Oficina en México Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
La lectura en la era móvil
Un estudio sobre la lectura móvil en los países en desarrollo. Una mirada desde México
La lectura en la era móvil
Un estudio sobre la lectura móvil en los países en desarrollo
El mundo se enfrenta a un desafío fundamental: cómo llevar textos a los millones de personas que no tienen. Afortunadamente, Internet está contribuyendo a allanar el camino. Ha acelerado la difusión de información y, en muchos casos, democratizado el acceso a ella. Hoy en día, gracias a Internet, incluso los teléfonos celulares menos costosos permiten leer libros. En todos los países en desarrollo hay indicios de que mujeres y hombres, niñas y niños leen libros en teléfonos de bajo costo. La lectura móvil no es un fenómeno del futuro, sino una realidad del aquí y el ahora.
Oficina en México Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
La lectura, el patrimonio de los afectos Desde el mismo día de su nacimiento en 1945, la lectura y la alfabetización han sido dos de los principales desafíos y compromisos de la UNESCO. El segundo artículo del Acta Constitutiva de nuestra institución confirma que, para contribuir a la paz y al respeto universal de los derechos humanos, la UNESCO fomentará el conocimiento y la comprensión mutua, dará impulso a la educación popular y a la difusión de la cultura, y ayudará a la conservación, al progreso y a la difusión del saber. Nada de esto es posible sin la lectura, sin la escritura y sin el acceso a los libros. Del mismo modo, su posibilitador, el lenguaje, es la voluntad de abolir la distancia entre el hombre y las cosas, como afirmaba Octavio Paz, y el que nos habilita para ingresar en todas las formas posibles orales y escritas de la universalidad. “La obra escrita es probablemente, en el orden de la creación intelectual, la que más hondamente y con mayor autenticidad expresa el espíritu del hombre.” Tal fue la conclusión con la que, en 1949, Torres Bodet, por entonces Director General de la UNESCO, dio la bienvenida al comité de expertos que analizaron la creación de la colección Obras Representativas, misma que hoy cuenta con más de 1,500 títulos y que se puede considerar una suerte de biblioteca de las bibliotecas debido a su naturaleza internacional, plurilingüe y pluricultural. Desde 1949 a la fecha muchas cosas han cambiado, sobre todo a partir del surgimiento del libro digital. En un sentido, gran parte de los análisis actuales se han abocado al conflicto o la convivencia del libro en papel y el libro digital, así como a las transformaciones de la industria editorial y sus repercusiones en el ámbito de los derechos de autor, tal y como fueron abordados por el emblemático encuentro “El libro del mañana, el futuro de lo escrito”, celebrado en Monza, Italia, durante el Foro Mundial sobre la Cultura y las Industrias Culturales organizado por la UNESCO en 2011. En esa ocasión se dieron cita más de 200 delegaciones provenientes de todos los sectores vinculados a la cadena de producción del libro: autores, editores, bibliotecarios y lectores fueron convocados por la UNESCO para reflexionar sobre las prácticas de la lectura, sus mercados y la necesidad de formar a lectores comprometidos y críticos. Y sí, hoy somos testigos de una transformación sin precedentes desde la aparición de la imprenta,
hace más de quinientos años, que está generando alentadoras posibilidades para la democratización de la lectura en la era digital. En la actualidad, las cifras que arrojan las estadísticas de las Naciones Unidas nos obligan a considerar la escala de este fenómeno, a saber: existen más teléfonos celulares que letrinas en el mundo; las aulas de medios de preescolar están generando nuevos retos al aprendizaje y los procesos de alfabetización en todo el mundo; la posibilidad de acceder a miles de libros con tecnología de bajo costo es ya una realidad innegable. Es así que la lectura digital ofrece una oportunidad sin precedentes en la historia de la humanidad para poner, al alcance de todos, el universo de la cultura escrita. Tal es el sentido con el que la Oficina de la UNESCO en México ha tomado la iniciativa de publicar en español el informe de la UNESCO Lectura en la era móvil, con la finalidad de acercar al ámbito mexicano y latinoamericano una reflexión internacional en marcha, especialmente en países donde las reformas educativas pueden beneficiarse de una reflexión colectiva en términos de la región. Si bien la lectura digital puede no ser una panacea, sí se trata de una oportunidad invaluable. Para beneficiarse, y poder analizar en detalle sus ventajas e inconvenientes, es necesario promover, entre otras condiciones, la universalización del acceso a Internet, una mayor claridad en la gestión de los derechos de autor, una puesta en práctica de modelos educativos que acompañen la incorporación de las tecnologías móviles dentro y fuera de las aulas. Esta traducción al español del informe Lectura en la era móvil puede contribuir sin duda a generar, en nuestra región, directrices oportunas para el desarrollo de las políticas públicas y proveer, además, pautas metodológicas a los educadores para avanzar programas en torno a la lectura y a la alfabetización, sin abandonar el extraordinario patrimonio oral de Latinoamérica.
