La experiencia de círculos de lectura en la escuela: leer escribir a partir de una propuesta

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La experiencia de círculos de lectura en la escuela: Leer y escribir a partir de una propuesta de la sociedad civil Verónica Macías Andere Guadalupe Hernández López Consejo Puebla de Lectura, A.C. Resumen La lectura y la escritura son un derecho y la escuela es un espacio donde los chicos pueden apropiarse no sólo de las palabras y las herramientas para hacer uso de la cultura escrita, sino para encontrar sentido en ella. Como miembros de una organización de la sociedad civil enfocada en promover encuentros con la lectura y la escritura, proponemos la creación de una guía de actividades para conformar círculos de lectura en la escuela, donde los chicos lean y escriban a partir de distintos disparadores, donde se fortalezca el mediador, quien será no únicamente el docente, sino también los propios niños y donde las actividades involucran no sólo a los miembros del círculo, sino a la comunidad escolar y extraescolar, generando vínculos y conversaciones a partir de los libros. Palabras clave: Lectura, escritura, círculos de lectura, practica social Introducción La lectura es una práctica social, que leemos, como leemos, donde, con quien, tiene que ver con lo social y lo cultural. Quien tiene derecho a leer, a conocer el código, a disponer de un tiempo de lectura, a contar con materiales no sólo para aprender a leer, sino para seguir leyendo. No se puede pensar en la lectura como práctica individual, aunque ésta muchas veces solicite y reclame silencio y ensimismamiento. Los seres humanos vivimos en sociedad, acatamos normas y aprendemos a vivir en grupo, con determinadas prácticas culturales. Como plantea Emilia Ferreiro, “leer y escribir son construcciones sociales, cada época y cada circunstancia histórica dan nuevos sentidos a esos verbos” (2001, p. 13). La lectura, como actividad sociocultural, forma parte de contextos letrados en referencia al concepto de los españoles de cultura escrita y la necesidad de intercambios sociales para su uso. y se realiza de forma independiente por el lector o acompañado y/o guiado por mediadores. Por consiguiente, debe verse desde una perspectiva sociocultural, pues aborda diversos aspectos como: “la situación del discurso, La comunidad cultural de significados, la retórica de cada comunidad y la diversidad de interpretaciones” (Cassany, 2008, p. 21). La lectura es un proceso de construcción y desarrollo de varias habilidades que pueden impulsarse a partir de experiencias.


Y para referirnos a la escritura, acudimos a Gregorio Hernández: “Aprender a escribir implica apropiarse de las palabras y las ideas de otros, encontrar la voz propia y hacerse escuchar con conversaciones sociales que sólo tienen lugar fuera del espacio íntimo del individuo y su familia” (Hernández-Zamora, 2005, p. 40). Pensando en la lectura y la escritura como prácticas socioculturales elaboramos una guía de actividades para conformar círculos de lectura en las escuelas, de la cual hablaremos en esta ponencia. Nuestras concepciones de lectura y escritura Como un derecho Tenemos derecho a la lectura y la escritura, como un capital simbólico y cultural que nos heredaron generaciones previas y que vamos reconstruyendo dentro de la sociedad en la que vivimos. Y justamente como consideramos que los seres humanos somos sujetos de derechos, pensamos que la lectura y la escritura, como prácticas culturales, así como contar con un tiempo y materiales para hacerlo, deben ser para todos. Emilia Ferreiro menciona que “la alfabetización no es un lujo ni una obligación: es un derecho” (2001, p. 38). Y derecho está asociado con voz, “con el uso público de su propia voz (…) la capacidad y la voluntad individual y colectiva de hacerse oír, de expresar públicamente sus ideas y necesidades, de hacer valer sus derechos y de hacerse respetar” (Hernández, 2010, p. 54). Como una experiencia Asimismo, apostamos a la lectura más que como un medio de aprendizaje, como una posibilidad de experiencia y de encuentro. George Steiner (1994, p. 26) menciona que, “Quien haya leído La Metamorfosis de Kafka y pueda mirarse impávido al espejo será capaz técnicamente de leer letra impresa, pero es un analfabeto en el único sentido que cuenta”. Michele Petit considera que la lectura es una experiencia singular, y “como cualquier experiencia, implica riesgos (…) las palabras pueden sacarlo de su casa, despojarlo de sus certidumbres, de sus pertenencias” (Petit, 1999, p. 153). Y con respecto a la escritura, se puede aprender reglas gramaticales, pero a escribir aprendemos haciéndolo, encontrándonos con la hoja –o la pantalla-, las palabras y lo que queremos decir.

