diferente es posible y entonces, la humanidad todavía persiste en el mundo brutal del dispositivo disciplinario. Las migas de pan ruedan en el suelo y trazan lazos de comunicabilidad y de identificación de uno con el otro. En esa comunión mundana los sujetos se reconocen como tales y por lo tanto, no solo se humanizan sino que también encuentran una salvación a tanto horror. Separé veinticinco pedacitos de miga y con ellos hice veinticinco diminutas bolitas. Jugaba, haciéndolas resbalar y cosquillearme las palmas de las manos cuando “el Vaca” pasó por allí y, observando la inusitada actividad, preguntó: -Y eso ¿qué es? -Bolitas de miga de pan. -¿Para qué? -Para jugar.

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Narrativa de la memoria. Notas a La escuelita de Alicia Partnoy y La casa de los conejos de Laura Alcoba

Sopesó en silencio, dos minutos, el nivel de peligrosidad de aquel juego y luego proclamó solemnemente: “Está bien”. Se fue el guardia convencido tal vez de que yo estaba un paso más cerca de la locura. Se equivocaba (Partnoy 2004: 70).

En La casa de los conejos, el juego ocupa, en la siguiente cita, un lugar extraño. La niña (Laura) acepta la invitación de una vecina a irrumpir en el espacio privado de su habitación y al umbral de lo más íntimo, cuando la extraña le revela no sólo una enorme cantidad de zapatos, sino un par de zapatos muy especiales, cuidadosamente guardados fuera del alcance de otras manos. Y ahora se sube a un banquito para tomar de lo alto de su armario una caja blanca, y de ella saca un par de zapatos deslumbrantes, como yo nunca he visto. Son de un rosa pálido, y sin embargo, extremadamente luminoso, coronados de un lazo hecho en el mismo cuero lustroso pero estriado de pliegues (…) El tacón es bastante ancho y macizo, seguramente para hacer posible la elevación del cuerpo; cuando mi vecina toma uno de los zapatos en su mano, y yo veo, desde abajo, alzarse esa gruesa columna rosa del tacón hacia el contrafuerte que ella mantiene suspendido de un modo sublime, yo comprendo que es el apéndice natural de una verdadera princesa (Alcoba, 2008:65).

De este modo, Laura se hace acreedora de un secreto primorosamente guardado. La identidad de una princesa se devela ante sí. Este recuadro es interesante porque esta reunión es casi secreta, el juego es solo eso: un juego y no su simulación (el simulacro es la casa de los conejos y el embute). La mujer y la niña juegan a ser las “cenicientas” de ese cuarto que las resguarda. A diferencia de otras escenas, aquí la vida de Laura está exenta de las armas que la rodean todo el tiempo: Hoy es el día en que limpian las armas. Yo trato de encontrar un pequeño sitio limpio en la mesa apestada de hisopos y cepillos empapados en aceite. No quiero ensuciar mi rodaja de pan untada con dulce de leche (Alcoba, 2008:84).

Jugando a las princesas, todo es (o al menos parece ser) color de rosa, y la violencia quedará expulsada de este espacio de fantasía. En los subsecuentes fragmentos, habremos de notar que las condiciones del juego pueden cambiar, y que los jugadores involucrados se encuentran sometidos a una normativa diferente. Estoy contenta de tener esta cámara: a través de mi lente podré mirarlo sin dejar los ojos sobre él, como una idiota. Detrás de la cámara, me siento un poco más protegida (…) Justo en el momento en que el Ingeniero se apresta a abandonar el patio, antes de que él desaparezca en la cocina, yo hago un ruido ínfimo, “¡clic!”, para llamar su atención, al tiempo que le dedico, bajo la caja negra pegada contra mi cara, una enorme sonrisa. En vez de entrar a la cocina, él entra furioso a mi habitación, furioso, y me arranca la cámara de las manos (Alcoba, 2008:61).

El juego se convertirá en algo peligroso. En el interior de la casa de los conejos, Laura encuentra una vieja cámara y se dedica a jugar tomando fotos “de mentirita” a todo aquello que la rodea (porque la imitación es propia del jue-

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go: “hacer como si”), hasta que se encuentra con el ingeniero. El hombre no entiende las reglas del juego infantil, puesto que está sumergido en la norma de la clandestinidad y la somete a un escarmiento que la niña tampoco logra comprender. El gesto de la cámara es mínimo, sólo un “clic” despierta la fragilidad de la seguridad en la que ambos se hallan inmersos. El (des)encuentro es violento. El ingeniero y Laura se enfrentan, como los jugadores de una partida cuyas reglas son oscuras y poco comprensibles. En términos de invención y fantasía, el juego, en última instancia, será castigado mediante la prohibición. Castigo que refracta, en cierta medida, las múltiples prescripciones y sanciones que habrán caído sobre todo el cuerpo social. Si la gran ley que rige el mundo de los juegos es la repetición, un “otra vez” que se repite sin descanso (Benjamin), en La escuelita el eterno retorno se transforma en la ley del tormento. La canción infantil como juego se transforma en el grito interno del torturado. Todo entra a un mismo espacio y todo se mezcla. La experiencia de lo siniestro se hace presente y está mediatizada por el recuerdo; la repetición de una letra arrancada de su universo de sentido originario es el intento desesperado de resistir el tormento sobre el propio cuerpo. …Todos escuchamos/al Sapito Glo-glo-glo. No puedo darme vuelta…los riñones destrozados…hoy oriné sangre…Nadie en la casa lo vio…Glo-glo-glo…el Sapito Gloglo-glo. Si fuera un sapito…me estoy por volver loco… tengo olor a animal enjaulado… Nadie sabe dónde vive…nadie sabe (Partnoy, 2006:81).

Tal como advierte Calveiro, la tortura fue una ceremonia de iniciación en los campos de concentración y exterminio. La función primordial que esta cumplía era la obtención de información útil. Pero el tormento perpetrado sin límite alguno no solo buscaba la data precisa, sino que buscaba quebrar la subjetividad del torturado, socavar su resistencia y su identidad (2004:60). Mientras las frases de la canción se repiten, los tormentos sobre el cuerpo hablan. El texto busca representar acaso lo inimaginable. El discurso quebrado es también el individuo quebrantado. La canción infantil también se rompe: cada uno de los enunciados sobre el sapito Gloglo-glo (dónde vive, dónde se ha metido, dónde se escondió, todos escuchamos al sapito Glo-glo-glo) da un giro siniestro porque lo que está significando (y problematizando) es la delación bajo tortura, el límite humano de la resistencia y el castigo arbitrario. Calveiro señala al respecto: “la práctica de estas formas de tortura de manera irrestricta, reiterada e ilimitada se ejerció en todos los campos de concentración y fue la clave para la diseminación del terror entre los secuestrados” (2004:66).

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Narrativa de la memoria. Notas a La escuelita de Alicia Partnoy y La casa de los conejos de Laura Alcoba

Sobre las necesarias reposiciones Al hablar de una narrativa de la memoria queremos abordar la complejidad de los textos que integran nuestro trabajo y que refieren, de un modo u otro, a las memorias traumáticas de la última dictadura militar argentina. El deber de memoria que, señalará Primo Levi, se articula en diversos modos discursivos que el sobreviviente elige para contar la historia de aquellos que murieron o desaparecieron. Su palabra se fundamenta en el poder de su delegación: hablan en el lugar de (Nofal, 2009:148). En el verano de 1984, después de cuatro años y medio de exilio, volví a mi patria envuelta en el luto dejado por la pérdida de mis amigos desaparecidos o asesinados en manos de los militares, volví a llorar por aquellos miembros de mi familia muertos durante mi odisea de siete años de cárcel y ostracismo y a sufrir ante el espectáculo de un país arruinado por años de dictadura (Partnoy, 2006:7). Te preguntarás, Diana, por qué dejé pasar tanto tiempo sin contar esta historia. Me había prometido hacerlo un día, y más de una vez terminé diciéndome que aún no era el momento. (…) Empecé a recordar con mucha más precisión que antes, cuando solo contaba con la ayuda del pasado. Y el tiempo terminó por hacer su obra más rápidamente que lo que yo había imaginado jamás: a partir de entonces, narrar, se volvió imperioso (Alcoba, 2008:12).

En los prólogos de La escuelita y La casa de los conejos encontramos la justificación de la palabra escrita. Estos testimonios literarios se fundamentan además, en las múltiples pérdidas que acarreó la dictadura del ’76. En ambos testimonios, el regreso momentáneo al país es lo que posibilita el recuerdo y la narración. Desde su presente, ambas voces narrativas interpelan el pasado. Son escrituras contra el olvido. En este sentido, Ricoeur señala que así como la memoria es un “ente del tiempo”, el olvido es su gran destructor (1999:7). Estos testimonios literarios entraman “una memoria herida” (Ricoeur, 1999:31) por medio de un arduo trabajo de duelo y recuerdo. Éste se hace presente ante la huella de todo aquello que se ha perdido. Sin embargo, el sentido de aquel pasado no está clausurado de una vez y para siempre. Existe una “deuda” (Ricoeur, 1999:48) respecto a esos acontecimientos, tal como lo enuncian Partnoy y Alcoba en sus dedicatorias y epílogos. Ante la imposibilidad de recordar y de dar cuenta de lo indecible, la configuración del juego emerge como el espacio estratégico de comunicabilidad, de transmisión de esas memorias deudoras del pasado, puesto que las mismas aún proclaman y reclaman una revisión de los acontecimientos, el castigo a los culpables, la restitución de hijos apropiados y desaparecidos. No queremos olvidar la profunda advertencia que Ricoeur marca al respecto de este orden de justicia, “el olvido difícil” ante daños irreparables, la amnesia como sinónimo de im-

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punidad y la deuda infinita. La escuelita y La casa de los conejos complejizan el modo de contar un pasado que todavía (nos) duele, a través de una escritura que se despoja de los tonos eufóricos y cruentos de otros testimonios que circulan en el campo de escritura. Sus autoras apelan a una mirada de lo mínimo, en busca de otras formas posibles de narrar sin dejar de reponer nombres, fechas y lugares en nuestra memoria.

Bibliografía ALCOBA, Laura 2008 La casa de los conejos. Buenos Aires, Edhasa. BENJAMIN, Walter 1989 “Viejos libros infantiles (1924)”; “Panorama del libro infantil (1926)”; “Juguetes antiguos (1928)”; “Historia cultural del juguete (1928)”; “Juguetes y juego (1928)”; “Juguetes rusos (1930)” en Escritos. La literatura infantil, los niños y los jóvenes: Nueva Visión. Disponible en la web: http://www.scribd.com/doc/6358793/LA-LITERATURAINFANTIL-Walter-Benjamin. Última fecha de acceso: 21/06/2010. CALVEIRO, Pilar 2004 Poder y desaparición. Los campos de concentración en Argentina. Buenos Aires, Colihue. PRIMO, Levi 1989 Los hundidos y los salvados. Barcelona, El Aleph Editores. NOFAL, Rossana 2009 “Literatura y testimonio”, en Miguel Dalmaroni (dir.): La investigación literaria. Problemas de una práctica. Santa Fe, Ediciones UNL, pp. 148-164. PARTNOY, Alicia 2006 La escuelita. Relatos testimoniales. Buenos Aires, La Bohemia. POLLAK, Michael 2006 Memoria, olvido, silencio. La producción de identidades frente a situaciones límites. La Plata, Ediciones al Margen. RICOEUR, Paul 1999 La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido. Madrid, Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid.

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La respuesta emocional como consecuencia del impacto narrativo de los mundos ficcionales. La consolidación de la paradoja ficcional Steven BERMÚDEZ

Universidad del Zulia, Venezuela

RESUMEN: El presente artículo es el resultado de una investigación teóricopráctica en torno al impacto emocional que desencadenan los mundos ficcionales y su vínculo con la resolución de la llamada “paradoja ficcional”. La investigación comprobó que, efectivamente, cuando interactuamos con mundos ficcionales se activan una serie de procesos psicológicos, los cuales propician que las emociones emerjan como respuesta estética a la experiencia comunicativa ficcional. La forma como resuelve el receptor esta experiencia consolida la “paradoja ficcional”. PALABRAS CLAVE: Mundo ficcional - Discurso literario y fílmico - Repuesta emocional - Paradoja. SUMMARY: Empirical research about how the texts affect their readers is, at present, an attractive place for reflection. This paper provides theoretical and practical discussion about the emotional impact of fictional worlds that evoke narratives of two types: film and literary short story. The research found that, indeed, when we interact with fictional worlds, a serie of psychological processes are activated, which are conducive to the emotions to emerge as aesthetic response to the fictional communication experience. The way in which the receiver solves this experience reinforces the fictional paradox. KEYWORDS: Fictional world – The literary text and film - Emotional response - Paradox.

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La respuesta emocional como consecuencia del impacto narrativo de los mundos ficcionales.

Introducción A lo largo de su vida, el hombre utiliza una sustancial porción del tiempo en presenciar y disfrutar, voluntariamente, de las ficciones artísticas. Si bien es cierto con los años (y con el paso de la infancia a la edad madura) algunos de los marcos socio-cognitivos útiles para la activación y disfrute de los mundos ficcionales, cambian; también lo es el hecho de que su dimensión ontológica y su finalidad cognitiva no varían sustancialmente. La inmersión en experiencias ficcionales garantiza el desarrollo psicológico humano, ya que genera prácticas facilitadoras de la plasticidad psíquica, el modelamiento didáctico y la autoreflexión. De este modo, la respuesta emocional a las ficciones (literarias o cinematográficas, por ejemplo) es una clara evidencia de esta relación. Uno de los aspectos que más ha interesado de esta relación a filósofos, psicólogos, críticos de arte y más recientemente, a la teoría literaria, es el de precisar qué mecanismo o qué procesos cognitivos se activan cuando se realiza la interacción con productos ficcionales. En el caso de la literatura, para incitar esta activación a través del reconocimiento de la ficcionalidad, se puede recurrir a diversos recursos: indicadores textuales, retóricos, semánticos y discursivos (Riffaterre, 1990). Todos ellos son reconocidos por los lectores y, en la medida en que se alcance, provocan una respuesta emocional. Esta última, en tanto respuesta estética, siempre será el resultado de la aceleración, gracias a cierta relación pragmática, de experiencias cognitivas claves. Sin embargo, ¿cómo es posible que esta relación se produzca?

La ficción y la ficcionalidad: requerimiento antropológico Los seres humanos somos la única especie animal que ha perfeccionado una acrecentada, compleja y refinada cultura ficcional (Shaeffer, 2002). Como muestra de esto, se pueden citar la diversidad de modalidades que adquiere esta experiencia, y la creciente sofisticación que le exigimos. Vista así, la ficción es un tipo de relación semiótica demandada biológicamente por el

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hombre (Shaeffer, ídem). Como necesidad biológica, se dirige a mantener la flexibilidad y la capacidad de adaptación de nuestro sistema cognitivo, ya que, principalmente, brinda la oportunidad de experimentar simulacros, innovaciones y representaciones virtuales sin correr riesgos abrumadores para la existencia física. El entremetimiento ficcional está basado en interacciones sociales en las cuales la cooperación y el compromiso deben predominar por sobre el conflicto, la discrepancia o el engaño. Así, lo interesante de la ficción (entre ella, la literaria) y lo que la hace una actividad especial dentro de las interrelaciones que el hombre desarrolla intencionalmente, es que muestra las maneras en que el mismo hombre representa e interactúa con el mundo con fines exclusivamente estético-emocionales. En el caso de la literatura, la ficcionalidad es un componente que tiene que ser reconocido cognitivamente por los participantes durante la comunicación estética-literaria.

El concepto de mundo ficcional El concepto de mundo ficcional ha irrumpido en la teoría literaria para dar cuenta de las posibilidades creativas gestadas desde los productos artísticos debido a la infinita capacidad de la mente humana. Así lo han propuesto autores como Thomas Pavel (Pavel, 1997), Mary-Laure Ryan (Ryan, 1998), Félix Matínez Bonati (Martínez Bonati, 1992), Lubomir Doležel (Doležel, 1999a), entre otros. Este concepto nace de la mano del concepto de mundo posible. Sin embargo, en la actualidad, se le ha proveído de los elementos críticos necesarios para deslastrarlo de aspectos semántico-modales, y potenciar su utilidad en el campo de la teoría literaria. Por ejemplo, el concepto de mundo ficcional conserva del concepto de mundo posible las ideas de infinitud, posibilidad y alternativa. Por contra, se aparta de la idea semántico-modal de imagen de un mundo a partir de un mundo modelo. Usado en la teoría literaria, nos informa de construcciones referenciales legítimamente autónomas del mundo real, aunque nunca separadas de éste. Del mismo modo, los mundos posibles son alternativas posibles pero no actualizadas en el curso de los eventos fácticos del mundo real. Esta noción surge independiente de toda relación con los textos ficcionales. En el caso de los mundos ficcionales, ellos están sometidos por principios de construcción semióticos, esto es, sólo se presentan debido a su actualización ficcional, a la creación artística, su existencia textual. Esto es lo que sustenta y da su diferencial ontológico: existir realmente es existir independientemente de la ficción. Existir ficcionalmente solo es posible debido a su construcción por medios semióticos.

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La respuesta emocional como consecuencia del impacto narrativo de los mundos ficcionales.

La respuesta emocional a los mundos ficcionales como paradoja ficcional. La indagación empírica Tal como lo afirman Nico Frijda y Dick Schram (Frijda y Schram, 1994), la teorización sobre los efectos emocionales del arte en general y de la literatura en particular, posee una larga historia crítica que se remonta a la investigación clásica de Platón y Aristóteles. De allí que nuestro trabajo no busque sino enriquecer esta bien sustentada tradición. La indagación sobre estos efectos sigue siendo un interesante campo de investigación dada la incidencia que tienen en la vida humana. Todos tienen como punto de contacto el hecho de que los discursos que hacen referencia a entes imaginarios puedan interferir en nuestra forma de interactuar, entender y desenvolvernos en el mundo. Durante los años 2008 y 2009 realizamos una investigación literaria de carácter empírico. Con ella nos internamos en las laberínticas relaciones entre lectura literaria, recepción y comprensión de narraciones ficcionales (literarias) y respuesta emocional. El trabajo se sustentó en la hipótesis según la cual, tal como lo afirma Susan L. Feagin (Feagin, 1996), la capacidad que tienen las obras literarias de ficción para activarnos emociones es, precisamente, lo que las hace valiosas y relevantes para el ser humano. Así, la respuesta emocional a los mundos ficcionales en general, y particularmente a los desplegados desde la narrativa literaria o cinematográfica, es un asunto esencial dado que ella surgiría de un modo específico de lectura, vinculado con lo que habilita sus mundos ficcionales. Para el desarrollo de esta investigación se diseñó un protocolo basado en la selección de cinco cuentos de autores latinoamericanos y cuatro cortometrajes de directores españoles y latinos. También se preparó una encuesta con dos listas de etiquetas enunciadoras de un tipo de afecto que pudiese generarse en el transcurso de la interacción: a) positivos (placer, enternecido, calmado, entusiasmado, sorprendido, embelesado, dinámico, decidido, interesado, orgulloso); b) negativos (disgusto, rabia, culpabilidad, temor, repugnancia, nervioso, enojado, avergonzado, triste, asustado). Como podrá notarse, la posibilidad de la activación de algunas de estas etiquetas como experiencia estética, supone mayor o menor empatía e identificación con el mundo ficcional y sus habitantes. La población a la cual se aplicó los protocolos fueron estudiantes universitarios de los primeros semestres de diversas carreras (Letras, Ingeniería, Educación, etc.), con edades comprendidas entre los 17 y los 23 años. En total, 68 participantes vieron cortometrajes y 112 leyeron cuentos. Como complemento se procedió a la realización y grabación de un “conversatorio” dirigido. Durante su desarrollo, se indagó en las creencias, los conocimientos y la información que coadyudaban a la particular comprensión del texto tratado.

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El debate sobre las emociones y su relación con los mundos ficcionales Para que podamos percibir la intervención de las emociones como forma de respuesta estética, se precisa de una aclaratoria sobre la comprensión de la emoción en sí misma en tanto experiencia subjetiva. Sobre todo debido a que, en el caso de los mundos ficcionales, la respuesta emocional se puede producir tanto por la obra artística misma que los acoge como por las situaciones o personajes que en ella se muestran. El asunto de las emociones humanas ya había atraído a filósofos como Descartes y Sartre (Sartre, 1939), pero en el siglo XX la discusión sobre las emociones se ha concentrado en torno a dos perspectivas: una que las considera un sentimiento o una sensación en la que intervienen diferentes motivaciones, y otra que las enfrenta como un tipo de cognición, derivadas de un tipo de juicio o evaluación ante una situación dada. Sin embargo, pareciera ser correcto pensar que ambas nociones, aisladas y aceptadas como autosuficientes, no serían capaces de dar cuenta de la experiencia emocional en su complejidad. En la primera se está en dificultades para entender fenómenos como la intencionalidad. Con la segunda se obstaculiza la posibilidad de explicar la pasividad de muchas experiencias emocionales. En lo que hay cierto acuerdo es en considerarlas como necesarias para que los sujetos se enfrenten con ciertas situaciones amenazantes o inquietantes. Según cómo se resuelva el proceso de evaluación-valoración soportada en una creencia, pueden emerger emociones negativas o positivas. Partamos, entonces, de esta definición básica ofrecida por Casacuberta (Casacuberta, 2000) en relación con las emociones simples. Dice el autor (p. 159, 160): Una emoción simple es un estado mental con las siguientes características: a.

Es generada automáticamente cuando un sistema cognitivo C, al evaluar un evento e, de forma consciente o inconsciente, en relación a cierto objetivo O, detecta que e posee una propiedad planificadora pp que resulta ser un facilitador, dificultador, obstaculizador o un modificador (positivo o negativo) O.

b.

Al ser generada, el organismo percibe un quale fisiológico q determinado, diferente para cada emoción simple y diferenciable también de otros estados mentales, ceteris paribus. Si es facilitador o modificador positivo, q será percibido de forma placentera. En caso contrario, de forma desagradable.

Habría que destacar que así funciona la activación de las emociones cuando nos enfrentamos a eventos de la vida real. Pero ¿cuál es el proceso, o cómo

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La respuesta emocional como consecuencia del impacto narrativo de los mundos ficcionales.

ocurre cuando la emoción es activada desde la interrelación con mundos ficcionales? Keith Oatley (Oatley y Gholamain, 1997) propone una tesis, refinada con los años, en la que asegura que las emociones producidas durante la interacción con productos ficcionales son similares a las que ocurren en la vida diaria. Esta similitud se generaría en el hecho de que los estados de cosas evocados por un mundo ficcional se desarrollan en nuestras mentes, también basadas en creencias que generamos sobre lo que ocurre en el mundo ficcional. Interesante también ha resultado su taxonomía sobre la respuesta emocional. Oatley considera que existen dos posibilidades de respuesta emocional ante la ficción: la posibilidad de experimentar emociones ficcionales por la obra artística, y la de sentirlas por las situaciones y personajes dentro del mundo ficcional que la obra despliega. Esta distinción de Oatley nutre visiones como las de Kneepkens y Zwaan (Kneepkens y Zwaan, 1994) y las de Miall y Kuiken (Miall y Kuiken, 2001). En ambas se sostiene la distinción entre emociones por el producto artístico mismo, por su diseño y presentación (emociones por el artefacto: emociones-A) y emociones por los eventos, personajes y estados de cosas que son mostrados en el mundo ficcional (emociones ficcionales: emociones-F). Sobre estas últimas concentraremos nuestra disertación, apoyados en una premisa interpretativa: las emociones por la obra artística (emociones-A) suponen un cierto adiestramiento. Las emociones ficcionales (emociones-F) por los eventos y personajes desplegados en el mundo ficcional sólo requieren de la disposición al disfrute por parte del sujeto. Lo interesante de estas propuestas es que, por ejemplo, Kneepkens y Zwaan reconocen que estas experiencias emocionales no son independientes o excluyentes. Por el contrario, un ámbito (emociones- F) puede generar o conducir a la activación del otro (emociones-A). Experimentar una profunda tristeza por las vicisitudes de un personaje puede conducir a apreciar mejor la forma en que el autor ha dispuesto la estructura del discurso (el orden en que se presentan los eventos, los cuales hacen producir la tristeza). Por otro lado, dado que la respuesta emocional es singular, automática, breve y circunstancial, resulta altamente ambicioso querer registrarla con exactitud durante su proceso de activación en las interacciones acá tratadas. Cuando interactuamos con ficciones (literarias o visuales) las emociones aparecen y desaparecen con regularidad, según los diferentes eventos presentados en las historias y durante diferentes estadios de la lectura. A lo sumo, tanto con las encuestas como con los conversatorios aplicados a los participantes, sólo podemos acceder al poso, es decir, a las huellas o rastros que permanecen impregnando los estados de ánimo y que son reconocibles por ellos. Por esto, para el desarrollo de la investigación, se decidió trabajar con el concepto de afectividad, entendiéndolo como un concepto que contiene: “(…) al estado de ánimo, las emociones y las evaluaciones afectivas” (Páez Rovira y Carbonero Martínez, 1993). Asumiremos, con Páez Rovira y Carbonero, que los estados

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de ánimo, sentimientos y emociones (la afectividad en general), despliegan una importante labor informativa para el organismo. Todos ellos lo habilitan para conocer su propia disposición interna y el modo como se relacionan con el entorno, con la finalidad de orientarse dentro de él. Finalmente, nuestro análisis también se apoyó, fundamentalmente, en los cinco procesos psicológicos producidos cuando se lee o se observa una narrativa ficcional, propuestos también por Oatley (en 1997), como consecuencia de la ampliación de su propuesta desarrollada en 1994. Tales procesos son: la identificación, la simpatía, la memoria autobiográfica (emociones-F), la reacción al objeto estético y la respuesta al nivel discursivo (emociones-A). En los datos obtenidos, se puede rastrear la activación de ambos tipos, aunque se presentan con mayor recurrencia y persistencia los procesos derivados de las emocionesF: la simpatía, la identificación y la utilización de la memoria autobiográfica (emocional). De ello se desprende la aceptación de que la respuesta emocional tiene una dimensión cognitiva ineludible. Esta tesis da como resultado lo que se conoce como la hipótesis cognitiva. Tal hipótesis plantea que las emociones se han desarrollado para manejar los objetivos y la acción y que, de ese modo, son configuradas por parte de la cultura. En lo que respecta a las ficciones narrativas, al leer, las auto-reproducimos en nuestras mentes, y dicha reproducción se comporta como simulaciones narrativas de las acciones. De su intensidad surge el efecto emocional.

Las obras ficcionales seleccionadas para la investigación Cortometrajes “Jardines deshabitados” de Pablo Malo (España-2000) “La primera vez” de Borja Cobeaga (España-2001) “Tercero B” de José Mari Goenaga (España-2002) “Noche oscura” de Federico Peretti (Argentina-2004) Cuentos “Sólo vine a hablar por teléfono” de Gabriel García Márquez (Colombia) “Paseo nocturno” de Rubem Fonseca (Brasil). “Una mujer por siempre jamás” de Ángel Gustavo Infante (Venezuela). “Feliz año nuevo” de Rubem Fonseca (Brasil)

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La congruencia de las respuestas emocionales por los mundos ficcionales Gregory Currie (Currie, 1997) se ha preocupado por verificar la idoneidad de la respuesta emocional a las ficciones, es decir, si las emociones que generan los mundos ficcionales son consecuencia de acertadas evaluaciones cognitivas para su desencadenamiento y, por tanto, son las que deberían haber sido activadas. Con esto no se quiere afirmar que Currie pretenda establecer una taxonomía sobre qué respuestas deben (con obligatoriedad) aparecer, o cómo responder a tales o cuales obras. Esto es, lo sabe bien el autor, una empresa fuera de toda posible aceptación, ya que el asunto no está en evaluar los acontecimientos que ocurren en el mundo ficcional. Lo que Currie sostiene es que sí es posible detectar qué respuesta emocional es plausible según qué mundo ficcional las proponga. Esto se obtiene debido a que el lector logra captar suficiente información visibilizadora de que el autor ficcional ha experimentado la emoción. Entendido así, todo lector o espectador sensible está en capacidad de entender que las emociones son expresadas desde la obra, pero que son experimentadas por el autor ficcional (o implícito).1 Este lector (o espectador) sería capaz de alcanzar la misma emoción que experimenta el autor ficcional, la única diferencia estaría en que la emoción del lector se basa en hacer-creer. Es lo que denomina respuesta emocional congruente. Nosotros conseguimos pruebas de esta propuesta en nuestra investigación. El cuento Feliz Año nuevo, del escritor brasileño Rubem Fonseca, puede ofrecernos algunos datos. El cuento relata un asalto a una fiesta. Los delincuentes, además de someter y robar a los invitados, comienzan a asesinarlos como parte de un juego macabro. Una de las participantes de nuestra investigación aseguró haber sentido “placer” con la lectura del cuento, pero rápidamente se vio en la necesidad moral de justificarse ante el grupo para eliminar cualquier mal entendido. Estas fueron sus palabras:2

1

Esta tesis de Currie acarrea todo el riesgo y todo el problema teórico que desencadena la noción de “autor implícito”. En mi caso particular, creo más adecuado no interponerse entre autor real y narrador con una categoría intermedia como esta.

2

Los textos que se presentan en estos recuadros son las palabras textuales transcritas dichas por los participantes en los coloquios.

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Participante 6: Sí, quería hacer una observación con eso. Porque las emociones que generalmente yo experimento cuando leo o veo una película no necesariamente van acorde al actor o a lo que está pasando con el personaje, sino a mi forma de interpretarlo, por ejemplo, esa parte a mí también me causó gracia, pero era la manera en que pasó, lo que se dijo, cómo se dijo, en ningún momento me sentí como algo macabro, en el momento me dio risa y ya. Creo que tiene que ver con eso, creo que la parte de las emociones en cuanto a los hechos así de obras ficcionales es muy subjetivo porque de repente a otra persona dice que le causa gracia es por mi forma de ser o porque yo tiendo a ser un poco ácida, pero a otra persona le pudo haber causado molestia, (…) pero sí pasan mucho de esas emociones pero eso también tiene que ver dependiendo cómo te haya envuelto la narración, qué tanto estés metido tú en el cuento, porque hay cosas que yo leía y no sé… no era no me causaban tanta relevancia, por lo menos la parte del principio como todavía estaba tratando de entender de qué iba todo, entonces, después iba cayendo y…

Sin embargo, no cabe duda de que la emoción de la participante era congruente, en el sentido postulado por Currie. En ningún momento del relato, el autor ficcional (o implícito) planteó ni visibilizó sentimientos trágicos o de repugnancia por los eventos expuestos. Durante la investigación todos los participantes, a través de los cuestionarios respondidos, aseguraron haber sentido emociones y ciertos estados anímicos, en algún grado, durante la lectura de los cuentos o la observación de los cortometrajes. Del mismo modo, hubo bastante consonancia entre ellos en cuanto a las emociones experimentadas y las vicisitudes que ofrecían los mundos ficcionales de cada muestra. Dado que los ítems se congregaban en dos grupos (afecto positivo y afecto negativo), resulta interesante comprobar cómo, según los contenidos ficcionales, los participantes tienden a inclinar la balanza a favor de uno, pero sin desestimar el otro. Revisemos el cuento Paseo nocturno, también del escritor brasileño Rubem Fonseca, leído por 25 participantes. El cuento relata las vicisitudes de un hombre de clase media que, aburrido de su trabajo y de su convencional familia, sale por las noches a “cazar” peatones, a los cuales atropella con su auto. Los resultados obtenidos se muestran en los gráficos siguientes: Afectos positivos:3

3

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De los gráficos se han omitido los porcentajes que faltan para alcanzar el 100% debido a que estaban distribuidos en diversas etiquetas, y por su baja incidencia no se consideran relevantemente informativos.


La respuesta emocional como consecuencia del impacto narrativo de los mundos ficcionales.

Interesado

10%

Entusiasmado

10%

Calmado

10%

Sorprendido

46%

0

10

20

30

40

50

Aspectos negativos: 14%

Molestia/disgusto 11%

Temeroso/con miedo Triste

27%

Rabia

27% 0

5

10

15

20

25

30

La relación porcentual revela un significativo equilibrio entre los dos grupos de aspectos: los lectores experimentaron tanto afectos negativos como positivos en similar proporción. Sin embargo, se puede observar la desproporción en relación con la etiqueta “sorprendido”, con un porcentaje del 46 % con respecto al 54% de los dos afectos más destacados en la dimensión negativa (“tristeza” y “rabia”). El reconocimiento a esta reacción queda refrendado cuando se les solicitó que parafrasearan la parte del cuento que mejor recordaban. Estas fueron algunas de sus respuestas: - Cuando él sentía placer al escuchar cómo se rompían los huesos de la mujer. - Cuando al él le gustaba cómo se escuchaban los huesos cuando les pasaba por encima. - Cuando el personaje golpea con su coche a Ángela. - Cuando él le pasaba el carro por encima a las víctimas. - Cuando él llegaba muy tranquilo luego de matar a las víctimas. - Cuando mata a la mujer y llega muy tranquilo a su casa.

Estas paráfrasis evidencian una respuesta emocional congruente con las emociones que dijeron experimentar. También se les solicitó que parafrasearan la parte del cuento en que sintieron la mayor experiencia emocional:

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-Cuando atropelló a Ángela ya que él le había contado lo que él hacía en su trabajo y que sentía placer cuando le pasaba el carro por encima: disgusto. - Él mataba por puro placer y luego regresaba a su casa como si nada hubiese pasado: rabia - Cuando el hombre salía en su carro supuestamente a descansar y despejarse y lo que hacía era atropellar a mujeres hasta matarlas: rabia. - Él mataba a las mujeres y luego que las mataba llegaba a su casa como si nada: rabia. - Cuando el personaje mataba y regresaba a su casa a descansar muy tranquilo: rabia. -Cuando atropelló por segunda vez a una mujer y él sentía como placer al escuchar y sentir cómo se partían sus huesos: sorprendida, miedosa, furiosa.

En su mayoría, los lectores recordaban el pasaje en el cual uno de los personajes asesinaba a sus víctimas. Del mismo modo, siempre lo correlacionaban con el entorno y el “tono” de cotidianidad y despreocupación que el narrador le adjudicaba al personaje ante tales hechos. En tal sentido, todo pareciera indicar que, en este caso, la intensidad de los recuerdos del lector, con respecto a los eventos de un mundo ficcional, funciona de forma análoga a la forma como funciona con eventos de la vida cotidiana: los lectores y observadores suelen ser selectivos y recuerdan más rápidamente y de forma más duradera aquellos eventos de gran impacto emocional, fuese positivo o negativo (Reisberg y Heuer, 2004:15). Por tanto, la selección y fijación de algún evento del mundo ficcional suelen regirse por el mismo principio. Es conveniente resaltar que cuando se habla de “intensidad emotiva” de los eventos ficcionales, ello no significa que ciertos de estos últimos (asesinatos, maltratos físicos, amores inesperados, etc.) sean los mejores candidatos para lograr tales niveles de intensidad frente a otros. Con estas informaciones queríamos indagar también en la relación estructural, tanto textual como creacional (elementos de construcción del mundo ficcional y de la obra artística como tal). Tanto en los cuentos como en los cortometrajes trabajados, la mayoría de los participantes expresaron haber sentido experiencias emocionales por las vicisitudes de las personas ficcionales. Este es el caso de la etiqueta “sorpresa” como etiqueta emocional positiva destacada en el cortometraje La primera vez (2001), del cineasta español Borja Cobeaga. En este cortometraje se ejemplifica, de forma clara, la construcción de esta emoción en un texto ficcional: Afectos positivos:

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La respuesta emocional como consecuencia del impacto narrativo de los mundos ficcionales.

Placer, gusto Embelesado Interesado Sorprendido

13% 14% 17% 29% 0

5

10

15

20

25

30

35

Afectos negativos:

Triste Temeroso/con miedo Repugnancia

13% 18% 22% 0

5

10

15

20

25

Este corto narra la historia de dos personajes: una anciana y un joven prostituto. La anciana, sexualmente virgen, decide que no morirá sin haber tenido una experiencia sexual, y para ello contrata los servicios del joven. Observemos que los dos valores más altos lo constituyen las emociones de “sorpresa” y “repugnancia”. Si, tal como la describe Casacurbeta, la sorpresa es una emoción “… que nos advierte que un fenómeno desconocido puede cambiar nuestra jerarquía de objetivos y por tanto hacernos cambiar de planes” (ibid:193), en este corto son dos los “fenómenos desconocidos” que obligan a reevaluar la situación por parte de los espectadores: por un lado, la decisión de la anciana de perder la virginidad; por el otro, el incómodo encuentro entre estos dos extremos de la existencia (la ancianidad y la juventud). Esta emoción estaría, en este caso, sustentada en un pre-texto: en cierto modo los participantes tienen que replantearse la imagen mental (comportamientos, aspiraciones, valores morales, intereses, etc.) que poseería una anciana. Pero, ¿por qué los participantes no experimentan la posibilidad de sentir “tristeza” por la situación del personaje de la anciana? Esta emoción estaría invisibilizada debido a que, como afirma unos de los participantes: Participación 6: Yo me puse muy nervioso, siento simpatía con el hombre, yo también me asusto si me sale una vieja así.