Nuria Sanz Directora y Representante de la Oficina de la UNESCO en México
Reflexiones sobre lectura digital Introducción Existe hoy cierto avance en el reconocimiento de que la Cultura representa, además de elementos espirituales, estéticos y morales que nos caracterizan por su contenido simbólico, también un recurso económico y, como tal, productivo. Dentro de este panorama, la lectura representa un factor de desarrollo humano, creativo y cultural, ya que es un pilar de desarrollo económico integral. El trasfondo de esto recae en la capacidad de difundir y plasmar una vasta diversidad de contenidos que permiten generar experiencias tanto recreativas como productivas y fundamentar una formación humana y académica de alto nivel. La distribución de esos beneficios depende primordialmente de la posibilidad de acceso a contenidos que, a su vez, son resultado de la diversidad que provee el mercado de libros digitales y físicos. Efectivamente, a raíz de los recientes avances tecnológicos, los medios de acceso se han diversificado y multiplicado, dejando atrás la exclusividad de la lectura física o de papel para ahora incorporar a la lectura digital. A partir de esta dinámica, se provoca una transformación en los patrones de consumo de contenidos, respondiendo a la adopción de diversos dispositivos como lectores de libros electrónicos, tabletas, smartphones y computadoras, más los dispositivos y plataformas tecnológicas de apropiación de contenidos que se sigan desarrollando. Por ende, los esfuerzos realizados para masificar la lectura y sus consecuentes beneficios, deben de considerar el efecto distributivo que poseen las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC). En este contexto, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) enuncia lo siguiente: “Si todas las personas del planeta entendieran que su teléfono celular podría transformarse —fácilmente y por poco dinero— en una biblioteca rebosante de libros, el acceso a textos dejaría de ser un obstáculo para la lectoescritura”1, haciendo de iniciativas como Worldreader Mobile un catalizador para el desarrollo humano. Con la finalidad de explorar el escenario o contexto en el cual la lectura física y electrónica se posicionan como un elemento que propicia el desarrollo humano y económico, es necesario considerar los factores que moldean al mercado de libros, es decir la oferta y la demanda. Así, es posible resaltar dos principales tendencias en el ámbito de la lectura digital: por el lado microeconómico, destaca un proceso de sustitución parcial y complementariedad en plataformas de acceso, mientras que en el aspecto macroeconómico encontramos la diversificación, mejora y ampliación del mercado.
Determinantes de la oferta y la demanda por la lectura Las principales diferencias entre la lectura física y la electrónica se hacen latentes en los determinantes de la oferta y la demanda. Esto se debe a que más allá de la alfabetización y el acceso, existe una cierta marginación digital, es decir, restricciones para el acceso a contenidos en formato electrónico.
Por el lado de la oferta, existen tres determinantes principales: la disponibilidad y acceso a dispositivos, la existencia de libros digitales y la penetración en medios de pago. La disponibilidad de dispositivos electrónicos hace referencia a los diferentes medios de acceso que poseen los usuarios. En general, podemos hablar de 3 plataformas dominantes: tabletas/libros electrónicos, smartphones y laptops/computadoras. En este aspecto, se denota una limitada disponibilidad de dispositivos cuyo efecto resulta en una restricción estructural al potencial de crecimiento para la oferta. Tan solo en el caso de las computadoras, 45.4% de los hogares a nivel mundial cuentan con una computadora, al observar únicamente los hogares en países en desarrollo esta cifra disminuye a 32.9%.2 Aunado a lo anterior, la limitada cantidad de usuarios con acceso a medios de pago electrónicos (tarjetas de crédito/ débito) así como el hecho de que la mayor proporción de consumo de lectura electrónica proviene de productores extranjeros, generan un mercado nacional mermado y aún más limitado en términos de crecimiento. Por otro lado, la oferta de libros digitales responde a la demanda de los consumidores que impulsa la producción de diferentes contenidos. En este sentido conviene destacar los diversos factores que determinan la demanda de libros digitales, como son la posesión de tarjetas o sistemas de crédito para pago en línea, el uso cotidiano de dispositivos electrónicos y la complementariedad existente entre diferentes plataformas de lectura tanto digitales como físicas. Por último, resalta que los determinantes de la demanda de lectura no se restringen únicamente al ámbito digital. A decir, encontramos que el elemento que dictamina el consumo del contenido, y por ende la propagación de sus beneficios mediante plataformas físicas o digitales, es la limitada demanda estructural por la lectura. De este modo, la adopción de la lectura digital y física tendrá como motor el interés de los individuos por consumir este contenido, guiado por el contexto cultural de la población. Esta dinámica se llevará a cabo en un ecosistema de mercado donde resalta la coexistencia entre distintos medios de acceso que son utilizados como sustitutos y complementos por parte de los usuarios.
Sustitución y complementariedad El desarrollo diverso y acelerado de nuevos medios de acceso a la lectura conlleva a una respuesta inmediata por parte de los consumidores. Para contextualizar la adopción tecnológica y su efecto, es necesario identificar los patrones de consumo de la lectura física. Por ejemplo, en el caso de México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Lectura 2012, entre 2006 y 2012 el porcentaje de personas que reportaban leer libros en papel cayó de 56.4% a 46.2% respectivamente. La caída en la proporción de lectores aunada a la constancia de lectura es reflejo de una contracción en el consumo agregado, pero también de una permanencia en el consumo individual de aquellos que continúan siendo lectores. Es decir, un caso de concentración del hábito y la práctica de la lectura.
1 Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), La lectura en la era móvil: Un estudio sobre la lectura móvil en los países en desarrollo, (México, 2014), p. 17 2 ITU, Key ICT indicators for developed and developing countries and the world (totals and penetration rates), ITU, 2015.
Esta dinámica ayuda a esclarecer las tendencias existentes en el mercado. Por un lado, existen consumidores que han adoptado diversas plataformas tecnológicas con la posibilidad de sustituir parcial o totalmente el acceso a contenidos de lectura. Por el otro, se exhibe una capacidad por complementar la lectura física y la digital, exhibiendo un paralelismo en el consumo de contenidos entre diversas plataformas. A decir, nos encontramos con una tendencia donde el lector continúa demandando un mismo bien, pero lo hace a través de distintos puntos de acceso que interactúan como sustitutos o complementos. Así, nuevamente resulta ilustrativo el caso de México, en donde a mediados del año 2015, el 14.5% de la población tiene una tableta y existen 64.4 millones de smartphones, lo cual representa un gran potencial en términos de población con capacidad de acceder a libros electrónicos.3
Diversificación y ampliación del mercado La disponibilidad de dispositivos electrónicos propicia que exista mayor diversidad de contenidos. Además de ofrecer nuevas plataformas asequibles y de fácil acceso para la lectura. No obstante, el acceso a nuevos mercados de lectura se ve limitado por el nivel educativo, edad, condiciones socioeconómicas de los individuos y niveles de adopción de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC). Si bien una mayor cantidad de medios de acceso implica una mayor disponibilidad y apropiación de contenidos, para que esta regla se cumpla es necesario que todos los individuos cuenten por igual con acceso a dispositivos para la lectura digital así como las condiciones para descarga de contenidos digitales. En este aspecto resulta también conveniente identificar que generaciones más jóvenes exigen cada vez más la disponibilidad de contenidos electrónicos, por lo cual seremos testigos de un aumento en el consumo de este tipo de material en los próximos años. Sin embargo, el caso extremo en que nuevas generaciones solamente leerán por medio de tabletas o smartphones (entre otros dispositivos) sigue siendo relativamente lejano y al menos en el corto y mediano plazo lo importante no será cómo es que la gente lee, sino únicamente el hecho de que tomen un libro (físico o digital) y puedan disfrutar de su contenido.