Como un encuentro También la concebimos como un encuentro entre personas con experiencias distintas: entre un lector y un escritor que quizá nunca fueron contemporáneos; entre un lector y un texto que hoy


puede decirle algo y mañana otra cosa distinta; entre personas cuyo vínculo sea la palabra escrita a través de la conversación, de la charla sobre la historia leída… Edgar Allan Poe decía que sin el lector la historia no existe. El lector es cómplice del autor… hasta en los asesinatos. Asimismo, la escritura es un encuentro, con nosotros mismos en primer lugar, pero también con los autores que nos han formado y con las palabras que nos habitan. Lectura y escritura en la escuela La escuela, establecimiento de cultura escrita por excelencia, no siempre ha sido un entorno de prácticas de lectura auténtica. Ha promovido prácticas artificiales, libros únicos, preguntas obligatorias después de leer, ejercicios repetitivos y sin sentido. Ha sido vista más como un vehículo de aprendizaje y como una herramienta necesaria para algo más. No negamos que es un medio para conocer y aprender, sin embargo también tiene un valor intrínseco. Según Carrasco, la lectura en la escuela: Se lee en grupo, todos leen el mismo material o todos leen al mismo tiempo, en un horario asignado, diferentes materiales; el signo escolarizado de esta actividad en el ámbito escolar poco se parece a la lectura que los lectores realizan fuera de la escuela (2006, p.6). Y para hablar de la escritura en la escuela, acudimos a Gregorio Hernández (2004): Durante semanas, meses y años enteros los pondrían -en cambio- a escribir copias, dictados y planas de palabras sueltas, de oraciones sin sentido o de bolitas y palitos (para mejorar la letra y aniquilar su inteligencia). Les ordenaron abrir su libro de texto y rellenar líneas para completar oraciones. Limitaríamos cuidadosamente su escritura a apuntes, cuestionarios, resúmenes (del tipo copiay-pega, no piensa y sintetiza). (s/p) Sin embargo, la escuela es un lugar privilegiado de encuentro con la lectura y la escritura, por contar con los chicos por periodos de tiempo prolongados; por ser un espacio donde se generan vínculos, entre el profesor y los estudiantes y entre los propios estudiantes, pues creemos que el vínculo con la cultura escrita está relacionado con los vínculos afectivos. A diferencia de lo habitual en la escuela, proponemos un acercamiento distinto, no solo a la lectura, sino también a la escritura. Y para hablar de ello no podemos hacerlo sin mencionar la importancia del mediador de lectura, quien es puente, presentador, habilitador, promotor, amplia horizontes, teje vínculos. Coincidimos con Petit cuando dice que “Los iniciadores al libro han desempeñado un papel clave. Cuando un joven proviene de un medio donde predomina el miedo al libro, el mediador puede autorizar, legitimar, un deseo mal afirmado de leer o aprender, e incluso revelarlo” (Petit, 1999, pp. 154 y 155). Recordar siempre la posibilidad del refuerzo positivo, del reto mediado, de la afirmación de la competencia para alcanzar otros aprendizajes


Y retomamos el concepto del mediador de escritura, que utiliza Judith Kalman (2002) para referirse al escribano público, lo pensamos en términos de la figura que habilita el tomar la palabra, el hacer uso de ella y ponerla por escrito. Como dijimos anteriormente, en el establecimiento escolar se promueven libros únicos, en su mayoría libros de texto, que en muchas de las familias mexicanas han sido el único o casi único material de cultura escrita con el que cuentan. Este libro, con información muchas veces fragmentada y uniforme, ha sido el libro para algunos, como el caso de Gregorio Hernández, quien en una entrevista menciona: “Con excepción de los de texto de la primaria, no creo haber tenido ninguna experiencia memorable de lectura, y menos de escritura, en la escuela” (Argüelles, 2005, p. 160). Desmembrando y diseccionando un poema es como se enseña tradicionalmente poesía; buscando el argumento, los personajes principales y el mensaje se pretende que los niños se acerquen a los cuentos. Muy difícil resulta la gratuidad, el leer por leer, sin pedir nada a cambio, como plantea Pennac. Y con la lectura en voz alta, estrategia por excelencia para formar lectores, se evalúa la memoria, los significados unívocos… Y si son los chicos los que leen se les evalúa, en general, la entonación, velocidad y respeto a las normas. Con esto no pretendemos decir que sean las maneras de trabajo en todas las escuelas de nuestro país, pero desafortunadamente es muy común encontrarnos con este tipo de prácticas. El docente tiene las posibilidades de ser el gran mediador, a veces lo es y otras propicia lo contrario. Con su afán por escolarizar todo lo que en la escuela ocurre, por hacer una mala selección de textos, por la obligatoriedad, la indiferencia o el miedo a los libros, entre muchas otras razones, puede alejar a los chicos de la adquisición del hábito y el gusto por leer más allá de lo escolar. Además, no debemos creer que la mediación es exclusiva de los docentes, lo es un padre de familia, un compañero, un hermano, etcétera. En la escuela es muy importante lo que los chicos aprenden entre ellos, los gustos compartidos y aprendidos, los libros prestados, etc. Y justo, en esas relaciones entre pares, enmarcamos los círculos de lectura, para fundamentar esta elección acudimos a las palabras de la Asociación Colombiana de Lectura y Escritura (ASOLECTURA): La socialización de la actividad de leer trae consigo beneficios que multiplican los que de por sí, acompañan a la lectura. La puesta en común de un texto, mediante la discusión, es una de las maneras más eficientes de lograr mejores y más profundos acercamientos a los materiales escritos Verónica Macías Andere, Guadalupe Hernández López y, por consiguiente, de despertar el interés por otras lecturas (ASOLECTURA, 2007, p. 12) Libros de calidad