Las respuestas emocionales obtenidas pueden comprenderse desde la producción de los ya mencionados procesos psicológicos propuestos por Oatley. El miedo, por ejemplo, es una emoción básica que ocurre como respuesta de supervivencia ante una amenaza al bienestar físico del individuo. Sin embargo, cuando contemplamos una película o leemos un texto, sería despropor-

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cionado aceptar el hecho de que los eventos del mundo ficcional puedan, realmente, poner en peligro la integridad física del individuo. Esta respuesta estética sólo es plausible dado que el observador o lector experimenta ciertos procesos psicológicos, tal como ya apuntásemos apoyados en Oatley (supra). En estos casos, los procesos más recurrentes son la identificación y la simpatía, los cuales nos conducen a la empatía. La empatía, entendida como una posible emoción compleja, es un poderoso evaluador de la relación con el arte. Entendida como una estrategia narrativa, tal como la estudia Suzanne Keen (Keen, 2007), no necesariamente hace al lector capaz de creencias y comportamientos moralmente elevados, como tradicionalmente se ha defendido. No obstante, y en nuestro caso, las respuestas de los participantes se hicieron posibles debido a que en la vida cotidiana los individuos se “entrenan” en contextos en los cuales ciertas emociones son las “adecuadas” a ciertos contextos: The basic idea behind this claim is very simple: if people are capable of responding appropriately to events in the world, the same capacity allows them to respond appropriately to events in fiction, provided that they recognize what is fictionally true in a work. If anger is the appropriate response to a certain kind of unjustified aggression in actuality, anger (though not necessarily of the same intensity) is also the congruent response to such events in fiction (Livingston, 1997:171).

Desde esta perspectiva, aunque no podamos afirmar que las emociones experimentadas a causa de interactuar con ficciones tengan la misma “calidad” y “autenticidad” de las experimentadas en la vida cotidiana, lo que sí parece plausible suponer es que estas últimas nos estimulan, entrenan y remodelan las redes neuronales con las que aquéllas se activan. Respuestas como las siguientes así lo apuntalan: Cuento Una mujer por siempre jamás Participante 7: Bueno profe… voy a remitirme a lo que dijo X: no lo puede evitar… pero es que hay algunos pasajes que probablemente me hicieron pensar… no solamente en mí sino en situaciones que han pasado por la vida… mía o de algún conocido…la identificación, la empatía… por eso… no existe… sabemos que no existe… pero estos personajes están desarrollando una situación que no está muy alejada tampoco de la realidad y que probablemente, yo, me sienta muy identificado, por ejemplo, con el narrador cuando él dice que es un ángel caído… está como Altazor… viene de una ruptura violenta… lo han botado… y eso no lo puedo evitar… no puedo evitar sentir la conexión ahí… se lo digo…

Cortometraje Noche oscura Participación 18: Es como dice ella, quizá allí es mentira [refiriéndose a los sucesos del corto], es algo que no es verdad, pero igual me puede pasar a mí y son sentimientos de que, allí te lo están dando como para ver si tú los agarras, si tú te pones en el lugar de ella y quizá allí no pasa pero a uno le puede pasar en cualquier momento.

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La respuesta emocional como consecuencia del impacto narrativo de los mundos ficcionales.

En estos casos, debemos inferir que la empatía se produce no para hacernos “mejores”, sino para entender la situación ficcional y su desencadenante. ¿A dónde nos conduce todo lo anterior?

La confirmación de la paradoja ficcional Ahora, con todo el territorio crítico-analítico que se ha recorrido, se está en capacidad de fundamentar por qué estas experiencias confirman la paradoja ficcional. Pero ¿qué se conoce como tal? Una paradoja se entiende como un enunciado que parece tener sentido, pero no lo tiene. Se genera por la concurrencia de hipótesis o argumentos, aparentemente, irreconciliables. Es decir, se trata de un enunciado que parece mostrar algún obstáculo irresoluble para alcanzar su instalación. En el caso de la paradoja ficcional, ésta surge de una situación mundana básica: los seres humanos sentimos emociones ante objetos y situaciones del mundo real porque creemos, sabemos y los aceptamos como efectivamente existentes. Entonces, ¿cómo podemos sentirnos afectados por seres, objetos o estados de cosas que habitan en los mundos ficcionales si, de hecho, sabemos que no tienen existencia real? La interrogante anterior, por tanto, da origen a la paradoja. En la investigación aquí reseñada, todos los participantes admitían haber experimentado emociones durante la interacción con los productos ficcionales facilitados. De igual manera, durante la realización de la lectura o de la contemplación de los cortometrajes, se pudieron observar diferentes manifestaciones gestuales en los rostros de los participantes. Esto es, los participantes efectivamente experimentaban emociones. No obstante, ¿estaban ellos convencidos de que esos eventos eran padecidos, vividos u ocurrían en el mundo real? Evidentemente que no. La paradoja de la ficción ha sido descrita por Robert Yanal (Yanal, 1999) de la siguiente manera: a.

Algunas personas sienten emociones hacia personajes y situaciones que ellos saben que son ficcionales (no existentes).

b.

Las personas experimentan emociones si y solo si creen que el objeto incitador de la emoción existe y muestra, al menos, alguna propiedad que induzca tales emociones.

c.

La persona, conocedora de que el objeto incitador de la emoción surge de un ente ficcional (no existente), cree que tal ser existe y que muestra algunas propiedades incitadoras de tales emociones.

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En definitiva, la paradoja se presenta dado que las emociones hacia personajes o situaciones ficcionales deberían surgir solo si se cree que los personajes y situaciones desarrollados en un mundo ficcional son reales, pero los sujetos que interactúan con ficciones (salvo en caso de patologías mentales) saben que, efectivamente, son ficticios. La clave de esta paradoja estaría, entonces, no en el hecho de sentir emociones hacia las ficciones (como productos semióticos), sino en sentirlas hacia seres o eventos que se reconocen como ficticios. Vista así, la paradoja mostraría que la activación de una respuesta emocional hacia personas y objetos ficcionales estaría sustentada por una relación irracional. Ella evidenciaría una relación ilógica entre las premisas y su conclusión. Sin embargo, se está lejos de que tal aseveración sea aceptada. Resulta difícil admitir esta relación disfuncional de la razón; más aún, cuando se admite la importancia cognitiva de esta relación. Si la respuesta emocional a la ficción literaria es la consecuencia directa del impacto que la narrativa ficcional, como un tipo de narrativa pública, genera en sus usuarios, deberíamos contar con explicaciones más acordes a su importancia. Para Currie pareciera que la resolución de la paradoja está en la necesidad de “eliminar” algunas de sus premisas, pero ¿cómo se hace esto viable? Los efectos causales que la ficción proporciona a sus seguidores pueden ser muchos, pero el que más se aprecia y se tiene en consideración es esa posibilidad de ofrecer todo aquello que nuestra limitada existencia no puede alcanzar. Prestemos atención a este diálogo que se dio durante uno de los conversatorios al tratar el cuento Una mujer por siempre jamás: Moderador: Tú dijiste en una parte de tu intervención que sentiste lástima por Elio, por la situación que estaba viviendo; ¿cómo se justifica que sientas lástima por alguien que no existe? Participante 9: Eso… eso sucede cada vez que leemos literatura… Participante 8: Eso nos ha sucedido a todos… Moderador: La pregunta es por qué ocurre… Participante 8: … cuando leo algo creo que nos produce sensaciones porque nos puede remitir a X pasado… a cosas vividas y por eso se… no necesariamente yo sienta lástima por Elio… tal vez la sienta por alguien que haya pasado por esa situación… y me recuerde eso… Moderador: ¿Tú crees que Elio existe? Participante 10: Sí, está en mí… existe… lo creo porque está en mi imaginario cuando estaba leyendo el cuento… en el instante que estaba leyendo…

Según esta afirmación del participante 8, éste no cree en el hecho ficcional per se; lo que hace es utilizarlo como catalizador de experiencias y, en esa medida, valora su impacto. En la última afirmación (participante 10), se entiende

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La respuesta emocional como consecuencia del impacto narrativo de los mundos ficcionales.

que los procesos de interacción con mundos ficcionales nos proveen de una enciclopedia de la cual extraemos la sensibilización necesaria para dejarnos, más o menos, afectar. De igual modo son valiosos estos comentarios en torno al cortometraje Noche oscura: Moderador: Sí, pero la idea es que cómo sientes tú rabia por una muchacha que en verdad no está viviendo eso. Participación 18: Es como dice ella, quizá allí es mentira, es algo que no es verdad, pero igual me puede pasar a mí y son sentimientos de que, allí te lo están dando como para ver si tú los agarras, si tú te pones en el lugar de ella y quizá allí no pasa pero a uno le puede pasar en cualquier momento. Participación 19: Porque prácticamente eso está pasando en la realidad y porque a él no le están colocando películas y a ella no le hizo nada, eso no es lo que está pasando, o sea, el policía no agarra al verdadero ladrón sino al borracho, por decirlo así.

Estos comentarios muestran que los participantes saben y reconocen la ficcionalidad (la no existencia fáctica) de los seres y eventos que vieron y sobre los que leyeron. Por tanto, de estas afirmaciones se deriva que los procesos psicológicos activadores de la experiencia emocional son, como ya lo ha expresado Oatley, la identificación y la memoria autobiográfica. El asunto está en que la relación con la ficción es tan ordinaria, que ningún participante pone, cognitivamente y de antemano, la condición de inexistencia como prerrequisito para su procesamiento. En todo caso, según los eventos, personajes y modos de hacer creer, surgen para provocar la experiencia emocional. No obstante, lo más llamativo es cómo los participantes expresan que esta experiencia se gesta a partir de que reconocen e interpretan los pensamientos que se pueden estar activando y los sentimientos que seguramente experimenta el personaje. Esto avalaría la tesis de Yanal según la cual la mente humana puede generar pensamientos que, aunque sepa que no son ciertos, se tratan como tales con el objetivo de estimular la experiencia emocional. Es lo que el autor denomina thought theory (teoría de la mente), la cual, en cierta forma, vendría a sustentar la idea de que para que una emoción se genere no se requiere de una creencia efectiva, cierta y firme. Esta situación sería semejante a cuando producimos pensamientos sobre contextos hipotéticos (futuros, por ejemplo) que pueden ocurrir o, probablemente, no ocurran.

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Comentario del cortometraje “3ero. B” Participación 14: Yo sentí mucha angustia cuando él llego a la casa y empezó a abrir todas las puertas, yo decía en qué momento se va a conseguir algo extraño en la casa, porque todavía no habíamos visto la parte donde ya él la había conseguido muerta. Entonces, cuando él empezó a abrir las puertas yo decía qué se va a conseguir en la casa, ajá, me imaginaba más o menos que la mujer ya estaba muerta, pero todavía no lo sabía, entonces era como una angustia no sé, como un nervio, como un suspenso.

Al respecto, Lisa Zunshine (Zunshine, 2006) afirma que la “teoría de la mente” nos permite explicar por qué leemos ficciones literarias. Sin ella, no sería posible entender la literatura como alternativa que nos estimula emocionalmente. Esto es así debido a que dicha “teoría” nos muestra y explica cómo simples palabras —de lo que, como bien señaló Ingarden (Ingarden, 1998) efectivamente está hecho el texto literario— se convierten, en nuestra mente, en deseos, sentimientos, pensamientos de un personaje, y dan configuración a eventos. Así, nos activamos en un “juego” detectivesco que nos lleva a predecir las acciones y sentimientos de los personajes, basándonos en el procesamiento de la información acerca de los sentimientos y pensamientos que allí se exponen. Es decir, al atribuirles ciertos estados mentales a los otros, estamos interpretándolos: Instead, it is a term used by cognitive psychologists, interchangeably with “Theory of Mind”, to describe our ability to explain people´s behavior in terms of their thoughts, feelings, beliefs, and desires.Thus we engage in mind-reading when we ascribe to a person a certain mental state on the basis of her observable action ...; when we interpret our feelings base don proprioceptive awareness…; when we intuit a complex state of mind base don a limited verbal description … (Zunshine, 2006:6)

Si retomamos la definición de “emoción” ya presentada (supra), podremos constatar esta cita. Al asumir que es un estado mental generado automáticamente, se admite que ocurre en el lector o en el espectador del producto ficcional. No obstante, la evaluación del evento y la detección de su propiedad planificadora —cuando se dan por medio de un proceso empático— sólo pueden realizarse desde la evaluación de la evaluación. Es decir, el lector o espectador realiza una re-evaluación: puede evaluar desde la evaluación del personaje y sentirse conectado o no con éste. Pero también puede hacerlo desde la propuesta hecha por el autor ficcional o implícito, desde donde siempre está en punto de anclaje. Así se produce su respuesta emocional. De todos modos, la intervención del “autor ficcional” sería la clave para que el lector evalúe el evento ficcional como facilitador, dificultador, obstaculizador o modificador, según la posición que tome, insistimos, el autor ficcional. Vale la pena acotar que estas observaciones son válidas para las que hemos identificado como emociones-F. Las emociones-A siguen el mismo proceso, pero la diferencia está

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en la ausencia de la mediación autoral. En este caso, quien mediaría es la enciclopedia académica del lector o espectador. La paradoja ficcional, lejos de suponer un cortocircuito cognitivo, visibiliza el mismo mecanismo con el que el hombre resuelve su relación con los productos ficcionales. En definitiva, confirma el hecho de que los dispositivos de resolución de aparentes obstáculos compresivos suelen deparar ricas alternativas a los que se atreven a confrontarlos. Más aún, nos confirma el hecho de que los mundos ficcionales literarios producen, en los lectores, profundas revelaciones de cómo funcionan los ámbitos de la vida humana.

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El Quijote y la sociedad española del XVII: la lúcida mirada de un loco Miguel SOLER GALLO Universidad de Cádiz

RESUMEN: En este artículo analizamos la locura de Don Quijote de la Mancha como recurso mediante el cual criticar la sociedad del momento: la España de comienzos del XVII. Miguel de Cervantes se vale de la paradoja de proyectar la lúcida mirada de un loco para contemplar el mundo de los supuestos cuerdos. PALABRAS CLAVE: Miguel de Cervantes - Don Quijote - Sancho Panza - Locura - Crítica social. ABSTRACT: In this paper we analyze the madness of Don Quixote as a resource by which to criticize the society: Spain at the beginning of the century. Miguel de Cervantes uses the paradox of projecting the lucid eyes of a madman to contemplate the world of sane cases. KEY WORDS: Miguel de Cervantes - Don Quixote - Sancho Panza – Madness - Social criticism.

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El Quijote y la sociedad española del XVII: la lúcida mirada de un loco

“Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia” (Don Quijote, Discurso sobre La Edad dorada, Parte I)

Resulta altamente pretencioso escribir cualquier trabajo acerca de la obra más célebre de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), más si tenemos en cuenta que se podría erigir una biblioteca con los libros y demás estudios que sobre esta universal obra se han realizado. Nuestra humilde aportación filológica tiende a prescindir de gran parte de sus interpretaciones, puesto que las limitaciones espaciales nos impedirían citar la mayoría de las aportaciones de la crítica cervantina. En su lugar, esbozaremos unas glosas para tratar de efectuar nuestro cometido: analizar cómo a través de los textos quijotescos el autor pudo denunciar una sociedad en crisis. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (como toda obra literaria) se gestó bajo un contexto histórico concreto: en la España de comienzos del siglo XVII.1 En estas páginas partiremos de este prisma histórico, por más que la novela sea una parodia de los libros de caballerías: “todo él es una invectiva contra los libros de caballerías” (Prólogo, parte I). Nuestra hipótesis radica en el empleo de la locura quijotiana como hábil recurso para criticar y denunciar los derroteros de una sociedad adulterada, marcada fuertemente por la picaresca y por el escepticismo del ser humano. El tema de la locura como recurso literario ha sido aprovechado en multitud de ocasiones, y el grueso de la crítica coincide en sostener que se perfila como una forma enmascarada de denuncia y de deseo de cambio en las rela-

1

Los apuntes históricos realizados con el objeto de contextualizar el trabajo han sido reelaborados de dos fuentes principales, por un lado, el estudio de Feros y Gelabert (2004); y, por otro, el de Lynch, (1991:104). Para la figura concreta del duque de Lerma, nos hemos basado en la obra de Feros (2002: 139-243).

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ciones humanas. En el personaje de don Quijote encontramos un loco capaz de impresionar con su cordura a los cuerdos. Cervantes se vale de las locuras del ingenioso caballero a fin de regenerar la convivencia social, la paz y la justicia. Y además, en aquel momento, no podemos olvidar que la locura es el único medio que el autor tiene para comunicar sus mensajes sociales y salir ileso de responsabilidades. Asimismo, el empleo de la locura siempre ha estado muy unido a la antigua actitud hacia los bufones, considerados pieza fundamental en los espectáculos de diversión de la Corte (Jones, 1974:263-274). El bufón oscilaba, intermitentemente, entre la cordura y la locura, y esta doble condición, que manejaba según le parecía, era el vehículo mediante el que lanzar al público sus mordaces moralejas, seguramente no aceptadas bajo una apariencia cuerda.2 Por otro lado, muchos críticos defienden que Cervantes recibió el influjo de Erasmo de Rotterdam, quien utilizó la locura como medio liberalizador en su obra El Elogio de la locura (1509), con gran impacto en toda Europa. Las ideas erasmistas sobre la locura tenían mucho que ver con el tipo de patología que Cervantes utilizó para su obra. La locura, personificada, elogia todas sus manifestaciones entre los hombres como actos de homenaje a ella, permitiendo con esto a Erasmo satirizar un amplio campo de la conducta humana. La locura afirma que la mayoría de los hombres están locos, pero los menos locos son con frecuencia aquellos de quienes se burla el mundo (Jones, 1974:266). Américo Castro (1980) defendió tal influencia argumentando que sin Erasmo, Cervantes no hubiera sido como fue. Éste, junto a Antonio Vilanova (1989) opinan que la locura podía servir como forma de evasión hacia una felicidad que habita solo en la imaginación o en los sueños.3 Benjumea (2002), por su parte, sostiene la existencia de una sátira política en el libro, oculta en alegorías. Referente a las palabras del propio Cervantes sobre su intención de ridiculizar los libros de caballerías, Benjumea se pregunta: “¿Por qué sospechó Cervantes que se había de sospechar otro objeto?”. El contexto histórico en el que se desarrolla Don Quijote está relacionado directamente con lo que se ha denominado la crisis de fin de siglo, una época en que se comienza a creer que la misión religioso-imperial, encarnada en la Reconquista, y en su continuación en el descubrimiento de América, estaba tocando fondo. En la última década del siglo XVI hubo numerosos indicios de

2

Agustín Redondo (2007: 227-248) también ha estudiado la figura de don Quijote como bufón-crítico.

3

También se puede consultar el magistral artículo de Márquez Villanueva (1984:123-137). Hay que señalar que Márquez Villanueva fue el primero que, desde el punto de vista de la locura como perspectiva social, marcó una directriz innovadora.

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que la economía española ya no aguantaba el peso de las aventuras imperiales en que se había embarcado Felipe II. La primera parte de Don Quijote de la Mancha, publicada en 1605, se escribió durante los primeros años del reinado de Felipe III, unos años dramáticos para la monarquía española y la política del gobierno, con la llegada al poder de un rey débil y un valido muy codicioso. La segunda parte, acabada diez años después, alcanza la plenitud del reinado de Felipe III y de la privanza del duque de Lerma.4 Un total de LXXIV capítulos que nos permiten conocer cómo era la vida y la sociedad de la España del siglo XVII. A continuación expondremos algunas citas de la novela que difícilmente pueden entenderse fuera de este contexto histórico.5 Leyendo entre líneas es posible apreciar elementos de denuncia social casi en cada página de la universal obra. En el prólogo del autor nos encontramos ya con unas elocuentes palabras, que nos informan de la actitud rebelde del autor sobre el sometimiento del pueblo a las normas de los que dirigen cualquier sociedad: Y estás en tu casa, donde eres señor de ella, como el rey de sus alcabalas, y sabes lo que comúnmente se dice, que debajo de mi manto, al rey mato. Todo lo cual te exenta y hace libre de todo respecto y obligación; y así, puedes decir de la historia todo aquello que te pareciere, sin temor que te calumnien por el mal ni te premien por el bien que dijeres de ella.

Sin pretensiones de exhaustividad, comenzamos este recorrido por los discursos que pronuncia don Quijote en la primera parte, y que, en mi opinión, marcan las pautas de la rebeldía social de don Quijote-Cervantes: el de la Edad de Oro (Capítulo XI), y el de las Armas y las Letras (Capítulo XXXVIII). Ambas disertaciones tienen importantes conexiones entre sí, recalcadas por el propio personaje, quien, al pronunciar el segundo discurso, se sintió “movido de otro semejante espíritu que el que le movió a hablar tanto como habló cuando cenó con los cabreros” (2004:391).

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Quizás una de las novedades más importantes del reinado de Felipe III fue el gran poder acumulado por don Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, más conocido como duque de Lerma. Favorito y valido del rey, Lerma dominó el mundo político gracias al apoyo del rey y de la poderosa red de clientes y fieles seguidores. El duque de Lerma puede ser considerado como el paradigma de la corrupción en España, cosechando todo tipo de honores y prebendas gracias a su posición privilegiada. Una coplilla popular dice que “para no morir ahorcado, el mayor ladrón de España se vistió de colorado”, en clara alusión al duque de Lerma, ya que consiguió el capelo cardenalicio momentos antes de su caída, evitando así todo tipo de procesos que, sin lugar a dudas, le hubieran condenado. Cfr. Feros, A (2002:227-248).

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Todas las citas de la obra cervantina han sido extraídas de la edición publicada en 2004 de Don Quijote de la Mancha elaborada por Francisco Rico, en colaboración con la RAE, con motivo del IV Centenario de la publicación de la primera parte.

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El primero es la alabanza nostálgica de un mítico pasado, de porte comunista, en el cual se habla sobre un tiempo remoto donde todas las cosas eran de propiedad común. Don Quijote contrapone esta idílica época antigua al tiempo contemporáneo suyo, que está basado en el poder del dinero, que compra hasta los linajes y el ennoblecimiento personal: Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de “tuyo y mío”. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes; a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían (2004:97-99).

En el largo discurso sobre la Edad de Oro encontramos también la crítica quijotiana hacia la vida ociosa, lujosa y corrupta de su tiempo, en especial la de la Corte y de “nuestras cortesanas con las raras y peregrinas invenciones que la curiosidad ociosa les ha mostrado” (2004:98), vicios que caracterizaban, según don Quijote, “estos detestables siglos”. Aquí don Quijote no utiliza solo el tópico literario del menosprecio de corte y alabanza de aldea, sino que sus palabras conllevaban una fuerte carga de actualidad para los lectores de su época. Y más aún siendo la época en que Rodrigo Calderón, hombre de confianza del duque de Lerma, empieza a acumular títulos y cargos que llegarían a darle renta de más de doscientos mil ducados, en pocas palabras: a hacerse millonario.6 Poco después del discurso sobre la Edad de Oro, don Quijote nos adelanta lo que será el discurso de las Armas y las Letras. Ocurre cuando Vivaldo le pregunta sobre el motivo de andar armado de aquella manera por tierra tan pacífica, a lo que don Quijote contesta contrastando la vida caballeresca con la cortesana: “el buen paso, el regalo y el reposo, allá se inventó para los blandos cortesanos; mas el trabajo y la inquietud y las armas sólo se inventaron e hicieron para aquellos que al mundo llaman caballeros andantes” (2004:110111). El fin de las letras (que puede tener el significado de los estudios de derecho) es mantener la justicia y conseguir la paz, “que es el mayor bien que los

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Rodrigo Calderón fue el favorito de Lerma y símbolo del fracaso de éste. Calderón, que había servido a Lerma como paje desde 1597, fue nombrado ayuda de cámara del rey en 1601, un oficio que le concedía el derecho de inspeccionar todos los memoriales dirigidos al rey. Esta es una simple muestra de las conexiones clientelares y de otro tipo que Lerma fue capaz de crear en el mismo corazón de la monarquía. Tras la caída de Lerma, Calderón fue acusado de criminal por haber acumulado decenas de oficios, títulos, pensiones y propiedades, pero también por haber participado en la gobernación de la institución monárquica sin tener oficio para ello, así como de haber pervertido las justicia y recibido un número inmenso de sobornos. Cfr. Feros (2002:181). Sobre la condena de Calderón, remitimos a Ettinghausen y Borrego (2001:522-524).


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hombres pueden desear en esta vida” (2004:393). Recordemos que la misión del caballero andante era la de eliminar el mal y la injusticia del mundo. En Don Quijote se confrontan las actuaciones judiciales de su época con las que habían existido en aquella mítica época dorada: “La Justicia se estaba en sus propios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interés, que tanto ahora los menoscaban, turban y persiguen. La ley del encaje aún no se había sentado en el entendimiento del juez” (2004:98). Don Quijote actúa como justiciero y condena la violenta actuación de la justicia de la época, representado en el pasaje del muchachito Andrés (Primera parte, capítulo IV), ultrajado por su amo, o cuando otorga la libertad a los galeotes (Primera parte, capítulo XXII), quienes viajan en condiciones infrahumanas. Citemos el pasaje del muchacho Andrés: A pocos pasos que entró por el bosque, vio atada una yegua a una encina, y atado en otra a un muchacho, desnudo de medio cuerpo arriba, hasta de edad de quince años, que era el que las voces daba, y no sin causa, porque le estaba dando con una pretina muchos azotes un labrador de buen talle, y cada azote le acompañaba con una reprehensión y consejo (2004:48-51).

Don Quijote, al contemplar esta actuación tan cruel, intenta impartir justicia, desafiando al despiadado labrador. Éste, lejos de batirse en duelo con el mustio caballero, le responde que solo castiga a su criado por haberse descuidado en su función de custodiar el rebaño de ovejas, del que estaba encargado, como forma de venganza por no recibir su propina. Sin embargo, lo que podía haber sido una gran victoria para el de la Triste Figura, se convirtió en todo lo contrario: tan pronto se marchó don Quijote, el desalmado amo volvió a golpear fuertemente al muchacho. Más adelante (Primera parte, capítulo XXXI), se produce un nuevo encuentro entre el ingenuo caballero y Andrés, y aquí apreciamos que quien verdaderamente critica la justicia es el propio joven, el cual le reprende a don Quijote por aquel suceso, argumentándole que de no haberse entrometido, no le habrían castigado tanto: “mi amo se contentara con darme una o dos docenas de azotes, y luego me soltara y me pagara cuanto me debía” (2004:316-319). Lo que se desprende de la réplica de Andrés es la resignación del esclavo. Esto lo podemos adaptar a cualquier ámbito donde se abuse de poder y se actúe despóticamente contra el desvalido. Es más, el muchacho llega a maldecir a los que intentan, como don Quijote, reestablecer la justicia: Por amor de Dios, señor caballero andante, que si otra vez me encontrare, aunque vea que me hacen pedazos, no me socorra ni ayude, sino déjeme con mi desgracia: que no será tanta, que no sea mayor la que me vendrá de su ayuda de vuestra merced, a quien Dios maldiga, y a todos cuantos caballeros andantes han nacido en el mundo.

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El otro pasaje donde se aprecia la corrupción de la judicatura es, como hemos comentado, el episodio de los galeotes. Don Quijote distinguió a un grupo de hombres que venían encadenados y se preocupó por saber el motivo de la condena de cada uno, un gesto muy democrático. Haciendo alarde de su condición de caballero andante, en otra demostración de solidaridad con los más desfavorecidos, don Quijote llega a decirle a uno de los condenados, el cual va por cinco años a remar en galeras por deber diez ducados, que “yo daré veinte de muy buena gana por libraros de esa pesadumbre”.7 Finalmente, don Quijote da la libertad a los galeotes, pero ante la negativa de los condenados de ir a dedicar su hazaña a Dulcinea, tal y como les solicita don Quijote, el caballero, enfurecido, manda solo a Ginés de Pasamonte por haber sido portavoz en la denegación. Éste, al darse cuenta de la locura de su libertador, “hizo del ojo a los compañeros, y, apartándose aparte, comenzaron a llover tantas piedras sobre don Quijote, que no se daba manos a cubrirse con la rodela” (2004:210). En este pasaje, el ilustre caballero es nuevamente desventurado por el mismo motivo que le recriminó Andrés: “si fuera su camino adelante y no viniera donde no le llamaban, ni se entremetiera en negocios ajenos” (2004:318). A diferencia de lo que sucedía en las novelas de caballerías, las aventuras donde don Quijote cree impartir justicia, siempre se tornan en fracasos. Entonces el afligido caballero, que no logra entender el motivo de tanto infortunio, dice sentirse víctima de encantamientos: “Perseguido me han encantadores, encantadores me persiguen, y encantadores me perseguirán hasta dar conmigo y con mis altas caballerías en el profundo abismo del olvido” (2004:798). Y sin duda es verdad, pues frente a la actitud positiva de don Quijote, quien se dispone a defender la dignidad del ser humano, al que obliga a asumir su parte de responsabilidad (“cada cual es artífice de su ventura”), se alzan los gestos ruines de los “encantadores”: el duque, el bachiller, el cura, esto es, los que saben, los que mandan, los que rezan. Aquellos que dirigen la sociedad en la que no termina de adaptarse nuestro ilustre protagonista (Buendía López, 2005:28-33). No resulta rocambolesco señalar que existe una presunta concepción humanista de don Quijote hacia la vida.8 Y, en este sentido, la paz era para el

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Estos condenados iban destinados a una embarcación guerrera de casco plano impulsada a remo. Tenía hasta 40m de eslora por cinco de manga, iba aparejada por dos y hasta cinco palos cortos, e impulsada por cincuenta o más remos manejados por grupos de tres a cinco personas cada uno. Los remeros solían ser forzados o esclavos. En el siglo XV se suprimieron, pero en España, Francia, Italia y Turquía se siguieron utilizando hasta mediados del siglo XVIII. A esta pena solían ir aquellos que no podían pagar con dinero las multas impuestas. Era un sufrimiento infamante, normalmente muchos perecían en el esfuerzo, de ahí la ansiedad de don Quijote por liberarlos.

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La misma tesis es defendida por Larroque (2001).

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personaje cervantino, y lo es hoy para nosotros, el objeto más preciado de la humanidad. En el discurso de las Armas leemos que “las armas requieren espíritu como las letras” (2004:392). Como buen cristiano, nos recuerda el nacimiento de Jesucristo y su relato evangélico, concretando que “las primeras buenas nuevas que tuvo el mundo y tuvieron los hombres, fueron las que dieron los ángeles la noche que fue nuestro día, cuando cantaron los aires: gloria sea en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad” (2004:393). Cervantes también condena, siempre bajo la máscara de la presunta locura de don Quijote, las tecnologías homicidas y sus instrumentos asesinos: “Bien haya, aquellos benditos siglos que carecieron de la espantable furia de aquestos, endemoniados instrumentos de la artillería, a cuyo inventor tengo para mí que en el infierno se le está dando el premio de su diabólica invención” (2004:38). El humanismo de Cervantes se refleja, además, en su defensa sobre todas las naciones, a sus lenguas y culturas y a todas las naciones políticas: Y no penséis, señor, que yo llamo aquí vulgo solamente a la gente plebeya y humilde, que todo aquel que no sabe, aunque sea señor y príncipe, puede y debe entrar en número vulgo. Y, así, el que con los requisitos que dicho tratare y tuviere a la poesía, será famoso y estimado su nombre en todas las naciones políticas del mundo. Y a lo que decís, señor, que vuestro hijo no estima mucho la poesía de romance, doyme a entender que no anda muy acertado en ello, y la razón es ésta: el grande Homero no escribió en latín, porque era griego […] todos los poetas antiguos escribieron en la lengua que mamaron en la leche, y no fueron a buscar las extranjeras para declarar la alteza de sus conceptos; y siendo esto así, razón sería se extendiese esta costumbre por todas las naciones, y que no se desestimase el poeta alemán porque escribe en su lengua, ni el castellano, ni aun vizcaíno que escribe en la suya (2004:667).

No deja de ser sorprendente que, después de más de cuatro siglos, esta demostración de tolerancia sea perfectamente utilizable en todos los sentidos. La segunda parte de la novela, publicada en 1615, está centrada más en la visión de los cortesanos y en cuestiones relativas a las diferentes clases sociales. En las primeras páginas del capítulo I vemos cómo el cura y el barbero tratan asuntos relativos a la política: “Y en el discurso de su plática vinieron a tratar en esto que llaman ‘razón de estado’ y modos de gobierno, enmendando este abuso y condenando aquél, reformando una costumbre y desterrando otra” (2004:549-550). En realidad, el tema es planteado para que ambos personajes comprueben si la locura de don Quijote, que llevaban un tiempo sin verle, ha sanado. Cuando don Quijote abandona el tono de simple tertuliano para anunciar su intención de dar consejos al rey, es cuando el cura y el barbero piensan a la vez: “pobre don Quijote, que me parece que te desempeñas de la alta cumbre

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de tu locura hasta el profundo abismo de tu simplicidad” (2004:550). Tras adoptar don Quijote el papel de arbitrista,9 el barbero (el pueblo) se pronuncia: “Tiene mostrado la experiencia que todos o los más arbitrios que se dan a Su Majestad o son imposibles o disparatados o en daño del rey o del reino” (2004:550). El caballero andante responde que el suyo es “el más fácil, el más justo y el más mañero y breve que puede caber en pensamiento de arbitrante alguno” (2004:551). El cura muestra interés en conocer su pensamiento, pero don Quijote no quiere revelarlo, ya que no quiere dejarse robar ni su recompensa ni su gloria: “No quería que le dijese yo aquí agora, y amaneciese mañana en los oídos de los señores consejeros, y se llevase otro las gracias y el premio de mi trabajo” (2004:551). Pero don Quijote ansía revelar su secreto y lo hace. Se trata de proponer un remedio contra la amenaza militar representada por los turcos. El caballero piensa decirle al rey que junte en la Corte a todos los caballeros andantes que vagan por España. Se percibe muy pronto que su arbitrio contiene una crítica velada a los gobernantes y burócratas, y, sobre todo, a la frivolidad y el despilfarro que caracterizaron la corte de Felipe III. Más adelante, don Quijote explica al barbero que “no es merecedora la depravada edad nuestra de gozar tanto bien como el que gozaron las edades donde los andantes caballeros tomaron a su cargo y echaron sobre sus espaldas la defensa de los reinos” (2004:556). Y lanza uno de sus ataques más feroces hacia la ociosidad de la nobleza de su tiempo: Los más de los caballeros que agora se usan, antes les crujen los damascos, los brocados y otras ricas telas de que se visten, que la malla con que se arman […] Mas ahora ya triunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valentía, y la teórica de la práctica de las armas, que solo vivieron y resplandecieron en las edades del oro y en los andantes caballeros (2004: 556).

La misma idea de desencanto está en el capítulo II de esta segunda parte, donde don Quijote le advierte a Sancho que “si a los oídos de los príncipes llegase la verdad desnuda, sin los vestidos de la lisonja, otros siglos correrían, otras edades serían tenidas por más de hierro que la nuestra, que entiendo que de las que ahora se usan es la dorada” (2004:563). Al asimilar estas palabras, los lectores coetáneos probablemente pensarían en la nefasta actuación de Felipe III. Otro de los temas que aparecen en Don Quijote es la movilidad social a partir del matrimonio por conveniencia. Un ejemplo muy claro lo encontramos en la discusión entre el matrimonio Panza sobre el casamiento de Mari

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Después de un período de esplendor y hegemonía mundial, la España de los últimos monarcas austriacos fue una etapa de decadencia, de crisis económica, de pérdida de influencia política en el concierto internacional, de fracasos, de peste. Tras la muerte de Felipe II, aparecen los arbitristas, estos eran diagnosticadores de la crisis que buscaron ansiosamente la pócima mágica que pudiera solucionarla. El papel del arbitrista en Don Quijote ha sido muy bien analizado por Vilar Bergain (1973:68-71).


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Sancha (Segunda parte, capítulo IV). Para Sancho, llegar a ser gobernador representa enriquecerse y medrar. Esto se aprecia cuando le pregunta a su mujer: “¿No te parece animalia que será bien dar con mi cuerpo en algún gobierno provechoso que nos saque el pie del lodo?” (2004:584). Por eso piensa casar a su hija: “con quien yo quisiese, y verás cómo te llaman a ti doña Teresa Panza y te sientas en la iglesia sobre alcatifa, almohadas y arambeles” (2004:584). Pero su mujer no está de acuerdo con estas ideas y acaba diciéndole a su marido: “Traed vos el dinero, Sancho, y el casarla dejadlo a mi cargo” (2004:583-584). Para Teresa Cascajo no se pueden superar las barreras sociales entre villanos y caballeros. Por otro lado, también podemos suponer que cuando Sancho le dice a su mujer: “En teniendo gobierno […] te enviaré dineros, que no me faltarán, pues nunca falta quien se lo preste a los gobernadores cuando no los tienen” (2004: 587), encubre una sátira de la escandalosa vanidad del gobierno de Lerma.10 Los temas socio-políticos como el papel de los cortesanos y gobernadores frente al del soldado, al que don Quijote asimila su ideal de caballero andante, también tienen cabida en la famosa novela: Aunque todos seamos caballeros, va mucha diferencia de los unos a los otros; porque los cortesanos, sin salir de sus aposentos ni de los umbrales de la corte, se pasean por todo el mundo mirando un mapa, sin costarles blanca, ni padecer calor ni frío, hambre ni sed; pero nosotros, los caballeros andantes verdaderos, al sol, al frío, al aire, a las inclemencias del cielo, de noche y de día, a pie y a caballo (2004: 589).