Y sin embargo, coexisten Dadas las características actuales de la industria editorial y el consumo de contenidos o materiales de lectura, es posible afirmar que en la actualidad no existe un dilema con respecto a la desaparición de los libros físicos. Es decir, que el crecimiento en el mercado de los libros digitales no representa por sí mismo una amenaza para el de los libros en papel, sino que únicamente abre las puertas para ampliar la oferta de materiales de lectura permitiendo así la democratización y mejores condiciones entre los usuarios. Es dentro de este marco contextual, donde el aprovechamiento de las TIC, como por ejemplo el despliegue de la lectura por medio de los más de 6 mil millones de teléfonos celulares en el mundo,4 resulta una herramienta de desarrollo humano esencial.
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Con todo, lo importante no es cómo o en dónde es que la gente lee, sino únicamente el hecho de que lea. Ya sea por medio de un libro físico o por medio de un libro digital, lo importante es que existen cada vez más medios de acceso para que la gente pueda interactuar con diversos contenidos, ampliando la transmisión cultural y de información entre público que anteriormente no contaba con este hábito. Si bien la lectura digital puede resultar en algunos casos un sustituto de la lectura en papel, existe también un factor de complementariedad que suele ser ignorado. El utilizar un dispositivo para leer no implica que no sea posible también contar con fuentes escritas en papel, ni viceversa. De hecho, en realidad esto únicamente implica que habrá una mayor diversificación, ampliación o expansión del mercado y por lo tanto beneficios diversos tanto para los usuarios como para los oferentes. Así, la discusión no debe enfocarse en si sólo se leerán libros en uno u otro formato, por la razón que sea. El avance tecnológico permite que las personas lean más, en mayor número de lugares y con mayor facilidad de acceso a los contenidos. Esto permite que el mercado de libros crezca de manera significativa, con beneficios para todos: escritores, editores y consumidores. Esto permite crecer el “tamaño del pastel” de la industria editorial. Para que esto suceda es importante que los editores y los lectores adopten las nuevas tecnologías y las vean como una oportunidad de penetrar en otros mercados y no como una amenaza. Además de los beneficios que los libros digitales pueden aportar a la industria editorial, existen beneficios adicionales para sus usuarios como la capacidad para transportar una biblioteca completa en un solo dispositivo, poder adaptar el tamaño de letra y, por supuesto, tener al alcance de un botón la compra o descarga gratuita de un vasto acervo para leer inmediatamente. Eso sin mencionar sus aportaciones a la ecología pues ayudan a la conservación de árboles y a la reducción de impresiones. Sin embargo, nadie se atrevería a afirmar nunca más querer ser partícipe del evento de culto de abrir un libro físico, con su textura, olor, color y sensación. Eso sin contar que la obra al estar autografiado o dedicado lo hace invaluable. Estas razones permiten afirmar que ambos formatos coexisten y coexistirán, generando beneficios para quienes sepan aprovechar su complementariedad, tanto para oferentes (editores, escritores) como para los consumidores. Esto es un reto que las industrias culturales deberán afrontar cada vez más. Aquellas que lo logren pueden aspirar a mayores beneficios económicos derivados de un mayor consumo pero también de la expansión del mercado, no solo en México, sino también en el mundo. Por eso, la adopción de nuevas tecnologías no debe ser vista como una amenaza a nuestros hábitos, sino como una potenciación de nuestras capacidades de apropiación de contenidos.
Dr. Ernesto Piedras
Economista, ITAM-London School of Economics
Estimaciones 0ropias con base en información de Nomismæ Consulting S.C.
4 Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), La lectura en la era móvil: Un estudio sobre la lectura móvil en los países en desarrollo,(México, 2014), p.16
Alfabetizar en tiempo presente “Leer y escribir son construcciones sociales. Cada época y cada circunstancia histórica dan nuevos sentidos a esos verbos.” Ferrerio, Emilia. (2001)
El informe sobre “la lectura en la era móvil” presenta una caracterización de los lectores que utilizan sus teléfonos celulares como dispositivos para leer diferentes tipos de texto. Estos lectores son en su mayoría jóvenes de menos de 34 años, hombres y con un nivel educativo superior al promedio de los siete países en desarrollo donde se realizó la investigación. Las mujeres, a pesar de estar menos representadas, muestran ser lectoras más frecuentes y de mayor extensión en términos del tiempo dedicado a la lectura. El reporte ofrece información útil para asumir que los dispositivos móviles ya se han popularizado, muchas personas tienen acceso a ellos y los utilizan para realizar variadas prácticas de lectura. Nos muestra cómo pueden ayudar a disminuir algunas brechas entre quienes leen y quienes no tienen acceso a materiales de lectura. Sin caer en el optimismo ingenuo, nos proporciona datos para pensar cómo impulsar la lectura móvil en sectores sociales, grupos de edad y género que aún no acceden a la tecnología. Todo esto, sobre la base de una premisa importante: el acceso a materiales de lectura, específicamente a libros, es condición necesaria para la alfabetización. Condición necesaria pero no suficiente, ya que la alfabetización requiere de mucho más que el contacto con los libros: “el acceso a libros no garantiza de ningún modo ni necesariamente fomenta siquiera la lectoescritura. Tirar con paracaídas libros a las personas —sea a través de teléfonos celulares u otros medios— es exactamente eso: dejar caer libros y marcharse. Extraer un significado de los textos es un acto complejo que no se produce sólo con la exposición” (p. 18). Quiero destacar esta afirmación ya que (al menos en México) las políticas gubernamentales con respecto a la alfabetización e incluso al mejoramiento de la calidad de la educación se sostienen en el reparto. Reparto de libros, reparto