FORMACIÓN DE MEDIADORES La mediación: Nuestro concepto tiene su origen en las teorías de mediación social e intercultural y en la propuesta de Vigotsky, quien establece: “es en esta dinámica en donde el niño se apoya en el mediador para conocer el entorno, en donde el adulto hace de andamio para que así, a través de él, el niño pueda acceder al mundo e interactuar de igual modo con éste; por lo que el mundo no es independiente de nuestra experiencia”. La formación de nuestros mediadores implica un proceso vivencial en el cual ellos mismos experimentan y reflexionan las estrategias metodológicas de mediación. Esto es básico, ya que los mediadores pueden tener referentes precisos de cómo se lleva a cabo el proceso, qué lo facilita, qué problemas puede encontrar. Sólo desde su propia experiencia podrán rescatar y organizar los saberes que descubren o perfeccionan durante su proceso de formación A través de estos procesos, el mediador sabe que no sólo construye andamios entre el individuo y el libro sino que busca la creación de puentes entre los individuos mismos, es decir, busca la construcción de espacios de libertad en los que se promueve el respeto, la empatía, la crítica constructiva y el refuerzo de los conceptos de grupo y de responsabilidad colectiva. El mediador pone en marcha un proceso que va más allá de la lectura: crea lazos afectivos, invita a dar amplitud a la vida y a descubrir sus posibilidades. El mediador busca también la creación de comunidades lectoras, es decir, espacios y ambientes en que los textos circulen y se compartan. Así apoya al lector en formación en un acompañamiento en el cual éste va adquiriendo la autonomía en su desarrollo lector. Los mediadores que formamos deben ser o convertirse en lectores, es decir, revisar su propio proceso lector y compartir lo que le ha surgido a partir de sus lecturas. Sólo conociéndose y reconociéndose como lectores podrán contagiar su pasión por los libros y comprender la experiencia lectora de los otros. El mediador debe conocer los acervos con los que trabaja en términos de su calidad, su diversidad, los géneros y las posibilidades que le da para ofrecer a los otros Deben tener flexibilidad y apertura para ajustar sus planes y estrategias a las características de los nuevos lectores, comprender su manera de apropiarse de los textos y tomar en cuenta sus condiciones sociales, económicas y culturales. Deben crear vínculos y establecer relaciones de confianza, en un ambiente de cordialidad y respeto. Deben propiciar el diálogo como herramienta para la lectura compartida, la charla literaria y el intercambio de ideas y experiencias. Este diálogo invita a los miembros de la comunidad lectora a aprender a escuchar, a mirar y respetar al otro y a descubrir que no es necesario prevalecer sobre el otro, sino encontrar los puntos de coincidencia y comprender que las diferencias y los desacuerdos también son parte del proceso de un grupo. El mediador debe promover la participación en la creación de normas o reglas que regulen los encuentros, los debates, el uso del espacio y los acervos. Aún cuando la experiencia y la reflexión sobre sus saberes y prácticas son parte importante del proceso, también consideramos la formación teórica de nuestros mediadores. En la medida en que encuentren el reflejo de sus vivencias dentro de los textos teóricos o 1
metodológicos, de mejor manera podrán interiorizar tanto su labor práctica como las reflexiones que ésta les proporciona.
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