Es evidente que esta cita representa para don Quijote la corrupción de la verdadera caballería.11 Los torneos no pasaban ya de ser un juego ceremonioso y brillante, cuando en su origen fueron un duro entrenamiento para la guerra. El caballero cortesano no representaba tan solo una degeneración del guerrero feudal. Por su alta subordinación frente al rey llegó a personificar lo más opuesto al espíritu de la caballería. La corte había dejado de ser el lugar perfecto para recibir lecciones de caballerías, no sólo por la presencia del cortesano, sino a causa del mismo príncipe. En un tiempo fue un combatiente que luchaba acompañado de sus caballeros. Ahora, el rey, en vez de representante supremo de la caballería, personificaba la Razón de Estado. Con respecto al hidalgo, mientras la guerra fue señorial el escudero más modesto pudo mejorar su suerte con la profesión de las armas. Pero desde el Ordenamiento de Alcalá, a mediados del siglo XIV, el servicio militar, funda-

10 Véase nota 4. 11 Para un conocimiento más profundo de la diferencia entre el caballero cortesano y el hidalgo, véase Llorens (1974:47-67).

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do en la caballería y la concesión de tierras, entra en Castilla en una de sus últimas fases. Desde entonces los ejércitos de los reyes se formaron cada vez más con una infantería y hasta con una caballería a sueldo. Con las Guardias Viejas (1493) aparecen en Castilla las primeras tropas regulares y permanentes. El tema del contraste entre la vida cortesana y la militar vuelve a surgir cuando en el capítulo XXIV de la segunda parte, don Quijote encuentra a un joven paje, con “zapatos cuadrados, a uso de corte”, que quiere alistarse como soldado y va cantando: “A la guerra me lleva/mi necesidad;/si tuviera dineros,/no fuera, en verdad” (2004:738). Tras entablar una conversación con don Quijote, le explica: “más quiero tener por amo y por señor al rey, y servirle en la guerra, que no a un pelón de la corte […] gente advenediza de ración y quitación […] mísera y atenuada”. Al caballero interesado en si sus amos le habían dado alguna librea, el paje explica que le habían prestado libreas únicamente para acompañarles a la corte, es decir, “por sola ostentación” (2004:734-740). En tal situación mal podía sobrevivir el hidalgo, que consumiría su tiempo llamando sin gran resultado a las puertas de los nobles, o arrastrando vida vegetativa en pequeños lugares donde al menos poseía una casa y algunas tierras (Llorens, 1974:10). Para matar el tiempo, al ilustre caballero apenas le quedaba la caza, la conversación con amigos y vecinos, y la lectura. Cervantes nos dice, refiriéndose a don Quijote, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso –que eran los más del año–, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun la administración de su hacienda, y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas fanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer (2004:28).

En el siglo XVI la lectura se convirtió, por primera vez en la historia, en entretenimiento general de ociosos y curiosos, gracias a la aparición de la imprenta. Pensemos en el famoso escrutinio del capítulo IV de la primera parte, sátira indudable de los procedimientos inquisitoriales, donde los libros fueron uno de los elementos más perseguidos y revisados por el Santo Oficio. Es de suponer que muchos hidalgos sintieran la nostalgia del pasado. En dichos libros se representaba el mundo caballeresco dando a sus lectores la imagen de una sociedad gobernada únicamente por las leyes del amor y del honor, de la lealtad y de la justicia. En el discurso que hace a don Diego Miranda, don Quijote contrasta una vez más las profesiones de cortesano y de caballero andante, pero esta vez poniendo de relieve el vacío de sus pasatiempos, que no hacen sino parodiar la vida militar:

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Bien parece un gallardo caballero a los ojos de su rey, en la mitad de una gran plaza, dar una lanzada con félice suceso a un bravo toro; bien parece un caballero armado de resplandecientes armas pasar la tela en alegres justas delante de damas, y bien parecen todos aquellos caballeros que en ejercicios militares o que lo parezcan entretienen y alegran y, si se puede decir, honran las cortes de sus príncipes; pero sobre todo éstos parece mejor un caballero andante que por los desiertos, por las soledades, por las encrucijadas […] anda buscando peligrosas aventuras, con intención de darles dichosa y bien afortunada cima, solo por alcanzar gloriosa fama y duradera. Mejor parece, digo, un caballero andante socorriendo a una viuda en algún despoblado que un cortesano caballero requebrando a una doncella en las ciudades (2004:677-678).

Muchas veces cita don Quijote los entretenimientos del cortesano, por ejemplo: “Más agora ya triunfa la pereza de la diligencia, la ociosidad del trabajo, el vicio de la virtud, la arrogancia de la valentía” (2004:556), y estos pueden ser los típicos que promocionó la corte de Felipe III (juegos de cañas, corridas de toros, la caza) y que tanto contrastó con la sobriedad de la corte de Felipe II (Feros, 2002:139-243). Al despedirse de don Diego después de haber pasado cuatro días “regaladísimo” en su casa, don Quijote alega como motivo de su marcha “no parecer bien que los caballeros andantes se den muchas horas al ocio y al regalo” (2004:687). Para don Quijote la corte es menospreciable, y no cabe duda de que constituya algo más que un tópico literario. Con anterioridad, Fray Luis de León ya había descrito tres maneras de vivir la vida: la vida de labranza, la vida de contratación y la vida descansada. La primera hacía referencia al espacio rural; la segunda, al urbano; la tercera, al aristocrático. Para el religioso agustino, la perfección residía en el primer estado y lo contrario en el último, en consonancia con lo transmitido por don Quijote. Es necesario comentar que es posible localizar en Don Quijote el retrato de todas las clases sociales del momento y de forma muy jerarquizada. Los órdenes superiores eran la nobleza y el clero, y aparecen aquí en un lugar destacado: el propio don Quijote (aunque de forma ridícula); el duque y la duquesa protectores de Sancho; Don Diego de Llana, “hidalgo principal y rico”, o Don Juan y Don Jerónimo (a quienes encuentran en la venta del camino de Zaragoza). Y también los dos benedictinos con los que don Quijote y Sancho se enfadan; los doce encamisados, sacerdotes que se desplazan de Baeza a Segovia dando escolta a los restos mortales de un caballero; el canónigo de la catedral de Toledo, o el capellán del duque y la duquesa. La nobleza aparece retratada con cierta crítica a sus privilegios, por ejemplo, doña Rodríguez, o el conde de Osuna que aparte de pertenecer ambos a distinguidos linajes, poseían una fortuna importante, una media de unos 20.000 ducados de renta anual, mientras que un jornalero agrícola tenía que trabajar cinco días para conseguir uno solo de esos ducados (Feros y Gelabert, 2004).

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La nobleza gozaba de muchos privilegios. El caballero del Verde Gabán, que tanto se parece a don Quijote, define perfectamente este modo de vida: Yo, señor Caballero de la Triste Figura, soy un hidalgo natural de un lugar donde iremos a comer hoy, si Dios fuera servido. Soy más que medianamente rico y es mi nombre don Diego de Miranda; paso la vida con mi mujer y con mis hijos y mis amigos; mis ejercicios son el de la caza y pesca, pero no mantengo ni halcón ni galgos, sino algún perdigón manso o algún hurón atrevido. Tengo hasta seis docenas de libros, cuales de romance y cuales en latín, de historia algunos y de devoción otros; los de caballerías aún no han entrado por los umbrales de mis puertas […]. Alguna vez como con mis vecinos y amigos, y muchas veces los convido; son mis convites limpios y aseados […] procuro poner en paz los que están desavenidos; soy devoto de Nuestra Señora y confío siempre en la misericordia de Dios Nuestro Señor (2004:664).

En el encuentro de don Quijote y Sancho con los duques (Segunda parte, capítulos XXX-XXXIII), de igual forma se aprecia la gran vida de este estamento social. Podemos decir que la duquesa es la verdadera protagonista de esta aventura cortesana. Quien la distingue es don Quijote y así nos relata cómo la conoció: Vio una gallarda señora sobre un palefrén o hacanea blanquísima, adornada de guarniciones verdes y con un sillón de plata. Venía la señora asimismo vestida de verde, tan bizarra y ricamente, que la misma bizarría venía transformada en ella. En la mano izquierda traía un azor, señal que dio a entender a don Quijote ser aquélla alguna gran señora, que debía serlo de todos aquellos cazadores, como era la verdad (2004:779).

El lujo de los elementos descritos por el autor remite a la gran riqueza y poder que gozaba la nobleza. Estos capítulos son una burla de los duques hacia don Quijote, más que hacia Sancho, y es que los duques ya conocen las aventuras del famoso hidalgo (descritos en la primera parte), y los hacen recibir en su casa para su entretenimiento, en una clara muestra de superioridad sobre los demás. Nada de esto se percata don Quijote, quien nos dice que es la primera vez que se sintió verdaderamente un caballero andante, siendo precisamente cuando más le escarnecieron: Cuenta, pues, la historia que, antes que a la casa de placer o castillo llegasen, se adelantó el duque y dio orden a todos sus criados del modo que habían de tratar a don Quijote; el cual cuando llegó con la duquesa a las puertas del castillo, al instante salieron de él dos lacayos o palafreneros vestidos hasta los pies de unas ropas que llaman de levantar, de finísimo raso carmesí, y cogiendo a don Quijote en brazos […] y todos o los más derramaban pomos de aguas olorosas sobre don Quijote y sobre los duques […] y aquél fue el primer día que de todo en todo conoció y creyó ser caballero andante (2004:784).

Los duques, y más la duquesa, ridiculizan continuamente a la pareja visitante, especialmente a don Quijote, en otra parodia que acontece en el momento de acabar la cena:

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Llegaron cuatro doncellas, la una con una fuente de plata y la otra con un aguamanil asimismo de plata, y la otra con dos blanquísimas y riquísimas toallas al hombro, y la cuarta descubiertos los brazos hasta la mitad, y en sus blancas manos –que sin duda eran blancas– una redonda pella de jabón napolitano. Llegó la de la fuente, y con gentil donaire y desenvoltura encajó la fuente debajo de la barba de don Quijote; el cual, sin decir palabra, admirado de semejante ceremonia, creyendo que debía ser usanza de aquella tierra en lugar de las manos lavar las barbas (2004: 796).

Esta acción, que para don Quijote es digna de una importante ceremonia caballeresca, no era sino una mofa más, pues las barbas en los caballeros simbolizaban el honor —recuérdese, por ejemplo, el Cid— y manosearlas era una deshonra, mucho más dejárselas lavar en medio de una burla pública. La misma intención de ridiculizar a don Quijote sucede cuando éste se marcha a dormir la siesta y la duquesa le pide a Sancho que le acompañe junto a sus doncellas para que narre más hazañas de su compañero, y así continuar con la mofa (2004:806). No cabe duda de que Cervantes intentó reflejar cuáles eran los modos y la soberbia de la nobleza con los más desfavorecidos (no hay que olvidar que para ellos don Quijote estaba loco). Todo lo destacado nos lleva a pensar que Cervantes utilizó su novela Don Quijote de la Mancha para realizar una fuerte sátira hacia su propia sociedad. Algunos historiadores han visto una especie de alegoría histórica en la figura del anacrónico personaje de don Quijote, símbolo de una España incapaz de ajustarse a la nueva sociedad (Maravall, 1976:70). Don Quijote, con todo, reafirma también el propio papel del individuo, de ahí su respuesta categórica a los mediocres que lo interrogaban sobre su condición de caballero: “Yo sé quién soy”. Su seguridad se contagia a Sancho, quien jamás duda de su identidad: “Sancho nací y Sancho he de morir”. Son estas manifestaciones de innegable valía en la España de las apariencias, de la manifestaciones de la honra, que siempre radicaba en los demás, y de la falta de compromiso humano de aquellos fluctuantes habitantes que, como el cura o el bachiller, alimentaban hogueras con libros o se disfrazaban de forma grotesca, como una manera deshonesta de querer restablecer la locura de uno de los pocos espíritus válidos del siglo.

Bibliografía CASTRO, Adolfo de 1980 El pensamiento de Cervantes, Barcelona, Noguer. CERVANTES, Miguel de 2004 Don Quijote de la Mancha, ed. de Francisco Rico, RAE, Alfaguara.

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El sujeto en el cruce: ideología e identidad narrativa Silvia HERNÁNDEZ Universidad de Buenos Aires

RESUMEN: Pensar en el campo de la comunicación implica abordar la problemática del sujeto, de lo discursivo y de la producción social de significaciones. En ese sentido, el propósito del trabajo es pensar un cruce entre la identidad narrativa en Ricoeur y la cuestión del sujeto según la teoría althusseriana de la ideología. La constitución de los sujetos en la narración de sí se produce, según argumentaremos, en la ideología como lugar de lo vivido, terreno a su vez demarcado por el mecanismo de interpelación ideológica. PALABRAS CLAVE: Identidad narrativa – Ideología – Sujeto – Discurso SUMMARY: The research field of communication involves addressing the problem of subject, of discourse and social production of meaning. In that sense, this work attempts to cross narrative identity in Ricoeur and the question of the subject as focused by Althusserian theory of ideology. In this sense, we uphold the hypothesis that narrative identity takes place inside ideology as the field of lived experience, which has been also demarcated by the mechanism of ideological interpellation. KEY WORDS: Narrative identity – Ideology – Subject – Discourse

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El sujeto en el cruce: ideología e identidad narrativa

Introducción En trabajos anteriores hemos abordado la problemática comunicacional en términos de producción social de significaciones,1 a partir de una línea de referencias teóricas que permiten aprehender lo social en relación con el problema de la ideología, en el cruce de las propuestas entre marxismo y psicoanálisis que se desprende del legado althusseriano. Un planteo de este tipo tiene pendiente un desarrollo más amplio en torno de la cuestión del sujeto implicado en dicho proceso. En los términos de Althusser, el sujeto se constituye en la interpelación por la Ideología, sobre la base de un proceso de reconocimiento (imaginario de la propia identidad como el lugar más propio) y desconocimiento (del proceso mismo). Esta interpelación se prepara desde antes del nacimiento: los sujetos nacen ya en la ideología. Una ulterior reflexión sobre el sujeto puede conducir a considerarlo en términos de un mero efecto de estructuras, o puede, antes bien, interrogarse por las formas en que la producción social de significaciones se actualiza en la producción concreta de enunciados. Autores como V. Voloshinov (2009) emprendieron este camino, recibiendo en algunos casos la crítica de acercarse a perspectivas del tipo de la sociolingüística (Gadet, F. y Pecheux, M., 1984). No obstante, preguntarse por los modos en que el sujeto se relaciona con sus condiciones materiales de existencia implica dar cuenta de las formas materiales de manifestación de dicho vínculo: el lugar de lo discursivo aparece como central. En este trabajo introduciremos algunos aspectos planteados por Ricoeur, sobre todo en relación con su concepto de identidad narrativa, con la convicción de que pueden ser leídos en el horizonte de la problemática que vincula al sujeto con la ideología y la producción de significaciones.

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Perspectiva trabajada en el marco de la cátedra Teorías y Prácticas de la Comunicación III, FSOC-UBA y en el equipo UBACyT: Discurso, Política, Sujeto: encuentros entre el marxismo, el psicoanálisis y las teorías de la significación. (Director: Prof. Sergio Caletti).

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La fenomenología hermenéutica de Ricoeur, siendo también crítica de la idea de ego cartesiano, pone al mismo tiempo una distancia respecto del sujeto hablado (ya sea por el inconsciente como por las instancias sociales objetivas), para enfatizar sobre su lugar como agente y como sujeto ético. De esta diferencia teórica, basada no obstante en el terreno común de un distanciamiento de las filosofías del cogito, proponemos resaltar aspectos que, no sin reparos, confluyan para pensar el sujeto y su capacidad transformadora de lo dado, reflexión que no puede obviar la crítica a la idea de cogito, pero tampoco puede considerar lo subjetivo como un mero receptáculo pasivo de fenómenos que lo exceden y determinan.

Acerca de la crítica ricoeuriana a las “hermenéuticas de la sospecha” Existe un punto importante donde será necesario hacer algunas salvedades para nuestra hipótesis de lectura. En Freud: una interpretación de la cultura, a una concepción de la interpretación entendida como restauración/recolección del sentido, Ricoeur opone la de la escuela de la sospecha, encarnada principalmente por Marx, Nietzsche y Freud, y manifiesta un interés por tomar elementos de ambas vertientes para desarrollar una teoría de la interpretación. Señala el autor que, si bien la sospecha se ejerce en los tres maestros de manera diferente, se encuentra en ellos el mismo patrón: el de la “verdad como mentira”. Los tres parten de considerar el conjunto de la conciencia como “falsa”, sumando, a la duda sobre las cosas (ya presente en Descartes), la duda sobre la conciencia. Ahora bien, los tres despejan el horizonte para una palabra más auténtica, para un nuevo reinado de la Verdad, no solo por medio de una crítica “destructora” sino mediante la invención de un arte de interpretar. Descartes triunfa de la duda sobre la cosa por la evidencia de la conciencia; ellos triunfan de la duda sobre la conciencia por una exégesis del sentido. A partir de ellos, la comprensión es una hermenéutica: buscar el sentido, en lo sucesivo, ya no es deletrear la conciencia del sentido, sino descifrar sus expresiones. (Ricoeur, 1990:33).

Su crítica apunta al gesto de desarrollar un método de desciframiento consciente de aquello que ha sido inconscientemente cifrado, lo cual muestra, a su criterio, que “los tres, finalmente, lejos de ser detractores de la ‘conciencia’, apuntan a una extensión de la misma” (Ricoeur, 1990:34). La interpretación desmitificadora muestra el reino de la necesidad oculto tras la ilusión, y hace caer así las fantasías de la imaginación, operación que Ricoeur lee críticamente como una “toma de conciencia” dentro de esa necesidad que determina a los sujetos y de la cual no pueden evadirse.

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En primer lugar, y antes de centrarnos en dicha crítica, señalemos que el hecho de reconocer el gesto de Marx como una hermenéutica apoya nuestro cruce. Aparece, como tarea de toda hermenéutica, la de descifrar algo que ha sido puesto en clave mediante un proceso ajeno a la voluntad de los sujetos, cuestión que pone en escena la importancia de la forma que adquieren las configuraciones de sentido, más que sobre algún tipo de contenido representacional remitente a una realidad por fuera del material significante.2 Respecto de lo dicho más arriba, Ricoeur señala que las hermenéuticas de la sospecha podrían, a su criterio, denunciar la construcción narrativa de sí como un “yo” en tanto una estructura del engaño, una imagen falsa de reconocimiento; crítica a la cual se anticipa diciendo que tal imagen de sí solo puede ser falaz si se organiza en torno a la dicotomía auténtico-inauténtico (Ricoeur, 1999). Sin embargo, es posible pensar el lugar de la interpretación desmitificadora no como un intento por parte del marxismo o del psicoanálisis de restituir una verdad auténtica. Si bien algunas corrientes dentro de estas disciplinas pueden orientarse en esa vía, es también posible argumentar que dicha hipótesis no se sigue necesariamente ni de la lectura que Althusser hace de Marx, ni de la que Lacan ofrece de Freud. Si una de las consecuencias centrales de los planteos de Freud y Marx (no mencionamos a Nietszche porque no nos adentraremos en su postura) es el cuestionamiento de las bases del cogito cartesiano, sería difícil sostener que lo que se trata es de restituir la verdad a partir de un método de desciframiento consciente, sobre todo si entendemos como verdad algún tipo de contenido o esencia del sujeto. En el caso particular de Althusser, la ideología aparece formando parte constitutiva de lo social, hasta llegar a ser el aire que respiran los sujetos: su eficacia práctica no se disuelve conociendo su funcionamiento. La práctica no puede prescindir de ella: es el cemento que posibilita el sentido en una sociedad. Considerar la ideología —y, así, la evidencia ideológica por la que el sujeto se vive como causa de sí— como una estructura de engaño supondría la existencia de un referente empírico —una esencia de la realidad— que la representación traería de manera distorsionada. Pero si, por el contrario, la ideología es pensada como el nivel de lo social donde se dan los fenómenos de significación, no se trata ya de algo contrapuesto a una realidad más auténtica: la representación opera, necesariamente, de la misma manera que el sujeto, en la medida en que se constituye en la ideología; no posee una identidad esen-

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Cf. Zizek, 2003. Zizek realiza un paralelo entre el análisis del fetichismo de la mercancía en Marx y la interpretación de los sueños en Freud como dos procedimientos homólogos que se interesan por descifrar el proceso que ha dado origen a la forma y no por descubrir algo que se ocultaría detrás de ella. Ambos procedimientos de interpretación se interesan por el misterio de la forma misma.

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cial a recobrar. En el siguiente fragmento se revela el carácter necesario de las representaciones: (…) los hombres que no tienen el conocimiento de las realidades políticas, económicas y sociales en las que deben cumplir las tareas que les asigna la división del trabajo, no pueden vivir sin guiarse por una cierta representación de su mundo y de sus relaciones con él. Esta representación ellos se la encuentran primero dada al nacer, existiendo en la sociedad misma, de igual manera que encuentran existentes antes que ellos las relaciones de producción y las relaciones políticas en que deberán vivir. Al igual que nacen como “animales económicos” y “animales políticos” se puede decir que los hombres nacen “animales ideológicos”. Todo sucede como si para existir como seres sociales y activos en la sociedad que condiciona toda su existencia necesitaran disponer de cierta representación de su mundo, la cual puede permanecer en gran parte inconsciente y mecánica, o al contrario puede ser consciente y reflexiva más o menos ampliamente. (Althusser, L., 2003:47-48)

Agregamos que tampoco la crítica de Ricoeur se aplica necesariamente al psicoanálisis en los términos que adquiere en el planteo lacaniano retomado por Althusser. La práctica psicoanalítica así entendida no intenta una restitución del yo (como sujeto centrado en el sistema percepción-conciencia) allí donde estaba el Ello, sino que más bien trata de tocar la relación del sujeto con el significante, es decir situar las coordenadas de emplazamiento del sujeto en la cadena significante donde se constituye.3 En palabras de Althusser: El Edipo no es, pues, un sentido oculto, al que solo faltaría la conciencia o la palabra; el Edipo no es una estructura hundida en el pasado, a la que siempre sería posible reestructurar o superar ‘reactivando su sentido’; el Edipo es la estructura dramática, la ‘máquina teatral’ impuesta por la Ley de Cultura a todo candidato, involuntario y forzado, a la humanidad, una estructura que contiene en sí misma no sólo la posibilidad, sino la necesidad de las variaciones concretas en las que existe, para todo individuo que puede llegar a su umbral, vivir y sobrevivir a él. El psicoanálisis, en su aplicación llamada su práctica (la cura), trabaja sobre los ‘efectos’ concretos de esas variaciones, es decir sobre la modalidad de lo nodal específico y absolutamente singular donde el pasaje del Edipo ha sido y es abordado, franqueado, parcialmente errado o eludido por tal o cual individuo. (Althusser, L., 2003:92-93)

El Edipo aparece como la entrada misma a la cultura. Por fuera de esa estructura, el destierro de la humanidad. El Edipo habla de la constitución desde el inicio descentrada del sujeto y de su vínculo ineludible con la instancia simbólica, a la cual cada sujeto está cosido desde que adquiere existencia en tanto que criatura humana. En su descubrimiento, el psicoanálisis muestra que la identidad de todo sujeto humano implica una distancia de sí a sí mismo en la relación con el otro. De esta manera, no es posible hablar de una auten-

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Cf. Lacan, J., 1975. Allí Lacan se dedica especialmente a criticar a quienes han leído la frase de Freud “Allí donde estuvo Ello debo advenir Yo” en un sentido de restitución del yo como sujeto de la conciencia. Desde su postura, Lacan señala la ex-centricidad de todo ser humano respecto de sí mismo: una heteronomía constitutiva por la que la alteridad está en el núcleo de lo que vivimos como lo más propio.


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ticidad del sujeto, si por ello entendemos un espacio de mayor profundidad, su esencia como un contenido cognoscible y explicitable. A partir de lo dicho, no se trata de homologar las diferencias entre las dos perspectivas —la de Ricoeur y la de Althusser—, sino de habilitar espacios de productividad en el cruce de ambas. En la lectura del marxismo y del psicoanálisis propuesta, lo que está en juego no es el intento por lograr una autenticidad del sujeto, un nuevo reinado del cogito. Por lo tanto, no se trata de un planteo incompatible con lo que Ricoeur llama una hermenéutica de la recolección, donde la refiguración de sí a través de la mediación del otro no es un camino hacia la autenticidad de uno mismo, sino que el acto de construirse es al mismo tiempo lo que nos construye como lo que somos (Ricoeur, 1999:228-9). Justamente, este punto es uno de los que sostendrá nuestra argumentación. Ricoeur también entra en discusión con el método estructuralista, específicamente en un debate con Lévi-Strauss, el cual se ve reflejado en El conflicto de las interpretaciones. Foessel señala que Ricoeur marca su oposición a un modelo que pretenda dar cuenta de los fenómenos sociales a partir de una única ley, así como a la primacía de la sincronía por sobre la diacronía, y al principio inconsciente que precede y gobierna la multiplicidad de los fenómenos (Delacroix et al., 2008). En Ideología y utopía, Ricoeur se dedica a una minuciosa lectura de Althusser, a quien ubica dentro de la vertiente que enfoca de manera estructuralista los textos de Marx. Es por ello que señala, como uno de los principales problemas a la hora de pensar la ideología, el defasaje que existe entre la ideología como campo anónimo y las producciones individuales. En otras palabras, Ricoeur se pregunta qué significa un campo si nadie lo significa, punto en el cual sitúa una vacancia en la medida en que, a su criterio, Althusser asigna demasiada importancia al concepto de campo: “Hay pues una reciprocidad entre campo y pensamiento individual y es necesario que podamos conceptualizar esta situación” (Ricoeur, 1989:157). De otra forma, Ricoeur no ve cómo sería posible dar cuenta de, por ejemplo, la novedad radical que el mismo Althusser asigna a la obra de Marx. La ruptura epistemológica de Marx, que provoca el paso hacia el materialismo histórico como ciencia, se da para Althusser en el paso de la preocupación por los seres humanos a una explicación de la base real de la historia expresada en fuerzas y relaciones de producción, corte por el cual toda referencia ulterior a los individuos reales caería dentro de la ideología. En el abandono de la problemática antropológica Althusser pierde, a los ojos de Ricoeur, la posibilidad de diferenciar entre el concepto idealista de la conciencia y el de hombres reales viviendo en determinadas condiciones. Ricoeur detecta otro problema, y es que, para hablar de la ideología en términos positivos, el propio Althusser recurre a la adopción, al menos en par-

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te, del mismo vocabulario que denuncia como ideológico —caso contrario, solo puede hablarse de estructuras y aparatos—. Para sortear este problema, Ricoeur observa que Althusser desvía el pensamiento sobre lo imaginario hacia algo institucionalizado, dejando de lado la posibilidad de pensarlo como estructura simbólica en su relación con los hombres reales. Señala Ricoeur, como una salida a estos problemas, la posibilidad de separar reconocimiento de desconocimiento. Decir, como hace Althusser, que todo reconocimiento es “desconocimiento” presenta una postura pesimista que reduce la problemática del sujeto a la mera sujeción a los aparatos, dificultando la posibilidad de concebir el lugar de ruptura subjetiva con dicho sometimiento. Para Ricoeur, se hace necesaria una teoría de la acción simbólica en este punto, en la medida en que no se puede hablar de desconocimiento sin hablar de reconocimiento, y que éste sólo puede concebirse desde una perspectiva antropológica. Entiende este enfoque no desde una perspectiva idealista, sino a partir de lo que considera el verdadero aporte de Marx: la aparición del concepto de ser humano real obrando en condiciones dadas. En este punto sitúa, a nuestro criterio, la crítica más profunda a Althusser. No obstante, esta lectura de Ricoeur, rica en sutilezas, no aparece puesta en juego en las obras donde despliega el concepto de identidad narrativa, la cual, tal como marca el autor, se desarrolla en el terreno del reconocimiento en un marco no idealista. La perspectiva del conflicto y de la lucha no parece formar parte orgánica de su conceptualización, punto por el que creemos interesante sostener el planteo althusseriano. Pasemos entonces a considerar aspectos concretos del problema de la ideología en Althusser en relación con la identidad narrativa en Ricoeur, a fin de establecer, más allá de las distancias entre los planteos, algunos espacios de productividad.

Núcleos de productividad. El sujeto ideológico y la narración de sí: ¿Un cruce posible? El intento de pensar un cruce entre la concepción de sujeto derivada de la teoría de la ideología de Althusser y el concepto de identidad narrativa tal como lo plantea Ricoeur, se encuadra en una pregunta más general acerca de los modos concretos en que se realiza la interpelación. Si, tal como señala Althusser, el mecanismo de interpelación ideológica se basa en un doble proceso de desconocimiento y reconocimiento, y es en este último donde los sujetos viven sus relaciones con sus condiciones de existencia,4 nos pregunta-

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“La ideología concierne, por lo tanto, a la relación vivida de los hombres con su mundo. Esta relación, que no aparece como ‘consciente’ sino a condición de ser inconsciente (…)”. (Althusser, 2004:193).


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mos entonces acerca de las formas que adquiere ese lugar vivencial, y cómo pensarlo no en términos de algo inefable, sino como un terreno socialmente demarcado. A pesar de las diferencias señaladas, el concepto de identidad narrativa puede leerse en el terreno de los planteos de Althusser. La constitución de la identidad pensada desde la reflexividad debe situarse indudablemente en el terreno del reconocimiento ideológico: en ese cruce entre lo Simbólico y lo Imaginario donde el sujeto, habiendo ingresado ya a la Cultura por medio del mecanismo de interpelación, dice “yo” y enlaza, a partir de allí, una serie de experiencias vividas en primera persona y unificadas en una biografía individual. Ricoeur define la identidad narrativa como “aquella identidad que el sujeto alcanza mediante la función narrativa” (Ricoeur, 1999:215). En tanto la experiencia de la vida humana muestra que no hay un núcleo inmutable de identidad personal, un fundamento para el nombre propio, una esencia del sujeto invariante que opere a priori como lo que conecta una vida, esa conexión está dada por la narración en su aspecto configurante. De esta manera, el relato de sí se imbrica con una forma de abordaje del problema filosófico de la identidad personal que permite dar cuenta no solo de la identificación/ reconocimiento por parte de otro, sino de la capacidad reflexiva de un sujeto. Este lugar de la narración en primera persona será abordado por el autor a partir del desdoblamiento de la identidad en los dos polos: ídem e ipse (provenientes del doble origen latino del término identidad). El primero se refiere a la mismidad, a aquello que permanece en el tiempo y que, por ese motivo, se opone a “diferente”. Se caracteriza por la identidad numérica y cualitativa y por la permanencia en el tiempo, todos aspectos que dan cuenta de un modo de identificación vinculado al reconocimiento de la unidad (Ricoeur, 1996). Esta mismidad es la que es tratada en la mayoría de las teorías que abordan la cuestión de la identidad personal (entendiéndola como heteroatribuida), dando lugar según el autor a aporías diversas, derivadas, sobre todo, del problema de cómo dar cuenta de la relación entre permanencia y cambio.5 Ricoeur, por su parte, propone comprender el problema de la identidad personal a partir de la dialéctica entre este primer sentido de identidad y el segundo –ipse, el cual refiere a lo propio (opuesto a lo otro, lo extraño) y vinculado con la palabra dada como su forma de manifestación (Ricoeur, 1996). Entonces, mientras que el polo ídem se mantiene más cerca de la identificación de la persona en su invariancia, el ipse se relaciona con su reflexividad, entendida

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Cf. Ricoeur, 1996. Véase al respecto la manera en que Ricoeur analiza las aporías del problema de la identidad personal que conduce en Hume a la aniquilación del cogito.

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no como introspección de la conciencia individual, sino como atestación de sí ante sí y ante los otros.6 Volveremos a lo largo de este trabajo sobre estos puntos, pero retengamos por el momento que la identidad narrativa está entre dos dialécticas que hacen a la identidad: por un lado, la de idem (carácter, permanencia) e ipse (mantenimiento de sí, contingencia); por el otro, la del sí mismo y la alteridad. El lugar del otro, en la identidad comprendida en la dialéctica idem / ipse, no es ya el de oponente, contrario o complemento, heterogéneo respecto del yo monádico. En la problemática del sí mismo, la alteridad forma parte constitutiva de éste, en la medida que el componente ipse es proyectivo. En primer lugar, la identidad narrativa es un concepto que permite abordar la cuestión del lugar del sujeto en permanente tensión entre permanencia/ transformación de sí. Sus modulaciones se darán, según la relación propuesta en este trabajo, sobre el terreno ya delimitado por la interpelación ideológica. En segundo término, si, según Althusser, la ideología tal como es vivida por los sujetos expresa un afecto, la identidad narrativa permitirá dar cuenta de la manera en que dicho afecto se inserta dentro de la trama significativa de la historia de una vida, dentro de la biografía del sí mismo. De esta manera, en la unidad biográfica de una vida no sólo emerge la identidad personal hilvanada, sino que también es allí donde se ponen en relación las formas del vínculo que los sujetos establecen con las instancias objetivas de lo social. Dicho de otra forma y a nivel más general: en nuestra hipótesis, la identidad narrativa permitirá enriquecer una perspectiva que intente dar cuenta de lo discursivo en su conexión con lo ideológico, proponiendo un punto de vista centrado en la narración de sí de los sujetos. Por último, consideramos interesante la conexión que Ricoeur establece con la temporalidad vivida, diferente del tiempo trascendental, así como también del íntimo. La temporalidad vivida aparece como una mediación imperfecta entre los otros dos tiempos, y es efecto del relato: tiene que ver con la temporalidad experimentada y con el compromiso respecto del porvenir. La problemática de la identidad personal solo puede articularse en relación con la temporalidad humana: la persona de la que se habla, la que actúa, dice Ricoeur, tiene su historia propia.

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La atestación es “una especie de confianza (…). Esta confianza será, alternativamente, confianza en el poder de decir, en el poder de hacer, en el poder de reconocerse personaje de la narración, y, finalmente, en el poder de responder a la acusación con el acusativo: ¡heme aquí! (…)”, Ricoeur, 1996, pág. XXXVI.


El sujeto en el cruce: ideología e identidad narrativa

Acerca del sujeto. Las críticas al cogito cartesiano El ego de la Modernidad es siempre un yo que puede ser empírico o trascendental, absoluto o relativo, pero para quien la alteridad no es constitutiva, sino siempre un complemento secundario. En Descartes, el ego aislado —puntual, ahistórico— practica la duda metódica y solo posee certeza de sí en tanto que se encuentra como sustancia pensante: el sujeto aparece como sustancia primera, invariable y permanente. Por el lado del materialismo histórico, el hecho de la determinación por la economía —aun de la determinación en última instancia— pone en entredicho tal sujeto de la conciencia, en la medida en que sus representaciones emanan de condiciones históricas ajenas a su voluntad. En Althusser, la teoría de la Ideología es clara al respecto: el sujeto se reconoce como yo allí donde en efecto es interpelado por el Otro (Orden Simbólico, el Orden de la Cultura), el cual le asigna su lugar sin que aquél lo sepa. Tomando aspectos tratados por Freud, señala cómo, ya desde antes de nacer, al bebé se le ha dado un nombre, se han colocado en él ciertas expectativas, aspectos todos que luego el sujeto asumirá como propios: Freud nos descubre, a su vez, que el sujeto real, el individuo en su esencia singular, no tiene la figura de un ego centrado sobre un ‘yo’, la ‘consciencia’ o la ‘existencia’ (…) y que el sujeto humano es descentrado, constituido por una estructura que tampoco tiene ‘centro’ más que en el desconocimiento imaginario del ‘yo’, es decir, en las formaciones ideológicas en que se reconoce. Por ello (…) nos está abierto uno de los caminos por los que un día quizás llegaremos a una mayor comprensión de esta estructura de desconocimiento que interesa principalmente a toda investigación sobre la ideología. (Althusser, 2003: 35-6)

Por otra parte, se señaló ya que en Althusser la ideología no es una deformación eliminable de la realidad, donde existiría un punto de desalienación del sujeto respecto de su falsa conciencia. Este planteo implica la problematización de un afuera de la ideología, que el propio Althusser explicita: Si toda la función social de la ideología se resumiera en el cinismo de un mito (como las “bellas mentiras” de Platón o las técnicas de la publicidad moderna), que la clase dominante fabricaría y manipularía desde el exterior, para engañar a quienes explota, la ideología desaparecería con las clases. Pero, como hemos visto (…) queda claro que la ideología (como sistema de representaciones de masa) es indispensable a toda sociedad para formar a los hombres, transformarlos y ponerlos en estado de responder a las exigencias de sus condiciones de existencia.7 (Althusser, 2004:195)

En otras palabras, si la ideología no puede ser eliminable en tanto es constitutiva de lo social, pero al mismo tiempo la historia proporciona ejemplos de

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Las cursivas son originales, las negritas son nuestras.