de materiales didácticos, reparto de infraestructura tecnológica e incluso reparto de contenidos. Pero pocas veces se enfocan a la formación de las personas, a los procesos de largo plazo que se requieren para formar lectores que puedan afrontar los retos que representa integrarse a la cultura escrita de este siglo. Los autores señalan las limitaciones del estudio destacando las condiciones en que se recabaron los datos y los grupos sociales y rangos de edad que no están representados. Los hallazgos provienen, justamente, del estudio de hábitos lectores con personas que tienen acceso a la tecnología y tienen un nivel educativo que garantiza, de alguna manera, su acceso a la lectura. Esto da un sesgo importante a los resultados, ya que son difíciles de generalizar hacia sectores de población para los que la tecnología (principalmente la conectividad) no es accesible. Y menos aún, para la población analfabeta que, además, es en un gran porcentaje mayor de 35 años. Más allá de las posibles críticas o limitaciones, el estudio aporta datos concretos para obligarnos a repensar lo que entendemos por lectura y por alfabetización. Los verbos leer y escribir han adquirido significados diferentes a lo largo de la historia. La relación entre leer y escribir que actualmente nos parece natural no fue siempre así. En Sumeria, Egipto o China, los escribas estaban encargados de realizar las marcas gráficas pero no necesariamente sabían leer y menos aún eran los productores de los textos. “…Las funciones estaban tan separadas que los que controlaban el discurso que podía ser escrito no eran quienes escribían, y muchas veces tampoco practicaban la lectura. Quienes escribían no eran lectores autorizados, y los lectores autorizados no eran escribas.” (Ferreiro, E. 2001: p. 11) Estas funciones están integradas en la idea de lector de nuestros días. La era móvil, como se la denomina en este informe, concibe al lector como intérprete de significados al mismo tiempo que
puede ser productor de sus propios textos y puede seleccionar lo que quiere leer. Internet es un espacio donde muchas voces tienen lugar y los lectores circulan sin otro rumbo que el de su interés. Junto con la idea de lectura, el concepto de alfabetización también ha ido cambiando a lo largo de la historia, conforme han cambiado las prácticas sociales de lectura y escritura y la materialidad de los textos. De conocer el alfabeto a saber leer, de poder leer a saber leer y escribir. De “decodificar” a comprender un sistema de representación, de comprender a ser capaz de comprender y producir textos con diversos propósitos. Todas estas variantes se encuentran involucradas en el concepto de alfabetización. Hoy, en los inicios del siglo XXI, estar alfabetizado tiene un significado diferente porque las prácticas de lectura y escritura, así como la materialidad de los textos se han transformado. No es necesario agregar adjetivos como “digital, informacional, informativa”, etcétera. Estar alfabetizado, hoy por hoy, incluye saber leer y escribir en la variedad de situaciones, dispositivos y materialidades que han surgido. Si a principios del siglo XX saber firmar y leer instrucciones sencillas podían considerarse indicadores suficientes de que alguien estaba alfabetizado, en la era móvil esto no alcanza. Saber leer consiste en saber buscar, seleccionar, interpretar y relacionar información. Y no sólo eso. En esta segunda década del siglo XXI leer y escribir son actividades imprescindibles para participar en casi todas las interacciones sociales. Los ciudadanos actuales requieren saber utilizar diferentes soportes de lectura (el papel, la pantalla) y saber manejar dispositivos tecnológicos que cambian con más rapidez de la que uno quisiera. Abundar en esta transformación del concepto de alfabetismo es pertinente para valorar con más precisión los resultados de este estudio. Si entendemos el término alfabetización con el alcance que exige la cultura escrita actual, los analfabetos no pueden definirse únicamente como aquellas personas que no saben leer y escribir. Alfabetizar, en sentido amplio, significa introducir al que aprende en la cultura escrita de su tiempo. Aprender a leer y escribir “es construir un nuevo objeto conceptual (la lengua escrita) y entrar en otro tipo de intercambios lingüísticos y culturales” (Ferreiro, E., 2007: p. 286), intercambios que, en nuestros días, están mediados en gran parte por las TIC y por tanto son diferentes a las prácticas anteriores a la existencia de estos nuevos medios de producción y acceso a la información. Entre otras cosas, está alfabetizado aquel que puede manejar los dispositivos tecnológicos que hoy en día son soportes de lectura y de producción para los más variados tipos de texto. En este sentido, los datos aquí presentados nos muestran hacia dónde pueden encaminarse las políticas públicas cuando la meta es lograr ciudadanos alfabetizados, capaces de participar de la vida social y democrática. En el caso de México, se considera que el 7% de la población es analfabeta. Más del 70% son mujeres en situación de pobreza y con mucha frecuencia se trata de personas que no hablan español o lo hablan como segunda lengua (INEGI, 2010). Si bien la conectividad se ha extendido (AMIPCI declara en su informe 2014 que el 50% de la población tiene acceso a Internet) es justamente en los lugares donde más se necesita donde aún no ha llegado. Estas estadísticas esconden muchas cosas. Se refieren a los analfabetas como aquellas personas que no manejan “el código” de la escritura. “La definición de ‘alfabetizado’ que manejan estas estadísticas es obsoleta. Si usáramos como definición ‘formar parte de la cultura letrada’ o ‘poder circular en la diversidad de textos que caracteriza la cultura letrada, al menos como receptor de la misma’, las cifras serían espeluznantes.” (Ferreiro, E. 2001: p.57). Y aquí es donde los datos de este informe adquieren nuevo sentido: los celulares pueden ser puentes idóneos para garantizar el acceso a los textos si consideramos que la alfabetización no termina con la enseñanza de un código y que los analfabetos son muchos más que los que nos dicen las estadísticas.
