Cuando leer es mucho más que hacer tareas. Lectura en la primera infancia Por: Yolanda Reyes Introducción Este texto se ha nutrido con muchas voces, de diversas edades y oficios, que dan contexto a un trabajo de investigación en torno a la lectura en la primera infancia. Dicho trabajo, centrado en los niños de 0 a 7 años, ha sido desarrollado por un equipo interdisciplinario en el Taller de Espantapájaros. La idea de concentrarnos en esa primera etapa del lector no estaba prevista en nuestra historia inicial. Hace quince años, los trabajos de lectura en el país se centraban en la población tradicionalmente considerada lectora; es decir, en la que estaba alfabetizada o iniciando la alfabetización. Los bebés, inquietos e iletrados, no eran admitidos en las bibliotecas. Quiero compartir este secreto para señalar cómo los proyectos de lectura, al igual que los proyectos de la vida, no tienen trazados lineales. Se construyen poco a poco, mediante encuentros, intuiciones, deseos y también incertidumbres. Pasito a paso, como caminan los bebés, fuimos descubriendo que, mientras más temprano llegaba un niño a la lectura, más fácil resultaba conectarla con la vida; sin la tradicional asociación académica entre leer y hacer tareas . Esa intuición nos llevó a echar marcha atrás, hasta llegar a los bebés. Y de su mano, empezamos a movernos en un amplio rango de edades, pues los bebés no andan solos, lo cual conduce a trabajar con la familia, con los primeros maestros y con la comunidad. Quiero disculparme por repetir aquí algunas ideas que ya he expuesto. Supongo que es inevitable: las premisas que sustentan el trabajo, han surgido de un diálogo lento y dispendioso entre práctica y teoría. Y aunque puedan resultar conocidas para algunos, la intención de recogerlas nuevamente, obedece a la necesidad de brindar un contexto imprescindible a las preguntas sobre el por qué leer y el qué leer en la primera infancia. Sin embargo espero que, tanto el lector familiarizado con el proyecto, como aquel que se aproxima por primera vez, puedan percibir en las siguientes páginas las ideas de movimiento y de reescritura continua que lo animan. ¿Por qué leer en la primera infancia? Aunque en teoría es bien sabido que somos lectores de múltiples lenguajes, la lectura y la alfabetización suelen considerarse sinónimos en la práctica. De ahí que hablar de bebés lectores siga sonándole paradójico a mucha gente. Propongo un experimento sencillo para quienes tengan dudas: “suelten” a un pequeño de 8 meses frente a un canasto con libros y observen, simplemente. Tarde o temprano, el niño se las arreglará para ir hacia el canasto; tomará uno o varios libros; los olerá y les hincará algún diente; se decidirá a probar uno y a devorar otro y, luego, si un adulto cercano “cae en la trampa” de leerle alguno, ya no habrá marcha atrás. Cuando ese bebé descubra que además de morderlos, los libros se abren a otros mundos y permiten estar sentado en las rodillas de un ser