Los clásicos infantiles, esos inadaptados de siempre. Algunas cuestiones sobre la adaptación en la literatura infantil por Marcela Carranza
Ilustración de “El gato con botas”, de Charles Perrault, por Gustave Doré Podríamos definir a los clásicos infantiles como aquellos textos de los que todo el mundo tiene noticias, pero que casi nadie ha leído. Si a un grupo de personas adultas de diversas edades se les pregunta si conocen alPinocho, posiblemente dirán que sí; podrán incluso afirmar que la trama versa acerca de un muñeco que miente y que debido a eso le crece la nariz, un muñeco que luego de toda clase de aventuras, hacia el final del relato, es transformado por un hada en un niño de verdad. Ante la pregunta de si han leído el libro, la respuesta de la mayoría volverá a ser afirmativa, dirán que lo han leído de niños, o bien de adultos a sus hijos o alumnos. Si se les interroga sobre la extensión del libro que leyeron, posiblemente las personas entrevistadas hablarán de unas pocas páginas, y quizá algunos dirán que se trata de una novela de más de treinta capítulos. Pero este último grupo, será el de una minoría. Puede que muchas de estas personas manifiesten su decepción al descubrir que lo que ellos habían tomado por Pinocho, un pequeño libro de una docena de páginas, no era sino una de las muchas adaptaciones que serruchan, podan y encastran fragmentos, hasta obtener esas malas copias que poco o nada tienen que ver con el texto original. “Y allí está el Pinocho —señala Guillermo Piro no sin cierto humor en su prólogo— un libro que siempre se lee a destiempo, de lo contrario uno de los libros más traducidos hubiera podido cambiar el curso de la historia y no lo ha hecho.” (1) Esto mismo podría decirse de muchos otros libros de la literatura infantil universal, comúnmente llamados “clásicos”. En un libro reciente de Anthony Browne y Joe Browne, en el que el autor de libros-álbum inglés nos cuenta de su obra, al hablar de Willy el soñador (2) señala: “Muchos de los sueños hacen referencia a la cultura popular, que a menudo alude a sueños también. El primero de los sueños de Willy consiste en ser estrella de cine, pero la ilustración lo presenta en varias versiones, como el monstruo de Frankenstein (que es el