Los resultados que nos presentan West y Chew revelan que existe un mundo de lectores jóvenes que leen más a partir de que pueden leer en sus teléfonos. Le leen a otros y aumentan la frecuencia y cantidad de lecturas gracias a la ubicuidad que permite la movilidad tecnológica. Las mujeres y las niñas leen más que los hombres y los niños, prefieren la ficción y logran, a través de la lectura móvil, participar en prácticas sociales que les están prohibidas. Con esto en mente, nos proponen líneas de acción para solventar estos obstáculos y promover la lectura móvil allí donde no llegan los libros. Todos estos datos permiten pensar que los teléfonos móviles pueden ser puentes hacia la lectura en países donde el analfabetismo es preocupante. Las sugerencias de trabajo son precisas y prometedoras. Sin embargo, como los mismos autores señalan, existen obstáculos. El estudio pone de manifiesto la necesidad apremiante de tener más textos y con géneros y temáticas más diversificadas. Textos apropiados para niños y para personas que recién comienzan a leer. Textos en lenguas locales y textos que ayuden a aprender las lenguas dominantes como segundas lenguas. Y sobre todo, conectividad. En nuestra región se discute si el acceso a Internet debe considerarse un derecho. Pero aún no se resuelve el dilema y lo cierto es que el acceso a Internet no existe justamente donde la pobreza está más presente. No es de extrañar que, como señalan al inicio de este reporte, el efecto San Mateo sea una realidad también en relación con el acceso a la tecnología. Los que menos tienen, también tienen menos posibilidades de acceso a la educación, a la salud, al trabajo… y obviamente, a la tecnología. La hoja de ruta que proponen para los tomadores de decisiones es clara: aprovechar la profusa difusión de los teléfonos celulares con acciones concretas: garantizar la conectividad, desarrollar materiales de lectura y difundir las posibilidades que ofrecen los teléfonos celulares para que más personas los utilicen como medios de lectura. Ahora bien, el reporte se basa en datos recabados en siete países en desarrollo, cinco de África, más India y Pakistán. ¿Qué podemos retomar para nuestro contexto latinoamericano? ¿En qué nos parecemos y en qué no? ¿Las recomendaciones pueden aplicarse a nuestros países? Contestar estas preguntas, sin duda, requeriría de muchos estudios. Sin embargo, aún a riesgo de simplificar el escenario, considero que hay elementos que pueden retomarse. En nuestros países el efecto San Mateo está presente. El analfabetismo, en proporciones diferentes en cada país, es un problema actual. La multiplicación de teléfonos celulares también. Y también la distribución desigual del acceso a la conectividad. Tenemos problemas comunes para los cuales las recomendaciones que aquí se señalan son válidas y pueden orientar las acciones de nuestros gobiernos. Sin embargo, me gustaría poner a discusión algunas características propias y otras que seguramente compartimos con los países estudiados pero que no salen a la luz en este estudio. Efectivamente, los problemas de distribución de libros y otros materiales de lectura pueden resolverse con los medios digitales. Sin embargo, leer es una práctica que requiere de la intervención didáctica. Ésta sólo se resuelve a través de la interacción entre las personas.
Los datos obtenidos en este estudio corresponden en su mayoría a personas jóvenes con un nivel educativo más alto que el promedio de su país. Estos jóvenes no sólo saben leer. Saben utilizar tecnología y han llegado más lejos que el promedio en términos de formación en el sistema educativo. Los otros, los adultos de mayor edad, analfabetas o con pocas habilidades de lectura, no están representados. Para ese conjunto de personas, ya sea en África o en Latinoamérica, leer en teléfonos móviles no es tan sencillo. Necesitan apropiarse de la tecnología al mismo tiempo que de la lectura. Es un trabajo doble que requiere una intervención planeada, intencional y estructurada. No alcanza, aunque es imprescindible, con garantizar la conectividad y la variedad de lecturas de calidad. Es necesario educar. Y esto es un compromiso que requiere acciones de largo plazo por parte de los gobiernos. Cierro con una interpretación propia de las recomendaciones aquí plasmadas, con el ánimo de contribuir a que este tipo de estudios se realicen en países de nuestra región, que se pongan en práctica acciones acordes a los problemas de cada contexto y que se evalúen para poder trazar nuevas rutas, más precisas y efectivas. Mientras se debate el tema del derecho a la conectividad es fundamental trabajar simultáneamente para ampliar el acceso a la conectividad y a los dispositivos móviles. Establecer puntos de acceso WiFi gratuitos en zonas donde las personas no tienen recursos económicos para acceder a Internet. Distribuir en formato digital las bibliotecas de aula y escolares que actualmente se realizan en papel. No sustituir, sino complementar los materiales de lectura en papel con materiales digitales. Y asumir el desafío de desarrollar aplicaciones de lectura que puedan funcionar de manera local, sin conexión. La evolución de la tecnología no es fácil de predecir, pero podemos suponer que si cada vez más personas se conectan a Internet y lo hacen con más de un dispositivo, cada vez será más difícil estar conectados todos al mismo tiempo. Finalmente, considero necesario integrar estas acciones en programas de alfabetización para adultos donde aprender a leer y escribir incluya las herramientas digitales. Y sobre todo, formar a los lectores de nuestro tiempo. Como señala Ferreiro: “Necesitamos lectores críticos, que duden de la veracidad de lo visivo impreso en papel o desplegado en pantalla, texto o imagen; lectores que busquen comprender otras lenguas (¡cuánto más fácil ahora con Internet!) sin menospreciar ni magnificar el inglés hegemónico; que tengan una visión global de los problemas sociales y políticos (¡cuánto más fácil ahora con Internet!) sin encerrarse en localismos estrechos. Lectores y productores de la lengua escrita inteligentes, alertas, críticos. Lo que siempre hemos buscado. Difícil tarea, antes y ahora. Internet ayuda, qué duda cabe. Los libros y las bibliotecas también.” (Ferreiro, E., 2007: p. 277). Y yo agrego, también ayudan los teléfonos celulares y cualquier otro dispositivo que esté al alcance de más gente. Pero lo fundamental es entender que para educar se requieren personas formadas y programas de largo plazo. Las campañas momentáneas sostenidas sólo por el entusiasmo de muchos no son suficientes.