No es suficiente que haya algo para leer, es muy importante que haya una diversidad de materiales, que apelen a gustos distintos y a trayectorias diferentes, tanto informativos como literarios. Y para hablar de calidad en los libros, consideramos cuatro ejes: lo literario, la ilustración, la edición y la postura ética. Interesante concepto, ¿a qué se referirán? Sería bueno hablar de esto. Una colección de libros de calidad abre puertas, más que cerrarlas; en ocasiones da respuestas, pero principalmente habilita nuevas preguntas; nos permite reflejarnos en ellos e identificarnos, pero también nos puede mostrar una ventana hacia otras realidades; una colección de libros de calidad nos muestra la diversidad que tenemos como humanos, tanto en los lugares donde vivimos, los seres con los que hemos convivido y los momentos históricos por donde hemos transitado; implica una diversidad de pensamientos y de formas de mirar y vivir en el mundo. Consideramos que los libros que comprenden los acervos de Biblioteca de Aula y Escolares (Libros del Rincón) cumplen estas características. Son materiales diversos, no solo en la temática, sino en formatos, abordajes, posibilidades de acercamiento, etcétera. Libros que, independientemente de los programas escolares, están enfocados en formar lectores. Son libros de calidad que pasaron por distintos filtros antes de llegar a las escuelas y que, de acuerdo al deber ser, están al alcance de todos los estudiantes de educación básica, de gestión pública en México. Una propuesta desde la sociedad civil El Consejo Puebla de Lectura es una asociación civil cuyo objetivo principal es favorecer encuentros reales entre personas y libros. Para ello ofrece servicio y atención de biblioteca; imparte talleres de animación a la lectura, la escritura y la ciencia; selecciona y categoriza acervos; realiza ferias y festivales de lectura; y organiza e imparte diversos eventos que permiten la investigación y formación en torno a la cultura escrita. La experiencia adquirida le ha permitido la elaboración de proyectos y guías que impulsen, desarrollen, multipliquen y de sostenimiento a prácticas de lectura auténticas, donde personas de todas las edades tengan la oportunidad de conocer y explorar una variedad de materiales en géneros, temas y formatos, que les permitan generar gustos personales y criterios de selección, acceder a los libros libremente, pero también conocer, a través de otros o con otros, textos y formas de leer, dialogar, reflexionar y escribir sobre lo que esperan o les provoca una lectura e imaginar y crear sus propios textos. Guía de actividades A partir de la iniciativa de crear círculos de lectura en las escuelas, propusimos una guía que favorece el desarrollo de prácticas lectoras entre profesores y alumnos, que demandará momentos exclusivamente destinados a la lectura y la escritura, que motivara la exploración de los libros de Bibliotecas de Aula y Escolares y la conformación de una pequeña comunidad lectora que multiplicara sus prácticas en la escuela y fuera de ella. Dicha guía formó parte de