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transformación y no solo de reproducción de lo dado, se deduce que es dentro de la ideología donde los hombres transforman el mundo. Afirmamos por lo tanto que se puede pensar el sujeto a partir de lo planteado por Althusser, lo cual implica que no se encuentra enteramente determinado por las estructuras —en caso tal no poseería ninguna capacidad interviniente.8 Asimismo, la imposibilidad de hacer un uso cínico de la ideología reafirma el distanciamiento respecto de la concepción moderna del cogito cartesiano que subyace a la ideología como imposición intencionada de ideas distorsionadas. La conciencia está estructurada por la ideología, aun en el caso de la clase dominante. Por parte de Ricoeur, los principales ejes de su crítica al sujeto cartesiano, tal como lo señala en el prólogo de Sí mismo como otro, son: el rechazo del solipsismo (en la medida en que va a concebir la alteridad como constitutiva del sí); la puesta de relieve de una ausencia de problematización respecto del tiempo y del cambio; el cuestionamiento de la garantía brindada en última instancia por Dios al cogito, a lo cual propone el concepto de atestación.9 Naishtat (2007) afirma que la identidad narrativa se mueve dialécticamente entre el polo ídem y el ipse, constituyendo una concordancia unitaria que permite mantener la unidad de sí al mismo tiempo que albergar el cambio. La identidad narrativa constituye, entonces, la articulación entre el pasado y el proyecto de sí (dimensión de la temporalidad), así como también es soporte de responsabilidad y fidelidad ante los otros, mostrando cómo la alteridad es constitutiva del sí mismo y no es un mero complemento del ego (Ricoeur, 1996:120). Este relato es el que dice el quién de una acción, el que, en suma, soporta el nombre propio. La cohesión de una vida puede incluir, a partir de esta idea, mutaciones, refiguraciones de todo tipo, que hacen de la vida un tejido de historias contadas (Ricoeur, 1985). En Althusser, la ideología constituye el sistema de representaciones capaz de ensamblar lo social en una unidad de sentido, sobre la base del desconocimiento del hecho de que el sentido inmediato que el mundo adquiere para los

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Cf. Laclau, E. y Mouffe, Ch., 2004. Allí, los autores señalan que el concepto althusseriano de sobredeterminación es, tal vez, uno de los que permite sostener esta apertura de lo social. No obstante, allí mismo sostienen que en Althusser el concepto no fue llevado hasta sus últimas consecuencias —afirmar que lo social no posee esencia— sino que la determinación en última instancia por lo económico significó un cercenamiento de dicha potencialidad. Por su parte, Ricoeur señala también que la subordinación de Althusser de la sobredeterminación al esquema de efectividad de la infraestructura sobre la superestructura no permite una verdadera complejización del problema, y señala que el propio concepto de sobredeterminación debería ser leído por fuera de una relación de causalidad.

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La atestación posee “una fragilidad específica a la que se añade la vulnerabilidad de un discurso consciente de su falta de fundamento. (…) La atestación de sí es la que (…) preservará la pregunta ¿quién? de dejarse reemplazar por la pregunta ¿qué? o por la de ¿por qué?”. (Ricoeur, 1996: XXVI)

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sujetos es fruto ya de una determinada constitución de lo social. En Ricoeur el acento no está puesto sobre la base de un desconocimiento de la ausencia de unidad necesaria de la propia identidad, pero, no obstante, la unidad de sentido de la propia vida aparece sobre un fondo de contingencia, ejerciendo a su manera ese rol de argamasa de una identidad carente de sustento a priori.

Lo vivido y lo simbólico Althusser señala que el lugar de lo vivido, de la experiencia que los sujetos tienen del mundo, es el de la ideología. Dicho en otros términos, la ideología es el sistema estructurado de representaciones que se aparece a los sujetos como la realidad misma: lo que entendemos por realidad está configurado por la ideología. En la ideología, los hombres expresan, en efecto, no su relación con sus condiciones de existencia, sino la manera en que viven su relación con sus condiciones de existencia: lo que supone a la vez una relación real y una relación ‘vivida’, ‘imaginaria’ (…). (Althusser, 2004:193; las cursivas son nuestras)

En la medida en que todo lo que acontece en el terreno de lo vivido está desde el comienzo atravesado por lo simbólico,10 y que la cultura está formalmente organizada como un lenguaje, el planteo de Althusser deja abierta aquí la puerta para el pensamiento acerca del lugar de lo discursivo. Entendemos que esta premisa, que ha sido tomada por autores diversos (Cf. Pêcheux, 1978), no ha sido suficientemente vinculada a la cuestión de la primera persona. La ideología es, por lo tanto, la expresión de la relación de los hombres con su ‘mundo’, es decir, la unidad (sobredeterminada) de su relación real y su relación imaginaria con sus condiciones de existencia reales. En la ideología, la relación real está inevitablemente investida en la relación imaginaria: relación que expresa más una voluntad (conservadora, conformista, reformista o revolucionaria), una esperanza o una nostalgia, que la descripción de una realidad. En esta sobredeterminación de lo real por lo imaginario y de lo imaginario por lo real, la ideología es, en principio, activa, y refuerza o modifica las relaciones de los hombres con sus condiciones de existencia, en esa misma relación imaginaria. (Althusser, 2004:193-4)

En el fragmento citado, nos interesa señalar que el propio Althusser entrecomilla la palabra “mundo”: hay allí una marca de que con tal término no se refiere a las cosas “como son en realidad”, ni tampoco a una experiencia inmediata. Por otro lado, si bien no descarta la cuestión de las condiciones de existencia, éstas aparecen investidas de manera ineludible por la relación

10 Althusser, L. (1970) 2003. Allí el autor señala que el predominio del Orden Simbólico sobre lo imaginario es el descubrimiento central de Lacan.

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imaginaria. Esta relación expresa un afecto (una voluntad, una esperanza o una nostalgia) respecto de esas condiciones reales: se trata de la posición subjetiva, del “yo” vivido. En Ricoeur, la identidad narrativa constituye una mediación, comporta una dimensión configurante de la acción a la cual integra en un conjunto cuya coherencia procura sostener. Al mismo tiempo, su aporte desde la hermenéutica permite añadir que no hay expresión pura, no simbolizada, de la práctica. Toda acción está inmersa, desde el inicio, en lo simbólico, lo que implica que la mediación narrativa no se opera sobre un terreno no-significante. Retomando el planteo de Althusser, aparece la importancia de pensar el lugar de lo social en la configuración de la experiencia vivida. Plantea Althusser en su lectura de Lacan que ese terreno de lo social es, junto con la lengua, la Ley que el niño recibe desde su primer momento de vida y sobre la cual habrá de constituirse como sujeto humano. Por lo tanto, nuestra lectura nos conduce a pensar que la identidad narrativa de cada sujeto —individual o colectivo11— se constituye en un espacio profundamente social, en un terreno que ya ha sido marcado por esa Ley del Orden, esa Ley de la Cultura en la que, junto con la lengua, pero también con los sistemas de parentesco y las formaciones ideológicas, “los personajes inscritos (…) viven su función” (Althusser, 2003: 28). El plano donde situar la identidad narrativa se ubica, entonces, dentro del espacio del reconocimiento ideológico. Un elemento importante de la identidad narrativa es la reflexividad: la identidad narrativa, en su aspecto ipse, es una identidad que el sujeto se da al volver sobre sí mismo, siempre en una relación con el otro y teniendo en cuenta que no hay un sujeto anterior al relato que opere como sustancia o soporte, en suma, como conciencia primera que se expresa luego en el lenguaje. Por otro lado, cabe destacar que toda reflexividad se encuentra simbólicamente mediada, en la medida en que se constituye enredada con la narración: entra en esta operación narrativa el universo simbólico e histórico, y, con ello, la alteridad. El sí mismo se configura y reconfigura a partir de la aplicación reflexiva de configuraciones narrativas, donde “el sujeto aparece entonces constituido a la vez como lector y como escritor12 de su propia vida” (Ricoeur, 1983-5: 443. La traducción es nuestra).

11 Ricoeur señala que la identidad narrativa es un concepto aplicable tanto a sujetos individuales como colectivos. Respecto de esta cuestión, hemos desarrollado otros trabajos, aún inéditos. 12 En la edición traducida al castellano (RICOEUR, P., Tiempo y Narración, Siglo XXI, México, 1995), la palabra scripteur del original aparece traducida como “escritor”. Proponemos como traducción alternativa un neologismo como “escribidor”, para diferenciar scripteur de écrivain (escritor). Mientras que éste hace referencia al escritor como autor, como el que se dedica a la creación de obras literarias, scripteur hace alusión más bien al que realiza el trabajo físico de escribir, así como a aquel que suscribe una historia, en vínculo con el concepto ricoeuriano de atestación.

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La identidad narrativa aparece también definida como un estilo propio de transformación subjetiva sobre el fondo de la trama. Podemos decir, en otros términos, que el modo práctico de adecuación subjetiva a la contingencia sobre el fondo de la continuidad constituye un rasgo esencial de la identidad. Más que una sustancia (¿qué?), la identidad aparece como un modo de hacer, suscripto por alguien (¿quién?). Este punto puede vincularse con la ideología como lo vivido, dejando abierta la cuestión —que no profundizaremos aquí— de la relación entre ideología y ética. No obstante, el planteo de la ideología como el lugar donde los sujetos viven sus relaciones con sus condiciones de existencia tiene implicancias prácticas: Los hombres viven sus acciones, referidas comúnmente por la tradición clásica a la libertad y a la “conciencia”, en la ideología, a través y por la ideología, en una palabra, que la relación “vivida” de los hombres con el mundo (…) es la ideología misma. En este sentido decía Marx que, en la ideología (como lugar de luchas políticas) los hombres toman conciencia de su lugar en el mundo y en la historia: en el seno de esta inconsciencia ideológica, los hombres llegan a modificar sus relaciones “vividas” con el mundo y a adquirir esa nueva forma de inconsciencia específica que se llama “conciencia”. (Althusser, 2003:193)

La ideología así entendida no tiene que ver con un conjunto de ideas, sino con el modo práctico de vivirse la propia existencia de los hombres. Las acciones y la manera en que ellas son vividas no pueden discernirse, de manera que no puede pensarse una acción por fuera de un marco de inscripción ya trabajado por la ideología. La cuestión ética reaparece en la medida en que el terreno de toda posible transformación o adecuación al cambio está colocado sobre el fondo del desconocimiento ideológico. Ahora bien, y este punto es central: a diferencia de lo planteado por Ricoeur en su crítica a Althusser, si la ideología es pensable como un nivel donde se libran luchas, es necesario entonces contemplar que el fondo de desconocimiento no opera únicamente como garantía de sujeción, sino como condición de posibilidad para que haya sujetos. Pero, entonces, y aquí sí volvemos a Ricoeur, la teoría de la ideología no puede obviar el problema de la agencia, el quién de la acción.

La retroactividad y la significación Si lo que Ricoeur llama el tiempo pre-narrativo está ya mediado simbólicamente, ¿qué cambia luego de la lectura? ¿En qué medida el tiempo de la experiencia práctica no estaba ya mediado por la narración? Respecto de este punto, Ricoeur señala que el movimiento es el de una espiral: hay una estructura pre-narrativa de la experiencia donde los encadenamientos de la vida constituyen historias potenciales; hay, en la vida cotidiana, una demanda de

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narración. Cita entonces el ejemplo del psicoanálisis, donde la historia de una vida surge del fondo de historias nunca antes contadas: en la búsqueda de una identidad personal, se asegura la continuidad del paso entre una historia incoativa a una historia expresa de la cual los sujetos asumen la responsabilidad (Ricoeur, 1985). La refiguración, entonces, a partir de la mediación narrativa tiene un valor performativo: el sujeto surge junto con la narración, con la historia de su vida o con las historias contadas de otras vidas: “Es necesario que las historias contadas ‘emerjan’ (auftauchen) de ese segundo plano. Con esa emergencia, también emerge el sujeto implicado” (Ricoeur, 1983-5:143). El sujeto está involucrado, enredado en las historias, al tiempo que no se conoce a sí mismo de forma inmediata (como planteara Descartes), sino que siempre llega a sí por una vía indirecta: el conocimiento de uno mismo es siempre interpretación de sí (Ricoeur, 1999:227). Este rol de la narración como organizadora de la vivencia, nos permite plantear la cuestión del movimiento de retroactividad. En primer lugar, el propio Ricoeur rescata de la práctica de la cura psicoanalítica el hecho de que allí el sujeto busca, se busca, mediante la palabra. Ahora bien, tanto para el psicoanálisis como para la hermenéutica que está planteando Ricoeur, en ese buscarse no se va a encontrar algo que antecediera al propio relato: en Ricoeur el sujeto emerge en el acto de leer la historia que él mismo ha escrito sobre sí. El propio acto de narrar es constituyente: el acto de darse un nombre, de decir “nosotros somos esto” abre el lugar del sujeto a variaciones contingentes que posteriormente devienen necesarias. Veamos cómo lo plantea Lacan: En el recurso, que nosotros preservamos, del sujeto al sujeto, el psicoanálisis puede acompañar al paciente hasta el límite extático del “tú eres eso”, donde se le revela la cifra de su destino mortal, pero no está en nuestro solo poder de practicante, el conducirlo hasta ese momento en que empieza el verdadero viaje. (Lacan, 1975: 93)

La terapia aparece como un camino del sujeto que se realiza con la mediación de otro: un acompañante que va con él hasta el lugar donde el sujeto en cuestión encuentra que su propio yo no es causa, sino efecto de una constitución precisa. Es allí donde, en otras palabras, advierte que no habla desde su más profunda intimidad, sino que narra, se narra, desde un lugar donde ya habitaban otros. En el punto de encrucijada, el viaje implica una retroactividad: como planteara Ricoeur, el gesto retroactivo consiste en la lectura de aquello que se ha escrito sobre sí. A partir del ejemplo de la comunidad del Israel bíblico, Ricoeur afirma lo siguiente: (…) es narrando relatos considerados como el testimonio de los acontecimientos fundadores de su propia historia que el Israel bíblico devino la comunidad histórica que lleva ese nombre. La relación es circular: la comunidad histórica que se llama el pueblo judío obtuvo su identidad de la recepción misma de los textos que ella produjo (Ricoeur, 1983-5: 445).

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Remarcamos la cuestión del efecto, ya que encontramos este movimiento retroactivo también en la manera en que Althusser formula la cuestión de la evidencia de sí del sujeto. Althusser señala en Ideología y Aparatos Ideológicos de Estado, que todo individuo es siempre-ya sujeto: no hay momento donde el individuo tenga existencia real, sino que la noción misma de individuo es abstracta porque solo hay sujetos, criaturas humanas interpeladas por la ideología. Sin embargo, cada uno de ellos vive como evidente, natural, su condición de ser sujeto libre, de voluntad, etc. y reconoce retroactivamente que siempre ha sido así: la trayectoria de su vida se le aparece como efecto de su propia determinación. Por poner un ejemplo trivial, un adulto encuentra el “germen” de su elección profesional en sus juegos de niño: “ya desde chiquito jugaba a construir castillos de arena”, dice el arquitecto, invirtiendo la causa por el efecto. El juego infantil solo adquiere su sentido una vez que el adulto es, en este ejemplo, arquitecto. Así, el juego aparece como causa del destino del sujeto, sobre el fondo del desconocimiento de las determinantes reales (históricas y de clase) de la “elección” individual. En la formulación lacaniana, la retroactividad aparece operando en la cadena significante. Así, el sentido de la cadena se precipita après coup: en un determinado punto, un significante detiene la flotación de los demás significantes y los fija en una secuencia determinada. El efecto es el de una inversión, por la cual aquello que adquirió significación retrospectivamente aparece como la causa de la cadena. Ocurre a la manera de un relato de intriga, donde la verdad que se revela al final permite al lector reorganizar la totalidad del relato y asignar un sentido a los elementos que resultaban incomprensibles o poco claros, provocando el efecto de que no podría haber sido de otro modo. El desenlace aparece como la salida necesaria: la significación adviene en lo imaginario como efecto de la articulación significante. En la narración, Ricoeur sostiene que la dialéctica temporal del relato conlleva dos dimensiones: la episódica (el tiempo homogéneo en que se desarrolla el relato, la sucesión de contingencias sobre una línea de tiempo medible) y la configurativa (consistente en la “elaboración de totalidades significativas a partir de acontecimientos dispersos”, que se opone dialécticamente a lo episódico como figura a secuencia). Ambas son irreductibles y deben estar presentes en todo relato para que sea tal. La dimensión configurativa depende de la posibilidad de “considerar conjuntamente”, de forma que toda la trama puede abarcarse con un solo pensamiento. Esto no se da solo en la narrativa ficcional, sino que se encuentra en los términos con que aprehendemos largos períodos históricos en el relato historiográfico (Ricoeur, 1999:197-8). El autor afirma que “la historia contada repite la acción al configurar lo memorable”, donde la repetición no es el origen con el que tenemos que romper, sino la mirada retrospectiva sobre nuestras acciones pasadas dándole una identidad

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a la totalidad que se repite en ese acto de contarla. Aquí se pone de relieve el poder configurante de la nominación, a partir de su efecto retroactivo sobre el conjunto de lo narrado. Es únicamente al llegar al final de la narración cuando todos los episodios adquieren sentido en función de la totalidad configurada. La memoria recorre la secuencia hacia atrás y acepta la conclusión que, si bien es contingente, resulta aceptable —e incluso necesaria— a partir de los episodios que hicieron llegar hasta ella. En síntesis, el reconocimiento de sí a partir de la narración autoatribuida, tal como está expresado por Ricoeur, aparece en los términos de un efecto: el efecto de necesidad de la narración, donde sus componentes bien podrían haber sido otros, pero, sin embargo, en la totalidad configurada por lo narrado adquieren un sentido aceptable. Por su parte, el mecanismo de desconocimiento que aporta la teoría de la ideología es el que borra las marcas de constitución mediante la interpelación, provocando un efecto de evidencia de haber estado siempre allí: “Soy el amo de mi destino: / Soy el capitán de mi alma”.13 En la ideología el sujeto es efecto, podemos decir, de un mecanismo que se le escapa, lo cual permite introducir la reflexión acerca de las formas de sujeción que cosen al sujeto a lo social. No obstante, recordemos que el desconocimiento debe ser tomado, a nuestro criterio, como condición de posibilidad para la existencia de los sujetos, y no únicamente como mecanismo de sujeción de los mismos.

Final. En el horizonte de lo discursivo A lo largo del trabajo se tocaron puntos importantes para la reflexión sobre la producción social de las significaciones, con implicancias no sólo respecto de sus fundamentos conceptuales sino también de cuestiones metodológicas y técnicas. El fondo subyacente del abordaje de las relaciones entre sujeto e ideología se vincula a una pregunta respecto de cómo situar lo discursivo. Desde nuestra perspectiva, el discurso posee un estatuto complejo que no se reduce a las expresiones verbales conscientes y voluntarias de individuos aislados. Si bien en las ciencias sociales dicha concepción ya ha sido suficientemente cuestionada, el debate en torno del problema no está aún saldado. El cruce que hemos propuesto entre los planteos de Althusser vinculados a la cuestión de la ideología, y los de Ricoeur en relación con la identidad narrativa, posibilita —sin ninguna pretensión de arrojar resultados definitivos— la puesta de relieve de algunos de los ejes más problemáticos que, a nuestro criterio, presenta

13 Fragmento del poema de HENLEY, W. E., Invictus, (traducción de Juan Carlos Villavicencio), en http://descontexto.blogspot.com/2010/03/invictus-de-william-ernest-henley.html. Fecha de consulta: 06/12/2010.

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el trabajo con lo discursivo. A modo de recapitulación, repasemos algunos de ellos y explicitemos los interrogantes que quedan a la vista. Se trabajó, por un lado, el lugar de lo ideológico como inherente a lo social y como matriz de constitución subjetiva: se formuló aquí la tensión desconocimiento/reconocimiento, por la cual se abre la necesidad de interrogarse acerca de las formas históricas que adquiere la interpelación, pero al mismo tiempo por la relación entre un mecanismo sin sujeto (la ideología en general) y los sujetos donde las ideologías (en particular) se actualizan. La identidad narrativa provee un terreno para pensar las formas particulares en las que se forma la identidad, siempre en un terreno balizado por formas sociales de inscripción de los sujetos. Este primer aspecto pone en escena no solo la tensión entre lo general y lo particular, entre lo impersonal y lo subjetivo (dicotomías que aún deben seguir siendo pensadas), sino también la cuestión de la transformación de lo dado y el lugar del componente ético en la trama de lo ideológico. Por otra parte, se reafirmó el cuestionamiento de una concepción de sujeto basada en la conciencia, tal como deriva del proyecto moderno. Se abre, a partir de aquí, el terreno para pensar tanto la apertura de la identidad, como su vínculo con la alteridad de una forma distinta a la del otro como extraño. La alteridad es constitutiva del sujeto no como limitación de una libertad individual preexistente, sino como condición de posibilidad. A partir de ello, se desprenden consecuencias relativas a la significación y a la toma conceptual del discurso. A partir de la hermenéutica aportada por Ricoeur, se ve cómo la experiencia está desde un primer momento mediada por lo simbólico, y se reorganiza en narraciones que le dan una configuración unificada. De un modo similar, la ideología como relación de segundo grado planteada por Althusser supone que no es posible un encuentro con una realidad no mediada simbólicamente. Este punto es central, a nuestro criterio, ya que lo simbólico adquiere una fuerza performativa, producente de lo que vivimos como realidad. La identidad narrativa permite pensar esto con el acento puesto en la reflexividad y la experiencia personal, mientras que, por su parte, la problemática de la ideología inscribe lo dicho en las condiciones históricas de ese relato. Estas condiciones suponen la inserción de cada narración en relaciones de conflicto, reapropiación, etc., con otras narraciones, las cuales estarán vinculadas al conjunto de las relaciones de fuerza dadas en un momento histórico.

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Días de Radio Carlos TROMBEN Escritor

RESUMEN: La radio desempeñó un papel fundamental durante la Segunda Guerra Mundial, al punto que las batallas entre ejércitos tuvieron su correlato en los combates librados en el espectro electromagnético entre las principales potencias en conflicto. Sus prácticas de diseño y producción de contenidos, segmentación de audiencias y movilización de las emociones, han atraído recientemente el interés de las ciencias sociales. Hoy pueden ser consideradas un anticipo de lo que sería, décadas más tarde y con otros dispositivos técnicos, el desempeño y rol de los medios globales como CNN durante los conflictos asimétricos y guerras neocoloniales de la última parte del siglo XX y comienzos del XXI. PALABRAS CLAVE: Comunicación – Radio – Segunda Guerra Mundial – Propaganda – Espionaje. SUMMARY: Radio broadcasting had a pivotal role during World War II; actual battlefields were the visible theatre, but conflicting world powers also clashed in the electromagnetic spectrum. Their content design and production practices, audience segmentation and emotional mass-mobilization have recently attracted the interest of social science researchers. From a contemporary perspective, these can also be seen as forefathers of modern-day globalized media such as CNN and its role in the asymmetrical, neocolonial conflicts of the late XX century and early XXI century. KEY WORDS: Communication – Radio – World War II – Propaganda - Espionage.

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Desde el lugar de los hechos La voz del locutor se escucha contra un fondo de motores. “Lo que ustedes escuchan son los tanques británicos avanzando al encuentro del enemigo”.1 El tono es apremiante, descriptivo, funcional a la ausencia de imágenes y la creación de una atmósfera de tensión. La gran batalla está por comenzar, y esos hombres cuyas voces oímos debajo de la maquinaria de guerra, avanzan decididos hacia la muerte, en defensa de la libertad. La secuencia culmina con una impresionante salva de artillería, secundada por gritos de soldados y ametralladoras que repican. En una época en que no existían sistemas de grabación magnética, el periodista Godfrey Talbot debió registrar la escena sobre un disco acetato, directo del micrófono a una tornamesa. El disco viajó luego desde el frente de El Alamein hacia el estudio de la BBC en El Cairo, donde largos trechos fueron censurados (léase inutilizados), para luego ser transmitidos por radio a Londres. Lo que hoy oímos es una re-grabación en un cable de tungsteno, reparada digitalmente y en formato MP3. A pesar de esta precariedad, las transmisiones de Talbot y otros periodistas puede ser vistas hoy en día, desde la perspectiva de su impacto sobre el público, de la misma manera en que Paul Virilio (1984) describe el rol de la CNN durante la primera guerra del Golfo: una logística de la percepción. Aunque fuera en diferido, miles de hogares ingleses “percibieron” la batalla de El Alamein y su desenlace: la madre o la esposa pudieron imaginar la voz de su hijo o su marido, confundido con otros en el ataque contra las posiciones enemigas, o más tarde, después de las operaciones, entonando un villancico junto a sus compañeros de armas en medio del desierto.

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Los textos entrecomillados y en cursiva corresponden a grabaciones radiales de la Segunda Guerra Mundial (traducidas por el autor). Provienen del archivos MP3 extraídos del disco KM99’s WWII, The Big One.

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Segmentación Al igual que en los diarios y en los noticiarios en celuloide, los contenidos radiales fueron objeto de una minuciosa planificación y edición. La BBC tenía una línea editorial para el público interno y otra para el extranjero, incluyendo las audiencias de Europa continental, controladas por Alemania, el Medio Oriente, América Latina, etc. Su evolución ha sido objeto de innumerables ensayos, como el fascinante y muy bien documentado Radio London and Resistance in Occupied Europe (1939-1943), de Michael Stenton. En él se describe la compleja construcción de una maquinaria de propaganda política (Political Warfare) durante los años previos a la guerra y su transcurso. Stenton hace énfasis en rivalidades, negociaciones y compromisos entre ministerios, secretarías y comités para acordar criterios editoriales básicos y traducirlos en una “producción” concreta para cada audiencia. ¿Qué retórica emplear para el católico progresista francés? ¿Cómo lidiar con el nacionalismo polaco? ¿Era sensato o siquiera creíble que la BBC lanzara contenidos izquierdistas a través del espectro electromagnético? ¿Cuál era la mejor estrategia para enfrentar la cuestión balcánica, donde monárquicos serbios y comunistas croatas se enfrentaban con el mismo fanatismo que contra el enemigo? Estas escaramuzas internas tuvieron por escenario principal la sede del servicio internacional de la BBC en Londres (Bush House), donde circulaban intelectuales, libretistas, locutores y poetas de toda Europa, desde republicanos españoles a liberales griegos, pasando por el nunca bien ponderado Dylan Thomas. Otro escenario era la Abadía de Woburn, una casona campestre del siglo XVIII donde se reunía la plana mayor del espionaje, la propaganda y el sabotaje. Entre chimeneas, chistes de salón y oportos finísimos, los barones de la guerra secreta se enfrentaban por el control de los activos más preciados, la BBC y la red radiotelegráfica del imperio, pero también por los contenidos: qué decir, cómo decirlo y cuándo. “Un memorándum de agosto de 1941 señaló que durante doce meses la energía de todo el departamento de propaganda, que debió haberse orientado contra el enemigo, se había disipado fundamentalmente en intrigas inter-departamentales” (Balfour, 1979:91). De este caldo de cultivo surgió uno de los más recordados “productos” de la propaganda aliada durante la segunda guerra mundial: la campaña V. La cápsula dura 44 segundos. Comienza con unos golpes de timbal, en una atmósfera de tensión y sigilo, que era la que vivían millones de personas en París, Ámsterdam, Bruselas y otras ciudades ocupadas por la maquinaria represiva nazi. Luego se escucha una voz muy británica: “Usted no lleva uniforma ni armas… Pero esa es su fortaleza… El oficial nazi y el sargento nazi no le conocen, pero le temen… La noche es su amiga, la V es su signo”. Y para el final se guarda el golpe de efecto: los primeros acordes de la Vª de Beethoven.

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Vista (o, mejor dicho, oída) hoy en día, campaña V parece un ejemplo de marketing viral multimedia avant la lettre, tal y como lo entienden hoy en día los especialistas en redes sociales. De hecho, el “concepto” V nació de la convergencia de varias ideas. El 14 de enero de 1941 Victor Lavaleye, ex ministro de justicia belga y director del horario asignado a su país en la BBC, sugirió a sus compatriotas usar el signo de la V como emblema. V de Victoire, pero también de Vrijheid (“libertad” en flamenco-holandés). “El ocupante, al ver este signo multiplicado y repetido al infinito, siempre el mismo, comprenderá que está rodeado por una inmensa masa de ciudadanos que esperan ansiosamente su primer momento de debilidad, su primer fracaso” (Balfour, 1979: 214). En las semanas siguientes, los signos V se multiplicaron en las principales ciudades de Bélgica, Holanda y en el norte de Francia. El éxito inesperado de Lavaleye estimuló a la plana mayor de la BBC. El encargado de “potenciar” el concepto (como dirían los publicistas de hoy), fue el editor de noticias Douglas Ritchie. Ritchie sugirió una V sonora, tres puntos y una línea: la transcripción en código morse de las primeras notas de la Vª de Beethoven. A partir de entonces, todos los programas europeos de la estación británica se iniciaban con la misma cortina. Que Beethoven fuera alemán solo reforzaba el mensaje: ya le llegaría a la tiranía nazi su encuentro con el destino. Y ello dependía de los ciudadanos, todos potenciales soldados (y héroes) de civil. A pesar de su éxito, o precisamente por él, la Campaña V tuvo detractores y generó cierta alarma en los círculos de Bush House y la abadía de Woburn. Algunos gobiernos en el exilio (en particular el holandés) temieron que incitara a una subversión desorganizada, que expusiera a sus ciudadanos a las feroces represalias de la SS. Sin embargo, cuando Winston Churchill comenzó a utilizar el signo de la V en sus apariciones públicas, la campaña adquirió una dimensión mayor incluso que la radio. V era el medio y el mensaje, el contenido y su merchandising, una clave identitaria que iba en la única dirección posible para derrotar a Hitler y al fascismo: recrear el Frente Popular. Prueba de su éxito fue también el hecho de que Goebels, el ministro de propaganda alemán, organizó un contraataque propagandístico intentando demostrar que la V aludía a la victoria de Alemania, aunque el público germano quedó un tanto confundido por este nuevo signo, con menos arraigo que la omnipresente suástica (Balfour, 1979:216). Un dato anecdótico: hasta su muerte, el mago y ocultista Aleister Crowley (1874-1947) sostuvo que la señal de la V fue idea suya. Según Crowley, la V era un escudo mágico contra la suástica, el único capaz de hacerle frente a los poderes de ese Mago Oscuro llamado Adolf Hitler. A la palma estirada hacia abajo del tirano había que oponer los dedos abiertos, la tijera mística del anu-

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lar y el índice. Quizá lo único cierto de esta historia es que Crowley, a pesar de su mala fama en el establishment británico, sí trabajó para la inteligencia, pero en el MI5, el servicio de contraespionaje interno, y durante un periodo catalogado como amateur, cuando gente encapuchada se reunía en casas de campo para invocar a los espíritus y crear un escudo místico contra Hitler (Page et al., 1973:110-128).

La Casa de Electra Las prácticas y el saber propagandístico británico, al menos en lo tocante a la radio, tuvieron un origen en el singular escenario competitivo de la radiofonía en los años 30. Desde su creación como estación radial en 1922, la BBC operó como un monopolio regulado sobre territorio británico. En sus estatutos quedaba explícitamente prohibida la transmisión de tandas publicitarias, lo cual no fue impedimento para que la competencia llegara desde Europa continental. Un capitán retirado de la RAF llamado Leonard F. Plugge, aprovechó la oportunidad e invirtió en comprar tiempo radial en el continente. Plugge utilizó estos tiempos para transmitir programación comercial hacia las islas británicas: música bailable, conversación y… publicidad. Los avisadores estaban felices (Taylor, 1999:128). Estos programas se transmitían bajo la marca IBC (International Broadcasting Corporation) desde antenas de onda larga ubicadas en Normandía, Lyon, Toulouse y París. Pero su limitada capacidad de transmisión fue aprovechada por un grupo de empresarios belgas, quienes obtuvieron una concesión en el más inesperado de los lugares: el Gran Ducado de Luxemburgo. Plugge detectó la oportunidad y transfirió su cartera de avisadores hacia las antenas del gran ducado, a la sazón las más poderosas de Europa. La línea dura-estatista de la BBC estaba furiosa, pero algunos miembros del establishment mediático comenzaron a mirar esa alianza con interés. Y en 1936 metieron baza: ese año se fundó Wireless Publicity, una misteriosa agencia de corretaje publicitario que tomó el control editorial de todos los contenidos en lengua inglesa transmitidos por Radio Luxemburgo, desplazando a Plugge. A estas alturas no era solo programación de corte popular, sino programas elitistas (high-brow) orientados a audiencias europeas (Taylor, 1999:131). Figuras intelectuales como Jean Cocteau y André Maurois participaban en programas de conversación (en francés) donde se ensalzaban los “logros culturales” de Gran Bretaña. Wireless no solo canalizaba publicidad británica hacia las arcas de Radio Luxemburgo, sino que además, a partir de 1937, comenzó a producir sus propios contenidos para la estación continental. Ahora bien, ¿quién estaba detrás de Wireless Publicity? El lector paranoico ya lo habrá adivinado, aunque tal vez a medias. Bajo su fachada comercial, esta

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empresa no solo contorneaba el marco regulatorio británico y hacía dinero con la radio, sino que además difundía “valores liberales” hacia una Europa cada vez más permeada por los movimientos fascistas. Wireless Publicity estaba localizada en el Muelle Victoria de Londres, en un edificio llamado La Casa de Electra, cuyo principal locatario era Imperial Cable & Wireless, el monopolio telegráfico privado del Imperio Británico. Y aquí vale la pena detenerse. La literatura coincide en que las dependencias de Electra albergaban a toda una gama de estructuras oficiales y semioficiales vinculadas a la propaganda blanda. Hacia 1938, estas asumieron un rol preparatorio para lo que sería más tarde el Ejecutivo de la Guerra Política (Political Warfare Executive, PWE). Si la guerra es la política por otros medios, el PWE era la guerra en onda corta. Así, entre 1939 y 1945, mientras las ciudades de Europa eran bombardeadas con tolueno y cordita por la aviación, más arriba, en la ionósfera, los poderes en conflicto combatían en el terreno inmaterial de las ondas electromagnéticas: mensajes, arengas, programación liviana, mensajes codificados para los movimientos de resistencia, desinformación a mansalva, minuciosamente diseñada para confundir y mermar la resolución de combate del enemigo. Para ese entonces la experticia de la Casa de Electra había sido objeto de tensión y controversia entre varias agencias, hasta terminar bajo la tutela del Ejecutivo de Operaciones Especiales (SOE): un organismo creado especialmente para organizar la subversión en Europa. Radio Luxemburgo, por su parte, cayó en poder de los alemanes, y sus estudios fueron destinados, precisamente, para atacar las islas británicas con propaganda. Uno de sus presentadores más famosos fue el estadounidense de origen irlandés William Joyce. Este miembro de la Unión de Fascistas Británicos se haría célebre —bajo el seudónimo de Lord Haw-Haw— por su tono nasal, sarcástico y amenazante.

Enfants de la patrie Donde la guerra de la onda corta adquirió mayor virulencia y complejidad fue, quizá, en Francia. El discurso pronunciado por De Gaulle el 18 de junio de 1940, más famoso hoy que en su momento, es solo un arrecife dentro del archipiélago de voces que se disputaron los aparatos de radio de Francia entre 1940 y 1944. Taylor dedica una parte significativa de su arsenal de documentos para analizar todos y cada uno de los matices de la “sensibilidad” francesa y los intentos, a veces desesperados, a veces caóticos, de la dirigencia británica para encauzarla hacia sus propios fines. La derecha liberal, masones, los jesuitas, socialistas y los comunistas.

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El hecho es que, a pesar de esta complejísima maraña de discursos e intereses, de intrigas tan rebuscadas como la misma historia política de Francia, la BBC logró con los años lo que en 1940 parecía imposible: dar vuelta la opinión pública francesa. En parte, esto se logró gracias a la diversidad. El eje gravitacional del servicio francés de la BBC fue Maurice Schumann, un alsaciano de origen judío, quien recibió todo el apoyo de De Gaulle, y sus dos colaboradores, el etnógrafo de origen protestante Jacques Soustelle y el estratega socialista de Georges Boris. El trío se movía entre Bush House y el cuartel general de De Gaulle en Carlton Gardens (la ex embajada alemana). La sección Honor y Patria correspondía a los primeros cinco minutos del programa. A mediados de 1940 los auditores eran poquísimos... Un año después se estimaban en al menos 300.000. Al militante socialista René Cerf-Ferrière, uno de los líderes de Combat, la legendaria red de la Resistencia Combat, “la voz de Schumann le hacía pensar en la Sinfonía Fantástica de Berlioz o la obertura de la Valkiria” (Adams, 2006:93). El poder de Schumann derivaba de su astuta modulación, sus variaciones de tono y estilo, que podían ir de lo exaltado a lo sarcástico, pasando por lo vengativo. Otro rasgo era la reivindicación de un catolicismo progresista, y sus furiosos ataques contra la religiosidad híper conservadora del régimen encabezado por el general Pétain. Aparte de Soustelle y Boris en la producción y diseño del programa, Schumann contaba también con el talento del pintor y dibujante Jean Oberlé, un inspiradísimo creador de slogans, y locutores inspirados como el actor y humorista Pierre Dac. Uno ponía la voz y el otro el fraseo para grandes aciertos como “Radio París Miente”,2 un jingle basado en La Cucaracha y que se agregaba en respuesta a las informaciones transmitidas por la estación oficial del régimen de Vichy. Del otro lado del canal de la Mancha, sus alocuciones enfrentaban a un enemigo de peso. Radio París: Philippe Henriot. Apodado “el Goebbels francés”, adscrito al ala más dura de la derecha católica, Henriot fue la verdadera fuerza propagandística del régimen de Vichy. Su cuartel general era Radio París, y su estilo combativo adquirió fama por presentar temas complejos de manera simple, directa y persuasiva. Aunque implicara métodos moralmente abyectos como entrevistar miembros de la resistencia capturados y mostrándolos como “seres estúpidos y llenos de odio” (Orly, 1980:145). Su combate contra Schumann y Dac fue cuerpo a cuerpo. Cuando Henriot dijo “A los

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Se cantaba al ritmo de La Cucaracha: “Radio París Miente, Radio París Miente, Radio París es alemana…”

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judíos que nos hablan en nuestra lengua desde Londres, para quienes Francia realmente no cuenta…”, Dac le respondió con nombre y apellido: “Sobre la tumba de mi hermano Marce dice Mort pour la France... en la del Sr. Henriot dirá: Mort pour Hitler, fusillé par les français”. Algunos meses más tarde, en vísperas del desembarco en Normandía, Henriot efectivamente fue asesinado por un comando de la resistencia. Hubo que callarlo a tiros.