Mtra. Marina Kriscautzky Laxague
Coordinadora de Tecnología para la Educación, UNAM
Referencias AMIPCI (2014). Estudio sobre los hábitos de los usuarios de Internet en México. Asociación Mexicana de Internet. Fecha de consulta: julio de 2015. Disponible en: https://www.amipci.org.mx/estudios/habitos_de_internet/Estudio_Habitos_del_Internauta_Mexicano_2014_V_MD.pdf Ferreiro, Emilia. (2007). Alfabetización de niños y adultos. Textos escogidos. México, CREFAL, Colección Paideia Latinoamericana. 431 p. Ferreiro, Emilia. (2001). Pasado y presente de los verbos leer y escribir. México, Fondo de Cultura Económica. 95 p. INEGI (2010). Censo nacional de población. México, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática. Fecha de consulta: julio de 2015. Disponible en: http://www.inegi.org.mx/sistemas/olap/proyectos/bd/consulta.asp?p=17159&c=17547&s=est
LA LECTURA EN LA ERA MÓVIL UN GRAN NÚMERO DE PERSONAS EN PAÍSES EN DESARROLLO LEEN LIBROS E HISTORIAS EN TELÉFONOS MÓVILES DE BAJO COSTO
LOS LIBROS SON ESCASOS BIBLIOTECAS POR HABITANTE
El reto de la telefonía LA MAYORÍA DE LAS PERSONAS EN ÁFRICA SUBSAHARIANA móvil en la educación NO POSEEN UN SÓLO LIBRO
REINO UNIDO
I
EN PAÍSES POBRES, LAS ESCUELAS RARAMENTE PROPORCIONAN LIBROS DE TEXTO
II
1 : 15,000 1 : 1,350,000
La notable penetración de dispositivos de telefonía celular a “La lectura móvil no es un fenómeno del futuro sino una nivel global enfrenta a los educadores a un nuevo reto que realidad del aquí y el ahora” cita el informe. Frente a la gran consiste en integrarlos como herramientas de aprendizaje penetración de dispositivos móviles en países en desarrollo, NIGERIA dentro y fuera de las escuelas. Particularmente en lo se hace evidente el potencial de éstos para contribuir con el relacionado con la lectura, los dispositivos de bajo costo cierre de la brecha de acceso a contenidos de lectura. resultan una vía de acceso ágil y asequible a contenidos como A partir del estudio de los hábitos de lectura y libros. características de los lectores móviles en países de desarrollo, En el informe La lectura en la era móvil: Un estudio sobre la se identifican importantes datos que invitan a todo aquel lectura móvil en los países en desarrollo se presentan importantes interesado en la alfabetización a revisar nuevos mecanismos conclusiones dignas de considerarse en el desarrollo de de promoción de lectura dentro y fuera de entornos estrategias y políticas públicas enfocadas a la promoción de escolarizados. la lectura entre las personas con menos recursos.MIL Se presenta Sin en informe exhorta a comprender la lectura MILduda, MILLONES información a los contenidos consultados, hábitos y MILrespecto MILLONES MILLONES móvil no sólo como TIENEN ACCESO A un reto para los educadores sino como características de los sujetos considerados “lectores móviles” DE PERSONAS MÓVIL una TELÉFONO oportunidad para queLAS los fabricantes, operadores, la REDES DE TELEFONÍA CELULAR en países EN en desarrollo y concluye con un exhorto al estudio EL MUNDO TIENEN ACCESO industria editorial, ONGs y gobiernos planteen escenarios de del impacto que tienen los dispositivos en las tareas de A UN colaboración que promuevan en los ciudadanos el uso de los INODORO alfabetización y promoción de la lectura. dispositivos como herramientas de aprendizaje a lo largo de El uso de dispositivos móviles en la educación es un toda su vida. DE LA POBLACIÓN MUND elemento fundamental en la construcción de conocimiento, ya que se incrementan las posibilidades de interactuar, se mejora la comunicación; por lo tanto, se elimina la barrera que separa a docentes y alumnos. La tendencia actual hacia el uso de Rector del INTTELMEX y Director del programa dispositivos móviles en la educación está enfocada a que, en el de Educación Digital de Telmex futuro, cada vez se utilice más esta tecnología en las aulas.
PERO LOS TELÉFONOS MÓVILES ESTÁN EN TODOS L
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MÁS DEL 95
Dr. Javier Elguea LA LECTURA MÓVIL ES ACCESIBLE
LEER EN UN DISPOSITIVO MÓVIL
LEER LIBROS TRADICIONA
LOS LIBROS SON ESCASOS BIBLIOTECAS POR HABITANTE LA MAYORÍA DE LAS PERSONAS EN ÁFRICA SUBSAHARIANA NO POSEEN UN SÓLO LIBRO EN PAÍSES POBRES, LAS ESCUELAS RARAMENTE PROPORCIONAN LIBROS DE TEXTO
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PERO LOS TELÉFONOS MÓVILES ESTÁN EN TODOS LADOS
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LAS REDES DE TELEFONÍA CELULAR ALCANZAN
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DE LA POBLACIÓN MUNDIAL
LA LECTURA MÓVIL ES ACCESIBLE LEER EN UN DISPOSITIVO MÓVIL
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LEER LIBROS TRADICIONALES
$30
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LO QUE SABEMOS ACERCA DE LA LECTURA MÓVIL 33
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MINUTOS AL MES
EN LOS PAÍSES EN DESARROLLO, LOS HOMBRES LEEN TRES VECES MÁS EN DISPOSITIVOS MÓVILES
UN TERCIO DE LOS LECTORES MÓVILES USAN SUS TELÉFONOS PARA LEERLES A LOS NIÑOS
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1 : 15,000
REINO UNIDO
MINUTOS AL MES
PERO LAS MUJERES LEEN SEIS VECES MÁS AL MES QUE LOS HOMBRES
LOS LECTORES PRINCIPIANTES TIENEN ACCESO A TEXTOS APROPIADOS A SU NIVEL
LAS PERSONAS LEEN MÁS CUANDO EMPIEZAN A LEER EN UN TELÉFONO MÓVIL
¿QUÉ DEBE HACERSE? КНИГИ BOOK S LIBROS
LIVRES
INCREMENTAR LA OFERTA DE IDIOMAS
EXPANDIR LA CONECTIVIDAD DE BANDA ANCHA AYUDAR A LOS LECTORES MÓVILES A ENCONTRAR HISTORIAS PARA SUS HIJOS
PROMOVER ACCESO LIBRE A LOS DERECHOS DE AUTOR DIVERSIFICAR CONTENIDOS
ENSEÑAR A LAS PERSONAS A ACCEDER A LIBROS EN SUS TELÉFONOS FACILITAR EL ACCESO A LA TECNOLOGÍA MÓVIL A LAS MUJERES
WWW.UNESCO.ORG/EDUCATION DESCAR GUE EL ESTUDIO COMPLETO EN:
