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DECENAL INDEPENDIENTE ..:: .. :: 1\ño 111. Núm. 51 ::
Redacción y A.dministración Frar.~.oia., r.~..
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S' A.rracó 5 de Abril de 1926
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PRECIOS POR TRIMESTRE: Pueblo . . . . . . . . . 1'15 ptas. Pueblos de la isla y provincias. 1'75 • Extranjero. . . . . . . . 3'50 •
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ición,
casi : salvática por inesperiencia o j falta de cuidado del jardinero, pero, por ~~ ! lo mismo mas hermoso. Era la caida de la tarde, la ~risa j Por todas partes abundaban flores; comenzaba a refrescar el ambtente, cal : como si el jardín de la solitaria quinta, deado aun por los ardorosos rayos del 1hubiese querido engalanarse con ellas sol. 1 para recibir dignamente a la enamorada 1 Empezaba la primavera, y los días pareja. de primavera son en mi pintoresco pue· Y, sobre todo, lo que mas encantador blo días de verdadero estío. hacia aquel retiro, convirtiéndose en nido Las flores erg·uíanse sobre sus. tallos, de amores, era el alegre cielo, siempre 1 para ab_sorber la frescura de la bnsa que azul, siempre limpio, siempre brillante. las compensaban de las abrazad oras cari · Sobre su fondo terso, recortábanse cias del su!, y para rejuvenecerse, cobran caprichosamente los picachos de la vecina do nueva lozanía ..... Pródigas y generosas' sierra, de la que bajaba en los giros de la esparcían en cambio, en torno de ellas, fresca brisa, el enervante perfume del ro sus embriagadores arCJ mas . mero y el tomillo. , El silencio imponente del campo, ese z. silencio que no es tal sino mas bien un armónico conjunto de suaves y misterio- 1f1f~1f'·~~ir*'7B~~~¡i~
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La enct·na de C'an Vey
de una vieja pared carcomida por los años. Yace allá en el suelo, se sientan sobre su tronco tumbado . La corteza gruesa y áspera, se desprende en muchos parajes, los hachazos dejan ver el corazón de la madera sudosa y dura como el bronce. Las grandes ramas aserradas en pesados trozos esparcidos sobre la hierba parecen miembros dispersos y sin vida. En su día, cayó al suelo, una bellota, el viento y la lluvia la cubrieron de tierra. Una yemecilla nació de la bellota, una yemecdla tan tierna y tan frágil que un cordero la hubiera roto pasando. Y ahora aquella débil planta es el jigante de todo el pueblo. Cómo pudo convertirse en un árbol tan corpulento y poderoso? De donde tomó la materia que formó la masa de su tronco enorme, sus
sos rumores, era interrumpido solo de grandes brazos tortuosos, sus mn ramitas vez en cuando por las esquilas de los y su espeso follaje renovado cada pri---~~ -~-~ mavera? rebafios que volvían al redil despues de pastar en la llanura, por el canto poético Propiedad de los hljos de D. Juan Boscb De la tierra regada por las lluvias y melancólico de algún labriego o por el Era una vieja encina. Había visto tomaba los jugos de su savia, del aire metálico sonido de las campanas de la muchos inviernos. El huracán de invierno absorbía átomos errantes invisibles y glesia del plleblo, que allá, a lo lej os, la derrumbó. Era un invierno largo, ne· de estas partículas ligeras acumulaqas distinguíanse con sus casitas blancas y gro y triste, que la lluvia azotaba los día tras día, hora tras hora, la encina desiguales, velado por la tenue bruma cristales, las ráfagas sacudían las puertas formaba el robusto teg·ido de su lefia dude vapores que se exhalaban de la tierra. y atormentaban las persianas, silbaban al rísima. De los rayos del sol, tomaba la Una pareja de enamorados paseaban pasar por laJ rendijas de la ventana y luz y el calor, el calor que es la fuerza de cogidos de la mano, silenciosos, pensati roncan sordamente por el tubo de la la vida, sin el cual todo perece, por el vos, pero no tristes: al contrar!o dichosos, chimenea. Escuchad, parece que se sien- cual todd vive, florece y respira. sonrientes. Sin darse cuenta penetraron ten voces extrafias, largos gemidos, sil· Hay; una grande hoguera encendida en una hermosa finca, sin grandes refina· bidos agudos y prolongados. en el hogar. El fuego es la alegria de mientas de elegancia, ostentación y lujo, Es la triste canción que canta el vien - invierno . Qué vemos al mirar ese fuego? pero con todos los encantos de una mo to del invierno . Después de cada estrofa Vemos rojas llamas que brotan de la rada campestre en la que se hermanaban reina un momento de silencio. Y entonces leña sacada de la vieja y seca encina que la comodidad con la sencillez, el buen se oye el chiporroteo de la lefia verde el fuerte huracán de invierno derrumbó gusto con los elemer.tos artísticos, gene- que arde lentamente en el hogar. Se oye una noche oscura y fria. Vemos las chis· rosam ente ofrecidos por la misma Natu el mar que muge en la oscuridad. El mar pas que se de_sprenden del tronco, saltan raleza. ' está ~nfur e cido, es de noche, las olas se y estallan en mil puntos brillantes. Vemos Lo que mas cautivaba en el extens~ l estrellan con s~rdo estr~pito contra las las astillas de la encina corta~as, por el jardín que rodeaba la casa, no era lo ¡ rocas de la onlla, el v1ento arrastra el leñador, como arden y se consumen, forexótico y raro de las plantas que lo po- ' polvillo de la espuma y lo esparce como mándose las bocanadas de negro humo y 1 blaban, ni la estudiada colección de las lluvia fria y salada. elevarse en espirales, pardas y espesas mismas, ni lo caprichoso de las veredas y 1 Ha caído la vieja encina atravesada 1 tubo arriba por la chimenea, y vemos avenidas que se entrelazaban unas con : en el camino que conduce a la morada ¡ también como las hojas y las hebras se otras, formando un verdadero laberinto; . de su propietario; el sitio que ha dej ado : inflaman, se retuercen, y se enroscan como era lo exuberante y lujurioso de la _vejeta· · vacío forma un enorme agujero a orillas ! serpientes de fuego.