Masa y Poder Hacia 1944 se nota una evolución en la manera como la radio participa del conflicto, no tanto en términos de contenido como de estrategia. En este sentido, el desembarco y la posterior campaña de Normandía marcan un cambio de etapa. Talbot, el periodista solitario de El Alamein, ha sido reemplazado por un equipo móvil que se desplaza y registra desde distintos ángulos y medios de transporte: Chester Wilmot a bordo de un planeador, junto a un pelotón de fuerzas especiales (“Treinta segundos, luz verde… ¡fuera, fuera! ¡A la noche oscura! ¡A los cielos de Francia!”); Robin Duff siguiendo las operaciones desde un barco (“este es el día y esta es la hora”), y Richard Dimbleby ofreciendo una panorámica aérea desde un avión de reconocimiento (“veo las casas, los prados, los caminos de Normandía”). Atrás han quedado también los discos de acetato: todo se hace por radio y en directo hacia Londres, aunque el público lo oiga en diferido “por razones de seguridad”. Se ha pasado de una cobertura “indie” o pionera a una verdadera superproducción, que no solo transforma la guerra en un espectáculo de masas, sino que (parafraseando a Virlio) es la guerra, parte sustancial de la máquina “no como explosivos sino como comunicación, vectorización, como velocidad de entrega y distribución (Virilio y Lotringer, 1997:27). En este contexto se produce una paradoja interesante, que marca una suerte de primacía momentánea de los medios calientes como la radio sobre la prensa escrita y el fotoperiodismo. Mientras los locutores de la BBC trabajan en condiciones técnicas inmejorables, Robert Capa, el mejor fotógrafo de guerra de la época, desembarca junto con las tropas estadounidenses en la playa de Omaha. Compartirá el agua salada, las balas y el miedo con la infantería, pero los rollos de película que logra obtener del desembarco (con riesgo de vida) son velados por error en un laboratorio de Londres: solo se salvan unas pocas tomas. Un fracaso periodístico que, sin embargo, pasó a la historia y hoy es su encarnación. Aunque borrosa (slightly out of focus) todos recuerdan la silueta del Ranger estadounidense hundido en el agua, buscando avanzar y protegerse en medio de la carnicería. Los relatos crispados de los corresponsales de la BBC, en cambio, solo son escuchados hoy por los nostálgicos, los nerds de la Segunda Guerra Mundial, por los historiadores y los especialistas.

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Susan Sontag (2003) da varias pistas de la primacía del ícono por sobre la memoria auditiva; la más importante, tal vez, sea el carácter activo del ojo versus el relativamente pasivo del oído, o la facilidad de reproducción de las imágenes en los medios de comunicación del siglo XX. El sonido, en cambio, requirió hasta hace poco dispositivos más complejos para su difusión, como radios y tocadiscos. Hoy, gracias a las tecnologías digitales, los archivos de sonido están al alcance de cualquiera a través de Internet. La última transmisión de La Marsellesa antes de la caída de París en 1940, las palabras de Neil Armstrong al pisar la Luna, Martin Luther King en la marcha de los derechos civiles o el último discurso de Salvador Allende, escuchado religiosamente por las viejas y nuevas generaciones cada 11 de septiembre.

Bibliografía ADAMS, Geoffrey 2006 Political Ecumenism: Catholic, Jews and Protestants in De Gaulle’s France (1939-1945). McGill University Press, Montreal. BALFOUR, Michael 1979 Propaganda in War, 1939-1945. Routledge, London. ORLY, Pascal 1980

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Radios comunitarias y reconstrucción Raúl RODRÍGUEZ ORTIZ Universidad de Chile U. Academia de Humanismo Cristiano

RESUMEN: La radio como mediadora entre comunidades afectadas por desastres naturales y autoridades locales, regionales y nacionales hace relevar el rol de las radios comunitarias en situación de catástrofe, pues, al generar un vínculo más próximo con los auditores, promueven la asociatividad entre los actores y establecen canales de diálogo para resolver sus demandas más urgentes. Este será el eje principal del presente artículo, como también las condiciones que debe garantizar el Estado chileno para el desarrollo de la radiodifusión comunitaria en momentos de calamidad pública. PALABRAS CLAVE: Radios comunitarias – Comunicación comunitaria – Desastres naturales – Terremoto SUMMARY: The radio as mediating between communities affected by natural disasters and local, regional and national authorities it makes relieve the role of the community radios in situation of catastrophe so, on having created a closer link with the hearing, they promote associations between the actors and establish channels of dialogue to solve their more urgent demands. This will be the principal axis of the present article as also the conditions that the Chilean State must guarantee for the development of the community broadcasting in moments of public calamity. KEYWORDS: Community radios – Community communication – Natural disasters – Earthquake

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Introducción El catastro de estado de situación de las radios comunitarias en zonas asoladas por el terremoto del 27 de febrero de 2010 en Chile, realizado por la Asociación Mundial de Radios Comunitarias, América Latina y Caribe, AMARC ALC, y organizaciones de la sociedad civil chilenas, deja tres constataciones fundamentales: 1) la necesidad de autonomía energética y capacitación en comunicación radiofónica a los radialistas o comunicadores, 2) El precario marco legal en el que funcionaban las radios al momento de la catástrofe, y 3) El papel central que cumplieron las emisoras ciudadanas, y la radio como medio, durante los primeros días luego del terremoto y maremoto (AMARC ALC, 2010). Esto invita a relevar el rol de las radios comunitarias en situación de calamidad pública tanto en la emergencia como en la reconstrucción del país, cuyo protagonismo en esta segunda etapa será primordial para cohesionar a las comunidades y construir relatos que articulen propuestas, demandas y necesidades de los afectados. Salud, salud mental, subsidio a la vivienda, acceso a educación y fuentes laborales se levantan como demandas por derechos humanos básicos, ya que se vieron vulnerados al momento de la tragedia. Por ello, la radio comunitaria tiene el desafío de reflexionar como medio y aprovechar sus programaciones y recursos humanos y técnicos para vincular a las comunidades con el proceso de reconstrucción. En este escenario, el Estado debe ser examinado en cuanto a las condiciones inequitativas que establece a la radiodifusión comunitaria dentro del sistema de medios de comunicación, pues será el barómetro con el cual se podrá conocer y mejorar el estado del pluralismo informativo y la diversidad de voces dentro de la radiofonía. Ello plantea el reconocimiento de actores e identidades en su derecho a comunicar y hacer uso del espectro radioeléctrico como bien público, ya que es allí donde se ejerce libertad de expresión, aun más en tiempos de catástrofe, cuando los derechos esenciales son vulnerados.

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A falta de velas, buenas son las radios Desde hace tiempo que la radio no gozaba de tan buena salud como medio, y en comparación con la televisión e Internet salió ampliamente fortalecida. Así lo expresa el apartado cualitativo del estudio sobre la Cobertura televisiva del terremoto del Consejo Nacional de Televisión, el que destaca, a juicio de entrevistados en Concepción y Santiago, que “La radio es percibida como un medio más flexible, menos centralizado y más cercano a las personas en un marco de crisis” (CNTV, 2010:28). Y esto corre para radios nacionales y locales que cumplieron con entregar información práctica y de utilidad a los auditores en situación de catástrofe. A diferencia de la televisión, que alcanza 70% de valoración, y los diarios un 67%, la radio logra un 89% de respaldo como medio de acceso local que pudo hacer lo que más urgía a muchos afectados: establecer comunicación con sus familiares. Este vínculo, tan básico y necesario en tiempos de crisis, demostró el poder que tiene la radio para comunicar y emprender campañas de ayuda, que fueron también posibles gracias al uso de las nuevas tecnologías y la consolidación que enfrentaron las redes sociales. Luego del terremoto, la locura por la radio ganó portadas, reconocimiento y agradecimientos transversales, desde auditores hasta autoridades, quienes valoraron a la radio como medio y fuente de información en los primeros días. Incluso se originó un verdadero boom de la radio a pilas, que experimentó alza en las ventas como si fuera un artículo de primera necesidad. Así también las radios comunitarias no estuvieron ajenas a esta situación, pues, pese a no contar con energía eléctrica en las primeras horas luego del terremoto, desde el momento en que salieron al aire se transformaron en el principal puente de comunicación entre los damnificados, e incluso sus trabajadores salieron de los estudios para prestar ayuda y realizar tareas de contención de la comunidad. En la mayoría de las 69 radios catastradas después de la tragedia se destacó: el rol y el efecto que tiene la comunicación directa entre las personas en situación de aislamiento, así como la labor informativa de los primeros días que consistió en contactos con las autoridades y la prestación de servicios a la comunidad (AMARC ALC, 2010: 4).

En el informe sobre el estado de situación de las radios comunitarias luego de la catástrofe surgen historias valiosas, como la de la radio comunitaria que entregó su generador eléctrico al consultorio de su localidad para salvar las vacunas. Intercambio de estudios y generador eléctrico entre una radio comunitaria y una local comercial que vio destruida su sede en la Región del Maule

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fue otro relato, que revela la importancia de la asociatividad y el sentido de pertenencia que se acentúa con los desastres naturales.

Efectos en las radios Sin embargo, el desarrollo de la labor cumplida por las radios comunitarias se dio en el marco de una serie de precariedades, que se presentaron como obstáculos para este tipo de medios. Infraestructura

Equipamiento dañado

Energía

Autonomía energética fue reportada como una necesidad general de las radios. 15 radios presentaron daños estructurales en sus sedes. 10 tuvieron pérdida total y necesidad de reinstalar sus estudios. 5 emisoras con daños graves en sus inmuebles.

10 radios precisan mejorar anclaje de sus antenas, 1 de ellas reinstalación completa. 13 radios necesitan revisión y reparación de sus transmisores. 16 radios necesitan recuperar equipos computacionales. 6 radios requieren reponer mesa de sonido.

Sólo 2 radios cuentan con sistema electrógeno. 1 radio lo cedió al consultorio para preservar vacunas. 1 radio pudo transmitir 2 horas; faltó combustible. 1 radio arrendó un equipo electrógeno. 1 radio transmitió con un generador prestado. Todas las radios vieron suspendidas las transmisiones por falta de energía eléctrica entre 2 y 15 días.

Selección en base a AMARC ALC, 2010.

Aun cuando la conectividad se restableció en la mayoría de las radios consultadas y la transmisión se pudo retomar apenas volvió la energía eléctrica, las estaciones comunitarias evidenciaron su precariedad al no contar con generadores que, de otra forma, les hubiesen permitido estar al aire inmediatamente después de ocurrido el sismo, relevando aún más su rol como medio de comunicación. Si a ello se suman los daños en sus instalaciones, el derecho a comunicar resultó lesionado, ya que el Estado no solo no garantiza la existencia de estos medios, sino que además limita la sustentabilidad integral de estos proyectos político-comunicacionales.

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Un sistema que falla La centralidad de la radio se da en un contexto en que la congestión y el corte de energía hicieron vulnerable el sistema de telecomunicaciones (Ley 20.478, 2010). La telefonía, fija y móvil, e Internet colapsaron, y la radio solamente pudo mantenerse en pie frente a la televisión, que comenzó sus transmisiones quince minutos después de ocurrida la tragedia. El sistema de telecomunicaciones en manos privadas mostró sus puntos más flacos al no contar con un modelo de emergencia que pudiese ponerse en marcha en situación de catástrofe. De esta forma, no pudo garantizarse ni calidad en el servicio ni reparación a los consumidores o usuarios, lo que permite plantear el eje de la discusión en dos sentidos: 1) Los actores privados de las telecomunicaciones tienen fines públicos de servicio a la comunidad y 2) El uso que hacen del espectro radioeléctrico es propiedad de todos los chilenos, entendido éste como un bien público de la humanidad que pertenece a todos. Si bien estos aspectos fueron parte de la discusión del proyecto de ley para garantizar la continuidad del servicio en situación de emergencia, proveyendo al Estado y a sus instituciones de un sistema que permita coordinar y asistir de mejor forma a los afectados (Ley 20.478, 2010), se hace necesario reenfocar el debate sobre el fortalecimiento de los otros sectores participantes de las comunicaciones. Así lo plantea el informe de AMARC ALC, el que expresa la debilidad del sistema como una oportunidad para propiciar la discusión y mejorar las respuestas colectivas en el marco de la crisis, que se vivió el 27 de febrero de 2010 con el terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter. El colapso del sistema privado de telecomunicaciones, como consecuencia del terremoto, puso de manifiesto las vulnerabilidades estratégicas del sector y dejó abierta la discusión sobre la urgencia y el sentido de diversificar los actores comunicacionales y el valor que cobra el sector público y comunitario en este tipo de crisis. (AMARC ALC, 2010: 4)

Ante la inexistencia de un sector público de las comunicaciones, que solo cuenta hasta 2010 con dos expresiones como son Televisión Nacional de Chile y el desaparecido diario La Nación en su versión impresa,1 el sector comunitario debe fortalecerse y reconocerse como un actor válido de las telecomunicaciones, sobre todo en tiempos de emergencia y reconstrucción, pues trabajan

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Luego de una larga discusión al interior del gobierno y del directorio del matutino, y con el rechazo de los sindicatos de trabajadores, el diario La Nación tuvo su última edición impresa diaria el jueves 16 de diciembre, en tanto, el domingo 20 fue la última tirada de La Nación Domingo. Desde este fecha, el periódico de 94 años de historia cierra sus puertas quedando solo como un periódico digital en www. lanacion.cl


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en otro nivel y tienen otros objetivos: son medios sin fines de lucro, y entregan un servicio a la comunidad más próxima, relevando particularidades e intereses que le son propios.

El Estado que tenemos Aun cuando la discusión es necesaria sobre el tipo de medios que tenemos, las radios comunitarias enfrentaron la catástrofe con condiciones precarias y un marco legal de funcionamiento discriminatorio y desigual respecto a la radiodifusión privada. Si bien en 2009 y 2010 fue discutida y aprobada la Ley de Servicios de Radiodifusión Comunitaria y Ciudadana, al momento del terremoto y maremoto las radios comunitarias operaban bajo la Ley de Mínima Cobertura (1994), que limita su potencia a 1 watt, antena a 6 metros de altura, concesión por 3 años, prohibición de propaganda política y publicidad, e imposibilidad de hacer transmisión en cadena. Estas condiciones de operación ponen a las radios ciudadanas en dos disyuntivas importantes: 1) aumentar la potencia de transmisión, aunque ello signifique entrar en la ilegalidad, y 2) evaluar la incidencia e impacto que tienen sus proyectos comunicacionales en condiciones desfavorables. Asimismo la nueva ley, que fue publicada en el Diario Oficial el 4 de mayo de 2010, y espera a la fecha el reglamento para su aplicación, aun cuando mejora las condiciones de transmisión, sigue siendo deficitaria en cuanto a estándares internacionales de libertad de expresión, los que han sido consignados en varios informes anuales de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y por distintos documentos de la Asociación Mundial de Radios Comunitarias (AMARC) (Rodríguez, 2010) En concreto, la nueva normativa aumenta la potencia de 1 a 25 watts, permite menciones comerciales correspondientes al área de servicio, reconoce el carácter social de quien detenta la concesión, reserva una pequeña porción del espectro FM, y aumenta la duración de la concesión de 3 a 10 años. Sin embargo, la discriminación persiste y el sistema de medios permanece concentrado en cuanto a radiodifusión se refiere. Luego de la fusión entre el consorcio Prisa España e Iberoamerican Radio Chile en 2007, el mercado radial evidencia una concentración de la propiedad al 40% del espectro y un 37% de su torta publicitaria (Mönckeberg, 2009). Esto resulta lesivo para la libertad de expresión y la calidad de la democracia en Chile, ya que la concentración de propiedad es también reflejo de concentración de contenidos y menor pluralismo informativo y diversidad de voces o relatos. Por ello, cualquier discusión

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sobre el sector de la radiodifusión comunitaria debe considerar el contexto en el cual se desarrolla, así como también cuáles son las garantías que da el Estado chileno para propiciar mejores marcos regulatorios, que concedan en la práctica acceso y uso de las frecuencias a todos los actores por igual. Si bien fue opinión generalizada el buen comportamiento que tuvo la radio desde ocurrida la tragedia, la concesiones que se hicieron en la Ley Nº 20.478 “sobre recuperación y continuidad en condiciones críticas y de emergencia del sistema público de telecomunicaciones”, publicada el 10 de diciembre de 2010, fueron menores. Lo que comenzó con una serie de consultas y acuerdo con distintas empresas privadas de las telecomunicaciones, terminó siendo para las radios solamente la simplificación del procedimiento de concurso de frecuencias concesionadas. Se elimina la publicación del extracto de las resoluciones de asignación y solicitudes de modificación de concesiones de radio en un diario nacional o local, permitiendo ahora dicha publicación en la web institucional de la Subsecretaría de Telecomunicaciones (Subtel). No ocurre así con la publicación en el Diario Oficial del decreto que otorga o modifica la concesión, que se mantiene en la normativa sobre sistemas de comunicación en emergencias o catástrofes. La inclusión de esta modificación, señala la historia de la Ley, “obedece a la buena opinión del comportamiento de las radios comunitarias durante la emergencia (…) Por ello se pretende potenciarlas y otorgarles facilidades para la participación en los concursos” (Ley 20.478, 2010: 27) Si disminuir el costo de publicación resulta un alivio para organizaciones de la sociedad civil que tienen concesión vigente de radiodifusión, en la práctica los mayores beneficiados son las radios nacionales, que ven simplificado un trámite que va en la línea de una serie de garantías y acuerdos entre la Asociación de Radiodifusores de Chile (ARCHI) y los gobiernos de la Concertación, lo cual quedó reflejado en la llamada Ley Express del 2007, que no demuestra otra cosa que la voluntad de las autoridades de perpetuar la presencia de los mismos actores en la radiodifusión, quienes gozan de derecho preferente para renovar sus concesiones. Además de la escasa concesión que se hace a las radios con la simplificación del procedimiento de concursos de radiodifusión sonora, el actuar del Estado y sus instituciones —si no resulta discriminatorio— al menos peca por omisión respecto de las radios comunitarias. Existe un acuerdo de la Oficina Nacional de Emergencia del Ministerio del Interior (ONEMI) con la ARCHI para transmitir campañas preventivas y entregar información en caso de emergencia. Luis Pardo, presidente de la Archi, destacó el acuerdo de colaboración pues “se refiere a varios ámbitos de colaboración mutua, que parten con la

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capacitación y entrenamiento de los comunicadores y locutores radiales para poder trabajar colaborativamente en la administración de una emergencia y también en su prevención” (Radio Cooperativa, 2010). Así también, la ONEMI firmó el 10 de mayo de 2010 un protocolo de colaboración con Radio Club de Chile y la Federación de Radio Aficionados de Chile (FEDERACHI) para aportar al fortalecimiento del sistema de telecomunicaciones de emergencia, a través de la entrega de frecuencias a estas instituciones y de capacitación al personal en gestión de la información en situación de desastre o calamidad pública.

Reconstrucción ciudadana: los desafíos Un informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), del 2004, titulado “La reducción de riesgos de desastres: un desafío para el desarrollo”, plantea que los desastres naturales se encuentran íntimamente ligados a los procesos de desarrollo humano de cada contexto, y dependiendo de las respuestas que se implementen entonces habrán mayores o menores efectos negativos en la población o comunidad afectada. En este sentido, experiencias de reconstrucción en el eje cafetero señalan que: Romper la apatía y promover respuestas creativas debe ser entonces un propósito del periodismo hecho para los ciudadanos que viven en un ambiente democrático en el que el derecho a la información es un derecho de todos (Corporación Viva la Ciudadanía, 2000: 13).

La comunicación comunitaria, de esta manera, se transforma en un eje articulador en varias dimensiones, con objeto de contener y enfrentar los efectos de los desastres o eventos catastróficos: 1) Programaciones que hagan seguimiento a los problemas y proyectos de reconstrucción; 2) Preocupación por grupos más vulnerables luego de tragedias, como mujeres, niños y adultos mayores; 3) Inclusión de fuentes de la sociedad civil, donde los receptores también deben relevarse como emisores de mensajes, lo que permite construir relatos desde la base que apunten a direccionar una reconstrucción ciudadana y participativa. Respecto del primer punto, y según el informe del catastro de radios comunitarias afectadas por el terremoto, “son pocas las radios que han logrado adecuar sus programaciones, de modo de profundizar en un relato político ciudadano sobre la crisis o asumir la función comunicacional de fiscalizar y promover la garantía de derechos” (AMARC ALC, 2010:5). Ello plantea el desafío de incrementar las capacidades y formación de comunicadores y radialistas, como ellos mismos lo demandaron durante las entrevistas realizadas en el catastro, para hacer seguimiento a los problemas más acuciantes que

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enfrentan las comunidades damnificadas: vivienda, salud, salud mental, empleo, reactivación económica, daño patrimonial, suministro de agua en sectores rurales, retiro de escombros y demolición de edificios o construcciones devastadas. Esto requiere diferenciar, según el informe, el impacto en las distintas poblaciones y la convivencia entre los actores, con la finalidad de construir una “voz pública y participativa sobre estos aspectos”. En este caso resulta interesante relevar la experiencia del Noticiero Ciudadano, que es una cobertura conjunta entre la radio comunitaria Juan Gómez Millas de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile y Radio Tierra, que desde el 3 de marzo de 2010 comenzó esta apuesta informativa con objeto de hacer un seguimiento a la reconstrucción del país desde una perspectiva de derechos humanos. Con la producción de estudiantes de periodismo de la Casa de Bello y de la Universidad Academia Humanismo Cristiano, más la colaboración de radios comunitarias en zona de catástrofe y diversas organizaciones de la sociedad, ha sido posible hacer circular otros sentidos y voces que son protagonistas en sus comunidades y tensionan los discursos oficiales sobre la asistencia y las soluciones entregadas a los afectados. Para la libre escucha, descarga y transmisión por radios comunitarias del país, se articula este ejercicio periodístico en base a la asociatividad, diversidad de voces y acción política, que apunta a fortalecer las programaciones de las radios y a promover la libertad de expresión en la radiodifusión comunitaria. En cuanto al segundo punto, quienes más sufren los efectos de eventos naturales o grandes tragedias humanas son los grupos más vulnerables de la sociedad —como mujeres, niños y tercera edad— por lo que las políticas públicas de reconstrucción deben privilegiar su inclusión desde una perspectiva de derechos y no meramente asistencial o de contención en la urgencia de los primeros meses. La Red de Género y Desastres (RGD) alerta en específico que “es necesario identificar y evaluar las necesidades específicas de los sexos, así como implementar y darle seguimiento a la perspectiva de género en los presupuestos” (Red de Salud, 2010:28). Esto hace surgir la necesidad de generar líneas de acción para la reconstrucción con una mirada de género que involucre a los diversos actores en la toma de decisiones políticas. “Las mujeres tienen menos acceso a los recursos que son centrales para los procesos posteriores a los desastres naturales, tales como trabajo y capacitación (…)”. Además “ven aumentada aún más su responsabilidad al interior de los hogares” (Red de Salud, 2010: 27), lo que provoca que estén expuestas a una mayor tensión que en tiempos normales, con el peligro de ser víctimas de violencia psicológica y sexual, al igual que los niños y niñas. En este sentido, las redes de ayuda —tanto públicas como privadas— deben estar coordinadas para enfrentar eventos catastróficos donde

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los derechos esenciales son violentados o desconocidos en su justa dimensión. La asociatividad y el reconocimiento de los actores permiten que las instituciones funcionen de mejor manera allí donde la comunicación se entienda como un componente central en los planes de reconstrucción y asistencia a las víctimas. Finalmente, en el tercer aspecto citado debemos considerar que “Si los medios excluyen a los ciudadanos en la construcción cotidiana de sus mensajes, los ciudadanos asumen que su discurso no es importante dentro de la construcción de lo público (…)” (Corporación Viva la Ciudadanía, 2000: 30). Así de manifiesto, los medios comunitarios, y en este caso las radios, no están exentas de reflexionar sobre sus capacidades y orientaciones editoriales luego de tragedias como la del 27 de febrero. Qué tipo de fuentes se relevan y cómo se trabaja la edición de los materiales recogidos o producidos, se transforman en desafíos que las radios deben considerar en la construcción de sus discursos y sentidos involucrados en la comunicación. Según el estudio de CNTV, las personas naturales y las fuentes de gobierno central coparon más de la mitad del tiempo destinado a fuentes de información (52,5%). “Esta concentración evidencia una particular forma de construcción de las notas periodísticas, centrándose en los testimonios y opiniones de las personas, más que en información experta de lo que sucedía en el lugar” (CNTV, 2010:18). El peligro que reviste ello, advierte el documento, es que los testimonios se transforman en el sustento del relato periodístico desde la descripción del hecho, prestándose por cierto para jugar con la emotividad y el sensacionalismo, y no con la importancia de la información que entregan. Desde ahí las radios comunitarias tienen un lugar privilegiado, que sin embargo no deben confundir: a ellas les corresponde aprovechar las fuentes de información local y sus comunidades, con objeto de diagnosticar y promover respuestas colectivas e institucionales que estén a la altura de las necesidades de las personas afectadas. Asimismo, el Consejo de Ética de los Medios de Comunicación pone especial acento en el papel que deben cumplir los medios en la edición de las informaciones: La importancia de romper rutinas establecidas y adoptar decisiones editoriales congruentes con la situación que se está viviendo; la manera de transmitir adecuadamente la dimensión del drama en sus aspectos material y humano y la necesidad de mantener siempre una actitud crítica frente a las autoridades, a las víctimas y a todos los involucrados (Resolución Nº 151, 2010:4).

Esto nos remite a la clásica disputa entre informar y opinar, donde lo que debe sopesarse primero es la calidad de la información recogida y las fuentes concurrentes, y luego proceder al tratamiento de la información que debe responder éticamente a la verdad de los hechos, la consideración con los afec-

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tados, y la evaluación de las autoridades en el manejo de la crisis y el diseño de políticas de reconstrucción.

Conclusiones La reconstrucción invita a considerar las radios comunitarias como un componente central para la cohesión social de las regiones afectadas y del país, y el acceso a las telecomunicaciones como un derecho humano básico que el Estado chileno debe garantizar (AMARC ALC, 2010). Sin embargo, ello solo será posible en la medida en que el Estado garantice y promueva los medios comunitarios dentro del sistema de medios, bajo condiciones más equitativas respecto al sector privado de la radiodifusión. De esta forma, el pluralismo informativo y la diversidad de voces robustecerán la democracia participativa y la libertad de expresión. El cumplimiento de estos estándares internacionales pasa por la implementación de políticas públicas de comunicación que reconozcan la diversidad de actores y su derecho a formar medios de comunicación por los soportes que estimen convenientes. Solo así, en el entendido de que se está haciendo un ejercicio de derechos humanos, se podrá avanzar en una sociedad más inclusiva donde el sector público y social comunitario puedan desenvolverse sin obstáculos o trabas por parte del Estado o de los organismos que administran las frecuencias de radio. Finalmente, es importante destacar que el rol protagónico que las radios comunitarias tuvieron durante la pasada emergencia se intensifica aún más en el proceso de reconstrucción, cuando sus programaciones deben estar a la altura de un debate político amplio y ciudadano que considere las necesidades e intereses de las comunidades afectadas. Por tanto, en la medida en que sean capaces de vehicular esos discursos, contribuirán no solo a formar una opinión pública local sino también a demandar de las autoridades información, participación y desarrollo colectivo.

Bibliografía ASOCIACIÓN MUNDIAL DE RADIOS COMUNITARIAS, AMÉRICA LATINA Y CARIBE, AMARC ALC 2010 Estado de situación de radios comunitarias en Chile después del terremoto del 27 de febrero de 2010. Santiago de Chile.

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CONSEJO DE ÉTICA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN 2010 Cobertura de noticias en situaciones de catástrofe. Resolución Nº 151. Santiago de Chile. CNTV CONSEJO NACIONAL DE TELEVISIÓN 2010 Cobertura televisiva del terremoto. Santiago de Chile. CORPORACIÓN VIVA LA CIUDADANÍA 2000 Cuadernos de Reconstrucción: periodismo y participación ciudadana. Armenia, Colombia. LEY 20.478 2010

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Del análisis ideológico a la crítica de la ideología: propuesta para una metodología de análisis de la televisión Juan STARICCO Leipzig Universität – Wien Universität

RESUMEN: En este artículo, en primer lugar, critico el modo en que un paradigma de estudios de comunicación latinoamericanos ha intentado estudiar la televisión. Según mi hipótesis, su planteo es insuficiente ya que no va más allá de un mero análisis ideológico. En lugar de ello, a partir de los aportes de Althusser y Pêcheux, presento una propuesta metodológica diferente a partir de la cual se pueda estudiar la televisión realizando una crítica de la ideología. PALABRAS CLAVE: Ideología – Televisión – Althusser – Pêcheux – Estudios culturales – Comunicación. SUMMARY: In this article, in the first place, I criticize the way in which a LatinAmerican paradigm of communication studies has tried to study television. According to my hypothesis, its proposal is not enough, as it cannot go beyond a mere ideological analysis. On the other hand, working with Althusser and Pêcheux, I present a different methodological proposal which would enable us to study television by making a critic of ideology. KEY WORDS: Ideology – Television – Althusser – Pêcheux – Cultural studies – Communication.

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Del análisis ideológico a la crítica de la ideología: propuesta para una metodología de análisis de la televisión

Por qué reflexionar sobre el método Poner a la televisión en el centro de la escena y argüir la importancia de su análisis para la mejor comprensión de nuestras sociedades contemporáneas hoy en día no parece ser un planteo demasiado novedoso u original. Nadie duda del lugar preponderante que la televisión se ha ido ganando en el sistema social, las variadas relaciones que con ella se establecen, o el dinamismo y versatilidad con que se autopublicita. Ante un fenómeno tan masivo y tan cotidiano, quizás sean pocos quienes acepten la idea de que su análisis, o al menos la reflexión en torno a la televisión, sea algo innecesario o superfluo. Como ejemplo de este casi generalizado acuerdo podríamos citar algunos aportes que a este debate realizan destacados pensadores. Giovanni Sartori, por ejemplo, en su obra “Homo videns”, se atreve a afirmar que la televisión no solo transforma las relaciones sociales, sino que está cambiando al hombre mismo tal y como lo entendemos: La televisión está produciendo una permutación, una metamorfosis, que revierte la naturaleza misma del homo sapiens. La televisión no es solo instrumento de comunicación; es también, a la vez, paideía, un instrumento “antropogénico”, un medium que genera un nuevo ánthropos, un nuevo tipo de ser humano. (1998:36)

Ya en nuestro continente, podemos hacernos eco de la reflexión de la intelectual argentina Beatriz Sarlo, quien intenta dimensionar el impacto que la televisión ha tenido sobre la construcción del espacio público: La videoesfera es un espacio hegemónico y expansivo. Se ha reorganizado la dimensión simbólica del mundo social con una radicalidad y una extensión solo comparables con los cambios provocados por la difusión masiva de los impresos que, como es bien sabido, fueron un dato decisivo en la construcción de la esfera pública moderna. Vivimos el capítulo más espectacular de un proceso de extensión y democratización, aunque sus rasgos no pueden ser invariablemente considerados como democráticos. (1995:70)

Presentado de esta manera, pareciera que el estudio crítico está en marcha, que habiendo tantos interesados en diseccionar este fenómeno desde una perspectiva analítica nos encontramos ante una pluralidad de miradas y posturas

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que compiten y disputan por realizar una mejor crítica. Ante esta suposición, creo que se vuelve pertinente la pregunta: ¿qué nos asegura este interés general en torno a la televisión? La respuesta dependerá de cuál sea nuestro interés en torno al impacto social del conocimiento. Si bien es cierto, como dijimos, que la televisión con el tiempo se ha ido volviendo un objeto de análisis cada vez más importante, esto nada dice sobre el tipo de análisis al que se la ha sometido. Los supuestos con los que se aborde el fenómeno, como así también la perspectiva teórica con la que el pensador se identifique, pueden llevar a conclusiones de lo más variadas. Queda así en evidencia que un mismo objeto de estudio se vuelve plausible de decirnos o demostrarnos diferentes cualidades o fachadas de acuerdo con la visión desde la cual se lo esté estudiando. De este modo queda clara la importancia del “método” o para decirlo de un modo un poco menos pretencioso, la importancia de la mirada teórica con que pensemos la realidad. De estas últimas ideas se deriva lo que un párrafo antes se planteaba con respecto al “impacto” del conocimiento. Distintos modos de interpretación de los fenómenos sociales arrojan diferentes conclusiones que van a favorecer ciertos intereses sociales en detrimento de otros, que van a tornar visibles ciertos problemas ocultando los demás o de cuya lectura podría derivarse tanto una legitimación de lo existente como su crítica radical. Es por esto que me parece fundamental la posibilidad de poder generar una reflexión en torno a la metodología con la cual se analiza al fenómeno televisivo. En este ensayo voy a sostener que el alejamiento del paradigma de la crítica ideológica ha desembocado en una lectura relativista de lo social, cuya principal consecuencia es la legitimación de su objeto de estudio y la imposibilidad de realizar una crítica de lo existente. Al mismo tiempo, propondré una perspectiva a partir de la cual se podría abordar a la televisión: retomando y revaluando la idea de crítica, de la televisión como transmisor de ideología y prácticas ideológicas, y sobre todas las cosas, la interrelación entre su estatus como medio de comunicación y su rol social. Esto último resulta fundamental, ya que la televisión es mucho más que un género, va mucho más allá del mero contenido que comunica, ya que tiene una dimensión fundamental en la ordenación de la realidad y en la estructuración de las relaciones sociales. La TV, al ser un fenómeno social, trasciende su mero contenido y se inserta en una trama de relaciones donde interactúa con los más diversos ámbitos de la vida social y genera su impacto particular. ¿Que cuál es este impacto? Bien, quizás como incentivo al desarrollo de la mentalidad crítica podríamos decir que allí se encuentra el resultado de lo que los intelectuales puedan hacer con este problema. Si se continúa con una perspectiva ingenua del fenómeno televisivo, acrítica y relativista, este impacto

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continuará siendo el mismo que en la actualidad, un “cómplice” de lo existente. Pero si logramos poner en evidencia sus mecanismos, sus resultados y verdadera influencia y, por sobre todas las cosas, se logra que esta producción tenga repercusión en el modo de organizar lo social, bueno, quizás ahí podamos comenzar a pensar en un impacto transformador o al menos no funcional de la televisión.

Del análisis ideológico… En primer lugar me interesa realizar una breve crítica a los acríticos caminos que ha tomado el análisis de la televisión, esto es, particularmente, a los enfoques que pueden inscribirse dentro de los llamados estudios culturales latinoamericanos. Desde esta perspectiva el centro de atención en la relación comunicativa se desplaza del emisor al receptor, y se centra en cómo este último experimenta su relación con la televisión. En este paradigma, al margen de la faceta particular de esta relación que se vaya a estudiar, pueden encontrarse varias características comunes. Por un lado, la pretensión de acceder a la significación que el receptor le otorga a la televisión, es decir, el énfasis se pone en cómo éste la interpreta, qué significados le otorga, qué rol juega en su vida. Es común que este tipo análisis se centre en la pequeña unidad de una persona al frente de su aparato de TV, y haga de esta situación el objeto de la interpretación. Este tipo de métodos, de “exotización” de lo cotidiano, no puede trascender la mera mirada del usuario televisivo, no va más allá de la lectura que éste pueda realizar y, por lo tanto, se pierde de ver al fenómeno en sus dimensiones más importantes. ¿Dónde está el problema de esta perspectiva? En mi opinión, la principal dificultad se encuentra en que el investigador, al centrarse en una parte tan pequeña de lo que podríamos llamar el “sistema social” que se erige en torno a la TV, no tiene la capacidad de una perspectiva más general y macro del fenómeno. Se queda atrapado en una situación menor, de importancia relativa si se piensa en el todo, que le impide concentrarse en la dimensión estructural del fenómeno que analiza. Esta postura, con especial énfasis en la interpretación de los significados que el televidente produce, tiene un riesgo muy importante: el de analizar a la televisión desde su propia lógica. Si para realizar esta crítica nos basamos meramente en lo que los usuarios piensan de ella, estaremos trabajando con categorías propias de nuestro fenómeno, estaríamos intentando refutar al sistema desde adentro. Si lo que se quiere es realizar una verdadera crítica de este fenómeno, se vuelve indispensable poder elevarse por sobre la mera fenomenología de la “experiencia televisiva” para poder mirar a una estructura total,

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y es solo con elementos aportados desde fuera de esta estructura que tal crítica es posible. De lo contrario, si nos quedamos con los elementos propios del sistema, no estaremos haciendo más que justificar y legitimar el orden existente. No encontraremos dentro del orden establecido elementos que contribuyan a su crítica radical. Sarlo expone un argumento que manifiesta la postura que hasta el momento venimos criticando: “La nota de Ure1 comienza con un argumento en estado de descomposición debido a su antigüedad: quienes critican a la televisión son epistemológicamente arcaicos porque aspiran a analizarla desde afuera de su razón” (1992:243). Al parecer la epistemología ¿contemporánea? que plantea Ure viene a decir que para entender la televisión hay que hacerlo desde su razón o, para intentar ser más fiel al razonamiento que parece proponer, quiere explicar que aquellos que critican la televisión lo hacen porque la han analizado desde fuera de su razón; al parecer entonces, si la hubiesen estudiado a la luz de su propio logos estas críticas resultarían risueñas. ¿Qué deberíamos concluir de este argumento, entonces? En mi opinión, es un ejemplo claro de la línea de estudios que se quiere criticar en este artículo. Ure plantea comprender la razón de la televisión desde su propia razón, es decir, realizar un movimiento interno dentro del fenómeno estudiado para poder así entenderlo. La posibilidad de la crítica extra-sistémica queda excluida, en tanto se estaría recurriendo a una “epistemología arcaica”. Lo nuevo, lo novedoso, lo contemporáneo, es ver a la televisión desde adentro, desde su lógica; lo otro, es cosa vieja. Sarlo critica a Landi desde esta misma perspectiva cuando aduce que este se interesa en la TV como una situación de hecho: “creo que, para Landi, situación de hecho quiere decir algo más: una situación frente a la cual no se ejerce la crítica, una situación que se acepta porque allí está, ha modificado el mundo, reorganizado la cultura y se impone con la contundencia de lo consumado” (1992:244). La posición que se asume es clara: la cosificación del fenómeno, el pretender estudiarlo como hecho, como cosa, produce un recorte arbitrario de la realidad. La idea de que la TV interesa en tanto situación de hecho la objetiviza, la convierte en una cosa palpable, limitada, con fronteras claras y, por lo tanto, la extirpa del sistema mayor en el que trabaja. Nuevamente, al quitarla de su estructura, la visión de la totalidad se vuelve inaccesible y, por lo tanto, la crítica fracasa. Aunque, de acuerdo con lo que venimos observando, no hay fracaso de la crítica para estos autores, ya que ni

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Alberto Ure realiza una favorable crítica del libro de Oscar Landi, Devórame otra vez, en el diario Clarín, el jueves 30 de julio de 1992. En esa obra, Landi critica a la mirada “cientificista” sobre la televisión, y que describiré a continuación.