una convocatoria a nivel nacional, para conformar círculos de lectura, dirigida a escuelas de educación básica y fue puesta en práctica en dos periodos (2011-2012 y 2012-2013). La guía propone 38 actividades, 16 para trabajar con libros literarios y 22 para trabajar con libros informativos, cada una de ellas conformada por propósitos lectores, descripción, sugerencias de libros y especificaciones de las evidencias de lectura a reportar en un portal. Las actividades propuestas posibilitan la lectura y exploración de una gran variedad de libros y géneros, como poesía, teatro, biografías, canciones, novelas, cuentos, diccionarios, atlas, enciclopedias, libros temáticos, etcétera. Con dichas actividades se busca que los integrantes del círculo lean y exploren diversos libros tomando en cuenta el propósito lector ¿cuál sería el propósito lector (interesante para discutirlo) ¿existe? ¿cómo se manifiesta?; comparen y comenten textos, autores y maneras de abordar un tema; trabajen en equipo y tomen decisiones en conjunto; seleccionen textos para compartir tomando en cuenta sus preferencias personales o las características de sus destinatarios; lean y sigan instrucciones para elaborar una actividad o experimento; formulen preguntas e hipótesis sobre lo leído con la intención de aclarar sus dudas o ampliar sus conocimientos; realicen búsquedas de información para enriquecer su lectura o conocimientos previos; reportan datos sobre un tema que capte su interés con la intención de compartirlo e invitar a su lectura; reconozcan y aprovechen la estructura que ofrecen los libros para localizar información que les interese; identifiquen diferentes modos de escritura como la biografía, la poesía, el diario o el artículo, que los motive y proporcione elementos para escribir; reconozcan textos que forman parte de su cultura; generen referentes comunes al compartir historias no solo dentro del grupo sino con su familia y la comunidad; y escuchen a otros y a sí mismos para reconocerse como lectores y escritores. Hallazgos preliminares a partir de las evidencias de los círculos Logros observados En general, hubo muy buenas experiencias, como por ejemplo, niños que salieron a susurrar a la calle (a un soldado, a un payaso, a comerciantes...); chicos de los grados más altos que leían a los más pequeños; recomendaciones de libros; creación de adivinanzas; grabación de audiolibros y radioteatros; dibujos, experimentos, entrevistas y demás evidencias que reflejan un trabajo auténtico de lectura y escritura en los integrantes de cada círculo. Encontramos muchos docentes realmente comprometidos con su participación en los círculos y más allá de ellos, con los niños, con la promoción de lectura y la escritura, profesores que usaron sus horas libres, que tuvieron que trasladarse, en muchos casos, porque en su comunidad no hay acceso a internet; que buscan la creatividad e incentivan la imaginación de los niños; que promueven encuentros reales con la lectura de libros de calidad y que habilitan espacios y momentos para esto. La mayoría de los círculos reflejan en sus evidencias trabajo en equipo para decidir qué libros leer, qué actividad realizar y cómo llevarla a cabo; participaron de manera creativa y libre; mostraron interés por textos de divulgación científica, los cuales ampliaron sus conocimientos y los animaron a explorar otros libros para responder las interrogantes que surgieron a partir de


la lectura; expresaron sus opiniones, elaboraron cuestionamientos, crearon hipótesis y construyeron textos .Aunque no parece planteado de entrada en las actividades, es interesante que surja el trabajo en equipo como forma de aproximación a las mismas Lo que falta Desafortunadamente, también encontramos profesores rebasados por la tecnología, que al no contar con los libros solicitados (para mí éste es el gran problema de las guías que relacionan un libro específico con una actividad. Esto no genera autonomía, Lo interesante sería pensar en guías que propongan géneros o temas y que sean los docentes los encargados de buscar en su acervo aquellos libros que respondan a lo que se les pide. Así fomentamos el conocimiento del acervo y, nuevamente, la autonomía del mediador para reformular las propuestas de las guías a partir de sus propios recursos. los suplían con cualquier texto, interesados en darle una clara intención didáctica a todas las actividades, focalizados en ganar; profesores con serios problemas para expresarse a través de la lengua escrita y con muchas dificultades para llevar a cabo las consignas; profesores que copian y pegan de internet. Observamos que muchos docentes prefieren que los niños lean lo ya conocido, y en la mayoría de los casos eso está demasiado visto, digerido y estereotipado; prefieren, en muchos casos, usar libros que son adaptaciones y que los niños conocen por las películas. No nos oponemos rotundamente a este tipo de materiales, pero definitivamente creemos que debemos ofrecer a los niños no solo lo que les gusta porque ya lo conocen, sino también materiales que impliquen un desafío mayor, dirigidos a un lector que piensa; libros con diferentes estéticas, fuera de los estereotipos tan gastados que utilizan los libros a los que están habituados. Sobre las actividades realizadas, hubo algunas muy apegadas a lo conocido. Comenzando con los libros, más de la mitad eligieron literarios como primera opción, seguramente por contar con “cuentos” y por trabajar más a menudo con ese tipo de textos, además buscaban trabajar con historias que ya conocieran. Asimismo, muchas de las evidencias reflejan prácticas muy escolares, como buscar personajes, responder un cuestionario, inferir a partir del título o la portada, cambiar el final, hacer una pastorela. Les costaba mucho apegarse a las consignas propuestas por la guía y hacer actividades distintas a las habituales, por ejemplo, cuando se les solicitaba escribir las tres mejores ideas que aporta la lectura de un texto, hacían un resumen o decían de que trataba el texto; o cuando la actividad requería trabajar con libros informativos y lo hacían con literarios, etcétera. Además, muy frecuente intentaban encontrar contenido didáctico o moralizante en los textos. Nuevamente, una guía sin mediación puede convertirse en una receta. Cada vez es más importante pensar en formas en que los docentes puedan comprometerse a la búsqueda personal de alternativas en cuanto a textos, actividades y a la mediación misma. Cabe señalar que contamos con un espacio de retroalimentación donde manifestamos a cada círculo los logros y las deficiencias que encontramos en su desempeño, sin embargo se


