CAPÍTULO 10
El guardián de la puerta Pasó bastante tiempo antes de que despertara el León cobarde, pues había estado mucho rato entre las flores, respirando su venenosa fragancia. Al fin, cuando abrió los ojos y salió del carro, se mostró muy contento de estar vivo todavía. —Corrí lo más rápido que pude —dijo mientras se sentaba y bostezaba—, pero las flores resultaron demasiado potentes para mí. ¿Cómo me sacaron? Sus amigos le contaron cómo le habían salvado los ratones del campo, y el León lanzó una carcajada. —Siempre he creído ser muy grande y terrible. Sin embargo, esas florecillas tan pequeñas estuvieron a punto de matarme y unos
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