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siquiera hay intento de crítica. Y es esto mismo lo que concluye Sarlo para darle el golpe final a Landi: Si esto es así, el intelectual queda eximido de algunas exigencias. En principio, de la exigencia intelectual de demostración que rompa la tautología de la circularidad. Porque cuando Landi dice que le interesa la televisión como una “situación de hecho, como una parte decisiva de la historia de la mirada y la percepción”, está advirtiéndonos lealmente que no esperemos un momento crítico respecto de su objeto (1992:249).

A partir de una visión como esta es que quizás pueda entenderse la existencia de pensadores que se planteen el análisis a partir de ideas como “la televisión, un amigo de la infancia” (Abraham, 1998:15), lo que vuelve difícil no sonrojarse de solo pensar en el contenido que el análisis realizará. La propuesta de análisis televisivo que se vislumbra hasta aquí parece reducirse a lo que sería, en el mejor de los casos, un análisis de contenidos. Si pensamos como Landi en que la televisión debe ser examinada desde su propia lógica, su estudio debería limitarse en comprender qué es lo que allí se dice y no mucho más. Lo que hace este planteo, que es lo que motiva el ulterior desarrollo de este ensayo, es negar por omisión el carácter ideológico de la televisión o, podríamos decir, se queda dentro del ámbito ideológico. Realiza su análisis desde la ideología. Para echar más luz a esta idea propongo servirnos del planteo que Nicholas Abercrombie realiza del pensamiento de Marx en su libro Clase, estructura y conocimiento: La distinción entre ideología y realidad, o entre niveles de realidad, se presenta en El Capital de Marx como una distinción entre apariencia y realidad, o entre formas fenoménicas y relaciones reales. Además, estas distinciones surgían casi siempre cuando Marx analizaba la relación entre la esfera de producción y la esfera de circulación (1982:128).

Abercrombie propone ver la sociedad como una entidad dual, donde en un nivel reina la apariencia, la ideología, pero más allá de ello se encuentra el nivel de la realidad, el nivel que torna evidente la reificación del primero. Y esto es claramente graficado con el análisis que se realiza de Marx. La esfera de la producción es donde se crea el valor y es, por lo tanto, el ámbito del trabajo y del proceso en el cual el capitalista se apropia de la plusvalía que genera el obrero. La esfera de la circulación, a su vez, es la esfera del intercambio, donde impera la lógica del mercado y las personas se manejan como actores de la economía, regidos por las leyes de oferta y demanda. Entre ambas se da una relación de subordinación, ya que para Marx la creación de valor es el proceso fundamental sobre el que se erige el sistema capitalista, y éste se realiza en la esfera de la producción; la esfera de la circulación, en cambio, representa “una serie de relaciones económicas —la compra-venta de

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fuerza de trabajo y otras mercancías, la acumulación de capital— que son apariencias o formas fenoménicas porque se sostienen en un conjunto de relaciones reales en las que se crea realmente el valor” (Abercrombie, 1982:129). Pero el problema radica en que las personas viven su vida económica en esta segunda esfera, ya que en su existencia cotidiana son las relaciones de mercado las que determinan sus sueldos, el nivel del precio de los bienes, etc. La experiencia, la práctica concreta de los sujetos, transcurre en ese ámbito y por lo tanto es para ellos la realidad. Así, el rol clave de la producción de valor queda “escondido” detrás de las experiencias de mercado que se presentan como naturales, y se invisibiliza de este modo al elemento central del sistema capitalista. Así, este ejemplo extraído de Marx puede servirnos como una metáfora para el objeto de estudio que nos incumbe. Quedarnos en el ámbito de lo aparente en el estudio de la televisión, en el análisis de los géneros y los contenidos, implica encerrarnos en la esfera de lo ilusorio, de la ideología, donde las nociones de sentido común que allí se utilizan, si bien se viven como reales y hasta naturales, en realidad ocultan la realidad que se erige por detrás. La televisión debe ser abordada no desde su lógica, sino contra su lógica; no como una mera comunicación, sino como una institución que es parte de una estructura mayor, como un campo que se entrelaza con una pluralidad de campos, que tiene prácticas, ritos, lógicas y creencias que no son resultado de una mente creativa que vive dentro de la pantalla, sino que integran un todo social donde se inscriben y son producidas. El “sistema” de la televisión no es un compartimiento estanco, aislado, sino un reflejo de la pluralidad de intereses que confrontan en la realidad: es, incluso, un ámbito más donde la inequidad y la conflictividad social se expresan y la lucha de clases toma lugar. Si lo que pretendemos, como se planteaba en un principio, es obtener un conocimiento que pueda realizar algún aporte a la recons(/des)trucción de este orden social, es necesario, en primer lugar, abandonar los supuestos relativistas que suponen la indiferenciación entre lo que es un conocimiento científico y un discurso social más. Partiendo de la concepción del mundo como un espacio dual, donde hay apariencia pero detrás hay realidad, se vuelve necesario pensar al conocimiento científico como plausible, como una empresa con un objetivo claro: acceder al ámbito de lo real sobre el que se erige el velo de la ideología. La única manera de que la creación intelectual tenga un accionar por el que valga la pena esforzarse, será a partir del reconocimiento de esta distinción, que nos permitirá realizar la crítica de lo realmente existente y no la legitimación desde lo aparente. En conclusión, las líneas de análisis de la televisión criticadas “fueron abonando un terreno en el cual predominaba el consumo carente de conflicto y el análisis sin juicios de valor” (Mangone 2007:139-140). Ahora bien, realizada la crítica de esta perspectiva de análisis, me propongo desarrollar la que, en mi

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opinión, sería una visión interesante para tener en cuenta si lo que se quiere es, justamente, evitar y superar las marcadas falencias que hemos encontrado.

…a la crítica de la ideología La idea que voy a proponer, o mejor dicho, exponer, tiene como punto de partida los postulados de Althusser expresados en su célebre Ideología y aparatos ideológicos de Estado. El planteo de Althusser parte de la observación realizada por Marx de que “una formación social que no reproduzca las condiciones de producción al mismo tiempo que produce no sobrevivirá ni siquiera un año” (1988:6). Para poder sobrevivir, toda formación social necesita reproducir las condiciones de su producción, por lo tanto, no alcanza con que el todo social se centre en las labores productivas y su desarrollo, sino que es fundamental para poder continuar realizándolas el que se fomente la reproducción de aquellas condiciones que hacen posible que el sistema productivo se mantenga como tal o simplemente exista. Estas condiciones son, de acuerdo con Althusser, dos: las fuerzas productivas y las relaciones de producción (1988:7). Ahora, si bien estas dos condiciones en primera instancia se identifican con lo meramente económico, la función de reproducción excede este ámbito y se vuelca hacia una dimensión social. Y esto por dos motivos: por un lado, porque la empresa no es el único ámbito donde esta reproducción se asegura, sino que se vuelve una función social (responsabilidad de la totalidad) y, por el otro lado, porque la reproducción de la fuerza de trabajo excede la mera capacidad económica y se expande hacia una reproducción más totalizadora, que pretende abarcar diferentes ámbitos de la vida de la persona: La reproducción de la fuerza de trabajo no sólo exige una reproducción de su calificación sino, al mismo tiempo, la reproducción de su sumisión a las reglas del orden establecido, es decir una reproducción de su sumisión a la ideología dominante por parte de los agentes de la explotación y la represión, a fin de que aseguren también “por la palabra” el predominio de la clase dominante (1988:10).

Queda claro, entonces, que Althusser postula la necesidad de que la reproducción de lo meramente técnico se vea complementada por la aceptación del orden existente, por la naturalización y legitimación de las relaciones de producción establecidas. Y esto solo puede lograrse a través de la aceptación de la ideología dominante, es decir, aquella imagen del mundo que impone la clase dominante. Como adelantamos anteriormente, debe dejarse en claro cuál es la naturaleza ontológica de la ideología para Althusser. Para él, hasta el momento, se ha considerado incorrectamente a la ideología desde el idealismo, es decir, como un conjunto de representaciones imaginarias en la mente de las personas don-

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de “están reflejadas las condiciones de existencia de los hombres, y por lo tanto su mundo real” (1988:34). Ahora bien, ante este enunciado que Althusser califica, podríamos decir, como una interpretación dominante u ortodoxa del concepto de ideología, él propone dos “correcciones”. Una atañe al contenido de las representaciones y la otra a la existencia óntica de la ideología. En cuanto a la primera, Althusser afirma que en realidad no es el mundo real, las condiciones objetivas de existencia, lo que las personas se representan en la ideología, sino “la relación que existe entre ellos y las condiciones de existencia” (1988:34). La segunda crítica que realiza atañe al idealismo con el que hasta el momento se había conceptualizado a la ideología. Niega el carácter meramente “espiritual” del término y propone a cambio su materialidad. Para Althusser, la importancia del concepto de ideología para el análisis social radica justamente en esa característica, la que se inscribe en prácticas concretas, materiales, que realizan los individuos en su vida cotidiana: “esas ideas son actos materiales insertos en prácticas materiales, reguladas por rituales materiales definidos, a su vez, por el aparato ideológico material del que proceden las ideas de ese sujeto” (1988:37). Tenemos, entonces, actos, prácticas, rituales y, como veremos a continuación, instituciones, todos ellos de carácter material, a través de los cuales se expresa la ideología y se realiza su reproducción. La representación que los sujetos realizan de su relación con sus condiciones reales de existencia se encuentra inscripta en fenómenos concretos de la vida diaria y revelan, por tanto, el carácter eminentemente práctico y, por ello, material de las ideologías. Así, dotada de materialidad, es posible concebir que la ideología tenga lugares de reproducción, donde se inculquen prácticas, ritos y actos impregnados por una representación particular (y en este caso dominante) del mundo social. Es a partir de este supuesto que Althusser puede indicar la existencia de ámbitos delimitables e identificables donde se da la reproducción. ¿Cuál es el ámbito, entonces, donde esta función se realiza? De acuerdo con Althusser, los encargados de la reproducción de la ideología dominante son los llamados Aparatos ideológicos de Estado (AIE): “Designamos con el nombre de Aparatos Ideológicos de Estado cierto número de realidades que se presentan al observador inmediato bajo la forma de instituciones distintas y especializadas” (1988:16). Éstos se diferencian del aparato represivo del Estado por dos características fundamentales: “mientras que el aparato represivo del Estado pertenece enteramente al dominio público, la mayor parte de los Aparatos Ideológicos de Estado (en su aparente dispersión) provienen en cambio del dominio privado” (1988:17) y por el hecho de que “el aparato represivo de Estado funciona mediante la violencia, en tanto que los AIE funcionan mediante la ideología” (1988:18). En el planteo de Althusser los AIE no son parte del Estado, sino que pertenecen al ámbito de lo privado. Pero esta división, en realidad, es aparente,

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ya que basta con leer los supuestos marxistas del Estado que le subyacen para comprender que tanto el Estado (lo público) como los AIE (lo privado) están en manos de una misma clase dominante. Lo que en apariencia son dos ámbitos diferentes, y hasta excluyentes, en la realidad no dejan de ser dos brazos de una misma clase que por los diferentes medios acrecienta y solidifica su poder. Reafirmando esta idea, Althusser explica: “ninguna clase puede tener en sus manos el poder de Estado en forma duradera sin ejercer al mismo tiempo su hegemonía sobre y en los Aparatos Ideológicos de Estado” (1988:20). Para resumir, el planteo de Althusser parte de la idea marxista de que todo sistema de producción que pretenda perpetuarse necesita reproducir sus condiciones de posibilidad. Estas condiciones no se limitan meramente al modo de producción y las relaciones que le son propias, sino que los excede, supera el ámbito de lo material para incluirse en el ámbito de la ideología. La idea de la coacción de una clase sobre otras por la fuerza como cimiento de la dominación resulta poco convincente; de lo que se trata en realidad es de lograr que los dominados acepten como legítima su dominación, de que crean que su situación es justa y que, de este modo, no se ponga en riesgo el orden sobre el que se asienta el todo social. Esta función la cumplirían los AIE, son estas instituciones las encargadas de la reproducción de la conciencia dominante, es decir, de imponer a las masas una visión reificada de la realidad que ellas aceptarán como legítimas y verdaderas. Como al lector le resultará ya evidente, lo que propongo aquí es plantear a la televisión como un AIE, cosa que realiza Althusser (bajo la categoría de AIE de información), pero que no desarrolla en demasía. De todos modos, no pretendo quedarme en el planteo de éste y, más adelante, propondré una modesta complejización de la imagen que este pensador esboza. Creo que el desarrollo de Althusser puede ser una buena lectura para la televisión en las sociedades contemporáneas. Es, a todas luces, una propuesta radicalmente diferente a la realizada por el paradigma antes criticado. Me parece sumamente valioso, en primer lugar, destacar la importancia que se le da en este planteo a la dimensión estructural. Si queremos ver a la televisión como AIE, la estaremos viendo como una parte más dentro de una trama mucho mayor; la televisión se convierte entonces en un elemento que la clase dominante utiliza para la reproducción de su ideología. Para ello debe adquirir características particulares: por un lado, “detrás de escena”, el mercado televisivo, su lógica de funcionamiento, su dinámica, será un reflejo de la lógica social. Al mismo tiempo, la televisión, ahora sí, en sus contenidos, transmite mensajes donde lo que se busca será naturalizar lo que en realidad es una formación histórica y contingente. Se aspira a la imposición de modelos válidos, verdaderos y únicos de vida, y al mismo tiempo se pretende estigmatizar otros.

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Althusser nos conduce a pensar desde el lugar repudiado por Ure: la única forma de hacer crítica de la ideología es situarse fuera de la ideología: Lo que sucede en realidad en la ideología parece por lo tanto que sucede fuera de ella. Por eso aquellos que están en la ideología se creen por definición fuera de ella; uno de los efectos de la ideología es la negación práctica por la ideología del carácter ideológico de la ideología: la ideología no dice nunca “soy ideológica”. Es necesario estar fuera de la ideología, es decir en el conocimiento científico, para poder decir: yo estoy en la ideología (caso realmente excepcional) o (caso general): yo estaba en la ideología. (…) Esto quiere decir que la ideología no tiene afuera (para ella), pero al mismo tiempo que no es más que afuera (para la ciencia y la realidad) (1988:42).

Este párrafo sintetiza sucintamente una fuerte crítica al paradigma de estudios planteados con anterioridad. Resulta que la ideología, en esencia, niega su carácter ideológico, y en cambio, se propone como la visión verdadera de la realidad. Así, si permanecemos en un análisis intrasistémico de la televisión, si nos quedamos con su lógica, nuestro estudio queda dentro del marco de lo ideológico, y por lo tanto, no hace más que reproducir ideología como un AIE legitimado bajo el rótulo de ciencia. Los estudios culturales, al centrarse en las experiencias de los individuos, al estudiar el fenómeno desde su punto de vista particular, impiden tener acceso a la exterioridad, a una visión por fuera de la ideología, y por ende imposibilitan su crítica. La afirmación de Ure, entonces, demuestra su esencia claramente ideológica al postular que el problema radica en estudiar la TV desde fuera de su lógica, está justamente negando que haya un “afuera”, cuando en realidad no es más que un “afuera” para el estudio científico-crítico. El mensaje es claro en su traducción a los términos propuestos por Abercrombie: es necesario superar el ámbito de la descripción de la esfera de la circulación para adentrarnos en la explicación de la esfera de la producción. Otra dimensión que a partir de este análisis puede resultar relevante sería el estudio de la televisión, del mercado televisivo, en relación con otras esferas o campos sociales. La relación con la economía, a esta altura, resulta más que obvia, pero no hay que descuidar que, en tanto AIE, la reproducción de conciencia que se persigue excede la relativa a lo meramente económico y apunta a imponer un modo de vida total, que permita disponer de individuos dóciles y funcionales al sistema. Walger y Ulanovsky así lo plantearon: La TV no solamente es un negocio, y un lucrativo negocio, sino que además es un poderoso aparato ideológico destinado a no permitir la menor fisura dentro del conjunto de normas y valores que rigen el orden social capitalista. Desde este punto de vista, la TV funciona como un hábil mantenedor del statu quo, que refuerza lo establecido mediante una programación mediocre cuya propuesta vital supone modelos de conducta que se erigen como los únicos aceptables y, por lo tanto, posibles (1974:18).

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Si bien los citados autores no parecen estar hablando específicamente en los términos de Althusser (al margen del concepto de aparato ideológico), ya que, según puede leerse en su libro, la conexión de la TV parece estar casi limitada al poder estatal más que a una clase dominante, el pensamiento que presentan es bastante similar. La idea de la televisión como una estructura cuyo impacto social reside en la legitimación del orden establecido, sea cual sea: “en la TV encontramos siempre un elemento constante: la defensa de lo establecido y un elemento variable: el carácter específico del proyecto lanzado en una determinada coyuntura” (1974:19). Esta última cita, como dijimos, se encuentra en consonancia con el planteo de Althusser, en tanto la televisión como AIE siempre es instrumento de la clase dominante para reproducir ideología. Más atrás en este ensayo planteé mi intención de realizar un complemento a la teoría de Althusser para evitar una mirada simplificadora, y más atrás también, se habló de la posibilidad de la televisión como un espacio social más de conflictividad y lucha. A continuación intentaré plasmar el porqué de esos dos adelantos. Leyendo a Althusser, creo que puede encontrarse una excesiva simplificación del proceso de reproducción de la ideología y del rol que cumplen los AIE. De acuerdo con él, estos son instrumentos de la clase dominante y sirven para la reproducción de su ideología. Al parecer, entonces, el panorama que se nos presenta es sombrío, por cuanto la dominación económica complementada con la ideológica nos encierra en una especie de cárcel-total sin escapatoria. Al mismo tiempo, además de fatalista, el planteo es un tanto simplista. En la sociedad las relaciones de poder no son estáticas y eternas, sino que por el contrario, siempre existen el conflicto y el enfrentamiento. Sin lugar a dudas, lejos de la ilusión pluralista, los distintos grupos (o clases) disponen de recursos de poder que son sumamente dispares y disímiles, pero esto no anula el potencial conflictivo y confrontacional de toda sociedad capitalista. ¿Son acaso los AIE la expresión de la victoria final de la clase capitalista? Aquí voy a proponer que no lo son, sino que son un espacio más de la lucha de clases. Michel Pêcheux propone una dualidad, en vez de hablar de las condiciones ideológicas de la reproducción de las relaciones de producción, instala el término de reproducción/transformación. Y lo justifica del siguiente modo: Al escribir “reproducción/transformación” pretendo designar el carácter nodalmente contradictorio de cualquier modo de producción basado en una división de clases, esto es, cuyo “principio” sea la lucha de clases. Esto significa, en particular, que considero un error ubicar en diferentes lugares, por un lado, lo que contribuye a la reproducción

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de las relaciones de producción y, por el otro, lo que contribuye a su transformación: la lucha de clases atraviesa el modo de producción en su conjunto, lo que, en el área de la ideología, significa que la lucha de clases “atraviesa” lo que Althusser ha llamado los AIE (2003:157).

El aporte de Pêcheux es sumamente interesante si se quiere concebir al pensamiento científico como un elemento de compromiso con la transformación de la realidad. Su aporte se entiende fundamentalmente a partir de la propuesta althusseriana de concebir a la ideología no como idea o espíritu, sino como práctica, como materia. Así, los AIE son un espacio, un lugar, donde no se efectúa simplemente la reproducción ideológica, sino que por el contrario, son un ámbito más donde se ve plasmada la lucha de clases: “los AIE no son la expresión de la dominación de la ideología dominante, es decir, la ideología de la clase dominante (…) sino el lugar y el medio de realización de esta dominación” (2003:158). Son instituciones que, a diferencia de lo que plantea Althusser, no tienen una explicación causal, lineal, sino que esta nueva perspectiva introduce la contingencia: de acuerdo a cuál sea el estado del enfrentamiento entre clases, a cómo se desenvuelva la lucha en este campo, los AIE pueden contribuir a la reproducción o a la transformación de las condiciones de existencia del sistema capitalista. El rol de la ideología como práctica queda así claramente plasmado. La lucha ideológica no se delimita a la competencia entre ideas, sino que por el contrario, es la competencia por un modo de hacer, un modo de obrar, que busca imponer una visión sobre el mundo como verdadera a partir de la legitimación de un modo de ser. La lucha misma es ideológica, en tanto comprende una serie de actos dominados por una concepción de la realidad. Pero esta lucha, que hasta el momento aparece como intrasistémica, no es tal, sino que está en constante vinculación con la pluralidad de los AIE y el aparato estatal. Es una confrontación que, lejos de cerrarse en una institución, como bien dice Pêcheux, atraviesa a la totalidad social y busca establecer relaciones de jerarquía no solo ad intra sino también entre el conjunto de instituciones: El aspecto ideológico de la lucha por la transformación de las relaciones de producción reside, entonces, por encima de todo, en la lucha por imponer, dentro del complejo de AIE, nuevas relaciones de desigualdad-subordinación (…) que tengan como resultado una transformación del conjunto del “complejo de AIE” en su relación con el aparato del Estado y una transformación de este mismo aparato (2003:160).

La lucha dentro del AIE es la lucha por la totalidad social. Si concebimos a cada AIE particular como parte de un todo entrelazado, como una conjunción, superposición y vinculación de campos, se torna evidente que la competencia entre clases no atañe a una parte de la estructura, sino a su totalidad.

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Del análisis ideológico a la crítica de la ideología: propuesta para una metodología de análisis de la televisión

Vemos nuevamente la importancia de estudiar a la televisión como parte de un todo. Si se comparte esta perspectiva, podemos ver a la televisión como un elemento de la totalidad, que si bien goza de cierta autonomía debido a su actividad específica (sería absurdo pretender disolver la especificidad propia de un campo) es cómplice de una lógica común con el resto de la sociedad. Pero si nos quedamos simplemente en el planteo de Althusser, caemos en que la televisión, en tanto AIE, terminaría siendo sólo la expresión de la dominación de una clase sobre otra. Michel Pêcheux, por el contrario, nos abre una posibilidad: la televisión puede ser también un espacio de la lucha de clases, donde a partir de la búsqueda del establecimiento de nuevas jerarquías se afecte a la totalidad de los AIE y su relación con el Estado. La televisión, entonces, puede ser vista más que como un mero instrumento de dominación, como una oportunidad. Desde esta perspectiva se presenta como apuesta por la lucha de clases en el marco de los medios de comunicación. Podemos ver claramente, entonces, que un análisis de contenidos televisivos o etnografías sobre los televidentes, poco podrán decirnos sobre la lógica de la televisión por sí mismos. No es que se vuelva necesario descartar aquello, pero es importante considerarlos como un momento de un proyecto mayor. Este proyecto, en consonancia con lo hasta aquí planteado, debe comenzar por una sociología de los medios, que aborde a la televisión como una parte más del todo social y la relacione con un conjunto mayor de instituciones. Poco nos servirá analizar lo que vemos en pantalla si no lo complementamos con un análisis detallado y pormenorizado de los intereses que hay por detrás, del mercado de los medios de comunicación masivos, de las relaciones entre empresas y Estado, o el de la situación presente de conflictividad social. La televisión no es un elemento autosuficiente que pueda explicarse a sí mismo por sí mismo. La tarea por delante es mucho más compleja y, afortunadamente, mucho más crítica. El análisis científico, entonces, a través de la crítica de la ideología, puede trascender la mera contemplación de lo realmente existente y ser parte de un proceso de transformación. En el intento de superar lo aparente, lo ideológico, se puede develar cuáles son los mecanismos que hacen posible la dominación, y embarcarse así en un proyecto de transformación. Este es el abordaje metodológico para el estudio de la televisión que aquí he intentado exponer, uno que reconozca la necesidad de abordarla desde fuera de su lógica, desde fuera de su ideología para criticarla y, al mismo tiempo, hacerla parte de una lucha mayor por la transformación del orden social establecido.

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‘¿Ves?’ Sobre las modalidades narrativas de los programas periodísticos de investigación televisivos Carolina JUSTO VON LURZER Universidad de Buenos Aires

RESUMEN: Este trabajo es parte de una investigación desarrollada como Tesis de la Maestría de Comunicación y Cultura de la Universidad de Buenos Aires, en la que analicé los modos de representación de la prostitución en un conjunto de discursos televisivos. Presento aquí algunos de los resultados de la investigación, en particular, un conjunto de operaciones discursivas que configuran la estructura enunciativa de los informes emitidos en los programas analizados y algunos aspectos del lugar ocupado por las narrativas autobiográficas en estos formatos. Me interesa mostrar la relación entre estos modos de enunciación y la configuración de las experiencias televisadas en los informes periodísticos. PALABRAS CLAVE: Representaciones – Televisión – Docureality – Prostitución – Narrativas autobiográficas SUMMARY: This article is related to my Masters dissertation in wich I analized prostitution representations in some television discourses. I present here a number of research outcomes, particularly some discursive operations which configure the discourse structure of the reports presented on the analized television shows. Also some dimensions of the relevance of the autobiographical narratives in this television formats. I am interested in thinking of the links between these ways of presenting information and formulating problems and the configuration of experience by television reports. KEY WORDS: Representations – Television – Docureality - Sex work - Autobiographical narratives

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‘¿Ves?’ Sobre las modalidades narrativas de los programas periodísticos de investigación televisivos

Introducción Este trabajo es parte de una investigación que desarrollé como Tesis de la Maestría en Comunicación y Cultura de la Universidad de Buenos Aires (Justo von Lurzer, 2010), en la que reflexioné sobre los modos de representación de la prostitución en un conjunto de discursos televisivos contemporáneos que expresan la forma legitimada de la producción de representaciones mediáticas definidas como “realistas”: los programas periodísticos de investigación. En ese trabajo me propuse un análisis de las especificidades de las formas de representación mediáticas sobre la prostitución y las personas en prostitución, así como sus articulaciones, continuidades y rupturas con tres campos extratelevisivos (el jurídico, el biomédico y el moral-religioso) que históricamente hegemonizaron las clasificaciones sociales sobre la prostitución. Presentaré aquí algunos de los resultados de la investigación, en particular un conjunto de operaciones discursivas que configuran la estructura enunciativa de los informes emitidos en los programas analizados y que denominé lógica de comprobaciones interna. Me detendré también en dos modalidades narrativas que se revelan como dominantes en relación con el tema específico que interesaba a mi investigación —la prostitución— y que identifiqué como modalidad narrativa color y modalidad narrativa dramática/de denuncia. Me interesa mostrar la relación entre estos modos de enunciación y la configuración de las experiencias televisadas en los informes periodísticos. Lo que hice, entonces, fue un análisis crítico de aquellas emisiones de los programas Punto Doc, Código, La Liga y Blog,1 que hubieran emitido informes sobre prostitución en el período 2000-2005. La justificación del período es doble: por un lado en relación con los formatos que tomo para el análisis, porque su emergencia y consolidación coincide con un momento particular

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Los cuatro programas se emitieron en Argentina por televisión abierta y el primero de ellos, Punto Doc, inició sus emisiones a fines de los noventa. La Liga continúa en pantalla hasta la actualidad y Código ha pasado a llamarse GPS conservando la estructura y algunos de sus conductores y cronistas. Algunos, como La Liga, han exportado sus formatos a diversos países casi sin modificaciones.

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de reestructuración de las industrias culturales, en particular de la televisión, a partir de procesos de privatizaciones y concentración mediática. Por otro, este período puede identificarse con un contexto de profunda crisis social —económica y política— que hizo eclosión en los acontecimientos del 19 y 20 de Diciembre de 2001 en Argentina y continuó en el marco conflictivo de la recomposición en los años posteriores.2 Entendemos que en este contexto de crisis se produjo la puesta en discurso —la inclusión simbólica— de una serie de actores, conflictos y escenarios que antes no formaban parte central de las emisiones televisivas.3 En términos más específicos, coincide también con la consolidación y división interna de dos organizaciones políticas de trabajadoras sexuales y mujeres en prostitución sobre las que había reflexionado en un trabajo anterior (Justo von Lurzer, 2004), y con una serie de debates públicos respecto de la oferta de sexo por dinero, por ejemplo las discusiones y posterior reforma del Código Contravencional de la Ciudad de Buenos Aires.4 En ese trabajo, sinteticé los diferentes sentidos que configuran las clasificaciones de la prostitución y de las personas en prostitución a partir de tres operaciones discursivas centrales: la criminalización, la moralización y la patologización. A partir de ellas se fueron configurando las fronteras que delimitan el espacio social en el que las mujeres en prostitución son emplazadas. Esto me permitió pensar en algunas especificidades del “trabajo ideológico” (Hall, 1981) realizado por los medios masivos de comunicación; en particular, la relación entre las representaciones mediáticas y los campos de significados a partir de los que aquellas son configuradas.

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Para una caracterización detallada de este período ver: Shuster, 2002; Svampa, 2004.

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No desconocemos que antes de la proliferación de estos formatos había referencias televisivas a muchas de las problemáticas abordadas en ellos, incluida la prostitución, principalmente en los programas informativos. Sin embargo, el modo de la inclusión en esos casos es en referencia a acontecimientos noticiables y no a la representación de un problema social.

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A partir del año 1998, y luego de la eliminación de los edictos policiales, la ciudad de Buenos Aires sancionó un Código Contravencional que regula la convivencia urbana. En su redacción original, este código no incluía artículos referidos a la oferta y demanda de sexo. En el mismo año de su sanción se produce una primera modificación que penaliza la oferta y demanda de sexo a través de la inclusión de una modificación al artículo 71 y en sucesivas modificaciones la inclusión definitiva de un artículo específico sobre oferta y demanda de sexo, el artículo 81. Todas estas regulaciones fueron resistidas por las organizaciones de personas en prostitución. En el año 2004, se consolida una avanzada de las visiones criminalizadoras que logran que en septiembre de ese año se sancione una nueva ley Contravencional con modificaciones en varios de sus artículos, fundamentalmente, en los vinculados a actividades de los sectores populares: criminalización de la economía informal, criminalización de la protesta social y, por supuesto, criminalización de la oferta y demanda de sexo. En el marco de un conjunto de movilizaciones populares en contra de la reforma del Código, el 16 de julio de 2004 varias organizaciones de la sociedad civil y algunos gremios se manifestaron frente a la Legislatura Porteña para reclamar en contra de las modificaciones que impulsaba el oficialismo macrista. En el marco de la protesta, 23 personas fueron detenidas acusadas de coacción agravada y privación ilegítima de la libertad. Estuvieron encarceladas durante 14 meses y luego fueron sobreseídas.

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Una de las cuestiones que desarrollé fue justamente un cambio de modalidad en las representaciones que se observaban en los informes de los programas periodísticos de investigación: mientras que en los discursos extratelevisivos aparece claramente el componente estigmatizante a partir de las operaciones antes mencionadas (criminalización, moralización y/o patologización), en los discursos televisivos que conforman el corpus se observa un desplazamiento; el aspecto explícitamente peyorativo de la estigmatización es reemplazado por un tono más empático con la problemática y con el sujeto que la encarna, pero la estigmatización como marcación, como construcción de una alteridad, persiste. Puesto que venía trabajando sobre los procesos de organización y acción política de las mujeres en situación de prostitución y trabajadoras sexuales,5 mi interés fundamental estaba vinculado a lo que en las representaciones de estos formatos identificaba como operaciones discursivas de despolitización, caracterizadas por el recurso a la casuística, la deshistorización y descontextualización de la problemática, entre otras cuestiones. Sin embargo, en este recurso a la casuística como estrategia enunciativa predominante aparecía uno de los puntos más interesantes para explorar también las formas en las que los formatos periodísticos de investigación configuran las experiencias de los sujetos que dan cuerpo a sus informes. Explorar en las narrativas testimoniales a partir de su elaboración mediática permitía reflexionar en tres dimensiones: por un lado, sobre las formas en que ciertas problemáticas eran (re)presentadas en “palabras de sus protagonistas”, cómo la presentación de los testimonios que parecen responder (afirmativamente) a cierta interpelación, borra la operación de clasificación y se presenta como una operación de autodesignación en la cual el papel de la televisión es simplemente la de canal de difusión de una verdad objetivada. Por otro, justamente, pemitía observar los mecanismos clasificatorios, los objetivos significantes y los repertorios de sentidos a partir de los que estas experiencias eran construidas en los informes —por ejemplo, en relación con los discursos extratelevisivos—. Por último, las fisuras presentes en estas representaciones, observables principalmente en ciertas distancias entre lo dicho y los usos de lo dicho —las modalidades específicas de enunciación, lo que identificaba como modalidades narrativa color y dramática/de denuncia y algunas de sus operaciones retóricas, en particular la apelación a una lógica de comprobaciones interna de los relatos.

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En Argentina existen dos organizaciones en lucha por los derechos de las mujeres en prostitución: AMMAR Sindicato de Trabajadoras Sexuales de Argentina en Acción por sus Derechos (originalmente denominada Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina) nucleada en la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA) cuyas activistas se definen como trabajadoras sexuales, y AMMAR Capital Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos —escisión de la primera— cuyas integrantes se autodefinen como mujeres en situación de prostitución y no acuerdan con que esta actividad pueda ser considerada un trabajo.

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Autodesignaciones y comprobaciones La entrevista mediática Uno de los aspectos que se reveló fundamental en la estructura de estos formatos fue el lugar ocupado por las narrativas autobiográficas (Arfuch, 2002; Sibilia, 2008; Tabachnik, 1997), en particular el valor testimonial de las entrevistas a partir de las que se estructuran los informes de los programas de investigación. Estas narrativas del yo resultan claves en la construcción de un cierto estatuto de verdad de lo visto y oído, y tienen dos implicancias centrales: la especificación y clasificación de sujetos (aquel que presta su palabra debe responder de un modo u otro a la interpelación por la que es convocado a testimoniar); y la des-socialización de las problemáticas, en tanto la remisión a trayectorias individuales desplaza los argumentos explicativos y obtura la referencia a variables estructurales. El tratamiento casuístico (Ford y Longo, 1999) de las problemáticas presentadas aparece como la modalidad de abordaje y enunciación general de este tipo de programas. Si retomamos la postulación de Lejeune de un “pacto referencial, implícito o explícito, en el que se incluyen una definición del campo de lo real al que se apunta y un enunciado de las modalidades y del grado de parecido a los que el texto aspira” (Lejeune, 1991:57), podemos sostener que las narrativas exhibidas en los programas mencionados se ofrecen como referencia empírica absoluta. De este modo, “el individuo que habla se convierte, delante de las cámaras y de los micrófonos, en el portador oficial de una microhistoria social. En el caso ideal el resultado es un encuentro con un modelo de vida” (Rath, 1992: 2). Estas narrativas autobiográficas funcionan como ejemplos en una modalidad de presentación de problemáticas que se torna casuística.6 Tal como hemos mencionado, en el procedimiento de selección de testimonios y en la instancia de interrogación operan formas de clasificación social e interpelación subjetiva que implican un nivel de reconocimiento por parte de los sujetos interpelados; un individuo se somete a una clasificación al tiempo que se reconoce en ella (Tabachnik, 1997). La persona que presta testimonio es interrogada a partir de una serie de premisas que deben ser compartidas por ella —incluso para establecer distanciamientos— y que se basan en el examen de su experiencia de vida. Me interesó analizar cuáles son las formas en las que esta experiencia es producida en esos informes para desnaturalizar precisamente este “efecto de

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Ford y Longo (1999) conceptualizan al caso “como algo que sucede a nivel individual o microsocial y que es expuesto mediante una estructura discursiva eminentemente narrativa” (246).