requiere de un trabajo de continuidad para saber que ocurre en las aulas después de una experiencia como esta. Conclusiones Definitivamente, los logros en cuestión de lectura son ganancias a largo plazo. En varias evidencias, escritas ortográficas, se manifestaron guiños de emoción y entrega en niños o adultos, que nos permiten augurarlas. La lectura tiene la posibilidad de atrapar al lector de todas las edades, cuando los libros que se le acercan son de calidad. Formarse como lector, sin embargo, requiere de un tiempo constante, cercano y afectivo. Para ello es necesario favorecer prácticas regulares, reales y agradables entre libros y personas, en entornos adecuados y con mediadores comprometidos. Sabemos que hace falta un camino amplio por recorrer, que muchas de nuestras escuelas tienen serias carencias, no solo de infraestructura, sino de calidad académica, de contenidos, de formación de los docentes. Y no estamos hablando sólo de la escuela pública, sino también de la privada, que además en la mayoría de los casos no cuenta con biblioteca, porque no le otorgan un valor. Sobre esta guía en particular hace falta dar continuidad a aquello que ocurre en las escuelas y en las familias de los participantes de los círculos a mediano y largo plazo. Y para terminar, quisiéramos cerrar con las palabras de Silvia Castrillón, estudiosa con una larga experiencia en círculos lectores: La labor como mediadores de lectura no es otra que la de mostrar un camino, que valga la redundancia, es el de la lectura. Es importante tener claro también que cuando se promueven la lectura y la escritura, cuando se promueven los libros, no solo se está promoviendo la actividad de leer y la de escribir, para ser más específicos, la de leer libros, sino que se promueve el conocimiento del mundo y de sí mismos, es decir, se promueve en primer lugar al ser humano. (ASOLECTURA, 2005, pp.15 y 16) Bibliografía Arguelles, J. D. (2005). Historias de lecturas y lectores. Los caminos de los que sí leen. México: Paidos. ASOLECTURA. (2007). Clubes de lectores. Informe de una experiencia. Bogotá: ASOLECTURA Carrasco Altamirano, A. (2006). “La lectura conquista adeptos en la escuela de educación básica”. En Vega, L. et al (coords.), Alfabetización: retos y perspectivas. México: Facultad de Psicología UNAM. Cassany, D. (2008). Prácticas letradas contemporáneas. México: Ríos de tinta.


Ferreiro, E. (2001). Pasado y presente de los verbos “leer” y “escribir”, Buenos Aires: FCE. Hernández-Zamora, G. (2010). Tenemos derecho a guardar silencio: Alfabetización, ciudadanía y voz en tiempos de globalización. En Vaca, J. (coord.). Prácticas de lengua escrita. Vida, escuela, cultura y sociedad. Xalapa: Universidad Veracruzana. Hernández-Zamora, G. (2005). Pobres pero leídos: La familia (marginada) y la lectura en México. México: CONACULTA Hernández-Zamora, G. (2004). .Se puede leer sin escribir? La Jornada de Oriente, Masiosare 330. Kalman, J. (2002). “El escribano público: mediador de la cultura escrita para la clase popular”, en Castillo, Antonio. (Coordinador), La conquista del alfabeto: Escritura y clases populares. Gijon, Espana: Trea. Pennac, D. (2004). Como una novela. Bogotá: Norma. Petit, M. (1999). Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura. México: FCE. Steiner, G. (1994). Después de Babel. Aspectos sobre el lenguaje y la traducción. México: FCE.


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