Compartir: la naturaleza social de la lectoescritura en la Red Sin lugar a dudas, la principal fortaleza del estudio es demostrar que, lejos de constituir un retroceso respecto a los soportes tradicionales de lectura, los teléfonos móviles representan la opción más innovadora y democratizadora de acceso a los libros, particularmente en los países más carenciados de bienes y recursos culturales. No obstante, la indagación de dicho potencial de lectura habría que focalizarlo no solo en los libros digitalizados, sino en todas las plataformas y aplicaciones que ofrece la Red, particularmente los buscadores, blogs y redes sociales. Aunque es bastante obvio que todo lo que se consume online y offline tiene diferente valor simbólico, densidad cognoscitiva y alcance reflexivo, lo cierto es que las personas que poseen un celular leen y escriben permanentemente desde que se levantan hasta que se acuestan. Responden decenas de mensajes a lo largo del día, buscan información de todo tipo y publican en las redes socio-digitales. Sin embargo, las encuestas que miden el comportamiento lector omiten preguntar sobre dichas prácticas y cuando las personas son interrogadas acerca de sus hábitos y preferencias de lectura, no las mencionan ni reconocen. De ahí que parece pertinente preguntarse por las huellas que van imprimiendo estos modos compulsivos de leer y escribir —sin condenarlos ni exaltarlos a priori—, en la experiencia de ser y estar en el mundo de diversos grupos socio-culturales (Winocur, 2015). Coincidimos con la afirmación de que “el acceso a libros no garantiza de ningún modo ni necesariamente fomenta siquiera la lectoescritura. Tirar con paracaídas libros a las personas –sea a través de teléfonos celulares u otros medios– es exactamente eso: dejar caer libros y marcharse. Extraer un significado de los textos es un acto complejo que no se produce sólo con la exposición” (p. 18). Además del papel insustituible que sigue teniendo la escuela en el desarrollo de habilidades básicas para la lectoescritura, cualquier política de promoción de la lectura a través de los celulares tiene que vincular la oferta de libros digitales con las motivaciones e intereses cotidianos de los jóvenes. Lo que hemos denominado modos compulsivos de lectoescritura, tienen como fuerte motivación la necesidad de las personas de cualquier condición social de estar comunicados permanentemente con sus referentes afectivos más cercanos, pero también representan la forma más extendida y aceptada de inclusión social. Esto es particularmente evidente en el caso de los adolescentes y jóvenes, que asumen que los que no están en las redes sociales no existen. En todas las actividades que desarrollan en las redes sociales y blogs están involucradas de manera explícita e implícita múltiples referencias de datos y textos que combinan información de diversas fuentes. Sabemos muy poco acerca de qué nuevo tipo de síntesis cognoscitivas producen en el espacio biográfico porque tendemos a menospreciarlas como lecturas dispersas, superficiales y fragmentarias. Se hacen lecturas online que parten de búsquedas o de las sugerencias de
otros usuarios y se continúa en un ciclo de difusión de la información basado en el acto de compartir. Al transmitir información en la red se genera un circuito que va de la lectura y la posterior escritura por parte de un usuario a la repetición del binomio por parte de otro. En compartir, más que en leer o escribir, reside la clave de la naturaleza social de las prácticas de lectoescritura en Red.1 En América Latina, a pesar de las graves desigualdades sociales y económicas, la situación del acceso a Internet no es tan dramática como en el caso de algunos países africanos. Países como Uruguay, Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, y más recientemente México, están dando batallas importantes para reducir la brecha digital a través de diversas iniciativas, donde destaca el Modelo Uno a Uno (One lap, one child). El ejemplo paradigmático sin lugar a dudas es el de Uruguay, que además de ser pionero (2007) en instrumentar la experiencia de dar una computadora portátil (XO) a cada niño que puede llevar y traer de su casa a la escuela, ha conseguido una cobertura de prácticamente el 99% dentro de la población escolarizada. El impacto del modelo sobre el aprendizaje en el aula sigue siendo motivo de controversia entre los expertos por los magros resultados alcanzados según las expectativas a corto plazo depositadas por los gobiernos de la región y organismos internacionales.2 No obstante, entre los efectos positivos de la llegada de la XO al hogar,3 está el de haber propiciado la lectura y la inquietud por explorar temas de interés entre los adultos de baja escolaridad, que no lo hacían desde que abandonaron la escuela en la primaria, o la secundaria. Todos los que consultan, o buscan algún tipo de información, incluso los que lo hacen ahorrándose el paso de manipular la computadora hasta llegar a los exploradores con la ayuda de sus hijos, están practicando una lectura orientada a satisfacer algún tipo de requerimiento, regular o eventual, de la vida cotidiana (clima, problemas de salud, direcciones o trámites), pero también a buscar referencias de autores, películas, música, noticias, etcétera, por simple placer o curiosidad. Habría que indagar de forma más sistemática qué tipo de alcance tiene esta nueva práctica lectora motivada por la necesidad de resolver problemas individuales, familiares y grupales, o de compartir en familia posibilidades inéditas de entretenimiento.4 En el documento se reconocen los sesgos que introduce en el estudio el hecho de que la muestra se circunscriba a los usuarios de la plataforma Worldreader Mobile de siete países en desarrollo: Etiopía, Ghana, India, Kenia, Nigeria, Pakistán y Zimbabue, y además se limite a aquellos que respondieron voluntariamente. Seguramente se podría ampliar mucho más el margen de los interesados en participar en la encuesta, si en lugar de preguntarles específicamente por los libros que leyeron en dicha plataforma, se los interrogara acerca de los diversos modos de lectoescritura que practican cotidianamente en la Red, aunque no sean reconocidos de esa forma, tales como chatear, mensajear, publicar, mirar,
1 Ver Winocur, Rosalía (2015) “Prácticas tradicionales y emergentes de lectoescritura en jóvenes universitarios”, en García Canclini, N., Nivón E., Winocur, R. y Pérez, Carmen; Hacia una antropología de los lectores. Fundación Telefónica/UAM I/Ariel. (en prensa) 2
Los detalles de esta discusión pueden consultarse en diversos documentos publicados por el BID y CEPAL en sus páginas WEB.