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realidad” (Barthes, 1987). Si son los propios sujetos quienes —en tanto ofrecen su testimonio— parecieran responder (afirmativamente) a cierta interpelación, la operación de clasificación quedaría borrada en lo que se presenta como una operación de autodesignación, en la cual el papel de la televisión es simplemente la de canal de difusión de una verdad objetivada (o deberíamos decir subjetivada). Umberto Eco sostenía en el momento de emergencia de estos programas que “nos encaminamos, por tanto, hacia una situación televisiva en que la relación entre el enunciado y los hechos resulta cada vez menos relevante con respecto a la relación entre la verdad del acto de enunciación y la experiencia de recepción por parte del espectador” (1987:209). Puesto que estos programas se han inscripto en la trama de los realismos7 contemporáneos, nos parece importante hacer un señalamiento más: aquello que Barthes afirmaba respecto de la transformación del verosímil antiguo y el moderno, puede ser pensado respecto de los efectos de realidad construidos por este tipo de programas, en los que lo que se está significando es la categoría de lo ‘real’ (y no sus contenidos contingentes); dicho de otro modo, la misma carencia de significado en provecho del simple referente se convierte en el significante mismo del realismo; se produce un efecto de realidad en base de esa verosimilitud inconfesada que forma la estética de todas las obras más comunes de la modernidad (1987:186).

Considero que en el caso de los programas periodísticos de investigación, es la verdad del acto de enunciación la que escamotea tanto las operaciones dominantes de designación como ciertas dimensiones de las problemáticas representadas que, si se encuentran ausentes de los testimonios, quedan fuera de discurso.8 En este sentido, si tal como afirma Eco “la televisión quiere desaparecer en tanto que sujeto del acto de enunciación” (Eco, 1987:205), la entrevista juega un rol central en este proceso. Distintos trabajos se han dedicado a analizar las especificidades de este género (entre otros, Arfuch, 1992, 1995; Tabachnik, 1997; Sibilia, 2008) y su vinculación con la escena mediática —por ejemplo en la hegemonización del

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Siguiendo a Barthes, entendemos por realista “todo discurso que acepta enunciaciones acreditadas tan solo por su referente” (1987:186).

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Comprendemos que aquello que se transmite como producto final ha pasado por diversos procesos de edición que implican la imposibilidad de conocer el testimonio tal y como fue dado por los entrevistados. Sin embargo y precisamente por ello, interesan aquellas omisiones flagrantes de aspectos que en algunos casos son mencionados por los entrevistados y pasados por alto por los entrevistadores, o la selección de criterios para la entrevista que implican omisiones deliberadas. En el caso que nos ocupa, es importante resaltar la construcción de las entrevistas en torno de la caracterización de las prácticas sexuales realizadas por las personas en prostitución, la ausencia de la re-pregunta y en particular de la pregunta por las causas: ¿por qué? es una pregunta que suele estar ausente de la estructura interrogativa (Justo von Lurzer, 2010).

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discurso periodístico (Palmira Massi, 2000)—. Nos interesa dejar esbozadas algunas reflexiones que orientaron el análisis. En principio, cabe destacar que los programas que nos ocupan implican un cambio significativo —que puede pensarse como una tercera etapa— en la entrevista biográfica mediática: en un primer momento la entrevista autobiográfica constituye una instancia de indagación y exposición pública de vidas ilustres, cuyos protagonistas entonces son artistas, políticos, científicos, entre otros (Arfuch, 1992); luego, con la proliferación de los talk y reality shows, aparecen en primer plano las vidas comunes, las voces de la “gente común” que ponen en escena algo así como la cotidianidad social; en la última etapa y en los programas periodísticos de investigación en particular —que son los que nos ocupan—, lo que ponen en escena las entrevistas autobiográficas son las vidas al/del margen. En términos de Sunkel (1986), puede pensarse a estos programas como aquellos que toman a su cargo la representación de lo popular no representado y de lo popular reprimido: exponen aquellos espacios, conflictos y actores que no forman parte de lo popular representado. Así, el “sobrante estructural” de la década del ’90 es reconvertido en insumo de este tipo de producciones televisivas. Miseria, abyección y corrupción conforman el espectro temático de estos formatos: historias de vida de los “marginales”; denuncias de casos de corrupción institucional; cuestiones de identidad/ orientación sexual y prácticas sexuales; abordaje de problemáticas de juventud a partir de adicciones y crímenes, entre otras. A cambio del nombre propio, los testimoniantes reciben y aceptan un seudónimo extraído de las topologías de lo anómalo, lo patológico o lo desviante: bulímico, drogadependiente, anoréxico, sidoso, homosexual, mujer golpeada, alcohólico, fóbico, depresivo… Conforman la galería de los penitentes laicos, el repertorio heterogéneo, siempre abierto, que bajo el rubro oficial de ‘problemáticas sociales’ recupera y resignifica figuras migradas de los saberes autorizados (Tabachnik, 1997:31).

La incorporación de estas experiencias durante la década del ’90 fue pensada y propuesta en muchos casos como apertura democrática “de una zona franca donde se otorgaría derecho de palabra a aquellos que nuestra cultura habría condenado a la invisibilidad y al silencio” (Tabachnik, 1997:11). Veremos que esta idea puede ser puesta en cuestión a partir del análisis de los mecanismos a través de los cuales la palabra es otorgada.

Dar la palabra Si estos programas se proponen como realistas, y si el pacto de referencialidad está centrado en la objetividad del registro de cámara y en la experiencia de los sujetos entrevistados, la operación interna que sostiene este pacto es la

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edición comprobatoria de imágenes y relatos (y en este caso no me refiero solo a los fragmentos de relatos autobiográficos sino a los relatos en off que los acompañan, por ejemplo). Cabe hacer una aclaración, y es que por el tipo no ya de programa sino incluso de lenguaje y de soporte, resulta obvio que nunca tendríamos acceso al material en bruto; la edición, el montaje, son procedimientos propios de este tipo de discursos y siempre tienen una finalidad significante. Ahora bien, lo interesante en este caso es el camino por el que se llega a esa finalidad. ¿Qué operaciones de selección, de jerarquización y de combinación permiten lograr un efecto de sentido que no se desprende necesariamente de aquello que es registrado por las cámaras?, esto, sin dejar de considerar que el valor realista de la propuesta está puesto justamente en esos registros. De hecho, en tanto el efecto general esté logrado, el piso de realidad desde el que se enuncia permite que algunos de los enunciados ya no requieran siquiera una imagen o un testimonio que los sustente. Observé entonces cómo el estatuto de verdad de estos programas se sustenta no en la experiencia visibilizada, sino en la narración configurada a partir de ella, y en particular que los sentidos producidos en esa narración solo son posibles a partir de lo que denominé lógica de comprobaciones interna a los programas. Voy a dar un ejemplo bastante ilustrativo de esta operación. En un programa de La Liga del 9 de mayo de 2005, se emite un informe que se propone entender el mundo del sexo por dinero.9 Fiel a su estilo, deciden construir el relato a partir de varias miradas; para ello, salen a la calle dos cronistas (Daniel Malnatti y María Julia Oliván), una productora y suman tres “informantes clave”: Ana Paula, Jessica y Diego. Al principio del informe, Diego —un taxista—, mostrando su experticia y refiriendo a la diversidad de chicas y servicios que pueden encontrarse en el “puti city tour”, como él lo denomina, dice: E: Dicen que los travestis son especialistas en tirar la goma.10 C: Te contó un amigo, ¿no? E: Y… (La Liga, 9 de mayo de 2005) Luego se suceden diferentes secuencias del informe, hasta llegar al momento en que una cronista y Ana Paula11 deciden iniciar la recorrida nocturna.

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Las características de este informe se corresponden con la modalidad narrativa color que desarrollaremos más adelante. Para un análisis detallado, cfr. Justo von Lurzer, 2010.

10 Metáfora muy utilizada para denominar al sexo oral. 11 Ana Paula es una travesti que había sido presentada en el inicio del informe del siguiente modo: “Ana Paula, simpática, trabajadora, una cola bien trabajada. Su especialidad [muestran una imagen de ella diciendo] “te sale 20 el bucal y 50 el completo”.

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C: ¿Cuál es el recorrido? E: Salgo de acá y voy al kiosco y compro preservativos. C: ¿Comprás preservativos? E: Obvio, porque hay que cuidarse. Escenifican el momento de la compra con Ana Paula ingresando al kiosco. E: Hola, ¿tenés preservativos? ¿Me das dos cajas? La cronista decide profundizar en la cuestión del cuidado: C: ¿Y alguno se niega a ponérselo aunque vos los llevés? E: Sí, pero no hago nada o se lo pongo y no se dan cuenta. La mayoría se los pongo y no se dan cuenta. C: ¿Cómo se los ponés y no se dan cuenta? E: Con la boca. ¿Qué es lo que aparece cómo siguiente imagen en el informe? La repetición, dos veces (a falta de una), del taxista diciendo: “los travestis son especialistas en tirar la goma”. Sobre esta secuencia, dos observaciones de diferente orden: primero, la elección de esta afirmación en continuidad con la anterior tergiversa claramente el sentido de lo que hasta ese momento se estaba diciendo, y desvía el discurso hacia la configuración que se quiere construir del personaje travesti. Si la intención es sostener que los travestis son especialistas en tirar la goma, qué mejor que demostrarlo con una afirmación en la que la propia entrevistada refiere al sexo oral. Es claro que la referencia que la entrevistada hace al sexo oral como recurso de negociación del cuidado, nada tiene que ver con la práctica del sexo oral como servicio diferencial por parte de las travestis. En todo caso, repone las tácticas que las personas en prostitución despliegan en los intercambios sexuales remunerados; sin embargo, esto no es relevante para la construcción del personaje. Entonces, lo que se hace es focalizar en un enunciado del discurso de la entrevistada —“con la boca”— que, seguido de la afirmación del taxista, produce un encadenamiento de sentido materializado en una imagen mental, aun cuando ésta esté ausente: es la boca de Ana Paula haciendo sexo oral lo que repiquetea en la secuencia. Este procedimiento es un ejemplo de la estructura de comprobaciones que aparece como regularidad en los informes analizados. Las imágenes y los enunciados están secuenciados de modo de comprobarse unos a otros. Si tuviéramos que definir la pregunta que orienta la construcción de las secuencias

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comprobatorias, y que interpela a la audiencia en el pacto de referencialidad, ésta sería: ¿ves?12 Entonces, no son las imágenes registradas por las cámaras —ocultas o abiertas— ni los testimonios recogidos para los informes los que aportan el realismo. Es el modo en que se editan lo que produce un cierto efecto de realidad y un sentido específico a esas imágenes y a esos testimonios. -

Los travestis son especialistas en tirar la goma.

-

Con la boca. (¿Ves?)

-

Los travestis son especialistas en tirar la goma.

Tres enunciados explícitos y uno implícito que forman un silogismo televisivo de una efectividad incontestable.

Dos modalidades - dos estereotipos Esta estructura de comprobaciones funciona a su vez en el marco de dos modalidades narrativas dominantes: la modalidad narrativa dramática - de denuncia, que en términos temáticos incluye los informes que proponen abordar la prostitución como un problema social, y cuyas operaciones centrales son la victimización y en algunos casos la criminalización (explícita o derivada). Y una modalidad narrativa color, cuyo tema central es la prostitución como parte de la actividad y la sociabilidad urbanas, una especie de paisajismo de la vida sexual comercial urbana. Las operaciones centrales en este caso están asociadas al fisgoneo y al aprendizaje. Si en el primer caso el tipo de acercamiento es el del investigador que, orientado por la denuncia, busca desocultar las miserias de la vida en sociedad; en el otro caso, el acercamiento es el de legos que, orientados por la curiosidad, buscan descubrir en los mundos ocultos placeres prohibidos. Muchos de los procedimientos utilizados para construir los informes se replican en ambas modalidades, por ejemplo respecto de los modos de interrogación en las entrevistas o del recurso a la lógica antes descripta. Sin embargo, producen efectos de sentido diferentes e incluso la representación de posiciones de sujeto casi opuestas. Por ejemplo, respecto de la interrogación, en

12 Una particularidad de la lógica de comprobaciones en la modalidad narrativa dramática/de denuncia de la que hablaré más adelante es que opera replicando la lógica del “careo”. Como una de las principales formas de registro es la de la cámara oculta, lo que se produce es la “desmentida” entre las imágenes registradas de esta forma y aquellas a través de cámara abierta.

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ambas modalidades narrativas es utilizada para producir una caracterización de las prácticas sexuales realizadas por los sujetos entrevistados, y por ello las preguntas se orientan a aspectos descriptivos —¿qué?— y procedimentales —¿cómo?—. Sin embargo, en la modalidad narrativa color las preguntas se inscriben en un clima erótico-pedagógico, y en el caso de la modalidad dramática/de denuncia, las preguntas profundizan en los aspectos vinculados a situaciones de violencia o abusos (muchas veces es el propio clima de criminalización de este tipo de modalidad la que contribuye a cargar de sentidos negativos ciertos aspectos del ejercicio de la actividad que no son necesariamente relatados como tales). Las diferencias se observan también, por supuesto, en el tipo de imagen que se utiliza —el predominio de la cámara oculta en la modalidad dramática/de denuncia—; en la musicalización —dramática/de suspenso o erótica—, entre otras cuestiones. Todos estos aspectos contribuyen a la creación de un escenario que habilita la representación de dos posiciones estereotípicas de mujeres, y que se corresponden con las modalidades narrativas mencionadas: la víctima, que padece el cruce de la frontera que delimita las prácticas sexuales consideradas buenas, normales y naturales (Rubin, 1989), y la disruptiva, que ha cruzado esa frontera pero cuenta con un saber-hacer sexual que la valoriza de modo diferencial. Por supuesto, las posiciones posibles dentro del mercado del sexo no se agotan en aquellas que los programas deciden representar. Ello no solo por la diversidad de actividades involucradas en ese mercado —que no se reducen a intercambios monetario-genitales— sino por la diversidad de trayectorias vitales en relación con el ingreso y permanencia en el mercado, tanto como respecto de las condiciones de ejercicio de tal actividad, por mencionar solo algunas de las variables que complejizan un universo que es homogeneizado y estereotipado por la industria televisiva en su versión periodística.

Cartografías del deseo – Cartografías de lo social Me interesa dejar planteadas dos de las cuestiones que surgieron del análisis de las representaciones de la prostitución en este tipo de formatos periodísticos de investigación. Una específicamente vinculada a la representación de la prostitución y otra, más general, referida a las implicancias de este tipo de propuestas (en el cruce de sus elecciones temáticas y sus modalidades de enunciación) en la configuración de una agenda de problemas sociales. Sobre el primer punto, la pregunta es por aquello que estos programas están representando; los temas funcionan, en definitiva, como excusas que habilitan la presentación de ciertos sujetos que no son convocados a hablar del “tema” sino a hablar de sí. Lo que se está representando, entonces, es una

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práctica sexual encarnada; en términos más generales, un cierto ordenamiento sexual de lo social. De este modo, podemos considerar que los sentidos producidos en el marco de las industrias culturales contribuyen a configurar el escenario de valoración social de las prácticas sexuales en un espacio y un tiempo determinados. Las representaciones de la prostitución ponen en escena sentidos que exceden la presentación de la propia problemática y se orientan hacia las relaciones de género, las conceptualizaciones sobre el cuerpo, el placer, los vínculos afectivos y sexuales, entre otros aspectos de las relaciones sociosexuales. La importancia del análisis de las inclusiones y exclusiones producidas en el proceso de codificación mediática es precisamente la de mostrar que, por ejemplo, de las posiciones posibles de ser representadas en relación con la prostitución, sólo se ponen en escena las dos mencionadas. Así, quedan excluidas del universo representacional aquellas representaciones que reinscriben la prostitución en relación con variables estructurales; aquellas variables que la presentación casuística permite poner fuera de foco. Y aquí no refiero sólo a la ausencia o los sesgos en las representaciones de las mujeres organizadas políticamente —en los diecinueve informes analizados en esta investigación, la referencia a la organización y acción política de las personas en prostitución está prácticamente ausente— sino en los particulares modos de interrogación (qué se pregunta, a quién se le pregunta) que inscriben los testimonios en el marco de la caracterización de las prácticas sexuales realizadas. Aun cuando podríamos asumir que esta dimensión no tendría por qué ser explorada en los informes construidos bajo una modalidad narrativa color, sí resultaría fundamental en aquellos que dicen ocuparse de la prostitución como un problema social y que postulan la necesidad de una transformación en la realidad de las personas en prostitución. Esto nos lleva al segundo punto, que tiene que ver con las implicancias de las propuestas periodísticas de investigación en la configuración de una agenda de problemas sociales. Los programas analizados en la tesis aquí referida se autodefinen como aquellos que toman a su cargo la representación de la realidad social,13 aquellos que “salen a la calle a recoger los testimonios de las víctimas que necesitan ser escuchadas” (Punto Doc). Sin embargo, en todos los casos, el énfasis está puesto en una idea que comenzará a ser recurrente en

13 No podemos desarrollar este aspecto pero es interesante observar las especificidades de la enunciación de los objetivos de cada programa por parte de sus productoras. Cfr. http://www.puntodoc.com/ institucional/ institucional.html para Punto Doc; http://www.endemolargentina.com.ar/empresa.asp para Código; http://www.cuatrocabezas.com/index1.html para La Liga (fecha de acceso a los sitios, septiembre de 2009).

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los formatos del neoperiodismo (Ciamberlani, 1997)14 hasta la actualidad: la de la amenaza social encarnada en sujetos, territorios y prácticas. Son programas que “se enfrentan a lo que pocos se atreven” (Punto Doc) para “mostrarle al público personajes del mundo del delito, los territorios más difíciles” (Código). Los espacios sociales quedan también delimitados, aquello que se muestra es lo que se encuentra opuesto y escindido de la sociedad —aquello a lo que la sociedad se enfrenta—; el otro radicalizado. Si la miseria, la abyección y la corrupción conforman el espectro temático de estos formatos (historias de vida de los “marginales”; denuncias de casos de corrupción institucional; cuestiones de identidad/orientación sexual y prácticas sexuales; problemáticas de juventud a partir de adicciones, violencia y crímenes, entre otras) sus formas de enunciación dan lugar a la afirmación del imaginario de una sociedad amenazada y a la consolidación del espacio mediático como un lugar de educación moral (las experiencias visibilizadas tienen una función modelizadora, en tanto exponen las posiciones socialmente desautorizadas).

Televisar lo subalterno A partir del análisis surgen entonces algunas preocupaciones. Por un lado, la tensión entre las formas de visibilización mediática de ciertos sujetos subalternizados y las formas de autorrepresentación de estos sujetos, la que queda expuesta en la propuesta de los programas de investigación periodística. Si estos programas toman efectivamente a su cargo actores, conflictos y escenarios no representados o reprimidos, lo que se produce en su mediatización es el desvío del conflicto social hacia el conflicto narrativo interno a la propia estructura del programa (tanto como al conflicto corporal, para el caso específico de las prácticas sexuales no normativas). Esto implica, también, la representación de la dimensión política —en particular en la modalidad narrativa de denuncia— como vinculada a la gestión institucional del ordenamiento social o a la resolución institucional de conflictos de intereses, antes que vinculada a las demandas y luchas colectivas en el marco de relaciones sociales de poder que subalternizan a ciertos sujetos sociales. Si en los últimos años ciertos sujetos subalternizados han ingresado a la escena mediática a partir de la consolidación y proliferación de los formatos periodísticos de investigación, esto se ha producido en gran medida —por ejemplo en relación a la prostitución— desde matrices de significación y me-

14 La autora utiliza este concepto para caracterizar un tipo de narrativas audiovisuales que se estructuran a partir de casos reales e historias de vida.

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canismos enunciativos que reproducen algunos aspectos clave de los marcos de inteligibilidad dominantes, por caso, la omisión de la organización y acción políticas como espacios habitables para ciertos sujetos sociales. Si el campo de la comunicación y la cultura ha de interesarse en los mecanismos de representación, es precisamente porque en ellos se juegan formas de inteligibilidad de lo social, modos de clasificación y codificación de sujetos y prácticas así como operaciones de presentación pública de los fenómenos y conflictos sociales. Coincidimos con María Graciela Rodríguez cuando sostiene que “las representaciones son fuerzas trabajando en el campo cultural, energías y formas que no solo circulan en forma relativamente autónoma por el imaginario sino que esclarecen el mundo y revelan las conexiones internas. O su ausencia” (2003:12). De este modo, la relación entre la representación y su referente en los programas que se postulan como ‘realistas’, implica un desafío por reponer el desplazamiento que se opera en toda (re)presentación y que es obturado por la construcción del efecto de realidad que analizáramos algunas páginas antes. Por otra parte, el estatuto de verdad propuesto por los programas periodísticos de investigación obliga a recordar que aunque la representación no es un objeto con una ‘realidad’ externa empírica remisible, posee en su interior unos mecanismos significativos que promueven ciertos sentidos (y hasta un sentido privilegiado si se quiere) y suprimen otros, los cuales constituyen los cierres o clausuras directivas codificados en producción (Rodríguez, 2003:7).

Es decir, no solo cabe desentrañar cuáles son estos mecanismos y cómo proceden en la configuración de las representaciones, sino inscribirlos histórica y socialmente para poder explicar que puedan producirse formas diversas (e incluso contradictorias) de representación específicas en momentos particulares para ciertos actores, conflictos y escenarios. Coincidimos entonces con Chartier cuando sostiene que lo esencial no consiste en distinguir entre grados de ‘realidad’ sino en comprender la articulación de los regímenes de prácticas y las series de discursos que producen lo que es lícito designar como la ‘realidad’ en un momento dado (Chartier, 1999:126).

Por otro lado, es importante poner un alerta sobre los efectos democratizadores de estas inclusiones simbólicas, en la medida en que las representaciones mediáticas producidas en estos programas no aportan a la comprensión de las estructuras sociales que operan como condiciones de producción de estas experiencias. Hemos mencionado a los programas periodísticos de investigación como aquellos que en la década del ’90 parecen hacerse cargo de problemáticas no representadas y/o no representables hasta ese momento; esta transformación coincide con un período del campo de análisis cultural volcado a la celebración de las “diferencias” —lo que ha dado en llamarse culturalismo

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y multiculturalismo (Jameson y Zizek, 1998)—, que ha observado como un signo de democratización la inclusión (simbólica) de estos actores, conflictos y escenarios; la ha visto como una ampliación de los márgenes de aquello que sería lícito designar como la realidad en un momento dado. Sin embargo, es necesario insistir sobre la diferencia entre visibilidad y mecanismos de visibilización, como mínimo en dos sentidos: respecto de quién hace visible (decible) y respecto de qué formas adquiere lo visible (decible). Si hemos afirmado la necesidad de pensar las representaciones en línea con operaciones de clasificación social, es claro que los diversos actores sociales (agentes, instituciones) se ubican en el espacio social de modo diferencial respecto de su capacidad y legitimidad para codificar (Bourdieu, 1996). Es necesario recordar la variedad de autores que afirman la imposibilidad de lo popular de nombrarse a sí mismo (De Certeau, 1999; Alabarces, 2002; entre muchos otros), y el hecho de que lo popular siempre es nombrado por “otro” en un gesto de violencia que lo instituye como tal. Así, las representaciones de lo popular/subalterno15 adquieren una doble complejidad, no solo en relación con la violencia simbólica implicada en el hecho de ser nombrado por “otro” sino en tanto los mecanismos de la puesta en sentido también son patrimonio de quien nombra. Por supuesto, aquí no referimos necesariamente a un sujeto o a una institución específica (aun cuando pueden reconocerse instituciones cuya legitimidad o peso real en la codificación social haya sido en general mayor, como el Estado) sino a articulaciones de poder histórica y culturalmente situadas que requieren —y en ese sentido habilitan— ciertas configuraciones de sentido. Por último, si bien no es objeto de este artículo desarrollar las formas en que las representaciones mediáticas se articulan con la constitución de subjetividades, sí se corresponde con nuestra perspectiva de análisis puntualizar que los imaginarios y valoraciones sociales que dan cuerpo a las representaciones mediáticas operan, por supuesto, en una trama cultural más amplia,16 dando lugar a formas de interpelación subjetiva. Nos parece interesante recuperar el planteo de María Graciela Rodríguez acerca de que la otra cuestión que se vertebra a partir del problema de las representaciones populares, es la relacionada con la capacidad interpelatoria de éstas y de la potencialidad para constituirse como constructoras de identidades (2003:7).

15 Siguiendo a Alabarces y Añón (2008), pensamos la noción de subalternidad inscripta en la pregunta por la dominación en sus “múltiples articulaciones jerárquicas”. Esto implica dar cuenta no solo de las relaciones de dominación de clase sino contemplar otros clivajes significativos como, en nuestro caso, el género y las sexualidades. 16 Tal como mencioné, los modos de representación de la prostitución sólo pueden ser comprendidos en la articulación conflictiva de sentidos configurados desde campos diversos.

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Este hecho, además, nos enfrenta nuevamente con la distinción entre visibilidad y visibilización. Argentina no ha escapado a los procesos de construcción y reconocimiento de nuevas identidades sociales y culturales que se ha dado con mayor o menor vigor en el mundo a partir de la década del ’80, lo cual ha implicado en muchos casos —como producto de las políticas de identidad— el reconocimiento de la diversidad y la avanzada de ciertas políticas antidiscriminatorias. Nos interesa poner el alerta sobre un riesgo que asume posicionarse desde esta perspectiva para analizar la representación de ciertos sujetos sociales. Tal como sostiene Leticia Sabsay en relación con una afirmación de la historiadora Joan Scott, y que compartimos como lineamiento básico para nuestra concepción sobre las identidades: se asume que las personas son discriminadas porque son ya diferentes, cuando en realidad… es al revés: la diferencia y la aparición de identidades diferentes son producidas por la discriminación, un proceso que establece la superioridad, lo típico, o la universalidad de algunos en términos de la inferioridad, lo atípico, la particularidad de otros [Scott, 1992:14 traducido en Sabsay, 2002:5];

continúa Sabsay: lo que señala esta afirmación es que el gesto fundante de los posicionamientos identitarios no está en los valores oposicionales de cada grupo (la inferioridad/ superioridad, la universalidad/particularidad de unos y otros), sino en la práctica misma de la producción de la frontera, de la discriminación (ídem).

Consideramos importante entonces poner en relación las operaciones mediáticas con la producción o reproducción de esas fronteras identitarias, para no perder de vista que aquellos sujetos que se han tornado representables mediáticamente “siguen siendo excluidos y dificultosamente pensables en el imaginario de la ciudadanía, donde en definitiva se juega no solo la viabilidad de su representación política, sino más apremiante aún, su supervivencia” (Sabsay, 2002: 8). Por ello, desde una perspectiva comunicacional, la lectura de estos formatos televisivos se orientará no hacia la narración o las narrativas del yo en sí mismas sino hacia los usos que de ellas hacen los sujetos sociales (personas e instituciones) en un contexto histórico cultural (y mediático) específico. En este sentido, la experiencia narrada adquiere para el análisis un valor diferente del propuesto desde los programas televisivos: el testimonio ya no como “verdad revelada” sino como expresión de tradiciones, instituciones y formaciones culturales que se convierten en conciencia social solo cuando son vividos activamente (Williams, 1980). El valor biográfico residirá no tanto en la postulación del “yo” de la enunciación sino en la función deíctica de la experiencia individual en relación con la estructura social.

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Crisis económica (2008–2009): Estrategias discursivas en dos periódicos chilenos Vania VARETTO U. Academia de Humanismo Cristiano

RESUMEN: La alarma y preocupación que generó el discurso socializado por la mayoría de los medios de comunicación chilenos en torno a la “crisis económica” que se vivió entre los años 2008 y 2009, nos presentó la oportunidad de analizar su cobertura en los diarios nacionales La Nación y La Segunda. Si bien es conocida la tendencia política de ambos periódicos, el uso del Análisis Crítico del Discurso aplicado a las noticias nos permitió mostrar en qué elementos textuales se sitúan las ideologías de ambos, que usaron las proyecciones económicas para defender sus propias líneas editoriales; en el caso de La Segunda exagerando las repercusiones de la crisis y en el caso de La Nación, minimizándolas. PALABRAS CLAVE: Análisis del discurso - Medios de comunicación - Crisis económica - Chile. SUMARY: The alarm and concern generated by the speech that most of chilean media socialized about the “economic crisis” experienced between 2008 and 2009, gave us the opportunity to review the coverage in the chilean newspapers La Nación and La Segunda. Even though the political tendency of both newspapers is known, the use of the Critical Discourse Analysis applied to the news allowed us to reveal in which textual elements is the ideology placed. In this case, both used that topic to defend their own editorial line; in the case of La Segunda, this newspaper tended to exaggerate the impact of the crisis, and in the case of La Nación, this impact was minimized. KEY WORDS: Discourse Analysis – Media - Economical crisis - Chile.

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Crisis económica (2008–2009): Estrategias discursivas en dos periódicos chilenos

Introducción Para la construcción de este artículo, que tiene como objetivo mostrar las conclusiones de un análisis detallado y sistemático de los discursos acerca de la crisis financiera que se generaron en los diarios La Nación y La Segunda, se recurre al Análisis Crítico del Discurso. Esta metodología permite comprender en qué elementos específicos del texto se instauran las líneas ideológicas de ambos diarios y la intención de los mensajes que entregan. La elección de un tema tan delicado como es el económico, obedece al interés de mostrar cómo estos discursos –que aparentemente no pueden ser interpretados subjetivamente porque están basados en cifras y datos– sí se pueden prestar a la manipulación y, dependiendo de su tratamiento, pueden llegar a conformar panoramas completamente diferentes acerca de un mismo tópico; en este caso, la economía de un país. Luego de analizar los titulares y el contenido de las noticias relativas a la crisis económica propagadas por los diarios La Segunda y La Nación en febrero de 2009 —que fue el periodo en el que, comparativamente, se publicaron más noticias sobre este tema— es posible notar una intención casi “efectista” respecto del problema económico. Éste se proyectó como una catástrofe a nivel nacional, con perspectivas de reactivación que apenas comenzarían el año 2010 en las estimaciones más optimistas. La elección de estudiar el tratamiento noticioso de este tema en los diarios La Nación y La Segunda, obedeció a que ambos medios poseen características editoriales y un perfil comercial similar. En el caso de La Nación, la ciudadanía sabe que este diario pertenece al Estado y cree, por lo tanto, que debería abordar ciertos temas (económicos y políticos, principalmente) desde una perspectiva diferente a la de los medios privados. Por otra parte, La Segunda tiene un tiraje similar al de La Nación,1 y por tratarse de un diario perteneciente al clan

1

La Nación cuenta con un promedio de circulación semanal de 11.969 ejemplares y La Segunda de 28.905. (Fuente: Asociación Nacional de la Prensa, informe del segundo semestre de 2009).

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Edwards, viene a representar su contraparte ideológica.2 Es por ello que —al menos en lo que se refiere a circulación y venta— ambos se configuran bajo un perfil similar (por oposición a El Mercurio y La Tercera, que bordean los 200 mil ejemplares de circulación diaria en promedio). Para el análisis mismo de las noticias usamos la disciplina del Análisis Crítico del Discurso (ACD),3 basando nuestro estudio en los textos del teórico Teun van Dijk. Desde sus aportes esclarecimos las unidades gramáticas, sintácticas, contextuales y, muy particularmente, las pragmáticas, que coayudan en la cristalización de los significados del discurso. Para ello no solo incorporamos el estudio de las noticias desde una perspectiva gramatical, sino que también determinamos la intención del hablante —los diarios, en este caso—, en su contexto y en su nivel pragmático: Una expresión no debería caracterizarse solamente en términos de su estructura interna y el significado que se le asigna, sino también en términos del acto realizado al producir tal expresión. Este nivel pragmático de descripción proporciona las condiciones decisivas para reconstruir parte de las convenciones que hacen aceptables las expresiones, a saber, su aptitud con respecto al contexto comunicativo. (Van Dijk, 1989:31)

Otro elemento de vital importancia para comprender los discursos es el contexto en el que se inscriben. En éste influyen tanto factores externos (cultura, época, contexto social, económico, político, institucional), como factores internos, propios de la misma situación comunicativa. Entre estos factores, los valores de los comunicantes, sus creencias, perspectivas, la información previa que poseen respecto de discursos similares y su conocimiento del mundo en general, tienen un rol muy importante. En palabras de van Dijk: No defino el contexto como una suerte de variable social ‘objetiva’, sino como un modelo mental subjetivo de participantes, en el que diversamente representan su forma de interpretar el entorno social. (2005:189)

Además, se debe considerar que el receptor del discurso nunca lo retiene en su memoria tal cual se le presenta; hace transformaciones, suprime la información que no cree pertinente o relevante, retiene aquello que le llama la atención o aquello que le sirve para reafirmar sus creencias anteriores. Esto ocurre porque la información no se recibe de forma aislada, sino que se relaciona con el conjunto de intereses, valores y demás características mencionadas anteriormente, que terminan conformando un nuevo discurso en la per-

2

En el caso del La Nación, la información que analizaremos y expondremos se basará en las características editoriales (tendencia socialista) que el diario desarrolló durante los gobiernos de la Concertación.

3

Como es bien sabido, el Análisis Crítico del Discurso (ACD) analiza el discurso desde un enfoque interdisciplinario, que considera el lenguaje como una práctica social, y desde el vértice del poder analiza las desigualdades en el acceso a y el uso de los recursos lingüísticos y sociales.

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cepción del oyente. Es por ello que, desde el ángulo de un emisor fuertemente intencionado, un discurso será más satisfactorio cuanto más logre un cambio en las creencias/percepciones del receptor, e incida en la modificación de su conducta frente a lo nuevo que se le presenta. En ese sentido, los “actos de habla”, comprendidos desde la propuesta de John Searle (1986) como oraciones que desbordan el ámbito lingüístico; es decir, cuando en la situación comunicativa no sólo se dice algo, sino que también —y con el mismo enunciado— se hace algo, son aquellos donde se ejerce el poder de los discursos. Todos estos factores, sumariamente expuestos, además de otros como el estilo o la coherencia global y local de los textos, incidirán en el hecho de que el receptor “decodifique” y comprenda adecuadamente el discurso, ya sea completo o en algunas de sus partes.

Contexto económico El ejemplo más cercano, temporal y geográficamente hablando, para determinar las variables que conforman una crisis económica, es el que se vivió en Argentina entre 1999 y 2001 en el marco de la “crisis asiática”. Luego de las revueltas sociales, la desestabilización económica que se tradujo en el paradigmático “corralito”, y los problemas políticos que terminaron incluso con la renuncia del presidente Fernando de la Rúa y todo su gabinete ministerial, podemos comprender una “crisis económica” como el resultado de un problema financiero mundial, con repercusiones que no solo afectarán a la economía de un país, sino que también al sector político y social. Desde una perspectiva más formal, una crisis económica responde a un comportamiento anómalo dentro de los mercados, lo que dentro del ciclo económico correspondería a las fases de recesión y depresión.4 Luego de ello, sobrevino la crisis de 2005, cuando Greg Lippmann, un intermediario de Deutsche Bank en Wall Street, diseñó un sistema de préstamos subprime, el cual consistió en otorgar créditos a quien los solicitase, sin un estudio previo de las proyecciones de solvencia de las personas, ni de su capacidad de devolución. Este mecanismo generó un incremento en los préstamos, por lo que la sobre valoración del mercado inmobiliario fue la principal causante de la crisis. Uno de los efectos inmediatos fue la quiebra de bancos estadounidenses, los que prestaron mucho más dinero del que recibieron a cambio. Se generó entonces una deuda que terminó con 140 bancos

4

VV.AA.: Bachillerato de Ciencias Sociales, Economía, p. 205.

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quebrados en 2009.5 En este contexto, todos los países que mantenían deudas externas con los bancos americanos, sufrieron daños en su economía interna. América Latina no fue la excepción. Sin embargo, los daños colaterales de la situación financiera en Chile no pasaron a mayores. El desempleo no registró un alza significativa: en el momento más “crítico” se llegó al 10,8%, lo que es una cifra baja comparada con países de la región, y que tan solo se mantuvo por un semestre: ya en octubre del mismo año la cifra descendió en un punto, evidenciando un rápido manejo de la situación con la creación de nuevos empleos. De hecho, los resultados arrojados por el indicador financiero Moody, situaron a Chile como el segundo sistema bancario más sólido del mundo, sólo superado por Canadá.6 En líneas generales, los medios chilenos se aventuraron a dar una visión catastrófica de una situación que, por muy conflictiva y riesgosa que apareciera, en la práctica fue controlada de manera adecuada y pertinente por el gobierno de la época. Frente a estos hechos, consideramos que la situación económica sufrida en el mundo durante el año 2008, en Chile no alcanzó el rango de “crisis” —si atendemos a la definición antes citada— como sí ocurrió en Argentina.

