Mediación y creación del espacio de confianza

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1 MEDIACIÓN Y CREACIÓN DEL ESPACIO DE CONFIANZA Lourdes Morán con La Jugarreta, Espacios de Participación . La actitud del mediador

debe propiciar un ambiente de aceptación,

confianza y seguridad para los niños. Estas son algunas reglas básicas: 1) Mantener un ambiente seguro y confortable: Los niños deben sentirse seguros y apreciados. Necesitan un espacio de actuación e interacción en donde no haya miedo al ridículo, al castigo o al descuido. Establecer límites con ellos y mantenerlos constantes. Los niños necesitan estructura. Una libertad sin límites les deriva mucha responsabilidad y los estimula a usar gran parte de su energía probando límites, en lugar de disfrutar de la libertad que éstos brindan.. No decir no sin ofrecer una razón y una opción: No decir: “no te subas al estante”. Mejor: “puedes caerte o pueden romperse y hay que cuidarlos. ¿Por que no usas una silla? “. Arreglar situaciones difíciles en cuanto surjan: no esperar el “momento oportuno”, ni ignorarlas. Si establecen una regla y sus consecuencias, respetarlas. Nunca amenazar: explicar que rompieron una regla grupal y que las consecuencias son tales y aplicarlas.

Sin embargo, hay que tener flexibilidad, si una regla no funciona, hay

que discutir la posibilidad de modificarla 2) Apoyar las acciones y el lenguaje de los niños. Cada niño requiere apoyo en su nivel particular de desarrollo. No se debe hacer sentir a los niños que lo que hacen no es correcto o no es lo suficientemente bueno. Si decimos: “es fácil”, el niño que lo logra no lo siente como un logro, y el que no lo logra se siente mal por no hacer algo “fácil”. Si decimos: “no es fácil”: el que lo logra se siente satisfecho y el que no, puede comprender que no lo hará a la primera y seguir intentando.


2 Cuando los niños trabajen, no sólo observar, unirse a ellos y comentar sobre lo que hacen. Ser respetuoso para no interrumpir ni imponer ideas. Si el niño siente que lo escuchamos y valoramos lo que dice, aumenta su autoestima y sus ganas de trabajar. Comentar con ellos sobre su trabajo, sin juzgarlo: “Ya veo que estás haciendo una torre de colores”. Eso les permitirá “explicarnos” sus ideas y lo que quieren hacer. Ayudar a los niños a apoyar a los demás y hablar con ellos, estimulándoles para demostrar o enseñar a otros niños lo que terminaron. Aunque los lapsos de tiempo están limitados, intentar no presionar a los niños. Si alguno no terminara, tal vez decirle que: “la próxima clase buscaremos un momento para que puedas terminarlo. Yo te ayudaré”, para que no se sienta presionado por sus pares y sienta que lo que hace es importante. Si el grupo entero no ha terminado, no presionarlos y decirles que se terminará en la próxima sesión. 3) Ayudar a los niños a elegir y a tomar decisiones Ayudar a los niños a explorar los materiales entre los que pueden elegir. No ofrecer opciones que no existen realmente: “¿quieren empezar?” no presenta una opción, porque la verdad es que hay que empezar las actividades. “¿Usamos colores o crayolas?” sí les implica el poder de tomar una decisión La creación de reglas y sus consecuencias permite a los niños saber que ellos elegirán el comportamiento dentro del salón y cuáles son las consecuencias de actuar de uno u otro modo. 4) Ayudar a los niños a resolver sus problemas y a hacer cosas por sí mismos Cuando se haga una actividad que requiere de práctica para que el niño pueda realizarla solo, no hay que “rescatarlo” cuando se sienta frustrado: no hay que darle la solución. Es mejor ayudarlo a encontrarla por sí mismo y darle el tiempo necesario. (recordar el punto 2) No dar soluciones sino ofrecer sugerencias: “si ya no hay grapas, ¿con qué otra cosa puedes pegar?” “mira todo el material que hay aquí, ¿crees que hay algo que te sirva?”.


3 Permitir a los niños cometer errores y aprender de ellos sin decirles que están mal. Es en los procesos implícitos en la búsqueda de una solución donde ocurre el aprendizaje, no en los resultados.

Si el niño decide usar plastilina como

pegamento, hay que dejarlo experimentar. No es algo incorrecto, ya que está experimentando y la práctica le enseñará cuál es el pegamento más funcional para su trabajo. Si desde el principio le decimos: “no uses la plastilina, no sirve”, su primera idea será rechazada y tal vez le de temor sugerir otras. Como resultado quizá prefiera esperar a que un adulto le diga “lo que tiene que hacer”.


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