3 Ver Winocur, Rosalía y Sánchez Vilela, Rosario (2012) Evaluación cualitativa de las experiencias de apropiación de las computadoras portátiles XO en las familias y comunidades beneficiarias del Plan Ceibal. BID, FOMIN, PROYECTO RAYUELA Y CENTRO CEIBAL, http://www.ceibal.org.uy/index.php?option=com_content&id=909&Itemid=58 4
Winocur, Rosalía y Sánchez Vilela, Rosario (2015) Familias pobres y computadoras. Planeta (en prensa) P. 145
5 Ver Winocur, Rosalía (2015) “Prácticas tradicionales y emergentes de lectoescritura en jóvenes universitarios”, en García Canclini, N., Nivón E., Winocur, R. y Pérez, Carmen; Hacia una antropología de los lectores. Op.cit.
postear, etcétera. Lo cual implica asumir que la lectura y escritura en la Red son prácticas indisociables, heterogéneas y polisémicas, y que el desafío no es realizar un inventario de las mismas sino comprender su diversidad y significación en el complejo entramado de sus prácticas cotidianas en la Red. Para lo cual es necesario impulsar investigaciones que focalicen más la atención en recuperar los significados y representaciones de las prácticas de lectoescritura tradicionales y emergentes (reconocidas y negadas), que en las conductas observables de lo que leen y cómo lo leen.5 Sobre la brecha de género, los datos de la encuesta indican que en términos absolutos “los lectores en celular hombres sobrepasan considerablemente a los lectores en celular mujeres en los países estudiados. En promedio, hay aproximadamente 3 lectores móviles hombres por cada mujer.” (p. 26). Es probable que de ampliar la muestra en los dos aspectos mencionados en el apartado anterior (no limitar a los usuarios de la plataforma, ni preguntar solo por la lectura de libros digitales), la brecha de género disminuya considerablemente. Diversos estudios en América Latina, revelan que las mujeres son las que hacen un uso más intensivo del celular, y también más pragmático vinculado a la organización cotidiana de las tareas domésticas, el cuidado de los hijos y sus obligaciones laborales. Lo cual podría ser congruente con lo que la mayoría de los encuestados en África (67%) declara como motivo principal para leer en el celular “la comodidad” (p. 36). Habría que indagar en profundidad que significa “comodidad” en las realidades estudiadas. Significados que seguramente trascienden a los libros en formato digital, y que por consiguiente nos obligan a situar el problema de la lectura en un universo de prácticas y representaciones mucho más amplias que las que se desprenden de leer o no leer libros en cualquier soporte. Respecto a las preferencias del tipo de lecturas que realizan los encuestados en la plataforma Worldreader Mobile, destaca el género de novelas románticas. Habría que indagar más a fondo en qué medida este género no se vincula con el consumo de las series y telenovelas más populares. Nuevamente, esto implica elaborar interrogantes más amplios sobre el consumo cultural en los nuevos soportes, donde los libros que más probabilidades tienen de volverse significativos son aquellos cuyas instrucciones de uso se
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hallan en lugares que NO son únicamente libros: “No resulta fácil decir de qué lugares se trata, pero la lengua del mundo, hoy en día, sin duda alguna se gesta en la televisión, en el cine, en la publicidad, en la música ligera, tal vez en el periodismo. Es una especie de lengua del Imperio, una especie de latín hablado en todo Occidente. Está formada por un léxico, por una determinada idea de ritmo, por una colección de secuencias emotivas, por algunos tabúes, por una idea concreta de velocidad, por una geografía de caracteres. Los bárbaros van hacia los libros, y van de buena gana, pero para ellos tienen valor únicamente los escritos en esa lengua, porque de esta forma no son libros, sino segmentos de una secuencia más amplia, (….) que a lo mejor se ha generado en el cine, ha pasado por una cancioncita, ha desembarcado en televisión y se ha difundido en Internet”.6 Por último, una investigación más comprensiva sobre el fenómeno y alcances de la lectura en los nuevos dispositivos digitales, implica preguntarse acerca de: ¿cuándo y con quién leen los usuarios de teléfonos móviles?, ¿cómo organizan y relacionan la información que leen?, ¿cuáles son los procesos y las estrategias que desarrollan para comprender el significado y reconstruir el sentido de los textos que leen?, ¿cómo se reciclan, traslapan o resignifican los modos de leer emergentes con los tradicionales?, ¿qué tipo de nuevas organizaciones conceptuales produce la lectura fragmentada de diversos textos en soportes digitales?, ¿cuáles son las diferencias en las prácticas de lectura en pantalla y en papel?, ¿cuáles son los contenidos más habituales que circulan y se socializan?, ¿qué tipo de continuidades y discontinuidades se producen entre las prácticas emergentes y tradicionales?, ¿cuáles son los intereses, inquietudes y motivaciones más recurrentes que organizan el sentido en dicho espacio biográfico?, ¿qué tipo de nuevos consumos culturales se generan a partir de la lectura en Red?, y a la inversa, ¿qué nuevas lecturas se incorporan como producto de dichos consumos culturales?
Dra. Rosalía Winocur
Departamento de Educación y Comunicación de la UAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores y de la Academia Mexicana de Ciencias
Baricco, Alessandro (2008), Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación; Anagrama, Barcelona. p. 89.
Oficina en México Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
www.unesco.org/new/es/mexico Consulte el Informe La lectura en la era móvil: http://bit.ly/1Ko7ncZ