Metodología Para tener un marco de referencia más exacto sobre cómo analizar las noticias aparecidas en La Nación y La Segunda, aplicamos técnicas de ACD que se relacionan directamente con las funciones de ideologización y poder ejercidas por los discursos mediáticos. Algunos textos incluidos en la compilación de Ruth Wodak y Michael Meyer, Métodos de análisis crítico del discurso, nos sirvieron de guía metodológica, a la vez que remarcan la elección consciente de una postura crítica ideológicamente determinada: El ACD se propone hacer transparentes los aspectos discursivos de las disparidades y desigualdades sociales. En la mayoría de los casos el ACD toma partido por los más desfavorecidos y trata de mostrar los instrumentos lingüísticos que utilizan los privilegiados para estabilizar o incluso aumentar las iniquidades presentes en la sociedad (Meyer, 2003: 58).

5

En http://www.radiobiobio.cl/2009/12/19/140-quiebras-de-bancos-en-estados-unidos-durante-2009/ 15/10/2009 / (Fecha de consulta: 03/05/2010)

6

Datos entregados por www.moodys.com en junio de 2008 y publicados por el sitio http://news.bbc. co.uk/hi/spanish/specials/2008/crisis_financiera/newsid_7650000/7650314.stm / (Fecha de consulta: 10/05/2010).

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Por su parte, Teun van Dijk asegura que a diferencia de otras muchas disciplinas, el ACD no niega, sino que explícitamente define y defiende su propia posición sociopolítica, ya que el ACD es más bien una perspectiva crítica para leer los conocimientos; un análisis del discurso efectuado con una “actitud” (2003:144). Además, ya que a través del lenguaje construimos significados socialmente compartidos, los discursos crean las condiciones propicias para la estructuración de las distintas comunidades, y no solo son producto de ellas: El análisis de discurso no trata (únicamente) de las interpretaciones de algo que ya existe; y por ello no se ocupa (únicamente) de un análisis destinado a la asignación post festum de un significado, sino del análisis de la producción de la realidad que el discurso efectúa, al ser transmitido por las personas activas (Jäger, 67).

Entonces, la cantidad de conocimiento que acumulan los discursos a lo largo de su desarrollo histórico y social es tan grande, que no es posible adjudicárselo únicamente a personas o instituciones particulares, sino que van evolucionando casi de manera independiente, y con ello van armando nuevos tejidos y significados sociales.

Procedimiento Consideramos en nuestro análisis los conceptos lingüísticos (adjetivos, tiempos verbales, conectores, etc.); estrategias de argumentación recurrentes o significativas (rectificación, contenidos implícitos); implicaciones o informaciones tácitas; los simbolismos usados en la gráfica (fotos, dibujos y gráficos), y la relación estratégica del medio con las fuentes que entregan la información. Basamos nuestra categoría de análisis sobre todo en los marcos entregados por Sigfried Jäger (2003). Luego de la recopilación y análisis previo del material, y de una caracterización general de los periódicos, procedimos a esbozar una visión panorámica sobre el tema a analizar en ambos, mediante el examen de las noticias que aparecieron en febrero de 2009 y parte de marzo. Para ello hicimos una lista de los artículos estudiados, y de sus particularidades temáticas y léxicas; resumimos los tópicos abordados, vimos su frecuencia y las particularidades de su enfoque temático. Procesamos el material sobre la base de la postura discursiva de ambos periódicos, procurando justificar por qué el diario decidió usar determinado material en vez de otro similar, o por qué lo abordó desde cierta perspectiva y no de otra. En ese sentido, determinamos cuál es el motivo de cada artículo, más allá de la evidente función informativa; la importancia de los temas a partir del diseño gráfico de la noticia; qué temas se tocan de soslayo o qué afirmaciones están implícitas en los enunciados; y el tipo de lenguaje utilizado —si hay dichos populares, giros idiomáticos y estereotipos—, y si

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ello modifica o afecta a la comprensión del mensaje. En todos estos aspectos, juntos y por separado, procuramos distinguir el reflejo de la ideología subyacente, así como las diferencias y similitudes en el discurso de ambos diarios. Debido a que este artículo es parte de un análisis más extenso, expondremos los resultados de nuestra investigación reflejados en el análisis cruzado de los titulares, bajadas y una selección de párrafos de ambos diarios, y en las conclusiones que acompañaremos con algunos ejemplos. Análisis cruzado de La Nación y La Segunda Titulares Fecha

La Nación

La Segunda

03/02

“Trabajadores marcharon para pedir solución a despidos”

“El peor año, desde la crisis asiática, tuvo la industria en 2008: Creció apenas 0,6%”

05/02

“Imacec crece 3,4% en 2008 en línea con BC”

“Diciembre registra el peor Imacec desde la crisis asiática: 0,5%”

16/02

“Cepal constata sólida posición de Chile ante la crisis económica”

“Inversión en el comercio cayó 10,7% el 2008 y llega al punto más bajo en tres años”

19/02

“En marzo Gobierno reforzará plan anticrisis económica”

“Venezuela interviene banco Standford y el FBI investiga lazos con narcos mexicanos”

02/03

“Organismos y medios internacionales valoran manejo económico interno”

“Eyzaguirre: “No podemos decir que las cosas estén mejorando”

03/03

“Gobierno dice que la economía crecerá a pesar de la crisis”

“Pese a recuperación de las bolsas, persisten dudas sobre la salud del sistema financiero”

05/03

“Somerville defiende restricción de “IPC de -0,4% en febrero… UF la banca para otorgar créditos” caerá $84 y baja $532 en 4 meses”

09/03

“Crecimiento: expertos bajan expectativa a 0,2%”

“Fuerte caída en expectativas de economistas: Chile crecería sólo 0,2% en 2009”

Tabla Comparativa 1

Como muestra la Tabla Comparativa 1, las diferencias en los enfoques de los titulares de La Segunda y La Nación son evidentes. De los ocho títulos, seis son positivos en La Nación, y seis son negativos en La Segunda. Además, en el caso de las noticias que se refieren al mismo tema, por ejemplo, la información del 09 de marzo, ambos diarios recurren a elementos de la gramática textual para entregar el punto de vista que mejor represente a sus líneas editoriales. En

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este caso, La Nación titula en términos breves e informativos sobre un hecho de carácter negativo (la caída en la proyección económica de los expertos), sin agregar adjetivos que pudiesen ahondar en este perfil. Por otra parte, La Segunda aprovecha esta cualidad pesimista, y a través de una redacción más “adornada” (uso del adjetivo “fuerte” y del adverbio “solo”), el mismo tema aparece aún más “catastrófico”. En esta misma línea, La Segunda tiene una clara disposición a titular con la perspectiva más “pesimista” de la información, mientras que La Nación saca partido de los aspectos positivos. Dos ejemplos evidentes son los titulares del 05 de febrero y del 02 de marzo. En el primero, La Nación titula con el enfoque positivo que otorga la comparación de la cifra (Imacec de 3,4%) respecto del periodo anterior, mientras La Segunda compara la misma cifra con el periodo de la crisis asiática. En el segundo ejemplo, estas tendencias son aun más obvias: mientras La Nación se refiere a la evaluación positiva del manejo económico del gobierno de Chile, La Segunda indica que “las cosas no están mejorando”, a través de una cita textual. Además, exceptuando aquellas notas que entregan cifras oficiales como el IPC o el Imacec, los titulares de ambos diarios suelen no referirse a los mismos temas: La Nación incluye más tópicos relativos al quehacer diario de la economía —trabajadores, políticas de empleo, perspectivas de Latinoamérica, etc.—, mientras La Segunda se enfoca en todo lo relativo al sistema financiero nacional e internacional.

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Bajadas7 Fecha

La Nación

La Segunda

Antes de despachar cartas en el MOP, La Moneda y la Intendencia para pedir una pronta entrega de recursos contra la cesantía, los representantes de los trabajadores y desempleados efectuaron duras críticas al empresariado.

Las ventas cayeron 0,4%, la peor cifra desde 1998. En diciembre el empleo que ofrece este sector bajó 2,6%, y si no hubiera sido por alimentos y bebidas el año habría cerrado en rojo.

El índice del Banco Central se expandió tibiamente en diciembre de 2008 a 0,5%. El 05/02 ministro de Hacienda reconoció que eso no los deja contentos, pero que es “crecimiento al fin y al cabo”.

“Por suerte tenemos crecimiento”, dijo Pérez Yoma. Analistas anticipan una contundente baja de tasas de 100 puntos base en la reunión del Banco Central, la próxima semana.

Estudio ahondó en las políticas de inversión que implementarán las economías de la región en 2009 y da cuenta de que Chile tiene instrumentos 16/02 para enfrentar una eventual recesión. Eso sí, en América Latina se detectó un deterioro del mercado laboral y bajas en la inversión y el consumo.

Cifra podría ser mayor ya que un 30% de los proyectos contabilizados en el catastro se encuentran paralizados, pero con más de un 50% de avance.

03/02

El ministro de la Segpres (S), Edgardo Riveros, reiteró que el empleo es prioritario, así como el apoyar a las Pymes, que son generadoras de 19/02 fuentes laborales. Manifestó que es importante avanzar con el subsidio a la contratación y diálogo sectorial. Las siete economías más grandes de la región, en 02/03 promedio, gastaron 77% del ingreso extra. Chile, sólo el 34% de los excedentes del cobre. En reunión con las autoridades económicas y monetarias del país, la Presidenta Michelle 03/03 Bachelet recalcó que la expansión del país no será la esperada, pero que la implementación de medidas “permitirá que el país salga adelante”. Mientras, la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF) informó que en 05/03 enero las entidades de la plaza anotaron ganancias por 76 mil 402 millones de pesos.

Caídas de precios en alimentos y servicios financieros superaron a las alzas del Transantiago, luz y bencinas. Inflación negativa da espacio al Central para que baje agresivamente las tasas.

Analistas también redujeron sus expectativas de inflación, que Encuesta del Central reduce proyección anterior estaría bajo la meta del Banco del 09/03 de 1,2%. Economistas también optaron por Central [sic] a fines de este año. mayor cautela ante 2010. Imacec de febrero volvería a ser negativo: -1,1%

Tabla Comparativa 2 7

Los espacios en blanco representan aquellos días en que el diario respetivo no puso bajada a su nota.

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Tomando en cuenta que la bajada de una noticia es el apartado más destacado después del titular y las imágenes, las fuentes que se mencionan en ella son particularmente significativas para el redactor —y para el medio—, en lo que se refiere a ratificar la información que aparece en la nota. En el caso de las bajadas de La Nación, casi todas parafrasean o se refieren a lo dicho por algún personero de gobierno. Por ejemplo; el 05 de febrero se reseña al ministro Andrés Velasco; el 19 de febrero se parafrasea al ministro (s) de Segpres; y el 03 de marzo, a la Presidenta Michelle Bachelet. Además, en la nota del 03 de febrero, La Nación toma las críticas hechas por representantes de los trabajadores para amonestar al empresariado. Durante las mismas fechas en que La Nación dispuso sus bajadas en base a declaraciones de gobierno, La Segunda no redactó bajadas. Con ello se puede interpretar que, para este diario, las fuentes de gobierno no tienen suficiente relevancia como para ser citadas o mencionadas en la bajada. Además, en el caso de la noticia del 05 de febrero, mientras La Nación se refiere “seriamente” a lo que declaró Andrés Velasco acerca de las cifras de crecimiento, La Segunda aprovecha una frase “poco seria” del entonces ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma, en la que expone sutilmente al gobierno de manera incompetente. A renglón seguido entrega información más “seria”, esta vez proveniente de los “expertos”, que en el caso de La Segunda se refieren, primordialmente, a representantes del sector empresarial.7 Para finalizar, las cinco bajadas expuestas por La Segunda son negativas, mientras que las de La Nación incurren en un tono mucho más neutro.

7

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Selección de textos La Nación

1

La Segunda

02/03: De acuerdo con algunos informes de organismos internacionales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), nuestro país por su solidez económica y monetaria es el mejor preparado para enfrentar los estragos de la crisis financiera internacional. Un ejemplo de ello se aprecia en el documento elaborado por el BID la semana pasada, el cual dice que “Chile es destacado como uno de los pocos países que ahorró en los tiempos de bonanza de las materias primas, lo que le permitirá incluso aumentar el gasto para aliviar los efectos de la crisis”.

02/03: “Los países de América Latina están poniendo en marcha una variedad de políticas contracíclicas para 2 enfrentar la crisis financiera y económica mundial”, asegura el informe, acción que ya está efectuando Chile, por lo que se espera una leve reactivación económica. 03/03: Luego de la quinta cumbre económica que reúne a la Mandataria con representantes del Banco Central y del Ministerio de Hacienda desde que se inició la crisis 3 financiera, dijo que “mi impresión es que vamos a crecer, que probablemente el primer trimestre va a ser un poco más duro, pero que vamos a ir saliendo adelante con todas las medidas que estamos tomando”. 16/02: Si bien el informe indica que la región experimenta un escenario caracterizado por la reducción de la demanda 4 externa de los bienes y servicios, Chile y Argentina son las naciones que destacaron por aplicar más medidas para hacer frente a la crisis. 16/02: Un aspecto importante apunta a establecer nuevas políticas de fomento para las Pymes, ítem en que comparte la preocupación con Perú. El manejo económico del 5 Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet coincide también con las políticas de estímulo al empleo que ha implementado la nación incaica. 05/03: Si bien el sistema financiero nacional goza de buena salud, la mayor cautela con la que están actuando 6 (los bancos) la explican por la incertidumbre que vive el mundo. Sin embargo, tales turbulencias aún no se han hecho sentir con fuerza en el mercado local.

02/03: Eyzaguirre dijo que América Latina estaba en una posición más fuerte para superar la crisis financiera global debido a la mejora de las políticas económicas en los últimos 10 años, pero advirtió que la crisis era profunda. “La mala noticia es que esta vez, las perturbaciones externas son peores: más profundas, más globales, y de mayor duración. Y, como he dicho, no ha terminado: va a empeorar antes de mejorar, en nuestra región y también a nivel global”, señaló.

05/02: “El crecimiento se ha visto fuertemente afectado por las caídas de la producción minera e industrial, así como por el freno del sector comercio en los últimos meses”, indica Cristián Gardeweg de Celfin. 09/03: Una abrupta baja sufrieron las expectativas de los analistas que mensualmente encuesta el Banco Central para tomar el “pulso” del panorama económico. El sondeo de marzo reveló una baja de un punto porcentual en la estimación de crecimiento para 2009, pasando de 1,2% a 0,2%, y confirmando que el mercado espera un “frenazo” de la actividad, sobre todo tras el Imacec de -1,4% que anotó en enero. Algunos analistas que respondieron la encuesta prevén que el PIB nacional caerá en 1% en 2009. 03/02: Las noticias sombrías se multiplican. Hoy la Sofofa entregó sus cifras de desempleo del año pasado, registrando un magro crecimiento de sólo 0,6%. Este [sic] el peor resultado desde 1999 cuando cayó 1%, y lejos del promedio de 4% de los últimos ocho años. 03/02: El empleo en la industria retrocedió en diciembre un 2,6%, la mayor baja desde febrero del 2002. En este resultado influyeron los ajustes en la dotación del sector maderero pues cerraron varias plantas. 05/03: Rompiendo todos los pronósticos de los analistas, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del mes de febrero cayó -0,4%. La cifra sorprendió a los expertos, que, aunque esperaban un IPC negativo, no proyectaban una caída de esta magnitud (estimaban una baja de -0,1%).

16/02: El levantamiento de información también constata que en la mayoría de los países latinoamericanos se han efectuado reducción de impuestos (devolución anticipada 05/03: El IPC ya había sorprendido al mercado en enero, cuando anotó una variación negativa de -0,8%, el doble en el caso de Chile) o aumentos en los subsidios. de la baja que esperaban los expertos. Se trata del cuarto 7 Precisamente éste podría convertirse en uno de los mayores IPC consecutivo negativo, con lo que la inflación anota riesgos para los países de la región, aunque no para Chile, un descenso de 1,2% en lo que va de 2009. debido a que las demás naciones no tienen el “colchón” financiero que por años otorgó el cobre.

Tabla Comparativa 3

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Si bien en la selección de textos la comparación de los puntos de vista sobre un mismo tema no resulta tan evidente como la comparación, por ejemplo, de los titulares, sí es posible notar que —siguiendo con la línea de análisis de las tablas anteriores— tanto el enfoque como las informaciones en La Segunda se abocan a la exposición de hechos negativos, mientras La Nación se enfoca en los hechos positivos. Por ejemplo, en el texto 2, mientras La Nación habla sobre cómo las políticas contracíclicas que están efectuando los países de Latinoamérica —y que Chile ya habría puesto en marcha— van a significar una reactivación en la economía, el panorama de La Segunda muestra una economía nacional afectada por la caída en la producción y el freno en el comercio, que implica todo lo contrario a una reactivación económica. En el texto 3, asimismo, se contrasta la proyección optimista de la Presidenta (La Nación), con la proyección pesimista de los analistas (La Segunda). Y en el texto 5, La Nación enfatiza las políticas para fomentar las Pymes y estimular el empleo, mientras La Segunda subraya el retroceso del empleo en la industria. En general, y en línea con lo ya visto en el análisis de las noticias, La Nación tiende a enfatizar las noticias relativas al buen manejo económico de Chile, y aquellas informaciones que tienen un carácter negativo, son tomadas desde la perspectiva del trabajo que se está haciendo para enfrentarse a esas situaciones. Esto contrasta con La Segunda, que trabaja mayoritariamente con cifras que, puestas en comparación, revisten a las noticias de un barniz más negativo. Para lograr estos perfiles, los diarios no sólo usan la información según sus intereses, sino que también emplean un estilo de redacción que profundiza y exacerba las cualidades que cada uno quiere destacar. Por ejemplo, en la selección de textos 7, La Nación utiliza frases como “el sistema financiero goza de buena salud”, en contraposición con La Segunda que narra “Rompiendo todos los pronósticos de los analistas, el IPC del mes de febrero cayó”. En ese contexto, las frases “Rompiendo con todos los pronósticos” y “goza de buena salud” son innecesarias, y no responden solo a la información que se quiere publicar sino al mensaje que quiere entregar cada diario.

Conclusiones En términos generales, La Segunda articula sus noticias sobre la interpretación de muchas cifras (índices de crecimiento mensual y anual, producción industrial, desempleo, y sectores específicos del comercio), con lo que se procura revestir la información de un tono de exactitud casi científica. Por el contrario, La Nación genera un discurso que busca sobre todo exponer los logros del gobierno en materia económica. En cuanto al “lector ideal” de ambos medios, La Segunda apunta al sector empresarial, por lo que tiende a presuponer competencias lectoras especializadas (jerga económica), mientras que La Nación se

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dirige al ciudadano promedio, intentando exponer la información de una manera simple y cotidiana, “traduciendo” cuando es necesario las complejidades del lenguaje financiero. Puede apreciarse, ya a primera vista, que el mensaje de La Segunda respecto de la crisis económica es negativo y pesimista. Considerando las características editoriales del diario, bien podemos sostener que su finalidad última aquí es desmentir al gobierno en sus proyecciones positivas y mensajes de optimismo, y minimizar sus logros en la materia. También es factible afirmar que, como el sector al que representa este medio fue el más directa y visiblemente afectado por la crisis financiera, los periodistas se sirvieron solo de fuentes provenientes de este ámbito, el empresarial. Bajo esta opción, no es difícil reconocer una alineación entre los intereses de los dueños del medio —a la sazón, también empresarios— y su público objetivo. La Segunda menciona pocas veces al Estado; en cambio da una importancia mucho mayor a las acciones y afecciones del sector privado. Junto con la mayoría de los medios de comunicación en el periodo estudiado, este vespertino colaboró en la conformación de una proyección económica más negativa de la que en realidad se vivió. Sobre esa base, la relevancia de los discursos como el divulgado por La Segunda, radica en que su carácter de “verdad” es difícil de desmentir, ya que las mencionadas proyecciones siempre se hacen sobre cifras y, como comúnmente se cree, “los números no mienten”. Esto ayuda a afirmar y autosustentar este tipo de textos, erguidos sobre la falacia de que los números no pueden ser interpretados más que en una sola dirección. El resultado no es sino una manipulación de la información —a veces sutil, a ratos más agresiva— tendiente a reafirmar la ideología del medio y a concienciar a los lectores. Sobre ese eje, las principales estrategias escriturales —situadas al nivel de la gramática textual— que usa el diario para desarrollar este tipo de noticias, y que revelan su línea editorial, son: z

La omisión como táctica de descalificación, particularmente al gobierno. No se lo ataca de forma directa, sino velada, a través del uso de ciertas estrategias discursivas que minimizan, ridiculizan o critican al referente. La Segunda evita mencionar a las instituciones gubernamentales, y la edición de las declaraciones de sus personeros muestra siempre su cara más desafortunada. La noticia titulada “Diciembre registra el peor Imacec desde la crisis asiática: 0,5%” (La Segunda, 05/02/2009) ilustra este punto; aquí se explica detalladamente la caída de diversos sectores económicos y, para ejemplificar la caída del indicador Imacec, se cita a Cristián Gardewing, de Celfin, con esta frase: “El crecimiento se ha visto fuertemente afectado por las caídas de la producción minera e industrial, así como por el freno del sector comercio en los últimos meses”, en contraposición a la cita del ministro del Interior Edmundo Pérez en el último párrafo, con la frase: “¡Por

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suerte tenemos crecimiento!, ese es mi comentario”. El redactor agrega: “quizás sus palabras [del ministro] son las más clarificadoras frente a este Imacec” en un sutil, pero claro e irónico intento por mostrar su incompetencia. z

Se citan principalmente fuentes del ámbito privado, para realzar las opiniones del sector asociado al diario. Al hacerlo, el discurso se torna más serio y “respetuoso”, en contraposición a lo visto en el punto anterior sobre el tratamiento que se da al gobierno. Entre ellas se encuentran a los economistas de Celfin, la Sofofa, bancos como BBVA, BCI, etc. Durante el periodo analizado fueron citados al menos cuatro veces por semana —y se conformaron varias noticias en torno a sus declaraciones8— mientras que hubo menos de cinco citas en el total del mes a ministros y representantes del gobierno. Otro ejemplo de esto es la misma noticia mencionada en el punto anterior, donde en el penúltimo párrafo se hace referencia a una declaración descontextualizada del ministro Andrés Velasco.9

z

El uso tradicional de la negrita para destacar ideas se reorienta aquí para subrayar aspectos especialmente negativos de la noticia. En otros casos, son usadas para enviar un mensaje sutil que beneficie a sectores privados. Un claro ejemplo de este último recurso se puede ejemplificar a través del párrafo de una noticia titulada “IPC de-0,4% en febrero… UF caerá $84 y baja $532 en 4 meses”, en la que el diario indica que la baja del IPC “refuerza la posibilidad de que el Banco Central concrete una fuerte disminución en la tasa de interés”, instando precisamente a que esta medida se lleve a cabo.

z

Las cifras se entregan en un contexto comparativo. La Segunda rescata cifras pasadas, y el panorama de la crisis asiática, principalmente, para ilustrar cómo esta nueva crisis es tanto peor que aquélla. Con ello se desliza la sospecha de que las entidades que han debido velar por el bienestar económico del país —léase: los gobiernos de la Concertación— no han hecho bien su trabajo.

z

Las mediciones económicas (mercado, industria, crecimiento) siempre van acompañadas de adjetivos que califican e interpretan la cifra. En estos vo-

8

Entre ellas: “Crisis: “Desafortunadamente esto tiene para rato” (13/02/2009); “Eyzaguirre: ‘No podemos decir que las cosas estén mejorando’” (02/03/2009); “¿Cuánto durará la ‘tormenta’ recesiva en Chile y el mundo?” (03/03/2009).

9

El párrafo es: “Este guarismo [el Imacec de 3,4%] está lejos de la previsión del ministro de Hacienda, Andrés Velasco, que hasta septiembre señalaba que Chile cerraría el año con una expansión sobre 4%.” Aquí no se recuerda que fue durante ese mes (septiembre) cuando se vieron los primeros indicios de que la economía estaba siendo afectada por la crisis mundial, y que posteriormente Velasco bajó las proyecciones de crecimiento (de una cifra superior al 4% a una inferior al 3%).

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cablos radica una parte importante de la manipulación de la información: por ejemplo, cuando un determinado índice cae un 1% y el diario lo exhibe como una “fuerte caída”, un lector sin conocimiento de economía no puede saber si ese número está dentro de un margen porcentual promedio, o si efectivamente significa una caída considerable. Por lo tanto, asumirá como “verdad” que este indicador muestra una “fuerte caída”. En cuanto al material visual, La Segunda recurre constantemente a los gráficos. Éstos ayudan a reforzar la interpretación de las cifras, porque es posible verlas en su contexto y con las variaciones que han tenido en un determinado periodo. En segundo lugar, se utilizan fotografías de las fuentes consultadas (economistas, empresarios). Éstas tienden a ser planos medios y primeros planos, donde los contrastes de luz otorgan a los rostros cierta expresión de preocupación. No es difícil deducir que —más allá de la seriedad que le otorgan a los retratados— este tipo de imágenes ayuda en la creación de mensajes pesimistas, con independencia del tema que tratan. En este caso particular, la lectura que de ellas se genera (“los expertos están preocupados”), es un nuevo indicador que viene a reafirmar el mensaje alarmante expresado en el titular y el contenido de la nota. Finalmente, uno de los aspectos más significativos del mensaje que trasciende en La Segunda, es la constante discursiva sobre el consumismo: a través de comentarios, interpretación de cifras/hechos, y citas a expertos, podemos pensar que el medio incita a la población a consumir, sobre la idea de que ésta sería la única manera de sobrellevar la crisis económica. Estas perspectivas contrastan radicalmente con las del diario La Nación, cuyo enfoque demostró ser a la larga más asertivo en cuanto a las proyecciones de la crisis. Si bien este medio defendió de forma abierta las políticas gubernamentales en temas económicos, y se esmeró en mostrar una situación controlada de la crisis financiera, también entregó información más cercana a la realidad que vivía la ciudadanía, sin centrarla —como hizo La Segunda— en los reveses del sistema financiero y del mercado “en abstracto”. La Nación fue el único medio que proporcionó noticias positivas sobre la crisis económica durante este periodo; y eso en sí mismo es destacable, aunque bajo esta tendencia no cueste mucho reconocer sus compromisos político/ideológico/ institucionales. Sin embargo, más allá de la comprensible diferencia de los puntos de vista entre los medios analizados, situándonos en la materialidad del texto es fácil ver que mientras el discurso de La Segunda se centraba en números, porcentajes y tecnicismos, La Nación tendía a llevar la noticia a un terreno más cotidiano y simple. Ello, que lo hacía un discurso accesible para la mayoría de la gente, tiene su contraparte negativa al quitarle fuerza tanto a la información

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—la que aparece sin un sustento “real”— como a su postura editorial, que puede pecar de “simplista”. A ello se le suma el hecho de que la estructura argumentativa deja muy al descubierto la voz del emisor como un ente que comulga con el gobierno, lo que —aunque sea un dato conocido por los lectores— nos predispone a ver en mensaje periodístico cierto matiz de propaganda, restándole confiabilidad. En esa línea, los aspectos más importantes de los que se sirvió este diario a nivel de la composición textual, son: z

Se habla de la situación/coyuntura económica, evitando usar el término “crisis”. Con este recurso, además de mostrar la crisis económica como una mera “posibilidad”, un proceso del que Chile aún no era parte, se enfatiza la idea de que si sus efectos se llegasen a sentir en Chile, el país estaría preparado para sobrellevarlos.

z

El narrador se sitúa en la misma posición ideológica del gobierno. Por ello, lo defiende y lo muestra eficiente, capaz y en control de la situación. En este sentido, siempre que se habla del accionar de sus instituciones, se utilizan verbos en tiempos perfectos, otorgándoles una cualidad de fortaleza (procesos finalizados) que las diferenciaría de las instituciones privadas. Esto se puede apreciar en el uso de expresiones como “el Ejecutivo reaccionó” o “el Gobierno concentrará”,10 en contraposición a, por ejemplo, frases como “en la mayoría de los países latinoamericanos se han efectuado”,11 o donde se relata que: “los bancos han sido objeto”.12

z

En directa relación con el punto anterior, se omiten nombres o instituciones representantes del sector privado al hablar de las opiniones de sus “analistas”. Así, se resta credibilidad a sus proyecciones y/o se reduce su importancia.

z

Así como La Segunda, al referirse al gobierno aprovecha las frases más desafortunadas de sus representantes, La Nación usa este mismo recurso cuando cita agentes del sector privado. De esta forma, el empresariado se muestra bajo un cariz “hostil” y poco solidario con la ciudadanía. A esto se suma que, en general, las autoridades de gobierno son citadas directamente, mientras que a miembros de otras entidades se les cita y parafrasea, de

10 Parte de una noticia titulada “En marzo el Gobierno reforzará plan anticrisis”, publicada el 19 de febrero de 2009. 11 “Cepal constata sólida posición de Chile ante la crisis económica”, publicada el 16 de febrero de 2009. 12 “Somerville defiende restricciones de la banca para otorgar créditos”, publicada el 05 de marzo de 2009.

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tal modo que la información queda mucho más susceptible a ser reinterpretada. z

Recurrentes elementos comparativos. Así como La Segunda se sirve de las cifras de la crisis asiática para informar que esta nueva “crisis” es peor que aquélla, La Nación compara la posición de Chile respecto de otros países de Latinoamérica para enfatizar el buen manejo económico del gobierno.

En cuanto al material visual, las fotos de La Nación son funcionales con sus textos. En general, para reforzar la idea del gobierno como una institución amigable y protectora, abundan imágenes de sus personeros con expresiones sonrientes, o bien se muestra frontalmente el edificio de La Moneda, en un ángulo similar al que poseen las fotografías institucionales. También hay bastantes panorámicas de la ciudad de Santiago, que por sinécdoque visual opera como un símbolo o referente de Chile (“Santiago es Chile”). Otro aspecto que es importante destacar es que, así como la constante discursiva de La Segunda puede interpretarse como una incitación al consumismo, en el caso de La Nación, un elemento igual de recurrente es el llamado a la “unidad nacional”, referente claro de los gobiernos de Concertación. Por ejemplo, cuando es necesaria la aprobación de proyectos, se ejerce presión para que la oposición se alinee con el gobierno en función de los mismos objetivos. En estos espacios informativos reservados dentro de las mismas noticias, se usan expresiones que denotan una fragmentación política en el país (“problema país”, “unidad nacional”, “conjunto país”), para engrandecer la idea de unidad que se quiere lograr. Ello no significa, sin embargo, que La Nación no estimule desde sus páginas una reactivación del consumo,13 aunque ello no alcance a constituirse como una apología al consumismo,14 tal como ocurre en el caso de La Segunda. Esto se ilustra de forma clara en las noticias breves o de menor importancia: en el caso de La Segunda, una de sus notas promociona la oferta de inmuebles; en el caso de La Nación se defiende la entrega de créditos, criticando las restricciones que la banca privada ha asentado producto de la “crisis”. La principal diferencia entre ambos textos, radica en que La Segunda interpela al lector para que compre, sin justificar siquiera esta promoción con un posible mejoramiento de la economía. Por el contrario, la postura de La

13 Desde la economía, entendemos la “reactivación del consumo”, dentro de parte del ciclo económico denominado “Reactivación económica”. Este periodo es posterior a una crisis, y en él tienden a aumentar las actividades tanto en el mercado como en la industria. Aumenta el empleo, la inversión en el mercado, la producción y las ventas. (Bachillerato de Ciencias Sociales, Economía, España, Ed. Edebé, 2002) 14 Basados en la definición de “apología” que entrega la Real Academia Española, entenderemos una “apología del consumismo” como un discurso que no solo defiende, sino que también alaba el acto de consumir, incluso más allá de los límites de la función meramente reactivadora que tiene el consumo en una economía decaída.

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Nación a favor de otorgar créditos apunta, según la misma nota, a que los pequeños y medianos empresarios puedan solventar sus deudas, colaborando así con un mejoramiento económico tanto a nivel particular como nacional. Desde otro ángulo, es interesante notar cómo, consciente o inconscientemente, al evitar mencionar la palabra “crisis”, La Nación ofrece una interpretación adecuada y asertiva de ella. Como vimos en la introducción, una crisis económica involucra factores que no son solamente financieros; de ahí que se pueda afirmar en estricto rigor que la pasada no fue una crisis económica propiamente tal, sino una crisis del sistema financiero. Aunque puede ser redundante indicar que una crisis financiera se origina en los sistemas bancarios o monetarios de los países, es necesario tener claro que sus efectos no siempre llegan a afectar la economía real de un país. Si bien la crisis pasada sí tuvo repercusiones en aspectos concretos de la sociedad (entre ellos el alza de desempleo o el aumento de precios en ciertos productos), no hubo consecuencias mayores, como desórdenes sociales o debilitamiento de la gobernabilidad general del país. Al evitar mencionar la palabra “crisis”, La Nación estaba dando cuenta —sabiéndolo o no— de esta diferenciación. Creemos que en esta diferencia de conceptos (“crisis económica” y “crisis financiera”) radica el mayor o menor acierto de la entrega informativa. Por ello, podemos sostener que La Nación fue más precisa al nominarla —en las pocas oportunidades en que tuvo que hacerlo— como “crisis financiera”. Para terminar, creemos importante reflexionar sobre los mensajes que se nos ofrecen diariamente en los medios de comunicación. En este caso, los dos periódicos estudiados usaron el tema de la crisis económica con fines ligados a sus líneas ideológicas. Si bien la información que se mostró en ambos estaba basada en hechos específicos y datos exactos, con el tiempo, el énfasis de La Segunda demostró ser menos certero que el de La Nación, ya que desde sus páginas se proyectó una catástrofe de magnitudes exageradas que no llegamos a vivir. Esto no significa, sin embargo, que La Nación haya sido más “responsable” o “transparente” al tratar el tema, ya que tras la obligación primaria de informar, latía la intención de defender las posiciones del gobierno. La mayoría del tiempo, la información de las noticias puede parecernos objetiva y certera. Sin embargo, y aun tratándose de materias económicas —ámbito que erróneamente tendemos a creer poco manipulable—, los mensajes se procesan e interpretan atendiendo a las necesidades e intereses de los grupos de poder. Ser concientes de este tipo de manipulación en los discursos informativos, con independencia de su formato, es una de las labores fundamentales del periodismo actual. En la medida en que seamos concientes no sólo de los mensajes que circulan, sino además y sobre todo, de su proceso de generación y distribución, y de la forma en la que vienen a reforzar tal o cual cosmovisión o ideología, nuestro criterio se hará más amplio y sólido, y por lo

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mismo, estaremos más capacitados para apreciar varios aspectos de un mismo saber/hecho. Solo con ello pueden generarse las condiciones para desarrollar una labor informativa más seria, responsable y ética.

Bibliografía JÄGER, Siegfried 2003 “Discurso y conocimiento: aspectos teóricos y metodológicos de la crítica del discurso y del análisis del dispositivo”, en Ruth Wodak y Michael Meyer (comp.) Métodos de análisis crítico del discurso. Barcelona, Gedisa, pp. 61-100. MEYER, Michael 2003 “Entre la teoría, el método y la política: la ubicación de los enfoques relacionados con el ACD”, en Wodak y Meyer (comp.). Op. cit., pp. 35-59. SEARLE, John 1986 Actos de habla. Madrid, Cátedra. VAN DIJK, Teun 2003 “La multidisciplinariedad del análisis crítico del discurso: un alegato a favor de la diversidad”, en Wodak y Meyer (comp.). Op. cit., pp. 143-177. 2000

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Bachillerato de Ciencias Sociales, Economía. Barcelona, Ed. Edebé.


Normas de Publicación 1. El Consejo Editorial acusará recibo de los trabajos y decidirá la publicación de los mismos. Los autores tendrán derecho a dos ejemplares de la revista. 2. Los artículos deben ser originales e inéditos, y su extensión no debe ser superior a 20 páginas, incluyendo notas, cuadros, figuras y bibliografía. 3. Las colaboraciones deben ajustarse al siguiente formato: márgenes superior e inferior de 2,5 cm; e izquierdo y derecho de 3 cm. Fuente Times New Roman 12 y espaciado interlineal de 1,5. En el caso de reproducción de fragmentos, cuando éstos sobrepasen las tres líneas deberán ir en párrafo aparte, sangrado, con letra menor y sin comillas. 4. Los trabajos se presentarán en soporte digital, preferentemente Word. Deberán acompañarse con: Dos resúmenes, uno en español y otro en inglés. El título original del artículo traducido al inglés. Una serie de palabras clave o descriptores, en español e inglés. 5. Las referencias bibliográficas deben aparecer al final del texto, ordenadas alfabéticamente según el siguiente ejemplo: DOLEZEL, Lubomir 2002 “Semiótica de la comunicación literaria”, en Jesús Maestro: Nuevas perspectivas de semiología literaria. Madrid, ArcoLibros, pp. 173-218. HABERMAS, Jürgen 1987 Teoría de la acción comunicativa. Madrid, Taurus. Las referencias a la bibliografía se realizarán en el propio texto, entre paréntesis, citando el apellido del autor, seguido del año de edición y en su caso, dos puntos y la página o páginas a las que se haga alusión. 6. Los autores son los únicos responsables del contenido de los artículos. Isla Flotante mantendrá los derechos que la ley ampara sobre sus trabajos. 7. La aceptación de un trabajo para su publicación supone que los derechos del copyright, en cualquier medio y por cualquier soporte, quedan transferidos al editor de la revista.


Se terminó de imprimir en el mes de marzo del 2011 en los talleres de gráfica LOM. “La publicación de esta revista ha contado con la ayuda del Fondo del Libro, del CNCA, a través de su Línea de apoyo a la Difusión y las Comunicaciones”.


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